Transferencia Erótica [13].

 


Modelo de la Foto: Ivana Bell.

Capítulo 13.

Conducta Inapropiada.


Estaba feliz.

Por primera vez en mucho tiempo, era realmente feliz. Esto era posible gracias a Sabrina, que con su pericia como psicóloga me llevó a contarle un momento muy íntimo de mi vida. Algo que jamás me animé a contarle a mi propia novia. 

Sí, los métodos de Sabrina son poco ortodoxos, es posible que estén al filo de la ilegalidad; pero no puedo negar que son sumamente efectivos. 

El miércoles estaba tranquilo, mirando una serie en Netflix, cuando me llegó un mensaje de Romina. Miré el teléfono de inmediato. Nuestra situación seguía siendo tensa y tenía la esperanza de que ella me dijera: “Tenemos que hablar”.

Pero no era esa la intención de su mensaje. Me dijo:

—Horacio… tengo que mostrarte algo. Te va a encantar. Me siento un poquito culpable por pasarte esto, pero teniendo en cuenta que vos le mostraste mis videos porno a Sabrina… creo que con esto quedaríamos a mano.

A continuación me mandó un video.

—¿Qué es lo que tengo que ver? —Pregunté.

—Vos mirá este video y después contame. Te juro que yo me hice como mil pajas mirándolo. Todavía no puedo creer que sea ella.

Se me paralizó el corazón. Dejé lo que estaba haciendo y fui a la computadora, si lo que iba a ver era lo que yo creía, quería verlo en una pantalla más grande que la de un celular.

Descargué el archivo en la computadora y empecé a reproducir el video, el pecho me palpitaba cada vez más rápido.

Lo primero que vi fue a Sabrina. No cabían dudas de que era ella, porque estaba idéntica. Solo tenía otro diseño de anteojos, un poco más grandes que los que usa ahora. Pero todo lo demás era igual. 

—Sabés muy bien que esto puede ser motivo de expulsión —dijo una voz masculina. 

No podía ver al tipo, pero me quedó en claro de que no era el mismo que estaba sosteniendo la cámara. Sabrina estaba sentada en una silla, dentro de lo que parecía ser una oficina. Se la notaba cohibida, estrujaba sus manos y movía nerviosa un pie, dándole golpecitos al suelo. Evitaba el contacto visual con los dos sujetos que la acompañaban. 

—¿Tenés algo para decir en tu defensa? —Volvió a hablar el primer tipo—. Porque las pruebas en tu contra son contundentes. 

La mano del hombre apareció delante de la cámara, sostenía un teléfono celular en el que se estaba reproduciendo un video. Se sintió raro ver un video a través de otro. En esta pequeña pantalla pude ver, muy claramente, a Sabrina de rodillas, con una gruesa verga en la boca. La chupaba con devoción. Era evidente que estaba muy concentrada en esa tarea. 

—Esto ocurrió en uno de los baños de esta universidad —dijo el tipo—. ¿A vos te parece bien que una alumna le ande chupando la verga a sus compañeros, dentro de la universidad?

Me sorprendió que el tipo fuera tan directo al decírselo. No utilizó un lenguaje profesional. No le dijo “estuvo practicando sexo oral”, sino que directamente hizo referencia a que Sabrina estaba chupando una verga. Recordé que Sabrina me habló del problema que tuvo con el decano de la universidad, cuando se enteraron que ella andaba haciendo petes en los baños. Me contó una parte, con sus propias palabras; pero no sé qué fue exactamente lo que ocurrió.

No podía creer que ahora tuviera la oportunidad de ver este video… y todo gracias a Romina. No sabía de dónde lo había sacado, pero luego le agradecería apropiadamente. 

—Lo peor de todo —continuó diciendo el tipo— es que este no es el único video en el que chupás pija dentro de la universidad. Aca tenemos otro… y se nota que no es la misma pija… se ve que hiciste feliz a al menos dos de tus compañeros. ¿O quizás alguno era un profesor? Porque se corre el rumor de que andás chupando vergas a cambio de buenas notas.

—Eso no es cierto —se defendió Sabrina. 

A pesar de ser idéntica a la Sabrina que yo conocía, esta chica no tenía el mismo carácter ni la misma seguridad. Hasta parecía frágil. Pero no la culpo, en esa situación cualquiera se hubiera sentido igual. 

—¿No es cierto? —Dijo la voz del hombre—. A mí me llegó otra versión… sinceramente, con lo buena alumna que sos, nunca te creí capaz de andar chupando pijas para conseguir buenas notas.

—Nunca hice eso —aseguró Sabrina. Tenía las mejillas completamente rojas—. Esos tipos de los videos no son profesores… y no tienen forma de demostrar que hayan sido grabados dentro de la universidad. Podría ser un baño público cualquiera. Todos se parecen.

—Sabemos que son los baños de la universidad… pero no importa que no podamos demostrarlo. Porque tenemos otros videos… —Sabrina abrió muy grandes sus ojos, que quedaron amplificados por sus lentes—. Así es… mirá

En el celular que este tipo sostenía apareció una nueva imagen, ahora se podía ver a una chica… mejor dicho, una concha, recibiendo una gruesa verga. La cámara de este video se movió hacia los lados, demostrando que había sido grabado dentro de un aula, con bancos para alumnos. 

—Sabemos que esto sí fue grabado en la universidad —continuó el tipo—. Y dentro de un aula, para colmo. Ya no estamos hablando de un espacio íntimo, como un baño. Acá puede entrar cualquier alumno o cualquier miembro del personal de la universidad. ¿Te imaginás lo mal que quedamos si estos videos llegan a internet? Todos verían a la alumna puta que se deja coger dentro de un aula.

Me sorprendió que ese tipo fuera tan brusco con sus palabras. Si era una autoridad universitaria, no debería dirigirse a Sabrina de esa forma. Pero ella no se quejó por el lenguaje soez, sino que se defendió ante las acusaciones.

—No veo la cara de esa chica —dijo—. ¿Cómo pueden estar seguros de que soy yo?

—Porque la misma persona que nos pasó los videos en los que sí se te ve la cara, también nos pasó este.

—¿Y eso qué tiene que ver? Esa persona pudo incluir el video de otra chica, solo para hacerme quedar mal.

—Vos solita te hacés quedar mal. ¿Qué va a pasar cuando te conviertas en psicóloga y alguno de tus pacientes se entere que andabas chupando pija en los baños de la universidad, o que te dejabas coger en las aulas? ¿Qué le vas a decir? ¿Que sos una puta? —Sabrina bajó la cabeza—. Bueno, al menos veo que esto te da un poquito de vergüenza, porque ya creía que te daba igual.

—No me da igual —dijo ella—. No sé quién le pasó esos videos, y me preocupa que terminen en internet; pero no me pueden expulsar. No pueden demostrar que la chica del aula sea yo, ni que se trate del baño de la universidad.

—¿Vos qué pensás, Mario? —le preguntó al tipo que sostenía la cámara—. ¿Vos creés que la putita que se dejó coger arriba de una mesa, en un aula, es esta putita?

—Sí, definitivamente creo que se trata de la misma puta —respondió el tal Mario. 

—¿Y cómo estás tan seguro? —Lo desafió Sabrina.

—Porque tenés un orto muy grande, pendeja. Ese culo es inconfundible —Sabrina volvió a agachar la cabeza y se acomodó los anteojos.

—Así es —dijo el tipo que no podía ser otro que el decano de la universidad—. Miremos este otro video, por ejemplo… acá estás dejándote coger en la misma aula, en cuatro, arriba de una silla. Se te ve toda la concha… y el orto inmenso que tenés. Eso sí… la pija no es la misma. Qué putita que resultaste, Sabrina. Ya voy contando cuatro pijas diferentes… y todas de buen tamaño. ¿Te gustan las vergas grandes?

Esta situación había tomado un carácter sumamente inapropiado. Estos tipos la estaban acosando. Pero si conozco a Sabrina tanto como creo conocerla, puedo imaginar que se excitó mucho en ese momento. Si de verdad le calienta la humillación, se me ocurren pocas situaciones más humillantes que ésta. Quizás le haya costado mucho procesar todos los sentimientos que la invadieron, es posible que no haya comprendido por qué estaba tan excitada, si esos tipos la estaban maltratando. Pero… yo sé cómo es estar en ese tipo de situaciones. Lo viví con Matías, mientras él me rompía el orto y me decía cosas sumamente denigrantes. 

—Vení, putita, ponete de pie —dijo el decano. Tomó a Sabrina de una mano y la hizo levantarse. Luego caminó alrededor de ella, y el que sostenía la cámara hizo lo mismo—. ¡Uy, pero mirá el orto que tenés! —Sabrina tenía puesto un pantalón de jean muy ajustado, parecía que la tela iba a reventar, al no poder contener nalgas tan grandes y redondas—. Mirá el video —una vez más la cámara enfocó la pantalla del celular. Pude ver cómo a una chica que estaba en cuatro le metían una pija oscura y bien ancha por la concha—. Me parece que es el mismo culo… —los dedos del tipo se cerraron contra una de las nalgas de Sabrina. Ella no se movió.

—Sí, te digo que es el mismo orto… y la misma concha. —Aseguró Mario.

—Y tenemos una forma de comprobarlo. Si estás tan convencida de que esta puta no sos vos, bajate el pantalón. Demostrá que este no es tu culo. —Pasaron unos segundos de silencio y el tipo se impacientó—. A ver, nena, yo te ayudo. No tenemos todo el día.

El decano, parado detrás de Sabrina, la abrazó por la cintura, apoyando su entrepierna contra las nalgas de la chica. Luego le desprendió el pantalón, y antes de que ella pudiera decir algo, se lo bajó de un tirón, con tanga y todo. En un segundo Sabrina quedó desnuda de la cintura para abajo. 

—¿Ves? ¡Te lo dije! —Exclamó Mario—. Es el mismo culo.

—Esperá, antes tenemos que estar totalmente seguros. A ver, nena… agachate un poquito.

El decano presionó la espalda de Sabrina, ella no tuvo más alternativa que inclinarse hacia adelante, hasta que sus manos quedaron apoyadas en un escritorio. Luego la cámara enfocó directamente su culo, supuse que el tal Mario se había agachado detrás de ella, para poder filmar mejor. Los voluminosos gajos vaginales de la futura psicóloga llenaron toda la pantalla. 

—A mí me parece la misma concha —dijo el decano, comparando la imagen del video con lo que estaba viendo. A pesar de que yo era un testigo indirecto, no podía negar que la chica a la que le metieron la pija en el aula era la propia Sabrina. La concha era idéntica, y el culo también. Sin embargo ella se defendió.

—No soy yo —insistió—. Nunca hice esas cosas…

—¿Nos vas a decir que no andás chupando pijas por ahí? Tu cara se ve bien clarita en los videos de petes… bueno, se ve bien clarita hasta que te la llenan de leche. —Al decir esto el decano pasó un dedo entre los labios vaginales de Sabrina—. Se nota que te gusta mucho que te acaben en la cara, porque todos los videos terminan igual.. con vos tomándote toda la lechita, como una buena puta. Ya nos quedó bien claro que sos tremenda petera. Ni se te ocurra decir que no hacés esas cosas… —el dedo del tipo se metió en el agujero de la concha de Sabrina.

—E… eso sí lo hice… lo admito.

—¿Chupaste vergas en los baños de la universidad?

—Chupé vergas… pero no acá. Fue en otro lado.

—Eso no te lo cree nadie —dijo Mario—. Los baños son idénticos a los de la universidad. Es mucha casualidad que hayas encontrado otro lugar tan parecido. 

—Ya les dije, todos los baños públicos se parecen.

—Pero de todas maneras estás reconociendo que sos una putita chupa pijas —dijo el decano—. Y los videos demuestran lo mucho que te gusta tragar poronga. ¿Cómo va a quedar la universidad cuando todo el mundo se entere que una de nuestras alumnas anda chupando todas las pijas con las que se cruza?

La actitud del tipo era sumamente agresiva y sexualmente explícita; pero Sabrina no se quejaba del trato que estaba recibiendo, ella solamente insistía en su inocencia.

El decano tomó a Sabrina de un brazo y la obligó a sentarse otra vez en el sillón, sin darle la oportunidad de subirse el pantalón. Luego le dijo:

—Sabemos que te encanta la pija. —Acto seguido sacó su verga del pantalón. Esto sorprendió mucho a Sabrina, ella intentó retroceder pero el tipo se le acercó tanto que la verga le quedó contra la cara—. Vamos, no te hagas la puritana ahora, que ya nos quedó claro que sos bien putita. —El glande pasó a lo ancho de toda la boca de Sabrina, ella la mantuvo fuertemente cerrada e intentó apartar la cabeza. El tipo la agarró de los pelos y empezó a darle golpecitos en la cara con su dura verga—. Te morís de ganas de comertela toda, sé que te gustan grandes —Hay que reconocer que el tipo tenía una verga de buen tamaño; no era gigante, pero sí que estaba muy bien. Y a él se le sumó el tal Mario, quien también puso su verga erecta junto a la cara de Sabrina.

—Si querés seguir estudiando acá, deberías ser más considerada con nosotros —dijo Mario—. Tu futuro académico está en nuestras manos.

Mientras estos dos tipos frotaban sus vergas contra la cara de Sabrina, ella intentaba apartarse, aunque al estar sentada en un sillón no tenía lugar para huir. No podía hacer más que tolerar esa humillación. Además los tipos le decían cosas como: “Abrí la boquita, que te va a gustar”; “Dale una chupadita, mostranos lo bien que lo hacés”. 

A veces alguno de los glandes lograba abrirse paso entre los labios de Sabrina, pero ella movía la cabeza rápidamente, solo para encontrarse de frente con la otra pija que intentaba meterse en su boca. 

Hubo un momento en que ella quiso decir algo, fue un gran error, porque el decano aprovechó la oportunidad para introducir su verga en la boca abierta. Ella tuvo que tragar buena parte y mientras la tenía dentro intentaba mover la cabeza hacia atrás; pero el tipo se lo impedía, sosteniéndola de los pelos. Por fin ella consiguió sacar la verga de su boca, aunque la calma no le duró mucho. Un segundo después Mario logró meterle su pija. Sabrina no tuvo más remedio que chuparla y tragar más de la mitad de ese grueso miembro viril. 

Sé que Sabrina estaba pasando un duro momento, pero la excitación me ganó. Empecé a masturbarme mientras miraba el video. No sentí demasiada culpa porque si ella realmente disfruta de los momentos de humillación sexual, entonces en ese momento habrá estado sumamente excitada.

Sin embargo no dejó de luchar. Una y otra vez le metieron parte de una verga dentro de la boca y cada vez que esto ocurría ella se esforzaba por apartarse. Aunque sí se vio obligada a dar un par de chupadas bastante contundentes cuando las vergas lograron entrar bien y los tipos aprovecharon para moverse, como si le estuvieran cogiendo la boca. Ella emitió sonidos, como si tener la verga hasta el fondo de la garganta le causara arcadas. La saliva chorreaba por la comisura de sus labios y quedaba impregnada en las dos vergas.

Después de estos pequeños triunfos, los dos hombres volvieron a su táctica inicial, de incitar a Sabrina a que se las chupe, mientras ellos frotaban sus glandes contra la boca de la futura psicóloga. 

—¿Alguna vez te comiste dos pijas juntas? —Le preguntó el decano—. Ésta es tu oportunidad.

—Se te nota en la cara que te morís de ganas de chupar pijas. No te hagas la difícil —le dijo Mario.

Las vergas siguieron frotándose contra su cara, especialmente en la zona de su boca. Si la pija venía por la izquierda, Sabrina giraba su cabeza hacia la derecha, y viceversa. Sin embargo en un momento ocurrió algo inesperado. Fue tan rápido que tuve que retroceder el video para poder verlo otra vez. Cuando la verga del decano intentó colarse una vez más en la boca de Sabrina, ella sacó la lengua y le dio una pequeña lamida al glande. Fue algo de apenas un segundo, pero ocurrió. Luego siguió con su tarea de resistirse a los ataques de esas dos pijas erectas, hasta que pasó una vez más. Sabrina le dio una pequeña lamida al glande de Mario. Siguió evitando las vergas, pero… una vez más, la lengua salió de su boca y fue a encontrarse con uno de esos brillantes glandes. Y una vez más… y luego otra. De a poco Sabrina fue haciendo que esas lamidas casi imperceptibles fueran más largas y notorias.

—Me parece que a la putita ya le están dando ganas de comer pijas —dijo Mario.

En ese momento Sabrina abrió su boca y tragó el glande de este tipo, le dio un chupón y luego repitió lo mismo en la otra verga. 

El decano la sujetó con fuerza de los pelos y le dijo:

—Abrí la boca, putita… y tragatela toda.

Ella, como si de pronto fuera otra persona, obedeció. Abrió bien grande la boca y permitió que todo el falo se le enterrara hasta el fondo de la garganta. Miró al decano a los ojos y empezó con el clásico movimiento de cabeza, típico de quien chupa una verga. Yo mismo estuve muchas veces chupándola de esa manera y me dio mucho morbo ver a Sabrina haciendo lo mismo… y con dos pijas a la vez.

Sí, porque no ignoró la verga de Mario. A los pocos segundos fue en busca de ella y también se la tragó casi completa. Sabrina dio unas buenas chupadas a cada verga, turnándose primero con una y luego con otra. 

—Así, así… —dijo Mario—. Mostranos cómo te gusta chupar pijas. Nos dijeron que tenés mucho talento para esto. 

—Muy cierto. Más de uno nos dijo: “Tendrían que ver cómo te tira la goma la gordita petera esa de psicología”. Y resultó ser cierto… sos una gordita muy petera.

Al parecer estas palabras la incentivaron. Sabrina abandonó el sillón y se puso de rodillas en el suelo. Agarró fuerte una pija y se la llevó a la boca mientras, con la otra mano, masturbaba la segunda verga. 

Después pasó a chupar la otra y ya me quedó muy claro que mi psicóloga, alguna vez en su vida, hizo un pete doble… y lo que más morbo me daba es que esos tipos eran directivos de la universidad a la que ella solía concurrir.

Sabrina demostró todo su talento durante varios minutos en los que estuvo pasando de una verga a la otra, dando fuertes chupones y lamidas. Lo hizo con soltura, como si ya no tuviera miedo en demostrar lo puta que era. En varias ocasiones los tipos le sujetaron la cabeza y le cogieron la boca. Ella los recibió con entusiasmo, hasta se ofreció, esperando con la boca abierta, a que le metan una pija. Fue impresionante, como si estuviera mirando un video porno profesional… protagonizado por mi psicóloga.

Los dos tipos decidieron que era hora de llevar las cosas a otro nivel, aprovechando que Sabrina ya estaba dispuesta. 

—A ver, putita… mostranos esa concha —le pidió el decano.

Obedientemente Sabrina se sentó en el sofá, ya sin su pantalón, y levantó las piernas, separándolas tanto como pudo. 

—Abrí la concha, que queremos verla bien —dijo Mario.

Ella usó dos dedos para separar sus labios vaginales.

—¿Y a vos qué te parece, Mario? —Preguntó el decano—. ¿Es la misma concha de la puta a la que se cogieron en el aula?

Una vez más apareció en pantalla el video de Sabrina recibiendo una gruesa pija en la concha. Ya no me quedaban dudas de que se trataba de ella… y los tipos tampoco lo dudaban.

—Sí, estoy casi seguro de que es ella —respondió Mario—. Pero, para estar seguros, deberíamos ver cómo luce la concha con una pija adentro.

—Me parece buena idea —dijo el decano.

Y él mismo se acercó, con la verga erecta, y apuntó hacia el orificio sexual de Sabrina. Ella, como si quisiera ser penetrada, levantó un poco la cadera, recibiendo toda la pija adentro. Suspiró cuando se la clavaron.

—Sí, definitivamente es ella —dijo Mario, mientras filmaba en primer plano las penetraciones en la concha de Sabrina—. Esta puta no solo hace petes en los baños, sino que además se deja garchar en las aulas. 

—¿Te parece bien, Sabrina? —Dijo el decano, metiéndosela cada vez más fuerte—. ¿Te parece bien dejarte coger así? Para colmo fueron varios… conté al menos cuatro pijas diferentes… ¿ya te cogieron todos tus compañeros de curso?

—Yo creo que sí —acotó Mario—. Varios ya me dijeron que esta putita se deja coger fácil… si le muestran una buena pija. Porque es tan puta y tiene la cajeta tan abierta que solamente se conforma con vergas grandes. 

—Sí… mirá lo conchuda que es… y lo rellenita que está. A putitas como esta no las conformás con cualquier cosa. Para que sientan algo, les tenés que meter una bien grande. —Dio una dura embestida contra Sabrina y ella emitió un sordo quejido—. Tapale la boca con algo, Mario. No quiero que esta puta empiece a gritar.

La idea de Mario fue obvia. Acercó su pija a la boca de Sabrina y antes de que él la obligara, ella solita la agarró con una mano y se la tragó. 

—Ah… pero mirá cómo se prende a la pija. —Dijo Mario—. Sí que le gusta comer poronga. 

Con eso empezó una nueva etapa en esta secuencia sexual. Ahora directamente se la estaban cogiendo… y con mucha fuerza. Como si al penetrarla quisieran castigarla por su comportamiento inapropiado. Ella levantó más las piernas y gimió de placer mientras se tragaba la pija de Mario.

No pasó mucho tiempo hasta que Mario dijo que él también quería probar la concha de esa puta. El decano cedió su lugar y se puso de pie al lado de Sabrina, ella solita, sin que le dijeran nada, empezó a chuparle la pija. Se abrió la concha con dos dedos, como si estuviera invitando a Mario, y él la clavó. La pija entró con mucha facilidad y ella se frotó el clítoris mientras la penetraban. Me sorprendió que se dejara coger por los dos… y sin oponer resistencia. Estaba completamente entregada a ellos. Gemía con tanto gusto que parecía estar suplicando por más pija. Esto motivó a Mario, quien le dio bastante fuerte. 

Luego los tipos intercambiaron sus lugares una vez más… y otra… durante el resto del video la estuvieron cogiendo entre los dos y ella mantuvo siempre su boca ocupada con una pija. Hasta que llegó el final…

—Che, putita ¿te querés tomar la leche? 

—¿Pero qué decís, Mario? —Intervino el decano—. ¡Claro que quiere tomar la leche! Ya viste cómo le gusta a esta puta que le pinten la cara de blanco. Vení, putita. Ponete de rodillas, te la vas a tomar toda.

Sabrina, para alimentar mi creciente asombro, se puso de rodillas y sonrió. Se quitó los anteojos y esperó con la boca abierta mientras los dos tipos se masturbaban.

No pasó mucho tiempo hasta que el primer chorro de semen le cayó en la cara, y luego escupió la otra pija. Los dos hombres acabaron casi al mismo momento y ella recibió todo como si fuera una refrescante lluvia de verano. Buena parte del semen terminó dentro de su boca, y se lo tragó todo. Cuando abrió la boca otra vez mostró que en su lengua ya no quedaban rastros de leche.

Coronó el momento volviendo a chupar las dos pijas, mientras el semen se deslizaba por su cara. Ella tragaba lo que se acercaba a su boca, y al resto lo fue recolectando usando las pijas.

—Entonces —dijo el decano—. ¿Quién fue la puta que anduvo chupando pijas en el baño de la universidad?

—Fui yo —respondió Sabrina al instante.

—¿Y quién fue la puta que se dejó coger en las aulas de la universidad?

—Fui yo.

—¿Y quién fue la puta que le chupó la pija a un profesor para conseguir una mejor calificación?

—Fui yo.

Esa respuesta me dejó helado. Jamás imaginé que Sabrina sería capaz de hacer una cosa así. Sí, ella podía chupar vergas a montones; pero nunca creí que podría usarlo para hacer trampa en un examen.

—¿Y quién fue la puta que se dejó coger por el decano para que no la echen?

—Fui yo.

—Sos muy puta —le dijo Mario.

—Sí, lo sé. Soy re puta. Me encanta la pija. —Ella volvió al sillón y se puso de rodillas sobre él, dándole la espalda a los dos tipos. Separó sus nalgas con las manos dijo—. ¿Me cogen otra vez?

—Con mucho gusto —respondió el decano.

Él volvió a penetrarla y desde el comienzo se la metió con fuerza. Por desgracia el video terminó de forma abrupta pocos segundos después. Imagino que Mario se cansó de estar grabando y quiso concentrarse en coger a Sabrina una vez más.

 

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Aturdido y excitado por lo que acababa de ver, le pedí explicaciones a mi ex novia.

—¿Cómo hiciste para conseguir esto? —Le pregunté a Romina en un mensaje.

Ella respondió casi al instante.

—Durante estos días tuve varias charlas con Sabrina. Hablamos de los videos que vos le pasaste y me preguntó si me molestaba que ella los tuviera. Le dije la verdad. No me molesta para nada que ella tenga videos porno míos. Pero le aclaré que yo estaba en desventaja, porque ella tenía muchos videos míos, muy comprometedores, y yo no tenía ninguno de ella. Entonces me mandó esto. Cuando lo vi casi me muero del morbo. Es tremendo. Nunca imaginé que ella pudiera hacer una cosa así… con los directivos de la universidad.

—Sí, a mí también me sorprende mucho. De todas formas no le voy a mencionar el tema, no quiero que vos tengas problemas con ella.

—Sí, por favor, no le digas nada. Tal vez no le moleste, pero quién sabe. Como vos sos su paciente, puede que no quiere que la veas en ese tipo de situaciones.

—De eso no estoy tan seguro. Hace poco me mandó algo parecido… pero en lugar de ser dos tipos, era solamente uno.

—¿Qué? ¿Te pasó un video porno? ¿Y por qué haría eso? ¿Es parte de alguna extraña técnica de terapia?

—Sinceramente no sé por qué lo hizo. Nunca se lo pregunté. Solamente me alegré de haber recibido esas fotos y los videos.

—¿También hay fotos?

—Sí. Me mostró distintos conjuntos de ropa interior. Quería que yo la ayudara a elegir el mejor, para verse con un amigo.

—¿Podés pasarme todo eso?

La pregunta me tomó por sorpresa.

—No sé… creo que no está bien que te pase estas cosas sin el permiso de Sabrina.

—Horacio, si ella me mandó ese video porno de la universidad, no creo que le moleste que yo la vea chupando otra pija, o dejándose coger… o usando ropa interior.

—Bueno, en eso tenés razón. Está bien, te paso todo. Aunque hay varias fotos en las que sale ella sola, sin su amigo. No creo que esas te interesen demasiado.

—No importa, vos pasame todo. Después me fijo qué es lo que me interesa y qué no. 

—Está bien.

Le pasé todo el material que tenía de Sabrina. Me sentí un poco culpable por hacerlo, pero Romina tenía mucha razón, si Sabrina le mandó un video tan explícito, no debería molestarle. 

Después de enviar todo, volví a mirar todos los videos que tenía de Sabrina, mientras me masturbaba. Me pregunté cuántas aventuras sexuales como ésta habría vivido. ¿Lo que pasó con el decano le habrá servido para descubrir lo mucho que la excita la humillación? Por cómo se dieron las cosas, creo que fue así. 

  No pude dejar de pensar en qué habrá pasado después de que el video cortó… o en los días posteriores. ¿Sabrina se dejó coger por el decano alguna otra vez? ¿Tuvo otras experiencias con dos tipos a la vez? ¿Por qué una chica tan inteligente recurriría a una práctica tan degradante como chuparle la pija a un profesor para obtener una buena nota? Sé que algunos videos porno de Sabrina terminaron en internet. ¿Este fue uno de ellos? Tengo muchas preguntas y no me animo a hacerle ninguna de ellas a Sabrina, porque eso requiere confesar que Romina me pasó el video. 

La única opción que me quedaba, para averiguar más sobre el asunto, era conversar con Sabrina sobre temas similares y tal vez, con un poco de suerte, ella me contaría todo lo que pasó con el decano. Me moría de ganas de tener una nueva sesión con ella… ahora más que nunca. 



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