Paraíso Voyeur [11].

 



Modelo de la Foto: Kendra Lust.


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11 - Un Trato con Mamá.


Sigo con lo que estaba contando sobre Claudio y su madre, Susana. 

Lo último que dije fue que el pendejo empezó a pajearse en el living mientras su madre se cambiaba de ropa. Pensé que esto desataría un conflicto; pero estos dos tenían reservadas varias sorpresas para mí.

Susana volvió vistiendo un impresionante conjunto de lencería erótica, ya no parecía la misma mujer. La Susana “ama de casa” había sido reemplazada por una prostituta de lujo, porque eso es lo que parecía con esa lencería negra que incluía largas medias de encaje, portaligas, una diminuta tanga y un corpiño que transparentaba mucho sus pezones. Ella se detuvo en seco en cuanto vio a su hijo con la pija dura en la mano. 

ー¿Qué te dije sobre esto, Claudio?

ー¿Sobre qué? ーPreguntó él,  haciéndose el boludo, sin dejar de sacudirse el ganso.

ーEso que estás haciendo… te dije que no lo hagas en cualquier lugar de la casa, para eso tenés tu pieza. Si tu padre llega a…

ーPapá no está, y no va a volver en muchas horas. Y vos estás casada con él, te debés pasar el día entero mirándole la verga. ¿Qué te molesta ver una más?

ーNo me molesta… me incomoda. No es fácil para una madre encontrarse a su hijo haciendo estas cosas. No entiendo cómo no te da vergüenza que yo te vea. 

Todo parecía indicar que Susana ya había visto varias veces a Claudio haciéndose la paja, y si bien ese acto todavía generaba algunos conflictos, éstos no pasaban de un pequeño regaño. Lo cual tiene bastante sentido, si tomamos en cuenta los tremendos arrimones a los que se somete Susana por parte de su hijo y cómo Claudio termina con la pija bien dura. Este extraño vínculo de confianza entre madre e hijo parece llevar mucho tiempo construyéndose. Hasta me cuesta imaginar la cantidad de veces que Claudio debió arrimar a su madre por detrás, hasta que ella llegara a verlo como algo “normal”. 

Fue la misma Susana quien decidió pasar del tema.

ー¿Cómo me queda? ーPreguntó, mientras desfilaba frente a su hijo como una modelo profesional, aunque meneaba demasiado las caderas, algo que era favorable, si es que no quería admirar sus firmes nalgas.

ーTe queda de diez, mamá ーdijo Claudio, poniéndose de pie, se acercó a su madre y volvió a abrazarla desde atrás. Su verga erecta quedó encajada entre las nalgas de Susana, apuntando hacia el pisoー. Papá se va a volver loco cuando te vea vestida así. 

ーMmm, no lo sé. Él no me mira con esos ojos.

ー¿Cómo que no? ¿Con qué ojos miraría a una mujer con un cuerpo como el tuyo? Especialmente si estás usando este conjunto tan erótico.

ーEs que tu padre… ya te dije, para él el sexo es un trámite que tiene que cumplir con su pareja. 

ーNo entiendo eso… ¿cómo puede resistirse a este tremendo orto? ーClaudio apretó una de las nalgas de su madreー, y a estas tetas ーpor supuesto, le agarró los pechos… los dos, y los estrujó como si fueran un juguete de su pertenencia.

ーAuch, más despacito ーClaudio disminuyó la presión, pero siguió amasandoー. Así está mejor. 

Me causó gracia escucharla decir eso, a ella no le molestaba que su hijo le tocara las tetas, lo que lo jodía era que lo hiciera de forma brusca. Una madre de lo más permisiva. De nuevo mi imaginación se encargó de llenar los espacios vacíos. Seguramente Claudio se había pasado muchos días, quizás meses, manoseando a su madre de esa forma, agarrándole las tetas y tocándole el culo. Me puedo imaginar a Susana diciéndole que no, incluso enojandose con él; pero, con el tiempo, ella fue cediendo. Quizás descubrió que las caricias de su hijo eran mejores que las que le brindaba su marido.

De más está decir que mientras Susana posaba en ropa interior y su hijo la arrimaba por detrás, yo me estaba haciendo una tremenda paja. Esto era justo lo que estaba buscando… y estaba ocurriendo en vivo y en directo. Ellos no tenían idea de que su departamento estaba lleno de cámaras… y que yo estaba grabando todo. Por aquel entonces todavía me sentía culpable por hacer esas cosas. Me causaba morbo, sí… pero también me sentía un poco mal por estar invadiendo la privacidad de la gente. Aunque mientras ellos no se enteren… si vamos al caso, no les hice ningún daño, fui una espectadora pasiva… al menos la mayor parte del tiempo. Hubo momentos que me obligaron a intervenir de forma directa; pero no nos adelantemos, todavía queda mucho por contar.

Mientras yo me masturbaba, en el monitor se dio una secuencia muy peculiar. Claudio agarró su verga y la apuntó directamente a la concha de Susana, ella, al sentir la presión, en lugar de alejarse, puso el culo en pompa. El glande quedó empujando contra la delgada tela de la tanga. Era como si el pibe quisiera cogerse a su madre ahí nomás, con la tanga puesta y todo. 

ー¿Cómo podría resistir papá tener esta concha entangada delante, y no hacer nada? ーDijo el pibe, mientras seguía sobando una de las tetas de su madre.

ーNo sé, te juro que a veces me hace sentir mal. No sé si está bien que una madre le ande contando estas cosas a su hijo, pero… yo a veces intento hacer cosas para llamar la atención de tu padre, como comprarme conjuntos de lencería. Lo acaricio, le bailo, me pongo en cuatro en la cama… y él nada, sigue con la cabeza metida en su trabajo. 

ー¿Será que no se le para la verga? Porque a mí se me para apenas te veo el culo.

ーPero che, Claudio… ¿cómo se te va a parar al verme el culo? Soy tu mamá. ーLa muy hipócrita lo preguntaba mientras su hijo le estaba masajeando la concha con la punta de la verga.

ーPor más que seas mi mamá, no se puede negar que tenés un culo precioso. ¿Cuántas veces te dieron por el orto? 

ーEh… ¿qué decís? ーElla se puso roja como un tomate, pudo ser por lo vergonzoso de la pregunta, o por la calentura que sentía por culpa de los arrimones de Claudio.

ーSí… no hace falta que disimules, mamá. Con el culo que tenés… estoy seguro de que ya te lo cogieron varias veces. O sea, vos estás muy orgullosa de tu culo, siempre lo estás mirando en el espejo, o te ponés contenta al volver del gimnasio si alguna de tus compañeras te dijo que tenés el culo más grande, o más firme. Es obvio que te encanta que te cojan por el culo.

ーAy, Claudio… no es así. Puede que sí sea cierto eso de que estoy orgullosa de mi culo ーen ese momento su hijo apuntó la verga un poco más arriba, justo donde ella tenía el agujero del culo. Pude ver cómo el glande hacía a un lado la tela de la tanga y empezaba a empujar contra ese agujero, hundiéndose lentamenteー. Nunca me la metieron por el culo, a mí no me gustan esas cosas. 

ー¿Me estás cargando? ¿Cómo puede ser que nunca te hayan cogido por el culo? Mamá, si tenés un orto monumental. Todos tus compañeros de gimnasio se deben hacer la paja pensando en enterrarte la pija por el orto. ーEl glande comenzaba a perderse en ese agujero, por la tensión en la cara de Susana me di cuenta de que ella estaba sufriendo un poco, por el dolor. 

ーTe digo la verdad, Claudio. A tu papá solo le gusta el sexo… em, convencional. Y a veces ni siquiera le gusta eso.

ーQué tipo boludo, si vos fueras mi mujer, yo te daría por el orto todas las noches. 

ーAy, Claudio, no me digas esas cosas, me ponés incómoda… y me estás haciendo mal. ¿Por qué mejor no seguís tocándote, así acabás de una vez?

ーEsa es una buena idea. No me hace falta tocarme mucho, ya puedo sentir la leche hirviendo…

Supuse que Susana le pedía a su hijo que acabara porque ésta era la forma en la que lograba calmarse un poco; pero como dije antes: estos dos me reservaban muchas sorpresas. 

ー¿Te arrodillás? ーLas palabras de Claudio parecieron más una orden que una pregunta.

ー¿Otra vez? Creí que ya no ibas a joder más con eso.

ーDijimos que serían cuatro veces, ese fue el trato ーno sabía de qué trato hablaban, pero tenían toda mi atención.

ーPor eso, la última vez fue la cuarta.

ーNo, la última vez no contó, porque vos corriste la cara. 

ーAy… es que… ¡en la cara! El trato era que me ibas a acabar en las tetas, no en la cara.

ーNunca especifiqué, dije: “Tus tetas están geniales, para llenarlas de leche” ーAmasó uno de los pechos de su madre, quitándolo del corpiño, y luego le pellizcó un pezón. Ella soltó una risita picarona.

ーPor eso, como te gustan tanto mis tetas, creí que a eso te referías cuando me lo pediste.

ーLas dos primeras veces te acabé en la cara, y no te quejaste.

ーEs que…

ーTe quedó la cara recontra llena de leche, y no dijiste nada, mamá. 

ーPorque no quería hacerte sentir mal. 

En ese momento ya me estaba metiendo un grueso consolador en la concha, y me hirvió la sangre al pensar en Susana con la cara llena de semen… ¡y de su propio hijo!

ーA mí me parece que te gustó.

ーNo, Claudio… al que le gustan esas locuras es a vos… ¡Auch! ーPude ver cómo el glande comenzaba a perderse dentro del culo de Susanaー. Está bien… me arrodillo. 

Ella entendió que tenía solamente dos alternativas: Recibir el semen de su hijo, o dejar que él la penetrara por el culo. Tomó la vía más fácil. 

Debo aclarar que, a pesar de que Claudio estaba “dominando” a su madre, podía notar cómo ella lo disfrutaba, sus ojos brillaban y no dejaba de sonreír, incluso se pasó un buen rato meneando el orto mientras su hijo la arrimaba. No la culpo, ya sé cómo se siente ser sometida, y es algo increíblemente excitante. 

Susana se puso de rodillas y cerró la boca y los ojos. Claudio empezó a pajearse con ganas, apuntando la verga hacia su madre, y pasó eso que tanto estábamos esperando, y digo estábamos porque algo me dice que los tres queríamos que eso pasara, incluso la propia Susana. 

Los chorros de semen estuvieron muy cargados, en pocos segundos la cara de Susana quedó pintada con grandes manchones blancos irregulares, ella sonrió todo el tiempo, y al parecer algunas de las últimas descargas la sorprendieron, porque empezó a reírse, esto provocó que parte de la leche le cayera dentro de la boca. La cerró inmediatamente, para evitar que entrara más; pero cuando Claudio terminó de acabar y ella volvió a abrir la boca, vi que no había rastros de semen, eso me dio a entender que la muy puta se lo tragó. 

ーAy, me dejaste toda llena de leche ーdijo ella.

ーEso es lo que debería hacer papá todas las noches. Vos tendrías que maquillarte con semen antes de irte a dormir.

ーPor favor, Claudio, que soy tu mamá, no me digas cosas tan… zarpadas, que me ponen incómoda. 

ーEs difícil creerlo si te veo con la cara llena de leche.

ーEntonces me voy, para que no me veas así… y quedamos en que esta vez sí contó. Ya cumplí con mi parte del trato: cuatro veces, y basta.

ーEstá bien… ーdijo él, con una sonrisa maliciosa. Algo me decía que no dejaría en paz a su madre tan fácilmente.

Susana se fue, creí que tomaría rumbo hacia el baño; pero en lugar de eso se dirigió hacia su pieza. Se acostó boca arriba en su cama, hizo a un lado la tanga y comenzó a pajearse.

¡Ay, señora Susana! ¡Usted se está portando mal, y yo la estoy mirando!

¿Qué pensaría esa mujer si supiera que en ese preciso momento había alguien observando todo lo que hacía… mirando cómo sus dedos se desesperaba por frotar su clítoris o por enterrarse en el agujero de su concha. 

Susana, está muy mal eso de pajearse con la cara llena del semen de su propio hijo. Usted es una sucia pervertida. 

Bueno, quizás yo también lo soy, porque empecé a montar el consolador y a frotarme el clítoris mientras miraba esa morbosa escena. 

Y no terminó ahí, Claudio me estaba reservando una gran sorpresa. El pendejo, con la pija aún dura, irrumpió en el cuarto de su madre. Ella se sobresaltó, como hubiera hecho cualquier persona, pero al ver que se trataba de su hijo, se calmó.

ー¿No puedo tener un momento de intimidad? ーPreguntó; sin embargo no sonó como un reproche.

Ella no dejó de masturbarse e incluso pude notar que abría más sus piernas, como si quisiera que su hijo viera lo que estaba haciendo. 

ーVine a traerte un poco más de lechita ーdijo Claudio, mientras se pajeaba. Se acercó a su madre, rodeando la cama y le acercó la verga a la caraー. Pero solamente te la voy a dar si abrís la boca.

Susana incrementó considerablemente el ritmo al que se estaba pajeando, sacudió su cuerpo y sus dedos entraron y salieron de su concha a toda velocidad.

ーDámela ーdijo, giró la cabeza hacia un costado y abrió la boca. 

Los chorros de leche que saltaron esta vez no fueron tan potentes, y eso fue una ventaja para Claudio, porque Susana, en el afán de recibir esa leche en la boca, se acercó más; con la punta de su lengua lamió el glande de su hijo y de a poco se fue tomando toda la lechita. 

ーEsto es lo que vos querés… ーdijo Claudioー, te morís de ganas de que te llenen de leche. 

Ella no respondió, pero siguió pajeándose frenéticamente.

Claudio, no conforme con haber acabado dos veces en la cara de su madre, se colocó justo al lado de ella y llevó su mano a la entrepierna de Susana. La mujer quitó los dedos de su concha y permitió que su hijo la tocara. Claudio no se hizo esperar, metió dos dedos y comenzó a bombear con ellos; la mujer se retorció de placer, mientras, con sus dedos llenos de flujo, recolectaba el semen que aún tenía en la cara y se lo llevaba a la boca.

Pero su hijo no se iba a conformar con hurgar en la concha, bajó la mano y empezó a meter un dedo en el culo de su madre.

ーEste orto pide pija a gritos ーdijo.

ーAy… sí ーSusana suspiró y levantó las piernas. 

ーYa me parecía, por más que te hagas la puritana, vos querés que te rompan bien el orto. Estás muy orgullosa de tu culo.

ーSí, lo estoy…

El primer dedo entró, imagino que fue gracias a la lubricación de la concha de Susana, y casi de inmediato Claudio empezó a meter un segundo dedo. Esto pareció estimular mucho a Susana, que volvió a pajearse. 

Cuando el segundo dedo entró, Claudio empezó a bombear con fuerza, masturbando analmente a su propia madre.

ー¿Esto querés? ¿Que te den por el orto?

ーSí… eso quiero…

ー¿Le vas a pedir a papá que te rompa el orto?

ーSí… se lo voy a pedir apenas pueda. Quiero que me den por el culo…

ーMe encanta cuando te ponés así de puta, mamá.

ーY vos te aprovechás de eso… cuando me caliento termino haciendo cosas… indebidas.

ーComo pedirle a tu hijo que te acabe en la cara…

ーSolo te lo pedí una vez… 

ーMentira, porque cada vez que te acabé en la cara se notó cómo me pedías la leche con la mirada. Te encanta la pija y te encanta ser la putita que se toma toda la leche.

ーEs que… me da morbo… y tu papá nunca lo hizo…

ーNunca te acabó en la cara… nunca te dio por el culo. Con lo puta que sos ¿cómo aguantaste tanto tiempo sin ponerle los cuernos? ーSus dedos entraban y salían del culo de su madre con bastante facilidad, lo que me llevó a pensar que la misma Susana se masturbaba analmente con cierta frecuencia.

ーNo sé, te juro que no sé cómo aguante… pero nunca lo engañé, ni una sola vez.

ーY ahora te morís de ganas de hacer todo eso… querés que te rompan el orto y te llenen la cara de leche, como a una buena puta.

ーA las mujeres a veces nos gusta que nos traten como putas… tu papá es demasiado... frío. 

ーPonete este conjuntito y mostrale el orto, pedile que te dé por el culo, si se resiste a eso, es porque ese tipo es un imbécil. 

ーLo voy a hacer… sí… ¡Ay! ¡Ahh! 

ー¿Estás acabando, putita?

ーSssss…. sí….. ¡ah!

Susana se retorcía en la cama con violencia mientras sus propios dedos se encargaban de frotarle el clítoris y su hijo le seguía pajeando el culo. 

ーDale, acabá… que te explote la concha…

ーAy, sí… ya va a explotar… ¡no aguanto más!

ー¿Te gusta meterte los dedos en el orto?

ーSí… lo hago siempre que puedo… me encanta. No sé por qué me da tanto morbo… en el gimnasio fantaseo con que alguno de mis compañeros me va a llevar al vestuario y… ¡Ay! Y me van a romper bien el orto… ¡Uf! Así… sí…

Los gemidos de Susana se escucharon con tanta potencia que tuve que bajar el volumen de los auriculares, pero aún así seguí pajeándome, quería llegar al clímax al mismo tiempo que ella. Yo estaba tan caliente que tuve que frenar un poco la masturbación, para equipararme con Susana; pero ahora ya no debía aguantar nada, ella estaba teniendo un potente orgasmo y mi clítoris estaba tan sensible que acabé casi al mismo tiempo que ella. Fue asombroso. A pesar de que ella no tenía ni idea de que yo la estaba espiando, sentí una conexión muy grande. Es difícil de explicar. Como si existiera cierta complicidad entre nosotras.

Esa puta terminó confesando cosas muy morbosas y sé que no fue la primera vez que se sinceró frente a su hijo. No sé cómo fue aquella vez que ella le pidió que le acabara en la cara; pero la puedo imaginar muy excitada, suplicándole a su hijo que le diera de tomar la leche. Quizás Claudio aprovechó eso para hacer ese trato del que hablaban, quizás el dobló la apuesta y le dijo que no le iba a acabar una vez, sino cuatro. Ella, por la calentura del momento, habrá aceptado. Ya pasaron esas cuatro veces, pero sinceramente yo dudaba mucho de que fueran las últimas. 

 En ese momento supe que me mantendría muchas horas espiando a esta peculiar madre y a su hijo. Quería saber hasta qué punto serían capaces de llegar. 



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