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Problemas con mi Hijo (3).

Capítulo 3.




Mis preocupaciones me llevaron nuevamente a la casa de mi amiga Claudia. Los problemas con mi hijo empeoraron hasta un punto inimaginable. La rubia me recibió alegremente haciendo caso omiso de mi expresión de preocupación o tal vez olvidó que le había dicho por teléfono que necesitaba hablar con ella de un serio problema. Ni siquiera acepté tomar una tacita de té. 

-Me siento muy apenada Claudia, necesitaba hablar con vos, urgente –comencé diciéndole. 
-Tranquila Adriana, contame qué es lo que está pasando, pero con calma. 
-Por desgracia creo que nuestro intento por tranquilizar un poco a Franco terminó resultando a la inversa, ahora está más descontrolado que antes, se ve que le gusto que se la chupen porque ahora… ahora soy yo quien se la tiene que chupar. 
-¿Qué? ¿Se la estás chupando a tu propio hijo? –no noté que me estuviese regañando o entendiera la complejidad del asunto porque me miraba con una extraña sonrisa –a ver contame cómo fue que paso eso y no omitas detalles, todo puede ayudar.

Le conté como estúpidamente me fui desnudando y cediendo ante los deseos sexuales de mi hijo y cómo fue que me chantajeó para que terminara practicándole sexo oral. 

-Desde entonces cualquier momento libre –mi voz sonaba ronca- me exige que se la chupe.
-Bueno Adriana, pero vos sos la madre, me imagino que tendrás la autoridad suficiente como para poner fin a todo esto –me miró y sólo me sonrojé- ¿O me vas a decir que te gusta chuparle la verga?
-No es que me guste, es que… es que me da un poco de pena, él no es el chico más lindo de su clase, ni de cerca. Siempre fue un poco tosco para hablar con las mujeres... además hace tanto tiempo que no estoy con un hombre que… ¡Perdón Claudia! Vas a pensar que soy la peor madre del mundo.
-Al contrario, sos de las mejores, pocas madres le harían esos “favores” a sus hijos –mi amiga estaba más loca que yo- ¿Pasó algo más? Algo que no haya requerido sólo sexo oral.
-Bueno, el otro día, por ejemplo, me hizo hacerle un baile tipo striptease. Tuve que ir desnudándome de forma provocativa delante de él y después… después me pidió que me metiera los dedos en la vagina –me apenaba mucho contarle esto a mi amiga pero al mismo tiempo me excitaba recordar esas escenas- tuve que bailar arriba de la verga, obviamente no dejé ni que me toque ahí abajo, pero agarró la costumbre de chuparme las tetas y como es la única parte que le dejo tocar a gusto, me las estruja todas. Un día de estos me las va a arrancar. Después me tuve que agachar a chupársela de forma sexy –Claudia me miró como si esperara más detalles, no me opuse- tuve que hacerlo con lentas chupadas a todo el largo y en la punta, metérmela en la boca y gemir mucho mientras la llenaba de saliva y él constantemente diciéndome cosas como “Comemela toda mami” “Se nota que te gusta chuparla” “Que buenos petes hacés” y eso me pone aún más incómoda –por no decir cachonda- y cuando estaba por acabar se puso de pie y me hizo abrir la boca, empezó a tirarme toda la leche para que me la trague, después me azotó la verga contra la cara haciendo que el semen salte para todos lados, como si fuera poco el desgraciado me sacó una foto con la cara llena de semen.
-Eso del chantaje con fotos no me agrada para nada Adriana, pero no creo que él sea tan malo, sabe que vos hacés todo por voluntad propia, debe ver las fotos como una mera excusa para pedirte favores sexuales, yo que vos no me preocuparía por eso, no se las va a mostrar a nadie.
-Pero eso no fue todo, los días pasaron y cuando me hizo desnudarme en mi pieza él se acostó boca arriba y me hizo ponerme sobre él en posición de 69, obviamente le prohibí que me tocara la concha y q si lo hacía se terminaba todo, pero se la tuve que chupar regalándole una tremenda vista de mi sexo mientras él me apretaba las nalgas y me decía cosas como “Que abierta que la tenés” “Seguro que te cogieron mucho mamá” “¿Te gusta que te rompan el culito?” 
- Bastante atrevido el nene –fue la primera señal que mostró Claudia de haber encontrado algo malo en todo el asunto, pero no pude evitar notar cómo movía una mano debajo de su falda, la muy puta se estaba masturbando– bueno Adriana, veo que ya es momento de pasar a la segunda parte del plan. Dejalo en mis manos, yo me encargo. Ahora esperame un momentito, tengo que ir al baño.

Lo cierto es que ese momentito fue lo suficientemente largo como para que yo pueda masturbarme tranquilamente en su sala de estar. Cada vez me costaba más disimular la excitación que me provocaba esta situación, me apenaba enormemente porque sabía lo mal que estaba, pero muy dentro de mi consciencia debía admitir que me alegraba cada vez que mi hijo se me acercaba con la verga dura. Omití algunos detalles en la narración que le hice a Claudia, no quise contarle de esas dos o tres veces que yo misma lo busqué y comencé a mamársela sin que él me lo pidiera. Me estaba volviendo loca. Tal vez era porque necesitaba algún hombre con urgencia. No quería pensar más en el tema, quería que todo se solucionara de una vez.

Esa misma noche Claudia fue a cenar a mi casa, llevaba puesto un conjuntito blanco bien pegado al cuerpo con un tremendo escote y era tan cortito que apenas se agachaba un poquito se le veía la tanga. Calzaba unas botas largas que hacían juego con el conjunto, los ojos de Franco no daban abasto, no paraban de mirarla aunque intentaba disimularlo. Cuando la cena concluyó nos quedamos charlando un rato y luego les dije q estaba muy cansada y me fui a dormir. Claudia anunció que en poco tiempo se marchaba, me despedí de ellos y me fui a mi cuarto. Me encerré allí e intenté dormir, pero como sabía lo que iba a suceder no logré conciliar el sueño. Pasaron varios minutos y dejé la puerta de mi dormitorio abierta con la luz encendida para que mi amiga supiese que estaba despierta, esperando por cualquier novedad. Casi una hora después de dejarlos solos, la vi aparecer en la puerta, estaba completamente desnuda enseñando su torneado y bronceado cuerpo sin marcas y llevaba toda su ropa colgada del brazo, la dejó en un rincón y me sonrió. Para mostrarme que el plan había funcionado separó sus piernas y con dos dedos abrió su lampiña vagina, noté que hacía algo de fuerza con ella y vi salir un fluido goteo de semen q caía sobre su otra mano, le tendí un pañuelo para que se limpiara, luego se sentó a mi lado en la cama. 

-Todo funcionó a la perfección, Adriana. Franquito quedó de cama –comenzó diciéndome- no se va a despertar en toda la noche, que ganas tenía el pendejo.
-Contame qué pasó –estaba muy ansiosa.
-Apenas me lo llevé al cuarto empezó a toquetearme como loco, me sacó la ropa y me dejó en tanga. Estaba desesperado, no me dio ni tiempo para arrepentirme. Me chupó las tetas como si fuera la primera y última vez que lo hacía. Sacó la verga y me pidió que se la chupara, como la vez anterior. Después de la mamada me saque la tanga y sin pedirme permiso me manoseó la entrepierna, es un poco brusco el chico, me dolió un poco pero no me quejé, no quería hacerlo sentir mal. Además era sólo el calentamiento previo, sabía que la que tenía control sobre la situación era yo. No le di tregua. Lo senté en la cama y me puse arriba de él con las piernas abiertas, apunté bien la verga y me senté. Vos tendrías que haber visto la carita que puso cuando entró toda, estaba desesperado. Ahí usé toda mi experiencia para garchármelo. Se emocionó tanto con el debut que no aguantó mucho, además yo me moví mucho, no le di ni un segundo para cambiar el aire. Al rato nomás sentí como me llenaba la concha de leche y después de eso se la chupé un rato.
-¿Por qué? Si ya había terminado.
-No te pongas celosa Adriana, es que estaba muy caliente y me dejó con las ganas. Por suerte se le paró otra vez, me pidió que me ponga en cuatro, esta vez aguantó más, me la metió bien fuerte y para colmo la tiene grande. Tenía la sensación de que la concha me iba a explotar. Estuvo cogiéndome hasta recién. Tengo que confesar que la pasé muy bien. Franquito quedó fundido. Lo dejé durmiendo y me vine para acá. Fin –me sonrió. 
-Gracias Claudia, espero que con esto empiece a tomar seriamente la idea de conseguirse una noviecita o alguna amiga medio facilita. ¿Dónde están las pendejas putonas cuando se necesitan?
-Bueno… yo no seré tan pendeja pero… -nos reímos las dos- A la que no noto muy bien es a vos, ya está arreglado el problema con Franquito, pero seguís alterada y tensa amiga. 
-Es que todo esto me genera mucho estrés. No te imaginás lo que fueron estos días para mí, física y psicológicamente.
-A ver vení, yo sé lo que necesitás vos, sentate acá – me senté frente a ella dándole la espalda, yo solamente tenía puesto un camisón rojo oscuro y la bombacha, ella se puso detrás de mí y comenzó a masajearme los hombros– relajate, esto te va a hacer bien –sus dedos presionaban firmemente los músculos de mi cuello, cerré los ojos para relajarme más– entre el trabajo y los petes a tu hijo debés estar re contracturada– dijo a modo de broma.

Bajó por mis brazos las tiritas del camisón y mis tetas quedaron al aire no me importaba en absoluto que ella las viera, pasó sus menos por debajo de mi mentón y luego volvió a los hombros. Pude sentir sus pechos pegados a mi espalda. Esta vez sus manos buscaron la parte baja de mis senos, los acarició apenas y regresó a los hombros una vez más. Hizo eso dos o tres veces y yo ya podía sentir los efectos de un buen masaje.

-Ahora acostate boca abajo –me pidió mientras me quitaba el camisón por encima de la cabeza.

Sus masajes se centraron en mi espalda, la sensación era hermosa y reconfortante. Me distendía mucho. Claudia se sentó arriba mío con las piernas separadas. No le dije nada pero sentía su concha húmeda contra mi espalda y eso me ponía un poquito incómoda. Pasó las manos por mi estómago y fue subiendo hasta llegar a mis pechos, me los presionó con suavidad, hasta pellizcó suavemente mis pezones, yo estaba preocupada en relajarme y esos atrevimientos no me importaron en lo más mínimo. Unos minutos después se giró hacia el otro lado, ahora su sexo se posaba en la parte superior de mi espalda y los masajes se centraban en mis nalgas y piernas. El esfuerzo físico de Claudia provocaba que se moviera, su húmeda concha se frotaba por mi lomo, la sensación de calidez era extraña para mí. Sus dedos presionaban mis piernas recorriéndolas casi en toda su extensión. No puedo negar que no sólo me estaba relajando, sino que podía sentir cierta excitación apoderándose de mi cuerpo.

Continuó con sus hábiles masajes sobre mis nalgas, las amasaba y estrujaba a discreción, en un momento noté que se disponía a quitarme la bombacha, pensé en detenerla pero estaba tan a gusto que se lo permití. Me despojó de toda vestimenta y quedé tan desnuda como ella lo estaba. Sus finos dedos recorrieron el centro de mis nalgas, sentí un agradable cosquilleo en mi sexo cuando sus uñas lo rozaron. No me había dado cuenta pero con cada nuevo movimiento de sus manos se las ingeniaba para separar más mis piernas. Ahora sus manos acariciaban al unísono las paredes internas de mis muslos, peligrosamente cerca de mi entrepierna. Luego pasó un dedo recorriendo de abajo hacia arriba el centro húmedo de mi sexo. Eso ya era provocación directa y estaba funcionando. Repitió la acción otra vez, tres veces, cuatro, cinco. Prácticamente me estaba masturbando, aunque con delicadeza. Mi calentura se hizo tan intensa que decidí que era el momento de hacer realidad mis fantasías lésbicas con Claudia. Hice fuerza para girarme, ella tuvo que levantarse un poco, cuando quedé boca arriba su sexo quedó a escasos centímetros de mi cara. Mantuve las piernas bien abiertas con las rodillas flexionadas. La rubia se acercó a mi vagina y comenzó a acariciarla con la punta de sus dedos.

-Claudia, si lo vas a hacer, hacelo ahora –no aguantaba más, quería que iniciara todo ya o que directamente no pasara nada, pero ya no aguantaba la incertidumbre.

Sin decir nada mi amiga bajó la cabeza hasta que su boca hizo contacto con mi vagina, no pude evitar gemir apenas comenzó a lamerla. Sabía muy bien que Claudia se acostaba con mujeres ocasionalmente, pero nunca había hecho el intento de acostarse conmigo, al menos no hasta hoy. Quería demostrarle que yo estaba a la altura de cualquier mujer con la que haya tenido relaciones sexuales en el pasado. Abrí su concha con las manos y no me asqueé en lo más mínimo al ver sus fluidos manando lentamente, al contrario, me incentivaron a lanzarme sin dudar y comenzar a chupar. El sabor salado me embriagó, quería comérsela toda. Lo mejor de todo era sentir que ella me la estaba chupando al mismo tiempo. Se concentraba más que nada en mi clítoris. Lo succionaba un rato y luego lo lamia como si lo acariciara con la lengua. Emulé sus acciones y fui probando cosas como chupar sus arrugados labios o meter algún que otro dedo ocasionalmente. No me sentía incómoda, al contrario, me sentía tan a gusto como si hubiera hecho esto mil veces.

Sentí sus labios apretando firmemente mi clítoris y luego su lengua introduciéndose en mi agujero, atraje más su cabeza hacia mí cerrando un poco las piernas y comencé a gemir. Su boca violaba todos los rincones de mi vagina, creo que nunca había fantaseado con una mujer que no sea Claudia, debía aceptarlo, la rubia estaba muy buena, aunque a veces me diera un poco de celos que tuviera una figura tan perfecta, no podía evitar excitarme al verla o soñar con meterme entre sus piernas. Ahora lo estaba haciendo y era mucho más hermoso de lo que hubiera imaginado. Poder sentir en mi boca el sabor de su vagina y escuchar su respiración agitada, saber que era yo quien la calentaba, era una suma de increíbles sensaciones.

Nuestras lamidas, chupadas e inserciones de dedos se aceleraron, estábamos en un clímax inmejorable donde lo único que importaba era obtener y dar satisfacción sexual. Seguimos con este intenso ritmo hasta que tuvimos un rico orgasmo cada una, el mío llegó primero y tuve que seguir por un par de minutos más hasta que llegó el de ella, pero como nunca dejó de chupármela en ningún momento, tuve un segundo orgasmo. Me sacudí enérgicamente en la cama mientras le chupaba la concha con ferocidad, me sentía como de 20 años otra vez. Caímos rendidas. Claudia se acomodó en la cama de forma tal que nuestras caras quedaran enfrentadas. Me acarició el pelo y sus enormes senos se pegaron a los míos.

-Yo sabía que algún día iba a hacer esto con vos –me dijo justo antes de darme un rico beso en la boca, la abracé con fuerza y con mi mano busqué su cola.
-Me encantó –le dije cuando el beso terminó- yo también sabía que iba a pasar esto, hace mucho que lo espero.
-No sabía que tuvieras inclinación por las mujeres.
-Por todas no. Tengo que reconocer que no me calientan las mujeres, pero con vos es diferente. Me provocás un morbo increíble Claudia, ¿Será porque sos mi mejor amiga?
-O porque estoy buena –bromeó.
-Un poco de las dos –mordí mi labio inferior y la miré a los ojos- sí, estás re buena –volví a besarla.
-Vos también Adriana.

Se quedó un rato más besándome y abrazándome, hablamos de las cosas que haríamos en el futuro, dónde y cuándo podríamos tener sexo a gusto, ya lo considerábamos como algo que ocurriría con frecuencia. Como soy un poco celosa le pedí que no se acostara con otras mujeres, al menos no sin decírmelo antes. Ella accedió a mi única petición y me dijo que mientras me tuviera a mí no necesitaba otras mujeres. Cuando se marchó pude dormir plácidamente. Dejé la puerta del dormitorio abierta. No me importó que a la mañana siguiente Franco me viera durmiendo desnuda o que aprovechara la ocasión para tocarme un poco las tetas o la vagina. Por eso me desperté con calma, para no espantarlo. Estaba tan excitada como la noche anterior. Aparentemente él también, estaba desnudo y tenía la verga parada. No dije nada, me acerqué a su palo erecto y comencé a chupárselo, en ese momento me importó una mierda si esto arruinaba todo el trabajo realizado por Claudia. A mí no me importaba hacerle un pete de vez en cuando y a él tampoco. Le pedí que se sentara en la cama y me puse de rodillas en el colchón. Comencé a subir y bajar mi cabeza rápidamente manteniendo siempre su pene en mi boca. No se lo dije pero en ese momento decidí que cada vez que él quisiera sexo oral, yo se lo daría. Sería un regalo especial de parte de una madre muy cariñosa. Esa mañana su descarga de semen no fue tan abundante, pero la recibí y tragué gustosa.

Los días siguientes fueron bastante tranquilos, Claudia me contó que habló con él una vez más y le pidió que ya no me chantajeara. Franco accedió cuando se dio cuenta que no necesitaba amenazarme de ninguna forma, de todas maneras yo de vez en cuando le permitía verme desnuda o le practicaba sexo oral. Me estaba acostumbrando a la morbosa sensación de tener su verga dentro de la boca.

Un sábado por la noche, en la que me estaba preparando para salir con mi amiga a tomar algo, vi a Franco caminando hacia su cuarto, se lo veía triste y cabizbajo. No entendí qué ocurría, él me había dicho que esa noche se vería con alguien importante, no me quiso dar muchos detalles, supuse que era una noviecita y por su actitud parecía que las cosas no marcharon como él las esperaba. Fui hasta su cuarto casi completamente desnuda, sólo llevaba puesta mi tanga blanca. Mi hijo, por el contrario, llevaba una bonita camisa gris perla, ideal para fiestas y un hermoso pantalón de vestir negro, ese atuendo lo favorecía mucho y era sumamente extraño verlo tan arreglado. Me di cuenta de que había estado llorando y me senté a su lado en la cama.

-Franquito, ¿Qué te pasa? –le pregunté agarrándolo de la mano.
-Nada mamá, no te preocupes.
-No me vengas con ese “Nada” porque ni vos te lo creés. Algo te pasa, podes contarme lo que sea. ¿Pasó algo malo? –no me respondió- ¿Fuiste a ver una chica? –asintió con la cabeza- Contame qué paso ¿Quién era la chica?
-Laura, mi maestra –me quedé anonadada.
-¿De verdad? ¿Cómo pasó eso?
-Es que a mí me gusta mucho ella y siempre le insisto para vernos, aunque sea mi maestra y sea mayor que yo, eso no me importa. Sé que también le gusto. El otro día nos besamos cuando el aula quedó vacía –eso me dejaba de piedra- y ayer me dijo que la esperara en una dirección, que íbamos a ir a un hotel. Eso me dijo. Hotel.
-¿Y te dejó plantado?
-Sí. Me llamó hace un rato diciéndome que no iba a ir, que no se animaba, que ella era casada y que no la moleste más.
-¡Pero qué hija de puta! –me encabroné como nunca.

Sin pedirle permiso a mi hijo volví a mi cuarto y tomé el teléfono, tenía el número de esta putita guardado en mi agenda. La llamé y contestó de inmediato, tal vez ni siquiera sabía quién la llamaba. Cuando se identificó como Laura comencé diciéndole:

-Escuchame una cosita desgraciada. Que vengas a hacerme planteos sobre las actitudes de mi hijo te lo dejo pasar, pero que te hagas la putita con él, que le generes ilusiones y que después lo dejes plantado, eso no te lo voy a permitir.
-Ehhhh… esteee… yo soy casada señora, no puedo hacer esas cosas que dice. Yo nunca le dije…
-¡No! Mi hijo podrá ser cualquier cosa, pero mentiroso no es. Vos lo invitaste a un telo, ¿qué pasaría si el director de la escuela se entera que te andás haciendo la puta con los alumnos? ¿Qué pensará tu marido? Si vas a decir las cosas, después hacete cargo, asumí las consecuencias.
-Perdón, no fue mi intención… yo no quería ilusionarlo, es que lo recapacité y me arrepentí, por favor no le cuente a nadie.
-Te arrepentiste tarde. Ahora el perjudicado es mi hijo, que está re mal por tu culpa. El lunes mismo voy a pedir una reunión con el director y se va a enterar. Con mi hijo no vas a joder, puta de mierda –le colgué.

Comencé a llorar por la bronca pero enjugué mis lágrimas lo más rápido que pude y regresé al cuarto de mi hijo.

-Gracias mamá –me dijo apenas me senté a su lado.
-¿Escuchaste todo?
-Sí.
-¿Vos pensás que tengo que contarle al director?
-Hacé lo que quieras, esa desgraciada ya me cansó. Porque a veces se hace la santa y otros días termina siendo tremenda puta.
-¿Por qué lo decís? ¿Pasó algo más aparte del beso?
-Sí, ayer. Me hizo un pete.
-Si será puta. Hacerte ilusionar así –no quería que mi hijo se sintiera tan mal, busqué la forma de hacerlo reír- pero seguro que no fue mejor que los míos- comenzó a reírse.
-No mamá, los tuyos son los mejores –me acarició una pierna.
-Ella es la boluda, ella se pierde de todo esto –le agarré el bulto por arriba del pantalón, me sorprendió que comenzara a crecer tan rápido.

Lo que más me molestaba de toda esta situación era ver a mi hijo de esta forma, me apenaba mucho que él se hubiera vestido tan elegante, hasta estaba usando un agradable perfume y él los odiaba, todo por una estúpida que lo ilusionó y lo dejó plantado. Presioné su pene mientras se ponía duro.

-Pero yo me quedé con las ganas –estaba muy triste.
-No hijo, vos no te vas a quedar con las ganas, eso te lo aseguro.

Desprendí su pantalón y su verga erecta apareció por arriba del elástico del bóxer. Acerqué mi cabeza y le di una rápida lamida en la punta, luego lo liberé del todo y comencé a mamarlo como tantas veces lo hice antes, aunque esta vez lo hacía con más ganas que nunca. Mi hijo comenzó a acariciarme todo el cuerpo, centrándose más que nada en mis tetas. Mientras chupaba pensaba en todo lo que él pudo hacer con su maestra si la muy desgraciada no se hubiera arrepentido y supe que una mamada era sólo un premio consuelo, al otro día se sentiría mal otra vez. Como madre estaba dispuesta a darle lo mejor a mi querido hijo.

Me puse de pie quitándome la bombacha, quedé completamente desnudo ante él. Tomé su mano derecha y la llevé hasta mi sexo, él se sorprendió de que le permitiera tocarlo. En pocos segundos tenía la vagina completamente lubricada, él no sólo me acarició el clítoris sino que se animó a colarme un par de dedos. Su verga parecía un mástil. Siempre que le permitía ir un poco más lejos era a base de jueguitos y en forma pausada, pero esta vez quería que él supiera lo dispuesta que estaba a dar un paso sin retorno en nuestra relación. Me monté sobre él como si se tratara de un caballo, de uno en celo con la verga bien dura. Yo quería esa verga. La apunté hasta mi entrada femenina y sin darle tiempo a reaccionar, bajé. Pude sentir cómo me abría la concha mientras me penetraba más y más, hasta que llegó al fondo. Suspiré de placer y comencé a moverme como las experiencias sexuales de mi vida me enseñaron a hacerlo. Nos miramos a los ojos, él aún estaba anonadado pero era obvio que disfrutaba tanto como yo. Mi vaivén se hizo cada vez más fuerte, me lo estaba montando como una potra lujuriosa y el saber que era mi hijo me excitaba el doble. La cama comenzó a chirriar y a sacudirse, éramos dos amantes cachondos que se estaban matando a puro sexo. Su boca se prendió a uno de mis pezones y comenzó a succionarlo mientras yo daba saltos que provocaban que su pene saliera casi completo y se clavara en lo profundo de mi concha produciéndome un dolor dulce y placentero.

Arqueé mi espalda y comencé a gemir enérgicamente, esto calentó más a Franco ya que empezó a bombear empleando la fuerza de su pelvis. Estuvimos un buen rato en esa posición y luego él me empujó hacia atrás, cuando quedé acostada de espaldas lo recibí con las piernas y los brazos abiertos, volvió a clavarme y ahora él llevaba el ritmo. Lo abracé con fuerza para sentir la calidad de su cuerpo contra el mío, a pesar de que aún llevara puesta su ropa.

-Ahhhh, Ahhhh, si Franquito, sí –nunca me había sentido tan excitada en mi vida. En un momento su verga se salió, la tomé con la mano para guiarla una vez más hacia adentro pero preferí degustarla por mi otro agujerito, levanté más las piernas y en cuanto la sentí contra mi culito le dije:

-Empujá despacito, hasta que entre toda.

Siguió mi instrucciones al pie de la letra, la penetración fue suave, si bien llevaba tiempo sin practicar sexo anal, sabía cómo recibir una verga allí dentro. Cuando la penetración fue profunda recibí toda su furia, comenzó a darme tan fuerte que creí que me partiría al medio, se sacudía como loco. Me encantaba, quería que me la metiera así todo el día. Mi culito se dilataba más y más y podía sentir toda la extensión de su verga en mi interior.

Después de unos minutos le pedí a mi hijo que me permitiera ponerme en cuatro, apenas lo hice volvió a metérmela por detrás, sonreí y bajé mi cabeza, qué bien la estaba pasando. Abrí mis nalgas con las manos para que pudiera clavarme mejor. Me dio duro durante un rato hasta que el cálido semen llenó mi agujerito trasero.

-No pares. No pares hasta que salga toda –le dije entre jadeos.

Él siguió con sus movimientos hasta que la última gota abandonó su pene. Cuando se apartó me giré para abrazarlo fuerte.

-Eso me gustó mucho, mamá.

Eso cerró el ciclo de incertidumbres que estábamos atravesando y nos abrió camino a una nueva relación entre madre hijo, yo estuve dispuesta a acostarme con él tanto como fuera necesario, ya sea que lo quisiera él o yo. Claudia sabía sobre nuestra extraña relación pero no le molestaba en lo más mínimo, por el contrario, cuando me acostaba con ella le gustaba que le contara mis experiencias sexuales con Franco. En cuando a esa maldita profesora, que fue la causante de todo este problema, renunció a su puesto y decidió cambiarse de escuela antes de someterse al escándalo y la vergüenza. Desde ese día ya no volví a tener problemas con mi hijo.



Fin de "Problemas con mi Hijo".

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lorena ha dicho que…
Lo que más me calentó fue no ver la edad del hijo y eso deja el dato a la imaginación, así que como me van mucho los peques fantasee con un sobrino de 14 con la leche y ganas de cojer ahi a pleno *-* divino que escribas tan sucio y obsceno. Me encanta eso!
Unknown ha dicho que…
En el relato dice que Franco tiene 19 años
Sofia Alejandra Ferreyra ha dicho que…
Tampoco vi laedad y fantasee igual
Darkness83 ha dicho que…
Toda una locura extraordineria, Nokomi sos toda una Diosa.
Saludos
Fatima Alvarado ha dicho que…
Hola Nokomi y grupo, que buen ralato y ahi dice en el primer capitulo que Franco tiene 19 años.

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