Capítulo 06
Prohibido.
Jazmín sintió alivio al ver a su marido alejándose, pero esa sensación se esfumó rápidamente, cuando Jorge Campera le dio dos embestidas muy duras, como si estuviera diciéndole: «Ahora sos toda nuestra, mamita». Jazmín se preguntó qué pasaría con ella y con su hija a partir de ahora… y la situación pintaba cada vez peor.
Otros dos tipos se acercaron a ellas, un pelado de espalda ancha y remera roja y un barbudo que parecía motoquero, hasta tenía una bandana negra en su cabeza y cadenas colgando de los laterales de su pantalón. A Jazmín le dio la impresión de que estos tipos llevaban largo rato observando la escena y estaban buscando el momento justo para unirse a la fiesta. La partida de Néstor les propició ese momento.
Sus intenciones quedaron bien claras desde el principio. Remera Roja le agarró una teta a Jazmín y el señor Barbudo empezó a curiosear debajo de la minifalda de Fiorella.
“Dios, lo que nos faltaba —pensó Jazmín—, más pitos en una fiesta de salchichas”.
Fiorella no notó al tipo de la barba hasta que él le acarició el clítoris. Recibió una descarga de placer que le recorrió todo el cuerpo. El miedo inicial que sintió cuando todo comenzó ya se estaba disipando, y el recuerdo de aquella aventura en los vestuarios del instituto la estaba excitando cada vez más. Jazmín se sorprendió al ver que su hija estiraba la mano hacia adelante y le agarraba la verga al Sr. Barbudo. Fiorella le sonrió al tipo y él respondió de la misma manera.
—¿Pero qué hacés? ¿Te volviste loca?
—No tiene sentido resistirse, mamá. Nos van a coger igual… ¿y no te parece que lo mejor es disfrutarlo?
—¿Acaso sos un puta?
—Uf… —puso los ojos en blanco—. Bueno, creo que tu peor pesadilla se hizo realidad. Sí soy un poquito puta. ¿Por qué creés que me hice coger por dos compañeros en los vestuarios? ¿Y vos? ¿Tenés alguna andanza de la que no sepa nada?
A Jazmín se le electrificaron los nervios. ¿Su hija sabría algo de su amorío con Brenda Ramallo? ¿Acaso la profesora había traicionado su confianza y le contó todo a Fiore?
—¡Claro que no! Yo soy fiel a mi marido.
—Esta noche no parece una mujer muy fiel —le dijo Jorge Campera al oído, el tipo seguía metiéndole la verga.
—Yo no te pedí que me cogiera…
—Y tampoco hizo mucho para evitarlo.
A Jazmín se le puso la piel de gallina al tener a ese tipo hablándole al oído mientras le enterraba la verga hasta el fondo de la concha… y para colmo Remera Roja ya le estaba metiendo la mano por debajo del top. Le pellizcaba un pezón como si quisiera arrancarlo. Curiosamente eso le resultaba muy excitante a Jazmín, aunque no quisiera admitirlo.
—Quiero probar esta verga —dijo Fiorella, demostrando que ya no opondría ni un mínimo de resistencia.
—¿Te volviste loca, Fiorella?
—Es solo una probadita, mamá…
Acto seguido, la chica se puso de rodillas y se metió la verga del Barbudo en la boca. Empezó a lamerla de forma sensual. Jazmín no podía creer que esa joven con actitud de puta fuera su propia hija, pero… se estaba mintiendo a sí misma. Fiore ya había demostrado su interés por las aventuras sexuales. Jazmín sintió que debía intervenir de alguna manera… hablar con ella. Por eso se arrodilló junto a su hija. Además de esa forma le daba una tregua a su concha, la cual ya había recibido mucho castigo. Sin embargo, ahora quedaba a merced de cinco vergas (contando la que estaba chupando su hija), todas a la altura de su cara. Los hombres rodearon a las dos mujeres y cada una de ellas terminó con al menos dos vergas acariciándole la cara.
—Por favor, Fiore… no hagas esto. Después te vas a arrepentir…
—¿Cómo podría arrepentirme, si la estoy pasando de maravilla?
—¿Cómo podés estar disfrutando de esto…?
—Ay, mamá… no seas tan hipócrita. Sí, tuve un poco de miedo y algo de vergüenza al principio; pero ahora… estoy re caliente.
Jazmín se quedó pasmada al ver el destello de locura en los ojos de su hija y esa sonrisa lujuriosa. Solo la había visto así en las fotos que robó de su celular.
—Dale una probadita a estas pijas —dijo Fiorella—. No puede ser que una mujer tan hermosa como vos no se haya dado este gusto.
Y a continuación tragó la verga de Megadeth, que estaba a la izquierda del Barbudo. Los otros tipos insistían, acercando sus vergas a la cara de Jazmín. Ella reconoció que esto provocaba cierto calor en su entrepierna. «Al fin y al cabo soy mujer —se dijo—. Y siento atracción por el miembro masculino. Es natural». Aún así esa excusa no le alcanzaba para justificar semejante acto, y la culpa la carcomía por dentro.
Pero cuando una de esas vergas, la del tipo de Remera Roja, entró en su boca… la mente de Jazmín quedó en blanco por unos segundos. Su lengua se movió por puro instinto y saboreó ese glande. El sabor a jugos sexuales masculinos la hizo estremecer. A su lado Fiorella pasaba de una verga a la otra, como había hecho unos minutos antes… aunque ahora lo hacía a plena conciencia, por puro gusto.
Sin embargo Jazmín aún conservaba algo de decencia, giró la cabeza en la dirección contraria y logró sacar la verga de su boca. Al ver esto Fiorella decidió usar su Así bajo la manga. Llevaba unos minutos pensando en eso. La guardia de seguridad fue “amable” al permitirle quedarse con dos pastillas. Fiore supo que este era el momento indicado para usarlas. Movió rápido sus dedos dentro del bolsito y saco la pequeña bolsa de nylon que contenía las dos pastillas.
—Mamá, dame un beso… —Jazmín la miró sin comprender nada—. Si no querés chupar vergas… besame.
Jazmín interpretó eso como un buen signo. Al parecer Fiorella había recuperado un poco de cordura y la estaba ayudando a evadir el incómodo momento.
Besar a su hija en los labios era incómodo y por alguna razón a Jazmín le recordó ese momento en que su hija le chupó la concha. Mientras sus lenguas se entrelazaban, a Jazmín la invadían los recuerdos de Fiore moviendo la lengua hábilmente para lamerle el clítoris… de la misma forma que Brenda Ramallo lo hacía.
Sintió algo extraño, al principio no supo de que se trataba. Tragó por puro instinto. Luego de unos segundos lo entendió todo. Su hija tenía una de las pastillas dentro de la boca y…
—¿Me hiciste tragar una de esas pastillas?
—Disfrutala, me dijeron que son muy buenas…
Y acto seguido, Fiorella lanzó la segunda pastilla dentro de su boca y la tragó.
—¿Te volviste loca? ¡Me drogaste!
—Es para que te relajes un poco, mamá. Esto nos va a ayudar a disfrutar. Creeme, la vamos a pasar de maravilla.
Y se lanzó a chupar vergas otra vez. Jazmín no tuvo tiempo de emitir otra queja. Le volvieron a meter una pija erecta en la boca. El corazón comenzó a latirle con violencia. ¿Sería la pastilla haciendo efecto… o el miedo que le generaba la incertidumbre? Nunca había consumido drogas… ¿Qué tipo de efecto tendría en ella? ¿Y si le hacía mal?
Toda esta paranoia se mezcló con un torbellino de sensaciones. De pronto fue consciente de lo húmeda que estaba su concha… y de lo dura que estaba esa verga. Su lengua parecía ser capaz de percibir todo el contorno del glande con absoluta precisión. Está nueva sensación la tomó tan de sorpresa que le dio varias lamidas al glande. Esto provocó que Remera Roja creyera que ella tenía la intención de hacerle la mejor mamada de su vida. La agarró de los pelos y empezó a hundirle la verga en la boca, una y otra vez.
Mientras tragaba pija Jazmín notó otro detalle muy importante: la gente había desaparecido. El bullicio y la música seguían allí, pero la gente ya no estaba. No habían desaparecido literalmente, es que Jazmín ya no podía ver a nadie. Esos tipos las tenían tan bien rodeadas que consiguieron aislarlas de la multitud. Así que no habría más testigos que su propia hija. Nadie, además de Fiorella, la vería chupando pija. Y esos tipos no iban a dejar de insistir hasta que ella les diera una buena chupada. Y… ¿por qué no hacerlo? Al fin y al cabo le chupó la pija al guardia de seguridad… y eso la puso muy cachonda. Sí, reconoce que se le mojó la concha en ese momento. Llevaba tiempo pensando que la verga de su marido ya no era suficiente para satisfacerla. Y acá tenía vergas para elegir…
—Eso mami, con ganas…
Las palabras de Fiorella la hicieron darse cuenta de que estaba moviendo la cabeza rítmicamente. Le estaba dando una buena chupada de pija a ese tipo y ni siquiera recordaba cuando empezó a moverse. A pesar de que lo intentó, no pudo frenar. Cuando una segunda verga llegó a su boca, Jazmín la tragó sin pensarlo. A su lado Fiorella intentaba chupar todas las pijas posibles, dos, tres… cuatro. Jazmín pasó a probar su tercer pija y sintió que su concha chorreaba flujos y el corazón le daba un vuelco. Nunca había hecho una locura como esta y no podía negar que era muy estimulante… ¿o quizás fuera por la pastilla?
El tipo de rojo fue el primero en eyacular, luego lo siguió su compañero barbudo. Fiore y Jazmín ni se movieron, recibieron las descargas en su cara. Cuando Jazmín vio el desastre de semen que era la cara de su hija, sintió un morbo descomunal y tuvo la fuerte necesidad de besarla. Sus lenguas volvieron al rodeo, pero esta vez con semen lubricando el encuentro. Jazmín chupó la lengua de su hija, como había aprendido a hacerlo con…
—¡Brenda! —Exclamó Fiorella—. Brenda besa así… ¿acaso vos…?
—Ah… em… perdón hija, pasó sin que me diera cuenta. Te juro que yo nunca pensé que podría sentir atracción hacia otra mujer. Sé que es tu profesora y… espero que no te enojes conmigo.
—¿Enojarme? No seas sonsa, mamá. Compartimos la misma amante ¡Me encanta! Me da muchísimo morbo. Con razón se la chupaste con tantas ganas a esa guardia de seguridad.
Y volvieron a entrelazarse en un apasionado beso lésbico cargado de semen. Jazmín volvió a succionar la lengua de su hija.
Se pasaron la lengua por la cara mutuamente hasta limpiar todo rastro de semen. Esta vez Jazmín pensó que estaba delicioso. Nunca había disfrutado tanto al tragar semen. Ahora parecía más morboso que nunca… y no solo era por la pastilla. Que la cara fuera la de su propia hija le daba un condimento increíble.
—Yo también tengo algo para confesar —dijo Fiorella, mirando a su madre a los ojos—. Me encanta que me la metan por el culo.
—¿Qué? Pero… pero… vos me lo prometiste… me dijiste que no te gustaban esas cosas.
—Te dije lo que querías escuchar. Pero la realidad es que ya me la metieron varias veces por el culo… ¡y me encanta!
Jazmín supo que había estado engañándose a sí misma. Las señales eran claras. A Fiorella le gusta experimentar nuevas aventuras sexuales… ¿por qué evitaría el sexo anal?
—Quiero que descubras lo delicioso que es… así te quitás ese prejuicio absurdo —le dijo a su madre.
Juntas se pusieron de pie. Fiore levantó su minifalda y sacudió las nalgas contra la verga erecta de Mr. Zeppelin.
—Quiero que me la metas por el orto.
El tipo no podía creer lo que estaba escuchando. Esa hermosa jovencita, que lo ponía caliente como una cafetera, le estaba entregando el orto.
—No, Fiore… esperá… no hagas eso… son muchos… —Jazmín temía que después los amigotes de Mr. Zeppelin quisieran probar ese culo.
—Y eso lo hace más excitante, mamá… disfrutá un poco… escuchá la música.
En ese momento había una banda emergente de rock, con voz femenina, interpretando un cover de Callejeros. A pesar de no ser fan del rock, Fiorella conocía bien esa canción, se llamaba “Prohibido”. Y en su letra tenía una frase que siempre le generó intriga… esa misma frase estaba cantando la chica del escenario.
«Sexo oral y anal entre papá y mamá, esa secuencia con frecuencia la pienso, pero ellos nunca lo harán».
A Fiorella le resulta sumamente excitante que su madre pueda practicar sexo anal. Con el culazo espectacular que tiene debería hacerlo todos los días. Sin embargo conoce muy bien sus prejuicios y sabe que Jazmín nunca le entrega el culo a su marido. Fiorella quiere mostrarle a su madre los grandes placeres que se está perdiendo por culpa de esos putos prejuicios. La abrazó con fuerza y le abrió las nalgas. Miró a Megadeth y le dijo:
—Metésela por el culo.
El tipo mostró una sonrisa sádica y asintió con la cabeza. Luego fue a posicionarse detrás de Jazmín.
—No, no… esperen… no le hagan caso. Está loca… está drogada… no sabe lo que dice.
—Es cierto, la pastilla ya me está haciendo efecto —aseguró Fiorella—. ¡Y me encanta! —Jazmín pensó que si volvía e escuchar a su hija diciendo “Me encanta” una vez más, explotaría de bronca—. Es una sensación maravillosa… y quiero que la disfrutemos juntaaaasss… ahh… aaaahh… ¡AAHH!
Fiore se puso en puntas de pie y sus tetas se apretaron contra las de su madre. Jazmín tanteó entre las nalgas de su hija y descubrió que la verga erecta de Mr. Zeppelin ya estaba entrando en su culo. ¡Estaba entrando! Realmente estaba entrando…
Quiso oponerse a esta situación, pero antes de que pudiera decir una palabra, sintió un dolor agudo en su propio culo y algo grande (muy grande) intentando entrar.
—No… no… Fiore, por favor, deciles que paren… son muchos… nos van a romper el orto…
—¡Que nos rompan el orto, mamá! ¡Disfrutalo!
—¡Ay, no… no… me duele!
—Relajate un poco y te vas a dar cuenta que es un dolor muy rico.
—¿Cómo querés que me relaje en esta situación?
—Mami… ¿acaso sos inmune a la calentura?
—¿Eh? No… claro que no…
—¿Estás caliente?
Jazmín tragó saliva sin dejar de mirar fijamente a los ojos de su hija.
—Obvio que estoy caliente… imposible no estarlo.
—¡¿Ya ves?! ¿Y por qué no disfrutás?
—Porque no importa lo excitada que esté… sé que está mal… ni siquiera conocemos a estos tipos… ¡Auch! ¡Despacito, carajo!
—Con paciencia que su culo es virgen —dijo Fiore, entre risas—. El mío no… a mí me dieron por el orto varias veces.
—¿Hay fotos de eso? —Preguntó Jorge Campera. De alguna forma el celular de Fiore había llegado a sus manos.
—Sí, hay varias… ¿querés verlas, mami? Sé que te gustan mucho las fotos de mi celu… aunque estas no las viste, porque son más nuevas.
Jazmín se sintió muy avergonzada. Su hija sabía que ella le había robado fotos del celular, y no sabía cómo hacer para explicarlo.
—Quería saber en qué andabas metida…
—Ajá… ¿y por eso te hacías la paja mirando las fotos? Vamos, mamá… no soy tan ingenua. Te vi un montón de veces colándote los dedos mientras mirabas esas fotos. Solo me hacía la boluda.
Jazmín se resistía a ser penetrada por detrás, pero no podía hacer mucho más que sacudirse de un lado al otro con la esperanza de que la verga le errara al agujero. Por hacer esto, su concha se llevó unas cuantas penetraciones. Incluso ella empezó a moverse como si estuviera cogiendo, porque prefería que se la metieran por ese agujero y no por el otro. La insistencia de Megadeth empezó a dar sus frutos. El glande logró encajarse en el culo de Jazmín y comenzó a entrar lentamente.
Ella aún no quería resignarse, pero sus defensas se desvanecieron en cuanto Jorge Campera le puso la pantalla del celular frente a sus ojos y le dijo:
—Cómo le rompieron el orto a la putita de tu nena.
La imagen mostraba a Fiorella acostada en la cama, parcialmente desnuda, y con una buena pija metida en el culo. Ella parecía estar disfrutándolo mucho.
En ese momento la verga de Megadeth entró. Jazmín dejó escapar un chillido de dolor y frustración.
—¡Ay, nos clavaron a las dos juntas! —Exclamó Fiorella, y le lamió la cara a su madre en un gesto muy erótico.
A Jazmín se le puso la piel de gallina y se le mojó la concha. A su hija también le estaban metiendo la verga por el culo en ese preciso momento.
—Esto es una locura, Fiorella…
—Lo sé… ¡Y me encanta! ¿Qué tengo que hacer para que dejes atrás tus prejuicios? Al menos por una noche.
—No podés hacer nad…
Jazmín se quedó muda de golpe porque su hija le metió los dedos en la concha y comenzó a masturbarla.
—Pajeame, mami… dale, pajeame… —Jazmín no hizo nada, solo se retorció de dolor, porque esa verga estaba yendo cada vez más adentro—. Dale, mami… hacelo por mí. Quiero disfrutar a pleno de esta linda noche.
No pudo decirle que no, al fin y al cabo es su hija y en el fondo solo quiere verla feliz. Metió la mano por debajo de la minifalda de Fiorella y comenzó a masturbarla. Se sorprendió de lo mojada que estaba la concha de su hija… y esto le produjo mucho morbo. Quizás porque le recordaba a la concha de Brenda Ramallo… o tal vez… no, imposible. A ella no le calientan las prácticas incestuosas… ni un poquito.
—Ufff… cómo me calienta que me toques —dijo Fiore—. Y con la pastilla y la pija que me están metiendo… dios… ¡es la noche perfecta!
Jazmín se sintió confundida. ¿De verdad su hija estaba disfrutando tanto? ¿Qué derecho tenía ella a arruinarle la fiesta? Sin pensarlo demasiado, comenzó a mover más rápido sus dedos dentro de la concha de Fiore.
—¡Ay, sí… así… qué rico!
La jovencita también masturbó más rápido a su madre. Jazmín pudo sentir como toda su sangre se calentaba. El interior de su pecho ardía con pasión y su entrepierna ardía con lujuria. De pronto esa verga invadiendo su culo ya no le resultaba tan desagradable. Estaba comenzando a brindarle sensaciones que nunca antes había experimentado.
El pulso acelerado, la respiración agitada y la extraña consciencia de todo lo que estaba pasando con su cuerpo. Eso debía ser el efecto de la pastilla que le dio su hija… y se sentía sorprendentemente bien. La adrenalina comenzó a subir y con ello la sensación de placer en su culo. La verga estaba comenzando a moverse, ya no solo intentaba ir más adentro, ahora también bombeaba…
Ok, Jazmín… es oficial. Te están cogiendo por el orto. Y no se siente como vos lo imaginabas.
Siempre pensó que el sexo anal sería incómodo, doloroso… algo que solo el hombre que la penetraba podría disfrutar. Sin embargo esta noche estaba descubriendo que también había placer para quien recibía la verga… una clase de placer que no se comparaba a la penetración vaginal. Y Fiorella lo sabía.
—¿Te gustó cómo te chupé la concha?
La pregunta tomó a Jazmín por sorpresa. No supo qué responder, pero sufrió una descarga de placer al recordar esa lengua recorriendo su sexo.
—No digas tonterías, Fiore… no quiero hablar de eso.
—A mí me calentó mucho chupártela… tenés una concha hermosa. Hace rato que le tengo ganas.
La mandíbula de Jazmín casi se desencajó al abrirse. Jamás sospechó que su propia hija pudiera sentir una atracción sexual hacia ella. No sabía cómo procesar esa información.
—¿Querés que te la chupe otra vez?
—Estás loca…
—Mmm… no dijiste que no. Entonces lo tomo como un “Sí”. ¿Me ayudan, muchachos?
Los tipos estaban escuchando atentamente toda esa candente conversación y tenían la prudencia de no intervenir cuando las cosas estaban marchando sobre rieles.
Megadeth levantó a Jazmín con suma facilidad, como si no pesara nada. A Jazmín esto le resultó sumamente erótico (a pesar de no querer admitirlo). Siempre había fantaseado con que su marido la alzara en brazos de esa manera y que su verga se le metiera hasta el fondo… y algo así pasó con Megadeth. La verga se le metió hasta el fondo… hasta el fondo del culo. Jazmín soltó un gemido, cargado de placer.
Fiorella solo tuvo que inclinarse hacia adelante. Mr. Zeppelin la tenía bien sujeta de la cintura y estaba dándole duro por el culo. La verga ya entraba y salía fácilmente y la pendeja gozaba con cada penetración.
Jazmín quedó con las piernas bien abiertas y esa verga metida en el culo. Jorge Campera aprovechó para tomarle fotos.
La pendeja se acercó a la concha de su madre y Jazmín solo podía mirar. No podía hacer nada en esa posición, prácticamente estaba flotando en el aire… con una poronga metida en el culo. Esta vez Fiorella no mostró la timidez de la ocasión anterior. Se lanzó a chuparla con ganas, como si se tratase de la concha de Brenda Ramallo. Le dio un fuerte chupón al clítoris y allí se quedó, succionándolo. Jazmín se vio invadida por un cúmulo de sensaciones contradictorias. Por un lado le parecía todo una locura, un sueño erótico que solo era eso… un sueño, algo irreal. Y por otro lado… le gustaba. El placer anal combinado con la maestría que tenía Fiorella para comer conchas la estaban llevando al clímax.
Jazmín conoce bien su propio cuerpo, conoce los síntomas que la preparan para un orgasmo. Experimentó esos síntomas en múltiples ocasiones, cogiendo con su marido; pero com si fuera una burla del destino, Néstor solía acabar antes que ella… y en el mejor momento del acto, dejaba de cogerla.
Pero Megadeth no… él seguía dándole duro y parejo, sin pausa. Quien hubiera visto a Jazmín en ese momento hubiera pensado que su culo estaba rebotando contra un resorte. Ella subía y bajaba rítimicamente y sus tetas se sacudían para todos lados. Su mente comenzó a quebrarse. Esto era demasiado delicioso como para negarlo. Demasiado morbo. Incesto, sexo con desconocidos, penetración anal… drogas. Muchas sensaciones nuevas que se mezclaban entre todas. Era imposible contenerlas.
Cuando el orgasmo llegó, la barrera invisible de los prejuicios se rompió como se rompe un cristal. Su concha explotó con un chorro de flujos sexuales que fueron a saltar directamente a la cara de su hija… su hermosa hija… tan hermosa Fiorella. Y ella la estaba marcando como su amante con esa acabada tan potente. Fiore no dejaba de chupar, su culo no dejaba de rebotar.
—¡Ay… ayyyyy…. siiii… siiiii… ahhhh seguí… seguí…. ahhhh….!
Los gritos de Jazmín acompañaron los chorros de jugos que saltaron de su concha. La gente a su alrededor no pudo escucharla, por la estridencia de la música; pero Fiore sí que la escuchó. Ella se estaba pajeando mientras Mr. Zeppelin le llenaba el culo de pija y experimentó una sensación similar a la de su madre… aunque ella no acabó. Se contuvo, haciendo un gran esfuerzo. «Todavía no… todavía no…»
—¡¡Sí… sí… ay por dios… sí…. ahh!!
La mente de Jazmín giraba como un torbellino. Ella era (extremadamente) consciente de cada sensación en su cuerpo y…
—¡Me encanta! ¡Sí… dame duro que me encanta! ¡Ahhh! ¡No pares… no pares!
Ese “No pares” iba dirigido tanto a Megadeth como Fiorella. Y los dos continuaron con su tarea, poniendo mucho esmero. Fiore volvió a ponerse de erguida, besó a su madre en los labios, convidándole sus propios jugos vaginales, y dijo:
—¿Te gustó mamá? ¿Te gustó cómo te chupé la concha?
—¡Uf… me encantó! Me puso a mil… es una locura, lo sé… pero… dios… cómo me gustó…
—Podemos volvernos locas por una noche… ¿no te parece?
—Supongo que soltarse por una noche no es tan malo…
—Eso, mami… solo una noche de descontrol. Juntas. Por favor… por favor…
Jazmín miró a los tipos a su alrededor y les sonrió con picardía, como si les estuviera diciendo: «¿Querían quebrarme? Bueno… ya lo consiguieron. Me quebraron»
—Quiero que me llenen de pija…
La frase se escapó de su boca sin que ella pudiera pensarla. Simplemente salió, como si fuera una erupción volcánica que ya no podía contenerse. Sus deseos reprimidos salieron a la luz.
—Quiero que me rompan toda… —dijo, para darle más énfasis—. Y a la puta de mi hija también.
Los tipos estaban tan felices que comenzaron a aplaudir y a vitorear. La situación mejoraba a cada instante.
Néstor estaba lejos de esta situación. No había tenido suerte con la pendeja culona que le bailó contra el paquete. Al parecer la chica vino con su padre, un motoquero de casi dos metros, y Néstor tuvo que salir huyendo en cuanto el tipo notó cómo estaba jugando con su preciosa hija. Por poco no la cuenta.
Intentó volver sobre sus pasos y reencontrarse con Fiorella y Jazmín; pero sabía que no tendría dos veces la suerte de encontrarlas en ese mar de gente. Decidió respetar la decisión de ellas y encaminó hacia el escenario. Esa banda con voz femenina que hacía covers de rock nacional sonaba realmente bien y quería verlos desde más cerca.
Ahora estaban interpretando una famosa canción de los Ratones Paranoicos: El Rock del Gato.
«Quiero verla en el show. Es como un gato siamés. Su cola arde en el risco…»
Néstor sonrió porque le gustaba mucho esa canción y sabía que su esposa la odiaba. «Es denigrante. Trata a la mujer como un objeto sexual», solía decirle.
No tenía idea de que en ese preciso instante su mujer estaba disfrutando a pleno de la canción, sintiéndose como un gato en celo, mientras su cola rebotaba una y otra vez contra la gruesa verga de Megadeth.
Y a su hija le estaban dando el mismo tratamiento. Mr. Zeppelin había alzado a Fiorella y ahora madre e hija sacudían sus brazos en alto y hacían bailar sus tetas, para que todos pudieran verlas. Ocasionalmente se besaban o se daban algún fuerte chupón en los pezones.
—Chupame la concha, puta… —le dijo Fiorella de pronto—. Chupame bien la concha…
Jazmín sonrió con picardía. Realizarle sexo oral a su propia hija era la locura máxima; pero quería hacerlo. Se moría de ganas de hacerlo. Culpó a las drogas por eso.
Megadeth la bajó y cuando Jazmín tuvo otra vez sus pies sobre la tierra, se inclinó hacia adelante y abrió sus nalgas, mientras miraba a su amante rockero.
—Hasta el fondo… —pidió, con una lujuriosa sonrisa en la cara.
Y así la recibió. La verga la penetró con suma facilidad, ya tenía el culo bien dilatado. Cuando la pija entró y empezó una vez más ese delicioso bombeo, Jazmín se inclinó más, para acercar la cara a la entrepierna de su hija.
Esa concha chorreaba jugos. A Jazmín le dio un morbo infinito ver, desde tan cerca, como el culo de su hija era invadido por esa verga. Para colmo al mismo tiempo estaba experimentando lo mismo que ella. «Fui una estúpida —pensó—. Esta sensación es maravillosa. No puedo prohibírsela a mi hija. Ella merece disfrutar».
—Me está empezando a gustar que seas tan puta —le dijo a Fiorella.
—Y a mí me está gustando mucho verte a vos en actitud de puta. Te morís de ganas de comerme la concha, admitilo.
—Es cierto. Le tengo ganas a esta concha desde que vi las fotos en tu celular. Cuando se la chupo a Brenda, pienso todo el tiempo en vos.
—¡Ay, qué lindo! Date el gusto, mami. Hacé realidad tu fantasía incestuosa.
«Fantasía incestuosa… uf… me gusta como suena eso. ¡Dios… qué morbo!»
Y se lanzó a dar la primera lamida. Los jugos sexuales de su hija le inundaron la boca. Es sabor salado a sexo femenino la puso a mil. Antes de chupársela a Brenda no había considerado lo delicioso que puede ser chupar una concha. Se estaba volviendo adicta a esos jugos salados.
—Por cierto —dijo, mirando a su hija—. Me encantó chuparle la concha a la guardia de seguridad. Lo disfruté mucho.
—¡Lo sabía, puta! ¡Lo sabía! Dejá salir a la lesbiana que llevás adentro.
—Uf… esa lesbiana estuvo esperando muchos años por este momento. Siempre me calentaron las mujeres… solo que… no quería admitirlo.
Se prendió a la concha de su hija y empezó a succionar. Sabía que la pastilla le estaba rompiendo las inhibiciones, porque de lo contrario jamás habría reconocido su reprimida atracción por el sexo femenino. Mientras le comía la concha a Fiore pensó en todas aquellas mujeres que alguna vez le provocaron una calentura… y lo mucho que le costó reprimir esas sensaciones. Pero ya no lo haría más…
«¡Cómo me calientan las mujeres! —Pensó—. Se lo voy a contar a mis amigas… y me importa una mierda si ofenden. Seré la lesbiana del grupo»
Y la vagina se le mojó al pensar que alguna de sus amigas podría acostarse con ellas. Le encantaría que cualquiera lo hiciera, al fin y al cabo todas eran adictas al fitness y tenían cuerpos espectaculares. Tan espectaculares como el de su hija.
Esta vez Fiore no se contuvo. Dejó que el orgasmo estallara en la cara de su madre. Jazmín chupó con más énfasis, tal y como lo había hecho Fiore con ella. Mientras recibía todos los jugos sexuales en la cara, se masturbaba y meneaba el culo acompañando las penetraciones. Era un momento mágico que quedaría en el recuerdo de ambas. Jazmín se preguntó si alguna de sus amigas le habría chupado la concha a su propia hija. Varias tenían hijas de la edad de Fiore… pendejas muy apetecibles.
«Uf… ¿qué me está pasando? ¿Ahora también tengo fantasías eróticas con las hijas de mis amigas?» Volvió a echarle la culpa a la pastilla. Definitivamente esa droga era una cura para la inhibición.
Sin dejar de chupar la concha y gozando a pleno de las penetraciones anales, Jazmín se preguntó qué más podrían hacer ella y su hija para que esta sea una noche perfecta de descontrol.
----------------------------------------
----------------------------------------
Si les gustan mis relatos eróticos, y quieren leer más, pueden apoyarme donando en mi página de Patreon. Esto me ayudaría mucho a dedicar más tiempo a la escritura. Quienes colaboren podrán leer mis relatos nuevos varias semanas antes de que los haga públicos.
Todos mis links.
Comentarios