Capítulo 3
Al regresar a
la sala de estar encontré a los chicos sentados en el sillón pasando canales en
la tele, al parecer se habían lavado sus penes con agua de la cocina (luego
debería darle una buena limpieza al lavatorio) pero no se habían vestido. Yo
estaba envuelta en mi toalla roja y en cuanto aparecí todos se voltearon para
verme. Estaban sorprendidos pero alegres. Me acerqué a ellos y se pusieron de
pie al unísono, inmediatamente me despojaron de la toalla.
- Que bueno
que haya vuelto, Laura – me dijo David al mismo tiempo que agarraba una de mis
tetas y la apretaba.
Ahora sus
penes estaban flácidos, los toqué uno por uno y me sorprendió mucho ver con qué
facilidad volvían a ponerse duros. El entusiasmo juvenil hacía milagros. No
pidieron permiso para colarme los dedos en la concha, a cada rato podía sentir
un nuevo dedo entrando. En ocasiones metían de a dos a la vez. Eso me calentaba
muchísimo. Además todavía tenía muy presente en mi mente la lluvia de semen que
me dieron estos chicos. El semen era uno de mis tabúes, podía excitarme mucho
con solo imaginarlo. De joven, cuando tenía apenas un par de años más que estos
muchachos y estaba experimentando sexualmente, solía hacerles sexo oral a
algunos de mis amigos o conocidos sólo para poder tomarme su semen, ya con eso
podía masturbarme locamente. De hecho conocí a mi marido de esa forma. Se la
chupé en un cumpleaños de un amigo en común y con eso él quedó perdidamente
enamorado de mí, luego se esforzó mucho por conquistarme hasta que lo consiguió.
Aún me inhibía un poco la idea de chupársela a estos chicos, en parte seguía
sintiéndome como la madre de cada uno, especialmente de Alexis, que de verdad
era mi hijo. Había llegado muy lejos y había cometido muchas locuras con ellos,
pero no podía detenerme.
Me incliné
hacia adelante dejando mi cola levantada, al instante sentí unos dedos
introduciéndose en mi concha y a mi cola también le dieron. El de la cola me
dolía un poco ya que nunca lo había hecho por ahí, mi marido nunca me lo había
pedido, creo que no le interesaban esas cosas. Mientras dos de ellos exploraban
mis partes bajas, tomé el pene de Mauro y le pasé la lengua a su glande, luego
hice lo mismo sobre otro pene que encontré cerca de mi cara, creo que era el de
David. Mi hijo se paró atrás de mí y me tomó por la cintura. Presionó su
miembro contra mi culito, sabía que él disfrutaba apretándose contra eso, pero
no podría introducirlo tan fácilmente así que lo dejé seguir. Fabio me acercó
su verga y también le di una linda lamida desde abajo hacia arriba y luego
repetí la acción sobre su glande. Mi hijo desistió y cedió su lugar a David,
quien también se abalanzó contra mi cola, la presión de su verga era
considerable y parecían no olvidar humedecer sus penes, yo podía sentir mi culito
abriéndose de a poco. Lamí otro pene pero esta vez, cuando llegué al glande, lo
apreté entre mis labios. David seguía intentando lograr algún resultado, pero a
pesar de empujar con fuerza no podía meterla, eso me tranquilizaba un poco.
Giré mi
cuerpo para ofrecerle mi cola a Fabio, tomé su miembro con una mano y lo
orienté hasta mi agujerito, si bien no quería que me la metan, me calentaba
mucho que lo intentaran… y a ellos también. Pasé mi lengua a lo largo de la
verga de Alexis y apreté la punta entre mis labios como había hecho antes.
Fabio presionó contra mi cola y sentí algo diferente. Ésta se abrió más de lo
normal. El glande me penetró y mi culo volvió a cerrarse una vez que éste
entro. No me dolió, pero el placer hizo q mis rodillas temblaran y no pude
reprimir un gemido. Para disimular lamí el pene de Mauro dejando su glande
entre mis labios por unos segundos. Por suerte el chico no siguió presionando
sino que se conformó con sentir la punta de su pene allí dentro, luego lo
retiró con cuidado. Estos chicos me respetaban, no querían lastimarme, aunque
si querían divertirse con mi cuerpo.
Mauro ocupó
el lugar de Fabio y en el momento en que me introducía su glande por la cola yo
lamí el de David y lo dejé entre mis labios, pero el muchacho rubio no se
conformó con eso, me tomó de la cabeza y me metió toda su verga en la boca,
llegando casi hasta la garganta, no pude gemir cuando mi cola se abrió para
dejar pasar la punta del pene del otro chico. David la sacó y finos hilos de
saliva quedaron colgando entre su verga y mis labios, quedé con la boca
abierta, un poco aturdida, no me esperaba eso, pero tampoco me disgustó. Alexis
no quiso ser menos así que también metió de lleno su verga dura dentro de mi
boca, esta vez estaba un poco más preparada, hasta pude disfrutarlo más cuando
la fue sacando de a poco. A Fabio le habrá parecido divertido el nuevo jueguito
ya que también quiso probarlo, lo esperé con la boca abierta y me la tragué.
Cuando Mauro soltó mi cola caí suavemente de rodillas al piso. Fabio no quitaba
su pene y yo quedé con toda esa carne en la boca mirando como los cuatro
muchachos me rodeaban sosteniendo sus vergas. Esa imagen me calentó más
todavía.
Tragué el
pene de Mauro sin que él me lo pidiera y a los pocos segundos me lancé sobre
otro miembro y lo succioné con fuerza, me estaba volviendo loca, tenía cuatro
vergas para mi solita y solamente una boca, no sabía cuál comerme primero,
tenía ambas manos ocupadas, masturbando siempre a dos de ellos y pasaba mi
cabeza de un lado a otro, me tragaba sus penes y les daba fuertes chupadas, los
podía sentir poniéndose bien duros dentro de mi boca, mis labios se apretaban
con fuerza a ellos cuando los iba sacando y luego volvía a introducirlos. Ellos
presionaban mi cabeza contra sus respectivos penes y me hacían comerlas por más
tiempo.
- Que buenos
petes hace tu mamá – comentó David.
- Los mejores
– les respondió mi hijo.
Esos halagos
hicieron que pusiera aún más entusiasmo en el sexo oral, me atragantaba con sus
vergas y lo disfrutaba. Mi cabeza se columpiaba de atrás hacia adelante
mientras introducía algún pene. No olvidaba chuparles bien los testículos, sé
muy bien que a los hombres eso les encanta. Mis chupadas eran frenéticas y con
toda la intención de hacerlos acabar, pero estos chicos tenían buen aguante, si
quería lograrlo debía utilizar otro recurso.
- Siéntense
acá – les pedí señalando el sofá.
Obedecieron
sin chistar, se sentaron uno al lado del otro con sus vergas apuntando al
techo, gateé hasta David y bajé mi cara para comerme su verga, mientras lo
hacía logré poner el falo entre mis grandes tetas, al muchachito pareció
gustarle mucho ya que comenzó a gemir. Apreté bien mis tetas para que él
sintiera la presión, las subía y bajaba al unísono sin dejar de chupársela. Aproximadamente
un minuto más tarde sentí el dulce néctar sexual manando de su interior,
saboreé el semen con placer y fui tragando todo lo que me dio, el chico
apretaba mi cabeza hacia abajo para que yo no dejara de tomarme su leche.
Pasé al
siguiente en la fila, que era Fabio, él me esperaba con ansias y prácticamente
me clavó su verga en la boca, esa brusquedad me ponía cachonda así que le comí
la verga con ganas ayudándome de mis pechos. La imagen de una madre haciéndole
la paja turca a un amigo de su hijo me hacía delirar de placer, ni siquiera
podía creer que realmente lo estaba haciendo, era un efecto de la droga sexual
que recorría mi cuerpo. Él también acabó en poco tiempo, comprendí que antes
habían aguantado tanto porque no recibían atención directa sobre sus vergas,
ahora era yo la que estaba haciendo todo mi esfuerzo para que acaben y mi
experiencia en sexo oral era demasiado para estos chicos. Llenó mi boca de
semen y no dejé escapar ni una gota, tuve que bajar una mano a mi concha para
poder pajearme, no daba más de la calentura.
Ahora venía
el momento más esperado para mí, atender a mi propio hijo, quería demostrarle
de lo que su madre era capaz. Lamí sus testículos y recorrí todo su pene con la
lengua hasta llegar a la punta, me la tragué y giré mi lengua alrededor de su
glande, eso lo hizo estremecer, cuando mis tetas se unieron a la acción él
pareció no tolerarlo, comenzó a moverse frenéticamente de un lado a otro
mientras sostenía mi cabeza con una mano, a él le estaba dando una atención
especial, hacía juegos con mi lengua o le daba fuertes chupadas en los lugares
justos, en poco tiempo inundo mi boca con su espesa leche, no la tragué al
instante sino que tiré mi cabeza hacia atrás, cerré mis ojos y comencé a
pajearme con ganas mientras saboreaba y tragaba su esperma.
Una de las
experiencias sexuales más fuertes que tuve en mi vida ocurrió hace unos tres
años y medio, cuando fui con Luis, mi esposo, al casamiento de uno de sus amigos.
Fue un casamiento para adultos, no hubo niños invitados, tampoco fue una locura
sexual, simplemente hubo algunos jueguitos sexualmente sugerentes, nada del
otro mundo, pero a mí me habían puesto cachonda. Para colmo la gran cantidad de
alcohol que mi marido y yo ingerimos nos hacía perder la cabeza, no podía estar
mucho tiempo cerca de él sin que me toqueteara. Esa noche tenía puesto un
vestido azul marino pegado al cuerpo que era bastante corto, por eso él tenía
vía libre para tocarme o meterme los dedos. Yo también lo toqueteaba cuando
nadie nos miraba. El asunto comenzó cuando notamos que uno de los mozos de la
fiesta no me sacaba los ojos de encima, pensé que eso disgustaría a Luis, pero
ocurrió todo lo contrario, le calentaba saber que el tipo me miraba con tanto
deseo. En un momento él me desafió, supongo que fue porque ambos estábamos
ebrios y cachondos, me dijo que no me animaría a chupársela al mozo, noté por
su tono que realmente él quería que lo hiciera.
En cuanto
tuve la oportunidad me acerqué al mozo y le toqué el bulto diciéndole al oído
que me siguiera. Ni siquiera tuve que mirar para atrás, el tipo no me perdió la
pista. Llegamos al baño de damas y comprobé que estaba vacío, lo hice pasar y
nos encerramos en un cubículo. Ahí nomás le bajé los pantalones y comencé a
chupársela. El tipo no lo podía creer, se movía de atrás para adelante como si
me estuviera cogiendo por la boca. Le di unas lindas chupadas a todo el falo
hasta que varios minutos después me acabó en la boca. Lo dejé solo en el baño
recomponiéndose de la sorpresa y regresé con mi marido, me senté junto a él y
abrí la boca para mostrarle el semen del mozo, luego me lo tragué. Eso lo
calentó mucho, tanto que me metió los dedos en ese mismo instante. Por suerte
nuestra mesa estaba en un rincón oscuro y desde este ángulo nadie nos podía
ver. Metí la mano en su pantalón y le toqué la verga, la tenía muy dura.
La noche no
terminó con eso. Luis me quitó la bombacha para poder tocarme con más libertad
y en un momento me acerqué a la barra a pedir una botella de champagne.
Mientras esperaba me apoyé sobre la barra con la colita parada, no podía pensar
con claridad por culpa del alcohol, olvidé lo corto que era mi vestido y lo
desprotegida que estaba. Mi conchita quedó a la vista mientras aguardaba por la
botella y en pocos segundos sentí que alguien me arrimaba por detrás, tenía el
bulto muy marcado, lo sentí justo sobre mi sexo. Me tocó una pierna y como no
le dije nada me metió los dedos en la concha. Cuando vi quién era el misterioso
hombre me sorprendí mucho, se trataba de Miguel, el novio, ese que se estaba
casando esa misma noche, el amigo de mi marido. Miré rápidamente para todos
lados y me di cuenta de q el único que nos vio fue el que atendía la barra,
pero lo disimuló bastante bien. Le sonreí al amigo de mi marido mientras me
colaba los dedos y froté mi cola contra su bulto. Cuando me dieron la botella
me di vuelta y pasé a su lado, no me fui sin antes tocarle la verga por arriba
del pantalón, la tenía tan dura como Luis.
Como soy una
esposa fiel (aunque cachonda) le conté a mi esposo lo ocurrido mientras
tomábamos champagne, él me dijo que la reacción de su amigo era lógica, que yo
estaba muy buena y él nunca había tenido una despedida de soltero decente, si
bien su mujer era una rubia preciosa y la pasaría muy bien con ella, extrañaría
el contacto con otras mujeres. En ese momento Miguel se nos acercó, arrastró
una silla hasta sentarse a mi lado y vio que mi marido me estaba metiendo los
dedos. Luis no disimuló mucho, apartó la mano deslizándola por mi pierna y
cuando llegó a mi rodilla, me las abrió un poco más, mi concha estaba a la
vista y toda mojada. Su amigo nos hablaba de cosas sin sentido y nos sonreía.
Mi marido me hizo una seña y yo comprendí perfectamente. Le toqué el bulto a
Miguel mientras seguíamos hablando, él no tardó mucho en meterme los dedos,
supo de inmediato que a su amigo no le molestara que toquetearan a su mujer.
Luis dijo que quería ir al baño y le preguntó a Miguel si quería acompañarlo,
antes de que él se negara dije que yo también quería ir.
Caminamos los
tres hasta los baños, estaban uno pegado al otro pero en cuanto vimos que el
baño de hombres estaba completamente vacío nos metimos a ese. Miguel comenzó a
toquetearme de inmediato, me levantó el vestido hasta la cintura y me arrimó.
Pude sentir que sacaba la verga del pantalón y la frotaba contra mi conchita
mojada. Le sugerí que nos metiéramos a uno de los cubículos por si llegaba a
entrar alguien, mi marido se quedó haciendo guardia con la verga en la mano,
pero apuntando hacia un mingitorio para disimular. El cubículo era pequeño pero
Miguel logró pararse con los pies a los lados del inodoro y apoyando la espalda
contra la pared, yo me cerré la puerta y apoyé las manos sobre ella. Me clavó
con unas ganas tremendas, sentí su verga muy adentro y lo incité a que se
moviera más rápido. En ese momento ocurrió algo inesperado, alguien entró al
baño y de inmediato dijo:
- Uy perdón,
creí que era el baño de mujeres – por la voz supe que se trataba de Clara, la
novia de Miguel. Nos quedamos petrificados dentro del cubículo.
- No pasa
nada chiquita – dijo mi esposo.
- Ahh hola
Luis, ¿no lo viste a Miguel? – ella parecía estar aún más borracha que
nosotros, su lengua se movía de forma perezosa al hablar.
- No, hace
rato que no lo veo.
- Si, yo
tambie… ¡Epa! ¿Qué es eso? – Casi me da un infarto, pensé que habíamos sido descubiertos – ¿por qué la
tenés así? – ahí supe que ella había notado la erección de mi marido.
- Es que vine
al baño a tocarme, porque mi esposa no quería atenderme – el muy hijo de puta
hasta parecía apenado, tuve que morderme la boca para no reírme.
- Ay, pero
que mala. No me hubiera esperado eso de Laura. Dejarte en ese estado… con lo
linda que está – esta vez fue Miguel quien tuvo que reprimir la risa, él aún
seguía cogiéndome, aunque más despacio – Uy, que dura está – exclamó ella, en
ese momento me animé a abrir un poco la puerta del baño, podía verlos reflejados
en el gran espejo que estaba directamente frente a mí, ella le estaba tocando
la verga a mi esposo – yo lo buscaba a Miguel porque quería que me dé, también
estoy muy caliente. Hasta me saqué la tanga.
- ¿De verdad?
– preguntó Luis haciéndose el ingenuo, el vestido de la novia era muy sexual,
era corto, muy escotado y tenía unas medias de encaje muy sexys. Mi marido le
levantó la falda, la rubia tenía la conchita perfecta y totalmente depilada –
pero si hasta estás mojada – dijo metiéndole los dedos.
- Si, mucho.
No aguanto más las ganas. Quiero que alguien me la ponga – la putita estaba
sonrojada y no soltaba la verga de mi marido.
- De eso me
puedo encargar yo.
La hizo dar
media vuelta y la apoyó contra la pared, se acercó desde atrás y ella levantó
la cola y separó las piernas, su concha era realmente hermosa, mi marido se la
abrió al clavársela. Ella comenzó a gemir como una putita en una película
porno, eso provocó que Miguel se calentara mucho, empezó a clavarme con mucha
fuerza, sacaba toda la verga y me la volvía a enterrar de un solo empujón, yo
tenía ganas de gritar de placer pero debía reprimirme. Los minutos pasaban y yo
tuve mi primer orgasmo de la noche, el ver cómo Luis se cogía a esa putita me
calentó muchísimo. La mina tenía el culito redondo y la conchita rosada, sus
fluidos salían cada vez que mi marido se la sacaba un poco. Para colmo Miguel
me estaba dando una empernada magnífica. Vi que la rubia acabó en un grito de
placer, de su concha salieron jugos sexuales en cantidad, Luis siguió dándole
durante unos segundos más hasta que se la sacó.
- Ay, que
rico que estuvo eso – dijo la novia con una vocecita de actriz porno ingenua –
pero no le cuentes nada a mi marido, por favor.
Mi esposo le
garantizó que Miguel nunca se enteraría de lo ocurrido y allí por fin ella
abandonó el baño de hombres y yo pude gemir en paz mientras su novio me cogía
sin parar. Luis se acercó a nosotros y como me vio agachada me ofreció su
verga, él aún no había acabado. Se la chupé y saboreé los jugos vaginales de la
rubia, era la verga más rica que me había comido en mi vida y además estaba
disfrutando de dos hombres al mismo tiempo. No era la primera vez que lo hacía,
pero me encantaba. A los pocos minutos mi marido llenó mi boca de leche.
- Nuestras
esposas tienen algo en común – dijo mi marido – las dos tienen debilidad por la
poronga – me tragué toda su leche. Me puse de rodillas y se la chupé a Miguel.
Fue la tercer acabada en mi boca en el transcurso de la noche. Un record
personal.
Ahora, cuando
terminaba de tragar el semen de mi propio hijo, estaba a punto de batir mi
propio record, allí tenía la cuarta verga de la noche, la de Mauro. Me la metí
en la boca sin dudarlo y se la mamé con unas ganas especiales, me movía más
rápido que de costumbre, casi podía sentir que mi cabeza se saldría en
cualquier momento. Sentía la verga golpeando contra mi garganta y eso me
producía arcadas que me obligaban a tranquilizarme un poco, pero aun así seguí
chupando, metí la verga entre mis tetas y las moví de arriba hacia abajo sin
parar hasta que por fin sentí que estallaba dentro de mi boca con fuertes
chorros de leche tibia.
Ahí nomás me
tendí de espaldas sobre el piso, abrí las piernas y me masturbé frente a los
chicos. Empecé por frotarme frenéticamente el clítoris y masajearme las tetas
con la otra mano hasta que decidí que necesitaba algo adentro, me metí los
dedos con pasión, ellos podían ver cómo entraban y salían mientras mi conchita
se llenaba de viscoso fluido. Gemía y me sacudía, mantenía los ojos cerrados así
que no podía ver a los muchachos, pero me calentaba el doble saber que me
estaban mirando. ¿Cómo imaginaría yo que esta noche iba a terminar pajeándome
frente a mi hijo y sus amigos? Lo importante es que sucedió y todos lo
disfrutamos mucho. Cuando acabé sentí que de mi vagina salía mucho líquido,
quedé toda mojada y satisfecha. Cuando me reincorporé me despedí de los chicos
dándole un besito corto en la boca a cada uno y me fui a dormir, ellos hicieron
lo mismo, estábamos agotados.
Me levanté
como a las nueve menos veinte de la mañana aun pensando en lo que había
ocurrido. Seguía desnuda, me cubrí con una vieja remera gris claro de mi marido
que apenas llegaba a tapar hasta la mitad de mi cola y marcaba mucho mis
pezones. Los muchachos seguían durmiendo en el cuarto de mi hijo, debían estar
rendidos. Fui hasta la sala de estar y noté que ni ellos ni yo habíamos
ordenado nada de aquel desastre, había ropa tirada por todos lados, incluida mi
tanga. También estaban todas esas películas porno desparramadas sobre la mesa,
por suerte aún faltaban muchas horas para que regresara mi marido, él volvería
cerca de la una de la tarde. Lo primero que hice fue guardar los DVD en la
mochila de uno de los chicos, en ese momento alguien me abrazó desde atrás
aferrándose a mis tetas, sentí un pene duro moverse entre los labios de mi
concha, que aún estaba seca y sin dilatar.
- Buen día
Laura – me saludó el efusivo muchacho, me di cuenta que se trataba de David.
- Hola David,
buen día – lo saludé con naturalidad – me di cuenta que yo misma provocaba esas
reacciones en los chicos, estaba casi desnuda, esta remera no me cubría nada,
por más que yo creyera que ellos iban a seguir durmiendo, inconscientemente
quería que se levanten y me vean así.
David me
soltó y cuando di media vuelta vi a los otros tres chicos, todos llevaban una
remera, pero tenían sus vergas duras completamente al aire. Después de lo que
vivieron la noche anterior era lógico que se despertaran en ese estado, más
sabiendo que me tenían en la casa.
- Hola
chicos, buen día – los saludé – estoy limpiando un poco todo este desorden.
Caminé hasta
donde había un pantalón tirado y me agaché de una forma muy sugerente,
mostrándoles mi concha. De inmediato sentí que otro chico se pegaba a mí su
pene se deslizó por fuera pero con una mano lo orienté para que apuntara hacia
adentro. Él presionó contra mi agujero pero aún permanecía cerrado y sin
lubricar, igual sentí que la punta del pene lo iba abriendo un poco, eso hizo
que comenzara a mojarme. Doblé el pantalón prolijamente y lo dejé sobre el
sofá, cuando me moví a recoger otra cosa
me di cuenta que el que me había arrimado era Mauro, entonces se apartó
y dejó lugar a Fabio, que se pegó contra mi conchita y logró introducir su
glande, no le dije nada pero me aparté a los pocos segundos. Estos chicos
parecían más dispuestos que nunca.
Uno a uno me
fueron arrimando mientras yo ordenaba la sala, a veces intentaban introducir
sus vergas por mi vagina, aunque se dieron cuenta que yo me apartaba rápido si
lo hacían, entonces optaron por arrimarme por la cola, sus penes no entraban en
un principio pero de a poco fueron abriéndome. Lo extraño es que a mí misma me
daba curiosidad, por eso no me apartaba, sentía sus glandes introducirse con más
facilidad, se sentía muy rico cuando entraban y luego salían. En un momento
terminé con las manos sobre la mesa y dejé mi cola levantaba para el siguiente
que quisiera arrimar, vino David muy entusiasmado y con un fuerte empujón metió
la mitad de su verga, solté un gemido de placer, me estaban desflorando
analmente y era muy placentero. El chico la sacó enseguida apurado por Fabio
que aguardaba su turno, me quedé en el mismo sitio y recibí la otra verga que
también se introdujo en buena medida y me obligó a ponerme de puntas de pie. Él
comenzó a darme con fuerza, se movió de atrás para adelante haciendo salir y
entrar su pene repetidas veces, comenzó a dolerme un poco:
- Despacito
que me duele – le dije entre gemidos.
Se apartó y
todos me miraron asustados, pensaron que me había enojado, les demostré que no
era así cuando le ofrecí mi culo a Mauro y guie su verga hasta el interior. Él
fue más suave, me dio por la cola con más gentileza, lo disfruté más y me
calentó mucho, si bien el pene no entraba completo, con lo que lograba entrar
yo gozaba y gemía. Luego vino Alexis a metérmela, me dio aún más morbo que mi
hijo me diera por el culo y lo mejor era que mi culito ya se estaba
acostumbrando a recibir esos pedazos de carne en su interior. Mis piernas se
estaban sintiendo débiles y tuve que aferrarme de los hombros de Fabio. Me
sorprendió lo que hizo, cuando me tuvo muy cerca suyo me besó en la boca. Yo le
correspondí el beso, nuestras lenguas se entrelazaron mientras David
reemplazaba a mi hijo, su verga entró completa en mi culo, sentí sus testículos
rebotar contra mis nalgas mientras me la metía. Fabio me metió los dedos en la
concha y después me dijo:
- Tiene una
conchita muy linda Laura, yo me la cogería y la haría gritar como una puta – en
cualquier otra circunstancia esas palabras me hubieran hecho enojar, pero ahora
estaba muy pero muy caliente.
- ¿Me la
meterías con fuerza? – le pregunté con jadeos mientras seguía recibiendo
profundas embestidas en el culo.
- Si, con
mucha fuerza y se la llenaría de leche – al oír eso me aparté de ellos, me
quité la remera y caminé hasta el sillón individual, me senté sobre él poniendo
mis piernas en los apoyabrazos, quedando bien abierta, abrí mi concha con los
dedos.
- Entonces no
hables, vení, metemela y haceme gritar como una puta.
Él no esperó
a que nadie más le dijera que vaya, se tendió sobre mí y le agarré la verga, la
apunté hacia mi concha y de inmediato sentí como se clavaba entera dentro de
mí. Solté un grito de placer tirando la cabeza hacia atrás, el chico comenzó a
cogerme como un burro el celo. Sus embestidas eran fuertes y me abría las
piernas todo lo que podía, yo sentía todo el peso de su cuerpo con cada
penetración, el chico no era un experto pero si me estaba haciendo gozar. Yo
gritaba y gemía cuando David llegó y me metió su verga en la boca, comencé a
chupársela con ganas. Me la tragué tanto como pude, el roce contra mi clítoris
y las penetraciones de Fabio me estaban calentando mucho, sabía que me había
puesto toda roja y sentía gotitas de sudor acumulándose en mis tetas. Estuvimos
así por más de diez minutos sin parar, mi concha estaba completamente mojada y
el pene de Fabio seguía metiéndose tan adentro como le era posible, en ese
momento sentí como el chico acababa dentro de mí, llenándome con su lechita
caliente. Cuando se apartó me arrodillé sobre el sillón dejando mi cola
expuesta. La abrí con mis manos y David entendió el mensaje, se acomodó detrás
de mí y me la metió por el culo. A la primera logró meterla hasta la mitad,
pero después de entrar y salir un par de veces logré sentirla adentro por
completo, comencé a gritar como una puta en celo, las penetraciones anales me
encantaban, sentía la succión en mi interior y mi culo intentando cerrarse
alrededor de esa verga, la leche que Fabio me había metido empezó a salir por
mi concha, la sensación de ese líquido chorreando fuera me excitó mucho, la
dejé salir mientras recibía duras embestidas contra mi culito. Ya nada me
importaba, solamente quería que me cojan. Estaba disfrutando mucho de mi primer
anal, me arrepentía de no haberlo probado antes, apoyaba mi cara contra el
respaldar del sillón y mantenía mi cola abierta con las manos, las
penetraciones eran rápidas y profundas, no podía parar de gemir. En poco tiempo
David acabó tirando fuertes chorros de leche dentro de mi cola, ahora los
chicos tardaban mucho menos en acabar, por suerte aún quedaban dos, porque yo
no estaba satisfecha.
Quise ir más
lejos, le pedí a mi hijo que se sentara en el sillón y yo me senté sobre él,
mirándolo a la cara, comencé a montármelo jugando con su verga en mi interior y
le pedí a Mauro que me clavara por atrás, esta era mi oportunidad de disfrutar
de una doble penetración. El muchacho delgado me la metió toda de una vez, mi
culito estaba bien lubricado gracias a la leche de David, entre los dos me
cogieron sin parar durante varios minutos, intentaba mover mi cuerpo todo lo
que podía acompañando sus movimientos, podía ver la cara de satisfacción de
Alexis y ello me llenó de ternura, como madre estaba siendo testigo de la
primera vez me mi hijo, casi me pongo sentimental pero recordé que esto era
solamente sexo. Tuve un gran orgasmo recibiendo verga por mis dos agujeritos y
a los pocos minutos ambos chicos acabaron en mi interior. Nos quedamos
exhaustos los tres en esa posición, abracé a mi hijo y no me moví del lugar,
intentaba recuperar el aliento, estaba agitada pero muy feliz.
Cuando me
recuperé un poco fui hasta el baño a lavarme, me sentía muy feliz y estaba
llena de semen, pero aún estaba caliente, me sentía una puta insaciable, me
habían cogido entre cuatro y yo todavía quería más. Por suerte me encontré a
los chicos a la salida del baño, los cuatro se tocaban sus penes para ponerlos
duros otra vez, les sonreí y les hice señas para que me siguieran. Terminamos en
mi cuarto, me senté en la cama y cuando tuve a uno de ellos cerca comencé a
mamarle la verga, sentí el sabor a semen y me excité, chupé un rato cada una de
las cuatro hasta que se pusieron bien duras, luego agarré a Mauro y lo acosté
sobre la cama, me monté sobre él y comencé a cogerlo como una profesional,
saltaba sobre él con destreza, el chico me miraba atónito, no podía creer que
una mujer le estuviera dando semejante cogida. No tuve que esperar mucho hasta
que Fabio me la metió por atrás, esta vez no me limité solo a que me cojan
entre dos sino que también chupé por turnos los penes de los otros dos
muchachos, estaba disfrutando del sexo como nunca.
No esperé a
que los dos que me cogían acabaran, les dije que quería que cambien y aceptaron
de mala gana, sólo porque sus amigos le insistieron que ya era su turno, ahora
Alexis me dio por atrás y yo me monté sobre David. Estuvimos cogiendo sin parar
varios minutos hasta que tuve otro fuerte orgasmo, el líquido de mi concha mojó
el cubrecama pero no me importó para nada. Me tendí de lado sobre la cama y
quedé rendida.
- Eso fue
espectacular – le dije a los chicos, David ocupó el lugar de mi hijo y me la
dio por la cola, estábamos haciendo cucharita, yo ya ni me movía, simplemente
dejaba que me la meta, Mauro se tendió delante de mí y quedamos los tres en una
pose que se asemejaba a un sándwich, donde yo era el centro – tengo que
pedirles que no le cuenten nada a nadie.
- Sólo si
promete que se va a repetir – dijo Fabio.
- Si, haré lo
posible para que se repita – la idea de tenerlos a mi disposición me encantaba,
no pensaba con claridad pero debía aprovechar lo que había logrado, tenía a
cuatro vigorosos jóvenes ardiendo por mí y quería que me cojan todos los días
de ser posible – y no hace falta que vengan siempre los cuatro a la vez, si
alguno tiene ganas de echarse un polvo, me avisa – me sentía una puta de 20
años menos, me encantaba.
- Le tomo la
palabra, Laura – dijo Fabio metiéndomela en la boca.
Estuvieron
metiéndomela bastante tiempo, yo estaba rendida pero ellos parecían insaciables,
simplemente me tendía en la cama y dejaba que abusen de mí, que me la metan por
donde quieran, que me obliguen a tragarme su leche o que me acaben en algún
otro agujerito, estaba como drogada por el sexo y quería que durara para
siempre, pero ellos se percataron de que no podían estar todo el día
metiéndomela, mi marido regresaría a la casa en algún momento. Me liberaron y
me permitieron darme una renovadora ducha, eso me despertó un poco y retomé mi
ritmo habitual. Los chicos se fueron a sus respectivas casas y Alexis se fue a
dormir a su cuarto, lo miré con ternura y supe que mi vida había cambiado por
completo. Muchas cosas grandiosas podrían ocurrir de ahora en más.
Fin de "Mi hijo y sus amigos (Masturbación grupal)".
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