Strip Póker en Familia [Especial Navideño] (04).

 


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Strip Póker en Familia.


Capítulo 04.


Secretos de Familia. 




La pausa sirvió para que el ambiente se relajara y también para que todos se entonaran un poquito más con el alcohol. Nadia, Lourdes y Camila hicieron un pequeño acto de modelaje en el patio y las tres permitieron que las toquetearan un poco al pasar. No todos se atrevieron a hacerlo, como Javi con su gran timidez; o Gonzalo, por creer que su esposa lo mataría si le metía mano a otra mujer. Pero muchas manos pasaron por las nalgas de las tres, y algunas hasta fueron más allá, acariciando los labios vaginales. Como Lourdes tenía la concha completamente expuesta, recibió varios dedos curiosos explorando el interior de su sexo. Incluso su propia hija se animó a hacerlo, mientras invitaba a Brisa, entre risas, a hacer lo mismo.

Después hubo un espectáculo que duró unos cuantos minutos en el que Nadia le chupó la concha a Lourdes en frente de todos… y luego Lourdes le devolvió el favor.

Antes de reanudar el juego, Victoria habló en secreto con Mayra y le pidió que sacara su nombre de la bolsita, porque tenía algo en mente que podría encender aún más esta candente noche navideña.

—Eso sería hacer trampa, mamá.

—Es por una buena causa. Además… ¿me vas a decir que no manipularon el sorteo en ningún momento? —Mayra soltó una risita picarona.

Frente a todas las personas ya reunidas en el living, anunció que la siguiente en mostrar un video porno era Victoria.

—Durante el receso estuve pensando qué podía mostrar. Creí que lo mejor sería un video en el que estoy cogiendo con Ariel. En esta casa ya todos saben de nuestras… pequeñas aventuras.

—¿Te acostás con tu sobrino? —Preguntó Camila, sorprendida. Aunque la idea parecía divertirle.

—Sí, y tu mamá se sorprendió mucho cuando lo vio. Creyó que yo estaba engañando a mi marido; pero es algo que ya hablamos muchas veces. Lo que quiero mostrar lo elegí por Pamela. Cuando se la chupaste a Mayra nos quedaron dudas a todos. En especial a tus hijas. Pero quiero que entiendas que no la estamos juzgando. En todas las familias pasan cosas… raras. Aunque pasen una sola vez.

El video comenzó a reproducirse en la pantalla gigante. Todos pudieron ver a la propia Victoria, completamente desnuda, debajo de la ducha. Daba la impresión de que alguien intentaba fijar la cámara. Nadia apareció en la escena, tan desnuda como su madre, y juntas empezaron a lavarse. Después se pudo ver a Mayra, dejando en claro que ella era la que estaba colocando el celular en un lugar fijo, para que grabara todo lo que ocurría en la ducha. También estaba desnuda.

—Se dieron una ducha con su madre —dijo Brisa—. No me parece gran cosa. Nosotras lo hacemos todo el tiempo. ¿No es cierto, Cami?

—Bueno, no todo el tiempo. Antes no lo hacíamos tanto… pero últimamente, sí. Cada vez que podemos. Desde que hablamos sobre el tema del porno, la desnudez, que antes estaba absolutamente prohibida en casa, pasó a ser algo normal. A veces papá también se baña con nosotras.

—Está buenísimo que tengan esa clase de confianza —Victoria miró a Pamela y logró robarle una sonrisa—. Pero no es exactamente eso lo que quería mostrarles.

Todos miraron fijamente la pantalla cuando Nadia se arrodilló frente a su madre. Le acarició las piernas y el vello púbico, como si estuviera ayudándola a lavarse. Mayra hacía lo mismo, pero de pie. Sus manos recorrían los pechos de Victoria.

De pronto Nadia acercó la boca a esa selva de pelitos y hundió la lengua entre los labios vaginales.

—Ah… carajo —exclamó Camila.

Nadia empezó a chupar la concha como lo haría con una amante. Se centró primero en el clítoris y luego volvió a los labios. Resultaba impactante verla practicándole sexo oral a su madre mientras el agua de la ducha las cubría. Mayra se prendió a un pezón y lo chupó con fuerza.

—¿Qué es esto? —Preguntó Pamela.

—Así como vos tenés una gran confianza con tus hijas, yo también la tengo con las mías. Y bueno, así como vos tenés fantasías eróticas con la concha de Brisa, a mis hijas les pasó algo parecido conmigo —la historia tenía muchas mentiras, pero nadie la contradijo—. Hicimos un pacto. Les dije que por única vez les permitiría probar mi concha… y mis tetas. Y bueno, éste fue el resultado.

—Pero… pero… es incesto…

—Pamela, creo que sos la menos apropiada para juzgar a Victoria —intervino Lourdes—. Ya nos quedó claro que a vos te calienta la concha de Brisa… y pudiste vivir una experiencia similar al chupársela a Mayra. Digamos, vos tuviste una alternativa. Pero Nadia y Mayra no.

—Te la podrían haber chupado a vos.

—No hubiera sido lo mismo. Mi vagina y la de Victoria son muy diferentes. Ni siquiera dejando crecer el vello púbico la hubiera podido replicar.

Después de que Nadia dio una buena chupada a la concha, Mayra tomó su lugar. Pamela no tenía forma de saber que estas escenas incestuosas eran bastante comunes en la vida de los Evanson. Aunque ya se cuidaran más de no hacerlo todo el tiempo, ese video en concreto fue grabado apenas una semana antes de Navidad. Y hay una parte, que no fue grabada, donde las tres hacen un trío lésbico en el cuarto de Victoria. Lo de la ducha fue solo la “entrada en calor”.

—Esto me parece aberrante.

—Ay, qué hipócrita que sos, mamá —dijo Brisa. Pamela la fulminó con la mirada, pero no se animó a desafiarla.

—No hay mucho más para ver en este video —dijo Victoria—. Creo que lo mejor sería pasar al siguiente.

—Muy bien… ahora es el turno de… —Nadia metió la mano en la bolsita—. Primo, te toca a vos.

—Excelente, y me viene justo, para demostrar que Brisa tiene razón. Pamela es una hipócrita.

Conectó su teléfono y el video seleccionado comenzó a reproducirse ante la mirada expectante de todos los presentes. Les quedó claro desde el comienzo que esa mujer era Pamela, incluso tenía puesto el mismo vestido negro que está usando ahora. Una buena verga apareció en pantalla y ella comenzó a chuparla.

—¡Mamá! ¿Le chupaste la pija a este pibe? —Preguntó Camila.

—No puede ser —Gonzalo miró la pantalla anonadado—. ¿Cuándo pasó esto?

—Hace unos minutos, mientras Nadia y Lourdes les daban un espectáculo lésbico en el patio. Yo entré a la casa y Pamela me siguió. Fuimos al cuarto de mis tíos y ahí me chupó la pija.

—Ah, sos tremenda puta mamá —dijo Brisa.

—No, claro que no. Está sacando todo de contexto. No fue así como pasó.

En la pantalla se podía ver cómo ella tragaba toda esa verga y la chupaba con gran maestría. Le estaba poniendo mucho énfasis.

—¿Ah no? ¿Entonces qué pasó? —Preguntó Gonzalo—. Porque el video es muy claro.

—A Brisa la desvirgaron —espetó Pamela. Su marido quedó mudo al instante—. Y quiero saber quién fue. Mi primer sospechoso era Ariel. Le pedí que me contara la verdad… y el muy hijo de puta me dijo que me contaría todo si le chupaba la verga.

—Eso suena a algo que haría mi primo, te creo —dijo Nadia.

—Y que quede muy claro que yo no suelo hacer este tipo de cosas —continuó Pamela—. Con mi marido lo hago solo en contadas ocaciones. Yo no soy ninguna petera.

—Sos tremenda petera, rubia —dijo Ariel, con una sonrisa socarrona—. No te hagás la mosquita muerta. Me recontra chupaste la pija. Y te digo una cosa: a mí me la chuparon varias veces y sé distinguir muy bien a las primerizas de las experimentadas. Vos sabías lo que hacías. Miren cómo usa la lengua alrededor de la cabeza de mi pija. ¿Ven? Eso es de petera experta. O cómo se la traga toda…

—Eso es garganta profunda —dijo Nadia—. No es fácil de hacer si no se tiene mucha práctica. ¿Alguna vez se tragó tu verga de esa manera, Gonzalo?

—No, nunca.

—¿Eso quiere decir que mamá estuvo chupando otra pija? —Preguntó Brisa.

—Es obvio que sí —respondió Ariel—. Si dice lo contrario, es una mentirosa.

—¿A quién le chupaste la verga, Pamela? —Lourdes la interrogó—. Y si respetás las enseñanzas que nos dieron en el Sendero de la Verdad, deberías ser sincera.

Pamela miró a su alrededor, estaba acorralada. Creyó que se llevaría este secreto a la tumba, pero ya no tenía sentido seguir guardándolo.

—Al arquitecto —dijo—. Le chupé la verga al arquitecto que remodeló mi casa.

—¿Qué? ¿Por qué? —Gonzalo se puso como loco—. ¿Le chupaste la verga a ese delincuente? Por su culpa nos reventaron todos los caños de la casa y nos inundamos.

—No, Gonzalo. Eso pasó por TÚ culpa —Pamela lo miró con los ojos inyectados de rabia—. Pasó porque sos un avaro de mierda. Nunca le quisiste pagar. Negociaste mil veces, pusiste un millón de excusas… y te creíste muy vivo cuando el tipo aceptó a hacer el trabajo prácticamente gratis. Pero… ¿sabés por qué aceptó? Porque hizo un trato conmigo: si yo le chupaba la pija todos los días, mientras durase la obra, él nos hacía ese precio especial.

Gonzalo la miró boquiabierto.

—Uy ¿así que te pusieron los cuernos por tacaño? —Ariel soltó una risita burlona—. ¿Y cuánto duró esa obra? Me imagino que habrás chupado mucha pija…

—Duró tres meses —se hizo silencio, todos la miraron a ella, luego miraron la pantalla donde aún se la chupaba a Ariel, y después miraron a Gonzalo—. Sí, lo sé… fueron muchos petes. Lo admito.

—¿Y hubo algo más? —La pregunta de Ariel llegó en un momento justo, cuando Pamela se dio la vuelta en la pantalla y levantó su vestido, ofreciendo su concha—. Porque conmigo te dejaste coger… y eso que ni siquiera te lo pedí.

—Lo hice porque estabas tardando mucho en acabar. De lo contrario no lo hubiera hecho.

Ahora Gonzalo podía ver cómo le pegaban tremenda cogida a su esposa. Para colmo Ariel no tuvo piedad con ella. La ensartó con fuerza y empezó a darle embestidas violentas que la hicieron chillar de dolor y de placer. La clavó mientras le preguntaba: «¿Te gusta, puta? ¿Te gusta?».

—Y sí —continuó Pamela—. El arquitecto también me cogió. El primer mes solo se la chupé… él fue dándome consejos para hacerlo mejor. Incluso me obligaba a tragar su semen. Al segundo mes no le bastó solo con la chupada de pija, y “renegociamos”. Incluimos algunas cogidas. Básicamente yo me ponía en cuatro y lo dejaba hacerlo. Pero en el tercer mes… ese fue el peor de todos. Ahí las cogidas se volvieron algo de todos los días y ya no le bastaba con que yo me pusiera en cuatro. Me quería más activa. Quería que yo lo montara. Y lo hice… y creo que lo hice muy bien. Él mismo me lo dijo varias veces. Pero todo esto lo hice para pagar los arreglos que este avaro no quiso pagar.

—Eso no explica por qué se reventaron los caños —espetó Gonzalo.

—Claro que sí. ¿O ya te olvidaste cuando el arquitecto te dijo que no uses esos caños de mala calidad? Él quería comprar otros mucho mejores, y más caros, por supuesto. Vos le dijiste que no, porque no sé qué amigo te dijo que con esos caños berreta era suficiente. Por ahorrarte unos pesos, nos inundaste toda la casa… y nos arruinaste la navidad.

—Esto ya parece un cuento de Charles Dickens —comenzó Lourdes.

—¿Y lo disfrutaste? —Preguntó Camila. Pamela hizo silencio—. Dale, mamá… respondé con sinceridad. ¿Disfrutaste cogiendo con el arquitecto?

—Al principio no lo disfrutaba. Me parecía humillante; pero después de unos días ya dejó de importarme. Y cuando empezaron las cogidas, bueno… ahí sí… puede que algunas veces lo haya disfrutado.

—¿Puede? Uf… qué respuesta evasiva —dijo Ariel.

—Está bien. Sí, lo disfruté. ¿Contentos? El último mes me la pasé muy bien. El tipo sabe coger. Me trató como a una puta y me excitó. Nunca me habían cogido de esa manera.

—Ah, ahora entiendo por qué te gustó tanto la cogida que te pegó mi primo —dijo Mayra, con una sonrisa picarona—. Y al final, Ariel… ¿qué le contaste sobre la virginidad de Brisa?

—La verdad —Gonzalo se puso pálido—. Que no sé nada sobre ese tema. Yo no fui y no sé quién fue.

Gonzalo volvió a respirar. Erik empezó a reírse a carcajadas.

—¿Te cogiste a Pamela y no le diste nada a cambio? Sos un hijo de puta —dijo, entre risotadas.

—Este pibe es un tramposo —agregó Victoria, para Pamela—. Nunca deberías hacer tratos con él. Nunca.

Al final del video vieron cómo Ariel sacaba su verga y la concha de Pamela quedaba chorreando semen, en una clara señal de victoria a favor del pibe.

—Eso te pasa por meterte en mi vida, mamá —dijo Brisa—. Y por ser tan puta.

Antes de que Pamela pudiera responder, Nadia sacó otro papelito de la bolsa.

—Es tu turno, Erik. ¿Qué tenés para mostrarnos?

—Bueno, creo que es hora de meterle un poquito más de picante a la navidad.

Tomó el lugar de su primo y conectó su celular. En pocos segundos comenzó a reproducirse un video en el que él le estaba dando tremenda cogida a una mujer madura.

—¿Y esa quién es? —Preguntó Camila, aunque ella se estaba fijando más en la buena verga de Erik. Era tan grande como la de Gonzalo.

—Mi suegra.

—Ah… ¿y tu novia sabe que te la estás cogiendo?

—¿Que si sabe? Mirá…

Carolina apareció en escena, radiante, hermosa y desnuda. Se abrió de piernas frente a su madre y ella, sin dudarlo, empezó a chuparle la concha.

—¡Epa! Esto sí que se puso interesante —dijo Ariel.

—Antes de que protestes, Pamela —dijo Lourdes—. No podés negar que para Erik debió ser una gran fantasía hacer un trío con su novia y su suegra.

—Mmmm… me parece una aberración que la madre esté cogiendo con su propia hija; pero sí. Entiendo que para muchos hombres esa es una gran fantasía. En especial si la suegra es linda.

—Vos deberías prepararte para esto —le dijo Ariel—. Con lo buena que estás y lo lindas que son tus hijas, vas a ser la fantasía de todos sus novios.

Pamela simuló estar indignada, pero le costó reprimir una sonrisa de orgullo.

—¿Y qué decís, mamá? ¿Harías un trío conmigo y con algún novio que pueda conseguir?

Camila lo dijo a modo de broma y su madre, relajándose un poco, le respondió en el mismo tono.

—Eso depende de lo lindo que sea tu novio —todos sonrieron con ese comentario, menos Gonzalo.

—Mientras vemos como Erik le pega tremenda cogida a estas dos putas, podemos ir adelantando uno de los regalos que tenía en mente —dijo Nadia.

—¡Por fin, los regalos! —Exclamó Erik—. ¿Qué me compraron?

—Nada. Mirá si vamos a gastar plata en vos. —Erik la fulminó con la mirada—. El regalo es una chupada de pija. Por eso necesitábamos iniciar el jueguito de los videos. Ahora creo que ya quedó claro el tono de este festejo.

—¿Y quién me la va a chupar?

—Acá tengo otra bolsita —dijo Mayra—. Con los nombres de todas las chicas. Te la chupa la que salga sorteada. Aunque, ya saben… si quieren se pueden negar… y se van al patio. —No hubo ningún comentario sobre esto—. Muy bien, la que te va a regalar un bonito pete es… ¡Victoria!

Pepe sonrió, sabía que ese sorteo estaba tan arreglado como el juego anterior.

—¿Serías capaz de chuparle la verga a tu propio hijo? —Preguntó Pamela.

—Mmm… si es parte de un juego, sí. Y no me quiero quedar en el patio, sola y perdiéndome el resto de los videos.

—Pero, pero… es tu hijo. Es una locura.

—Es solo un juego, mamá —dijo Brisa—. No seas tan hipócrita. Me estás cansando.

—Y vos me estás cansando a mí, hablándome con ese tonito. No te olvides que soy tu madre.

—¿Sabías que mi papelito todavía no salió? Estoy pensando qué video puedo mostrar.

Pamela se quedó muda, con las piernas muy juntas y las manos sobre el regazo.

Victoria aprovechó la confusión para quitarle el pantalón a su hijo. Él se sentó en uno de los sillones, ya la tenía completamente dura. Hubo muchas miradas de deseo hacia su verga. Toda la familia Cardani observó atentamente cómo Victoria se tragaba la verga de Erik. En pantalla ahora era Carolina quien chupaba la concha de su madre, mientras recibía la verga de su novio… por el culo. Su gran culo ocupaba casi toda la pantalla y la penetración era firme, constante. A Pamela le sorprendió ver con qué facilidad entraba. Así como también le sorprendía la naturalidad con la que Victoria estaba encarando el acto de chuparle la pija a su hijo. Lo hacía como si se tratase de un viejo amante. Se la chupaba con ganas, con toda la intención de complacerlo.

—¿Y? ¿Qué te parece tu regalo, hermanito? —Preguntó Nadia.

—Esta es la mejor navidad de mi vida.

—¿Y todos vamos a tener un regalo similar? —Preguntó Ariel.

—Esa es la idea.

—Entonces quiero mi regalo ahora.

—Uf, está bien —Mayra sacó otro papelito, sin amañar el sorteo—. Te la tiene que chupar Barbarita. ¿Lo vas a hacer, nena?

—Sí, con mucho gusto. Ariel es re lindo.

—¿Vas a permitir esto, Lourdes? —Preguntó Pamela.

—Claro. Barbi ya se la chupó a varios de los presentes… y no hablo solo de vergas. ¿Qué problema habría si lo hace con Ariel?

—¿Qué está pasando con vos y tu familia, amiga? Me tenés preocupada.

—Vos deberías preocuparte más por tu familia —respondió Brisa.

Silencio en la sala. Lo único que se escuchaban eran los gemidos de Carolina y su madre, provenientes del televisor. Se la estaban pasando en grande con Erik… y él estaba disfrutando del talento para las mamadas de Victoria, quien ahora le hacía una garganta profunda.

—Che, Brisa —Mayra rompió el silencio—. Me quedé pensando en algo. A tus padres no les gusta que mires porno, pero en la negociación decidieron que si querían material sexual, lo tenían que sacar de la propia familia. ¿Es cierto?

—Así es. Sé que suena raro, pero en la cabeza de mi mamá eso tiene sentido. Mirar porno está mal; pero mirar a tus padres cogiendo está bien. Incluso está bien sacarles fotos, filmarlos y hacerse la paja mirando ese material. Es más… Camila y yo también formábamos parte de ese acuerdo.

—¿En qué sentido?

—Si una de nosotras quería alguna foto desnuda de la otra, la podíamos pedir. Hasta podíamos pedir alguna fotito especial, cuando esto no era suficiente.

—Me resulta sumamente interesante. ¿Y si hacemos de cuenta que salió el papelito con tu nombre y nos mostrás algo? No creo que a nadie le moleste esperar un poco más por su turno.

—Me encantaría.

No hubo quejas, no hubo reclamos, aunque todos notaron que Pamela tuvo que hacer un gran esfuerzo para no decir nada. Mientras Brisa conectaba su celular, Lourdes dijo:

—Pame, no te pongas mal. Acordate que la verdad es lo más importante en nuestras vidas… y si las fotos son reales, entonces es parte de la verdad.

—Sé que lo son, y ese no es mi problema. Lo que me preocupa es que saquen las fotos de contexto. Que imaginen algo que no es. —Miró a Victoria y pensó que le estaba chupando la verga a su hijo con demasiada sensualidad.

«Es una puta».

—Aclaro que no todas las fotos las saqué yo. Algunas me las pasaron ellos, como por ejemplo ésta:

En la pantalla apareció Pamela sonriendo, con la cara llena de semen.

—No piensen que eso es algo normal en mí. Por lo general no le permito a mi marido que me acabe en la cara. Esa vez lo hice porque las chicas me lo pidieron.

La imagen cambió y pudieron ver a Camila completamente desnuda, sonriendo a la cámara, mientras con dos dedos abría su peluda concha.

—¡Ay, qué vergüenza! —Exclamó ella, entre risas—. Aunque debo admitir que la foto me gusta mucho.

Después vieron varias fotos de Brisa posando desnuda frente al espejo. Algunas de espalda, otras de frente, sentada con las piernas abiertas y metiéndose los dedos en la concha.

—¿Tu mamá no te dice nada por sacarte tantas fotos desnuda? —Preguntó Lourdes.

—Antes me molestaba —respondió Pamela—. Pero después del acuerdo que realizamos, pasó a estar permitido. Que se saque todas las fotos que quiera, siempre y cuando no se las pase a nadie fuera de la familia… mirá, esas se las saqué yo.

Vieron como diez fotos de Brisa acostada en la cama, a veces en cuatro, otras boca arriba con las piernas abiertas. Cuando terminó esta secuencia, arrancó un video. La bella Brisa se estaba colando los dedos en la concha.

—¿Eso lo grabaste vos? —Le preguntó Nadia a Pamela.

—Sí, porque ella me lo pidió. Camila quería tener un video de su hermana masturbándose.

—Es cierto —acotó Cami.

—¿Y no explicó por qué lo quería? —Preguntó Mayra.

—No. Eso no importa —dijo Pamela—. Es parte del acuerdo. Nadie pregunta los por qué. Si alguna de las dos quiere una secuencia erótica simplemente la pide… y si está dentro de las posibilidades, se hace.

El video cambió y esta vez fue la propia Pamela quien apareció masturbándose. Parecía estar disfrutándolo mucho. Su cuerpo se sacudía mientras ella se metía los dedos. Gemía con placer, con los ojos cerrados. Aunque parecía consciente de que la estaban filmando, porque en varias ocasiones se abrió la concha con los dedos, para mostrarla.

—Tampoco tuve problemas en masturbarme cuando Brisa me lo pidió. Intenté hacerlo lo mejor posible, para no tener que repetirlo.

Después vieron varias imágenes de Pamela con la verga de su marido en la boca, o dentro de la concha.

—No parece que estuvieras posando para la cámara —dijo Mayra.

—Es que no lo hacía. Simplemente tuve sexo con mi marido, y Brisa aprovechó para sacarnos fotos.

—Y también me hice tremenda paja mientras los miraba.

—¿No te resulta incómodo que tus hijas te miren y se masturben mientras cogés? —Preguntó Lourdes.

—Al principio sí, me resultaba muy incómodo. Pero con el tiempo me acostumbré. A veces están las dos en la misma cama que nosotros, una a cada lado. Se masturban mientras Gonzalo y yo tenemos sexo.

—Tengo un video de eso —aseguró Brisa.

Vieron una corta grabación que mostraba a Pamela montando frenéticamente la verga de su marido. A la izquierda de Gonzalo se podía ver a Camila mastubándose con furia, sin apartar los ojos de la penetración. La cámara bajó un instante para mostrar la lampiña concha de Brisa, ella también se estaba metiendo los dedos.

«Que te acabe en la boca», pidió la Camila del video.

Y su madre obedeció. Se puso a chupar la pija de su marido hasta que el semen comenzó a saltar dentro de ella. Les mostró la eyaculación completa a sus hijas y recibió la mayor parte en su lengua, y el resto en la cara.

«Ahora mirá a la cámara y tragalo», ordenó Camila.

Pamela tragó el semen con un gesto sensual. Luego sonrió.

Lo siguiente fue una foto de una mujer en cuatro patas y la gruesa verga erecta de Gonzalo apuntando hacia la concha. No necesitaban ver la cara de la chica para saber que se trataba de Brisa.

—Aclaro que ella me pidió esa foto —se defendió Gonzalo.

No había penetración, pero el glande estaba apoyado entre los labios vaginales.

—En realidad a esa foto la propuse yo —confesó Pamela—. Y esa también —apareció una réplica de la imagen anterior, solo que ahora se trataba de la concha de Camila—. Me pareció que tener una foto con un pene podría ayudarlas a fantasear con el sexo, sin tener que hacerlo realmente.

—Y sirvió mucho —dijo Cami—. Pero es difícil masturbarse con esa foto, sabiendo que la verga que apunta a tu concha es la de tu papá.

Otro video. En este apareció Camila con las piernas abiertas, sonriendo. Su madre entró en escena. La cara de Pamela quedó a pocos centímetros de la concha. De pronto sacó la lengua y le lamió el clítoris, mientras sonreía.

—Epa… ¿y esto como fue? —Preguntó Mayra.

—Como mi mamá me prohibió tener sexo con una amiga, le dije que al menos quería un video de una mujer lamiéndome la vagina. Pensé que se iba a negar, pero aceptó sin quejas.

—Era inútil quejarse. Aunque no me gustara la idea, ibas a seguir insistiendo.

—Yo también colaboré —dijo Brisa.

En ese instante ella apareció en la pantalla, en el costado contrario al de su madre. También pasó la lengua por el clítoris de su hermana tímidamente. Camila cerró los ojos, parecía estar disfrutando. Las lenguas se turnaban para lamerla. Lo hacían con sutileza, lamiendo siempre con la punta. Hasta que Brisa le dio una buena chupada, metiéndose los labios colgantes en la boca.

«Hey, Brisa… te estás pasando un poco», le reprimió su madre.

«Estoy segura de que Cami prefiere algo un poquito más intenso», volvió a chupar.

Para mostrar que su hermanita tenía razón, Camila soltó un gemido.

«¿Ves? Le gusta». Otra chupada.

Nadia sonrió. Al final Camila sí había recibido algo de sexo oral en su vida, aunque esto no se comparaba con las chupadas que le dieron ella y Lourdes.

«Bueno, pará… mejor lo hago yo».

Brisa hizo lugar. Pamela dudó durante unos segundos, mirando la concha peluda de su hija. Luego se lanzó a chuparla. Lo hizo como genuinamente lo haría una lesbiana que busca brindarle placer a otra mujer. Provocó que Camila gimiera. La cámara (que obviamente la sostenía Gonzalo), se acercó a la escena. Mostró en primer plano cómo los labios vaginales de Camila eran succionados por la boca de su madre.

—Mayra ¿vos preferís las mujeres? —Preguntó Pamela.

—Así es.

—¿Te gustaría chupársela a Camila? Creo que es momento de que lo pruebe.

—Me encantaría. ¿Querés que lo haga, Cami?

—Uf… sí… y no me importa que sea delante de todos. Ya no aguanto más.

Estar semidesnuda frente a toda esa gente durante tanto tiempo, mirando porno, la dejó con la concha mojada. Mayra lo notó cuando apartó la tanga y comenzó a chupársela. Se esmeró mucho, porque no sabía que Nadia y Lourdes ya habían pasado por ahí. Quería darle a Cami una excelente primera impresión. Y en cierta forma lo logró, aunque no fuera realmente la primera. Camila la agarró de la cabeza y comenzó a gemir como lo hacía en el video.

La acción cambió de forma repentina, porque comenzó otra grabación. Esta fue tomada desde la perspectiva de Pamela, enfocando hacia su propia vagina. Allí, entre sus piernas, estaba Brisa dándole una buena chupada. La boca de la chiquilla se movía con voracidad, como si quisiera tragar completo el sexo de su madre.

—Eso fue porque…

—No hace falta que te excuses tanto, Pamela —dijo Victoria, que dejó de tragar la verga de su hijo solo para decir eso—. Mis hijas también me chuparon la concha. Sería muy hipócrita de mi parte juzgar a Brisa por hacer lo mismo con vos. Le diste la oportunidad de probar un poco de sexo lésbico… y me parece bien que lo hayas hecho.

—Bueno, sí… em… —Pamela parecía tan confundida como excitada—. Fue algo así. Aunque Brisa se lo tomó muy en serio. —Un potente gemido llegó desde la pantalla—. No me imaginé que me la iba a chupar de esa manera.

La escena volvió a cambiar. Brisa apareció acostada boca arriba, con las piernas abiertas. Se estaba masturbando. Sentada sobre su cara estaba Pamela, que esta vez no dio explicaciones. Ella apuntaba el celular a un espejo. La escena parecía sacada de una película porno.

—¿Les parece bien si hacemos un último receso antes de seguir? —Propuso Pamela—. Me está dando hambre.

—A mí también —dijo Ariel.

—En la heladera tenemos sándwiches de miga —dijo Pepe—. Los preparó Victoria, y siempre le salen geniales.

Nadia supo que Pamela solo intentaba interrumpir la secuencia de videos de Brisa. Debía haber mucho contenido de lo más interesante; pero decidió que lo mejor era ser paciente. Si forzaba mucho la situación haría que Pamela se enojara y quisiera marcharse. No podía permitir eso, ahora que la rubia estaba bajando la guardia. Además todavía faltaba que ella misma mostrara videos… y Gonzalo también debía hacerlo.

Todavía tenía algunos truquitos bajo la manga para hacer que la noche fuera de lo más candentes. Todos fueron al patio, a excepción de Camila y Mayra. La más pequeña de los Evanson prefirió comer concha antes que sándwiches.

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Comentarios

Cheche ha dicho que…
Wow está familia nueva me gusta más que la de Lourdes jajaja

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