Paraíso Voyeur [12].

 




Modelo de la Foto: Kendra Lust.


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12 - Fantasías Prohibidas.



¿Por dónde iba? ¡Ah, sí! Te conté sobre una morbosa escena en la que Claudio masturbó a su madre… y además Susana terminó confesando alguna de sus fantasías más humillantes. Al parecer a la mina le encanta que le acaben en la cara… y fantasea con que alguien le rompa bien el orto. Y todo indica que está buscando satisfacer estas necesidades con la ayuda de su hijo; porque el pelotudo de su marido es incapaz de brindarle placer. 

Perdón que me ponga tan explícita, Melinda; pero esta aventura entre una madre y su hijo me impactó muchísimo. Poder ser testigo de algo como esto es una de las mayores fantasías de todo voyeurista. Cualquiera que se excite al espiar a la gente teniendo sexo, tiene la ilusión de ver algo que está negado al gran público, algo “prohibido”. Me puse a pensar qué pasaría si en el edificio se corriera el rumor de que Claudio le metió los dedos en el culo a su madre y le llenó la cara de semen. Sería un puto caos. La gente empezaría a atacarlos, y probablemente, no pararían hasta echarlos del edificio. 

Esto debía permanecer como un secreto… pero ese secreto no estaba negado para mí. Yo podía ver todo lo que hacían, desde la comodidad de mi oficina. Y ahora vos, hija, podés ser testigo de todo lo que ocurrió. Y si bien ya pasaron más de veinte años de ese acontecimiento, para mí sigue tan presente como si hubiera ocurrido ayer. 

Poco antes de hacer acabar a su madre, metiéndole los dedos por el culo, Claudio le sugirió una idea: Susana debía usar ese mismo conjunto de lencería e insinuarle a su marido que quería sexo anal.

La noche en la que Susana llevó este sencillo plan a cabo, rompí la regla de no espiarla mientras tenía sexo con su marido. Quería, tanto como ella, presenciar una buena escena de sexo anal. 

Pero las cosas no salieron bien…

Susana hizo todo lo que una mujer que conoce su atractivo físico haría: caminó con paso sensual frente a su marido, se dejó ver de frente, mostró su culo entangado, le arrimó las tetas a su marido por la espalda, le manoteó el bulto y la dijo: ¿Qué tal si esta noche nos ponemos un poquito más picantes de lo normal? ¿Por qué no me la metés por el culo?

Sinceramente creí que al tipo se le pondría la verga como un garrote, que agarraría a su mujer de los pelos, y le rompería el orto a pijazos… pero este tipo demostró ser un completo imbécil. Se alejó de su esposa, como si ella tuviera una enfermedad contagiosa, y empezó a decirle un montón de barbaridades. “Solo a las putas les gusta que se la metan por el culo”. “Sos una asquerosa”. “Arrastrada”, y un largo etcétera que no quiero repetir. 

La pobre Susana salió de su habitación llorando. Me partió el alma. Fue hasta el living, se sentó en el sofá y hundió su cara entre las manos. De no ser por el llanto, cualquiera hubiera visto una mujer sumamente sexy, con ese conjunto erótico era una bomba. 

Cuando las lágrimas comenzaron a menguar, ella fue al baño y se lavó la cara. Se secó con una toalla, se había quitado todo el maquillaje que se puso para la ocasión. Pero no lo necesitaba, igual estaba preciosa. 

Cuando salió del baño, pensé que ella volvería a su habitación, haría las valijas y se marcharía para siempre de esa casa. Sin embargo, encaró para el otro lado. Fue hasta el cuarto de su hijo y abrió la puerta sin golpear. Claudio, como buen pajero que es, estaba con la pija dura, masturbándose mientras miraba porno en su celular. 

ー¿Ya terminaron? ーLe preguntó a su madre, sin dejar de sacudirse la verga.

ーNi siquiera empezamos ーrespondió ella, y ahí fue cuando él notó que su madre había estado llorando.

ー¿Qué pasó? ¿Qué te dijo ese hijo de puta?

Susana entró al dormitorio y se apresuró a cerrar la puerta. Se acercó a su hijo y se sentó en la cama, tuvo que poner una mano sobre el pecho de Claudio para que éste no se levantara. Todo parecía indicar que el pibe estaba dispuesto a partirle la cara a su propio padre.

ーYa pasó ーdijo Susana, con una calma que me sorprendióー. No le digas nada a tu papá. Si él no quiere, no lo voy a obligar.

ーPero…

ーPero nada, Claudio. Soy tu madre, por una vez en la vida haceme caso. Ya intenté todo con tu padre, si él no quiere tener sexo conmigo, entonces que así sea. 

ーNo me parece justo. Vos te merecés un trato mejor. Sos una mujer hermosa, deberías tener tanto sexo como se te de la gana. ¿Por qué no le ponés los cuernos con alguno de tus compañeros de gimnasio? ¿Eh? Estoy seguro de que más de uno se muere de ganas de cogerte.

ーPuede que así sea, pero… ese tipo de aventuras son muy difíciles de mantener en secreto. Si empieza a correr el rumor de que yo le meto los cuernos a tu papá, lo más probable es que me pida el divorcio… y si se comprueba que yo cometí adulterio… no, ni  hablar. Tu papá no es el mejor marido del mundo; pero de no ser por todo lo que él trabaja, yo no tendría nada. Al menos le tengo que agradecer eso. Y vos también.

Antes de que Claudio pudiera decir algo, su madre se abalanzó sobre él y lo abrazó con fuerza, pude ver como sus grandes tetas se aplastaban contra el pecho de su hijo. Claudio se quedó paralizado unos segundos, y luego abrazó a su madre con la misma fuerza. Después de pasar un rato, así abrazados, con la verga erecta a pocos centímetros de la entrepierna de Susana, noté que su hijo bajaba las manos, hasta agarrarle las nalgas. Se las estrujó con firmeza, clavó los dedos en esa blanda carne y luego acarició la vulva que estaba apretada dentro de la tela de la tanga. La tocó como si esa mujer fuera su esposa, y no su madre… y Susana respondió de la misma manera, agarró la verga erecta de su hijo y comenzó a masturbarlo. 

ーChupame la pija ーdijo Claudio, en voz baja; pero lo suficientemente algo como para que sea captado por los micrófonos ocultos en la habitaciónー. Te quedaste con ganas de comer verga… y yo te la voy a dar.

ーAy, no, Claudio. Esos jueguitos ya llegaron demasiado lejos. Soy tu madre. No me podés pedir una cosa así.

ーChupame la verga… sé que te encanta la pija y que te la querés comer toda. 

No esperó a que su madre respondiera. La agarró de los pelos y la hizo bajar hasta su miembro. Susana no ejerció ningún tipo de resistencia, se dejó llevar y abrió grande su boca para tragarse la pija de su hijo. 

Claudio se la enterró en la boca como si su madre fuera una actriz porno, y Susana estuvo a la altura de las circunstancias, la chupó con énfasis, a pesar de que, evidentemente, le costaba meterla toda dentro de su boca. 

Este pete no duró mucho tiempo, pero fue para mejor. Claudio, tomó a su madre por la cintura y la levantó, para luego dejarla caer otra vez en la cama. Él se posicionó detrás y ella no tuvo más alternativa que ponerse en cuatro patas. Ahí fue cuando su hijo le arrancó la tanga de un tirón. En realidad no salió completa, la tela se cortó en uno de los lados, lo que sirvió para exponer toda la concha; pero quedó intacta del otro costado. A Claudio esto pareció no importarle, simplemente bajó la tanga rota hasta que quedó a la altura de las rodillas de su madre, apuntó con la verga erecta, volvió a tomar a Susana de los pelos, y hablándole al oído le dijo bien clarito: 

ーEsta noche vas a ser mi puta.

Y la penetró. 

Los ojos de Susana se abrieron como platos, ella supo, al igual que yo, que ya nada podía hacer para evitar lo inevitable. Me pregunto cuántas cosas habrán pasado por su mente en ese preciso instante, al fin y al cabo su propio hijo le estaba diciendo que la sometería sexualmente, que la cogería hasta hacerla su puta. La verga de Claudio entraba y salía de esa concha húmeda e hinchada de placer. 

ーTe vas a volver loca por esta pija ーaseguró Claudioー, y me la vas a pedir todas las noches.

La ensartó tan fuerte que los ojos de Susana estuvieron a punto de saltar fuera de sus cuencas. La verga entró completa y se notaba que la mujer estaba sufriendo… al mismo tiempo que lo disfrutaba. Su hijo le estaba demostrando que era un animal para coger.

No sé cuál fue el proceso mental de Susana, pero sí fui testigo de su reacción. Dejó muy claro que comprendía que eso iba a pasar sí o sí… su hijo la haría su puta… y como no podía evitarlo, al menos quería disfrutarlo. 

ーSi me vas a hacer tu puta ーdijo, aceptando la situaciónー, rompeme bien el orto. Y si lo hacés bien, te voy a pedir pija todos los días.

ー¿Te vas a aguantar toda esta poronga por el orto?

ー¿Eso importa? Si igual me la vas a meter toda… vos querés partirme al medio… hacelo de una buena vez, antes de que me arrepienta.

En el preciso momento en el que Claudio apuntó su pija al culo de su madre, yo agarré mi dildo y empecé a replicar la situación. Sí, lo sé Melinda, no debe ser muy agradable escuchar a tu propia madre contando cómo se metía dildos en el culo; pero… ya te lo dije, con vos quiero ser totalmente honesta, aunque eso signifique ponerme demasiado explícita.

Además, si hubieras sido testigo de esta situación, en vivo y en directo, quizás a vos también te hubieran dado ganas de meterte cosas por el culo. No sé si te agrada el sexo anal… siento que sé muy poco de vos, hija; pero mi consejo de madre es: probalo, es maravilloso. 

Y eso fue lo que descubrió Susana esa noche: los placeres del sexo anal. Esa fantasía que por tanto tiempo le había sido negada, la cumplió con su propio hijo.

Y sí, ya te puedo ir adelantando que sí lo hicieron. Con solo ver la cara de Claudio te hubieras dado cuenta que él no iba a rechazar semejante oportunidad, y Susana se entregó completamente. Bajó la cabeza hasta apoyarla en el colchón, se abrió las nalgas y esperó por el regalito que su hijo le tenía preparado. 

El pibe humedeció su glande con abundante saliva, y empezó a empujar hacia adentro. Fue instantáneo: el culo de Susana se abrió y se comió la cabeza de esa pija. Fue hermoso ver a esa mujer tan sexy apretando los dientes, con la cara roja, mientras su hijo le abría el orto a pijazos. 

Supongo que antes de ofrecerle el culo a su marido, Susana estuvo dilatando su culo. De otra manera no me explico cómo semejante pija entró tan fácil en un culo que, supuestamente, era virgen. Eso me gustó, demostraba que ella estaba totalmente dispuesta a disfrutar del sexo anal, esa misma noche. Y seguramente fue esa misma determinación lo que la llevó a someterse ante su hijo. 

La mejor parte llegó cuando Claudio comenzó a moverse de atrás para adelante, provocando que su verga saliera completa del culo y se volviera a clavar, solo para abrir cada vez más ese orificio. Le tuvo que alcanzar a su madre una almohada, y ella hundió su cara allí, para amortiguar sus gritos y gemidos. No hay que olvidar que a pocos metros de allí se encontraba el marido de Susana, durmiendo plácidamente en su habitación. El muy cornudo no tenía idea de que a su esposa le estaban partiendo el orto… y ni por asomo sospechaba que lo estaba haciendo el otro hombre de la casa. 

Claudio, con su carácter sexualmente agresivo, le estaba dando a Susana justo lo que ella quería: que un hombre le rompiera el orto y la tratase como a una puta. Ese pibe le acababa de robar la mujer a su propio padre, porque cuando vi la cara de felicidad que puso Susana en el momento en que la pija se clavó completa en su culo, comprendí que estaba completamente entregada a su hijo: ahora era su puta… y de nadie más. 

Fue una escena de sexo anal digna de la mejor película porno… solo que esta madre y su hijo no estaban actuando. Esto realmente estaba ocurriendo, esa potente erección en la pija de Claudio estaba generada por la feroz excitación que le producía tener el culo de su madre a su merced. Los gemidos de Susana nacían desde lo más hondo de su ser, manifestando el dolor y el placer que le producía ese frenético vaivén.

Claudio no le dio tregua al culo de su madre, no la penetró suavemente ni le dio tiempo a que ella se acostumbrara al ancho de la verga. No. La tomó de los pelos y le dijo: ¡Gritá, puta… gritá! 

Ella gritó, pero lo hizo con la cara hundida en la almohada. A pesar de que fue un ruido sordo, temí que fuera a despertar al marido de Susana; pero no, el cornudo seguía durmiendo, lo pude comprobar yo misma.

El problema fue que las penetraciones de Claudio se volvieron cada vez más intensas y profundas. Su pija salía casi completa de ese culo, y se volvía a clavar hasta el fondo en una sola embestida… y los gritos de Susana comenzaron a hacerse cada vez más audibles. 

Hasta que ocurrió lo que yo tanto temía. Los gemidos crecieron tanto que empezaron a resonar en toda la casa. Para colmo ella lo acompañó con desesperadas súplicas:

ー¡Sí, rompeme toda… llename el culo de pija… haceme tu puta! 

Estas palabras no se escucharon fuera del cuarto; pero los gemidos de placer sí… y el cornudo se despertó.

Me detuve en seco, con el consolador bien metido en el orto, y miré la escena muerta de miedo. Si ese tipo entraba al cuarto de su hijo, y descubría a su esposa en pleno acto incestuoso, podría haber consecuencias muy graves. 

Me puse sumamente nerviosa cuando el tipo se levantó de la cama y agudizó sus oídos. Al parecer no podía determinar qué era exactamente lo que estaba ocurriendo, y en la confusión comenzó a caminar hacia el pasillo. La puerta de la pieza estaba entreabierta y eso no ayudaba en nada. Solo complicaba las cosas.  

Pensé rápido. Hice una rápida evaluación de la situación, solo había una cosa por hacer: tomé el teléfono y, usando la base de datos de los inquilinos, averigüe el número del cornudo. Lo llamé y rogué que él escuchara su celular.

Era un tipo que se la pasaba trabajando y vivía pegado a su teléfono, reaccionó de la forma esperada. El aparato sonó fuerte, tan fuerte que opacó los gemidos de Susana… y además sirvieron para que ella y Claudio se pusieran en alerta. Pero los muy desgraciados no dejaron de coger… sólo lo hicieron un poco más despacio… al menos Susana se tapó la boca, para no gritar. Pero los pijazos siguieron siendo lo suficientemente potentes como para hacer rebotar las tetas de esa mujer con cada embestida. 

El cornudo retrocedió y caminó rápidamente hacia su celular. Era la clase de tipos que jamás se negaría a contestar una llamada. ¿Y si se trataba de una nueva oportunidad de negocio?

Cuando atendió y escuché su voz por el auricular, me quedé dura. No sé cómo explicar lo que sentí. Imaginá que estás mirando una película y que el protagonista llama a alguien por teléfono, y ese alguien sos vos. 

Yo estaba viendo a ese tipo a través de una pantalla, como si se tratase de una película, y ahora me estaba hablando a mí.

ーHola… ¿Hola? ーRepitió la voz en el teléfono.

ーAh… hola…

ー¿Si? ¿Quién habla? Espero que sea importante… con la hora que es…

Eran casi las doce de la noche. ¿Con qué excusa podría llamarlo a esa hora? Respiré hondo y mantuve mi mejor tono profesional… aunque… ¿qué tan profesional se puede ser estando desnuda, con la concha mojada, un gran dildo metido en el orto, y con una escena de sexo anal transcurriendo en vivo en una gran pantalla? A pesar de todo eso, creo que lo hice bastante bien.

ーLe habla Isadora Allman, de SpyCam.

ーAh… hola, señorita Allman. ¿Ocurre algo? ¿Hay un problema en el edificio? 

Había logrado captar su atención y al parecer el tipo recordaba que SpyCam era la empresa que se encargaba de la seguridad. Sin embargo, no podía llevar la mentira demasiado lejos. Tenía que ser convincente y sutil. 

ーNo, quédese tranquilo que no pasa nada grave. 

Le dije, mientras acariciaba mi concha. No podía dejar de mirar cómo Claudio le seguía dando tremenda cogida anal a su madre… y la muy puta se estaba pajeando.

ーHace un momento escuché un ruido, como un grito.

Cuando el tipo dijo esto, mi mente se aclaró. Me dio la excusa perfecta.

ーSí, justamente por eso lo llamo ーle dijeー. Hace poco recibimos quejas de ruidos molestos. Al parecer alguien cercano a su departamento estuvo mirando televisión a un volúmen demasiado alto…

ーSeguramente fue la vieja del piso de arriba. Está medio sorda…

ーNo puedo decirle quién fue, para evitar conflictos. Solo quería comprobar que esos ruidos también se escucharon en su departamento… y si usted quiere presentar una queja. Mire, le voy a ser franca; no está obligado a decir nada, pero si presenta una queja formal nos ayuda mucho, para llamarle la atención a esa persona. Además la queja se presentará de forma anónima y…

ーSí, voy a presentar la queja. Me desperté por culpa de esos ruidos y me asusté mucho. Por un momento creí que a mi mujer le había pasado algo.

“Ah no, quedate tranquilo ーpensé, con una sonrisa en los labiosー, tu mujer está muy bien… ella la está pasando bárbaro. ¿Sabés que ahora mismo le están metiendo una gruesa y venosa verga por el orto? Le están dando para que tenga. Tendrías que ver cómo saltan las tetas mientras le rompen la cola”. 

Por supuesto, no podía decirle nada de eso; pero el solo pensarlo me sirvió para excitarme mucho… tanto que empecé a moverme otra vez, para favorecer las penetraciones anales del dildo. 

ーMuy bien, señor. Agradezco su colaboración. Queda registrada su queja, y no se olvide: es anónima. Le prometo que no tendrá problemas con sus vecinos… ah, y también le prometo que haremos lo posible para que se terminen esos ruidos molestos.

ーMuchas gracias. Muy amable su atención. 

Me despedí de él pensando que no me consideraría tan amable si supiera el verdadero motivo por el cual lo llamé.

Por suerte, el cornudo se dio por satisfecho, y como no escuchó más ruidos, no tuvo la necesidad de salir a investigar.

En el cuarto de Claudio, Susana seguía gimiendo como una puta en celo; pero al menos lo hacía con la cara pegada a la almohada. La llamada con el cornudo terminó en el mejor momento.

Claudio sacó la verga y pude ver cómo le había dejado el culo a su madre. Lo tenía muy dilatado, se  hubiera podido meter mi dildo con total facilidad… y eso que a mí me gustan los dildos grandes. Aunque este en particular era de tamaño “normal”, para mis estándares. Más o menos del mismo tamaño que la pija de Claudio. 

El pibe agarró a su madre de los pelos y le puso toda la verga en la cara.

ーPedilo ーle dijo, con firmezaー. Pedilo y te la doy.

ーSí… dámela toda. Llename de leche… 

ーTe voy a llenar de leche sí confesás, puta… vos te morías de ganas de chuparme la pija… a vos te gustó cada vez que te llené la cara de leche…

ーSí, sí que me gustó… me encantó cuando me acabaste la primera vez… y la segunda, y la tercera. Me vuelve loca tu pija, es más grande que la de tu papá. Yo quiero una pija como esta ーdijo, dándole un fuerte chupón al glandeー. Quiero que me des de tomar toda la leche… todas las veces que quieras. Soy tu puta. Haceme lo que quieras. 

Al parecer estas palabras fueron muy potentes para Claudio. Su pija empezó a escupir gruesos chorros de leche, y Susana los recibió con la boca abierta. Ella se la tragó, junto con una buena porción de pija. Estuvo un largo rato haciéndole un pete a su hijo… tanto que incluso consiguió que Claudio acabara por segunda vez. 

Y así fue, Melinda, cómo Susana se convirtió en la puta de su hijo… y esto fue literal. Ella dejó de compartir el lecho con su marido, argumentó que prefería tener una habitación para ella sola. El cornudo le cumplió este capricho y le acondicionó como dormitorio una oficina que nunca usaba. Y ese pasó a ser el “nidito de amor” de Susana y su hijo. Allí se encontraban cada noche, para coger como animales. Con el tiempo, y con mucha práctica, aprendieron a hacerlo sin hacer mucho ruido.

Pero cuando el marido de Susana no estaba, y solo se quedaba ella con su hijo, la muy puta gritaba, gemía y pataleaba todo lo que podía, mientras Claudio la clavaba por todos los agujeros… pero principalmente por el culo, que era por donde a ella le gustaba más. 

Y eso es todo… por ahora. Más adelante te traeré nuevas “aventuras”, porque durante mis años en SpyCam vi un montón de cosas que merecen ser contadas. 



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