Paraíso Voyeur [07].

 


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Paraíso Voyeur.


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07 - Ataduras.



Hola, Melinda. Hoy te voy a contar sobre la vez que me llevé un susto muy grande, cuando pensé que, por primera vez, debía hacer mi trabajo en serio. Aquella vez estuve a punto de mandar a la mierda todo el asunto de SpyCam… y arruinarlo. 

Todo empezó un día, de mis primeras semanas trabajando para esta empresa, en el que me puse a curiosear entre los distintos inquilinos del segundo edificio. Prácticamente no sabía nada de la gente que vivía allí, ya que los primeros días me centré más que nada en el edificio en el que yo misma vivía, al que llamo Edificio 1. En el Edificio 2 me encontré gente más o menos similar a la que ya había visto y nadie parecía despertar mi interés más de la cuenta. Hasta que me fijé en Silvina, una chica joven, de largo cabello negro y facciones como de personaje de anime: ojos grandes, nariz y boca pequeña, y pálida como un fantasma. Ella volvía de la universidad, abrazando unas cuantas carpetas. Me pareció una chica preciosa y comencé a imaginarla desnuda. Ya te comenté por qué me interesaba espiar mujeres, pero con Silvina fue cuando comprendí que, si quería sacar el máximo morbo de mi experiencia voyeurista, debía fijarme más que nada en las mujeres. Me resulta mucho más interesante la sexualidad oculta de una mujer que la de un hombre. 

Con Silvina podría haber hecho trampa y espiarla en el baño, mientras se duchaba, o bien esperar a que algún día ella decidiera masturbarse en su cama, tal vez sin cubrirse con las sábanas. Porque Silvina vivía sola, y por más que pareciera una “buena chica”, sin intereses sexuales, seguramente se masturbaría de vez en cuando. Hasta la más santa se clava una paja ocasionalmente. Sin embargo preferí esperar a que ocurriera algo verdaderamente interesante. Tal vez la chica tuviera un noviecito, o algún compañero de la universidad al que ella le permitiera propasarse un poquito. Comencé a espiarla durante unos días, teniendo especial cuidado de no mirar mientras ella se desvestía. Aunque la tentación era grande. Sí, mis intereses lésbicos estaban en aumento, después de espiar a Mariela Rufino, las mujeres me estaban pareciendo de lo más sensuales y excitantes… aunque mi mente seguía diciéndome que no había nada mejor que chupar una buena verga.

Lamentablemente todo parecía normal en la vida de Silvina, y digo “lamentablemente” porque yo me moría de ganas de verla en acción, una chica tan bonita y con ese perfil de “niña buena” me causaba mucho morbo. Los días pasaron y se me fue haciendo cada vez más difícil resistir a la tentación de espiarla mientras se bañaba. Tal vez te estarás preguntando si Reynaldo habría dejado algún video grabado de Silvina, y la verdad es que sí, había varios, más de diez. Pero supuse que serían cosas como las que yo pretendía evitar: la chica masturbándose sola en su cama. Quería ver eso, sí; pero no quería que fuera mi primer acercamiento a la vida íntima y sexual de esta chica. Me daba más morbo verla saltando directamente a la acción. Por eso evité gastar mis puntos en desbloquear sus videos, además los estaba ahorrando para los videos de otra persona que ya había captado mi atención. Aunque no te voy a contar sobre eso ahora, para no marearte tanto. Lo vamos a dejar para una próxima ocasión. 

En fin, todo parecía normal, rutinario y aburrido en la vida de Silvina, hasta que llegó el día en que casi destruyo por completo SpyCam. 

Apenas accedí a una de las cámaras del interior del departamento de Silvina, supe que había pasado algo malo. El living estaba desordenado, sus carpetas estaban tiradas en el piso, las sillas desordenadas, incluso había un vaso roto. El corazón se me paralizó. Inmediatamente revisé las demás cámaras. No tardé mucho en localizar a Silvina, estaba en su cuarto… con un hombre. La escena le hubiera helado la sangre a cualquiera. El tipo tenía la cara cubierta con un pasamontañas negro y estaba desnudo de la cintura para abajo, con una fuerte erección. En la cama se encontraba Silvina, arrodillada y con su cara contra el colchón. Tenía las manos atadas detrás de la espalda con intrincados nudos. La soga continuaba hasta los pies e impedía que ella los moviera. También tenía una especie de mordaza en la boca: una pelotita hueca y con agujeros que permite a la persona respirar por ellos. Esta pelotita estaba unida a una cinta de cuero, como un pequeño cinto, que se cerraba en la parte posterior de la cabeza. No importaba cuánto luchara Silvina, no podría desatarse nunca de esas ataduras… y la chica luchaba enérgicamente. Se sacudía para todos lados, intentando zafarse; pero era inútil. 

La situación se puso aún más escabrosa cuando el tipo sacó una navaja bien afilada y con ella comenzó a cortar la ropa de Silvina. No quise ver más. Me puse de pie de un salto y agarré el celular. Llamé a la primera persona que figuraba en la lista de llamadas.

ー¡Danilo! ーGrité, al borde del llantoー. Está pasando algo horrible. Un tipo se va a violar a una de las inquilinas del Edificio 2. 

ー¿Qué? ¿De qué mierda hablás? ーÉl parecía confundido y caí en la cuenta de que eran las dos de la madrugada. Al tener un trabajo que no depende necesariamente del horario, perdía la noción del tiempo con mucha facilidad.

ーPerdón que te despierte a esta hora, pero… en serio, lo estoy viendo. Se van a violar a una chica… ¡tenemos que avisar a la policía, urgente!

ー¡Esperá un poquito, flaca! ¿Lo estás viendo en las cámaras oficiales o en las otras?

ーEn las otras.

ーEntonces no podés avisar a la policía… ¿cómo les vas a explicar…?

ーMe importa una mierda la explicación y las cámaras ocultas. Yo voy a llamar a la policía ahora mismo.

ー¡No, esperá!

No le di tiempo a agregar más nada. Corté la comunicación y llamé a la policía. Con la voz claramente alterada les expliqué que era la jefa de vigilancia de estos edificios y que un hombre estaba abusando sexualmente de una chica. Les pedí que vinieran lo más rápido posible. 

Como suele pasar, la policía demoró bastante. Tanto que le dio tiempo al propio Danilo a llegar al edificio. Está bien que Danilo no vivía muy lejos; pero aún así me molestó mucho que él llegara antes que la ineficiente policía. Pero viéndolo en retrospectiva, si SpyCam todavía existe es gracias a que Danilo llegó antes… y gracias a que él tenía acceso directo a mi departamento. 

Me asusté mucho cuando la puerta de mi casa se abrió de golpe, pero cuando vi que se trataba de él me relajé un poco.

ーDecime que no fuiste tan pelotuda de avisar a la policía ーme dijo el tipo regordete, con los ojos desorbitados. Sus pocos cabellos estaban despeinados y la cara estaba tan roja que parecía un tomate. 

ーYa los llamé, tienen que estar por llegar.

ー¿Quién es la piba?

ー¿Eh? 

ーLa chica, a la que se están violando. ¿Se llama Silvina?

ー¿Cómo sabés eso?

ー¡Sos una pelotuda, flaca!

Me abalanzó hacia mí, por un momento creí que me iba a golpear; pero no lo hizo. Me agarró fuerte del brazo y me arrastró hasta la sala de vigilancia, en pantalla ocurría algo… no quise ver, me cubrí los ojos con una mano. Danilo se sentó frente a la computadora.

ーVení, habilitá el jueguito de mierda, ese que inventó Reynaldo.

ー¿Cómo sabés de eso?

ーSé todo lo que pasa en SpyCam, boluda. Dale, poné el dedo acá.

Tuve que activar un permiso usando mi huella digital.

ー¿Por qué estás haciendo esto? ーle pregunté, confundida. No me parecía el momento apropiado para estar entrando a ese perverso juego.

ーVeo que no perdiste el tiempo, seguramente te pasarás el día espiando gente, para tener tantos puntos. ーMe sentí avergonzada por eso, si él sabía cuánto tiempo se necesitaba invertir para conseguir ese puntaje, entonces no podía negar mis actividades inmorales.

ーPero esto es diferente ーdijeー. Están violando a una chica, eso ya no tiene nada de divertido.

ーNo la están violando, pelotuda.

Danilo usó los puntos que yo estaba acumulando para otra cosa, me molestó un poco que lo hubiera hecho; pero era necesario. Desbloqueó varios de los videos grabados de Silvina. Reprodujo el primero y me dijo:

ー¡Mirá!

Al principio no entendí nada, parecía como si Danilo hubiera retrocedido unos minutos, hasta el momento en el que se llevó a cabo la pelea entre Silvina y su atacante. En la gran pantalla pude ver a la chica forcejeando con un tipo voluminoso. Cuando el hombre la aferraba bien, comenzaba a atarla. Ella chillaba e intentaba soltarse; pero era inútil. Noté que el corte de pelo de Silvina era diferente, en este video tenía flequillo, y yo nunca la había visto con flequillo. Ahí supe que se trataba de un video viejo.

ーA esta putita ーcontinuó diciendo Daniloー le gusta que se la cojan fuerte. Le gusta jugar a “la víctima” y que algún macho pijudo la garche toda mientras está atada. 

Me quedé boquiabierta, no podía ser. Esa actitud no parecía encajar para nada con la Silvina aplicada y estudiosa que yo había estado vigilando durante los últimos días. Esa chica que ni siquiera tenía un noviecito con el que “juguetear”. No podía ser que se prestara a un juego sexual tan violento… y peligroso. 

En ese momento sonó el timbre de mi departamento. Miré por el monitor que mostraba la calle y me di cuenta de que era la policía.

ーAhora tenés que bajar ーdijo Danilo, con la voz cargada de broncaー. Y más te vale que les expliques, de forma muy convincente, que todo fue un error. De lo contrario van a empezar a hacer muchas preguntas. ¿Cómo mierda les explicaríamos que vimos a Silvina cogiendo con el tipo dentro de su pieza? ¿Eh?

ーNo pensé en eso…

ー¡No pensaste en nada! ¡Sos una pelotuda!

ーEs que yo creí que….

ーMe importa una mierda lo que vos creíste. Ahora arreglá este quilombo antes de que la policía quiera entrar. Bajá y hablá con ellos.

ーEstá bien.

Estaba pálida y avergonzada. Había cometido un grave error. Usé el portero eléctrico para pedirle a los policías que me esperasen en la planta baja.

En el ascensor pensé en qué podía decirles, pero no tuve tanto tiempo como me hubiera gustado. Al llegar abajo me encontré con dos policías uniformados y, justo en ese preciso instante, otro patrullero se estaba deteniendo detrás del primero. Yo que había acusado a la policía de ser ineficiente, ahora tenía que lidiar con más de los que creía. Del segundo patrullero se bajaron dos oficiales más, una de las cuales era mujer. Me dirigí a ella porque creí que tendría mejor tacto con la situación actual.

ーGracias por venir ーle dije, con una tímida sonrisa.

ー¿En qué piso es? ーMe preguntó ella, se notaba que estaba muy afectada por la noticia y estaba haciendo un gran esfuerzo por contenerse. A pesar de que tenía el uniforme puesto, pude notar que era una chica voluptuosa, de prominentes curvas. Quizás alguna se vio involucrada en alguna situación de abuso, incluso es posible que haya ocurrido por parte de algún superior. No sería la primera vez que me entero de que algún oficial de alto cargo se aprovecha de una chica joven y bonita que sueña con ser policía.

ー¿Qué tal? ーIntenté mostrarme tranquila, para que ella y sus compañeros se calmaranー. Soy Isadora Allman, trabajo en la empresa de seguridad SpyCam, la que se encarga de vigilar estos edificios.

ーOficial Patricia Gómez ーdijo la chicaー. No perdamos más tiempo. Decime en qué piso está la chica agredida.

ーNi siquiera es en este edificio, es en aquel de allá ーseñalé la  otra torre que estaba a unos cien metros de distancia. Pero es una falsa alarma. Vi una situación que me pareció extraña y me precipité. No pasó nada. ーElla me miró con los ojos muy abiertos, evidentemente no me creía.

ーSi estás cubriendo a algún inquilino porque es alguien importante, te podés ahorrar las vueltas. Decime dónde está ese hijo de puta y…

ーEn serio, no pasó nada. Fue un error ーrepetíー. No estoy cubriendo a nadie. Fue una tontería que yo entendí mal. 

Patricia Gómez miró a los tres oficiales y tal vez notó que yo me sentía intimidada por ellos. 

ー¿Pueden darme un minuto a solas con ella? ーPreguntó Patriciaー. Solo un minuto. ーA regañadientes, los tres tipos se alejaron lo suficiente como para no oír lo que nosotras decíamosー. Ahora sí, Isadora. Contame exactamente qué pasó.

ーPrimero les quiero pedir perdón por haberlos hecho venir hasta acá. ーBajé un poco más la vozー. Yo estaba mirando las cámaras que hay en los pasillos del edificio cuando vi a un tipo… em… sujetando a una chica joven. Como era un hombre evidentemente mayor que ella no asumí que fueran pareja. El tipo… este… em… empezó a penetrar a la chica ahí mismo, en el pasillo, y lo hizo de forma brusca. Ella intentaba apartarse. Por eso creí que la estaban violando. Llamé a la policía y justo después de hacerlo vi que la chica se reía. Al parecer no estaban peleando de verdad, era un… jueguito erótico. ¿Me explico?

ーPero… ¿estás segura de que solo estaban jugando? Porque existe el maltrato en las parejas.

ーSí, eso me quedó super claro ーsupe que mi mentira se caería a pedazos si no decía algo más contundente. Solté una risita y agreguéー. La piba, después de reírse, se agachó y empezó a chuparle la verga. Y lo hizo sin que nadie la obligara. 

ー¿Ahí mismo, en el pasillo?

ーMirá, yo soy nueva en este trabajo, por eso me sorprendió tanto. Pero ya me quedó muy claro que la gente suele olvidarse de que hay cámaras en los pasillos y que muchas veces terminan teniendo interacciones sexuales a la vista de las cámaras. No es la primera vez que veo a una mina chupándosela a un tipo en el pasillo ーeso era cierto, apenas unas semanas antes vi como una mujer le hizo un pete a su marido en pleno pasilloー. Incluso me da la impresión de que a algunos les gusta tener público. 

Noté que Patricia Gómez se ponía roja.

ーMe imagino que vigilando a estos ricachones verás cosas muy locas.

ーSí, de lo más locas y variopintas. Y bueno, lo de hoy fue lo más extraño que vi; pero al final resultó ser parte de un juego. De todas maneras, te sorprenderías de la cantidad de gente que sale al pasillo desnuda, a sacar la basura. Vi a varios cogiendo en el ascensor… ¡Ups! ーMe tapé la boca enseguida.

ー¿Qué pasó? 

ーEs que… ーme había mandado una cagada, y ya no tenía forma de arreglarlo. Debía contar una verdad, aunque fuera a mediasー. Mirá, vos sos policía y sabés cómo funcionan estas cosas. ¿Existe algo así como el secreto profesional entre policías?

ーPuede ser… ¿por qué?

ーPorque se supone que los ascensores no tienen cámaras. Peeeeero… por cuestiones de seguridad…

ーTienen cámaras. 

ーExacto. Solo que los inquilinos no lo saben.

Esta vez Patricia sonrió, y el rubor de sus mejillas se intensificó.

ーEntonces vos los debés ver cogiendo todo el rato.

ーNo todo el rato… pero te sorprenderías las cosas que hace la gente mientras creen que nadie los observa.

ーSí, eso lo sé muy bien. Hice algunos trabajos de vigilancia… incluso patrullando las calles. Te sorprenderías de las cosas que hace la gente en plena calle, a la noche. 

ーMe imagino que ya viste gente cogiendo…

ーPuf… sí, más de una vez. Y tuve que detenerlos, es mi trabajo. 

ーDebieron ser situaciones de lo más incómodas.

Ella soltó una risita.

ーAcá, entre nosotras… secreto profesional. Algunas de esas situaciones fueron de lo más divertidas.

Yo también me reí.

ーBueno, entonces me entendés perfectamente. Esta vez exageré un poquito, porque era una situación rara…

ーSí, sé muy bien que hay parejas a las que les gusta el sexo duro. Debe ser un trabajo de lo más interesante el tuyo.

ーEs cómodo y tiene algunos momentos divertidos. Además pagan bien, así que no me puedo quejar. Te pido disculpas una vez más, y gracias por venir. 

ーEs mi trabajo. Pero la próxima vez que veas algo raro, esperá un poquito antes de llamar a la policía. A ver, hagamos una cosa. Te dejo mi número. Si algún día ves algo raro en uno de los edificios que vigilás, llamame a mí primero; yo te puedo decir qué hacer en determinados casos.

ーEso sería muy útil, para no volver a mandarme una cagada como ésta.

Patricia me dio su número y luego habló con sus compañeros. Llegaron a la conclusión de que fue una falsa alarma. Antes de subirse al patrullero, Patricia me guiñó un ojo y me hizo un gesto con la mano para recordarme que debía llamarla. 

Subí por el ascensor con una gran sonrisa en los labios. Había evitado un gran problema y tenía la sensación de que Patricia Gómez y yo habíamos tenido una especie de conexión. La charla fue breve pero me dio la impresión de que ella disfruta tanto como yo al espiar gente teniendo sexo. Definitivamente la llamaría, para averiguar si mis intuiciones eran acertadas. 



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