Intriga Lasciva - El Instituto [09].

 


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Capítulo 09.


El Club Completo.



―¿Y si se arrepiente? ―Preguntó Erika. Ella caminaba por el pasillo de un lado a otro, como una fiera enjaulada.

―¿Por qué se va a arrepentir? ―Respondió Siara―. La noté bastante entusiasmada.

―No sé… es que tengo tantas ganas de que… ¡Ahí está! ¡Ahí está! ―Erika comenzó a dar saltitos mientras saludaba a Oriana agitando un brazo bien extendido―. ¿Viste? Te dije que iba a venir.

Siara puso los ojos en blanco. De todas formas se alegró de ver a Oriana, ella también estaba algo nerviosa. La permanencia del club dependía de la inscripción de esa chica.

―Hola, perdón el retraso. La profesora se puso a hablar de su viaje a Cancún y al parecer a todos les pareció un tema super interesante. No sabía cómo irme sin parecer una maleducada.

―¿Qué profesora? ―Preguntó Siara.

―Brenda Ramallo, la profe de sociología. Si les soy sincera, creo que el interés de los alumnos, principalmente de los varones, no es por el viaje en sí mismo… sino por las fotos que Brenda subió a sus redes sociales… muchas fotos en bikini.

―Entiendo ―dijo Siara―. Brenda Ramallo tiene un cuerpo bastante llamativo y es joven. Más de un alumno debe fantasear con ella.

―Sí, y ella contaba, muy inocente, cómo eran las playas de Cancún, y algunos pajeros del curso no dejaban de preguntarle por los bikinis que usaba y si tenía algunos más chiquitos. Bueno, no puedo echarle la culpa solo a los varones, varias chicas le preguntaron lo mismo.

―¿Creen que la profe Ramallo podría tener problemas en el instituto por subir esas fotos a internet? ―Preguntó Erika, mientras les mostraba el celular.

―¿Por fotos en bikini? No creo que… ―Siara se quedó muda a mitad de la frase.

En la pantalla del celular de Erika vio a Brenda Ramallo de rodillas en la arena, dándole la espalda a la cámara. Su cabeza estaba girada hacia el fotógrafo y sonreía con mucha alegría. Se notaba que no tenía puesta la parte superior del bikini, no había rastros de las tiritas en su espalda. Las tonificadas nalgas de Brenda descansaban sobre sus talones. La parte inferior del bikini era blanca y parecía ser un par de talles menos de los que la profesora necesitaba. Su vulba se marcaba visiblemente, aunque no llegaba a ser una imagen obscena.

―Epa… ―dijo Siara―. Este tipo de fotos quizás sí podrían traerle problemas.

―A mí me parece una linda foto ―aseguró Erika―. La voy a seguir en Instagram, para ver qué más tiene. Ah, acá me dice que vos también la seguís, Ori.

Oriana se lamentó de haberle dado su dirección de Instagram a Erika y más se lamentó de que esa aplicación fuera tan chismosa. ¿Por qué Instagram tenía que gritar a los cuatro vientos que ella también seguía a la profe Ramallo?

―Em… pero yo no la sigo por las fotos en bikini ―dijo Oriana―. Solo porque hoy dio su dirección de Instagram y me pareció cortés seguirla. Ella misma dijo que le gustan las redes sociales y se emociona cuando alguien le da “like” a sus fotos.

―Bueno, si es por darle “like” yo no tengo problema ―aseguró Erika―. Yo no subiría este tipo de fotos a internet, pero si a ella le hace feliz, que lo siga haciendo…

―Bien… así que… bueno… ya saben por qué tardé tanto ―dijo Oriana, intentando dar por concluido el asunto.

―Todo bien, lo importante es que ya estás acá ―dijo Erika, tomándola de la mano―. Este es el centro de estudiantes. Dentro nos espera la simpática Sofía Levitz.

―Noto el sarcasmo en esas palabras. ¿Tan desagradable es?

―Ya lo vas a descubrir vos misma ―dijo Siara.

Se acercaron a la puerta del centro de estudiantes y golpearon. Cuando les dieron permiso para entrar, abrieron la puerta.

―Ah, con ustedes quería hablar ―ladró Sofía desde atrás del escritorio, mientras se acomodaba los anteojos. Oriana se quedó petrificada―. Lamento informarles que el plazo para mantener el club abierto ya se venció. Ayer.

―¿Ayer? Pero si no nos avisaron nada.

―Les mandé un e-mail a la dirección que ustedes me dieron.

―Ah… ese es mi dirección ―dijo Erika―. Em… creo que me olvidé de revisarla ―sonrió apenada.

Siara quería estrangularla en ese preciso instante, pero recobró la calma al recordar que Oriana estaba con ellas.

―No hace falta que nos cierres el club, Sofía ―comenzó diciendo Siara―. Ya tenemos a la cuarta integrante ―señaló a Oriana―. Ella se va a inscribir ahora mismo.

―No, el tiempo ya terminó. Les di una prórroga más larga de lo normal.

―A mi mamá no le va a gustar esto ―dijo Siara, detestaba jugar la carta de “la madre rica e influyente”; pero mencionar a su madre frente a Sofía le brindaba cierta satisfacción―. Y tan contenta que estaba ella con mi club. Hasta dijo que haría una importante donación al instituto, para que sigan promoviendo clubes como este ―Sofía se quedó pálida. Ella conocía muy bien la influencia de Verónica LeClerc en el instituto―. ¿Y sabés qué más? Dijo que ella misma quiere financiar un proyecto para que haya un club de moda, incluso quiere dar charlas a los integrantes del club, para motivarlos y enseñarles.

Eso era cierto, era una idea que la propia Verónica comentó con su hija como una forma de incentivar a más gente a unirse al mundo de la moda.

Sofía se dejó caer abatida. Quería arrancarle todos los pelos a Siara, la detestaba; pero ella no era más que la presidente del centro de estudiantes. Los directivos del instituto la echarían a patadas si supieran que arruinó la oportunidad de que la propia Verónica LeClerc se personificara para desarrollar un club de moda. El prestigio del instituto se dispararía por las nubes si podían presumir que el club de modas estaba respaldado por la mismísima Verónica LeClerc.

―Está bien. Pueden inscribir a la chica ―dijo Sofía, sabiéndose derrotada.

―Qué rápido cambió de opinión ―comentó Erika, solo para meter el dedo en la llaga. Sofía la fulminó con la mirada, pero no dijo nada. Erika se limitó a sonreír.

Sofía Levitz abrió el archivo de las inscripciones del club Veritas Sectatores, ese nombre le seguía pareciendo horrible, sumamente nerd. No le extrañaba que las chicas hubieran tenido tantos problemas para conseguir dos integrantes más.

―¿Nombre completo? ―Le preguntó a la chica nueva.

―Oriana Satsuki Takahashi.

―¡Ay! ―La exclamación de Erika sonó como un globo que se desinfla por una pequeña apertura en el pico―. ¡No lo puedo creer! ―Sus ojos brillaron con la ilusión de una niña―. ¿Satsuki? ¿Como Satsuki Kiryuin?

―¿Quién? ―Preguntó Oriana, confundida.

―¡Ay no! ―Erika retrocedió, cubriéndose con los brazos, como si Oriana estuviera dispuesta a atacarla―. No puede ser que no sepas de quién te hablo ¿Acaso nunca viste Kill la Kill?

―No miro mucho anime.

―No te preocupes ―dijo Siara―, yo tampoco sé de quién habla. Ella solo está muy emocionada porque siente que al conocerte a vos conoció a sus personajes favoritos del anime.

Erika asintió varias veces con la cabeza, manteniendo una sonrisa bobalicona. A Oriana no le agradaba que asumieran que, por ser japonesa, le tendría que gustar el anime; pero Erika le parecía muy simpática.

―Lamento desilusionarte ―le dijo―. De verdad no sé quién es. Nunca miré Kill la Kill. Solo conozco el anime de nombre.

―Está bien, no importa… cuando seamos mejores amigas te voy a confeccionar un cosplay de Satsuki Kiryuin. Vas a ver, te va a quedar perfecto.

El corazón de Oriana dio un salto. Eso de disfrazarse como un personaje de anime no le hacía mucha gracia, pero la conmovió que Erika dijera que algún día serían mejores amigas.

―¿Podemos terminar con esto de una vez? ―Dijo Sofía Levitz―. No puedo perder todo el día con ustedes.

―Ay sí, perdón ―dijo Oriana.

―Qué simpática ―comentó Erika.

Sofía le dedicó una mirada fría como el hielo a las tres.

Siara se limitó a sonreír, con aire triunfante.

Unos minutos después salieron de allí con el Club de Detectives oficialmente completo.


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Xamira pasó las últimas horas intentando asimilar todo lo que había ocurrido con Dalma. Su amiga se estaba comportando de un modo extraño. Nunca antes habían hablado de algún tema sexual y ahora Dalma parecía tener una filosofía cuasi religiosa sobre el cuerpo femenino. Xamira aún no sabía si creerle o no. Debía darle el beneficio de la duda, no solo porque es su mejor amiga, sino también porque Dalma no acostumbra mentir. Por más raras que sean sus ideas, es muy posible que sea lo que ella realmente piensa.

Xamira salió de su casa con un top deportivo negro, con detalles en rojo, y una calza muy ajustada haciendo juego. No tenía más tiempo para quedarse en su gimnasio golpeando la bolsa e intentando comprender a Dalma. Había llegado el momento de su cita con Alexis y no se la quería perder por nada del mundo.

“Lo que tengo que hacer es un asco ―se dijo―, pero necesito esas fotos”. Estaba convencida de que esas fotos le ayudarían a resolver el misterio de su amiga o que, al menos, le serían un buen material para iniciar una charla más frontal con Dalma y Emilia. Porque con Emilia también tenía que ajustar cuentas.

Tuvo que golpear la puerta de vidrio, porque el estudio fotográfico ya estaba cerrado, con todas las persianas bajas. Alexis le abrió al instante, como si hubiera estado esperándola detrás del mostrador.

―Pensé que no ibas a venir ―le dijo, con una simpática sonrisa.

Xamira pensó que muchas mujeres caerían derrotadas ante esa sonrisa, al fin y al cabo Alexis es un tipo atractivo, con buen cuerpo. Pero ella no caería ante sus encantos. A ella no le gustan los “tipos lindos”. Ni siquiera sabe qué clase de tipos le gustan. Es algo en lo que no piensa demasiado. Nunca le interesó andar postureando para conquistar al género masculino.

“Ni al femenino tampoco”, pensó. No vaya a ser que Dalma, o cualquier otra, confunda las cosas.

―No vine por vos ―respondió Xamira, tajante―. Vine por las fotos. ¿Las tenés?

―Sí, están en el mostrador. Pasá.

Lo siguió al interior de la tienda, Alexis se colocó del otro lado del mostrador y le dio dos golpecitos al sobre.

―Vení de este lado ―le dijo―. La tienda ya está cerrada, ahora el mostrador no me separa de los clientes. Es solo un mueble.

Con cierta desconfianza, Xamira pasó del otro lado y se quedó de pie junto a Alexis. Sacó una foto del sobre, eran del mismo tamaño que las anteriores. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para mantener su cara de póker, no quería mostrar ni la más mínima señal de debilidad ante Alexis. Sin embargo lo que estaba viendo la dejó descolocada.

Dalma le sonreía desde la foto y junto a ella estaba Emilia… con una gruesa verga dentro de la boca. La estaba tragando hasta la mitad, denotando un gran esfuerzo, y miraba a la cámara como si dijera: “Miren lo que me estoy comiendo”. Xamira sacó la siguiente foto, era parecida, solo que ahora la que intentaba tragar todo ese falo era Dalma. Sintió que todo el piso se movía. ¿Cómo podía ser que su amiga haya participado en una sesión de fotos tan obscena… y junto a su propia madre? ¿Cómo había conseguido Dalma convencer a Emilia para sumarse a esta locura?

Cuando Xamira se dispuso a sacar la tercera foto se sobresaltó al sentir una mano recorriendo la línea que divide sus nalgas.

―¡Epa! ¿Qué hacés? ―Le dijo a Alexis.

―Voy calentando los motores… ¿o acaso creías que estas fotos te las iba a dar gratis?

―Nunca hablamos de tocar…

―¿Entonces qué? ¿Viniste decidida a chuparme la pija? ¿Te quedaste con ganas después de lo que pasó la última vez?

Xamira hirvió de rabia por dentro.

―Te la voy a chupar ―dijo, apretando los dientes―, pero no porque me haya quedado con ganas. Sino porque es lo único que estoy dispuesta a hacer para conseguir las fotos.

―Con una chupada no me alcanza para que te lleves todas las fotos… aunque, bueno… podemos ir arrancando y después vemos qué pasa ―De un rápido tirón sacó su verga, que aún flácida tenía un tamaño imponente―. Dale, empezá a chupar, flaquita… que yo sí me quedé con ganas después de la última vez. Sos una petera muy buena. ¿Cuántas pijas te habrás comido para aprender a chuparlas así?

La bronca de Xamira no hacía más que aumentar. No podía decirle que no había chupado pijas, eso sería mentir, y si había algo que ella no podía hacer cuando estaba alterada era mentir. Simplemente no le salía. Sí, le habían metido alguna que otra verga hasta el fondo de la garganta y quizás, por eso, aprendió a chuparlas apropiadamente. Pero no era algo de lo que estuviera orgullosa. Que un tipo le dijera que era una buena petera para ella no era un halago, sino un insulto. Un atentado contra su autorrespeto.

A pesar de toda esa bronca, Xamira entendió que no serviría de nada iniciar una confrontación con Alexis, eso solo le haría perder el tiempo. Estaba convencida de que él no le daría las fotos a menos que ella cumpliera con su parte del acuerdo. Ya había pasado por esa humillación y creyó que le sería imposible someterse a lo mismo, pero allí, ante la verga de Alexis, se dio cuenta de que solo era cuestión de arrodillarse y hacerlo, sin pensarlo demasiado.

Se puso de rodillas ante él, agarró la verga y se la metió en la boca completa. Como aún estaba flácida, eso no fue un gran problema.

―¡Epa! Se nota que te quedaste con ganas de comértela toda ―dijo Alexis.

Ella tenía ganas de insultarlo, pero con tanta carne dentro de la boca no podía hacerlo.

Pudo sentir cómo la verga se ponía rígida rápidamente. Eso la obligó a dejar salir un poco. Empezó con su movimiento de cabeza típico de un pete. Ahora todo era demasiado real. El glande dentro de su boca se sentía demasiado real. La rigidez de la verga era demasiado real. Las dudas la invadieron.

“No tendría que haberme prestado para esto”, pensó.

Ya era muy tarde. Estaba allí y Alexis no le sacaría la verga de la boca hasta que estuviera satisfecho. Si ella pretendía que ese momento humillante durase lo menos posible, no tenía más alternativa que chupar bien esa verga.

Se la sacó de la boca para lamer los huevos y recorrió todo el tronco con su lengua.

―Uf, tremendo eso… esperá, hacelo otra vez. Esta vez quiero grabarlo.

A Xamira no le gustaba la idea de que le sacaran fotos mientras chupaba pija, y mucho menos que la filmaran. Alexis estaba aprovechando al máximo el poder que le daba ese sobre lleno de fotos de Emilia y Dalma. Xamira sabía que protestar no la llevaría a nada.

Alexis agarró la cámara que había dejado sobre el mostrador, lista para este momento, y comenzó a grabar a Xamira. Ella, mostrando obediencia, volvió a lamer la verga de la misma forma en que lo había hecho antes.

Alexis aprovechó la situación, agarró su verga con una mano y comenzó a golpear con ella la cara de Xamira. Esto activó una serie de recuerdos que ella prefería olvidar. No era la primera vez que un hombre la humillaba dándole pijazos en la cara… y al igual que antes, ella no pudo hacer nada al respecto, más que aguantar. Dejó la boca abierta y Alexis aprovechó, entre tantos golpes, a meterle la verga, para sacarla cubierta de saliva. Así fue cómo la cara de Xamira comenzó a quedar cubierta por su propia saliva y restos de jugo preseminal.

―Estás hecha una actriz porno profesional, flaquita. Qué linda te queda la pija en la cara. A ver, jugá un poquito con esa lengua, mostrame lo mucho que te gusta la verga.

Xamira estuvo tentada a decirle: “No me desespero por ninguna verga”. Aún así agarró ese falo bien erecto y movió rápidamente la lengua contra el glande, mientras miraba fijamente a la cámara. Dejó caer una buena cantidad de saliva sobre la verga y luego se la restregó contra la cara. Su corazón estaba muy acelerado. No entendía por qué se estaba comportando de esa manera. Supuso que fue un acto reflejo.

El pecho le palpitó aún más fuerte cuando Alexis la agarró de los pelos y la forzó a tragar buena parte de la pija. “Tarado, ¿por qué hace esto?”, pensó Xamira. No tuvo más remedio que permitir que ese falo se clavara casi hasta su garganta, produciéndole arcadas. La saliva comenzó a chorrear por la comisura de sus labios, porque no tenía otro sitio adonde ir.

Intentó zafarse, apoyando las manos contra las piernas de Alexis para tomar impulso, pero fue inútil. Él la tenía bien sujetada por los pelos y movía su cadera, como si la estuviera cogiendo por la boca. Los ojos de Xamira comenzaron a lagrimear, ella reconoció ese acto reflejo, lo mismo le pasó la vez anterior que un tipo le clavó la pija de la misma forma.

Si alguien le aprieta la nariz, sus ojos lagrimean. Al parecer lo mismo le ocurre cuando le meten una pija hasta la garganta y no la dejan soltarla.

Sentía la mandíbula tensionada, no solo por aguantar el movimiento, sino porque la verga de Alexis era bien ancha y no era fácil contenerla dentro la boca.

Cuando por fin la liberó, ella se puso de pie. Necesitaba tomar aire. Para ganar tiempo se dio vuelta y volvió a revisar el sobre de fotos.

―¿Qué pasa, flaquita? ¿Ya te cansaste de chuparla?

―Solo quiero ver si realmente vale la pena hacer todo esto… no sé cuántas fotos como esta habrá. Quizás están solo esas dos, y me estás mintiendo…

―Revisalas tranquila, pero solo te las vas a llevar si sos obediente.

Ella no respondió, sacó otra fotografía y se encontró con Dalma abierta de piernas, completamente desnuda, con una gruesa verga apoyada sobre la concha. Mientras tanto Emilia se estaba metiendo en la boca la cabeza de esa verga.

“¿Cómo pudieron posar para esto?” Se preguntó Xamira.

En ese mismo momento sintió algo presionando con fuerza contra su concha. Era la pija de Alexis.

―¡Epa… no te pusiste tanga! ¿Viniste buscando guerra?

―Nada que ver…

―Viniste con una calza super ajustada y sin ropa interior, es casi como si me estuvieras pidiendo que te clave toda la pija.

―No, yo me visto como se me da la gana. ¡Hey! ¿Qué hacés?

Alexis le bajó la calza de un tirón y le apoyó una mano contra la espalda, obligándola a parar la cola.

―Apa, nena, ¡pero qué pedazo de concha tenés!

Ahí nomás el tipo intentó arremeter, cuando Xamira sintió la verga, se apartó.

―No, no me vas a coger…

―Te dije que esta vez no te iba a alcanzar solo con chuparla. Algo más vas a tener que hacer…

―Pedime otra cosa, no quiero que me la metas.

―Mmm… a ver… ¿qué puede ser? ¡Ya sé! Tenés que hacerte una linda paja… yo la voy a grabar. Tenés cara de ser bastante pajerita.

Xamira hirvió por dentro, estuvo tentada a gritarle que ella no acostumbra masturbarse. Se aguantó solo porque quería irse de allí lo antes posible. Miró la cámara y dijo: “Puedo hacerlo, es solo un minuto… y es preferible esto antes de que me coja”.

Era el mal menor.

Volvió a la posición anterior, apoyada contra el mostrador y con la cola parada. Se llevó los dedos a la entrepierna y la encontró inusualmente mojada. Su clítoris vibró ante el contacto. Sus dedos se movieron solos, guiados por puro instinto, y ella los dejó ser. Recorrieron sus gajos vaginales y se colaron dentro de su agujero, de a dos a la vez.

―¡Cómo me gusta ver una chica linda como vos haciéndose la paja!

El comentario de Alexis le sacó una sonrisa. Había dicho que ella era linda. Después Xamira se recriminó a sí misma diciendo que no importaba lo que ese tipo pensara de ella. Estaba ahí solo por las fotos y nada más.

―Date vuelta, subite al mostrador y pajeate ahí ―le pidió Alexis.

Para hacer esto Xamira tuvo que quitarse la calza, aunque se dejó puestas las zapatillas deportivas. Se sentó en el mostrador, separó bien sus piernas y abrió la concha ante la cámara. Para su sorpresa, esto le resultó mucho más fácil de lo que hubiera imaginado. Se pajeó mientras Alexis la filmaba. Se metió los dedos con fuerza, y muy rápido, como si quisiera complacer a cualquier persona que viera esa grabación.

Alexis acercó su verga y la posó entre los labios vaginales de Xamira, ella miró ese glande hinchado sin dejar de frotarse el clítoris. Él se mantuvo allí, con movimientos suaves, provocando el roce, pero sin entrar.

―No me la metas ¿eh?. En la cara haceme lo que quieras, si querés pegame con la pija, agarrame de los pelos, pero no me la metas.

―¿Te gustó eso? ¿Te gustó que te diera pijazos en la cara? ¿Querés más?

―No dije eso… dije que prefiero esas cosas antes de que me la metas…

―Vos querés chotazos en la cara. Se te nota.

Xamira puso los ojos en blanco, se dio cuenta de que era inútil intentar dialogar con un tipo así.

―Sí, dame chotazos en la cara ―dijo con desgano y resignación―. Agarrame de los pelos y haceme tragar la verga.

―Ponete de rodillas entonces… y no dejes de pajearte.

Xamira obedeció. Bajó del mostrador al piso una vez más, se quedó abierta de piernas, como una rana, y esperó por la pija mientras se frotaba la concha. Por tanto roce en una zona tan íntima empezó a acalorarse y se le escapó un gemido.

―Parece que estás disfrutando mucho ―dijo Alexis, al mismo tiempo que empezaba a darle golpes con la pija en la cara.

Xamira intentó atrapar la verga con su boca, sabiendo que si lo conseguía Alexis no podría seguir golpeándola. Pero esto fue contraproducente, pareció un acto desesperado, como si estuviera loca por volver a comerse toda la verga.

―¿Te la querés comer, putita?

―Si la dejás quieta, te la chupo toda.

Alexis detuvo su verga durante un segundo y Xamira se la tragó al instante. Movió rápidamente la cabeza de atrás hacia delante y dio fuertes chupones. Su pete fue tan intenso porque se dijo a sí misma que de esa manera conseguiría hacer acabar más rápido a Alexis. Pero, una vez más, quedó como una adicta a la pija.

―Uy, flaquita, cómo te gusta la verga… ―esa frase ya la tenía harta.

Xamira comenzó a desesperarse. Sacó la verga de su boca y dio chupones en los huevos, luego lamió todo el tronco y ella misma se dio pijazos en la cara. No sabía qué hacer para que Alexis acabara de una buena vez.

―¿Querés tomarte toda la leche, putita?

Ella estuvo a punto de mandarlo a la mierda, pero se aguantó. Justamente lo que quería era que él acabara de una buena vez. Tragándose su orgullo, dijo:

―Sí, quiero leche. Dámela toda. ―Y chupó con fuerza.

―Qué linda estabas la otra vez, sonriendo a la cámara, con la carita llena de leche. ¿Lo vas hacer otra vez?

―Sí… dame toda la leche y yo sonrío todo lo que quieras.

Y por su cabeza pasó la frase “Pelotudo de mierda”. No lo dijo porque en ese instante volvió a meterse la verga casi hasta el fondo de la garganta.

―Ah, me tenés re caliente… ya me cansé de tantos jueguitos, flaca. Yo te voy a garchar toda.

―No, pará…

Xamira no tuvo tiempo para nada. Alexis se le echó encima. Ella intentó apartarse y con esto solo consiguió quedar de espaldas a él, lo cual era aún peor. Estaba gateando en el piso, buscando una vía de escape, cuando él la agarró con fuerza de los pelos y le clavó la pija en la concha.

Ella sintió cómo ese falo le abría toda la vagina y se incrustaba hasta lo más hondo de su ser.

―¡Ay… ahhh… ayyy!

―Ahora vas a ver lo que es bueno…

Las embestidas de Alexis eran brutales. Xamira volvió a tener esa molesta sensación de Deja Vu. Recordó como aquel otro tipo también se la había cogido de la misma manera, forzándola.

Intentó recobrar la calma. Después de todo no estaba tan mal. Contra todo pronóstico su concha se había abierto como una flor y estaba recibiendo muy bien esa verga.

“Ya pasé por esto ―pensó Xamira―. No es tan difícil aguantar. Quizás así este pelotudo acaba más rápido”.

Dejó de luchar, separó más las piernas y levantó la cola, como si lo estuviera invitando a pasar. La pija de Alexis entraba y salía con fuerza, de la misma forma que lo había hecho antes con su boca.

―Podrías ser actriz porno, flaquita. Sabés aguantar una buena pija. ¿Te gustaría hacer una peli porno? Lo digo en serio. Te paso la dirección del estudio donde grabamos… y quién sabe, quizás algún día pueda hacer una porno con vos y con la putita de tu amiga.

―¿Qué sabés de Dalma? ―Preguntó al instante―. ¿Ella grabó porno con vos?

―Nunca dije eso. Solo dije que podrías invitarla a participar con vos. Las dos están muy ricas. A las dos les daría con muchas ganas. ¿Y de quién creés que es la pija que sale en las fotos de Dalma?

A Xamira le dio mucha bronca que ese imbécil hubiera acercado su verga a su mejor amiga… más sabiendo que Dalma es virgen… en caso de que lo siga siendo.

Pero en ese momento no podía hacer nada al respecto, más que aguantar. La cogida de Alexis era brutal y todo su cuerpo vibró. Los gemidos comenzaron a salir de su boca sin que pudiera controlarlos. Él le decía cosas como “Se nota que te gusta”, ella ya no tenía energías para contradecir nada. Cada penetración la hacía gemir, quisiera o no.

Apoyó la cabeza en el piso y se dejó dar. Y le dieron… le dieron con todo. Solo una vez su concha había recibido tanto castigo. Su cuerpo la traicionó igual que aquella vez. No supo explicar por qué, pero llegó a tener un potente orgasmo que le hizo arquear la espalda. Imposible de disimular. Alexis lo notó y se rió de ella.

“Soy una pelotuda ―se dijo―, nunca tendría que haber accedido a una cosa así”.

Sin embargo, esta vez consideró que tuvo suerte con algo. Al menos no le acabaron en la cara.

Toda la leche fue a parar dentro de su concha. Ella pudo sentir los cargados chorros de jugo blanco.

Alexis le pidió que se quedara muy quieta. Sacó la verga y Xamira supuso que filmaría el momento en que el semen salía de su concha. Pero no hizo exactamente eso. Ella escuchó el típico sonido de la cámara de fotos en acción. Él prefirió fotografiar esa escena, quizás cuadro por cuadro.

―Después te mando las fotitos ―le dijo―. Para que veas cómo te quedó la argolla llena de leche. Ahora agarrame la pija y dale un besito, para la cámara. Sonriendo…

Ella se giró mientras él se ponía de pie. No discutió. Agarró la verga y se la llevó a la boca. Casi al instante pudo sentir más chorros de leche saltando.

“Al parecer no tuve tanta suerte como pensaba”, se dijo.

Abrió la boca, manteniendo una simpática sonrisa, y mostró cómo se la habían dejado bien llena de lechita. ¿Por qué hizo eso? Xamira no sabría cómo responder a esa pregunta, simplemente le pareció que debía seguir con su papel de “putita obediente” hasta que tuviera el sobre de fotos en las manos.

―Dijiste que te la ibas a tragar…

Xamira tragó el semen y volvió a abrir la boca, para mostrar que ya no quedaban rastros. “Soy una puta tragaleche”, se recriminó. “¿Cómo pude hacer una cosa así?”

De todas maneras, martirizarse no serviría de nada. Se puso de pie, lista para vestirse.

―Esperá, antes quiero sacarte algunas fotos de la concha. Date vuelta y abrí las nalgas.

Ella lo hizo. Notó que su cuerpo se movía solo, como si estuviera siendo controlado por otra persona. Se giró, levantó la cola y abrió sus nalgas con ambas manos.

―¿Así está bien? ―Preguntó Xamira, como si estuviera preocupada de que la foto de su concha no saliera bien―. ¿O querés que me agache más?

―Agachate un poquito más.

Ella se inclinó más hacia adelante. Sus rodillas quedaron juntas, pero sus pies estaban bien separados.

―¡Qué lindo orto tenés! ―Le dijo Alexis―. Se nota que hacés mucho ejercicio.

―Sí, hago mucho ejercicio ―eso sí lo sintió como un genuino halago, le gustó. Ella se esforzaba mucho en el gimnasio. De pronto sintió algo húmedo que bajaba por la cara interna de sus muslos― ¡Ay! ¿Todavía me está chorreando leche?

―Sí, flaquita, te dejé la cajeta bien llena de leche.

―Uy… voy a tener que esperar a que salga toda, antes de ponerme la calza, sino se me va a mojar.

―Mojar se te va a mojar igual… tu concha está goteando como una canilla rota, y no todo es semen, chiquita.

―Eso no es mi culpa. Yo no tengo la culpa de que se me moje tanto cuando me la meten.

―Se te moja porque te gusta la pija ―insistió Alexis, con una sonrisa socarrona.

Xamira podría haberle explicado que eso no era cierto, que se trataba de una reacción natural de su cuerpo… pero una vez más descartó la confrontación. ¿Qué importaba lo que ese tipo pensara? Al fin y al cabo después de este día, con suerte, ya no lo vería más.

―Si querés aprovechá a sacar fotos de esto ―dijo Xamira, solo para demostrarle que no se sentía doblegada. Que aún le quedaba fuerza en su interior.

Apoyó su torso en el mostrador, como lo había hecho antes, levantó la cola y empezó a meterse dos dedos en la concha. Éstos salieron cubiertos de una mezcla de semen y jugos vaginales. Ella se los llevó a la boca y los lamió hasta dejarlos limpios.

―¡Epa! ¿Te quedaste con ganas de seguir tomando leche?

―De alguna forma los tengo que limpiar, sino vuelvo a meter el semen… y no termino más. Me imagino que vos no tendrás algún pañuelo descartable o servilleta.

―No, nada de servilletas. Esto no es un bar, nena. Seguí haciendo eso con los deditos, que es más lindo.

Xamira volvió a meter los dedos en su concha, tan adentro como pudo, los movió, como si quisiera juntar la mayor cantidad de flujos posibles, y luego se los llevó a la boca otra vez. No le molestó que Alexis se encargara de grabar lo que ella estaba haciendo, hasta miró a la cámara con sensualidad mientras lamía sus dedos. Por suerte el sabor del semen no estaba mal y la mezcla con sus propios jugos vaginales la puso un poco cachonda.

Levantó una pierna, dejando la rodilla sobre el mostrador, y volvió a mandarse dedo en la concha. Alexis capturó esto en imágenes.

Después de limpiar sus dedos una vez más, Xamira dijo:

―¡Cuánta leche me metiste! Así no voy a terminar más…

―Si querés te ayudo…

―Bueno ―dijo con ingenuidad. Alexis se paró detrás de ella y le clavó la pija en la concha― ¡Hey! ¿Otra vez?

―Con la verga es más rápido que con los deditos… la verga es más grande ―dijo él, mientras se movía―. Eso sí, vos te vas a encargar de limpiarla con la lengua, que para eso sos muy buena.

―Yo te la limpio, pero metela más adentro, que siento como si me hubieras metido leche hasta el útero.

―Con todo gusto…

Alexis se la clavó hasta los huevos, allí se movió, dándole cortas embestidas, pero muy rápidas una detrás de otra. Esto provocó que Xamira gimiera otra vez.

―¿Te gustó, nena?

―Mm… admito que conocés algunos truquitos de actor porno. Pero no te la creas tanto.

―Vos también conocés algunas cositas de actriz porno, y se te nota cuando chupás pija. Dale, acá la tenés.

Él se apartó y Xamira se puso de rodillas sin chistar. Agarró esa verga que estaba cubierta de flujos y restos de semen y comenzó a lamerla lentamente, permitiendo que su lengua recorriera cada centímetro de ese falo. Luego se la tragó y ella misma se encargó de empujarla hasta el fondo de su garganta. Abrió mucho los ojos y miró fijamente a la cámara mientras Alexis la fotografiaba. Cuando consideró que la pija había quedado bien limpia, se puso de pie otra vez y volvió a apoyarse sobre el mostrador.

Se quedó con la colita levantada esperando a que Alexis la volviera a clavar. Sintió el glande entrando y ella misma retrocedió para que la penetración fuera más profunda.

―¡Uf, las pajas que me voy a hacer con estas fotos! ―Exclamó Alexis.

―¿Ahí se ve bien? ―Preguntó Xamira, abriendo sus nalgas―. Si querés puedo levantar la pierna como antes.

―Si vamos a hacer una foto bien porno, te quiero ver montada a la pija, y bien abierta.

Xamira no comentó nada, cuando Alexis sacó la verga y se acostó boca arriba en el piso, ella entendió lo que tenía que hacer. Primero se acercó a darle unos buenos chupones a la verga, para limpiar todo rastro de semen de ella, aunque ya prácticamente no había nada. Eran puros flujos vaginales, y el sabor familiar que sintió en su boca se lo hizo saber. Aún así se puso en cuclillas, como una rana, con la pija adelante.

―Pajeate ―le dijo Alexis.

Ella lo hizo. Se abrió la concha con los dedos y empezó a masturbarse a buen ritmo. Permitió que Alexis la fotografiara varias veces. Luego agarró la verga y se sentó encima. El glande se le metió bien adentro.

Xamira posó las manos sobre sus rodillas, que estaban muy separadas la una de la otra, y mostró a la cámara cómo se veía su concha abierta mientras era penetrada por la gruesa pija de Alexis.

Se sintió muy acalorada, por lo que se sacó el top, exponiendo sus tetas de pezones erectos. Pequeñas gotitas de sudor le cubrían el cuerpo. A ella le gusta sentir el sudor recorriendo su anatomía, le recuerda a las sesiones intensas en el gimnasio.

Cerró los ojos, echó la cabeza hacia atrás, y comenzó a dar saltos sobre la verga. Su buen estado físico le permitía moverse rápido sin que supusiera un gran esfuerzo. Era como hacer flexiones de piernas… solo que al bajar se le enterraba una pija hasta el fondo de la concha. Agarró buen ritmo y dio rienda suelta a sus gemidos, ya no podía contenerlos. Su cuerpo le pedía que los dejara salir, de lo contrario se volvería loca. Si es que ya no lo estaba… Xamira ni siquiera quería pensar por qué se estaba comportando de esa manera.

De pronto Alexis dio dos embestidas muy duras, ahí sí que Xamira sintió la verga hasta el fondo de su ser.

―¡Ay, sarpado!

―Te gusta que te den duro, putita ―no era una pregunta, sino una afirmación.

―Bueno… no es la primera vez que me la meten así ―confesó, y se sintió una estúpida por no poder controlar su lengua.

―¿Ah sí? ¿Y te la bancás?

Una vez más, dos embestidas bien duras, hasta el fondo de la argolla.

―¡Claro que me la banco! ―dijo ella, llena de orgullo femenino.

Y una vez más lamentó sus palabras. Esa era una invitación para que Alexis le siguiera dando duro. Y así lo hizo.

Como había hecho alardes de que podría soportarlo, Xamira no emitió ni una sola queja ni dejó de saltar mientras Alexis le daba duras embestidas contra la concha. Eso sí, sus gemidos se volvieron más potentes. Ella rogó que no se pudieran escuchar desde la calle.

Después de unos segundos, y varias embestidas muy duras, Alexis comenzó a disminuir el ritmo.

―¿Qué pasa? ¿Te estás cansando? ―Lo desafió Xamira.

―Ah, ¿querés guerra, putita? Mirá que te puedo dar muy duro, y no te la vas a bancar…

―Ya me tuviste en cuatro, cuando me agarraste de los pelos. Ahí sí que me diste bien duro, con cada pijazo creía que me iban a saltar los ojos, o que me iba a salir la pija por la boca… pero me la banqué.

―Por cortesía no te partí al medio, flaquita. Si te agarro de nuevo así, te parto.

―¿Ah si? A ver… ―Xamira se puso de rodillas en el piso, apoyó la cara en el piso y levantó la cola―. Dale, agarrame de los pelos y partime al medio…

Alexis se puso como un macho cabrío con la actitud desafiante de Xamira. El pecho le palpitaba a toda velocidad, podía sentir el torrente de sangre fluyendo por las venas de su verga.

Dejó la cámara en el piso. Se aferró con fuerza a esos pelos que ya estaban desprolijos, y le clavó la pija en la concha sin piedad. Xamira soltó un “¡Ay!” involuntario.

―¿Qué pasa, flaquita? ¿Te dolió?

―Sí…

―¿No era que te la ibas a bancar?

―Que me la banque no significa que no me duela. Justamente, significa que puedo aguantar el dolor.

―Vamos a ver si aguantás esto…

Alexis empezó a darle con un ritmo suave pero constante, como si estuviera calibrando su arma.

―Pff… con eso no me hacés nada ―dijo Xamira―. Después de los pijazos que me comí, la concha ya me quedó re abierta.

―Abierta y mojada, mamita. Estoy esperando a que se te lubrique bien. Me gusta ver cómo te chorrea la concha…

―Uf, si es por lubricar, dame que te embadurno la chota con saliva ―Xamira no podía creer que esas palabras estuvieran saliendo de su boca, y aún así no lo podía evitar.

―Uh… ¿te la querés comer toda otra vez?

―Sí, me la voy a comer toda, dale ―dijo, solo para que él se apure.

Alexis se colocó delante de ella, de rodillas, la sujetó por el pelo y Xamira aguardó con la boca bien abierta. La verga se perdió en esa cavidad. Una vez más los ojos de Xamira comenzaron a lagrimear y sentía el glande en el fondo de la garganta. Por su boca chorreaba mucha saliva, esta vez ella la dejó salir a propósito.

―Aguantá un cachito, que te quiero sacar una foto con la carita así ―dijo Alexis.

Xamira asintió con la cabeza como pudo. Aguardó pacientemente mientras Alexis se estiraba para agarrar la cámara de fotos. Él se tomó su tiempo para buscar el mejor enfoque. Ella miró a la cámara intentando tener la verga lo más adentro posible. Tuvo un par de arcadas, y tosió un poco de saliva, pero aún así no sacó la pija de su boca.

Cuando Alexis quedó conforme con las fotos, retrocedió.

―Ahora… ―dijo Xamira, y tosió otra vez, su cara estaba hecha un desastre, una mezcla de sudor, saliva, lágrimas y líquido preseminal―. ¿Ahora también me vas a dar pijazos en la cara?

―Solo si me los pedís…

―Ah, callate… si te morís de ganas de cachetearme la cara a pijazos.

―Me parece que la que se muere de ganas es otra…

―Está bien, si no querés, no lo hagas. Solo lo decía para demostrarte que no le tengo miedo a los pijazos en la cara. ―Ella le dio un fuerte chupón, cargado de saliva, al glande―. No es la primera vez que me cachetean la cara a pijazos.

Y eso era cierto, aunque la vez que aquel tipo se lo hizo, ella no se lo esperaba ni lo quería. Aún así, aguantó.

Xamira tragó la verga, la mamó durante unos segundos y cuando la sacó de su boca, esperó su castigo de rodillas, con los ojos cerrados.

Alexis no pudo aguantar la tentación. Se puso de pie, agarró fuerte su verga, y empezó a golpear con ella la cara de Xamira. La flaca mantuvo la boca abierta y la lengua afuera. Cuando la verga entró en su boca, no se quejó… tampoco se quejó de que esta vez los pijazos fueran más duros que la vez anterior.

Lo único que dijo fue:

―Ay, me vas a dejar el choto todo marcado en la cara.

Y es cierto que hubo marcas rojizas, pero eran tenues y se confundían unas con otras, nadie hubiera podido distinguir la forma de una verga en ellas.

Ella volvió a tragar el falo y lo chupó mientras se masturbaba.

―Andás re caliente pendeja, no dejás de mandarte dedos.

―Vos querías que la concha me quede bien mojada… bueno, así es como se me moja más rápido. ―Le mostró como sus dedos habían quedado cubiertos de flujos―. Pero si querés que me moje más, cogeme la boca.

―¿Por qué? ¿Eso te calienta?

―No sé, simplemente pasa… si me cogen la boca, se me moja toda la concha. Es una reacción automática. Especialmente si me agarran de los pelos. No sé por qué.

―Uf, me ponés a mil…

―Asi que ya sabés, si me querés bien mojada, agarrame de los pelos y cogeme la boca.

Alexis lo hizo, sí que lo hizo. Ni siquiera esperó a que Xamira acotara algo más. La sujetó con fuerza de los pelos, le enterró la verga en la boca, y empezó a moverse como si se la estuviera cogiendo por ese agujero. Ella emitió sonidos guturales, cargados de saliva, y alguna que otra arcada, pero en ningún momento hizo el ademán de apartarse, aunque sus ojos estuvieran más llorosos que nunca.

Aguantó cada embestida de Alexis sin dejar de pajearse. Sus dedos se metían dentro de su concha y salían cubiertos de jugos.

―Te voy a grabar ―anunció Alexis―. Vos mostrá a la cámara cómo estás de mojada.

Ella asintió con la cabeza como pudo, el gesto fue suficiente para hacerse entender. Alexis comenzó a filmar el acto y ella en ningún momento se sintió inhibida por la cámara. Mostró sus dedos cubiertos de flujos y luego se los llevó a la concha otra vez. Repitió esta acción unas cuatro veces, mientras Alexis le enterraba la pija hasta la garganta.

Cuando él se apartó, Xamira dijo:

―Dale, ¿no me ibas a partir al medio? Mirá… esta concha pide que la llenen de pija ―dijo, abriendo sus labios.

Se arrepintió de sus palabras, pero no se retractó. No era exactamente lo que quiso decir. Su intención fue remarcar que no tenía miedo a la verga de Alexis y solo consiguió quedar como una puta en celo, sedienta de pija.

Apenas unos pocos segundos más tarde Alexis ya estaba detrás de Xamira, agarrándola de los pelos, y enterrándole toda la verga.

―¿Así te gusta? ―Le dijo.

―Uy, sí ―dijo ella, con tono sarcástico―. Dale, a ver si podés… rompeme la argolla a chotazos. ―Alexis le dio tres embestidas bien potentes―. ¡Ay…! Ahora sí que la siento…

Xamira se sintió invadida por esa misma extraña energía que la afectó la vez que aquel tipo se la cogió de la misma forma en que lo estaba haciendo Alexis. Las barreras de su orgullo se desmoronaron, se cayeron a pedazos. No supo exactamente qué fue lo que provocó esto la primera vez, ni tampoco lo sabía ahora… pero estaba ocurriendo, definitivamente estaba ocurriendo. Un impulso incontrolable surgió desde lo más hondo de su ser y trepó hasta la boca. Las palabras salieron solas.

―Ay… sí… ¡qué rico! ¡Ay! Llename toda de pija… dame duro… rompeme toda.

―¿Te gusta mi pija, putita?

―Ay, sí… me encanta… cuando me la metiste por primera vez pensé: “No puede ser, qué pedazo de poronga. Me va a partir al medio. ¡Que me llene la argolla de pija!”.

Cada palabra de Xamira incentivaba a Alexis a darle más duro, él estaba al límite de su esfuerzo físico. Pasaba largas horas en el gimnasio, tenía una buena forma física, pero pocas veces se había topado con una mujer que le exigiera tanto.

―Te voy a llenar de leche, puta…

―No me acabes en la concha… damela en la cara… me la voy a tomar toda.

―¿Te gustó que te llenara la carita de leche la otra vez?

―Uf… ay… sí… pocas veces me hicieron tragar tanta leche… fue una locura… espero que todavía te queden buenas reservas, porque me gusta sentir la boca llena de leche.

―Quedate tranquila que vas a tomar más…

―Uy, sí… quiero… quiero…

“Xamira, por favor, controlate un poco”, dijo una voz en su cabeza. Pero no pudo. Su cuerpo ya no le respondía y las palabras que salían de su boca no pasaban por ningún filtro.

Alexis estuvo un buen rato dándole duro, mientras ella gemía y pedía más. Hasta que de pronto se puso de pie y comenzó a masturbarse.

Xamira entendió perfectamente lo que estaba ocurriendo. Se dio vuelta y esperó, de rodillas, a que le dieran de tomar su leche.

El semen cayó todo dentro de su boca, y ella agradeció que, a pesar de ser la segunda eyaculación, seguía siendo considerablemente abundante. Posó para la cámara con la boquita llena de semen y luego lo tragó.

Esa noche Xamira no podría conciliar el sueño. En parte porque se sentía culpable por la actitud que mostró con Alexis, y también porque tuvo que masturbarse cinco veces para poder bajar la calentura. Cada vez que apoyaba la cabeza sobre la almohada no hacía más que recordar la pija de Alexis taladrándole la concha.


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Esta vez Xamira esperó por sus compañeras dentro de la sede del club, y no en el pasillo. Hizo valer su derecho como miembro oficial y en secretaría le dieron una de las copias de la llave. A pesar de las molestias que se tomó, no tuvo que esperar mucho. Escuchó la inconfundible y aguda voz de Erika proveniente del pasillo. Parecía muy entusiasmada y estaba hablando con alguien sobre algún nuevo anime que había visto. Xamira no prestó mucha atención a los detalles.

Cuando la puerta se abrió entraron las otras tres integrantes del club, aunque eso Xamira no lo sabía. Se fijó en la chica de rasgos orientales. Era preciosa y tenía un busto que competía con el de Erika y Siara. Eso ofuscó un poco a Xamira, ella nunca fue de competir en belleza con otras mujeres, pero no le agradaba ser, con diferencia, la chica con el pecho más plano del club. Aunque en realidad no era tan plana, solo lo parecía en comparación de esas tres hembras de grandes ubres.

―Hola, Xami ―saludó Erika, con su característico entusiasmo―. Te presento a Oriana Takahashi. Ella es la cuarta integrante del club. Se inscribió ayer.

―Ah, qué bueno. Bienvenida, Oriana. Espero que te sientas a gusto. ―De pronto hizo silencio, luego de unos instantes dijo―. ¿Ella sabe qué clase de “misterio” estamos investigando?

―Sí, lo sabe muy bien ―dijo Siara―. Ayer le explicamos todo lo que sabemos sobre Dalma y los videos. También le dijimos que vos creés que la chica de los videos en realidad no es Dalma.

―Ya no sé qué pensar ―dijo Xamira―. Estoy teniendo mis dudas acerca de Dalma.

―¿Por qué? ¿Encontraste nuevas pistas? ―Preguntó Erika, con genuina curiosidad.

Xamira tendió encima de la mesa los dos sobres que había conseguido de Alexis.

―Basta con mirar las fotos para sospechar que, quizás, Dalma pudo estar involucrada en algo tan turbio como ese video.

―¿Segura? ¿Dalma con tres tipos? ―Preguntó Siara―. Al principio eso te parecía una locura.

―Y me lo sigue pareciendo. Hay que ser muy puta para dejarse coger por tres tipos… en especial si tenés novio y le juraste que vas a llegar vírgen al casamiento. Sin embargo, no puedo negar las evidencias ―señaló una foto en la que Dalma estaba de piernas abiertas recibiendo una gruesa verga en la concha―. Perdón por lo explícita de la imagen ―dijo, mirando a Oriana.

―No te preocupes. Yo hice una investigación por mi cuenta y tuve que ver imágenes tan explícitas como esa. Como que ya me estoy acostumbrando.

―¿Y adónde te llevó tu investigación?

―Oriana tiene la teoría de que hay alguien contratando a chicas que están becadas… para grabar porno ―comentó Siara.

Xamira se puso de pie de un salto.

―¿Me están cargando?

―No, no… es solo una teoría ―se apresuró a decir Oriana―. Es que conozco a una chica que estaba becada, y le ofrecieron ese trabajo… y a mí también me lo ofrecieron.

―¿Quién te lo ofreció?

―Una señora… mientras me explicaban cómo podía pagar la beca…

―¿Acaso era esta señora? ―Xamira sacó una foto de Emilia, la madre de Dalma aparecía muy sonriente, desnuda, en posición de rana, montando sobre una verga. Oriana abrió mucho los ojos.

―¡Sí! ¡Esa misma! Pero… ¿cómo lo supiste?

―Esta mujer es Emilia, la madre de Dalma. Ella se encarga de brindar una de las becas más importantes del instituto.

―¿Estas sugiriendo que ella está involucrada en el asunto del porno con estudiantes? ―Preguntó Erika.

―No lo sé… podría ser una casualidad.

―Ya serían demasiadas casualidades, Xamira ―sentenció Siara―. Llega un punto donde las “casualidades” son conexiones. Sé que apreciás mucho a Emilia, pero… ¿y si es ella la que recluta alumnas para hacer porno?

―¿Podría ser que solo reclute a las alumnas que tienen su beca? ―Preguntó Erika.

―Eso hay que averiguarlo ―dijo Oriana―. Yo sé que ella me da la beca a mí, pero no sé si es la misma que le daba la beca a la alumna que yo conozco… y vi a otra más haciendo porno, una chica rubia que todavía cursa en el instituto.

―¿No era Dalma? ―Preguntó Siara, señalando la foto de la aludida.

―No. Estoy segura de que no es ella. Un día me crucé con esa rubia, en la cantina. No sé cómo se llama… pero eso no importa. No voy a preguntarle: “Flaca, ¿hace mucho que trabajás haciendo porno?”

―No hace falta que le preguntes eso ―dijo Siara―. Vos ya sabés que ella hace porno, ya la viste. Solo necesitamos saber si tiene la misma beca que vos.

―Es cierto…

―Y por otro lado ―miró a Xamira―. Vos tendrías que hablar con Dalma y Emilia. Esas dos saben mucho más de lo que te cuentan. Estoy segura. Y ya estoy harta de mirarle la concha a la flaca del video y a Dalma. No te lo quería decir, para no herir tus sentimientos, pero yo estoy convencida de que son la misma persona. Son demasiado idénticas.

Xamira bajó la cabeza y se quedó mirando un punto aleatorio de la mesa.

―Gracias por tu sinceridad. Prefiero que sean honestas conmigo, aunque la verdad me duela. ¿Vos también pensás que es Dalma la chica del video? ―le preguntó a Erika.

―Em… pienso que hay un ochenta por ciento de chances de que sea ella. Pero ahora que veo esta foto… uf… sí que se parece. Ya me conozco de memoria la concha de la chica del video.

―Lo siento mucho ―dijo Oriana, que de pronto sintió pena por esa chica que acababa de conocer―. A mí también me impactó mucho cuando me enteré que una conocida mía estuvo haciendo porno… y yo vi suficiente material como para no tener ni la menor duda de que es ella. No me molesta que las mujeres quieran hacer porno… lo que me jode es que puede haber algo turbio detrás de todo esto. ¿Y si las becas no son más que un anzuelo para meter chicas a la industria del porno?

―No me imagino a Emilia haciendo una cosa así ―dijo Xamira―. Todavía no me cuadra por qué te ofreció ese trabajo. ¿Y si la están obligando? ¿Y si su situación económica no es tan buena como ella dice y tiene que hacerle favores a otras personas para conseguir financiación?

―Son buenas hipótesis ―dijo Siara―, solo espero que no te aferres a ellas si las pruebas indican lo contrario. Pero vale la pena investigarlas.

―Entonces ¿qué caminos seguimos ahora con la investigación? ―Preguntó Erika, sabía que a su estructurada amiga le encantaba planificar rutas de acción.

―Estamos en un punto en el que Oriana y Xamira pueden hacer mucho más que nosotras. Oriana tiene que ubicar a la chica rubia y preguntarle por la beca. ―Miró a la chica asiática―. De ser posible también tenés que hablar con tu amiga sobre la beca, sobre el porno, lo que sea.

―Voy a intentarlo. Aunque tampoco somos tan amigas.

―Tenés que intentar ganarte su confianza ―dijo Siara―. Contale que a vos también te ofrecieron ese trabajo, que entienda que estás en la misma situación que ella.

―Ah, sí, eso ya lo sabe… en parte. No llegamos a hablar de la parte porno, solo del modelaje… y sinceramente me da un poco de vergüenza hablar de eso… pero voy a hacer mi mayor esfuerzo. Quiero llegar al fondo de todo esto.

―¡Esa es la actitud! ―Dijo Erika, levantando un brazo, en gesto triunfal―. Y sigo yo, sigo yo… Xamira tiene que obligar a Dalma y a Emilia a confesar todos sus crímenes. Podés usar la tortura si lo creés necesario…

―Acá nadie va a torturar a nadie ―intervino Siara―. Te digo lo mismo que Oriana, ganate la confianza de ellas. Que piensen que vos estás de su parte.

Xamira asintió y las dudas la invadieron. ¿De parte de quién estaba exactamente?

―¿Y qué vamos a hacer nosotras? ―Preguntó Erika―. Somos las fundadoras del club. No podemos quedarnos de brazos cruzados… y ya basta de mirar esos videos porno, ya me tienen harta… hasta sueño con ellos. No es mentira. Anoche soñé con que tres tipos me hacían lo mismo que a Dalma y les juro que me levanté con dolor de culo.

―Nena, demasiada información ―dijo Siara, mientras las otras dos se reían―. A nadie le importa saber sobre tu culo. ―Erika infló los cachetes y cruzó los brazos en señal silenciosa de protesta―. Nosotras podemos averiguar cuántas becas hay en el instituto y quiénes las financian.

―Ay, no ―se quejó Erika―. ¿Por qué nos toca la parte más aburrida?

―Alguien lo tiene que hacer, y bien dijiste que no podemos quedarnos de brazos cruzados. Además después tenemos que averiguar si hay otras alumnas que se hayan metido en el porno.

―Eso es más interesante ―admitió Erika―. ¿Pero cómo mierda lo vamos a averiguar? No pienso mirar siete mil horas de porno para ver si, de casualidad, me encuentro con alguna chica del instituto.

―Creo que hay una forma más sencilla ―dijo Oriana―. Cuando empecé a modelar me hablaron de una página a la que, supuestamente, solo puede acceder “cierta gente”. No entendí muy bien cómo funciona ese asunto, pero si hay chicas del instituto haciendo porno, estoy segura de que ese material va a estar en esa misma web.

―Bueno ―dijo Sira―. Eso nos facilitaría mucho el trabajo. Sospecho que será una página de pago. El dinero no es problema. Pero tenemos que averiguar cómo se llama esa web. Ese va a ser trabajo tuyo, Oriana… sé que es mucho pedir… ¿podrías volver al estudio que encontramos? No digo que hagas nada que no quieras, solo… buscá información.

―No sé… me da miedo. Estoy segura de que si vuelvo a ese lugar, me van a pedir que haga cosas muy… indiscretas.

―Yo te acompaño ―dijo Xamira―. No quiero que todo el peso caiga sobre vos. Además, de forma indirecta, a mí también me ofrecieron trabajar ahí.

―¿Ah sí? ¿Y eso cuándo pasó? ―Quiso saber Erika. Luego se fijó en que había dos sobres con fotos, y no uno. Abrió tanto los ojos que casi pareció un personaje salido de un anime―. ¡Nena! ¿Qué tuviste que hacer para conseguir el segundo sobre?

―No quiero hablar de eso. ―Se apresuró a guardar las fotos que había sacado―. Bueno, ya tenemos todo decidido y planificado. Ahora depende de que cada una haga bien su trabajo. Apenas tengamos el nombre de la web, se los damos, así ustedes no se atascan con la investigación. Si Oriana me quiere acompañar al estudio, bien… sino voy sola.

―Admiro tu compromiso con la investigación ―dijo Siara―. Me da mucha pena que tengas que irte cuando terminemos con este caso. De verdad nos encantaría tenerte como miembro de nuestro club.

Estas palabras sacaron una sonrisa en Xamira.

―Me lo voy a pensar ―dijo―. Un gusto conocerte, Oriana. Pedile mi número de teléfono a las chicas, después hablamos y nos organizamos bien.

―Dale.

Las chicas abandonaron la sede del club.

Xamira fue a llorar al baño.

Todo era una mierda.

¿De verdad su amiga era tan puta como para dejarse coger por tres tipos?

¿De verdad Emilia estaba involucrada?

Se sentía una estúpida por haber confiado en ellas.

“Voy a averiguar si están metidas en esto, cueste lo que cueste”, prometió.

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