Image Taboo [Arizu] (07).

 


Modelo de la Foto: @yagirldubs (En Twitter)

Capítulo 07.


La Familia Nevares.



Melisa Nevares salió de la cama, le dolía la cabeza de tanto llorar. Se había pasado la última hora y media lamentándose por todo lo ocurrido y si juntó fuerzas para levantarse fue porque se hartó de sentir pena por ella misma. Eso era algo que simplemente no podía permitirse. Se sentía traicionada por Arizu, su mejor amiga (tal vez su única amiga), y eso le dolía en el alma; sin embargo había un problema mucho más importante del que debía encargarse: su propia familia. 

Se lavó la cara con abundante agua fría y cuando salió del baño se cruzó con su madre, Liana. 

―Hija ¿estás bien? ―preguntó la mujer, abriendo muy grandes sus ojos verdes.

―No, mamá. No estoy bien ―a ella le habían enseñado a no mentir, aunque se tratase de algo malo o vergonzoso―. Tengo que hablar con ustedes. ¿Ya llegó Anelise?

―Sí, justamente venía a avisarte eso. Ella me dijo que vos la llamaste, porque querías decirle algo importante.

Anelise era la hermana mayor de Melisa, ella estaba casada con un hombre llamado Manuel, y vivían juntos en un hermoso departamento en el centro de la ciudad. Cada vez que se iniciaba una reunión familiar, debían esperar a que ella llegara. 

―Sí, se lo tengo que decir a todos, porque esto afecta a toda la familia. 

―¿Es muy grave? ―Liana estaba pálida como un papel.

―No tanto, si nos mantenemos unidos. 

Liana abrazó a su hija con afecto. No sabía qué problema lo azotaba ahora, pero quería demostrarle a Melisa que su familia siempre estaría allí para apoyarla.

Unos minutos más tarde todos los Nevares estaban reunidos en el living de la casa. Liana se sentó junto a Leonel, su marido, y se tomaron las manos mientras los demás iban tomando asiento. Iván, el hermano menor de Melisa, se sentó frente a sus padres, y a su derecha, en otro sillón individual, se ubicó Anelise.

Melisa permaneció en pie, caminando de un lado a otro, mientras se esforzaba por encontrar las palabras apropiadas.

―Meli ―dijo Liana―, mientras más vueltas des, más nos vamos a preocupar. Si pasó al grave, por favor, decilo de una vez.

―Está bien ―Melisa se detuvo en seco―. Lo voy a decir sin vueltas, y que cada uno lo asimile como pueda. ¿Se acuerdan de la sesión de fotos que hicimos? Bueno… por una razón que desconozco, todas esas fotos llegaron a internet. La gente puede verlas usando TuVip, sin sufrir ningún tipo de penalización. 

Todos se quedaron boquiabiertos y los colores se borraron de las caras. 


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Unas semanas atrás Melisa volvió a proponerle a su familia una idea que llevaba tiempo dando vueltas en su cabeza: realizar una sesión de desnudos. Para ella el cuerpo humano en sí mismo no tenía nada de obsceno, sin embargo esa era la parte difícil de comunicar. Los Nevares son una familia muy apegada a las normas Moralistas y Melisa sabía que no sería fácil convencerlos. Pero ahora tenía una importante carta a su favor:

―Arizu accedió a participar en una sesión de desnudos ―le dijo a su madre, mientras tomaban mates en el patio. 

―¿Qué? ¿De verdad? ―Liana pestañeó varias veces, como si eso pudiera ayudarle a comprender las palabras de su hija―. ¿Arizu se sacó fotos desnuda?

―Sí, y obviamente yo fui la fotógrafa ―dijo Melisa, con el pecho lleno de orgullo―. Ella entiende mi postura. El cuerpo humano no tiene nada de obsceno. Las fotos son de carácter artístico. Algunos dirán que también tienen cierto carácter erótico, eso no me molesta. Estoy convencida de que se puede mezclar el arte y el erotismo sin caer en lo obsceno y vulgar. 

―¿Incluso fotografiando a tu propia familia?

―Sí, mamá. Justamente eso lo volvería menos erótico, y más artístico. ¿Sabías que hay familias nudista?

―Sí…

―Y que muchas de esas familias tienen una buena posición social.

―Sí, lo sé… ―Ya habían hablado de ese asunto varias veces, y no había sido suficiente para convencer a Liana; sin embargo ella estaba pensando en una sola cosa―. Si Arizu accedió, entonces puedo llegar a creer tu postura. 

Melisa sonrió con mucha alegría, sabía que su madre reconsideraría el asunto si una moralista tan importante como Arizu accedió a sacarse esas fotos. 

―Te mostraría las fotos de Arizu ―dijo Melisa―; pero le prometí que serían privadas.

―Sí, claro. No deberías mostrármelas. Vos nunca mentís, si decís que ella accedió, te creo. 

―¿Le vas a hablar sobre esto a los demás? A vos te van a escuchar. 

―Lo voy a pensar.

Para el alivio de Melisa, su madre no se lo pensó demasiado. Apenas tres días más tarde ya había convencido al resto de la familia en participar de la sesión de desnudos. El único que se quedaba afuera era Manuel, el marido de Anelise. Como se habían casado recientemente, aún no lo consideraban un miembro cercano de la familia. Anelise no objetó esta decisión, ella también pensaba que para que su marido fuera aceptado dentro del círculo más íntimo, aún faltaban un par de años, como mínimo. 

Melisa Nevares prefería sacar las fotos usando luz natural, aunque la sesión se llevara a cabo en interiores. No debía preocuparse por eso, ya que la sala de estar de la casa era amplia y en uno de sus lados tenía una pared de cristal que permitía entrar toda la luz que llegaba al patio. Era casi como sacar fotos fuera de la casa, pero sin exceso de resplandor.

La primera en posar ante la cámara fue Liana, como líder de la familia, ella debía dar el ejemplo. No estaba completamente desnuda, aún llevaba su discreta ropa interior, que cubría muy bien sus partes pudientes, nada muy diferente a un bikini. Eso animó a que Anelise también se animara a posar de la misma manera, aunque ella sí tenía algo de transparencia en el corpiño que cubría sus grandes pechos. Esto hizo sentir incómodos a los demás porque no acostumbraban a ver los pezones de Anelise. Los dos hombres de la casa observaron en silencio hasta que Melisa le pidió a su hermano Iván que se quitara la ropa. El chico entendió que debía desnudarse por completo y así lo hizo, dejando boquiabiertas a las tres mujeres. 

―Epa, hermanito ―dijo Anelise―. Venís bien equipado. 

Lo dijo muy en serio y se arrepintió de sus palabras. Ella reaccionó por pura sorpresa, no esperaba descubrir que su hermano de dieciocho años tenía un pene considerablemente más grande que el de su marido. “Pero eso no importa ―pensó―. Cuando existe el amor, el tamaño es lo de menos”. 

Liana se dio cuenta de que la situación se había vuelto sumamente incómoda para todos, en especial para su hijo. Con la intención de romper el hielo, dijo:

―Eso lo heredaste de tu papá. 

Ivan y Leonel se miraron con una sonrisa cómplice. 

―¡Perfecto! ―Dijo Melisa―. Al fin alguien se toma en serio que ésto es una sesión de desnudos. Sé que les va a dar un poco de vergüenza al principio, pero cuando empiecen a ver el valor artístico de estas imágenes, las van a amar. Además estoy convencida de que ésto nos va a unir mucho más como familia.

Después de esas palabras Iván posó ante la cámara, aunque aún estaba nervioso. Se acostó en el sofá, como le pidió su hermana, y dejó que ella tomara fotos desde todos los ángulos. Melisa tomó fotos en primer plano del pene flácido de su hermano, y ésto llamó la atención de Anelise.

―Por qué sacás fotos desde tan cerca… a esa parte ―como moralista que era, la palabra “pene” le resultaba ofensiva y prefería evitarla.

―Porque ninguna parte del cuerpo me parece obscena. Con estas fotos quiero demostrarlo. Bah, demostrárselo a ustedes, porque al fin y al cabo las fotos son solo para que nosotros la veamos.

A Anelise no le agradaba mucho la idea de los primeros planos, pero sí agradecía que las fotos fueran solo para uso familiar. Para demostrar que ella también compartía la opinión de que esta experiencia los uniría más, se quitó el corpiño, enseñándole a todos sus enormes tetas coronadas por pezones marrones. Los ojos de Iván se quedaron clavados en ellas, era la primera vez que veía un par de tetas en vivo y en directo. 

―Siéntense los dos juntos ―dijo Melisa a sus hermanos.

Ellos obedecieron y Meli los fotografió dándoles pequeñas instrucciones para cambiar de posición o abrazarse. 

Cuando le tocó el turno a Leonel, demostró por qué el comentario de Liana había sido acertado: su verga se parecía mucho, en forma y tamaño, a la de su hijo. Aldana y Melisa miraron ese miembro sonrojada y lo compararon con el de Iván. Para ambas era nueva la experiencia de ver dos penes a la vez. Sin embargo Liana ya había estado en situaciones que le permitieron admirar más de un pene al mismo tiempo; aunque eso no era algo que pudiera compartir con su familia. Su mente se llenó de recuerdos, se vio a sí misma ante penes grandes y erectos. Recordó su aroma y la sensasión al tacto; la erecta masculinidad; la venosa rigidez; el semen cremoso y espontáneo; su ferviente lucha contra el deseo y la tentación; el morboso placer; la sumisión de su sexo… el glorioso éxtasis. 

La entrepierna se le humedeció y Liana sacudió la cabeza para apartar de su cabeza esos pensamientos impropios de una buena mujer moralista. Lo que le causó más remordimiento es que esos recuerdos hubieran vuelto al ver juntos el pene de su marido y el de su propio hijo. Buscó tranquilidad al repetirse mentalmente que ahora ella era un respetable miembro de la comunidad, con una familia modelo, y eso era todo lo que importaba; lo demás era cosa del pasado.

Maldijo a Melisa cuando se le ocurrió que ella debía posar sentada, con su hijo parado de un lado y su marido del otro. Sin embargo sonrió a la cámara con la grácil sonrisa que tanto había ensayado en el Templo Moralista. Incluso accedió a quitarse ella también toda la ropa y abrazar a esos dos hombres, para una nueva foto. 

Iván tuvo que luchar contra la tentación de mirar la entrepierna de su madre, sabía que si no se resistía, podría sufrir una humillante erección frente a toda su familia. 

Anelise también accedió a desnudarse por completo, fue más sencillo hacerlo después de ver a su madre desnuda. “Si a ella no le molesta, entonces a mí tampoco debería incomodarme”, se dijo. Sin embargo sí se sintió extraña cuando todos admiraron sus prominentes curvas y, especialmente, su depilada entrepierna. 

Liana la tenía prolija, con pequeños pelitos, a diferencia de la maraña que mostraban Iván y Leonel. Pero nadie imaginó que Anelise la tendría completamente pelada.

―A mí me gusta así ―aseguró ella, ante la mirada inquisidora de su familia―. No tiene nada de inmoral. Es solo una cuestión estética. 

―¿Vos también te la depilás? ―Le preguntó Liana a Melisa.

―No, para nada. ―La fotógrafa se quitó la ropa tan rápido que cualquiera hubiera pensado que estaba aguardando impaciente por ese momento. Mostró su desprolija maraña de vello púbico―. A mí me gusta al natural.

―Y es respetable ―dijo Anelise―. Cada mujer tiene derecho a usarla como más le guste. Por cierto… ustedes dos también deberían depilarse ahí abajo ―dijo, señalando a su padre y a su hermano―. Imagino que no es algo tan común entre los hombres; pero estoy segura de que les quedaría mejor.

―Lo voy a pensar ―dijo Leonel, como si su hija le estuviera sugiriendo probar una camisa de otro color―. ¿Vos qué pensás, querida? ¿Hago la prueba?

―Probá ―dijo Liana, encogiéndose de hombros―. Y si no te gusta como queda… el pelo vuelve a crecer. 

Esa breve conversación sirvió para que se rompiera el hielo y desde allí en adelante todos los miembros de la familia Nevares se tomaron la sesión de fotos con mucha más soltura, e incluso llegaron a divertirse.


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Pero la diversión se terminó cuando Melisa les contó que ahora esas fotos eran “de dominio público”. Cualquier persona con acceso a internet podría encontrarlas dentro de la plataforma TuVip… y ni siquiera recibirían una penalización por mirar “contenido prohibido”. 

Iván miró preocupado a su hermana Melisa, el chico tenía facciones delicadas y ocasionalmente recibía halagos por parte del público femenino que seguía a sus padres. Su cara era tan parecida a la de Aldana que hasta parecían hermanos gemelos. 

―Hace poco Arizu habló sobre unas fotos que supuestamente se filtraron ―dijo el chico―. ¿Son las que vos le sacaste? 

―Sí ―respondió Melisa, al instante. Sabía que le harían esa pregunta y estaba preparada para responderla―. Sé que soy la primera sospechosa en este caso, sin embargo ustedes son mi familia y me conocen. Saben que yo jamás haría una cosa así. Además este asunto me perjudica mucho. Por culpa de estas malditas fotos tuve una fuerte discusión con Arizu y dudo mucho que volvamos a reconciliarnos. Ella era mi mejor contacto, sin su aprobación, no sé quién me va a contratar como fotógrafa.

―No digas eso, hija ―intervino Leonel―. Vos tenés mucho talento. Me da pena que tu amistad con Arizu haya acabado así; pero la gente ya sabe que tenés mucho talento como fotógrafa.

―Lo que se me hace muy extraño ―dijo Aldana―, es que Arizu haya mentido. Porque afirma que esas fotos son falsas. Ella es un símbolo en el moralismo. ¿Cómo puede mentir con tanto descaro?

―No lo sé ―dijo Melisa, negando con la cabeza―. Eso es lo que más me desilusionó… que ella mintiera. Creo que lo hizo por temor; pero eso no la justifica.

―Nosotros no vamos a mentir ―dijo Leonel, con firmeza.

―Y eso nos va a traer un gran problema ―comentó Iván―. Nos van a tratar de degenerados en todos los medios. 

―Mantengamos la calma ―dijo Liana―. Pensemos por un momento. ¿Qué tienen de malo esas fotos? Es decir… sí, estamos desnudos; pero todos vimos la calidad que tienen. Melisa es una excelente fotógrafa y ella logró que esas imágenes se vieran muy artísticas, para nada obscenas. Ya están publicadas y no podemos hacer nada para borrarlas, tampoco vamos a mentir, eso va en contra de nuestros principios. Lo más importante es que la gente vea que somos sinceros. ¿Están de acuerdo?

La pregunta era una mera formalidad, para dar la ilusión de que cada voto familiar contaba; pero todos sabían que cuando Liana sugería una forma de proceder, era palabra santa y debía hacerse así.

―Sí ―dijo Melisa, respondiendo por todos―. Siempre y cuando no mencionen a Arizu. Hicimos un pacto: ella no se mete en nuestros asuntos y nosotros no nos metemos con los de ella.

―Está bien. No vamos a mencionarla ―aseguró Liana―. Pero aún así estoy muy desilusionada con ella. 

Llegaron a la conclusión de que debían hacer un video en el canal de Liana y Leonel, con la participación de Melisa. Iván y Anelise prefirieron mantenerse al margen del asunto, hasta que se suavizara un poco. Además ellos tenían poco para portar. 

Antes de comenzar a grabar, recorrieron la dichosa plaforma TuVip, para leer los comentarios que había dejado la gente sobre esas fotos. Algunos creían que eran falsas, un producto más de la factoría de Image Taboo; pero la mayoría afirmaba que eran reales, aunque no tenían pruebas para demostrarlo. 

Una vez que supieron cuál era el clima en la red social, se sentaron frente a la cámara, con la intención de esclarecer el asunto. 

Melisa le sugirió a sus padres que se crearan una cuenta en TuVip, para poder aclarar todo el asunto porque si pretendían mostrar alguna de esas fotos, YouTube los penalizaría. A Leonel no le hacía mucha gracia participar en esa plataforma que escapaba a las normas del CdM; sin embargo Liana consideró que era lo mejor. Mostrar las fotos les daría credibilidad y les permitiría demostrar que ellos no se avergonzaban de haber participado en esa sesión fotográfica.

Comenzaron a grabar el video que subirían a TuVip.

Liana pasó los primeros cinco minutos explicando que ellos no tenían idea de cómo se habían filtrado esas fotos, pero reconocían que eran reales, y se hacían cargo. 

―Para que vean que nosotros no consideramos que haya algo malo en estas fotos, les muestro una, que es mi preferida. 

Durante la edición del video añadieron la foto a la que Liana hizo mención. Se trataba de una imagen familiar, todos de pie ante la cámara, mostrándose de cuerpo completo, muy sonrientes. Melisa la había sacado usando un trípode y el temporizador de la cámara, para que todos pudieran aparecer. El único detalle poco convencional era que todos los miembros de la familia estaban completamente desnudos. 

Liana y Leonel defendieron otras imágenes, incluso aquellas que mostraban algún primer plano de los genitales. Una foto de Liana con las piernas abiertas apareció en pantalla, la concha de la mujer, con labios carnosos, parecía estar invitando a algún amante a probarla. Ella dijo que esta foto le gustaba y que no le molestaba que sus hijos o el mundo la vieran, para ella una vagina era un símbolo de vida, no algo obsceno. 

El video fue sencillo y a pesar de ser una defensa de los valores familiares ante un problema serio, Liana y Leonel se mostraron tan animados y alegres como siempre. Una de las razones por las que esa pareja consiguió tantos seguidores en las redes sociales. 

Una vez que quedó todo el asunto explicado, la alegría regresó a la casa de los Nevares; sin embargo duró poco.

El video recibió comentarios de lo más variopintos. No les sorprendió ver que mucha gente apoyaba su postura y les decían que las fotos eran bonitas y que no había nada de raro en que una familia decidiera practicar el nudismo. Esto estaba bien, contaban con que estos comentarios llegarían. Pero imaginaron que así serían la mayoría. En eso se equivocaron. De hecho, menos del veinte por ciento de los mensajes eran positivos. El resto estaban llenos de reclamos, insultos y amenazas. 

La familia Nevares se quedó paralizada ante semejante muestra de hostilidad, ellos no estaban acostumbrados a recibir esa clase de mensajes. Por el contrario, sus redes sociales siempre eran “paz y amor”.

―Lo que pasa ―dijo Melisa―, es que nadie controla TuVip. Ahí uno se puede crear una cuenta y ser una persona totalmente anónima. No sé si la gente realmente creerá en lo que dicen, o solo lo dicen por molestar, pero…

―Pero no podemos permitir que esa sea nuestra imagen pública ―sentenció Liana. 

La mujer supo que debían ponerse más finos y certeros a la hora de explicarle a sus seguidores todo el asunto de las fotos. Al parecer la gente no se conformaba con que ella hubiera atravesado la enorme vergüenza de exponer su vagina a un amplio público y sonreir como si fuera una nimiedad, lo más normal del mundo. Claro que para ella no era normal. Ni siquiera quería pensar en qué fantasías despertaría en hombres que, posiblemente, estuvieran casados… o en jóvenes muchachos de la edad de su hijo. Ella sabía que era una mujer atractiva, con buenas caderas y pechos aún firme y erectos. Porque sí, ahora todo el mundo sabía cómo lucían sus tetas. Podrían mirar aquellas fotos que su hija había tomado en primer plano y analizar la rugosidad de sus pezones, o podrían discutir sobre qué tan simpático les parecía su clítoris, asomándose levemente fuera del capullo… o qué tan dilatada tenía la concha. Porque había una foto… una que le pidió a Melisa que (por favor) borrara… había sido tomada en un plano contrapicado. En ese momento a Liana le había parecido divertido separar sus labios vaginales con los dedos… sí, mostrar toda la concha abierta como si estuviera diciéndole a todos los hombres del mundo: ¿Qué esperan para metérmela?

Liana tuvo que masticar y tragar todos esos pensamientos amargos. Salió ante la cámara hablando de esas imágenes como si se trataran de una simple costumbre familiar: “Ay, sí… es que antes de comer un asado en familia, nos da por quitarnos la ropa y sacarnos fotos”. Aún no había recibido llamadas de sus amigas del Templo Moralista, pero sabía que pronto su teléfono comenzaría a sonar. ¿Qué le diría a esas correctas mujeres que eran incapaces de andar en bikini frente a sus hijos? Pero no tenía tiempo para pensar en ellas. Debía hacerse cargo del público general. Ese enorme y anónimo público que la seguía (y acosaba) por internet. No permitiría que siguieran atacando a su familia. 

―Todo este asunto de las fotos de mi familia armó bastante revuelo ―comenzó diciendo Liana frente a la cámara―, por eso nos decidimos grabar un segundo video, y si es necesario habrá un tercero y cuarto. En fin, los que haga falta, hasta que todo esto quede aclarado. 

Junto a ella estaba, como siempre, su marido, Leonel. Pero además, en esta ocasión especial, también se sumó Melisa. Ella sonrió a la cámara con naturalidad y dijo:

―Me parece que lo más apropiado es que yo acompañe a mis padres en este video, al fin y al cabo yo soy la fotógrafa, la idea de hacer una sesión de desnudos fue mía. 

―En esta ocasión ―dijo Leonel―, vamos a intentar explicarles cómo se sacaron algunas de las fotos. Por los comentarios que dejaron nos dimos cuenta de que algunas imágenes causaron bastante revuelo, y creemos que eso se debe a que están viendo las fotos fuera de contexto. Es que son eso: imágenes descontextualizadas. 

―Si supieran la historia detrás de cada foto ―agregó Liana―, se darían cuenta de que ninguna se tomó con fines obscenos. Hay una serie de fotos, creo que son unas doce o quince, en las que se ve a mi marido y a mi hijo, Ivan, tocándose los penes entre ellos. Y claro, muchos salieron a decir que detrás de esa foto hay una intención homosexual e incestuosa; pero nada más lejos de la realidad, se los aseguro.

Liana se estaba poniendo roja. No estaba acostumbrada a usar ese tipo de vocabulario frente a la cámara; pero no podía echarse atrás, la integridad de su familia dependía de qué tan convincente fuera el video. Ella estaba pensando qué decir a continuación. ¿Cómo podía explicarle a la gente que su hijo no era un maricón al que le gustaba tocarle el pito a su propio padre? Su mente estaba turbada y no encontraba salida… y Leonel llegó al rescate.

―Eso es muy fácil de explicar ―dijo el hombre, con una radiante sonrisa. Con su aspecto tan pulcro, sus facciones afiladas y su dentadura perfecta, pudo haber sido político; sin embargo se dedicó al entretenimiento y la concientización Moralista―. Como verán, en esas fotos mi hijo y yo estamos afeitándonos el pubis el uno al otro. Bueno, déjenme decirles que si alguien me va a pasar una máquina afilada por esa parte tan delicada de mi cuerpo, prefiero que sea alguien con testículos. Iván sabe perfectamente lo que puede llegar a doler un corte en esa zona, y yo también. Por eso preferimos ayudarnos mutuamente. Y lo hicimos con fines estéticos… la idea era prepararnos para la sesión; pero como Melisa ya tenía lista la cámara…

―Claro ―intervino la chica―. Deben saber que durante una sesión de fotos se hacen muchas pruebas: de luz, de ambiente, de modelos, etc. Y de todas las fotos que se toman, la mayoría terminan descartadas. Solo se usan unas pocas. Las fotos de mi padre y mi hermano depilándose fueron parte de esas pruebas. Se supone que no debían quedar dentro del set final… pero todas las fotos que saqué ese día terminaron en internet. Las del set y las que fueron descartadas. No sé cómo pasó esto… pero pasó. 

La insistencia de Aldana para que se depilaran la zona genital fue tan grande que Leonel tuvo que traer su afeitadora eléctrica y hacerse cargo del asunto. Iván se acostó en el sillón y dejó que su padre recorriera toda esa zona íntima con la maquinita que se deshacía de los pelitos. Por el constante manoseo de su padre, Iván tuvo una potente erección. Fue algo no planificado, que sorprendió a todos los presentes por igual. Sin embargo pasaron de largo por esta cuestión diciendo que era normal que a un hombre se le pusiera duro el pene si alguien lo tocaba… así sea para depilarle el pubis.

Cuando le tocó el turno a Iván de sostener la afeitadora, a Leonel le pasó igual que a su hijo… se le puso dura como un garrote. Liana llegó a pensar que si su marido tenía un mínimo de control sobre esa erección, probablemente la permitió para que su hijo no se sintiera tan mal. 

Esas eran, hasta el momento, las fotos más comprometedoras, o extrañas. Sin embargo Melisa Nevares estaba preocupada porque sabía que había más. Esa fue parte de la discusión que tuvo con su familia, minutos antes de comenzar a grabar el segundo video.

Los Nevares querían asegurarse de que solo se habían hecho públicas las fotos que se podía ver en los portales de TuVip… que no eran todas las del set. Incluso faltaban las fotos del segundo set. 

Liana decidió que no hablarían del segundo set. Una cosa era decir la verdad acerca de un tema que se había vuelto de dominio público, y otra muy distinta era contar intimidades familiares. Ellos eran honestos, pero no significaba que debieran contarlo todo. 

―Quiero aclarar algo más ―dijo Liana, ante la cámara―. Si bien esta es una situación que nos golpeó duro, porque a nadie le gusta que se metan en su vida íntima de esa manera, nosotros no estamos arrepentidos de haber realizado esas fotos en familia. Para nosotros fue una experiencia muy agradable, que nos unió como familia y nos ayudó a conocernos mejor. No estoy diciendo que cada familia deba hacer lo mismo; pero sí les puedo sugerir que busquen alguna actividad familiar entretenida que los haga pasar tiempo juntos.

Pusieron en pantalla otras de las fotos conflictivas que fueron filtradas a internet. Al saber que uno de sus videos mostraría imágenes tan explícitas, Liana sentía que se estaba ahogando con un hueso de pollo; pero debía hacerlo. En esta ocasión le tocaba hablar de su hija Aldana, la mayor y más voluptuosa. 

―No suelo enojarme con nadie ―dijo Liana―, sin embargo me molestan mucho los ataques que recibió Aldana… sólo por sus características físicas. Muchos tacharon las fotos de pornográfica solo porque ella tiene pechos muy grandes o caderas prominentes. Esto es parte de su anatomía, y ella no debería avergonzarse de nada. Me parece horrible que la ataquen solo por ser una mujer voluptuosa. ―Las imágenes que aparecieron en pantalla mostraban las grandes tetas de Aldana, que parecían macizos melones coronados con pezones rosados. Pero las más impactantes eran las que mostraban a la chica en cuatro patas, con el culo apuntando hacia la cámara y las nalgas bien abiertas. Casi como si estuviera diciendo: “Estoy esperando a que me la metan… elijan el agujero que más les complazca”―. Si Aldana se sacó estas fotos ―continuó Liana―, no fue para provocar hombres, ni para insinuar que a ella le gusta que… ―Liana sintió algo denso y pensado en su garganta, luchando por salir… había leído los comentarios que dejó la gente en internet y le sorprendieron lo sexualmente explícitos que podían llegar a ser. A pesar de que ella era una respetable Moralista, algo en su interior pujó para que repitiera algunas de las palabras que leyó―. En algunos comentarios llegaron a decir que a Aldana le gusta que le metan la verga por el culo. ―Melisa y Leonel se quedaron paralizados al escuchar a Liana diciendo esto; pero como estaban grabando, tuvieron que disimular―. Mi hija es una mujer casada que vive bajo las mismas Normas Moralistas que todos nosotros, puedo dar fe que ella nunca accedió al sexo anal; ni siquiera con su marido. Para la foto ella solamente adoptó una pose, igual que todos nosotros. Fuimos probando desde distintos ángulos, y como dijo Melisa, no todas las fotos que ven iban a formar parte del set oficial. Tampoco pretendíamos que todo terminara en internet. Hay gente que opina que lo hicimos a propósito, para obtener publicidad; pero déjenme decirle que esto no nos favorece en absoluto. Al contrario, expone nuestra intimidad. Pónganse en mi lugar, como madre, y piensen por un momento cómo se sentirían ustedes si un día se enteran que aparecieron fotos de sus hijas desnudas en internet… y que además un montón de degenerados anónimos les dicen barbaridades. Les aseguro que esa no es buena publicidad, en absoluto. Espero que tengan consideración con nosotros, porque hubiera sido mucho más fácil mentir. Podríamos haber dicho que se trataba de fotos creadas con ese programita llamado Image Taboo, que aparentemente hace milagros falsificando fotos y videos. Sin embargo nosotros nos guiamos por los principios Moralistas y decidimos decir la verdad, aunque ésta no sea la vía más sencilla. 

Todos los Nevares entendieron que detrás de esas palabras había una dura acusación hacia la forma de actuar de Arizu. Liana esperaba que la gran influencer recibiera el mensaje y considerase la opción de decir la verdad, como una buena Moralista debía hacer. 

―A pesar del duro momento que estamos pasando ―Leonel intervino porque su esposa estaba al borde del llanto―. Seguimos muy unidos como familia. Esto nos afecta a todos. Vamos a hacer todo lo posible para averiguar quién es el responsable de que estas fotos se hayan filtrado. 

En cuanto a posibles responsables, en la charla de los Nevares surgieron pocos nombres. Ellos no tenían enemigos que quisieran perjudicarlos, se llevaban bien con todo el mundo. Iván mencionó a Manuel, el marido de Aldana. Su teoría era que a Manuel no le agradaron esas fotos y que, como venganza hacia su esposa, decidió publicarlas. Al resto de la familia les sorprendió que Aldana no se ofendiera con esta hipótesis. Ella se limitó a responder con total calma: 

―No pudo ser Manuel, porque él se acaba de enterar de la sesión de fotos… y se puso como loco. No puede entender cómo hicimos una cosa así. Él es tan Moralista como nosotros… o tal vez más. Se toma muy en serio estas cosas y ahora está enojado conmigo, porque estas fotos también afectan su imagen empresarial.

―Bueno, que se meta la imagen empresarial en el orto ―dijo Liana, en aquella reunión. Todos la quedaron mirando con los ojos muy abiertos―. Perdón, sé que no tengo que hablar de esa manera; pero todo este quilombo me tiene mal… y ahora mismo lo que menos me importa es la imagen de Manuel… él ni siquiera sale en las fotos. Si vamos al caso, es el menos afectado de todos. No me gusta que se haga la víctima.

―Tomo nota ―dijo Aldana, con una cálida sonrisa―. Le voy a decir bien clarito: “Manuel, no te hagas la víctima” ―imitó el tono autoritario de su madre y todos se rieron. Dudaron mucho que Aldana, con su carácter dócil y sumiso, se animara a decirle semejante cosa a su marido; pero igual les hizo gracia. 

En el segundo video explicativo, los Nevares tuvieron que aclarar la historia detrás de otra serie de fotos que parecían sacadas de una vulgar página pornográfica: se podía ver a Melisa con un grueso consolador negro metido en la concha, y por la expresión de placer en su rostro, quedaba más que claro que la chica lo estaba disfrutando. Para colmo no era una sola foto, sino varias. Se había retratado desde distintos ángulos, incluso en cuatro patas, con el consolador metido a distintas profundidades de su sexo. 

―Sobre estas imágenes ―dijo la propia Melisa―, no puedo más que mostrarme avergonzada. Me las saqué unos días después de la sesión de fotos con mi familia, ellos no sabían nada de esto, hasta que lo vieron en internet. Sin embargo, luego de una larga charla, mi familia comprendió que me saqué estas fotos únicamente con fines artísticos. Es más, a mí ni siquiera me gusta usar un dildo. Ese lo compre para la sesión en cuestión, y nunca más lo usé ―eso no era del todo cierto y todos los Nevares lo sabían; pero preferían no adelantarse a los hechos, al fin y al cabo no tenían idea de si el segundo set aparecería en internet o no―. Incluso puedo decirles que mi idea era hacer esas fotos con una penetración real… pero me pareció demasiado, por eso opté por un sustituto plástico. Sé que los Moralistas tienen a pensar que una penetración es algo obsceno, vulgar, pornográfico. A mí me cuesta mucho verlo de esa manera, dependiendo del contexto. Sí, claro… la pornografía existe, y eso no lo discuto. Pero también existe la fotografía artística. ¿Acaso si un artista plástico pinta un desnudo está haciendo algo obsceno? ¿Y qué hay de aquellas personas que posan desnudas en durante una clase de arte, para que los estudiantes aprendan de anatomía? ¿Se los podría llamar degenerados? Yo pienso que no. Todo depende del contexto y de la sensibilidad artística de la obra. 

Melisa evitó mencionar el extraño revoltijo de emociones que experimentó al penetrar su sexo con ese consolador tan ancho… y lo mucho que le costó lograr la dilatación apropiada para poder tenerlo dentro. Tampoco hizo referencia alguna hacia las expresiones de placer que se veían en su cara. Bien pudo haber dicho que eran actuadas, para darle un mejor acabado a las imágenes; pero ella sabía que eso no era cierto. Melisa se sorprendió a sí misma al descubrir esas expresiones faciales al revisar las fotos más tarde. No recordaba haber forzado su rostro de alguna forma erótica. Y por supuesto no reconocería que, después de dejar la cámara sobre la cama, Melisa pasó largos minutos disfrutando de las penetraciones del consolador, gimiendo y retorciéndose de placer. Eso ni siquiera se lo había contado a su familia. 

Podrían haber seguido defendiéndose de pequeños detalles que la gente había criticado en algunas fotos, como en aquella en la que Liana abrazaba a Aldana por detrás y le sujetaba firmemente las grandes tetas; o bien la foto que mostraba a Melisa muy sonriente, señalando de cerca el erecto pene de su padre. Sin embargo consideraron que eso lo podían dejar para un tercer video. Debían tomarse las cosas con calma y, eventualmente, su público entendería que no eran una familia de degenerados incestuosos. Solo se estaban divirtiendo durante una sesión de desnudos artísticos en familia. 


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Melisa Nevares se acostó en su cama y se quedó mirando el cielorraso como si allí pudiera encontrar la solución a todos sus problemas. Tenía un nudo en la garganta, la agobiaba pensar que toda la integridad de su familia podría irse a la mierda. Todo por culpa de una absurda sesión de fotos que había tenido unos pocos momentos difíciles de explicar. Ella había crecido con la convicción de que una imagen valen más que mil palabras; sin embargo ahora necesitaba esas mil palabras acompañando cada imagen, para poder explicarle al mundo que ella y su familia no eran un lunáticos degenerados. Simplemente se divirtieron un rato, sin pensar demasiado en tabúes sexuales. Una broma llevó a la otra y… se suponía que nadie debería ver esas fotos. Mucho menos aquellas que Melisa había descartado porque rayaban la obscenidad y podrían malinterpretarse. Pasó toda una tarde intentando explicarle a los seguidores de sus padres que en una sesión de fotos se hacen pruebas (ensayo y error) y que la mayoría de esas pruebas se descartan. Pero hasta el material eliminado llegó a internet y no tenía ni la más remota idea de cómo o por qué se habían filtrado esas fotos. Le aterrorizaba pensar que además se filtrara el segundo set. ¿Cómo ella y su familia habían sido capaces de llegar tan lejos con esas fotos? Al mirarlas no se lo podía explicar, durante la sesión todo pareció muy natural y espontáneo. Ahora, en retrospectiva, creía que habían llegado demasiado lejos.

Toda su vida y la de su familia estaba a punto de irse al carajo y ni siquiera podía echarle la culpa a alguien… más que a ella misma, por insistir tanto con esas malditas sesiones de desnudos. 



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Comentarios

Maiki ha dicho que…
Cuando continuará esta historia de la familia Nevares, es una pasada!

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