Strip Póker en Familia [31].

 


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Strip Póker en Familia.




Capítulo 31.


Desafío Anal.



La partida de strip póker ya era puro morbo y Mayra planteó su estrategia de forma brillante. Como ya había pagado un desafío sin haber perdido, la próxima vez que obtuviera la peor combinación de cartas no tendría que hacer nada… y esas horribles cartas llegaron en la partida inmediatamente posterior al desafío. Creo que todos en la mesa sospechamos que perdió a propósito; pero nadie dijo nada. Yo me alegré de que Mayra volviera al juego tan rápido. Siempre es lindo verla cumplir los desafíos. El que ganó esa partida fue mi papá y parecía aliviado de no tener que sancionar a nadie. Creo que, al igual que a Erik, le cuesta un poco ponerse creativo con los desafíos.

La siguiente partida la ganó Lourdes y el perdedor fue mi hermano.

—Mmm… es una lástima que no pueda ponerte como desafío hacer algo con los hombres de la sala —Erik se puso pálido—. Me parece injusto y creo que le quita emoción al juego; pero quedate tranquilo, no lo voy a hacer. A pesar de eso, siento que si te pongo a hacer algo con cualquiera de las mujeres, más que un castigo, te estaría dando una recompensa.

—Eso depende de cómo lo plantees —dijo mi mamá—. Podrías pedirle a Erik que realice una tarea en específico y que la haga bien. Si la hace mal, recibiría otro desafío.

—Mmm… ¿y si hace mal ese? ¿quedaría descalificado del juego?

—No sé, hasta ahora nunca ocurrió algo así —respondió Vicky—. Pero podríamos decir que si alguien falla tres desafíos consecutivos, queda fuera del juego.

—Eso ya me resulta más interesante. Sé que sos bastante brusco para el sexo, por eso el desafío va a consistir en sexo anal. Prefiero evitar penetraciones incestuosas, y no quiero que mi hija tenga que enfrentarse a tu brusquedad. Por eso vas a hacerlo conmigo.

—Uy, qué conveniente —dijo Mayra, poniendo los ojos en blanco—. A mí me parece que andás con ganas de que te den por el culo.

—Claro que no. Yo intento evitar a toda costa el sexo anal. Lo considero impuro, inmoral…

—Pero te gusta… —acotó mi hermanita.

—Y altamente adictivo —concluyó Lourdes—. No digo que no se pueda disfrutar, digo que es preferible evitarlo. Hoy haré una excepción, solo por los motivos que mencioné. Además así podré verificar si Erik lo hace bien, y el desafío consistirá en que me penetre sin hacerme doler. Tendrá que tener cuidado.

—Eso sí que es un desafío —dijo mi papá—. Y a Erik le va a venir muy bien practicarlo, para que aprenda a tener un poquito de consideración con la persona a la que se la esté metiendo.

—Sí, opino lo mismo —añadí—. Me gusta el desafío.

—Entonces, que no se hable más. Vamos a hacerlo.

Después de decir esto, Lourdes se preparó. Se colocó en cuatro sobre la alfombra y usó abundante lubricante para el culo.

Erik no perdió el tiempo, se posicionó detrás de ella y la tomó de la cintura. Tenía la verga muy dura, se le marcaban mucho las venas. Apoyó el glande en el culo de Lourdes y comenzó a empujar.

Miramos con atención, tenía unas ganas locas de masturbarme… y lo hice, porque nadie podía impedírmelo. Acaricié mi concha lentamente mientras veía cómo Lourdes se preparaba física y psicológicamente para lo que iba a venir.

La verga comenzó a entrar de a poco, pero lo hizo sin detenerse. Cuando el glande se perdió dentro de ese agujero, Erik demostró que carecía de autocontrol. Empezó a bombear el culo de Lourdes a buen ritmo, como si ella ya estuviera completamente dilatada.

Lourdes chilló, gimió. Su cara se puso roja. Resopló con los dientes apretados. Sus tetas se sacudieron para todos lados. Bajó la cabeza y así su culo quedó más expuesto.

—Despacito, Erik —dijo mi mamá.

Estas palabras hicieron que mi hermano disminuyera un poco el ritmo. Se mantuvo así por un rato. Los gemidos de Lourdes parecieron incentivarlo y su instinto de macho cabrío se activó otra vez. Empezó a darle más fuerte, olvidando por completo la recomendación de Victoria.

Le rompió el orto.

No hay otra forma de describirlo.

Le dio duro, sin asco. La sostuvo con sus pesadas manos de cavernícola y usó su garrote para atacar ese culo una y otra vez, sin clemencia. Estuvo dándole por unos cuantos minutos, a pesar de que Lourdes soltaba potentes gemidos con cada embestida, dando señales de que su culo sentía los pijazos.

Creí que ella no aguantaría demasiado semejante castigo anal, cuando de pronto comenzó a masturbarse. Sus gemidos dejaron de ser de dolor, y pasaron a ser de placer.

—Auu… mmm… sí, así… uf… dios, qué rico… así… constante. No pares… ahh…

La muy puta lo estaba disfrutando. Erik no paró. Aceleró su ritmo tanto como pudo. Lourdes se sacudió todavía más. Todo su cuerpo se movía al ritmo de las penetraciones. Era fantástico ver el bamboleo incesante de sus grandes tetas.

—Dame… ahh… dame, dame…

Ella pedía más y más. La estaba pasando realmente bien. Sus dedos no se detenían, se estaba haciendo una paja muy enérgica. Gimió con más ganas y me dio la impresión de que había tenido un orgasmo, o quizás fue solo un pico muy alto de calentura. Se quedó rendida, sin aliento, con la cara contra la alfombra.

Luego le pidió a Erik que se detuviera.

—¿Y cuál es el veredicto? —Preguntó mi papá.

—Le gustó —respondió Erik—. Aprobé. No puede decir que no le gustó, si se la pasó pidiéndome más.

—Es cierto que me gustó mucho —dijo Lourdes—. Dios, realmente tengo un problema con esto. No puede ser que me haya gustado tanto. Sin embargo el desafío no consistía en que me gustara, sino en que no me doliera. Y al principio me dolió bastante.

—Pero eso también te gustó —se defendió Erik—. Decí la verdad.

—Mmm… sí, lo admito. Las penetraciones fueron fuertes, bestiales… y reconozco que eso me excitó mucho. Por suerte usaste mucho lubricante y la verga entró bien. Se sintió muy rico. Pero aún así, me dolió. Perdiste.

—Pero… pero…

—Lourdes tiene razón, Erik —dijo Victoria—. Ella especificó claramente que el desafío consistía en que no le doliera. No en si le gustaba o no.

—La puta madre —protestó mi hermano.

—¿Y ahora qué pasa? —Preguntó Barbarita—. ¿Tiene que hacer otro desafío?

—Yo diría que debe repetir el mismo —sugirió Mayra—, pero con otra persona. Si quieren, me ofrezco como voluntaria.

—No —dijo Lourdes—. Vos no.

—Si lo decís porque sos la hermana, no te quedan muchas opciones. O le entregás el culo de alguno de tus hijos, o Erik se la tiene que meter a la madre o a una de sus hermanas.

—Sí, ya lo sé. No hay otra opción. Pero no vas a ser vos, porque vos ya tenés el culo dilatado. Acaban de metértela por ahí. Eso facilitaría mucho la tarea para Erik.

—Es cierto —dijo mi mamá—. Sería injusto. Yo estoy dispuesta a ofrecerme.

—¿Dejarías que tu hijo te la metiera por el culo? —Preguntó Lourdes.

—Es un juego. Es un desafío. Sé muy bien que estas cosas pueden pasar en estas circunstancias. Además, yo no voy a mentir. No me importa que Erik quede descalificado. Conmigo tendrá que hacerlo bien.

—Ok. Me parece buena idea —aceptó Lourdes.

Mi madre tomó el lugar que había ocupado nuestra vecina. También se puso abundante lubricante en el culo y se colocó frente a Erik. Le ofreció su retaguardia sin problemas.

—Dale cuando quieras —dijo, y se abrió las nalgas con ambas manos.

Con mi madre la penetración fue incluso más sencilla.

Vicky tuvo tiempo de adaptar su culo al sexo anal duro. Estoy segura de que mi primo Ariel se encargó de eso… y Erik también.

Mi hermano, una vez más, no tuvo clemencia. Ni un poquito. Empezó a darle con todo, como si le importara muy poco ganar o perder. Lo único que quería era disfrutar. Y ahí entendí todo. El hijo de puta sabía que tendría una tercera oportunidad si fallaba en ésta. Lo estaba haciendo a propósito. Se estaba dando el gusto de disfrutar a pleno del culo de su madre y mientras la clavaba me miraba a mí con una sonrisa sádica, como si me estuviera diciendo: “Preparate, porque después seguís vos”.

Y así era. Yo era la mejor opción para una tercer ronda en este desafío y por los chillidos que estaba dando mi madre, me di cuenta que mi culo no se salvaría. Erik no tenía chances de ganar este desafío. Le estaba taladrando el orto a Vicky.

A pesar de la brusquedad de las penetraciones, Victoria lo estaba disfrutando. Lo sé porque conozco bien a esa puta. Detrás de esos gemidos de dolor y de esos dientes apretados, se esconde una fuerte sensación de placer. Para corroborar mis sospechas, mi mamá comenzó a menear el orto, ayudando a que las penetraciones de Erik fueran más rápidas y más profundas. Ese culo estaba recibiendo un castigo monumental y de la concha de mi madre ya chorreaban hilitos de jugo sexual.

Pasados unos minutos Erik se detuvo. Me parece que lo hizo para no acabar. Quería guardar energías para la tercera parte.

—¿Y? ¿Superó el desafío? —Preguntó mi tío Alberto.

—No, ni de casualidad —respondió mi madre acariciándose una nalga—. Me rompió el orto. Auch… mañana me va a doler un montón. Sos muy brusco Erik. Perdiste.

—Pero… tengo otra oportunidad, ¿cierto?

—Sí, es cierto —dijo Lourdes—. Y creo que tendrá que ser con Nadia.

—Muy bien —dije, poniéndome de pie—. Que así sea. Solo quiero recordarle a mi hermano que si esta vez falla el desafío, tendrá que irse del living. Los que no participan ni siquiera pueden mirar el juego. Esa es una regla que establecimos hace mucho.

—Muy cierto —dijo mi madre.

—Me parece lo más justo —secundó Lourdes—. Tenés una última oportunidad, Erik. No la malgastes.

Me coloqué en cuatro frente a mi hermano.

Él se puso sobre mí y me agarró las tetas.

—Prepará el orto, putita —me dijo al oído. Se me puso la piel de gallina.

—Estás obligado a tratarme bien —le respondí—. Vas a tener que mandar a dormir al cavernícola que vive en vos.

—Ya veremos —dijo.

Sentí cómo apoyaba su verga lubricada en la entrada de mi culo. Me preparé mentalmente para una penetración suave, porque sabía que Erik se estaba jugando su última oportunidad para seguir jugando. Pero lo que sentí fue desgarrador, al menos a un nivel emocional. La pija se hundió en mi culo sin misericordia. Mi hermano me agarró de los pelos con fuerza, tiró mi cabeza hacia atrás, y empezó a montarme como a una yegua.

Grité, gemí, pataleé… no sirvió de nada. Él siguió y siguió ante la mirada atónita de todos los presentes.

—Erik… le vas a romper el culo a tu hermana —dijo Lourdes.

—A esta puta le gusta que le den duro… ¿no es cierto? —me dijo al oído, pero lo suficientemente alto como para que todos pudieran oírlo.

Habló justo en el preciso momento en que su verga lograba acomodarse dentro de mi culo. Se deslizó completamente hacia adentro y solté un gemido que llenó toda la casa.

—Ay… si… si… me gusta que me den duro —dije entre gemidos—. ¡Me encanta!

Esto incentivó más a Erik, quien siguió taladrando el culo sin piedad.

—¿Te das cuenta que perdiste el desafío y vas a tener que dejar el juego? —Le preguntó mi madre.

—No me importa. A esta puta le voy a romper el orto.

No podía esperar otra cosa de un cavernícola como Erik… y dios, qué buena culeada que me está dando. Me tiene completamente sometida a él. No hice ningún esfuerzo por apartarme. Simplemente me limité a disfrutar de esas bestiales penetraciones. Podía sentir su cuerpo chocando una y otra vez contra mis nalgas.

A pesar de que mi hermano ya había perdido, nadie se interpuso. Le permitieron seguir con su tarea. Me tuvo así durante unos minutos, yo no paré de gozar. Le pedí más y más. No quería que se detuviera.

—Ay, sí… haceme acabar… así, así… qué rico…

—¿Puedo hacer una petición? —Escuché la voz de Barbarita y me sorprendí al igual que todos.

—Para hacer una petición, primero tenés que ganar una partida —dijo Lourdes.

—A Mayra le dejaron pagar un desafío antes de perder. ¿Por qué yo no puedo hacer mi petición antes de ganar? Además… tiene que ser ahora, no puede esperar.

—Muy bien —intervino mi madre—. ¿Cuál es tu petición?

—Quiero que Nadia me acabe en la boca… como lo hizo con mi mamá.

—¿Y vos cómo sabés de eso? —Preguntó Lourdes, con los ojos muy abiertos.

—Porque los espié. Vi cómo cogías con Erik y cómo hacías todo lo posible para que Nadia te acabara en la boca. Yo quiero hacer lo mismo.

—No sé, hija… me parece demasiado tratándose de tus primeras experiencias…

—Vení ya mismo —dije, interrumpiendo a Lourdes—. Ya estoy por acabar…

—Dale, dale… apurate —le dijo mi mamá, haciéndole señas.

Barbarita se acercó tan rápido como pudo, Victoria le dio indicaciones para que se colocara debajo de mí, con la cabeza entre mis piernas.

—Si querés ayudarla a acabar, chupale la concha —le dijo mi mamá.

Y Barbarita, por suerte, la obedeció. Fue hermoso tener a alguien comiéndome la concha mientras Erik me daba tremenda cogida por el orto.

—Y vos —le dije a Lourdes—. Tendrías que apoyar a tu hija en este momento. Si seguís poniéndole “peros” solo vas a lograr que te odie.

—Está bien, tenés razón. Pido perdón por eso. Estoy intentando hacerlo lo mejor posible. Me cuesta mucho saber que mi hija se meterá de lleno en el mundo lésbico y que probará todo. Sin embargo… si quiere tener una experiencia completa, definitivamente tiene que probar esto. Yo, con todo el pesar moral que me causa, reconozco que las experiencias sexuales más excitantes las tuve cuando una mujer me acabó en la boca.

—Entonces demostrale a tu hija que la apoyás en este momento tan especial —dijo Victoria.

Lourdes dudó unos segundos, vio cómo su hija me comía la concha con mucho ímpetu y cómo yo me acercaba cada vez más al orgasmo. Erik no me daba tregua.

—Muy bien, lo voy a hacer…

Lourdes se acostó boca abajo en el piso y se lanzó directamente a chupar la concha de Barbarita. Esto lo podía ver desde bien cerca, tanto que decidí colaborar. Me uní a ella con las lamidas y juntas recorrimos cada rincón de la vagina de Barbi. Esto estimuló más a la chica, pude sentir cómo su lengua aceleraba el ritmo.

—Dale chupones fuertes —dijo Lourdes—. Así… —Succionó la concha de su propia hija, me encantó poder verlo desde tan cerca—. Para que vayas disfrutando de los jugos sexuales de Nadia.

Barbi lo hizo. Dio un fuerte chupón a mi concha y pude sentir cómo los jugos de mi concha fluían. Ya no aguantaba más. Sabía que estaba a punto de explotar.

—Dame fuerte, Erik… no pares…

Mi hermano encontró un segundo aire de energía. Se aferró a mi cadera con ambas manos y empezó a darme penetraciones rápidas, pero cortitas… sumamente placenteras.

Mi concha explotó de la misma forma que lo hizo en mis mejores orgasmos. Me encanta tener esta cualidad, al igual que mi madre. Es el placer máximo. No lo puedo evitar. Simplemente ocurre cuando estoy demasiado caliente. Mis jugos saltaron a chorros, abundantes y potentes, que fueron a caer directo a la boca de Barbi. Mientras la rubia se llenaba con los jugos de mi sexo, Lourdes le metía la lengua en la concha. Barbi también estaba acabando… y lo estaba haciendo en la boca de su propia madre.

Tímidos chorros de líquido transparente saltaron de su concha, para caer directamente en la boca de Lourdes, hasta que de pronto… Zaz! un chorro más potente y cargado… y luego otro…

Lourdes tragó tanto como pudo, y creo que Barbi hizo lo mismo, sin embargo fue tan abundante que tuvieron que dejar salir una buena cantidad. Cuando la acabada de Barbi concluyó, Lourdes se prendió una vez más a la concha de su hija y comenzó a succionarla. Barbarita hizo lo mismo en mi propia concha y lo agradecí un montón. Al mismo tiempo sentí cómo mi hermano me llenaba el culo de leche.

Este fue uno de los mejores orgasmos de mi vida, pero como tuve varios otros igual de buenos, no sabría decir cuál de todos fue el más espectacular.

Cuando Erik se apartó coloqué mi culo sobre la cara de Barbi, ella entendió perfectamente cuál era su nueva tarea. Comenzó a lamer todo el semen que chorreaba de allí y se lo tragó sin ningún problema.

Me puse en cuclillas sobre ella, con las piernas bien abiertas, como una rana, y empecé a masturbarme. Quería que Lourdes me viera, y así lo hizo. Se fijó en mi concha mientras seguía chupando la de su hija.

Sentí que venía una segunda oleada. Un segundo orgasmo, hermano del anterior, y volví a poner mi concha cerca de la boca de Barbi, pero sin que se tocaran. Mis jugos comenzaron a salir otra vez y en esta ocasión pude ver cómo se acumulaban dentro de la boca de esa preciosa rubia.

Cuando terminó de salir, ella tragó lo que había podido recolectar, el resto chorreó fuera de su boca, cayendo por sus mejillas sobre la alfombra.

No sé quién se va a encargar de lavar esa alfombra luego de esta noche. Quizás lo mejor sería comprar una nueva.

Me puse de pie y Barbi se sentó. Lourdes dio por concluida la sesión de sexo lésbico incestuoso y todos los demás comenzaron a aplaudirnos.

—Fue un gran espectáculo —dijo mi tío Alberto, con la pija completamente dura—. Lástima que Erik deba salir del juego.

—Voto porque lo dejemos quedarse —dije—. Y ya saben que yo no tengo ningún favoritismo por mi hermano. Lo digo solo porque le regaló un gran momento a Barbi, la ayudó a cumplir con su petición. No sé si yo hubiera acabado de esa manera en otra circunstancia.

—Sí, yo también voto porque se quede —dijo Lourdes—. Al fin y al cabo colaboró para que el juego se pusiera más interesante. Eso sí, la próxima vez que Barbi gane una partida, no puede imponer ningún desafío.

—Por mí está bien —dijo su hija.

Al final la votación para que Erik siguiera participando fue unánime. Él pareció sorprendido. Estoy segura de que no lo planeó de esta manera. Mi hermano no es un tipo capaz de elaborar complicadas estrategias. Simplemente tenía ganas de rompernos el orto y cuando tuvo la oportunidad, lo hizo, aunque eso le costara el juego.

Volví a mi silla, con el culo adolorido. Por la forma en que mi mamá y Lourdes se sentaron, pude deducir que ellas sentían lo mismo que yo. Barbarita no dejaba de sonreír, estaba preciosa, daban ganas de comérsela toda.

Las cartas se repartieron una vez más y noté que ahora cada partida duraba menos que antes, como si todos estuvieran ansiosos por declarar un ganador y un perdedor. Nadie miraba sus cartas por más de dos segundos. Dejaban que fuera la suerte la que decidiera.

La ganadora fue Mayra y la que recibió la peor combinación fue Lourdes. Mi hermana la miró con una sonrisa maquiavélica y dijo:

—¿Alguna vez te metieron una pija grande por el culo? Y me refiero a otra, que no sea la de Erik.

—Em… sí, me metieron alguna que otra verga de buen tamaño, por la cola.

—¿Y te gustó?

—Sí. Debo reconocer que lo disfruté mucho.

— ¿Te daría miedo meterte la verga de mi papá por el culo?

Lourdes miró el gran falo erecto de Pepe y sonrió.

—No me daría miedo. ¿Ese es mi desafío?

—Esa es la mitad de otro desafío. Quiero verte en una doble penetración. La verga de mi tío por la concha y la de mi papá por el culo.

—Muy bien, que así sea —dijo mi vecina, poniéndose de pie.

La muy puta aceptó el desafío sin chistar. Sé que se muere de ganas de que le metan esas dos vergas.

Alberto, que también estaba feliz por coger con semejante mujer, no perdió el tiempo, se acostó sobre la alfombra, con la pija apuntando al techo. Lourdes se colocó sobre él y la penetración fue inmediata. Nada de juego previo. Estos dos solo pensaban en garchar… y me gustó que así sea.

—Te prometo que voy a ser cuidadoso —dijo mi papá mientras ponía lubricante en su verga.

—No te preocupes, Pepe… Erik me dejó el culo bien dilatado. Voy a poder soportarlo.

Mi papá mostró media sonrisa, esa era la respuesta que estaba buscando. Sé que él es mucho más cuidadoso que Erik, porque tiene más experiencia, pero eso no significa que no sea capaz de darte una cogida tremenda.

Ensartó a Lourdes una buena porción de su ancho y largo falo y nuestra vecina emitió un largo gemido, como si se estuviera muriendo del dolor… o del placer. Fue fantástico. Creo que ella no llegó a comprender la dimensión de la verga de Pepe hasta que la tuvo dentro del culo.

—Ay, madre mía… por dios… Victoria, ¿cómo hacés para coger con este hombre?

—Con práctica, mucha práctica —respondió mi madre—. Y después de tantos años, ya tengo los agujeros bien abiertos. Me podrían coger entre varios, que mi culo aguantaría sin problemas.

—Mmm… y algo me dice que ya te cogieron entre varios, en más de una ocasión.

—¿Y a vos? ¿Te dieron entre varios alguna vez?

—Bueno, esta no es la primera doble penetración de mi vida. Es algo que hice en varias ocasiones; pero nunca experimenté con más de tres hombres a la vez.

—Para ser tan religiosa, fuiste bastante puta a lo largo de tu vida —le hice notar.

—Sí, lo reconozco. Es que no siempre estuve afiliada a la religión. Antes era un alma perdida. Hacía cosas impuras, que no son dignas de una mujer de bien.

—¿Y las disfrutabas? —Preguntó mi hermanita.

—Por supuesto. Las disfrutaba muchísimo. Estaba excitada casi siempre. Por eso me costó tanto alejarme de esa vida. Las cosas prohibidas son las más tentadoras. Es muy difícil luchar contra el demonio… ay mi dios… si… dame duro… auuuu… qué rico se siente esto… qué hermosa verga que tenés, Pepe… me encanta…

Creo que ella se olvidó en un segundo de esos “demonios” de los que estaba hablando.

Debo reconocer que sentí envidia de Lourdes al verla así. A pesar de que mi hermano me taladró el orto hace unos pocos minutos, es ahí donde quiero estar, justo delante de la verga de mi papá, y que me haga suya… y en este escenario, que mi tío Alberto me de por la concha, no me disgustaría para nada. Lourdes también aprovechó esto, se movió sobre la pija de mi tío con gran destreza, demostrando que ya sabía cómo comportarse durante una doble penetración.

Mientras a ella le daban una de las mejores culeadas de su vida, nosotros decidimos seguir adelante con la partida de strip póker.

Me di cuenta que estar sentada acá, mirando las cartas al mismo tiempo que escucho los gemidos de Lourdes, me está afectando mucho. Sí, quería que el juego se desarrollara a un ritmo más lento, para poder disfrutar de un morbo creciente. Sin embargo ahora mismo estoy tan caliente que me tiraría encima de la primera verga o la primera concha que me pusieran delante. Mayra me miró mordiéndose el labio inferior y me dio la impresión de que ella estaba pensando lo mismo que yo. Ella también estaba inquieta. Le hice una seña para indicarle que “hay que apurar esto”. Mayra asintió con la cabeza y de inmediato cambió sus cartas.

Supe que había buscado una mejor combinación cuando fue declarada ganadora. Lo hizo con tres ases en la mano. La que perdió fue Barbarita y una vez más sospeché que esta putita se deja ganar a propósito. No la culpo, a veces yo también hago lo mismo.

—Barbi —dijo mi hermana, con una sonrisa angelical—. Hoy nos enteramos de que no sos virgen y que ya habías chupado pija antes. ¿Cuál fue la última que chupaste?

—Emm… ¿lo puedo contar, mamá? ¿Mamá?

No hubo caso, Lourdes estaba ensimismada en un nirvana sexual, le estaban dando para que tenga entre esos dos machos cabríos y ella no podía escuchar nada por encima de sus potentes gemidos.

—No creo que a tu mamá le moleste que digas la verdad —le aclaró Mayra.

—Bueno, sí… eso es cierto. Siempre nos dice que debemos decir la verdad. La última verga que chupé, sin contar este juego, fue la de Javi.

—¿Le chupaste la pija a tu hermano? —Pregunté, asombrada.

—Sí… lo hice porque mi mamá me lo pidió.

—¿Y cómo fue eso? —Quiso saber Mayra.

—¿Este es mi desafío? ¿solo tengo que responder preguntas? —La chica parecía desilusionada.

—No, no… esto es solo una pequeña parte de tu desafío —dijo Mayra—. Después de que respondas, pasamos a la acción.

Barbi mostró una brillante sonrisa.

—Muy bien, se los cuento. Lo hice para ayudar a Javi a acabar rápido, ustedes ya saben lo que dice mi mamá, que no es bueno mantener por demasiado tiempo el estado de “calentura”. Ella estaba masturbando a Javi, para ayudarlo; pero mi hermano no acababa, por eso me pidió a mí que se la chupara.

— ¿Y te molestó hacerlo? —Preguntó Mayra.

—No, para nada. No fue la primera vez que se la chupé. —Bajó un poco la voz, como si no quisiera que Lourdes la escuchara—. A veces se la chupo cuando mi mamá no está. A ella no le gusta que haga esto, pero… me da un poquito de pena ver a mi hermano con la pija dura y que nadie lo ayude. A mí no me molesta hacerlo.

—¿Y la leche? ¿Te tragás la leche?

—Eso a mi mamá todavía le gusta menos, porque…

—Solo las putas se toman la leche —dijo Lourdes. Al parecer sí estaba escuchando la conversación.

—¿Querés que te acabe en la boca? —Le preguntó mi tío Alberto de forma muy oportuna.

—Sí, por favor… —respondió ella.

Alberto se puso de pie, la agarró de los pelos y le metió la pija en la boca. Lourdes la chupó con avidez mientras seguía recibiendo las duras embestidas que mi padre le daba en el culo. De pronto se le llenó la boca de semen, parte del mismo chorreó por la comisura de sus labios, pero tragó todo lo que pudo.

—Hablando de putas que tragan leche —dije—, ¿vos te tomaste la de tu hermano?

—Sí —respondió Barbi, sin tapujos—. Varias veces. No sé por qué lo hago. Simplemente me gusta.

—¿Y alguna vez tu mamá te sorprendió mientras le chupabas la verga a tu hermano sin su permiso? —Preguntó Victoria.

—Sí, más de una vez. Pero no se enojó mucho cuando le expliqué que lo hacía para ayudar a Javi. Incluso me dijo: “Muy bien, se la vamos a chupar juntas”, y así lo hicimos.

—Javi es un chico muy afortunado —continué—. Tiene dos preciosas mujeres que lo ayuden a acabar —al final el chico no resultó tan virgo como yo lo imaginaba—. ¿Y si Mayra te pidiera que le chupes la verga a Javi ahora mismo, lo harías?

—Si ese es el desafío, claro, lo haría sin problemas. ¿Se la chupo?

—Sí, pero no lo vas a hacer sola —dijo Mayra—. Que te ayude tu mamá. Quiero ver cómo lo hacen juntas. Dale Javi, aprovechá…

El chico se puso de pie y se acercó a su madre. Lo hizo en silencio, como cada cosa que hace en su vida. Me agrada y admito que me encantaría cogerlo, tiene cierto encanto; pero me irrita muchísimo que sea tan callado. A veces hasta me olvido de que está en la habitación.

La puta de Lourdes agarró la verga de su hijo y se la metió en la boca sin que nadie se lo pidiera. A pesar de que el desafío solo debía incluir a Barbi, ella no protestó. La pequeña rubia se sumó a su madre unos segundos después, se arrodilló junto a ella y le dio unas ricas lamidas a la hermosa verga de su hermano.

Mi papá redujo el ritmo, pero no se detuvo. Lourdes podría haber dicho “Este desafío ya terminó, que Pepe me deje en paz”, pero obviamente no lo hizo. Ella estaba disfrutando a pleno del sexo anal y conozco a mi papá, él no se va a detener hasta que se lo pidan.

Lourdes y Barbi se turnaron para tragar la verga de Javi. Se nota que tienen la coreografía muy bien ensayada. Solo puedo imaginar la cantidad de veces que habrán hecho esto. Tranquilamente podría haber ocurrido tres veces… o cien. ¿Quién sabe? Quizás sea algo que ocurre todos los días. No sé hasta dónde es capaz de llegar la desquiciada psiquis de Lourdes a la hora de justificar estos actos “inmorales”.

Actos de incesto puro y duro. Podrá inventarse todas las excusas que quiera, pero no puede cambiar el hecho de que en su casa los actos incestuosos son moneda corriente.

—¿Tu mamá se traga la leche de Javi? —Quiso saber Mayra.

—Sí —a todo decía que sí—. De hecho a mi mamá le excita mucho que yo la bese cuando tengo la boca llena de semen. ¿No es cierto, mami?

Tragó la verga de su hermano y así liberó la boca de su mamá, para que pudiera responder.

—Es cierto. Admito que tengo un problema con eso, y si no quiero que mi hija se trague el semen de su hermano, es porque no quiero que ella tenga el mismo problema que yo…

—Pero la última vez vos le pediste que te besara con la boca llena de leche.

El comentario de Javi nos tomó a todos por sorpresa. Este chico habla poco, pero cuando dice algo, suele ser contundente.

—Es que… es que… lo que pasa… dios, qué vergüenza, van a pensar que soy una pésima madre. No tengo perdón de Dios.

—Nadie está pensando mal de vos, Lourdes —intervino mi mamá—. Nosotros también hicimos cosas “prohibidas”. Solo queremos saber qué pasó, nada más. Nadie te está juzgando. Así que podés aclarar la situación sin miedo.

—Em… está bien. Ya dije que tengo un problema, y a veces me cuesta mucho contener mis impulsos sexuales —dijo esto mientras meneaba su culo para poder disfrutar más de la pija de Pepe, estoy segura de que esto la ayudó mucho a soltarse y a ser más explícita con la elección de palabras—. Y cuando le pedí a Barbi que me besara con la boca llena de semen no lo hice porque fuera una ayuda para nadie. Lo hice por puro morbo. Porque me calienta. Barbi es muy bonita y dulce… y yo a veces tengo pensamientos… perversos. Me resulta muy morboso verla con la cara llena de semen, y la boca también. A veces, cuando ella le chupa la pija a Javi, yo intento apurar las cosas solo porque quiero que llegue ese momento de verla cubierta con el semen de su hermano. Y cuando eso ocurre, lo que más me gusta es que lo comparta conmigo, que nos besemos y traguemos tanta leche como sea posible. Dios… de solo pensarlo ya me caliento. Estoy mal de la cabeza, lo sé, y por eso le pido perdón a mi hija.

—No te preocupes, mami. A mí no me molestó para nada hacerlo. Es más… ¿querés que te bese con la boca llena de semen cuando Javi acabe?

—¿Harías eso por mí?

—Sí, con todo gusto… y a Javi tampoco le va a molestar ¿cierto?

—No, para nada. Hagan lo que quieran. Además, estamos jugando…

—Es verdad, esto es solo un juego… aunque, lo de la última vez no lo fue —dijo Lourdes, con mucho pesar—. Ni tampoco lo fue la vez anterior.

—Mmm… a ver, no te estoy juzgando —dijo Victoria—, simplemente quiero entender mejor las cosas. Si en tu familia hay acciones que claramente son incestuosas, e intentan convivir con eso… ¿por qué viniste a tocarnos el timbre para agredirnos por nuestras actitudes? No hicimos nada que vos y tus hijos no hayan hecho antes.

—Porque estoy segura de que la culpa es de ustedes —dijo Lourdes. En ese preciso instante mi papá se apartó de ella—. En esta familia hay una semilla de corrupción muy oscura, y eso está contaminando mi hogar. Sé que nada de lo que hice con mis hijos hubiera pasado si ustedes no fueran nuestros vecinos.

Ya había escuchado esa teoría absurda antes, pero mi familia la escuchó por primera vez, y por sus caras pude notar que esto les afectó. Los hizo sentir culpables, porque aunque Lourdes esté un poco loca, lo dijo con total y absoluta convicción.

Para ella, nosotros somos la semilla de corrupción, y no hay nada que la vaya a hacer cambiar de opinión.

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Comentarios

Dominó ha dicho que…
La mejor saga de la mejor autora. Y este, uno de los mejores relatos.
Rodrigo ha dicho que…
Opino lo mismo, este capítulo es uno de los mejores relatos y
más morbosos que haya leído jamás. La destreza de Nokomi no tiene techo.
Santos ha dicho que…
Tremendo, ya hay villana en la serie, o de pronto sólo antagonista
Nokomi ha dicho que…
Los dos capítulos FINALES de "Strip Póker en Familia", el 32 y el 33, ya están disponibles para los que me siguen en Patreon. Los publicaré acá el 16 de Diciembre.

La Mansión de la Lujuria

Aislado Entre Mujeres

Mi Vecino Superdotado

Intriga Lasciva - El Instituto

La MILF más Deseada

Strip Póker en Familia

El Fruto del Incesto (Malditas Uvas)

Terapia Sexual Intensiva

Transferencia Erótica

Libres en la Oscuridad

Venus a la Deriva [Lucrecia]

Ayudando a Mamá