La Mansión de la Lujuria [23]

 

Capítulo 23.


La Ofrenda.





La habitación once lucía aterradora iluminada con esas velas rojas y negras. Las sombras lamían los retratos explícitos que empapelaban las paredes, provocando un efecto de movimiento en esas figuras humanas. Maylén sentía que esos hombres y mujeres la miraban fijamente, como si fueran testigos eternos, inmortalizados en una fotografía.

—¿Tenemos que hacerlo acá? —Preguntó.

—Sí, es muy necesario —explicó la bruja mientras prendía una de las velas negras. Soraya se estaba haciendo cargo de las rojas—. Si pasó lo que yo creo que pasó, tenemos que hacer algo para contrarrestarlo. Deberías desnudarte, ya perdimos demasiado tiempo.

—¿No tendríamos que buscar a Lilén primero?

—Seguramente Lilén está bien —dijo la bruja—. Rebeca e Inara la están buscando.

Al regresar a la mansión notaron la ausencia de Inara; Maylén se preocupó porque podría tratarse de un secuestro. Sin embargo, conociendo a su hermana, lo más probable era que estuviera buscando a Lilén.

—Esto también es importante —aclaró la bruja—, y más urgente de lo que se imaginan.

—Si el Pombero tiene que ver con esto… es muy urgente —dijo Soraya, cuando un escalofrío le cruzó la espalda.

A Maylén no le hacía mucha gracia tener que desnudarse frente a su hermano; sin embargo lo hizo sin chistar. No quería pasar horas discutiendo por tonterías. Para ella todo este ritual no tenía ningún sentido; pero sabía que su familia no dormiría en paz hasta que se aclarara todo el asunto. «Esto me pasa por vivir con supersticiosos», pensó mientras se quitaba la ropa.

Cuando estuvo completamente desnuda, Narcisa le pidió que se parase justo en el centro de la habitación, dentro del círculo de velas. La bruja recitó algunas palabras extrañas mientras encendía velas e inciensos y luego de unos segundos le pidió que saliera del círculo, caminando hacia atrás. Su hermano la ayudó apartando algunas velas, para que ella no las pisara, luego las volvió a colocar en su sitio. Maylén quedó de pie justo fuera del círculo, mirando hacia el centro.

—Soraya, vos vas a tomar el lugar de Maylén. Necesito que entres al círculo —la pelirroja obedeció—. Maylén, empezá a contarnos todo lo que pasó.

Ya no podía prolongarlo más, por más que la vergüenza fuera infinita, debía contar todo lo que pasó. Comenzó a explicarles cómo fue recorriendo el monte en compañía de Guillermo y Mauricio. Les contó que las manos de sus guías no se quedaban quietas en ningún momento, pero que ella no les decía nada…

—¿Por qué no te quejaste? —Preguntó Narcisa.

—Porque tenía miedo de que me dejaran sola en el monte.

—¿No era porque te gustaba?

Silencio.

—Tenés que ser sincera, Maylén —insistió la bruja—. De lo contrario este ritual no va a servir de nada.

—Al principio me molestaba; pero… después de unas horas empezó a gustarme. Eran muy hábiles con sus dedos… y… em… comenzó a excitarme la idea de andar desnuda por el monte.

—¿Te quedaste desnuda? —Maylén asintió con la cabeza—. Soraya, vas a tener que desnudarte.

—¿Tengo que hacerlo?

—Si Maylén lo hizo, entonces vos también tenés que hacerlo.

La pelirroja miró con severidad a su sobrina, luego se quitó toda la ropa. Se sintió cohibida cuando Catriel puso los ojos sobre su cuerpo. El joven le miró las tetas sin ningún disimulo y luego bajó la mirada hasta encontrarse con su abundante vello púbico rojizo.


———————


Lilén comenzó a sacudir sus piernas en el aire. Al principio Inara se llenó de bronca al ver esto, pensó que era por el dolor que sentía su hermana al ser penetrada en la concha de forma tan brutal. Esos hijos de puta no le estaban dando ni un segundo de descanso. Sin embargo, cuando vio la cara de Lilén se dio cuenta de que su reacción no se debía al dolor. La pequeña pelirroja tenía los ojos en blanco y de la comisura de sus labios chorreaba baba. Una segunda verga entraba y salía de su boca al mismo ritmo que la que tenía en la concha. Inara entendió que su hermana estaba gozando (¿o sufriendo?) un orgasmo. Ya la había visto acabar en varias ocasiones, conocía muy bien esa expresión.

«A esta puta le está gustando. Le están dando tremenda cogida… y le está gustando». Eso hizo que Inara no se sintiera tan culpable por pajearse mientras a su hermana la tenían colgada del techo para llenarla de pija.

La líbido de Lilén creció cuando la boca se le llenó de semen. Agradeció no tener puesta la mordaza, eso le hubiera dificultado la tarea de tragarlo todo… o casi todo. Inara llegó a ver algo de leche chorreando fuera de la boca de su hermana y se sorprendió al ver que ella seguía chupando la verga con énfasis. Se metió los dedos más fuerte repitiendo mentalmente: «Le gusta… le gusta… a la puta le gusta la leche».

La calentura de Inara llegó al punto de desear que esto nunca terminara. Quería ver cómo esos tipos se cogían a su hermana por todos los agujeros.


———————


—¿Qué fue lo primero que hiciste cuando llegaron al estanque? —Preguntó la bruja.

—Em… me senté en la piedra.

—¿Fuiste sola o te lo pidieron ellos?

—No, fui sola… creo… no me acuerdo. Igual hubiera ido, porque era el mejor lugar para sentarse.

—¿Y después?

—Emm… le chupé la verga a uno de ellos…

—Ah bue… —exclamó Soraya—. ¿Así sin más?

—Estaba muy excitada. No aguantaba más. No me mires con esa cara… hasta vos, siendo monja, te habrás comido alguna pija por puras ganas.

Las mejillas de Soraya enrojecieron. Se sintió mal por haber juzgado a su sobrina, ella también había sido víctima de la tentación más de una vez.

—Lo siento mucho, Soraya… vas a tener que replicar esa acción.

—¿Es necesario?

—Estrictamente necesario. Tenemos que generar un ritual tan poderoso como el que hicieron ellos en el bosque. Tenemos una desventaja: ellos eran dos hombres, nosotras tenemos solamente a Catriel. Pero…

—Él es mi sobrino —dijo Soraya mirando el bulto de Catriel que ya estaba creciendo dentro de su pantalón—. Eso va a llamar la atención de los espíritus.

—Exacto.

Catriel se acercó a su tía, no necesitaba que le dijeran lo que tenía que hacer. Se quitó el pantalón y comenzó a tocarse la verga. Su miembro comenzó a ponerse duro. Soraya se arrodilló frente a él

La bruja se paró detrás de Maylén y le acarició los pechos con suma delicadeza, apoyó el mentón sobre su hombro y le dijo al oído:

—¿Qué pasó después?

—Uno de ellos me agarró de los pelos…

Catriel replicó esa acción con su tía. Maylén vio la verga erecta de su hermano a pocos centímetros de la boca de Soraya y sintió un cosquilleo en el clítoris.

—Y me la metió en la boca…

No alcanzó a terminar la oración que Catriel ya estaba hundiendo toda su verga en la boca de su tía. Para sorpresa de Maylén, Soraya mantuvo la calma, miró a su sobrino a los ojos con las manos apoyadas en las rodillas. Eso le pareció muy extraño a Maylén, al fin y al cabo alguna vez su tía fue una monja. ¿Cómo podía estar tan tranquila con la verga de su sobrino dentro de la boca? Mientras Catriel se movía de adelante hacia atrás, Maylén comenzó a sospechar que ésta no era la primera verga que su tía chupaba. Aunque no se le ocurrió pensar que esa verga pudo haber sido la de su propio sobrino.

—Seguí —le ordenó la bruja.

—Después el otro tipo me metió la verga… también en la boca. Se la chupé a los dos —con tan solo recordar esta secuencia, la concha de Maylén se humedeció.

—Lamentablemente no tenemos dos vergas para replicar esta acción. Por el momento sigan haciendo lo mismo.

Soraya movió ligeramente la cabeza, como si hubiera intentado asentir.

—Tía, deberías agarrar la verga de Catriel y… chuparla con ganas. Así lo hice yo…

Maylén había hecho esto de verdad, pero también estaba poniendo a prueba a su tía. Soraya agarró con fuerza la verga de su sobrino y empezó a mamarla como si fuera una petera experta. «Mucho talento… para tratarse de una monja», pensó Maylén. Definitivamente había secretos en la vida de su tía… y ella quería averiguarlos. Aunque para eso debería esperar. No era el momento adecuado.

—¿Qué más pasó? —Preguntó la bruja mientras le pellizcaba los pezones.

—Me pusieron en cuatro sobre la piedra… y yo me abrí la concha para ellos.

—Soraya… —Esta vez la pelirroja miró a la bruja con los ojos muy abiertos—. Tenés que hacerlo…

—Pero… pero…

—No hay otra opción. Llevamos mucha desventaja. Si no hacemos esto, el Pombero…

A Soraya le bastó con escuchar ese nombre aterrador. No quería saber nada con ese ser del demonio. El miedo le brindó la convicción que necesitaba. Se dio vuelta y abrió sus nalgas con ambas manos, tal y como había hecho Maylén con sus guías en el monte.

Catriel se agachó detrás de ella y acercó su verga.

—Señor, te pido perdón por…

—¡No! ¡Que ni se te ocurra! —Chilló la bruja. El grito fue tan repentino que hasta Maylén se asustó. Soraya la miró como pidiendo disculpas—. Te dije bien claro que tu dios no tiene nada que ver con estos rituales. No lo metas en esto… y que ni se te ocurra pedir perdón por tus acciones. Si los espíritus sienten que titubeás, se van a enojar… y las consecuencias pueden ser desastrosas.

El miedo creció en la boca del estómago de Soraya.

—Perdón, perdón… es que… Catriel es mi sobrino y… es un pecado.

—No te quiero escuchar hablar de pecados en mis rituales. No frente a los espíritus de la casa.

Las velas se sacudieron todas al mismo tiempo. Pudo tratarse de una repentina brisa que se coló por debajo de la puerta, pero hasta Maylén se sobresaltó al ver cómo las luces y las sombras se sacudieron contra las fotografías de las paredes. Esos rostros pálidos parecieron cobrar vida por unos instantes.

—¿Qué fue lo que les expliqué sobre los rituales? —Preguntó la Bruja. Presionó uno de los pezones de Maylén con tanta fuerza que le hizo doler; sin embargo ella no le dijo nada.

—Que tenemos que sentir placer, para que funcionen —explicó Soraya—. Los espíritus tienen que sentir que nos gusta.

—Exacto. Si notan que rechazás a Catriel…

—Sí, sí… ya sé… se van a enojar. —Soraya bajó la cabeza y se quedó mirando al piso por unos segundos—. Está bien —suspiró—. Solo necesito relajarme un poco.

—Los tipos no me penetraron enseguida —dijo Maylén—. Primero pasaron la verga por mi concha. Quizás eso te pueda servir.

—Sí… sí… eso me serviría mucho.

—Quedate tranquila, tía —dijo Catriel, mientras comenzaba a acariciar con su glande esos turgentes labios vaginales—. No la voy a meter hasta que vos estés lista.

—Gracias…

Maylén ya no sabía por qué estaba participando en esto como si creyera en ese ritual. Para ella los espíritus no existían y todo esto no era más que un juego absurdo. «Absurdo, sí… pero también sumamente excitante». Se calentó al ver la pija de su hermano tan cerca de la concha de su tía y entendió que era el morbo lo que la impulsaba a seguir.

—Mientras uno de los tipos me pasaba la verga por la concha, el otro se subió a la piedra y me ofreció su verga. Yo empecé a chupársela.

—Mmm… ¿hay dildos en esta casa? —Preguntó la bruja.

—Mi mamá compró algunos —dijo Maylén, y sin que se lo pidieran salió de la habitación once y fue a buscar uno que a su propio cuarto. Ella lo estuvo usando para recrear mentalmente algunas de sus experiencias sexuales. Cuando volvió se lo entregó a su tía—. Creo que esto te puede ayudar.

Soraya lo aceptó y comenzó a chuparlo como si fuera la verga de algún amante invisible. Detrás de ella Catriel esperaba por la orden, para poder penetrarla.


——————


No hubo ni un solo intento por soltarse de parte de Lilén. Ella se quedó meciéndose en el aire mientras las vergas entraban y salían de su boca y de su concha. Los tres tipos se turnaron para metérsela por los dos agujeros. Ella mamó esas vergas con devoción y gimió cuando las penetraciones se volvieron rítmicas y potentes.

Le acabaron en la cara un par de veces y Romina se encargó de limpiársela con la lengua. Lilén también pareció disfrutar mucho de este proceso, incluso llegó a besar a Romina en la boca. Cuando la tuvo bien cerca le susurró al oído:

—Te perdono por delatarme. Todavía estoy algo enojada…. pero te perdono.

Inara no escuchó esto, pero si vio que su hermana le susurraba algo en el oído a la chica de pelo negro. Creyó que le estaba pidiendo ayuda.


——————


Soraya no sentía una gran excitación al mamar un pene de plástico. Lo consideraba un acto ridículo. Temió que los espíritus se dieran cuenta de eso, por lo que se centró en la verga de su sobrino. Sabía que él se moría de ganas de penetrarla… y ella ya había estado muy cerca de permitírselo. «Los espíritus saben que lo deseo. Lo saben». Eso la relajó lo suficiente como para decirle a Catriel:

—Podes meterla.

El muchacho no iba a esperar por una segunda orden. Ya había escuchado lo que quería escuchar… y hundió la verga en la húmeda concha de su tía. Fue la gloria misma. A él le daba igual si a los espíritus les gustaba ese acto incestuoso, lo que sí podía afirmar era que a él le excitaba mucho. Casi tanto como la concha de su hermana. Mientras penetraba a Soraya, miró de reojo a Maylén. Por unos segundos se miraron fijamente. La bruja estaba lamiendo el cuello de Maylén con mucha sensualidad. Con una mano le pellizcaba un pezón y con la otra le acariciaba la concha. Los dos hermanos entendieron algo con solo mirarse: estaban disfrutando mucho de este juego. Tanto que sellaron esa complicidad intercambiando una sonrisa.

—Me la metieron bien duro —dijo Maylén en un tono medio lujurioso, como si estuviera dándole un pequeño regalo a su hermano—. Me agarraron de los pelos y me cogieron bien fuerte.

Catriel no esperó a que la bruja le dijera lo que tenía que hacer. Las reglas eran claras: replicar todo lo que Maylén le decía.

Su verga invadió con violencia la concha de su tía. Soraya soltó un potente gemido de placer.

—¡Ay, dios mío… sí… qué delicia!

—¡Nada de dioses!

—Perdón, perdón… fue solo una expresión. No estoy rezando, lo prometo. Es que… uf… se siente realmente bien.

—¿Estás siendo sincera?

—Sí, sí… lo juro. Me gusta mucho esta pija… dame duro Catriel, dame duro y no pares…

Su sobrino comenzó a moverse con toda la fuerza que le era posible. Soraya no recordaba la última vez que un hombre la había poseído de esa manera. Aunque alguna vez fue monja, su cuerpo siempre guardó una buena cantidad de lujuria en su interior… y durante años ella tuvo que luchar para no dejarla salir. Pero ahora… no hacía falta contenerse.

—¡Ay, sii… me encanta! ¡¡Metemela bien fuerte!!


——————


El líder de los captores se posicionó detrás de Lilén. Ella creyó que otra vez se la iba a meter por la concha, pero antes de penetrarla dijo:

—¿Tenés el culo virgen, pendeja?

—S… sí… totalmente virgen.

—Interesante. Bueno, vamos a tener que encargarnos de eso.

Inara, sin dejar de masturbarse, pensó que Lilén montaría el escándalo de su vida. Esperaba que chillara, pataleara y que gritara. Sin embargo se quedó muy quieta, girando la cabeza hacia atrás, como si quisiera ver lo que ocurría. «¿Qué le pasa? ¿Por qué no se queja? ¿Acaso quiere que se la metan por el culo».

Lilén rara vez había mostrado algún mínimo interés en el sexo anal. Ni siquiera le gustaba que le metieran dedos por el culo, ese era uno de los tabúes de Inara. Por eso para ella no tenía sentido la forma en que se estaba comportando su hermana. Y es que, a pesar de ser gemelas, no están dentro de la cabeza de la otra. En ese momento Lilén estaba pensando en el espíritu de Lissandra Val Kavian. Podía sentir cómo se revolvía en su interior. O quizás todo era su imaginación y simplemente se estaba volviendo loca. Imposible saberlo. De lo que sí podía estar segura Lilén es que había un fuerte deseo en su interior. Un morboso deseo. Quería sentir esa verga dentro de su culo… quería que se lo abrieran a pijazos. «A Lissandra le gusta el sexo anal. Le fascina. De eso estoy segura», pensó… a pesar de que no había leído escenas de sexo anal en el diario de Lissandra.

Cuando el glande se apoyó en la entrada de su culo, ella volvió la cabeza al frente, cerró los ojos y abrió la boca, como si estuviera pidiendo que le hicieran tragar una verga. Y así fue. Los dos secuaces del captor estaban de pie frente a ella. Primero uno le hizo tragar la verga, y después el otro. Por su parte, Romina observaba toda la escena en silencio, arrodillada junto a Lilén. Ocasionalmente le chupaba la pija a uno de estos tipos, cuando Lilén se la estaba chupando al otro.

—¡Ay! —Chilló Lilén cuando la verga comenzó a entrar en su culo.

«Sí… que le rompan el orto… que le rompan el orto». Era lo único que podía pensar Inara, mientras se llenaba la concha de dedos. Estaba muy mojada y el sentido común se le había nublado por completo.


———————


—¿Qué más pasó? —Preguntó Narcisa mientras masturbaba a Maylén. La hizo estremecer cuando le lamió el lóbulo de la oreja.

—Me la metieron por el culo —respondió Maylén.

Soraya miró a su sobrina con los ojos muy abiertos. Las tetas de la pelirroja rebotaban con cada embestida de Catriel.

—¿Tu culo era virgen? —Le preguntó la bruja a Maylén.

—N… no. Ya había tenido una experiencia de sexo anal.

—Entiendo… sería bueno si aquí pudieramos sacar algo de ventaja. Soraya… ¿tu culo es virgen?

—Sí.

—Si estás mintiendo, los espíritus lo van a saber… y se van a enojar. ¿Hace falta que te lo explique?

Soraya se quedó en silencio durante unos segundos.

—Está bien, lo admito. Mi culo no es virgen.

—¿Ya pasaron vergas por ese culo?

—Sí.

—¿Más de una?

—Sí.

—Me sorprendés, tía —dijo Maylén—. No me imaginaba que a la monja de la familia le habían metido la verga por el culo.

—Hice cosas de las que no estoy orgullosa. Me apena mucho tener que reconocerlo. Siempre quise ser un buen ejemplo para mis sobrinas.

—Y lo sos… a mí me encantó que me dieran por el culo. Espero que a vos también te haya gustado.

—¿Te gustó que te dieran por el culo, tía? —Preguntó Catriel, sin dejar de penetrarle la concha.

—Uf… dios… las cosas que me hacen decir. Sí, me gustó. Me sentí muy mal, porque sé que es pecado; pero tengo que reconocer que lo disfruté mucho.

—¿Lo disfrutaste en todas las ocasiones? —Preguntó la bruja.

—Sí… mucho.

—¿Y vas a disfrutar si tu sobrino te la mete por el culo?

—Uf… sí… por supuesto.

—¿Por qué?

—Porque tiene la verga bien grande…. como me gustan a mí. Me gusta sentir una verga grande entrando en mi culo…

—Y las que me metieron a mí eran tan grandes como la de Catriel —afirmó Maylén, con una sonrisa.

Catriel no perdió el tiempo. Apuntó la verga al culo de su tía y empezó a empujar…

—Sí, metela… metela toda —suplicó ella.

Ni por asomo quería que los espíritus se enojaran, por eso se tragó todo su pudor y fue sincera. Estaba caliente… muy caliente, la pija de su sobrino la había puesto a mil… y llevaba mucho tiempo sin disfrutar de una buena cogida por el culo.

—Mmm… sí… así… empujá… empujá… vas a ver qué fácil entra.

La verga de Catriel palpitaba de emoción. Mientras penetraba a su tía, también fantaseaba con el culo de su hermana. Ahora que sabía que Maylén ya había disfrutado del sexo anal, tenía más ganas de probar su culo. Pero eso debía esperar… por ahora tenía otro gran premio a su disposición. Las nalgas de Soraya eran espectaculares y le fascinó que ella se las abriera para él.

El culo no opuso demasiada resistencia. La verga estaba bien lubricada, por los jugos vaginales, y comenzó a entrar lentamente.


———————


A unos trescientos metros de allí, una verga igual de grande se hundía en el culo de Lilén. Ella chilló de dolor, con una verga metida hasta el fondo de la garganta, así que el chillido fue más bien un sordo quejido. Pero estaba entrando… y el espíritu de Lissandra se agitaba inquieto dentro de ella.

«Ya va… ya va… —decía Lilén, para sus adentros—. Teneme un poquito de paciencia, que mi culo es virgen… pero ya va a entrar… y nos va a encantar. Lo vamos a disfrutar mucho».

El glande se hundió por completo, provocándole un agudo dolor, por suerte ese dolor se disipó rápidamente. Cuando el glande salió y volvió a entrar, ya no le dolió tanto. Su captor repitió esta acción tres veces más. Cada vez que entraba, el culo de Lilén se acostumbraba más a esa forma y a ese tamaño… y de a poco comenzaba a disfrutarlo.

«Mmm… se siente bien… realmente bien».


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Y lo mismo opinaba Soraya, dentro de la habitación once. El sexo anal era una delicia… aunque fuera pecado. No podía negar eso… y mucho menos en este contexto. Debía ser sincera con los espíritus… y con ella misma.

—Mm… me gusta… me gusta… metela más adentro… metela toda… hasta el fondo. Uf… cómo me gusta.

La verga iba entrando cada vez más, Catriel ya se movía rítmicamente y la verga le palpitaba con más fuerza; sin embargo no quería acabar. Este era el mejor momento del ritual y quería disfrutarlo. No es un experto en sexo, pero ya tiene la experiencia necesaria como para saber contenerse. Aguantó las ganas de acabar y enterró la verga hasta el fondo del culo de su tía…


———————


—¡Ay… sí! ¡Sii… me la metieron toda…! ¡Ay sí… me la metieron toda! —Chilló Lilén de puro gusto.

—¿Viste? —Le dijo Romina—. Yo sabía que te iba a gustar. Y pensar que intentaste escapar. Sos una tonta, te hubieras perdido de esto.

En eso Lilén debía darle la razón. Si hubiera escapado, se hubiera perdido dos cosas: la experiencia sexual más candente de su vida y la corroboración de que dentro de ella habita el espíritu de Larissa Val Kavian. Todo ese torbellino de emociones solo podía explicarse de una manera: Larissa estaba gozando como una puta.

La verga del líder captor comenzó a moverse rápidamente, dentro y fuera de su culo. A Inara la escena le pareció sumamente morbosa. El culo de su hermana parecía pequeño al lado de semejante verga… y ésta se perdía por completo dentro de ella. No podía creer que ese pequeño culo fuera capaz de contener semejante miembro masculino. Mientras se pajeaba comenzó a fantasear con que esa chica idéntica en apariencia era ella misma. Se vio a sí misma colgada de esas cadenas, recibiendo pijas por todos sus agujeros… y comenzó a sentir celos de su hermana.


———————


El culo de Soraya ya no oponía ninguna resistencia. Recibía un pijazo tras otro, y ella gemía de placer. La masturbación de la bruja estaba llevando a Maylén al clímax.

—No acabes —le dijo Narcisa al oído—. Todavía no. Aún nos queda mucho ritual por delante.

A Maylén le daba igual el ritual, pero le gustó aguantar las ganas de acabar. Hizo que la tensión sexual aumentara considerablemente. Además el gustaba ver cómo Catriel montaba el culo de Soraya… mientras Narcisa le llenaba la concha de dedos. La bruja la besó en la boca y ella respondió con pasión y soltura.


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A Lilén no le quedaba más aliento. No podía gemir, ni gritar, ni suplicar… ya iba por la tercer verga en su culo. No sabía cuánto tiempo habían pasado dándole por detrás, primero uno, después el otro… y luego el tercero. Inara acabó dos veces mientras se masturba a escondidas. Le resultó fascinante la forma en que esos tipos le daban duro a su hermana… Lilén había estado gimiendo como loca durante… ¿cuánto tiempo? ¿media hora? ¿cuarenta minutos? ¿una hora completa? No podía precisarlo, pero había sido la secuencia pornográfica más excitante que presenció en su vida. Esto era incluso mejor que ver a una hija chupándole la concha a una madre. Esto era morboso hasta niveles estratosféricos.

Para colmo la cara de Lilén quedaba cubierta de semen cada quince minutos, más o menos. Y esa putita de Romina le lamía todo obedientemente. Las dos entrelazaban sus lenguas en apasionados besos lésbicos y luego chupaban pijas juntas. Aunque la única que recibía penetraciones era Lilén. Este era su turno. Romina ya había tenido el suyo.


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Maylén se sentía tan avergonzada como excitada. Su tía estaba preciosa, toda transpirada, con su sobrino dándole una enérgica cogida. Maylén no podía dejar de mirar el hipnótico bamboleo de los testículos de su hermano y cómo esa verga se perdía dentro del culo de Soraya. No lo quería admitir, pero las fantasías eróticas que incluían la verga de su hermano se estaban volviendo cada vez más frecuentes en sus prácticas masturbatorias. Comenzó a imaginarse cómo sería estar en el lugar de Soraya, recibiendo esa pija con tanta fuerza…

—Me imagino que esto no es todo lo que ocurrió —dijo la bruja, trayéndola de nuevo a la realidad.

—Em… no, claro que no… pasaron más cosas. A Guillermo se le ocurrió vendarme los ojos, porque yo no dejaba de mirar hacia el bosque… y me daba miedo. Él me aseguró que nada malo me pasaría mientras ellos estuvieran conmigo… y que me cubrían los ojos me calmaría. Además… haría todo la situación más excitante. Nunca me habían cogido con los ojos vendados, así que accedí a probarlo.

—¿Aceptás que te vendemos los ojos, Soraya?

—Sí… sí… me encantaría que lo hagan.

Maylén no supo si la súplica de su tía era para mantener “contentos” a los espíritus o si realmente le calentaba coger con los ojos vendados. Narcisa le pidió a Maylén que buscara algo para usar de venda y cuando la chica abrió la puerta de la habitación once se encontró con Rebecca. Su madre miró hacia el interior.

—¿Me pueden explicar qué carajo está pasando?


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Por fin los tipos se marcharon. Lilén colgaba del techo como un trofeo sexual. Desnuda, transpirada y cubierta de semen. A pesar de haberlo disfrutado mucho, se alegraba de que todo hubiera terminado, porque su frágil cuerpo ya no podía soportar más castigo. En cuestión de veinticuatro horas pasó de ser completamente virgen, a convertirse en la muñeca sexual de medio pueblo. Una completa locura… pero a pesar de todo, se sentía bien. Estaba embriagada de lujuria.

Inara accionó la palanca que había encontrado en la oscuridad y la puerta secreta se abrió. Era muy similar a la que estaba en el sótano de la mansión, se disimulaba muy bien entre los ladrillos de la pared. Tanto que Lilén dejó escapar un chillido cuando vio la pared cobrando vida. Por un momento creyó que era su imaginación, hasta que vio a Inara aparecer en el umbral de esa abertura.

—¿Qué carajo? ¿Cómo hiciste para…?

—No hables, Lilén. No quiero que esos tipos te escuchen. Ya mismo te suelto.

Lilén se quedó en silencio mientras su hermana desprendía las hebillas y las cadenas que la sujetaban. El corazón le latió con violencia cuando un horrible pensamiento intrusivo apareció en su mente. Por un momento estuvo tentada en alertar a los tres hombres… y que a Inara la llenaran de pija, igual que a ella. Pero se contuvo. No podía hacerle eso a su hermana. Aún seguía enojada con Romina por delatarla… Inara jamás se lo perdonaría.

Cuando por fin estuvo suelta, movió sus brazos y piernas. Los tenía algo entumecidos por el tiempo que había estado atada; pero nada que no se le pasara en unos pocos segundos.

Mientras Inara juntaba toda la ropa de Lilén notó algo raro en una de las esquinas. Era una runa, como las que dibujó la bruja en la habitación once… ¿o era como las que borró? No podía precisarlo. Los dibujos eran extraños y complejos. No los conocía de memoria ni sabía lo que simbolizaban. Detectó otra runa en otra de las esquinas del sótano. No le quedaron dudas, su hermana había formado parte de un ritual… y probablemente no lo sabía. Sería mejor así, no quería incomodarla… o asustarla.

Tomó a Lilén de la mano y juntas se metieron al pasadizo secreto sin hacer ruido. Luego Inara volvió a accionar la manivela, y la puerta se cerró.

—Espero que podamos encontrar el camino de regreso —le dijo a Lilén—. Y por favor, no tengas un ataque de nervios.

—Lo voy a intentar —dijo Lilén mientras miraba el largo y oscuro túnel que se abría ante ella—. Esto parece un laberinto.

—Porque es un laberinto. Pero si no me equivoco, estamos bastante cerca de casa… así que intentemos no alejarnos.

—Gracias por salvarme.

—No digas tonterías, solamente te desaté.

—Me salvaste. No sé qué hubiera pasado si seguía con esos tipos. Se llevaron a Romina… no sé qué habrán hecho con ella.

—No tenemos tiempo para eso. Después buscaremos a esa tal Romina. Vamos… y no te alejes de mí.

Las dos hermanas comenzaron a caminar en la oscuridad, buscando el camino de regreso, guiadas solamente por el instinto y las ganas de salir.

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La Mansión de la Lujuria:

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Comentarios

Wardrobe. ha dicho que…
Por fin, qué gran capítulo 👏🏽
Nokomi ha dicho que…
El Capítulo 24 de "La Mansión de la Lujuria" Ya está disponible para los que me apoyan en Patreon. Lo voy a publicar acá el 20 de Marzo.
Onlyafan ha dicho que…
Tremendo capítulo. Mamita querida
Jeijei ha dicho que…
El capítulo me gustó mucho, pero la verdad esperaba mucha más descripción de la noche de Mail en en el monte con los dos maduros, más detalles, mis dos capítulos favoritos de esta serie fueron de lejos los que involucraron a esos tres.
Gabo ha dicho que…
Completamente de acuerdo. MAILEN es la diosa de la historia
Gabo ha dicho que…
Hay que reconocer que cuando Mailen es el.centro del morbo la historia se dispara en temperatura. Quizas me pase a mi porque conozco a una chica muy similar al personaje de Mailen

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