Un Fin de Semana con mis Hermanas [04].

 

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Un Fin de Semana con mis Hermanas.


Capítulo 04.

La Invitada.


Por lo general eyacular me ayuda a dormir mejor, sin embargo esto nunca resultó tan bien como anoche. Tuve una de las acabadas más potentes de mi vida y fue sobre la cara de mis hermanas. Estoy seguro de que ellas se acordarán de ese día para siempre, al igual que yo. Solo espero que el recuerdo sea agradable. A mí me gustó lo que pasó y ojalá ellas piensen igual. 

Me levanté tarde, como a las diez de la mañana, y me encontré a Florencia preparando el desayuno. Ella también acababa de salir de la cama, lo noté porque aún tenía los ojos hinchados y el pelo todo despeinado. Lo que más me gustó fue ver que estaba usando solamente una pequeña tanga y nada más. Sus pequeñas tetas, de erectos pezones, me saludaron antes que mi hermana se diera cuenta de que yo estaba ahí. Creí que haría un gesto para cubrir su desnudez, pero no lo hizo. Eso me alegró mucho, si a Flor no le molestaba que yo la viera en tetas, eso significaba que las vería mucho de ahora en adelante. Siempre es un placer ver lindas tetas. 

一Estoy preparando café 一me dijo. 

Estuve a punto de hacerle un chiste, como “¿Querés que le agregue un poco de leche?”; pero me contuve. Aún no sé cómo va a reaccionar ella a lo que ocurrió anoche. Quizás prefiera hacer de cuenta que eso nunca ocurrió. 

一Yo también quiero un poco 一le respondí, manteniendo mi papel de buen hermano. 

Tomamos el café con unas tostadas, fue muy lindo desayunar mirándole las tetas… y a pesar de que no lo disimulé ni un poco, a Flor no le molestó. Estoy seguro de eso porque Flor no es de las que se quedan calladas cuando algo les molesta.

Estábamos terminado el desayuno cuando entró Lucía a la cocina. Ella estaba vestida de la forma opuesta a Flor. Lucy tenía una remera que le cubría las tetas, pero su concha estaba totalmente a la vista. Tanto mis ojos, como los de mi hermana mayor, se clavaron en  la entrepierna de Lucy. 

一Tengo una buena noticia 一dijo, antes de que nosotros pudiéramos reaccionar.

一¿Sobre qué? 一Pregunté.

一Sobre Silvina. Le pregunté si quería venir a visitarme hoy… y dijo que sí. 

一¿Y por qué eso es una buena noticia? 一Quiso saber Flor.

一Porque Benja le tiene ganas, y ¿quién sabe? capaz que hoy tiene suerte.

一Benja tiene novia 一dijo mi hermana mayor, con el ceño fruncido.

一¿Y eso qué tiene? 一Lucy se encogió de hombros y fue a servirse una taza de café一. Carolina es una mina de mente muy abierta, no creo que le moleste que Benja coja con otra.

一¿Y a vos, Benja? 一Flor me miró fijamente一. ¿Te molestaría que tu novia cogiera con otro?

一No, para nada.

一Mentiroso 一se quejó Flor一. Lo decís solo porque te querés garchar a Silvina.

一No, lo digo porque ya pasó. Caro me contó que un tipo se la cogió una noche que ella salió a bailar. Se calentó mucho con él y fueron al telo. 

Mis hermanas me miraron sorprendidas. 

一¿De verdad no te molestó que te contara eso? 一Preguntó Lucy, dándole un sorbo a su taza de café. 

一De verdad, no me molestó. Desde ese día llegamos a un acuerdo: cualquiera de los dos puede coger con otras personas. 

一¿Pero cómo es que no te molestó que viniera otro tipo a meterle la pija a tu novia? 一Flor parecía enojada.

一Porque me mostró el video mientras el tipo se la cogía… y me gustó. Carolina es muy linda, y me gusta verla coger… aunque no sea conmigo. Incluso hablamos de hacer un trío con otro tipo… o con una mina. Eso todavía no pasó, pero quién sabe… capaz que algún día se da. 

一Me encanta tu actitud, hermanito 一dijo Lucy, con una amplia sonrisa一. No veo la hora de que llegue Silvina. Algo tiene que pasar… y yo te voy a ayudar. 


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Después de esas palabras de Lucy esperé impaciente por la llegada de su amiga. Pasé la mayor parte del tiempo encerrado en mi cuarto, mirando series en la tele. Quería evitar el cruce con mis hermanas, porque no quería hablar con ninguna de ellas sobre lo que pasó anoche. 

Silvina llegó como a las tres de la tarde, ni siquiera la vi. Supe que estaba en casa porque Lucy me avisó por mensaje de texto. Me dijo: “Ya está acá… voy a intentar convencerla”. Ahora lo único que quedaba era esperar. Esa pendeja me tiene la pija bien caliente. Cada vez que viene a casa con esos shortcitos super cortos y ajustados y me mira con su carita de “niña buena”, me dan ganas de clavarle toda la verga. 

Me estaba impacientando, cuando alguien golpeó la puerta de mi pieza. Abrí inmediatamente y vi a Lucy, en tanga y corpiño blancos. Sus mejillas estaban rojas y pequeñas gotitas de sudor cubrían casi todo su cuerpo. Se me hizo evidente que estuvo “jugueteando” con su amiguita, y eso generó una ola de morbo que recorrió todo mi cuerpo.

一Vení… creo que hay chances de que pase algo 一me dijo, con una sonrisa picarona.

一¿Pero nada es seguro?

一Nunca hay nada seguro. Seguime.

Caminé detrás de ella y juntos entramos en su dormitorio, allí me encontré con Silvina, acostada de lado en la cama. Al igual que mi hermana, ella solo vestía ropa interior… color violeta. No sabría decir si este color la hacía más adorable, o más provocativa, lo que sí puedo asegurar es que las curvas de sus nalgas son alucinantes. La pendeja tiene un orto precioso. Su carita de muñeca está perfectamente enmarcada por unos rulitos cobrizos, hace poco la  había visto con pelo lacio, por lo que me imaginé que se había tomado el trabajo de armarse los rulos, y se lo hice notar.

一Hola, Silvi… esos rulos te quedan mejor que el pelo lacio. 

Ella estaba como metida en un sueño, y cuando yo hablé reaccionó.

一¡Ay! 一Exclamó, al mismo tiempo que cubría su cuerpo con una sábana. Sus mejillas se pusieron más rojas de lo que ya estaba.

一Es un poquito tímida 一dijo mi hermana.

一Ya veo.

一Pero no te preocupes, cuando se calienta se le va la timidez al carajo.

一¡Lucy! 一Se quejó Silvi.

一¿Qué? Si es la verdad. 一Hizo una pausa, me miró a mí, la miró a su amiga y sonrió一. ¿Sabés por qué le pedí a Benja que viniera?

一Creo que sí… pero ya te dije que no estoy lista.

一¿Qué pasa? 一Pregunté, más que intrigado.

一Pasa que la buena de Silvina tiene ganas de… debutar. Me lo viene diciendo desde hace meses, que ya no da más, que quiere pija, que con mi concha no le alcanza…

一¡Ay, Lucy! ¿Por qué decís esas cosas delante de tu hermano? ¿Estás loca?

一No te preocupes, nena. Ya le conté a Benja lo que pasó entre nosotras, y a él le parece bien.

一Más que bien 一aseguré一. Si a ustedes les sirve para pasarla bien y para aprender un poco más del sexo, entonces me parece perfecto. 

Silvina se cubrió la cara con la sábana. Lucía comenzó a reírse y se lanzó a la cama a abrazar a su amiga.

一No te pongas así, nena. No tenés nada de qué avergonzarte 一le dijo. Me dio la impresión de que las manos de Lucy se aferraban a la zona de las nalgas de Silvina一. Benja es un chico de mente abierta y creo que él es el indicado para que te saques las ganas de probar verga. Lo tenés ahí, él no se va a oponer… depende de vos. Y ni él ni yo te vamos a juzgar.

Me acerqué a la cama y me senté en el borde, junto a mi hermana. Noté que la puerta de la habitación había quedado entreabierta, pero como mis padres no estaban, no me importó. 

一No me animo 一dijo Silvi, desde abajo de las sábanas.

一¿Te acordás de la primera vez que te chupé la concha? 一Preguntó Lucy一. Yo tampoco me animaba, tenía un miedo tremendo. Creía que por chupar una concha me volvería una rarita de por vida, o algo así. Boludeces que te mete la sociedad en la cabeza… eso fue lo que vos me dijiste, y tenías razón. Además me dijiste que una vez que empezara a chupar, ya se me iba a pasar el miedo y lo iba a disfrutar; y eso fue exactamente lo que pasó. Te pasé la lengua dos veces y ya no pude parar. Nos comimos las conchas tantas veces que ahora ya ni nos importa. 

Silvi emitió un quejido que interpreté como “Me da vergüenza que cuentes estas cosas frente a tu hermano”. Esta pendeja me resulta cada vez más adorable… y cada vez tengo más ganas de cogerla.

一Si sirve de algo 一dije一, yo también me puse super nervioso la primera vez que una chica me chupó la verga. 

Silvina asomó la cabeza por debajo del borde de las sábanas y me miró con un solo ojo verde, que parecía el de un cachorrito en busca de su dueño.

一¿De verdad? 一Preguntó.

一Sí, claro. No importa qué tanta confianza tengas, las primeras veces siempre son las más difíciles. 

一¿Y por qué tenías tantos nervios? 一Quiso saber Silvina.

一Porque creí que la chica me haría acabar en menos de dos segundos, y que pasaría una vergüenza tremenda. Ella tenía experiencia, y yo no. Pero por suerte todo salió bien, ella me dijo: “Es solo cuestión de relajarse y disfrutar”.

一¿Y… y de verdad no tendrías problemas si yo… si yo quiero hacer eso?

一Ay, nena 一intervino Lucy一. Con lo buena que estás… ¿cómo pensás que Benja fuera a tener algún problema si vos le querés chupar la pija? Es más, si querés cobrale, estoy segura de que él estaría dispuesto a pagarte por un pete. 

一No le voy a cobrar 一dijo Silvi, con una risita tímida.

一Mejor, porque no tengo un peso. Pero Lucy tiene razón, si tuviera plata, estaría dispuesto a pagar por un pete tuyo. 

Una vez más esa risita tan adorable. La verga se me estaba poniendo dura. 

一Entonces, ¿lo vas a hacer? 一Preguntó Lucy.

一Perdón si te hice ilusionar, Benja 一comenzó diciendo Silvina一, pero no me animo. Me da mucha vergüenza.

一Nena, a vos todo te da vergüenza 一increpó mi hermana menor一. Y después te termina gustando. 一Su amiga volvió a reírse de forma adorable一. Vení, vas a ver que no es tan difícil. Es solo cuestión de no darle tantas vueltas. 

Lucía tomó por el brazo a Silvina y la obligó a abandonar su refugio de sábanas, con otro tirón consiguió que la cabeza de su amiga quedara justo encima de mi regazo, y antes de que la dulce muchacha tuviera tiempo a reaccionar, Lucy liberó mi verga del pantalón, en un movimiento magistral. Los ojos de Silvina se abrieron tanto que casi se caen al piso.

一¡Apa! ¡Qué grande! 一dijo, admirando mi pedazo de carne.

一Y te la vas a comer toda 一aseguró Lucy.

一No sé… no, creo que no… mejor me voy a mi casa.

一Nada de irte a tu casa, nena. Acá viniste a comer pija, y no te vas sin haberlo hecho. ¿Acaso no me dijiste por teléfono que venías decidida a chuparle la verga a Benja?

一Sí… pero me arrepentí.

一No te arrepentiste, te da vergüenza, que es otra cosa. Es como la primera vez que me chupaste la concha, decías que no… que no… y después… bien que te terminó gustando. Ahora me querés chupar la concha todos los días.

一Es que la tenés muy linda 一dijo Silvina, con una sonrisa picarona.

一Gracias… y tu problema es que no sabés tomar decisiones. ¿Qué me dijiste aquel día? Cuando me comiste la concha… 

一Que es mejor que vos decidas por mí, porque yo nunca me animo a hacer nada. Siempre me acobardo.

一Así es. Sos muy cobarde… pero sé que te morís de ganas de comerte esta poronga… y Benja se muere de ganas de que se la comas.

一Absolutamente 一dije.

Silvina no respondió, entonces mi hermana hizo otra de sus acciones impredecibles: agarró mi verga con una mano y mientras la sujetaba con firmeza comenzó a masturbarme. Esto sorprendió tanto a su amiga como a mí. Los dos nos quedamos mirando boquiabiertos.

一Ahora que tenés la boca abierta 一dijo Lucy一, cometela toda. 

Acto seguido, empujó la cabeza de su amiga hasta mi verga. La pobre chica no tuvo más remedio que tragarse el glande. Antes de que pudiera alejarse, mi hermana volvió a darle un empujón, que la obligó a tragar casi la mitad de mi miembro, que ya se estaba poniendo erecto.

一Listo 一dijo Lucy一. Ya la tenés en la boca, ¿ves? la parte más difícil ya pasó. Ahora todo queda en vos. 

Soltó a su amiga y creí que ella se apartaría, incluso que le gritaría algo a Lucía; sin embargo Silvina se aferró la verga y empezó a mamarla con ganas. Ni siquiera levantó la mirada, ella estaba concentrada en lo que entraba y salía de su boca. 

¡Por fin!, exclamé por dentro. Al fin tenía a esta preciosa pendeja comiéndome la verga… y lo estaba haciendo muy bien.   

No sé por qué Lucía está actuando así últimamente, siempre creí que ella era más… tranquilita, pero no me estoy quejando. Me encantó poder descubrir el lado sexual de mis hermanas, principalmente el de Lucy. Quizás lo único que necesitaba la más pequeña, para soltarse, era un fin de semana sin nuestros padres cerca. Y apenas es sábado, aún nos quedan por delante todo el domingo y el lunes.

Silvina se detuvo, miró a Lucy y dijo:

一¿No te molesta ver cómo le chupo la verga a Benja? Digo… porque es tu hermano…

一No me molesta, al contrario, me gusta… porque me encanta verte con una verga así de grande en la boca, sea la de mi hermano, o la de quien sea. Es re lindo verte comer verga.

一Algún día me gustaría verte haciendo lo mismo 一aseguró Silvina. 

一¿Qué? ¿Chupar la verga de mi hermano? 一Las dos se rieron, para ellas obviamente fue una broma… a mí la idea no me desagradó. Estaba tan caliente que si Lucy quería ponerse juguetona, no se lo iba a impedir. 

Antes de que Silvina tuviera tiempo a decir otra cosa, la agarré de la parte posterior de la cabeza y la llevé hasta mi verga, ella se la volvió a tragar, sin quejarse. Me gustó mucho su actitud. Enseguida volvió a recuperar el ritmo. Yo me dejé caer sobre el colchón y cerré los ojos, para disfrutar de una buena chupada de pija. 

Me quedé así durante unos segundos y al abrir los ojos otra vez me encontré con una imagen asombrosa. A mi lado estaba el culo en pompa de Silvina, ella estaba desnuda de la cintura para abajo. Y entre medio de esas firmes nalgas se encontraba la cara de Lucía. Mi hermanita le estaba dando una tremenda chupada de concha… y también el culo. Pude ver claramente cómo la lengua de Lucy recorría todo. Esto se estaba poniendo cada vez más interesante, al fin y al cabo estaba compartiendo una mina con mi hermana, esta situación se coloca en el podio de lo más morboso que hice en mi vida… aunque no alcanza el primer puesto… y el segundo puesto lo tiene la acabada en la cara a mis dos hermanas a la vez. 

Pasamos así un buen rato, disfrutando los tres. La que más parecía disfrutar era la propia Silvina, sus ojos brillaban de alegría y me miraba con una sonrisa tímida cada vez que podía, como si me dijera: “Sí, la que te está chupando la verga soy yo”. Aún no me lo podía creer.

A continuación mi hermana dijo: 

一Nena, creo que ya estás lista para probarla en serio.

一Ay… no sé… 一de nuevo las dudas y las mejillas sonrosadas.

一Te digo que sí.

一Es muy grande. ¿Me va a doler?

一No, claro que no 一le respondió ella.

一Le pregunté a tu hermano. Al fin y al cabo él ya estuvo con chicas… ¿duele?

一Mi novia nunca se quejó de que le doliera.

Lo que omití fue que Carolina ya tenía experiencia en el sexo antes de salir conmigo, y quizás sí le duela un poquito, al comienzo; pero ella tiene tolerancia, y le agradan esos “dolores dulces” de las penetraciones. 

一Vení, Silvi, ponete acá 一dijo Lucía, como si hubiera ignorado las dudas y lamentos de su amiga一. Sentate arriba de él… y para que te sientas más… cómoda… mientras él te mete la pija, yo te chupo el orto ¿querés?

一¿Lo vas a hacer estando tan cerca de la verga de tu hermano? ¿No te da miedo?

一¿Miedo? ¿Por qué? Las pijas no muerden. 

Silvina soltó una risita, no parecía muy convencida; pero tampoco parecía estar dispuesta a discutir. Se colocó encima mío y pude sentir cómo sus rodillas presionaban los laterales de mi abdomen. La verga erecta quedó justo frente a ella. 

一Ahora viene la mejor parte… 一le dijo Lucy一. Ahora vas a agradecer que te haya cogido con el consolador de tu mamá. 

一¿Tu mamá tiene consolador? 一Pregunté.

Silvina soltó una risotada nerviosa.

一Sí, pero nunca le digas nada sobre eso, estoy segura de que se moriría de la vergüenza.

一Es que… no me imagino a tu mamá con un consolador.

一Y yo tampoco 一aseguró Silvina, y volvió a reir.

Su madre es bonita, en cierta forma. Y es la mujer más normal del mundo. La típica “ama de casa” de las películas viejas. Nunca la vi con ropa sexy, tampoco llegué a imaginarla fuera de su rol de “madre y esposa”. 

一Si tu mamá tiene un consolador, yo pagaría por ver cómo lo usa. Debe ser una situación sumamente morbosa. 一Le dije.

一Ay, qué degenerado 一A Silvina no le molestó mi comentario, sólo le provocó más risas一. Yo me muero si llego a ver a mi mamá con un consolador. 

一Pero sabés que lo tiene 一insistió Lucía一, y bien que lo debe usar. 

一Como lo usaron ustedes 一dije.

一Sí, fue nuestra “primera vez” 一dijo Lucía, con una amplia sonrisa一. No teníamos pijas, así que usamos una de mentirita. Estuvo bastante bien, empecé yo y después Silvina se animó. 

一¿Y lo usaron varias veces? 

一Dos o tres 一respondió Silvina.

一Cuatro o cinco, diría yo 一acotó Lucy一. Así que quedate tranquila, nena, que tu concha va a saber adaptarse a esta pija. Ahora… arriba… y sentate en la punta.

Le dio un golpecito en una de las nalgas, como si fuera un caballo. Silvina obedeció y permitió que Lucía encajara la punta de mi verga entre sus labios vaginales. Yo estaba en la gloria. Después de esto le voy a hacer un monumento a mi hermana menor. 

Silvina comenzó a bajar de a poco, solo porque Lucy la sostuvo de la cintura y la obligó a hacerlo. La pendeja de rulos me miró con su dulce boquita abierta con la forma de una “O”, como si estuviera sorprendida por algo. ¿Qué le causaría tanta sorpresa? ¿Que mi hermana la hubiera arrastrado a esto? ¿El tamaño de mi verga? ¿Que yo fuera el primer tipo que se la cogía? ¿O toda la situación junta? No lo sé, quizás algún día se lo pregunte. Pero a mí, lo que más me gusta de este momento es que la pendeja tenga la concha tan apretada. 

Mi verga se estaba abriendo camino hacia el interior de ese agujero y pronto me di cuenta que no sería una tarea sencilla. Al parecer Lucía también lo notó, porque no forzó a su amiga a bajar más. El glande quedó encajado dentro de la concha y como Silvina comenzó a inclinarse hacia adelante, la sostuve… de las tetas. 

Mis manos se aferraron a sus pechos, que no eran muy grandes, pero sí muy suaves y tibios. Las masajeé con cuidado, para que perdiera un poco el miedo, y a ella le gustó. Me lo hizo saber con una grácil sonrisa. 

Tal y como había prometido, Lucía se colocó detrás de ella y comenzó a chuparle el culo. Por supuesto, yo no podía ver nada de esto; pero sí podía imaginarlo… y como Silvina se mordió el labio inferior y puso los ojos en blanco, me di cuenta que le estaba gustando mucho lo que mi hermana hacía. 

Quizás soy un poco celoso de mis hermanas, lo admito. Cuando Florencia tuvo novio, no me agradó mucho. El pibe era un imbécil, y a mí me parecía más imbécil de lo que realmente era. Sin embargo no puedo sentir esos celos de Silvina… me encanta que a Lucy le guste comer conchas… y mucho más me gusta que las comparta conmigo. Es como haberme ganado el premio mayor a la mejor hermana del mundo.

Silvina fue perdiendo el miedo y comenzó a moverse por sí sola, subió y bajó, provocando que la pija se le entierre cada vez más en la concha. Sus labios vaginales se abrieron como una flor. Ella apoyó sus manos a los lados de mi torso, sobre el colchón, y miró para atrás, como si quisiera ver lo que mi hermana hacía. Se levantó un poco y toda mi pija salió. En ese momento sentí algo húmedo ¿fue la lengua de mi hermana, o solo sus dedos? Pudo ser cualquier cosa, quizás Lucía se estaba pajeando, por eso la humedad. No lo sé… solo sé que ese contacto con algo tibio y húmedo me hizo estremecer. 

A continuación ella agarró mi verga con una mano, esta vez no tuve dudas de que se trataba de sus dedos. La apuntó una vez más a la concha de su amiga y ella bajó con fuerza. La verga se le clavó hasta la mitad y soltó un agudo chillido. Al parecer ella estaba bien caliente, porque allí fue cuando empezó a cabalgar sobre mi verga, sin importarle mucho el dolor… y estoy seguro de que un poco le dolía, lo podía notar en su cara… pero la pendeja se lo aguantó como una campeona. 

No quise darle una embestida, esto podría dañarla. Preferí quedarme quieto y dejar que ella hiciera todo el trabajo, al fin y al cabo lo estaba haciendo muy bien, casi como una mujer experimentada. Casi. Carolina lo hace mejor… pero con Caro cogí mil veces, ésta era una concha a estrenar. 

La muchachita agarró un ritmo excelente y fui testigo de un momento muy erótico cuando Lucía la abrazó por detrás. Aparté mis manos, porque entendí que mi hermana le quería agarrar las tetas. Silvina giró su cabeza y las dos se besaron como si fueran novias. Nunca había visto dos mujeres besándose con esa pasión, ni siquiera en una discoteca. Empecé a preguntarme si esa excusa de “Hago esto con Silvina porque no tengo novio” no es más que eso… una mera excusa. Porque todo parece indicar que Lucía disfruta mucho del sexo femenino… y de todos los agujeros de las mujeres.

En ese momento la puerta se abrió. Nos llevamos un gran susto. Mi cerebro me dijo: “Cuidado, es mamá”. Sin embargo fue una falsa alarma. Allí, de pie junto a nosotros, se encontraba Florencia.

Por extraño que parezca (tratándose de ella), no estaba enojada, solamente sorprendida. 

一¿Qué hacen? 一Preguntó.

一¿Y a vos qué te parece que hacemos? 一Lucy respondió con otra pregunta. 

一Vos no estarás… con Benja… 

No completó la frase, no fue necesario, entendimos perfectamente.

一No, nena 一se apresuró a responder Lucy一. No estoy haciendo nada con Benja… solo con Silvina.

一Pero Silvina está cogiendo con Benja 一señaló mi verga, que ya estaba bien metida en la concha de la pendeja一. Esto es un trío… es incesto.

一Uy, ¡qué rico! 一Exclamó Silvina一. A mí me calienta el incesto. ¿A ustedes no?

一¿Y qué sabés vos de incesto, Silvi? 一Le preguntó Lucy.

一No mucho… solo leí algunos relatos sobre ese tema, en internet… y me calentaron un montón. Por eso me da tanto morbo que estés acá, ayudándome a coger con tu hermano… completamente desnuda. Y si se ponen… cariñosos entre ustedes, yo no me voy a enojar.

一¿Estás loca, flaca? 一Preguntó Flor一. Eso estaría re mal… muy mal.

一¿Tan mal como lo que vos hiciste con tu hermana mientras le mostrabas tus tangas? 一Preguntó Silvina, desafiante. Esta vez sí, la recompensé con una dura embestida, ella gimió de placer.

一¿Qué le contaste? 一Le preguntó Flor a Lucy, con los ojos inyectados de ira.

一Todo. Es mi mejor amiga. Yo a ella le cuento todo. 

一Y me imagino que también habrás exagerado un montón. Le habrás sumado un montón de mentiras a tu relato. 

一No sé… 一dijo Silvina一. ¿Es mentira que le pediste que te toque la concha, para saber cómo se sentía? 一Flor no respondió一. ¿Es mentira que ella te metió los dedos? 一Una vez más, silencio一. ¿O es mentira que le pasó la lengua a tu concha… varias veces? 一Flor no dijo ni una sola palabra一. No sé, nena… a mí eso me parece más incesto que esto. Al fin y al cabo, Lucy no le está chupando la verga al hermano… solo me está chupando la concha a mí… y el culo. ¿Querés probar un poquito vos también? Lucy me contó cómo le acariciaste la concha a ella… y se nota que te morís de ganas de probar una.

Florencia tiene un carácter muy fuerte, por eso me sorprendió tanto que esta chica, de apariencia tan frágil, fuera capaz dejarla sin palabras. Silvina pasó de ser la pobre niña inocente, a ser la bruja arpía que domina la situación. Esta pendeja me vuelve loco. Si Carolina no cogiera tan bien, me plantearía en dejarla y ponerme de novio con Silvina.  

一Dale, Flor, aprovechá 一dije, para romper el silencio一. Silvina tiene razón, vos te morís de ganas de probar una concha. Y acá nadie te va a juzgar. Las dos mujeres presentes ya comieron concha de lo lindo 一Lucy y Silvi se rieron一. ¿Quién va a pensar mal de vos por hacer lo mismo? 

Me miró en silencio, luego su mirada bajó hasta mi verga… que de paso era justo donde estaba la concha de Silvina. Ella se levantó, dejó que la verga saliera, y se abrió la vagina con dos dedos.

一Me la podés comer toda 一dijo, con sensualidad一. ¿Tu hermana no te contó que yo estoy re caliente con vos? 

一No… 一dijo Flor, casi sin voz.

一Es cierto 一se apresuró a decir Lucy一. Te tiene más ganas a vos que a mí. Te lo juro. Lo que pasó en tu pieza se lo tuve que contar como veinte veces, mientras la guacha se hacía la paja. 

Esta confesión iluminó la cara de Florencia con una sonrisa.

一Si me chupás la concha 一dijo Silvina一, te juro que me voy a matar a pajas pensando en vos.

No sé si esto ayudó a convencer a Flor, o si ella ya estaba dispuesta a hacerlo. Mi hermana mayor, contra todo pronóstico, se quitó la ropa. Lo hizo con más prisa que sensualidad, pero pudimos admirar su bello cuerpo al desnudo.  

Silvina se acostó boca arriba, a lo largo de la cama, y separó las piernas. Lucía también parecía muy entusiasmada:

一Vení, hermana, yo te enseño 一le dijo.

Flor la miró durante un segundo, luego sonrió y asintió con la cabeza. Esto se estaba poniendo cada vez mejor.

Las dos se colocaron entre las piernas de Silvina, y yo me senté al lado de ella y comencé a masturbarme mientras admiraba la escena. 

Lucía no tuvo miramientos, se mandó de una contra la concha de su amiga y empezó a lamerla por todos lados. Flor observó con los ojos muy abiertos. Me dio la impresión de que ella se estaba preparando mentalmente para dar ese importante paso en su vida sexual.

一¿Nadie va a decir que soy lesbiana? 一Preguntó.

一No, para nada 一le respondí一. Sabemos que lo hacés para probar…

一Sí, claro… eso mismo 一dijo Flor一. Solo quiero probar… para ver qué se siente…

一Eso mismo dijimos Lucy y yo 一acotó Silvina一. Después nos terminó gustando mucho… y lo repetimos varias veces. Pero no hace falta que lo repitas. Con que lo hagas una vez, ya soy feliz.

Flor volvió a mirar cómo la lengua de Lucy se movía hábilmente entre esos gajos vaginales. Yo me imaginé que de esa forma le lamió la concha a su hermana mientras hacían ese jueguito de probarse tangas. ¡¿Cómo me perdí ese gran momento?! Es una pena… al menos pude ver un poco de acción entre ellas, así que no me puedo quejar.  

一¿Querés que me mueva? 一Preguntó Lucy.

一No, está bien… te podés quedar. Bueno… ya estoy lista… creo…

一Sin miedo, que no es tan difícil 一la alentó su hermana menor.

Flor acercó la lengua al clítoris. Por un momento creí que se arrepentiría justo antes de tocarla, por suerte no fue así. La lengua hizo contacto con ese botoncito de placer y comenzó a jugar con él. Al mismo tiempo Lucy lamió los labios vaginales. Silvina, que seguramente la estaba pasando de maravilla, estiró su mano y agarró mi verga. Ella se encargó de pajearme. 

Las lenguas de Flor y Lucy se entrelazaron de una forma pornográfica, las dos hermanitas se estaban comiendo una concha. Seguramente le estaban cumpliendo todas las fantasías lésbicas a Silvina. ¿Qué hay más morboso que tener dos hermanas chupándotela? Seas hombre o mujer… eso es simplemente maravilloso. 

Al ver tanta acción lésbica, mi calentura se elevó casi hasta el límite. No aguanté más, la paja de Silvina estaba bien; pero no era suficiente. Fui por más.

Me coloqué de pie en la cama, junto a Silvina, en una posición algo incómoda, flexionando las rodillas. Agarré los pelos de la amiga de mi hermana, sin hacer mucha fuerza, y le metí la pija en la boca.

Esto me permitió ver toda la escena de un ángulo muy favorable, desde arriba podía ver claramente cómo las lenguas de mis hermanas luchaban por tocar el clítoris de Silvina… incluso a veces parecía que se estaban besando… y quizás lo estaban haciendo.

Mantuvimos esta posición durante un buen rato, porque funcionaba de maravilla, cada uno recibía lo que quería. Los gemidos de Silvina quedaban ahogados en su boca, con tanta pija le era imposible sacar fuera de sus labios algo más que saliva y algunos quejidos. Las lamidas en su concha pasaron a ser chupones. Florencia demostró que sus ganas de probar una mujer iban en serio, y pude admirar cómo succionaba ese bonito clítoris. Ahora puedo afirmar que mis dos hermanas tienen intenciones lésbicas, lo cual las vuelve mucho más interesante a mis ojos. Me calientan mucho las chicas que se ponen mimosas entre ellas. 

一¿Te gustó? 一Preguntó Flor, después de un largo rato.

一¡Me encantó! 一Exclamó Silvina一. Te juro que de esto no me voy a olvidar nunca. 

一¿Y me devolverías el favor? 一Quiso saber mi hermana mayor.

一Mmmm… eso depende. ¿Estás dispuesta a hacer algo por mí? ¿A cumplirme otra fantasía erótica…?

一Depende de lo que pidas…

一Vení, acostate acá 一Silvina se apartó y le cedió su lugar a Florencia. Mi hermana mayor se acostó boca arriba mientras la pendeja de rulos se acomodaba entre sus piernas一. Te chupo la concha… si vos le chupás la verga a tu hermano… ni siquiera te pido que lo hagas acabar. Solo metetela en la boca un ratito… porfis… hacelo por mí.

La idea de esta piba me fascinó. Acerqué mi verga a la boca de Florencia, ella me miró con los ojos desorbitados.

一¿La querés? 一Le pregunté, con una sonrisa libidinosa. 

Se quedó quieta durante largos segundos, como si estuviera intentando comprender la situación. Luego estiró la mano lentamente y la posó sobre mi miembro.

一Si se la chupás 一dijo Silvina一, yo te doy la mejor chupada de concha de tu vida. 

Para incentivarla, la chica de rulitos acariciaba suavemente la vagina de Flor. 

Mi hermana mayor miró a Silvina y luego volvió a fijarse en mi verga. Abrió la boca y comenzó a acercarse lentamente al glande. Estaba a punto de tragárselo, pero se detuvo en seco cuando Lucía dijo:

一No sé qué le hace más ilusión, que una mujer le chupe la concha, o comerse la pija de su hermano. Se nota que a ella también le calienta el incesto.

Flor frunció el ceño y de inmediato supe que las palabras de Lucy fueron un error… un gran error.

一¡¿Por qué no te vas a la mierda, pendeja?! 一Gritó Florencia, arrojándole la almohada一. ¿Acaso pensás que soy una puta pervertida como vos? ¿Creés que no tengo filtros? 

一No te enojes, Flor… 一intenté calmar las aguas.

一¡Y vos también sos un pelotudo! ¿Tanto te calienta la idea de que tu hermana te chupe la pija? ¿Estás mal de la cabeza o qué? 一Ese comentario me hizo sentir culpable. Quise decirle que ella estuvo a punto de chuparla; sin embargo eso solo hubiera empeorado las cosas一. Y vos, Silvina… no tendrías que juntarte con estos dos, vas a terminar mal. Mi hermano tiene novia y yo no me creo ese cuentito de que a Carolina le da igual si se acuesta con otras mujeres. Vas a tener quilombos. Ah, y otra cosa: a mí no me gustan las mujeres 一eso lo dijo señalándonos a los tres一. Va a ser mejor que te vayas, Silvina.

Como si esta orden hubiera llegado de un coronel, Silvina se puso de pie, juntó su ropa y empezó a vestirse.

一Pará, Silvi 一dijo Lucía一. ¿Le vas a hacer caso a esta? No es mi mamá, ella no te puede echar de la casa. Si yo quiero que te quedes, te quedás.

一Ella es la mayor 一dijo Silvina一. Me imagino que será la que está a cargo de la casa, hasta que tus padres vuelvan.

一No 一dijo Lucy, haciendo puchero, como una niña pequeña一. Ella solamente es mandona. Se cree la dueña de la casa, pero no lo es.

一Igual me voy. No quiero tener problemas 一se puso la tanga y me lamenté al ver desaparecer esa hermosa concha一. Es obvio que ustedes tienen muchas cosas de qué hablar, y yo no quiero estar en el medio.

一No hace falta que te vayas 一dije一. Nosotros no le hacemos caso a esta… 一señalé con el pulgar a mi hermana mayor, ella me fulminó con la mirada.

一No importa. No me gustan las discusiones. Me voy. Si en algún momento las cosas se calman, me llaman; pero así, no… prefiero volver a mi casa. 

Terminó de vestirse y caminó fuera de la pieza. Lucía fue detrás de ella. Intentó detenerla, le suplicó para que se quedara a dormir, estarían solas ellas dos en su cuarto; pero no hubo caso. Silvina había tomado una decisión.

Escuché cómo la puerta de entrada se abría y luego se volvía a cerrar. Lucía volvió al cabo de unos segundos, estaba hecha una furia.

一¿Qué mierda hiciste, boluda? 一Le espetó a Flor一. Arruinaste todo.

一Me alegro, porque todo esto es una locura. ¿Cómo me van a pedir que le chupe la pija a mi hermano? Y ojo con las cosas que le contás a Silvina… y a cualquiera, porque te voy a cagar a puñetes, pendeja. 

一Bueno, bueno… calmate un poco 一le dije. 

一No me calmo nada… me voy a mi pieza, y esta vez, si llegan a entrar, llamo…

一¿A la policía? 一Le preguntó Lucy, con tono burlón一. ¿Nos vas a denunciar por acoso?

一No. Llamo a papá y a mamá, y les cuento todo lo que pasó. Te juro que les cuento todo. Lo de Silvina, lo de la leche en la cara… TODO. Y más les vale que entre ustedes dos no pase nada. Los voy a estar vigilando. 

Nos quedamos en silencio.

Florencia supo que nos había dejado en jaque y que, por ahora, no intentaríamos ningún otro movimiento. Se puso de pie y salió de la pieza, tan desnuda como estaba. No se molestó en llevarse su ropa. 

Una vez más, Lucy y yo nos quedamos mirando, sintiendo el peso de la derrota. Las cosas marchaban de maravilla, pero, como de costumbre, bastó con un solo arrebato de ira de Florencia para que todo se fuera a la mierda. 



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