Strip Póker En Familia [16].

 



Modelo de la Foto: Ryden Armani



Lista con todos los capítulos:

Strip Póker en Familia.





Capítulo 16.


La Confesión de Mayra.

A veces se producen silencios incómodos, pero este adjetivo se queda corto a la hora de describir la embarazosa quietud que reinaba en la sala. No sólo nadie se atrevía a hablar sino que, al mismo tiempo, intentábamos esquivarnos con la mirada; sin embargo, al ser cinco personas completamente desnudas y excitadas, esto resultaba imposible. 

—Disculpen, pero ya no tengo ganas de seguir jugando —dijo mi madre, rompiendo el silencio, mientras se ponía de pie. 

Nadie le respondió, sólo vimos cómo caminaba con paso firme, meneando su cadera, hacia el pasillo. Al principio creí que entraría en su dormitorio, ya que estiró la mano hacia el picaporte de su puerta; pero, al parecer, recordó que su cuñada estaba encerrada allí dentro, por lo que continuó caminando hasta el baño. Allí la perdí de vista. 

—Siempre hay alguien que arruina todo —dijo Mayra, ofuscada. Se puso de pie estrepitosamente arañando el piso con las patas de la silla, y salió caminando detrás de su madre; pero ella continuó por el pasillo hasta ingresar al dormitorio que compartíamos.

—¿Querés una cerveza Pepe? —le propuso mi tío Alberto a mi padre y éste accedió encantado.

Supe que no era más que una excusa para abandonar la sala, ambos se pusieron su ropa interior y se dirigieron a la cocina, poco tiempo después escuché ruido de botellas. No imaginaba de qué podrían hablar dos hombres adultos luego de haber participado de semejante juego ¿debatirían quién tenía la mejor cola entre las mujeres? Tal vez sólo ignorarían el tema; harían de cuenta que nada de eso ocurrió y charlarían de algún tema irrelevante. 

Me quedé sola con mi hermano y mi primo, no podía creer cómo había cambiado todo en tan poco tiempo, a estas alturas yo podría estar siendo penetrada por mi padre, y disfrutando de uno de los momentos más morbosos de mi vida; pero mi maldita tía lo arruinó todo; con su apático discurso le quitó el alma al juego. 

Hace unos días mi mamá me encomendó la tarea de convencer a los integrantes de mi familia de volver a participar en el juego. Lo disfruté, pero me dejó agotada física y mentalmente. Ahora no me siento con ánimo ni fuerzas para emprender otra vez esa tarea. No puedo hacerlo sola y mucho menos si tengo la sensación de que algunos miembros de mi familia están enojados conmigo.

Sentada, desnuda y sola frente a Ariel y Erik me sentí como un blanco conejito frente a dos lobos feroces y hambrientos, no quise quedarme allí ni por un segundo más. Sin decir una palabra, me puse de pie y me dirigí hasta mi cuarto. Prefería enfrentarme a la furia de Mayra antes que a dos gruesos penes erectos que soñaban con colarse en mis agujeritos. Si bien la idea no me desagradaba para nada, no quería ser yo la única que continuara actuando como una puta mientras todos los demás habían decidido poner fin a los juegos.

Caminé por el pasillo sin mirar atrás. Podía sentir cómo los ojos de mi hermano y de mi primo se clavaban en mi culo. Debo admitir que dudé al estar parada frente a la puerta de mi dormitorio, imágenes como diapositivas invadieron mi mente, en ellas podía verme tendida en una cama envuelta entre las piernas y los brazos de mi primo y mi hermano, siendo penetrada por uno y succionando ávidamente el pene del otro; pero estas imágenes quedarían sólo en mi imaginación. 

Lo primero que vi al abrir la puerta del dormitorio, fue a mi hermana pequeña tendida en su cama con las piernas abiertas, masturbándose frenéticamente; introducía dos dedos de su mano derecha en el dilatado orificio de su pequeña almeja. Su brazo izquierdo cruzaba por debajo de su cuerpo, llegando su mano hasta la cola, tenía el dedo mayor enterrado en su culo y lo movía hacia adentro y hacia afuera a un ritmo que no coordinaba con el de su otra mano. En cuanto abrió los ojos y me vio se sobresaltó y apartó las manos como si se hubiera quemado con algo caliente. La sorpresa no le duró mucho; ya que, en un parpadeo, su expresión pasó a ser de furia, la cual estaba dirigida en su totalidad hacia mí.  

—¿Por qué no golpeás antes de entrar? —me gritó sentándose sobre la almohada. 

—Porque también es mi cuarto.

—Pero sabías que yo estaba adentro.

—No imaginé que estuvieras pajeándote —cerré la puerta y me tiré en mi cama— podés seguir, no me molesta.  

—Lo que haga no es asunto tuyo. 

—¿Pero lo que yo hago sí es asunto tuyo? 

—Lo que vos hacés es joderme la vida. 

—¡Ay Mayra, basta! —me senté en el borde de mi cama y la miré directamente a los ojos—. Me cansaste, pendeja. No tengo por qué tolerar tus maltratos, si tenés algún problema conmigo vení y arreglalo como mujer, no como una chiquilina —apreté mi puño y la amenacé con él.

—Yo no quiero pegarte —dijo asustada. Desde pequeñas no llegábamos a la violencia física, pero ya me había agotado; estaba dispuesta a darle un buen golpe si la situación lo requería. 

—Algo vas a tener que hacer. Lo que pasó con el tío no va a cambiar… ya pasó. Sé que a vos te gusta, no pensé que te gustara tanto ¿Estás enamorada de él? Porque otra explicación no encuentro para que te enojes conmigo de esa forma, por haberme acostado con él. Si hubiera sabido lo que sentías por él, creeme que no hubiera hecho lo que hice. 

—Al tío Alberto lo quiero mucho… pero no estoy enamorada de él —se sentó en su cama frente a mí, nuestras rodillas casi se tocaban.

—Me acosté con él porque estaba caliente, no porque quisiera lastimarte ni competir con vos; te juro que, entre tanto toqueteo, ni siquiera me detuve a pensar en lo que hacía. Te pido disculpas pero ya no puedo revertir lo que pasó. Si no estás enamorada de él ¿por qué te enojaste tanto conmigo? —Agachó la cabeza intentando esquivar mi mirada penetrante—. Vamos Mayra, contestame; porque sinceramente ya me cansé de aguantar toda tu bronca, me hace muy mal. Siempre nos llevamos muy bien, me duele mucho saber que me odiás.

—No te odio —dijo con voz suave.

—¿Entonces por qué me tratás así? ¿Celos? ¿Te molestó que el tío se fijara en mí? ¿Creés que sos menos linda? Vos sos la más hermosa de esta familia… si se acostó conmigo fue porque me tuvo más fácil, no porque me prefiriera antes que a vos. 

—También te acostaste con Erik —me dijo apenada.

—¿Cómo sabés?

—¡Porque los vi! Un día escuché ruidos en su cuarto y abrí la puerta. Te vi a vos en cuatro arriba de la cama… entregándole la cola. Eso me molestó mucho. 

—¿El problema es por Erik? —De pronto recordé que mi hermano aseguraba estar enamorado de mí, tal vez a Mayra le pasaba algo similar con él—. ¿Tenés algún sentimiento especial por Erik?

—¿Qué? —Levantó la cabeza y me miró a los ojos—. No, nada que ver. Puede ser mi hermano, pero casi no lo conozco. Además es bastante bruto… y para bruto ya lo tengo al tío Alberto; que al menos es un bruto simpático... y lo quiero.  

—Cada vez entiendo menos, Mayra. ¿Te enojaste por haberme acostado con ellos, o no?

—Sí. 

—¿Por qué motivo en particular? Por favor, decímelo. Necesito saber por qué me maltratás tanto. 

—Porque estoy enamorada de vos ¡Ya está, te lo dije! ¿Contenta? —me lanzó una última mirada furiosa y se arrojó bocabajo en la cama, hundiendo la cabeza contra la almohada. 

Quedé con la mirada perdida, apuntando hacia las blancas y redondas nalgas de mi hermana. Intentaba asimilar las palabras que había escuchado; pero una reacción inversa en mi interior me impedía completar el proceso. 

—Ni siquiera sé por qué te lo conté —continuó diciendo Mayra; su voz sonaba ahogada por culpa de la almohada. 

Mi cabeza era un caos, no podía hilar dos pensamientos juntos, hice un gran esfuerzo por concentrarme y le dije la única palabra que encontré:

—Perdón. 

Ella volteó la cara y miró con sus grandes ojos enrojecidos por las lágrimas.

—Te pido perdón Mayra, si hubiera sabido antes que te pasaba algo así conmigo no me hubiera comportado de esa forma y lo hubiéramos hablado, al menos.

—¿Lo decís en serio? —Volvió a sentarse delante de mí— ¿no me vas a salir con todo ese discurso de “somos hermanas”?

—No, porque sé que decir eso no sirve de nada —lo había aprendido con Erik pero no quería contárselo—. Respeto tus sentimientos, no tengo idea de cómo llegaste a quererme de esa forma… supongo que fue por culpa del juego, pero sea como sea, es algo que te pasa de verdad… y por más que no lo entienda, tengo que respetártelo. 

—Me sorprendas Nadia, nunca te había visto tan… sensata —dijo limpiándose las lágrimas con la punta de su sábana. 

—Es que durante estas últimas semanas aprendí muchas cosas de la vida, cosas que no me había planteado nunca y que jamás había imaginado. Nuestra familia quedó marcada y esa marca es indeleble. 

—Eso es cierto, pero yo no me… enamoré de vos por culpa del juego de póker.

—¿No?

—No, ese juego sólo me sirvió de excusa para acercarme más a vos. Estos sentimientos me enloquecieron durante mucho tiempo; es algo que fue creciendo de a poco y mientras más tiempo pasaba a tu lado, en este cuarto, más me atraías. Más linda te veía, más ganas tenía de besarte, acariciarte… decirte todo lo que tenía guardado adentro. Siempre te vi como mi modelo a seguir, si bien no sos la más inteligente de la familia, sos la más noble. Vos sos la que siempre nos mantiene unidos.

—¿Yo? Pensé que era mamá la que se encargaba de eso… y más de una vez me pareció que me mirabas raro; pero jamás sospeché que pudiera ser porque sentías algún tipo de atracción hacia mí. 

—Mamá sólo te apoya, pero siempre te dice “Nadia, hablale a tu hermano sobre tal cosa”; “Nadia, tu tío anda triste, preguntale si quiere hacer algo para divertirse”; “Nadia, tu hermana tiene un examen muy difícil dentro de poco tiempo ¿podés darle una mano?”

—Eso es cierto… pero no quiere decir que sea yo la que mantenga a la familia unida.

—Claro que sí, mamá es inteligente y sabe leer bien a las personas, pero vos tenés la particularidad de ser la que todos más quieren en esta casa, a la que todos escuchan, la que todos quieren tener cerca cuando nos sentamos a comer. ¿No te diste cuenta que siempre están todos rotando en las sillas y vos sos la única que siempre tiene su lugar fijo?

—Nunca lo vi de esa forma.

—Va siendo hora de que te enteres, porque cuando vos no estás, la casa es muy triste; se vuelve gris y nadie habla con nadie. Si vos te deprimís, todos se deprimen. Sos el eje que sostiene a esta familia. Estos últimos días fueron horribles para todos, sabíamos que vos estabas triste y nadie sabía el por qué… solamente yo… y mamá. 

—¿Qué es lo que sabe mamá?

—Ella sabe lo que siento por vos, se lo conté después del juego… primero se lo planteé de otra forma, ella también creyó que yo estaba enamorada del tío Alberto… espero que el tío no lo piense así porque se puede llevar una gran desilusión y no quiero lastimarlo. Tuve que confesar que mis sentimientos eran hacia vos.

—¿Cómo reaccionó ella? —la garganta me dolía por estar conteniendo tanta angustia en mi interior.

—Se lo tomó bastante bien, me dijo que me entendía perfectamente y me recomendó que lo hablara con vos. Ella sabía que nosotras… lo hicimos… tampoco se enojó por esto. Fue todo muy raro, creí que me iba a asesinar; pero pasó todo lo contrario, me apoyó totalmente.

—¿Ves? Esa es mamá. Ella es fuerte, es la que siempre toma las riendas.

—Eso lo hace porque sabe que siempre tiene tu apoyo, me lo dijo mil veces; vos le facilitás la vida —esas palabras me conmovieron—, en realidad se la facilitás a todos en esta casa, todos te siguen a vos o se sostienen de vos. 

—¿Segura? Cuando jugamos al póker por primera vez, todos se pusieron en mi contra —le recordé.

—Nadie se puso en tu contra, vos eras la que guiaba el juego.

—¿Qué decís Mayra? La que guió el juego todo el tiempo fue mamá. 

—Ella sólo dio las indicaciones básicas, pero todos jugábamos porque queríamos verte a vos… a mí me puso sumamente cachonda ver cómo te oponías a seguir jugando pero después terminabas haciendo lo que te pedían. Mientras vos siguieras con esa actitud, todos íbamos a querer jugar… y después yo tuve la enorme suerte de acostarme con vos esa misma noche. Para mí fue muy especial, fue el sueño que tuve durante mucho tiempo. Recién me estaba tocando… pensando en lo que hicimos juntas esa noche… y lo que pasó después. No te imaginás la cantidad de veces que fantaseé con la idea de que, durante la noche, te metías en mi cama por sorpresa y, sin decirme nada, me besabas. 

—Todo esto es mucha información para mí, no me ahogues Mayra, acordate que yo no soy la más inteligente de la familia. Me cuesta bastante asimilar todo. 

—Pero tampoco sos Erik. ¿Sabías que él también se muere por vos? Bah, no estoy segura, pero se la pasa diciendo “Nadia esto”; “Nadia aquello”; “Nadia lo otro”… y se le para la verga cada vez que andás cerca con poca ropa o con algún pantalón ajustado… yo le paso por al lado en tanga y ni me mira… una vez me metí la tanga en la concha y le pasé por adelante como tres veces mientras iba y venía de la cocina. Él se quedó leyendo un libro de no sé qué… ni siquiera levantó la mirada… ¿por qué me mirás así? ¿No me creés?

—Perdón, te miro así porque estoy sorprendida, por tu actitud. Te creo todo… menos lo de Erik leyendo. Lo conozco desde que nací y no recuerdo haberlo visto nunca con un libro. 

—Estaba con un libro…

—Mayra, vos sos inteligente. ¿Por qué no hacés uso de tu cabecita? ¿Qué te dice la actitud de Erik? Analizalo como si vos fueras otra persona… ¿cómo reaccionó él al ver a una chica, que es su hermana, desfilando provocativamente frente a él?

—Se escondió… atrás de lo primero que encontró. 

—¿Por qué?

—No sé… ¿será maricón?

—Creeme que no lo es. A mí me lo demostró muy claramente, no me pude sentar normalmente durante tres días después de que él me agarró por atrás. Hay algo que noté la vez pasada, entre Erik y vos.

—¿Qué cosa?

—Él te tiene miedo. En realidad tiene miedo de verte como mujer. A mí me ve así y le cuesta contenerse, a mamá la ve de la misma forma y si le dan la oportunidad, se la coge sin dudarlo… pero vos sos la nena chiquita de la familia, la muñequita de porcelana, él tiene miedo de que te rompas si te agarra…

—Que me rompa… —me dijo libidinosa— ¿Ves? Siempre me hacés lo mismo… me calentás. Ahora no puedo dejar de imaginarme con Erik. ¿Coge bien?

—Sí, creo que es lo único que sabe hacer bien —las dos nos reímos al mismo tiempo.

Mayra se abalanzó sobre mí y me envolvió con sus brazos, pude sentir sus pequeños pechos chocando contra los míos y su húmeda vagina posándose en mi pierna izquierda, comenzó a llenar mi cara de besos, algunos se estrellaron contra mis labios. No sabía cómo reaccionar, pude detenerla pero tenía miedo de ofenderla.

—Me pone muy contenta que volvamos a estar bien —me dijo mirándome fijamente a los ojos sin dejar de abrazarme. 

—A… a mí también… creme que… yo… no…

—¿Qué pasa? ¿Te pongo nerviosa?

—Un poco… sí.

—¿A vos te gustan las mujeres?

—Este… sí, un poco.

—Un poco… un poco… ¿es lo único que vas a decir? Sé más directa.

—Me puedo calentar viendo una mujer… y me puedo acostar con una sin sentirme culpable. ¿Eso querías saber?

—Sí.

—¿Vos sentís algo especial por las mujeres? —le pregunté sin poder apartar la mirada de sus expresivos ojos oscuros. 

—Sí, te lo quería contar… hasta que me enojé con vos. Creo que podría afirmar que soy lesbiana.

—¿Tanto? ¿No habías estado con tu profesor?

—Eso sólo lo hice porque quería corroborar si me gustaban los hombres.

—¿Y te gustó?

—Sexualmente, sí —se movió un poco y su sexo se frotó contra mi muslo—; pero no sentí nada en particular. Me pone cachonda estar con un hombre, más si me resulta simpático; pero lo que realmente me volvió loca fue hacer el amor con vos —de pronto volvió a ser la misma Mayra de siempre, radiante, simpática, con toques de timidez e inocencia. Me tomó de las manos y sin darme tiempo a nada, me besó; su lengua escarbó en las profundidades de mi boca. El beso se extendió durante largos segundos—. No soy tonta Nadia —dijo después—, sé que vos nunca vas a sentir lo mismo por mí, me jode que así sea pero ya me lo demostraste; de muy mala manera, por cierto. Me jodió mucho ver con qué facilidad te acostabas con el tío y también con Erik, como si yo no hubiera significado nada para vos. Fui una boluda al creer que lo nuestro había sido especial.

—Creeme que lo fue, así lo sentí… tuve sexo con mi hermana, carajo. ¿Te creés que no me quedé pensando en eso? Todavía lo pienso… a veces escucho a alguna de mis compañeras decir “No soporto a mi hermana, me tiene harta”, y yo pienso “¿No probaste chupándole la concha? Tal vez así te disguste menos” —estas palabras la hicieron sonreír de una forma muy tierna—. Somos especiales porque estas cosas no las hace todo el mundo, Mayra. Pero vos estás siendo injusta conmigo, vos hiciste… cosas con el tío después de que nosotras nos acostamos; lo que sentías por mí no te impidió hacerlo.

—Eso fue muy diferente, yo sólo se la chupé al tío. 

—¿Entonces hay un límite que no se puede cruzar? No entiendo Mayra, en mi opinión vos te enojaste y punto… ni siquiera tiene mucha lógica.

—Los sentimientos son así, Nadia. No tienen mucha lógica, yo te amo pero a veces me dan ganas de matarte. Algo que siempre me molestó de vos es tu tendencia a analizarlo todo, dejá que las cosas fluyan de vez en cuando. Con o sin lógica, lo que hiciste me hizo muy mal. Punto. 

—Te pido disculpas… yo…

—Eso tampoco puedo perdonártelo, estoy dolida y no se me va  a pasar —al contrario de lo que denotaban sus palabras, me abrazó con mayor fuerza—; pero no quiere decir que quiera pegarte.

—No quiero que me pegues, pero tampoco quiero que me sigas torturando. Me hace mierda que me trates así.

—Creeme que a mí me duele tanto como a vos.

—¿Entonces por qué lo hacés?

—Por estúpida. Me jode toda esta situación y como me causa tanta impotencia, me la agarro con vos.

—Que soy la culpable de todo.

—Exactamente. 

—Cuánta franqueza.

—De ahora en más voy a ser honesta con vos.

—Brutalmente honesta.

—La verdad duele.

—¿El dicho no era: “La verdad no duele”?

—Eso es una pelotudez sin sentido. Claro que duele la verdad, de lo contrario no habría dolor en el mundo. A vos te rechaza el amor de tu vida y te va a doler, pero esa persona te dijo la verdad: “No quiero estar con vos”. 

—No lo había pensado de esa forma. Es interesante tu punto de vista —me regaló una linda sonrisa—. ¿Y ahora qué vamos a hacer? 

—¿Querés ser mi novia? —el corazón me dio un vuelco.

—¿Qué? No… no puedo… no. ¿Vos estás loca?

—Está bien… ya entendí… ya entendí; pero tenía que intentarlo, al menos… decime si no hubiera sido lindo. 

—Hubiera sido muy enfermizo… ¿Te imaginás que tenga que presentarte a mis amigas? “Esta es mi hermana Mayra, ah… por cierto, también es mi novia”.

—Suena bastante a una locura, si lo explicás de esa manera. Yo me refería a una relación sobre la cual nadie tiene que enterarse, sólo vos y yo.

—Me vas a ocasionar un ataque de angustia, Mayra.

—No te hagas la víctima, Nadia. Acá la que sale perdiendo soy yo. Vos vas a seguir cogiendo con todo el mundo y ahora me vas a ver a mí como a un bicho raro, no vas a querer pasar otra noche conmigo… te vas a acostar con todos en esta casa, menos conmigo.

—No dije eso… a mí me gustó lo que pasó con vos. Creeme, fue mi primera experiencia con una mujer… y con la más linda que conozco. Creeme también que si yo quisiera ser lesbiana, vos serías mi primera opción. 

—Tendré que conformarme con eso —pegó más su cuerpo al mío y me estrujó entre sus brazos, a pesar de ser tan pequeña, su fuerza era sorprendente; fue una suerte que no haya querido golpearme. Mis tetas estaban tan apretadas que temí que fueran a estallar—. Te quiero mucho Nadia —lo dijo con tanta honestidad que me provocó un nudo en la garganta.

—Me vas a hacer llorar.

—Entonces no se habla más del tema. Sé cuándo aflojar.

—¿Estás segura? A mí no me aflojaste ni un segundo.

—Porque sabía que si aflojaba me ponía triste e iba a terminar llorando por los rincones. Es más fácil estar enojada que estar sintiendo lástima por una misma. Mañana ya tendré tiempo para eso, hoy no quiero. 

—¿Vamos a dormir? —no tenía sueño pero tampoco se me ocurría otra cosa, necesitaba tiempo para pensar.

—Ni loca… con toda la gente que hay desnuda allá afuera. Mirá si terminan cogiendo y… pucha, pobre mamá. La dejamos sola contra los cuatro. La van a matar.

—No creo que estén jugando, cuando yo me levanté de la mesa ella ya se había ido. Creo que se está bañando.

—Yo estoy re caliente.

—¿No que estabas llorando?

—Eso ya pasó. Madurá Nadia, no podés estar llorando toda la vida; también hay que divertirse. Estaba caliente mientras jugábamos; seguía caliente cuando entraste y me interrumpiste… y sigo caliente ahora que te tengo cerca. 

—El juego se suspendió —intenté desviar el tema.

—Se suspendió mientras vos no quieras seguir jugando. Creeme que basta con que lo reanudes para que todos te sigan… bueno, la tía no; ella es una amargada de alma y corazón. ¿Qué decís, vas a seguir?

—No estoy de ánimo… todo esto que me dijiste me dejó en estado de shock. Además no quiero que vuelvas a enojarte conmigo… mirá si me ponen algún desafío con alguien, con Erik por ejemplo, y vos te enojás.

—No me voy a enojar, porque sé que va a ser por el juego. A mí lo que me jode es que elijas a otra persona cuando no estamos jugando. Que los elijas sabiendo que yo estoy a tu entera disposición.

—Eso no va a cambiar, Mayra. Algún día me voy a acostar con otra persona, por elección. ¿Quién sabe? Tal vez algún día yo también me enamore de alguien. 

—Lo sé… lo sé… pero no quiero pensarlo, no ahora. Ahora quiero divertirme, lo necesito… sino me voy a deprimir otra vez. ¿Volvemos al juego? Hacelo por mí. 

—No sé, estaba excitada pero ya me enfrié.

—De eso me encargo yo. Abrí las piernas.

—No, dejá —forcejeé con ella porque quería empujarme hacia atrás en la cama—. No tengo ganas.

—Abrí las piernas, te digo.

—Basta Mayra, me vas a hacer mal.

—Lo único que voy a hacer es chuparte la concha. No te vas a morir por eso. 

—No quiero que lo hagas…

—Por favor Nadia… fueron muchos días de abstinencia… necesito chupar una…

—No me la chupaste tantas veces… dudo que padezcas de algún síndrome de abstinencia.

—Justamente por eso lo necesito, porque pude probarlo pocas veces… y me lo quitaron.

—Vos sola te lo quitaste… ¡Ay! —me empujó con tanta fuerza que caí de espalda contra la cama.  

Rápidamente consiguió ponerse de rodillas entre las dos camas y me obligó a separar las piernas; no tuve ni un segundo para quejarme, su lengua me invadió completamente la vagina. Solté un fuerte suspiro ya que la sensación de placer fue repentina e intensa, había tomado por sorpresa a mi cuerpecito. Me di cuenta de que era inútil luchar, cuando a Mayra se le metía algo en la cabeza, era imposible sacárselo. Volví a gemir al mismo tiempo que relajaba mi cuerpo, meneé mis caderas y dejé que mis manos quedaran libres a los lados de mi cabeza mientras una pequeña boca succionaba mi clítoris con enorme intensidad. 

—¡Cómo extrañaba esto! —dijo Mayra.

Sólo dejó de chupar para hablar, ni bien dijo la última sílaba retomó su trabajo. Mi mente se puso en blanco y mi cuerpo comenzó a arder. Tuve espasmos involuntarios y fuertes dolores en mi abdomen; pero no eran nada comparado con el placer que sentía en mi jugosa conchita. 

—Disfrutala, mi amor —le dije entre jadeos— si te gustan las conchas, entonces podés jugar con la mía cuando quieras. 

—Cómo se nota que ya estás caliente.

—Mucho. Podés seguir… —levanté mis pies hasta apoyarlos al borde de la cama, esto le permitía a mi hermana escarbar más profundo en mi intimidad—. Chupame la concha… eso así, así… ¡uf! Cómo me gusta… Te prometo algo Mayra —le dije entre gemidos— no podés ser mi novia, pero cada vez que quieras coger con una chica… ¡ay, que rico! —me dio un leve mordisco en el clítoris— cada vez… que quieras estar con una mujer, no tenés más que pedírmelo.

—¿De verdad? —levantó la cabeza y yo pegué mi mentón a mi pecho para poder mirarla a los ojos.

—Sí hermosa, de verdad. 

—Esa es la mejor noticia que me podías dar.

Se lanzó sobre mi cuerpo y buscó mi boca con su lengua, los dedos de su mano izquierda se metieron directamente por el agujero de mi vagina; comenzó a violarme con ellos… aunque era una violación voluntaria. La acompañé con el beso y luego busqué su pequeña conchita. Masturbarla me causó mucho placer, ya que podía escucharla gemir y notaba cada espasmo de su cuerpo contra el mío. 

—Haceme acabar —me pidió gimiendo junto a mi oído.

Aceleré el movimiento de mis dedos, su pequeño clítoris se sacudía entre mis dedos, me agradaba mucho poder sentir la humedad de su sexo. Algo en mi interior me decía que le debía muchas cosas a esta mujercita, ella fue cruel conmigo sólo porque la lastimé… yo no lo sabía, pero el dolor que sintió fue real. Quise remediar eso de alguna forma.

—Ahora quiero ser yo la que se coma esa concha tan divina. ¿Me la vas a dar mi amor? 

—¡Sí! —Respondió al instante abriendo grande los ojos como si fuera un chico abriendo sus regalos de cumpleaños— ¡Es toda tuya!

Hice mi mejor esfuerzo por satisfacerla, apenas estuve entre sus piernas di un fuerte chupón a su clítoris, el sabor salado de su sexo me agradó más de lo que me había imaginado… o de lo que recordaba… esto de chupar conchas no estaba nada mal, debía considerarlo parte importante en mi vida sexual de ahora en adelante. Acompañé mis lamidas con suaves caricias en la colita de Mayra, si a ella le gustaba tener sus dedos dentro, seguramente le agradaría tener los míos. Empujé un poquito hacia adentro con mi dedo índice, ella levantó las piernas demostrándome que quería que yo continuase… y así lo hice. Hundí el dedo hasta la primera falange, sin dejar de lamer su clítoris, y luego la penetré más profundo, ella soltó un agudo gemido que me hizo estremecer de puro gusto. 

—Eso es lo que más me gusta de vos —le dije casi sin dejar de chupar— a veces parecés una nenita inocente y desprotegida, es sumamente morboso verte excitada.

—No me gusta que me vean como una nena, ya soy una adulta… ¡ah! —gritó de placer cuando comencé a meter y a sacar rápidamente el dedo. 

—No seas tonta, mi amor, es lo más lindo que tenés. Podés usarlo a tu favor… al tío lo debe volver loco verte de esa forma.

—Es cierto… ¡Ah! Sí, seguí…

—Contame… —le pedí mientras volvía a comerme su clítoris.

—A él le gusta decir que soy su muñequita —mientras hablaba se retorcía—. Le gusta que le haga bailecitos eróticos… que me desnude de a poco… tocarme un poquito.

—¿Y nunca te la mete?

—No, a veces hacemos un… ¡ay Nadia, sí seguí así!... Hacemos un jueguito, yo bailo desnuda y me voy sentando de a poquito arriba de su verga… me la mete un poquito por la cola… pero sólo un… ¡ah!... un poquito. Me gusta… me gusta mucho.

No sabía si lo decía por lo que hacía con su degenerado tío o por las chupadas que le estaba dando yo, no culpaba a Alberto por comportarse así con su sobrina; él, en parte, contaba con el apoyo de la familia, nosotros le dijimos, de forma indirecta, que tenía permitido jugar de esa forma con la pequeña. 

La suma de mis intensas lamidas con los recuerdos evocados por la pequeña la ayudaron a alcanzar un clímax casi frenético, en el que arqueó su espalda y gimió con fuerza mientras se estrujaba sus pequeños pechos con las manos. En mi boca recibí una mayor cantidad de jugos, los cuales bebí con gran satisfacción; sentía que ahora estaba a mano con mi hermana… o casi. Al menos no me sentía tan culpable. 

—Sos… sos espectacular Nadia —me dijo sin dejar de jadear—. Me encanta hacerlo con vos. 

—Va a ser nuestro secretito ¿sí?

—Sí, te lo prometo, no le cuento a nadie.

—Así me gusta… ¿y ahora qué?

—Ya es hora.

—¿De qué?

—De arruinar del todo a nuestra familia… o unirla para siempre. Vamos.

Se puso de pie rápidamente y de un tirón en la mano me obligó a pararme, me costó hacer pie pero salimos juntas de mi cuarto; desnudas y sumamente excitadas. 

En pocos minutos Mayra había logrado llevarme a un estado de excitación en el que lo único que podía pensar era en sexo; pero mi algarabía también tenía mucho que ver con las palabras de mi hermana y su actitud frente a un tema tan delicado. 

En este momento soy capaz de pedirle al primer hombre que me cruce que me la meta toda, que me parta al medio allí mismo, en el piso o contra la pared. Quiero que me cojan.  



----------------------------------------

Si les gustan mis relatos eróticos, y quieren leer más, pueden apoyarme donando en mi página de Patreon. Esto me ayudaría mucho a dedicar más tiempo a la escritura. Quienes colaboren podrán leer mis relatos nuevos varias semanas antes de que los haga públicos. 




También pueden seguirme en Twitter, donde anuncio cuando publico un nuevo relato.


-----------------------------------------

Comentarios

La Mansión de la Lujuria

Aislado Entre Mujeres

Mi Vecino Superdotado

Intriga Lasciva - El Instituto

La MILF más Deseada

Strip Póker en Familia

El Fruto del Incesto (Malditas Uvas)

Terapia Sexual Intensiva

Transferencia Erótica

Libres en la Oscuridad

Venus a la Deriva [Lucrecia]

Ayudando a Mamá