[Micro Relato] Agasajada Analmente.

 



Agasajada Analmente.


Franco recibió a su esposa con champagne y dos copas. La abrazó y le dio un cálido beso. Brindaron por el gran acuerdo comercial que ella había conseguido cerrar. No sabía en qué consistía y no le importaba. Le bastaba con saber que les dejaría una enorme ganancia.

―Gracias ―dijo Brenda, y tomó un sorbo de champagne―. Me esforcé mucho para conseguir este acuerdo. Fue muy difícil, por un momento creí que sería imposible convencer a ese tipo. 

―¿Un negociador duro? 

―Muy duro. 

―¿Y cómo hiciste para convencerlo? ―Quiso saber Franco. 

―Eso no importa, es aburrido. Lo importante es que lo conseguí y ya firmó. Hay mucha plata de por medio, tanta que me duele la cabeza de solo pensarlo. A nosotros nos va a ir muy bien. Nos queda una buena ganancia.

La cara de Franco se iluminó al oír la suma que había ganado su esposa. 

―No importa que sea aburrido. Contame, esto es muy importante.

―No hace falta entrar en detalles. El brasileño se fue contento, aceptó los términos y condiciones. Eso es lo importante. 

―No sabía que el empresario era brasileño ―dijo Franco.

―Sí, un morocho muy simpático ―ella mostró una radiante sonrisa―. Un tipo bastante peculiar.

En ese momento sonó el teléfono de Franco, había llegado un mensaje de un número desconocido.

El texto decía: “Por si querés saber qué hizo tu esposa para cerrar el acuerdo”. 

Se adjuntaba una imagen en movimiento. Un gif. 

Allí pudo ver a Brenda, con su largo cabello rubio y esos anteojos que la hacían lucir tan intelectual. 

Ella tenía las cejas arqueadas y los dientes apretados, en una clara señal de preocupación. Estaba completamente desnuda y en un primer plano se podía ver su concha, perfectamente depilada. Sus grandes tetas se bamboleaban con el movimiento.

Franco parpadeó y abrió mucho los ojos, sin poder creer lo que estaba viendo. Una enorme verga negra entraba y salía… del culo de su mujer. Brenda… siendo penetrada por el orto… por una pija enorme. Su mujer, que siempre le había negado el sexo anal. 

¡Le estaban rompiendo el orto!

Franco miró a su mujer, atónito. Ella se quedó boquiabierta, junto a él, mirando esa imagen en movimiento perpetuo. 

―¿Pero qué carajo es esto? ―Preguntó Franco, con la voz quebrada. 

Brenda se mordió el labio inferior. 

―¿Qué es esto… amor? ―Franco intentó mostrarse tranquilo, pero le dolía la garganta, como si alguien hubiera hecho un nudo con sus cuerdas vocales. Temía comenzar a llorar―. ¿Este es el empresario brasileño?

―Sí ―dijo Brenda, avergonzada.

―Pero… pero ¡Decime que es mentira! ¡Decime que la imagen es falsa!

Ella no respondió, pero en su rostro se dibujó la misma expresión que tendría un perro al ser regañado por su amo, luego de haber destrozado todos los muebles de la casa. Franco supo que la imagen era real. 

Esa verga enorme no dejaba de meterse en el culo de Brenda, una y otra vez, como si ella hubiera quedado atrapada en un bucle infinito en el que montaría esa pija con el orto, durante toda la eternidad… y Franco debía ser testigo de ello. 

―No te quería contar porque sabía que te ibas a enojar ―dijo Brenda―. Estoy segura de que fue el brasileño quien te mandó la imagen. Pero… no te preocupes, no fue para tanto. Fue algo de unos pocos segundos, solo lo que dura la secuencia del gif.

Franco la miró incrédulo, como si eso cambiara el hecho de que a Brenda le hubieran metido la pija por el culo.

―De verdad, amor ―dijo ella, como si pudiera leer su mente―. Solo fue un ratito. Me pidió que lo hiciera, para grabar esa imagen. Mi trabajo era agasajarlo. 

―¿Agasajarlo? ―Preguntó Franco, con los ojos vidriosos.

―Em… sí… mi trabajo era que a él no le faltara nada. Que pasara un buen rato mientras esperaba a mi jefe. Yo… yo no sabía qué hacer. El brasileño no dejaba de mirarme el culo, me lo acarició y bueno… no me pude quejar. 

―¿No pudiste o no quisiste?

―Para el caso da igual. Yo le hablé de todos los beneficios que obtendría al firmar con nuestra empresa, pero él no hacía más que halagarme el culo. Ni me prestaba atención. Me dijo que si me desnudaba, escucharía lo que tenía para decir.

>Por supuesto que al principio le dije que no… pero mi jefe estaba demorando mucho y el brasileño amenazó con irse. Entonces… me quité la ropa. Él se puso muy contento, me miró asombrado, me dijo un montón de cosas lindas.

―¿Y cómo llegaron a esto?

―Él me hizo una excelente propuesta: me dijo que si yo me dejaba meter la verga por el culo, apenas unos segundos, él firmaría el contrato, sin quejarse de nada. ¿Entendés lo que digo? Iba a firmar, así sin más… yo solo tenía que…

―Entregarle el orto.

―Bueno, dicho de esa manera suena muy fuerte. Pero sí. Solo un poquito. Apenas unos segundos. Me dijo que metía la puntita y nada más.

―¿Y vos le creíste?

―No estaba en posición de negociar. Él solo quería llevarse un recuerdo… esa imagen. 

>Accedí a hacerlo porque ya estaba desesperada. Costó bastante meterla así, y me dolió un montón. No fue una experiencia agradable… mirá la cara que tengo en el gif… se nota que me estaba doliendo. Pero entró… no sé cómo, pero entró.

>Después de unos segundos me aparté. Cumplí con mi parte del trato. Había mucha plata en juego… 

―¿No insistió?

El teléfono volvió a sonar, el mensaje decía: “Las negociaciones duraron toda la noche”, y se adjuntaba un video. 

―¡Ay! ¿Por qué mandó eso? ―Rezongó Brenda. 

―¿Hay más? ―Preguntó Franco, con el corazón partido. 

Brenda volvió a morder su labio. Asintió con la cabeza, en silencio. 

Abatido, Franco se dejó caer en el sillón más cercano. Vació la copa de champagne de un sorbo. 

―Ocurrió un imprevisto ―dijo Brenda―. Mi jefe avisó que no podía llegar a la reunión. El brasilero se enojó mucho. Empezó a ponerse la ropa y me pidió que me cambiara, dijo que el trato ya no estaba en pie. Iba a cancelar todo. 

―¿Y vos qué hiciste?

―Lo único que podía hacer… me puse en cuatro y le pedí que me la metiera por el culo. El brasileño me preguntó si yo iba a ser capaz de aguantar toda la noche…

―¿Y qué le dijiste?

Brenda acomodó su pelo, como hacía cuando estaba nerviosa. 

―No le dije nada… se lo demostré. Perdón, Franco… me rompió el orto toda la noche. No sabés el aguante que tiene ese tipo, prácticamente no me dio ni un momento de tregua. Tuve que entregar la concha también, para poder descansar el culo. 

>No me voy a olvidar nunca de esa pija enorme.

―Decime una cosa, Brenda. ¿Importó que él la tuviera tan grande?

Una vez más ella se mordió el labio y jugueteó con su pelo.

―Sí. Para qué te voy a mentir… me encantó. Tiene una pija hermosa.

Franco reprodujo el video, allí se podía ver claramente como el brasileño le montaba el culo a Brenda, con una potencia bestial. Ella gritaba y gemía, pidiendo más. Suplicó para que le llenara el culo con su enorme pija.

En otro fragmento del video se podía ver que ella era la que se montaba sobre esa verga y se movía tal y como lo había hecho en el gif. Pero ya no había señales de preocupación, su cara brillaba con una enorme sonrisa. 

―Parece que la pasaste bien ―dijo Franco, con ironía.

―Más que bien. Tenía que agasajarlo a él… pero en realidad la agasajada fui yo. Perdón que te diga esto, pero nunca me habían dado una cogida tan buena. Yo también me esmeré mucho, quería que él disfrutara de mi culo al máximo. Al día siguiente firmó el contrato. Me quedé con él en el hotel… celebrando. Volvió a cogerme por todos los agujeros, especialmente por el de atrás, que es por donde más me gusta, si se trata de una pija de ese tamaño.

>Te pido disculpas, pero voy a seguir con esto… me encanta. Él me hace sentir como una mujer completa. Dentro de unos días lo voy a ver otra vez… porque quiero que me vuelva a romper el orto.

Muy a su pesar, Franco llegó a la conclusión de que debía ser un cornudo resentido y silencioso. Disfrutaría del dinero de su mujer, pero ella sería la puta de otro. Con dolor en el alma debería aprender a convivir con la idea de que a Brenda le meterían una gruesa y larga verga negra cada vez que ella quisiera.  


-FIN-


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