Paraíso Voyeur [13].



Lista con todos los capítulos:



 Modelo de la foto: Mila Azul. 


13 - Alondra.



ーHola, Melinda ーIsadora Allman saludó a la cámaraー. Hoy estoy muy nerviosa porque hace dos días me animé, por fin, a darte todo el material que grabé para vos. Te noté muy sorprendida y me preguntaste por qué no te contaba sobre esas cosas en persona, ¿por qué prefería usar el formato de videos? La razón es sencilla: porque no me animo a contarte esas cosas mirándote a la cara. Nosotras no tenemos la mejor relación madre e hija del mundo. Pasaste la mayor parte de tu vida viviendo con tu tía Alondra. Ella te crió como si fueras su hija. Alondra y yo nunca nos llevamos muy bien que digamos, somos muy distintas. Ella parece una mujer nacida y criada en el siglo XVIII, en cambio yo siempre busqué experimentar grandes emociones. Alondra no sabe nada de los secretos de SpyCam, si supiera tan solo la mitad de lo que te conté, no me hablaría nunca más en la vida… e incluso quizás me denunciaría a la policía. Bueno, no sé por qué estoy repitiendo todo esto, si ya te lo dije en persona. Quizás porque me da miedo no haber sido lo suficientemente clara: por favor, Melinda, sé que apreciás mucho a tu tía Alondra; pero no le cuentes nada de SpyCam. 

>Durante estos últimos dos días no me dijiste ni una palabra, apenas si saliste de tu cuarto… me gustaría pensar que es porque estás disfrutando mucho del material que te pasé. Pero también me da un poquito de miedo que pienses que soy una loca, y que estés enojada conmigo. No lo sé, eso lo descubriré cuando por fin te decidas a hablarme. Mientras tanto, seguiré contándote anécdotas. Sin embargo esta vez no te voy a contar algo relacionado a uno de los inquilinos de los edificios que me tocó custodiar, sino que te voy a hablar de mi relación con mi hermana mayor. Como dije, nunca me llevé bien con Alondra, pero hubo un tiempo en el que nos llevábamos un poco mejor. Hasta que ocurrió lo que te voy a contar.


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Me estaba habituando a mi trabajo en SpyCam, cada día lo disfrutaba más y te juro que a veces no quería irme a dormir, porque lo de espiar gente se convirtió en un fuerte vicio para mí… y lo sigue siendo. 

Un día me llamó Alondra y me dijo que quería conocer mi nuevo departamento. ¿Cómo le iba a decir que no a mi propia hermana? 

Pero antes de hablarte de esto, tengo que presentarte a Rogelio, uno de los inquilinos del edificio en el que vivo. ¿Cómo puedo describir a Rogelio? Quizás la forma más sencilla sea diciendo que es el tipo que te mete mano en una discoteca, sin pedir permiso… pero que tiene tanto encanto que, si estás un poquito pasada de copas, te dejás tocar. 

Pelo castaño, ojos azules, mandíbula cuadrada y una sonrisa que me recuerda a la de Harrison Ford… aunque en realidad no se parece al actor, solo tiene un gesto similar al sonreír. 

Lo conocí una tarde, cuando nos cruzamos en el ascensor. Como hacía calor, yo decidí usar una remera sin mangas muy escotada, y no solo parecía que mis tetas estuvieran saltando en plena libertad, sino que además se me marcaban mucho los pezones. 

Mientras subíamos él no dejó de mirarme, y como no tiene miedo de encarar, empezó a hacerme comentarios con doble sentido, insinuando que la nueva encargada de seguridad estaba muy buena. Yo le seguí el juego por una sencilla razón: me pareció simpático. 

No me juzgues, Melinda, tenés que entender que estaba viviendo unos días sumamente eróticos, y que un tipo con tanto encanto se me insinuara, me gustó. También me agradó que él fuera, por lo menos, veinte años mayor que yo. 

Desde el día que lo conocí nos cruzamos varias veces, él seguía con sus comentarios aduladores, y yo le seguía el jueguito diciéndole cosas como: “Si tuviéramos la misma edad, me lo pensaría”. Si te soy sincera, no pretendía que esto llegara más lejos. Con ese jueguito de insinuaciones yo estaba muy bien. Aunque debo reconocer que ese juego a veces involucraba ciertos… roces.

Un día él me acarició una nalga, justo antes de salir del ascensor. Otra vez me arrimó por detrás, y me rodeó con sus brazos, tal y como había hecho Claudio con su madre. Le permití eso porque en cuanto sentí su bulto contra mi cola, se me hizo agua la concha. Ahí sí derrapé un poquito. Pero no pasó más que eso. 

Cuando llegó el día en que Alondra me visitó, tuvimos la desgracia (o la fortuna) de cruzarnos con Rogelio en el ascensor. Bueno, Melinda, vos ya conocés a tu tía, y sabés que ella tiene un físico privilegiado; no es tan tetona como yo, pero es muy linda de cara, eso la hace aún más atractiva que yo. Ese día Alondra estaba vestida con un largo vestido que le llegaba hasta los tobillos, no mostraba ni un poquito de sus pechos o de sus piernas, sin embargo bajo esa tela su prominente silueta era fácil de adivinar.  

Rogelio siempre me miró sin disimulo, pero esta vez su atención se centró totalmente en Alondra. Ella estaba muy seria, mirando hacia la puerta cerrada del ascensor, haciendo lo posible para ignorarlo.

ーHola, Isadora ーsaludó Rogelioー. ¿Quién es la bonita dama que te acompaña?

ーElla es mi hermana menor ーle dije, con una sonrisa picaronaー. Se llama Alondra y tiene dieciocho años.

ー¿Solamente dieciocho? Con ese cuerpo creí que tenía por lo menos veinticinco. 

Alondra giró rápidamente su cabeza y lo fulminó con la mirada; pero yo le seguí el jueguito.

ー¿Viste? Mi hermana es preciosa… y está soltera ーle guiñé un ojo. Esta vez Alondra me fulminó a mí.

ーAlondra, tenés nombre de ave. Si querés después pasá por mi departamento y te muestro el lindo ganso que tengo.

Solté una carcajada al instante, pero a mi hermana no le hizo ni un poquito de gracia.

ー¡Sos un guarango! ーLe espetó. 

ーNo te enojes, linda, va con onda. Tu hermana sabe que soy inofensivo… si yo fuera peligroso, esta putita ya tendría el culo roto. ーAl decir eso me manoteó una nalga. Los ojos de mi hermana se abrieron como platos.

ーRogelio tiene razón, Alondra. No es peligroso… solo es un poquito…

ーDegenerado ーdijo ellaー. No sé en qué andarás con mi hermana, pero a mí no me conocés. No me hables así.

ー¿Me vas a decir que no te morís de ganas de ver el ganso que tengo? Es gordito y está bien alimentado. 

ー¡Qué zarpado que sos! Isadora, ¿no le vas a decir nada a este tipo?

Yo me estaba tapando la boca para no alterar a todo el edificio con mi risa. 

ーTranquila, Alondra. Es un amigo ーestaba exagerando un poco, pero en estas últimas semanas desarrollé un cariño especial por Rogelio y sus comentarios subidos de tonoー. Además, a mí sí me gustaría ver ese ganso del que habla. 

ーBueno, si la señorita lo pide...

La expresión de sorpresa de mi hermana se mezcló con odio y terror. Giró y se colocó a mi lado, como si quisiera que yo la defienda de una amenaza. Sabía que Rogelio podía ser osado, especialmente por la forma en la que me arrimó; pero no creí que se animaría a tanto frente a mi hermana. Quizás lo hizo porque sabía que yo le estaba siguiendo el juego. 

Ante la atónita mirada de Alondra, Rogelio bajó un poco su pantalón y dejó salir el ganso del que tanto hablaba. Me quedé boquiabierta, tenía una pija incluso más grande que la de Danilo. Estaba flácida, pero el tamaño era evidente. La sacudió delante de nosotras y preguntó:

ー¿Alguna quiere probar?

ー¡Te voy a denunciar, degenerado! ーExclamó mi hermana, con la cara violeta de rabia.   

ーAy, no exageres ーle dijeー. ¿Por qué lo vas a denunciar? Si yo le dije que la quería ver.

ー¿No querés venir a acariciarlo un ratito? ーRogelio habló dirigiéndose a mi hermana.

Ella se quedó muda y me miró confundida.

ーAndá, date el gusto ーle dije.

ー¿Vos estás loca? Ni siquiera lo conozco.

ー¿Y eso qué tiene? ¿Me vas a decir que nunca te cogiste un tipo que conociste en una discoteca?

ーYo no hago esas cosas ーrespondió, ofendida. 

ーDeberías ーaseguró Rogelioー. Con lo linda que sos, nunca te faltarían pretendientes. Mirá… ーsacudió su vergaー, mi ganso se muere de ganas de saludarte. 

El ascensor se detuvo y justo antes de que las puertas se abrieran, Rogelio guardó su verga.

ーBueno, ya llegué a mi piso. Este es mi departamento ーseñaló la puerta más cercanaー. Ya sabés, flaquita, si querés venir a acariciarme el ganso, te espero. 

ーNi loca.

ーAy, Alondra, a veces sos demasiado estructurada. No te vendría nada mal actuar como una chica joven y divertirte un poco, al menos una vez en tu vida.

ー¿Una chica joven o una puta? ーMe recriminó. 

ーMiralo como quieras, pero si a mí me hicieran esa invitación, me sentiría halagada.

ーVos también estás invitada ーme dijo Rogelio, guiñandome un ojo.

ーQuizás otro día acepte la invitación. Hoy tengo que cuidar a mi abuelita ーdije, señalando a mi hermana con el pulgarー. Si no toma el medicamento temprano, le duelen los huesos. 

ーNo me hables así ーse quejó Alondraー. Que yo no sea una puta como vos, no significa que sea una vieja decrépita. 

ーPero vivís como si lo fueras.

Las puertas del ascensor volvieron a cerrarse y nosotras seguimos subiendo, en silencio. El aire estaba demasiado tenso como para comentar algo. 

Llegamos a mi departamento e intenté que las cosas se calmaran, le mostré las habitaciones, la cocina, el comedor; pero ella se mantuvo con su mejor cara de orto.  

ーNo entiendo cómo sos capaz de comportarte así ーme dijo de prontoー. ¿Vos estás loca, Isadora? ¿Cómo le vas a pedir a ese tipo que nos muestre el pito?

ーBien que te gustó verlo, se te notó en la carita. Decime, Alondra. ¿Cuándo fue la última vez que te comiste una pija como esa? ¿Sabés lo lindo que es coger con un tipo que la tiene así de grande? ーElla se quedó mudaー. Por la forma en la que me mirás puedo deducir que nunca te cogieron con una verga así. No sabés lo que te perdés, hermanita. Si no fueras tan frígida, ahora mismo la estarías pasando genial, ese tipo te estaría cogiendo de lo lindo.

ー¡Pero ni lo conozco!

ーTe dije que es inofensivo, y la pija te gustó. 

ーVos también le dijiste que no.

ーLe dije que no porque estabas vos, pero si hubiera estado sola, le decía que sí, sin dudarlo. Porque a mí sí me gusta disfrutar de la vida. 

La pelea hubiera seguido de no ser porque tocaron el timbre. Solo podía tratarse de una persona. Abrí la puerta y me encontré con Danilo, él estaba vestido de forma muy pulcra, con un traje gris de oficina. 

ーHola, mamita ーme dijo, y apenas entró me acarició la concha sin ningún tipo de disimulo, y mientras hacía esto se dio cuenta de que no estábamos solosー. Apa, no sabía que tenías compañía.

ーEs mi hermana. Espero que no te moleste que la haya invitado.

ーNo me molesta para nada. Hola, querida. Encantado, yo soy Danilo ーél le tendió una mano, pero ella no la estrechó.

ー¿Y éste quién es? ーPreguntó, enojada.

ーEs mi jefe, Danilo Bermúdez. 

ー¿Y vos permitís que tu jefe te mande mano de esa forma?

ーLe permito eso y mucho más ーle dije con una sonrisa picaronaー. Con Danilo llegamos a un acuerdo… particular. ¿Cómo creés que conseguí un trabajo tan bueno? 

ー¿Ves? Siempre dije que sos una puta barata, Isadora. ¿Ahora te prostituís para tener un departamento lindo?

No voy a entrar en debates éticos sobre si lo que hago se puede considerar prostitución o no, Danilo me cogió y me dejó en claro que al hacerlo yo conservaba mi trabajo; pero siendo honesta, aunque ese requisito no hubiera existido, me hubiera dejado coger igual. 

Lo que sí puedo asegurar es que ya estaba harta de la actitud de Alondra. Por eso quise hacerle una pequeña broma. 

ーVení, hermanita, vamos a hablar bien sobre este tema… porque no quiero que te lleves una idea equivocada de mí ーme senté en un sillón individual y le pedí que se sentara a mi lado. Ella dudó unos segundos, pero luego se acercó. Como somos delgadas, entramos las dos juntas en el mismo sillón, aunque quedamos un poco apretadasー. Danilo es mi jefe, y resulta que yo un día cometí un grave error, él pudo echarme a la calle, estaba en todo su derecho de hacerlo; pero me dio una segunda oportunidad, si yo hacía algo…

ー¿Algo como qué? ーPreguntó ellaー. Ya me lo puedo imaginar.

ーVení, Danilo… mostrale qué fue lo que tuve que hacer. 

Mi jefe me miró con una amplia sonrisa, a él pareció encantarle la idea. Se acercó y se quedó parado frente a nosotras, cortándonos el paso, eso era exactamente lo que yo quería, por eso le pedí a mi hermana que se sentara a mi lado. De inmediato sacó su gruesa verga, no era tan impactante como la de Rogelio, pero la teníamos tan cerca que mi hermana soltó un agudo chillido al verla. 

Sin darle tiempo a reaccionar, yo agarré esa verga, la sacudí delante de nuestras caras y luego me tragué una buena parte. Estaba deliciosa, sabía a morbo, especialmente porque mi hermana estaba a mi lado. Nunca había chupado una verga frente a ella. 

ー¿Qué hacés? ーSe quejó Alondra, mientras yo tragaba más y más esa gran verga que estaba ganando tamaño y rigidezー. ¿Estás loca?

ーLoca por la pija ーle dije. 

ーY se nota ーañadió Daniloー. Esta putita me come la pija cada vez que yo se lo pido… y le encanta. 

ーDejenme salir, me quiero ir.

ーNo te pongas así, flaquita. Si querés vos también podés chupar un poquito.

Ella no respondió.

ーDale, Alondra ーle dijeー. Aprovechá ahora, que la tenés a tu disposición. Disfrutá un poco de la vida.

ーNo quiero ーdijo ella, pero noté cierta chispa en sus ojos que me hizo saber que estaba mintiendo. Quería, pero no se animaba. 

Seguí mamando la verga, intentando tragar lo más posible, quería demostrarle a mi hermana lo buena que soy haciendo petes. Mi cabeza se sacudía de atrás para adelante con rapidez. Aproveché para masturbar un poco a Danilo. 

ーMovete, Isadora, quiero salir ーinsistió.

ーTe dejo salir con una condición.

ー¿Cuál? ーPreguntó con desconfianza.

ーDale una chupadita a la verga. Solo un poquito… si hacés eso, yo te dejo salir.

ーNi loca…

Me encogí de hombros y reanudé mi tarea. Tragué la verga hasta donde la garganta me lo permitió, me entretuve un buen rato chupando, no sé cuánto tiempo pasó, pero debieron ser por lo menos dos minutos. 

ーQuiero que seas honesta, Isadora. Si hago lo que me pedís ¿de verdad me dejás salir?

ーSí, por supuesto. Palabra de hermana.

Le ofrecí la verga de Danilo, ella la miró durante unos segundos y luego cerró los ojos. Abrió su boca con timidez y mi jefe aprovechó para arrimar su herramienta. El glande se posó en los labios de Alondra y un instante después ya se había tragado media pija, yo tuve mucho que ver con esto, porque empujé su cabeza hacia adelante, tomándola de la nuca. 

Ella chupó durante un ratito y hasta me dio la impresión de que lo estaba disfrutando. Se veía realmente preciosa, con sus mejillas sonrosadas. Sacó la verga de su boca y me dijo:

ーAhora sí, dejame salir.

ーChupá otra vez ーle dije, sin darle ningún motivo para hacerlo.

Alondra agarró la verga y se la tragó otra vez. Esta vez estuvo chupando durante más tiempo… y hasta le puso más ganas. Usó su lengua alrededor del glande y a lo largo del tronco.

ーAhora sí, me voy ーdijo, cuando dejó de lamerla.

ーUna vez más, y te dejo ir.

Ella pudo rechazar mi propuesta, pero no lo hizo. Se tragó la pija por tercera vez… y la tragó hasta el fondo de su garganta. Chupó un rato y pasó lo que yo quería que pasara. La leche de Danilo comenzó a saltar por todos lados. Ella se asustó, tiró su cabeza hacia atrás y yo pegué mi mejilla a la suya, abrí grande la boca para recibir el semen de Danilo, ella no pudo evitar que la leche le cayera por toda la cara, aunque mantuvo la boca cerrada y una mueca de asco. 

Luego chupé el glande de Danilo y tragué las últimas gotas de leche.

ーBueno, yo vine solo para esto ーdijo mi jefeー. Me voy a dar una ducha y me vuelvo a casa, que tuve un largo día de trabajo. 

Danilo se fue, silbando bajito, con paso altanero.

ー¿Viste, nena? ーLe dije a mi hermanaー. Te soltaste un poco y disfrutaste de un lindo momento. Estás hermosa con toda la carita llena de leche.

ーEsto no tiene nada de hermoso, me da asco. No sé cómo pudiste tragar esta cosa… ーse pasó la mano por la cara y eso empeoró las cosas, ya que ahora tenía semen en los dedosー. Me quiero lavar.

ーUsá la pileta de la cocina.

Las dos nos pusimos de pie y fuimos hasta la cocina.

ーEstás completamente loca, Isadora. No puedo creer que hayas caído tan bajo… y que me hayas obligado a hacer esto.

ーYo no te obligué a hacer nada, Alondra.

ー¿Cómo que no? Me dijiste que no me ibas a dejar salir hasta que se la chupara.

ーSí, pero… seamos honestas, nena. Si de verdad no la querías chupar, te hubieras levantado, hubieras empujado a Danilio, y te ibas solita… pero en lugar de eso aceptaste a chupársela… y tres veces. Se nota que te morís de ganas de probar una buena pija. Hacelo, hermana, te aseguro que la vas a pasar de maravilla. 

ーNo estoy tan loca como vos. 

ーPero sí que te comiste toda la verga de Danilo ーle dije, con una gran sonrisa llena de lecheー, y te gustó. 

Ella me fulminó con la mirada.

Por ahora voy a dejar la anécdota acá, Melinda; si esto te gustó, te puedo decir que lo que queda por contar es mucho más interesante. 

Nos vemos la próxima vez… y espero que estés disfrutando de los videos que grabé para vos. Te amo, hija. 



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