Libres en la Oscuridad [04]

Mientras nadie nos ve.



“Que termine un momento precioso

Y le suceda la vulgaridad...”


Mar Adentro - Héroes del Silencio.

La cama crujía incesantemente ante el peso de las seis personas que se meneaban sobre ella, pero a nadie le preocupaba que ésta fuera a romperse.
El fogoso 69 iniciado por Marina y Mónica llegó a su fin, sólo para dar lugar a más desenfreno lésbico. La chica punk se sentó entre las piernas de la rubia, permitiendo que los labios vaginales de ambas se besaran mutuamente, luego ella inició un bamboleo de atrás hacia adelante, aumentando la fricción. Al hacer esto no tuvo más remedio que apoyarse contra la espalda de Sara, ya que estaban demasiado cerca. Mónica no tuvo necesidad de ver para entender que su no-tan-inocente cuñada se estaba cogiendo a Jorge, ya que podía sentir cómo la muchacha subía y bajaba, mientras jadeaba.
Sara se asustó al sentir la presión contra su espalda, pero ese miedo no le impidió continuar moviéndose. No sabía qué estaba ocurriendo detrás suyo, pero sentía a alguien moviéndose casi tan intensamente como ella… y ese alguien tenía tetas. Podía sentir los pechos contra su espalda. Primero pensó en Marina y se acaloró, ya que apenas unos segundos antes esa bella rubia le había dado el primer beso lésbico de su vida. En un momento, antes de que esta chica pudiera posicionarse espalda con espalda, notó algo extraño en el roce de los pezones… había algo metálico. De pronto cayó en la cuenta de qué se trataba de Mónica, solo ella podía tener el descaro (y el coraje) como para colocarse piercings en los pezones. ¿Qué es lo que haría? La novia de su hermano descubriría, con total seguridad, que ella estaba engañando a Lionel, pero… Mónica también estaba desnuda, y se movía mucho sobre alguien. ¿Sobre quién?
Jorge sintió que, de repente, Sara se volvía más pesada, como si alguien se le hubiera tirado encima. No quiso quedarse con la duda, por lo que sus manos salieron a explorar la oscuridad, mientras la hermana de su mejor amigo subía y bajaba por su verga. Tocó algo suave y tibio, demasiado carnoso como para tratarse de Marina, pero también demasiado femenino como para tratarse de un hombre. La única posibilidad era que fuera Mónica, la novia punk de Javier… la mujer que hubiera sido su amante esa noche, si es que el intercambio de parejas se hubiera llevado a cabo. Pero eso no importaba ahora, algo mucho más interesante que un intercambio estaba ocurriendo, y las probabilidades le decían que aún le quedaban oportunidades de divertirse con Mónica. Sabía que contaba con el permiso de su amigo, por lo que no le importó… así como tampoco le importaba coger a Sara, sin permiso de su novio. No conocía mucho a Lionel, y no podía sentir remordimientos por él. Con una de sus manos se aferró a una de las tetas de Mónica, y descubrió un piercing en ella «La piba tiene estilo», pensó, mientras la sobaba.
Lionel ya estaba entregado, no le importaba nada. Separó sus nalgas con ambas manos y esperó. Javier no lo hizo desear, le demostró que él también estaba decidido a seguir adelante con el asunto. La verga salió del culo del rubio, sólo para hincarse una vez más. Le dolía, pero de a poco ese dolor se iba convirtiendo en placer… en el mayor placer que había sentido en su vida. Colaboró meneando un poco el culo, y ésto incentivó a Javier, quien buscó penetrar más hondo, y lo consiguió. Un gemido escapó de la boca de Lionel, pero a nadie pareció importarle.
Marina, quien ya estaba algo contracturada por su incómoda posición, apartó a Moni; pero para darle a entender que no se había cansado de ella, se puso de rodillas y sus tetas se tocaron. Notó que Jorge le estaba manoseando las tetas a Moni, y por ende a ella también; esto la calentó. Marina se dio cuenta de que Moni estaba espalda con espalda con Sara. Desde su posición, la rubia podía entretenerse con la inexperta muchachita. A tientas buscó las tetas de Sara y empezó a amasarlas, mientras se unía en un potente beso lésbico con Mónica.
Alguien se movió delante de Lionel. Al principio él no entendió nada, pero al estar en cuatro, con la cabeza casi contra el colchón, pudo sentir un turgente culo contra su cara. No le importó de quién era, sólo sabía que se trataba de una mujer. Mientras Javier empezaba a tomar ritmo, y sus penetraciones se hacían cada vez más profundas, Lionel metió la lengua entre esas nalgas, y empezó a disfrutar de ese hermoso culo.
Jorge la estaba pasando de maravilla cogiéndose a Sara; pero la reciente aparición de Moni lo hizo desear probar esa concha. No tenía mucho lugar para maniobrar, ya que estaba prácticamente sentado; pero sus brazos eran fuertes. Apoyó las manos contra el respaldo de la cama y empujó, desplazando a todos los demás, hasta que pudo ganar un poco de espacio. Ésto le permitió quedar en una posición un poco más horizontal. Valiéndose una vez más de la fuerza de sus brazos, sujetó a Sara y la levantó, atrayéndola hacia él, hasta que la concha de la chica quedó a la altura de su boca. Comenzó a chuparla con devoción, le encantó poder notar lo dilatada que la había dejado.
Moni disfrutaba de los manoseos que provenían de Jorge, y los besos de Marina. Cuando Jorge empujó, ella se abrazó a la rubia, y su beso se volvió aún más intenso. Un instante después notó que ya no hacía contacto con la espalda de Sara; la chica se había movido. Retrocedió un poco y se encontró con una gran sorpresa… una muy agradable. Se trataba de la verga erecta de Jorge, que estaba libre, como si estuviera esperando por ella. No lo dudó ni un instante, la agarró con una mano y se posicionó sobre ese gran falo. Su concha estaba tan húmeda y dilatada, que la penetración fue suave; pero no por eso menos dolorosa. El peso del cuerpo de Marina sobre el suyo la hizo bajar más fuerte de lo que hubiera querido, y la pija se le enterró casi completa. Soltó un grito de placer, obviamente todos lo escucharon, y a nadie le quedaría duda de que a Mónica le habían metido una buena pija; pero todos fueron lo suficientemente discretos como para no decir nada.
A Sara no le agradaba tener que compartir la pija de su nuevo amante, pero debía admitir que ya le estaba doliendo la concha, con semejantes penetraciones. Las lamidas que le estaba dando Jorge le servirían como un pequeño recreo. Cuando Moni gritó, una ola de placer le recorrió la espina dorsal. Pensó: «¿Viste que buena pija, Moni? Disfrutala… así vos también sabés lo que se siente tener la concha bien llena».
Lionel tenía que admitir que Javier sí sabía coger… y, aunque aún no lo pudiera creer, se lo estaba cogiendo de maravilla. Su culo ya había alcanzado la dilatación óptima, y la verga entraba y salía con soltura. Supo que Javier debía estar lubricándola con saliva, porque sintió su culo cada vez más húmedo. Lentamente comenzó a trepar por la espalda de Marina, y se fue acercando a la rubia, dándole tiempo a Javier a hacer lo mismo.
Javier se dio cuenta de que Lionel quería moverse hacia adelante, por lo que tuvo que sacar momentáneamente su verga, para poder ponerse de rodillas sobre la cama. Ahora Lionel estaba arrodillado, pero con el torso erguido. No le importó, aún podía disfrutar de su culo. Lo penetró tan hondo como pudo, y reanudó el ritmo de la cogida.
Por su parte, Lionel aprovechó la posición para abrazar con fuerza a Marina.
La rubia no opuso ninguna resistencia, al contrario, pegó más su espalda al pecho de quien sería su amante de turno. Lo ayudó a posicionar su verga, ella estaba deseosa de sentir algo duro dentro de la concha. Lionel no estaba tan bien dotado como su novio, pero el rubio tenía una verga de lo más disfrutable. Ella levantó la cola y la pija se le clavó dentro de la concha. Dejó salir un gemido, medio involuntario, medio a propósito. Bajó un poco su cabeza, hasta quedar a la altura de las tetas de Moni. Una a una empezó a chuparlas.
Moni agradeció el gesto de Marina, que le chuparan las tetas la volvía loca, y más aún si al mismo tiempo le estaban metiendo una verga en la concha. A ella no le importó demasiado disimular. Comenzó a dar saltos sobre la pija de Jorge, disfrutándola al máximo. En sus movimientos a veces se encontraba con la espalda de Sara, y supuso que Jorge debía estar chupándole la concha. Sintió envidia de Jorge, ella también quería saborear esa preciosa rajita. También supuso que Sara debía estar deseosa de volver a montarse sobre esa pija, por lo que intentó disfrutarla al máximo.
Lionel estaba pasando la mejor noche de su vida, nunca antes había estado tan excitado. Esa rubia, que se estaba cogiendo, no dejaba de gemir con sensualidad, invitándolo a penetrarla con más fuerza. Lo hizo. Lo mejor era que cada vez que retrocedía, para tomar envión, la verga de Javier se le clavaba hasta el fondo del orto; y ésto lo hacía suspirar de gusto.
Sara dio media vuelta en su lugar, le costó un poco pero cuando Jorge adivinó sus intenciones, la ayudó. Volvió a sentarse sobre la cara de su amante, para que éste siguiera chupándole la concha. Bajó, hasta que su boca quedó más o menos a la altura en la que se debería encontrar la verga. Mónica la estaba montando frenéticamente, pero disminuyó el ritmo en cuanto sintió un par de manos en sus nalgas. Sara aún no sabía muy bien qué era lo que iba a hacer, ella sólo tenía ganas de meterse esa gran pija en la boca; pero con Mónica arriba, no le quedó más alternativa que estirar la lengua y lamer lo que pudo del pene. Tenía un gusto extraño, y no podía deberse otra cosa que no fuera el flujo de la concha de Moni. Ésto la hizo recapacitar, a ella no le gustaban las mujeres… pero el apasionado beso de Marina la había hecho dudar. Contra todo pronóstico, Moni se levantó, liberando la verga de Jorge. De esa forma Sara pudo chuparla durante unos segundos. Estaba muy caliente, quería tragarla tanto como le fuera posible. Lo que no sospechó era que esta recompensa tendría un precio.
Moni le permitió a su cuñada chupar la verga de Jorge, porque desde que todo el desenfreno empezó, ella tenía una fantasía en mente; y ésta era la mejor oportunidad para hacerla realidad. Dejó que Sara se entretuviera con la mamada durante unos segundos, y luego retrocedió, poniendo todo su culo contra la cara de su cuñada. Empezó a frotarse.
Sara no lo podía creer, Mónica le estaba frotando el culo y la concha contra la cara, para colmo ella no podía irse más hacia atrás. Con una mano masturbaba a Jorge y con la otra intentaba apartar las nalgas de Moni; pero ella no cedería. Sara comprendió que para poder liberarse del momento debía dar un importante paso en su vida. Nunca antes lo había hecho, y tal vez sólo había fantaseado con ello en alguna noche de mucho alcohol y calentura. Ahora tenía la calentura, pero su mente no estaba nublada por el alcohol. El olor de la concha de Moni era embriagador, y toda la humedad se transmitía a su propia cara. «¡Uf, qué mojada tiene la concha!, pensó Sara». «Tal vez no sea tan malo… se siente bien». Pegó más su cara contra la concha, si la luz estuviera encendida, todos podrían ver la sonrisa en sus labios. «Ah, ya fué… estoy re jugada». Sacó la lengua y dio la primera lamida a esa rechoncha vagina.
Moni se detuvo cuando supo que había conseguido su objetivo, permitió a Sara explorar su húmedo agujero con toda la lengua. La chica era inexperta y se le notaba la timidez al momento de lamer, sin embargo el solo hecho de sentir su lengua contra la concha, la ponía a mil.
Sara intentó replicar todo lo que Jorge le estaba haciendo en su propia concha, ya que lo estaba disfrutando mucho y supuso que para Moni sería igual. Se centró más que nada en el clítoris de su cuñada, le dio suculentos chupones. Luego hizo lo mismo con los labios y metió la lengua por el agujero. «¡Ay, qué bueno está esto!», pensó. Contra todo pronóstico, estaba disfrutando chuparle la concha a una mujer… incluso llegó a preguntarse por qué no lo había hecho antes. Sara estiró la mano, sabiendo que se iba a encontrar con la concha de Marina, quería brindarle placer a ella también. Lo que no se imaginó fue que encontraría una pija entrando y saliendo de ese agujero. Sin dejar de chupársela a Moni, tocó los testículos. Los conoció de inmediato, se trataba de los huevos de Lionel. No le importó que su novio se estuviera cogiendo a la rubia, al contrario, la alivió. Ahora ya no debía sentirse tan culpable por haberse dejado coger por Jorge. A pesar de que estiró los brazos hacia los costados, no encontró señales de su hermano, eso también la tranquilizó mucho. Al parecer Javier había abandonado la cama, incluso podría ser que ni siquiera estuviera en la habitación. Si su hermano no estaba cerca, podía soltarse aún más en el sexo.
Fue como si todos se hubieran puesto de acuerdo en que querían probar otras cosas, luego de que se entretuvieran durante unos minutos en la complicada posición que habían adoptado, uno a uno empezaron a moverse. El primero fue Javier, quien lo tenía más fácil, ya que sólo debía bajar de la cama, poniéndose de pie. Lionel había disfrutado al máximo de la cogida que le dio su cuñado, pero estaba listo para ir por más. Se apartó de Marina y empezó a buscar, a tientas, a un nuevo amante; fuera hombre o mujer, a esa altura de la noche le daba lo mismo. Marina se movió hacia un costado y se paró junto a la cama, ella también estaba ansiosa por encontrar otra persona con la que pudiera disfrutar del sexo. De preferencia: Sara.
A Moni le quedó claro que tenía vía libre para moverse en cuanto Marina se apartó. Fue hacia el lado opuesto que la rubia, y se encontró con unas manos tanteando la oscuridad. Eran suaves, pero masculinas. Supo que se trataba de Lionel. No lo dudó, el rubio la calentaba mucho; aunque nunca se lo hubiera confesado a su novio. Agarró a Lionel por los hombros y lo obligó a acostarse boca arriba. Casi de inmediato lo montó y se clavó toda su verga en la concha. Empezó a dar saltitos, que Lionel acompañó con el movimiento de su cuerpo.
Sara se arrastró por la cama, dio media vuelta, quedando con la cara hacia el respaldar de la cama, se puso en cuatro y empezó a chuparle la pija a Jorge. Ese falo la tenía loca. Pocos segundos más tarde sintió que alguien la tomaba de la cintura y le arrimaba la verga a la concha. Debía ser Lionel, por lo que levantó la cola y se dejó penetrar.
Marina, que sabía perfectamente dónde estaba su novio, estaba ansiosa por sentir esa gran verga en su concha. A tientas llegó al lugar preciso, se montó dándole la espalda a Jorge.
Sara tuvo que dejar de chupar, para darle lugar a la rubia. Sólo le importó un poco, porque ésta también era la oportunidad para chuparle la concha, y así lo hizo. Se prendió de su clítoris como si fuera una lesbiana experta.
Marina se sorprendió mucho al sentir los chupones que Sara le estaba dando en la concha, no se imaginó que la chica fuera animarse tan rápido. La alentó acariciándole la cabeza, y la respuesta fue inmediata. La lengua jugueteó con su clítoris y le proporcionó grandes olas de placer. La pija de su novio ya se le había clavado completa, y la estaba montando lentamente.
Javier, que ahora sí tenía ganas de probar una concha, buscó a tientas y se encontró con un cuerpo delgado, y un culo respingón. Se alegró mucho, esa no podía ser otra que Marina. Hacía tiempo que tenía ganas de cogerse a esa hermosa rubia. No lo dudó, se mandó para adelante como un amante en celo. La concha ya estaba bien húmeda y dilatada, como si recientemente hubiera sido penetrada. Su pija entró suavemente, y se sintió en la gloria. El interior de esa concha era muy cálido. Empezó a metérsela con fuerza, la quería castigar; quería darle una cogida que no olvidara nunca en su vida.
Lionel se prendió a las tetas de Moni, y empezó a chuparlas en intervalos cortos. La novia de su cuñado era una experta en el sexo, se movía con maestría, cogía mucho mejor que Sara. Nunca le diría esto a su novia, pero sí disfrutaría al máximo de la oportunidad que tenía.
A Sara le sorprendió la energía con que se la estaba cogiendo quien ella creía que era su novio. Lionel nunca se la había cogido así, se sintió como una perra en celo siendo montada; pero estaba tan caliente que eso, en lugar de desagradarle, la puso aún más cachonda.
Jorge se sentía realizado, en una noche había penetrado tres conchas diferentes. Le gustaría poder decir que su favorita era la de su novia, pero en realidad se había quedado fascinado al coger a Sara. Ya estaba fantaseando con hacerlo de nuevo; pero no de momento, porque ahora tenía a Marina montándolo como una experta, y además Sara le daba una ocasional lamida en los testículos. Estiró su mano derecha y tocó el cuerpo de Moni. Le manoseó las tetas y luego bajó hasta encontrarse con su concha, la cual tenía la verga de Lionel adentro. Jorge tocó todo, no le importó posar su mano sobre un miembro masculino. Él tenía un gran secreto: aquella vez se encontraba mirando un partido de fútbol con uno de sus mejores amigos, habían estado tomando cervezas y ya ninguno de los dos estaba muy sobrio. Daba la casualidad de que cada uno era hincha de uno de los dos equipos, y estuvieron toda la tarde haciéndole comentarios en tono de burla sobre el equipo rival. Se les ocurrió hacer una gran apuesta: aquel cuyo equipo perdiera, le tenía que chupar la verga al otro. A Jorge le pareció una apuesta ridícula; pero como su equipo iba ganando dos a cero, aceptó. Para su sorpresa, su equipo terminó perdiendo cuatro a dos. Se quería matar, no sólo por la bronca futbolística de perder un partido ganado, sino también porque debía pagar la apuesta. Pero él era un hombre de palabra, y no se iba a acobardar. No iba a dejar de ser menos hombre por culpa de una apuesta. Aceptando su destino, se puso de rodillas frente a su amigo, y empezó a chuparle su gran verga. Al principio le dio asco, ya que nunca se le había pasado por la cabeza hacer algo así. Sin embargo al mirar a los ojos de su amigo, se dio cuenta de que éste lo estaba disfrutando. La verga se puso bien dura dentro de su boca, y luego de unos segundos ya no le resultó tan desagradable. Empezó a chuparla con un poco más de ganas, no demasiado; pero sí lo suficiente como para complacer a su amigo. De a poco le empezó a tomar gusto a la verga, y la chupó tal y como su novia se la chupaba a él. Usó todos y cada uno de los pequeños truquitos que aprendió de Marina. Hizo un buen pete y ni siquiera se apartó cuando su amigo eyaculó, se tragó toda la leche. Después de este incidente, ya nunca más habló del tema con su amigo; siguieron viéndose como si nunca hubiera ocurrido. Jorge jamás le contó ese suceso a Marina, ni tampoco le dijo que desde ese día fantaseaba con la idea de chupar otra pija.
Cuando Moni sintió la mano de Jorge explorando su concha, se sorprendió, no porque él la tocara, sino porque se dio cuenta de que el amigo de su novio le estaba agarrando la verga a Lionel. A ella le calentaba mucho la idea de ver a dos hombres cogiendo, y no sospechaba que Jorge tuviera esas inclinaciones. Sólo para ver (o percibir) lo que ocurría, se hizo para atrás. Se acostó boca abajo en la cama y empezó a chupar la verga de Lionel. Supo que los toqueteos de Jorge se volvieron más intensos, y se preguntó hasta dónde llegaría.
Sara estaba disfrutando tanto de la cogida de su supuesto novio que cuando éste apuntó la pija hacia su culo, no opuso resistencia. Estaba probando cosas nuevas. ¿Qué tenía de malo probar el sexo anal? «Que me hagan el orto, ya fue, pensó». Y su deseo se cumplió: la verga comenzó a penetrarle ese agujero virgen. Le dolió mucho, pero al parecer su amante se percató de esto y retrocedió, sólo para volver a intentarlo. Repitió esta acción varias veces, hasta que el glande entró. Ella tuvo que ahogar un grito de dolor contra la concha de Marina, la cual seguía lamiendo tanto como podía; sin olvidarse de los testículos de Jorge.
Cuando se dio cuenta de que Moni le había dejado vía libre, Jorge agarró con fuerza la verga de Lionel. Le recordó mucho a la de su amigo, y se moría de ganas de metérsela en la boca. Pero desde su posición le resultaría muy complicado, debía adoptar una pose sumamente incómoda. No le quedó más alternativa que levantar a su novia, para que lo dejara salir. Bajó de la cama y la rodeó lo mejor que pudo. Se golpeó la rodilla contra uno de los bordes, pero se aguantó las ganas de putear. A tientas llegó hasta el gran culo de Moni. Ella le estaba chupando la pija a Lionel, y levantó un poco la cola, ofreciéndose a Jorge. Él no desaprovechó la oportunidad, le metió toda la verga en la concha y se acostó sobre ella; quedando así con la cabeza justo donde estaba la verga de Lionel. Él sabía que Moni había adivinado sus intenciones, incluso lo estaba ayudando. Ella misma sostuvo la verga de Lionel para que Jorge pudiera empezar a chuparla; y así lo hizo. Al principio con cierta timidez, pero cuando recordó lo que hizo aquella primera vez que chupó una pija, empezó a hacerlo cada vez mejor. Tragándola toda y pasándole la lengua a todo el largo. Moni también lamía y chupaba, mientras él le metía su verga en la concha.
Sara se lamentó de que Jorge se fuera, pero eso no le impidió seguir disfrutando. Ahora tenía libre la concha de Marina, y empezó a chuparla toda, con más devoción que antes. La rubia no molestó en disimular sus gemidos de placer, los cuales inundaron toda la pieza. Esto calentó mucho a Sara, no sólo le estaban abriendo el orto a pijazos, sino que además era capaz de brindarle mucho placer a la rubia.
Javier creyó que los gemidos de Marina se debían a lo que él estaba haciendo, y ésto lo incentivó. Al parecer ella ya tenía el culo bien dispuesto, por lo que empezó a cogerla con cada vez más fuerza. Luego de unas cuantas embestidas, logró meter la pija entera. Él no pretendía parar hasta llenar ese culo de leche.
Por primera vez en su vida, Lionel estaba recibiendo una mamada de dos personas a la vez; no le importaba que una fuera un hombre… se la estaban chupando de maravilla. Lo hicieron tan bien que no pudo contenerse, su verga empezó a escupir grandes chorros de leche.
Mónica y Jorge compartieron el semen de Lionel, lamieron toda la pija y se besaron, para que cada uno pudiera llevarse una buena ración de leche tibia. Como la verga de Lionel se puso flácida, dejaron de chuparla; pero se sorprendieron cuando el rubio dio media vuelta y se puso en cuatro. Entre Mónica y Jorge empezaron a lamerle el culo y los testículos. Jorge sonrió, sin dejar de coger a Moni, ya adivinaba las intenciones de Lionel, y no lo iba a defraudar.
Sara hizo lo que pudo para darse vuelta, quería acostarse boca arriba. Por suerte sus dos amantes comprendieron sus intenciones, y la liberaron unos segundos. Levantó las piernas, las cuales fueron sujetadas por su amante masculino, él le volvió a meter la pija en el orto, y ella tuvo que estrujar las sábanas y apretar los dientes para no gritar. Pero de haber salido de su boca, hubiera sido un grito de puro placer. Le fascinaba sentir toda la verga dentro de ese orificio.
Marina, que no perdió el tiempo, se sentó en la cara de Sara y empezó a menearse. La chica le chupó la concha y el culo, cada vez lo hacía mejor y eso fascinaba a la rubia.
Jorge fue en busca del siguiente agujero en el que metería la verga. Se posicionó detrás de Lionel, quien aguardaba en cuatro patas, y le clavó la mitad de la pija de una sola embestida. «Este culo no es virgen, pensó». Por alguna razón le calentó saber que Lionel ya se había dejado coger. Como vio que podía exigirlo un poco, empezó un fuerte vaivén, disfrutando de cómo su verga se abría camino dentro de ese agujero.
Moni, que se había quedado sin nadie que se la cogiera, y sin nada para chupar, no supo qué hacer. Estaba perdida en la oscuridad. Dio la vuelta a la cama, como si estuviera buscando algún sitio por el cual pudiera reincorporarse a la orgía.
Hubo un parpadeo, como si un relámpago se hubiese metido en la habitación. Súbitamente se hizo la luz, y todos pudieron ser testigos oculares de lo que realmente estaba ocurriendo.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Increibles tus relatos, la verdad es que jamas seguí o sigo algo de este estilo. Es realmente increible lo bien que escribís. Sería maravilloso si pudieras seguir con la serie de Strip Poker, hace más de un año que espero la continuación. Que bueno que volviste a escribir!
ELILU ha dicho que…
nOKOMI MI ESCRITORA FAVORITA, ME LOS HE LEIDO Y RELEIDO TODOS. aISLADO ENTRE MUJERES MI FAVORITO

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