Terapia Sexual Intensiva (08).



Modelo de la Foto: @LyzMania (Twitter)


Capítulo 8.
Mi querido Charly, hoy escribo en tus páginas para contarte que me siento muy mal conmigo misma. Inmediatamente después de lo que pasó con mi hermana me sentí de maravilla y vine corriendo a narrarte todo; sin embargo después se me pasó la calentura, dejando lugar a la culpa. Fue muy feo ir a trabajar en ese estado, no podía concentrarme e incluso hubo clientes que se quejaron de mí; no me extrañaría volver a ocupar el último puesto en ventas, deberé afrontar esa vergüenza una vez más… y una larga charla sobre marketing con mi jefe; eso si es que no me echan a la mierda.


Necesito volver a terapia, ahora más que nunca… y no me refiero a la “Terapia de la Poronga” de Gaby, sino a la de verdad… no sé si Germán me aceptará de nuevo, tal vez tenga que ir arrastrándome a suplicarle; pero si no hablo de estas cosas con él, no sé con quién lo voy a hacer. No te ofendas, Charly, vos me ayudás mucho, porque en vos puedo descargar muchas cosas, pero ahora mismo necesito alguien que me pueda dar una respuesta sólida.
¿Te acordás que te conté cómo me excité al ver a mi padre desnudo? Hoy volví a verlo así, fue sólo un fugaz instante… y sentí asco; pero no de él, sino de mí misma, por haber pensado de forma sexual en él. Gaby intentó hablar conmigo, pero le dije que estaba cansada y me encerré en mi cuarto para escribir todo esto. No sé qué hacer, Charly, te juro que esta situación me tiene muy descolocada, y lo peor de todo es que la principal culpable soy yo misma.
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Volví, Charly. Esta vez estoy un poco mejor; pero no me quiero extender demasiado en mi estado de ánimo. Mejor te cuento lo que pasó con Germán, mi psicólogo.
Sí, como ya te imaginarás, volví a hablar con él. Lo llamé por teléfono, y sin darle muchas explicaciones, le pregunté si podía volver a hacer terapia con él. No puso ninguna objeción, se mostró muy profesional al respecto. Tuvo que darme otro horario, porque al mío se lo asignó a otra persona; pero eso no me importó.
Cuando llegué al consultorio, saludé a Germán con timidez; como si fuera un perrito que sabe que rompió algo valioso. Nos sentamos, como siempre hacíamos, y él me miró sin decir nada, como su acostumbrada cara de póker.
―Tengo que pedirte disculpas, ―comencé diciendo―. Te grité de todo, y me fui a mitad de una sesión, eso es muy irrespetuoso.
―No te preocupes, Julieta, a veces pasan estas cosas. Es parte del trabajo.
―¿Y no te duele cuando uno de tus pacientes se levanta enojado y se va?
―Sí, claro. Pero también entiendo que no puedo obligarlos a quedarse, ni a que asistan a terapia. Eso depende totalmente de ellos.
―Por eso no me llamaste ni una sola vez.
―Así es, quería darte espacio para pensar. Vos sola debías tomar la decisión de volver a terapia; y me alegra que lo hayas hecho.
―¿Porque estoy muy loca? ―Él sonrió.
―No, porque todavía nos queda mucho trabajo por delante. ¿O me vas a decir que tus problemas personales se solucionaron mágicamente?
―No, para nada. Al contrario, tal vez se hayan incrementado.
―¿Por qué lo decís?
―Por mi hermana. Resulta que es mucho más manipuladora de lo que yo me imaginaba. Es jodidamente buena en eso. Tanto que hasta me hizo sentir bien… por un tiempo. Pero después me acordé de tus palabras, y me entró la culpa. Sé que lo que ella hace no está bien; pero me dejé llevar, mi vida está tan llena de nada, que me alegré de tener alguna emoción pasajera.
―¿Qué fue lo que pasó con tu hermana?
―Mmm… no estoy preparada para entrar en detalles, pero digamos que tuvimos una charla demasiado íntima, en la que incluso hubo algo de roce físico.
―Eso es serio. ¿Considerás que tu hermana tenga algún tipo de interés sexual en vos?
―No… no… al menos no creo eso. Ella estaba explicándome sobre su particular filosofía de vida. Dice que no debería haber tanto taboo con el sexo, y que podríamos andar todos desnudos por la casa, sin que eso sea un problema. Como esas familias desnudistas.
―Sí, normalmente se las llama “familias naturistas”. ¿Creés que tu familia está interesada en adoptar ese tipo de práctica?
―¿Estaría mal?
―Si se lo hace bien, no. Algunas familias conviven de forma muy sana con el naturismo.
―Y yo no creo que la perspectiva de Gaby sea muy sana. ―Como sabía que me iba a hacer preguntas al respecto, decidí ahorrar tiempo y le conté, de forma breve―. Ella dice que podemos hablar de sexo tranquilamente, e incluso tocarnos un poco entre nosotros… y que eso no tiene nada malo.
―Bueno, yo no lo veo así. Tal vez sí puedan hablar de sexo sin demasiados tabúes, sé de familias que lo hacen. Pero lo que puede ser peligroso es el tema de los toqueteos. Ya te expliqué en qué puede derivar esto.
―Sí, lo sé… y es justamente por eso que decidí retomar la terapia.
De ahí en adelante decidí cambiar un poco de tema; pero me hizo bien poder contar eso. Germán me aconsejó que, por un tiempo, fuera un poco más distante al relacionarme con mi hermana. Hasta que pudiera explicarle por qué me costaba compartir su enfoque sobre el sexo. Incluso el psicólogo sugirió que ella también podía venir a terapia conmigo. Sería un buen lugar para conocerla mejor, e intentar entender qué le pasa por la cabeza. Le prometí que haría mi mejor esfuerzo para que Gabriela me acompañase a terapia.
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Te cuento algo rapidito, Charly.
Hoy, cuando llegué de trabajar, me crucé con mi hermana. Ella quería hablar conmigo, y yo fui algo evasiva. Aunque la vi tan contenta que me dio curiosidad saber por qué estaba así.
―Te tengo una gran sorpresa, ―me dijo.
―¿De qué se trata? ―Pregunté con miedo. Juro que creí que me iba a decir que tuvo sexo con mi papá, o mi mamá… o algo por el estilo.
―Se trata de Rubén, ―dijo, sin borrar la sonrisa de su rostro―. Hablé con él, y nos invitó a las dos a pasar una noche en su quinta.
―¿Qué? ¿A las dos? ¿No me querrás decir que el tipo quiere hacer un trío con nosotras?
―No, no… no es eso. Él quiere coger con vos. ―La miré con los ojos bien abiertos―. Se lo dije sin vueltas: “Mi hermana está caliente con vos, y anda necesitando una buena cogida”.
―¿Qué? ¿Vos estás loca? ¿Cómo le vas a decir eso? ¡Qué vergüenza!
―Ay, Juli. No des tantas vueltas, como siempre. Rubén dijo que desde hace tiempo se muere de ganas de coger con vos; pero creyó que vos no estabas interesada.
―¿De verdad? ―No puedo negar que me hizo sentir muy bien saber eso.
―Sí, de verdad. Te tiene tremendas ganas. Así que solamente tenés que decir que sí, y este mismo fin de semana te van a dar una buena cogida.
―¿Tan rápido?
―Sí, a él no le gusta andar con muchas vueltas.
―Pará… ¿y vos qué vas a hacer mientras tanto? Es decir ¿por qué tenés que ir vos también?
―Porque Rubén va a invitar a un amigo, para que yo coja con él.
―Y vos ni siquiera te negaste… seguramente ni conocés al tipo.
―Lo conozco por fotos, es un rubio que está re bueno. Así que no me negué.
―Pero…
―Nada de peros, hermanita. No tenés por qué estar celosa, Rubén ya me cogió varias veces. Ahora quiere una experiencia nueva, ni se va a fijar en mí… sólo va a tener ojos para vos. Y vos vas a tener su pija para vos solita. Preparate, porque este fin de semana la vamos a pasar bomba.
Ni siquiera me dio tiempo a responderle, la muy desgraciada se fue de la casa. Me quedé tildada, pensando en todo lo que dijo. Me sentía extrañamente bien, por lo que había dicho Rubén de mí. Sé que mi psicólogo me advirtió sobre la actitud de Gabriela, pero ésto era distinto. No involucra a nuestros padres, y cada una va a tener su propio amante.
¡Qué carajo, Charly, yo le voy a decir que sí! No lo pienso más ¡Quiero que Rubén me pegue una muy buena cogida, este mismo fin de semana!
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Estoy muy nerviosa, Charly. En un rato mi hermana y yo nos vamos a la quinta de Rubén. Ya revisé todo lo que tengo que llevar como veinte veces. No sé qué hacer con los nervios. Te juro que en un arrebato de locura, me afeité la concha. Todo porque me puse a pensar que tal vez a Rubén no le iba a gustar que yo tuviera la concha peluda. Soy una tarada, tendría que tener más confianza en mí misma; pero bueno, ya lo hice… y no quedó nada mal. Ahora mi concha se parece un poquito más a la de Gaby. Puede que eso me sume puntos a favor.
Bueno, te dejo… mi hermana ya está golpeando la puerta de mi pieza. Nos tenemos que ir.
¡Deseame suerte!
Prometo contarte todo apenas pueda.
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Hola, Charly. Soy Gabriela, otra vez. Pero ahora es diferente, estoy escribiendo esto porque Julieta no puede hacerlo… ella murió, ya no está con nosotros.
¡No, mentira! Es un chiste…
Julieta me pegó por escribir eso… y terminé haciendo tremendo rayón en la hoja.
Admito que fue un mal chiste. Yo quiero mucho a mi hermana, y me daría mucha pena si a ella le pasara algo malo.
Prometo no hacer más bromas como esa.
Te preguntarás por qué carajo estoy escribiendo esto. Bueno, es cierto que ella no puede; pero es por una causa menos grave. Se cortó la mano con una trincheta, en el trabajo. Tiene toda la mano vendada y no puede ni hacerse la paja. Pobrecita.
De todas formas no te preocupes tanto por ella, porque con lo pajera que es, seguramente aprende a tocarse con la otra mano.
Lo bueno es que gracias al accidente consiguió algunos días de licencia médica. Además le van a pagar no sé qué seguro de riesgo… la cuestión es que, a pesar de que le duele, está bastante contenta.
Me dejó escribir esto con una condición: que no leyera las páginas anteriores, y yo, como buena hermana, cumplí con ese requisito. Además la tengo sentada al lado, y ya dijo que me va a pegar si empiezo a retroceder las páginas.
Pero todavía no te conté qué gano yo con todo esto. Bueno, en realidad no gano nada. Ésto es un castigo, por haber leído el diario. Quiero hacer las pases con ella, así que acá estoy.
Tengo que contar alguna de mis anécdotas sexuales… una que sea una muy íntima. Y no es que yo me ponga muy pudorosa al hablar de sexo, por lo que me va a costar encontrar una.
Ah, casi me olvido. Ella también me hizo prometer que no te contaría nada sobre lo que pasó en la quinta con Rubén, porque ella quiere escribir todo, cuando se le cure la mano.
Spoiler: la pasó muy bien.
Como no sé qué contar, Julieta sugirió que le narrara una de las tardes “en familia”. Creo que ya sé a qué se refiere… y ya sé qué puedo contar.
Esto pasó un domingo…, no, no era domingo; porque Juli estaba trabajando. Era un martes… ¿o un jueves? Bueno, no importa. Pasó un día cualquiera de semana. No fue hace mucho.
Mis padres andaban en bolas por la casa, y yo también. Ya estamos acostumbrados a estar así, aunque a Juli todavía le cueste dar el próximo paso.
Mi papá, Oscar, se fue a acostar un rato; pero no a dormir, sino a leer un libro. Como yo estaba aburrida, fui a molestarlo. Me acosté al lado de él, y empezamos a charlar. Puede que me haya puesto muy cerca de él… tanto que una de mis tetas estaba sobre su pecho. A él se le puso la pija dura; pero como a veces le pasa (especialmente cuando yo estoy muy cerca), no le dije nada.
En ese momento, entró mi mamá, Zulema (le decimos Zuli). Al parecer ella también estaba aburrida. Se acostó al otro lado de mi papá, también dejando una teta en su pecho; pero ella hizo algo más. Con una de sus manos empezó a pajear a mi papá. Lo hizo lentamente, pero sin detenerse.
Julieta me pidió que narrara los diálogos como si fuera un cuento, o una novela. Ví cómo lo hacía ella, así que voy a intentar hacer lo mismo.
Mientras le acariciaba la verga a mi papá, Zuli dijo:
―Me parece que te vas a tener que ir, Gaby… porque quiero aprovechar que tu papá está tan duro.
―¿Y por qué me tengo que ir? ―Le pregunté―. Ya vi varias veces cómo le chupabas la pija.
―Pero puede que ahora tenga ganas de hacer algo más que chuparle la pija.
―A mí no me molesta mirar, ―dije―. ¿Y a ustedes?
―Bueno, si a vos no te molesta… ―dijo mi papá.
En eso veo que Zuli baja por la cama, hasta llegar a la pija. Sin muchas vueltas, empezó a hacerle un pete a su marido. Yo tenía ganas de verlo mejor, por eso también me acerqué. Mi cara quedó prácticamente pegada a la de mi mamá. Estaba muy bueno poder ver todo tan de cerca. Mi papá tiene linda pija, y Zuli se la estaba comiendo toda, como una petera profesional. De vez en cuando yo le daba algún consejo:
―Pasale la lengua alrededor del glande.
Ella lo hizo, su lengua se movió rápidamente alrededor de la cabeza de la pija.
―Dale chupones fuertes.
Una vez más, me hizo caso. Le dio unos cuantos chupones tan fuertes que mi papá casi acaba.
―Ahora intentá tragarla entera.
Eso no pudo hacerlo. Aclaro que la verga de mi papá es medio grande, y no debe ser fácil para ella meterse todo eso en la boca.
―No puedo tragarla toda ―dijo, luego de intentarlo como cuatro veces―. No me entra en la boca.
―Eso es porque tenés que hacer “garganta profunda”. Es difícil al principio, pero cuando te acosumbrás, está muy bueno, Así sí te la vas a poder tragar entera.
―¿Segura? Siempre creí que eso de la “garganta profunda” era puro cuento.
―No lo es. Yo lo sé hacer.
―A ver, mostrame ―dijo ella, señalando la verga. Me quedé mirando, como una boluda. Después ella agregó―: Es sólo para que me enseñes, por una vez no pasa nada.
―Está bien ―dije.
Mi hermana va a pensar que estoy re loca por haber hecho esto, pero tal vez la ayude a comprender un poquito mi filosofía de vida. No hay que tener tanto taboo con el sexo, yo sólo estaba intentando ayudar a mi papá y a mi mamá a que mejoren su desempeño sexual.
Le agarré la verga a mi viejo, y empecé a tragármela. Si bien se la había tocado algunas veces, nunca la había tenido dentro de la boca. Fue una sensación rara, por más filosofía de vida que tenga… pero bueno, es parte del proceso de acostumbrarse.
Mi viejo tiene una buena pija, por lo que no me fue tan fácil tragarla, tuve que volver e intentar de nuevo, como tres veces. Hasta que mi mamá pudo ver cómo me la comía toda, hasta el fondo. Es difícil hacer “garganta profunda”, y si tuviera que explicarle a alguien cómo hacerlo, no sabría por dónde empezar. Cuando saqué la verga de mi boca, le di el único consejo que se me ocurrió:
―Lo importante es mantener la calma, porque sino te va a dar nauseas, o te vas a ahogar. ―Ella me miraba sorprendida―. Dale, ahora intentá vos… ya sabés que no es imposible. Aunque no intentes tragarla toda de una sola vez.
Después de eso, mi mamá se puso a intentar, una y otra vez. Yo volví a tragar la verga una vez más, porque ella quería ver cómo lo hacía. Esta vez, cuando saqué la pija de mi boca, mi papá acabó. Me llenó la cara de leche, ¡pero mal! Él suele acabar mucho, pero se ve que venía aguantando las ganas… tenía semen en las tetas, en las mejillas, en la nariz, en el pelo… y dentro de la boca. Sí, dentro de la boca también, porque acabó tan de repente, que ni me dio tiempo a cerrarla.
Mi mamá demostró que ya estaba haciendo una gran evolución en nuestra filosofía de vida; en lugar de hacer un escándalo, empezó a reírse. Yo también sonreí, debía estar muy sexy con tanto semen en la cara. Ella habrá pensado lo mismo, porque se apuró para sacarme una foto con mi celular. Incluso me sacó una con la verga de papá en la boca.
―Esa lechita era mía, ―dijo, después de sacar las fotos.
Se ve que realmente quería la leche, porque se me tiró encima y empezó a pasarme la lengua por toda la cara. Se fue tragando todo lo que encontró a su paso. Después me lamió el cuello, y no se olvidó de hacer lo mismo con mis tetas. Ahí había bastante semen, por lo que se entretuvo un buen rato.
Espero que Juli pueda entender el significado de todo esto que conté. A mí me encantaría que ella fuera capaz de entender mi filosofía de vida.
Creo que con esto ya conté más que suficiente. Por ahora lo voy a dejar acá, porque estoy muy tentada a volver las páginas y leer todo.
Bueno, Charly, me despido de vos, porque mi hermana insiste en que lo haga; aunque yo no le veo mucho sentido a esto de estar hablándole a un objeto inanimado. Pero bueno, al menos hago el intento por entenderla, y espero que ella haga lo mismo conmigo.
¡Chau!
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Hola Charly, esta vez sí soy yo, Julieta. Como verás, no me morí. A veces Gabriela puede tener un humor negro que me preocupa más que todo el resto de sus acciones.
Te extrañé mucho durante estos días, no podía escribirte nada, pero bueno, al menos me puse a leer todo lo que había escrito. Me avergüenzo de algunas partes, y quisiera borrarlas; pero no lo voy a hacer.
Me dejó un poquito traumatizada el relato de mi hermana. No puedo creer que haya llegado al punto de meterse la verga de mi papá en la boca, y encima dejar que le acabara en la cara. La actitud de mi madre también me sorprende mucho. Es como que no puedo asociar a la mamá amorosa que conozco, con esa mujer sedienta de semen de la que habló Gaby.
No estoy orgullosa de mí misma, porque yo también me porté mal: me hice la paja leyendo lo que Gaby escribió, imaginándome cada segundo. No te imaginás lo que me costó no usar la mano izquierda para pajearme. Pero bueno, mi mano ya sanó, y me puedo pajear normalmente. Además me vinieron muy bien los días de vacaciones. Los usé para visitar algunas viejas amigas del colegio secundario. No quería quedarme mucho tiempo en mi casa. Hubo varias veces en que volví a mi casa y me encontré a mi familia desnuda, aunque no estaban en ninguna actitud extraña, sólo sentados, o deambulando de acá para allá. Gaby me preguntó si no quería estar “más cómoda”, pero yo le dije que con la ropa puesta me sentía mejor. Debe pensar que estoy loca, porque ésto contradice mucho la charla que tuvimos en su dormitorio; pero en ese momento estaba muy excitada, y también algo deprimida. Me dejé manipular por Gaby, y ahora me arrepiento.
Ahora sé que ella es una manipuladora muy hábil; sin embargo eso no significa que yo sea inmune a sus manipulaciones.
Fui al psicólogo y le conté lo que Gaby escribió, aunque le ahorré varios detalles. Le dije que Gaby había llegado al punto de tener el pene de su padre dentro de la boca, y que a mi mamá parecía no molestarle. Ésto puso en alerta a Germán. Me dijo que mi hermana era un caso serio, y que de verdad le gustaría que ella fuera a terapia conmigo. Dijo que ni siquiera iba a cobrar extra. Le dije que iba a hacer lo posible por convencerla.
Lo que todavía no le conté es lo que pasó en la quinta de Rubén, y eso es exactamente lo que vengo a contarte.
Como te había dicho la última vez, fui decidida a que Rubén me cogiera. Incluso me depilé la concha ¿te acordás? Llevé el bikini más chico que tengo, uno que ya debería haber tirado, porque prácticamente no me entra.
Cuando llegamos a la quinta, nos recibió Rubén, con su espléndido bronceado, y su brillante sonrisa. Me sorprendió que a mi hermana le dio un rápido beso en la mejilla, ignorando el prominente escote que tenía. En cambio a mí me agarró de la cintura, y me dio un beso en cada mejilla. Su mano se deslizó hacia abajo, y me acarició la cola, casi como por casualidad. Aunque yo sabía que lo había hecho a propósito. Admito que me hizo sentir muy bien ese recibimiento.
Rubén nos presentó a su amigo, un rubio hermoso, de ojos celestes, llamado Cristian. Él sí saludó a mi hermana con un fuerte abrazo, y un beso en la mejilla. Pero lo que más me sorprendió, es que a mí me saludó de la misma manera, apoyándome el bulto contra una pierna. Quedé acalorada, ese tipo no me conocía de nada, ni yo a él; pero era muy lindo.
Mi hermana y yo entramos a la casa y nos quitamos la ropa, quedándonos sólo en bikini.
―¿Y qué te pareció Claudio? ―Me preguntó.
―Es muy lindo…
―¿Te lo querés coger?
―¿Qué? No, yo no dije eso. Además, ¿él no está con vos por hoy?
―Sí, pero podemos cambiar, si querés.
―¿O sea que vos todavía seguís caliente con Rubén? ¿Por eso querés que cambiemos.
―No, boluda. Lo que te digo es que podés elegir. Si te gusta más Claudio, podés quedarte con él. No sé cómo coge, eso lo descubriré más tarde… si es que vos no lo querés.
―¿Elegir, eh?
―Sí, no quiero reproches por nada de lo que pase hoy, así que seamos clara. Vos elegí el que más te guste de los dos, y yo me quedo con el otro.
―Ah, ya entiendo, ―sonreí―. Gracias; pero me quedo con Rubén.
―Bien, la vas a pasar genial con él. Puede que hasta te rompa el orto.
―¿Qué? No, eso no… no vine preparada para eso. Ni siquiera traje lubricante.
―Él puede tener algo…
―No, en serio Gaby… no quiero que me la metan por el culo.
―Está bien, nena, tranquila. Le voy a decir a Rubén que nada de sexo anal. Se va a bajonear un poco, porque a él le encanta tu culo. ―Ese comentario me sonrojó.
Estábamos a punto de salir a la pileta, pero tomé a mi hermana del brazo y le dije:
―Gabi, necesito que seas honesta. No me voy a ofender, yo vine decidida a coger, y eso voy a hacer. Pero quiero saber si Rubén realmente está interesado en mí, o vos le pediste “el favor” de que me cogiera.
―Ay, hermanita… es increíble lo mucho que te tirás abajo. ―Me abrazó muy fuerte, como siempre, sus grandes tetas aplastaron las mías―. Fui honesta cuando te dije que él se muere de ganas de cogerte, ―sonreí―. Lo único que yo hice fue avisarle que vos tenías tantas ganas como él, y también le dije que podíamos organizar esto… yo tenía ganas de conocer a su amigo Claudio.
―Sé que me tiro abajo solita, pero igual me pareció raro que Rubén te pasara por al lado, y que ni siquiera te mirara. Él se fijó directamente en mí, como si estuviera actuando. O sea, yo me pongo celosa de que los hombres te miren siempre a vos, y me encantó que él se fijara en mí. Pero tampoco soy ingenua, él tendría que haberte mirado mucho más a vos.
―Sonsa… vos sos re linda, ―dijo, sin dejar de abrazarme. Sus manos me estaban agarrando el culo de forma muy indiscreta; tendría que haberle pedido que me soltara, pero no quería discutir con ella―. Él se muere por este culo. ―Estrujó mis nalgas―. A mí ni me miró, porque Rubén es la clase de personas que, cuando coge varias veces con alguien, empieza a perder el interés. Te lo advierto desde ahora, no pienses que él se va a enamorar de vos, ni que va a estar llamándote eternamente para que vengas a coger. Tarde o temprano, él va a perder el interés.
Eso me dolía un poco, pero era mejor saberlo desde el principio. Rubén no era un tipo con el que pudiera forjar una relación; pero siendo honesta, yo no estaba en su quinta buscando eso.
Juntas salimos, y mi hermana se tiró en la pileta, con la gracia de un delfín. Si yo hubiera saltado de esa manera, me hubiera partido la cabeza contra el borde de la pileta. Para no pasar vergüenza, entré por la escalera.
Al instante entraron Claudio y Rubén, con latas de cerveza en la mano. Me parecía un poco temprano para empezar a tomar, pero no me negué cuando Rubén me pasó su lata. Mientras yo tomaba, él conversaba conmigo, preguntándome cosas banales. Yo le respondí todo con una sonrisa bobalicona. No podía dejar de pensar que ese mismo día tendría sexo con ese hombre. Estaba muy ansiosa, y quería que llegara ese momento.
No tuve que esperar mucho para que las cosas se pusieran picantes. Mi hermana se encargó de eso, con su estilo tan directo y poco discreto.
Vi a Claudio sentado en el borde de la pileta, completamente desnudo, y con la pija dura. Justo frente a él, aún dentro de la pileta, estaba Gabriela… chupándole la pija. No había pasado ni media hora desde que entramos, y la muy puta ya estaba haciendo un pete.
En lugar de enojarme con ella, la admiré por su coraje. Además me calentó mucho ver cómo esa gran verga entraba una y otra vez en la hermosa boca de Gabriela. Sé que es mi hermana, pero carajo, ¡qué sexy es!
Se me mojó la concha… bueno, supongo. En realidad dentro de la agua es medio difícil determinar eso. Lo que sí puedo asegurar, es que me acaloré mucho. Rubén miró a Gaby como si no estuviera haciendo nada raro, y continuó hablando conmigo normalmente. Me di cuenta de que él estaba dispuesto a empezar a coger en cualquier momento; pero no me quería presionar.
Recordé lo que Gabriela me dijo mil veces: “No des tantas vueltas”.
Ser directa no era mi estilo, pero evaluando rápidamente la situación, me dije que era absurdo estar posponiendo el gran momento. Me moría de ganas, y sabía de antemano que no recibiría ningún rechazo por parte de Rubén.
Ya no estaba escuchando lo que Rubén decía, mi cabeza sólo estaba centrada en el sexo, e intentaba darme coraje. La forma en la que mi hermana le chupaba la pija a Claudio, me ayudó mucho a desinhibirme.
Salí de la pileta, por la escalera. Rubén me miró, desilucionado. Seguramente pensó que yo me iría, por pudor. Me encantó poderle mostrar lo equivocado que estaba.
Me sentía tan puta como mi hermana, y estaba decidida. No más vueltas.
Me quité la parte de abajo del bikini, y me puse en cuatro en el césped que rodeaba la pileta. Miré a Rubén con una sonrisa, y me di dos palmaditas en las nalgas, enseñándole todo mi culo y mi concha. Él me sonrió, y sin decir nada, salió de la pileta. Ví que su short salía volando lejos. Se arrodilló detrás de mí, y me arrimó la pija, que ya estaba casi completamente dura. Empezó a frotármela, entre los labios vaginales.
―Metémela, ―dije―. Sin vueltas.
―Así me gusta… ―dijo Rubén.
Acto seguido, me clavó parte de su verga en la concha. Solté un grito de placer. ¡Dios, cómo necesitaba eso! ¡Fue hermoso, Charly! Ya tenía telarañas en la concha, necesitaba una buena pija. No podía creer que me estuvieran metiendo una tan grande.
Cuando la verga pudo entrar y salir fácilmente de mi concha, Rubén me montó, de la misma forma que lo había hecho con Gaby. Pero ahora yo no debía permanecer escondida, imaginándome en esa situación. Lo estaba viviendo, me estaba enterrando toda la pija en la concha.
Era feliz.
Mientras Rubén me cogía, vi aparecer a Gabriela, a pocos metros de mí. Ella estaba totalmente desnuda. Me dedicó una sonrisa cómplice, y se acostó en el césped, boca arriba. Llegó Claudio, le levantó las piernas, y le metió toda la pija en esa hermosa concha. Ese tipo sí que la debía estar pasando bien, se estaba cogiendo a una pendeja muy linda.
Gabriela empezó a gemir, y me dio la impresión de que exageraba un poco; pero no puedo negar que esos gemidos realmente nos pusieron en ambiente. Rubén empezó a cogerme más fuerte, y yo también tuve que gemir, tal y como lo hacía mi hermana.
Ahí fue cuando caí en la cuenta de que había forjado una relación de tanta confianza con Gaby, que no me causaba ningún tipo de pudor verla coger. Al contrario, me calentaba. Ella y Claudio brindaban un espectáculo pornográfico digno de ser visto.
Me di vuelta, y me puse en la misma posición que Gaby, porque quería que Rubén me cogiera así. Él lo hizo, brindándome tanto placer como el que, seguramente, debía estar recibiendo mi hermana. Sentí una ola de calor al ver que ella me miraba con esos ojos llenos de pasión, mientras jadeaba. Estaba preciosa, y no me importaba que ella estuviera viendo cómo me cogian; al contrario, eso me calentaba todavía más. Nunca había tenido sexo mientras alguien me miraba.
Como ya te imaginarás, Charly, nos cogieron mucho. Rubén me la puso en varias posiciones diferentes… me gustó mucho estar boca abajo recibiendo toda la pija, mientras me aferraba al césped. Terminé arrancando una buena cantidad, porque él me cogió muy fuerte, y mi concha no está acostumbrada a ese tipo de trato. Sin embargo, en ningún momento le dije que fuera más gentil. Me fascinaba que me cogiera de esa manera, que me hiciera sentir una puta.
Hablando de puta, mi hermana se montó a Claudio con maestría. No creo poder moverme de la forma en que ella lo hace. Sin embargo me deleité viendo cómo ella daba saltos, y toda la pija se le enterraba en la concha, hasta el fondo. Sus grandes tetas saltaban para todos lados, y de vez en cuando Claudio se prendía de una de ellas, y la chupaba.
En un momento Gaby miró a Rubén, y le dijo:
―A esa puta acabale en la cara, que le encanta.
Como si sus deseos fueran órdenes, Rubén me hizo poner de rodillas frente a él, se masturbó unos segundos, y me llenó la cara de leche. Yo recibí esa lluvia de esperma con la boca abierta, y la lengua estirada. Tragué una buena cantidad, y lo disfruté mucho.
Pude ver que a Gaby también la bañaban en leche, y ella, como buena puta que es, chupó la pija hasta sacar la última gota. Tragó más que yo, estoy segura, aunque también le quedó una buena cantidad de semen en la cara. Estaba más hermosa que nunca.
Si bien a veces mi hermana tiene actitudes raras, tengo que agradecerle que se tomara el trabajo de organizar ésto. La pasé de maravilla.
Obviamente ahí no terminó la cosa, Charly. Hay más para contar, mucho más; pero ahora mismo estoy tan caliente, que necesito hacer una pausa… ya te imaginarás para qué.
La próxima vez te cuento el resto, y te doy todos los detalles que tenga que dar.
Gracias por bancarme, una vez más… aunque sigas sin tener otra opción.
¡Chau!

Comentarios

Khal Drogo ha dicho que…
Hola. Este no debería ser el episodio #7?????
Nokomi ha dicho que…
No, es el Capítulo 8, y debería ser el 8.

Acá está la lista completa de capítulos:

https://relatos-eroticos-nokomi.blogspot.com/p/terapia-sexual-intensiva.html

Fijate bien, tal vez te salteaste alguno. Es que los publiqué de forma intercalada con otra serie, y eso puede haber generado confusión.
Anónimo ha dicho que…
Que bueno que volviste a publicar esta historia que me encanta!! Si seguiste con esta historia, todavia no pierdo la esperanza de que continues con strip poker familiar!
Anónimo ha dicho que…
Que buen relato, ya extrañaba la continuación. Espero pronto el próximo capitulo.
Felicidades por tu página es muy buena
Lcl ha dicho que…
Sigue porfiiisssss
Pacovader ha dicho que…
Espero y deseo que continúes este relato, tengo inmensa intriga en cómo evolucione el personaje y el giro de la hermana y el psiquiatra.

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