Mi prima me comparte con sus amigas.
Estaba
pasando un fin de semana largo en la casa de mi prima Rocío, ella vivía en otra
provincia y pasar los días en su departamento era para mí como tener pequeñas
vacaciones. Por aquel entonces yo contaba con veintitrés años y mi prima con
veinticinco. Nosotras siempre fuimos muy unidas, y nos contábamos todo; no
había secretos en nuestras vidas para la otra; tan sólo basta decir que mi
primera experiencia lésbica fue con una chica que ella misma me presentó. Ella
es totalmente lesbiana, y yo me considero una mujer sexualmente activa y
sumamente curiosa. Había disfrutado grandes momentos en mi vida sexual, tiempo
atrás le había contado a ella de mis experiencias en tríos; sin embargo no
logré captar mucho su atención ya que en todos los casos había al menos un hombre
incluido.
Mi
instinto femenino me dijo que esta nueva visita a la casa de mi prima no sería
como las demás. Allí estaba Vanesa, la novia de mi prima, la había visto con
anterioridad; pero esta vez se quedó a dormir en el departamento. A la hora de
acostarnos ellas se fueron al dormitorio de mi prima y a mí no me quedó más
alternativa que dormir sola, en el cuarto de invitados. Me tiré en la cama
vistiendo sólo mi bombacha, hacía calor y prefería dejar las tetas respirar.
Estaba haciendo el intento de relajarme un poco para dormir, cuando de pronto
escucho un sonido familiar, que provenía desde la habitación contigua. Me quedé
dura en la cama y agudicé mis oídos, no podía ser otra cosa que gemidos
femeninos, pude reconocer la voz de mi prima en ellos. Éstos comenzaron siendo
suaves, distantes; pero poco a poco fueron perdiendo la discreción, hasta
transformarse en gritos de placer. ¡Sabía que esto iba a pasar! Y yo no me
quedaría durmiendo plácidamente, me moría de ganas de espiarlas; pero tuve que
conformarme sola. Cerré los ojos y comencé a acariciar mi entrepierna por
arriba de la bombacha. Me mantuve atenta a cada sonido que llegaba hasta mis
oídos, sólo podía oír los intensos gemidos de mi prima; mientras me tocaba me
esforzaba por imaginar lo que estaba ocurriendo en ese cuarto, casi podía ver a
mi prima con todo su cabello oscuro completamente despeinado; sus grandes
tetas, las cuales siempre quise ver, subiendo y bajando con el ritmo de su
respiración; sus hermosas piernas separadas y a la ricura de su novia, con la
cabeza entre ellas.
No
me cabía duda de por qué Rocío salía con Vanesa, ambas eran preciosas. Dignas
la una de la otra. Mientras me masturbaba imaginaba también el cuerpo de la
novia de mi prima, ella es una morocha de veinticuatro añitos, de pelo negro,
corto ¡y tiene unas tetas perfectas! Al menos así las imaginaba, ya que sólo
había podido espiarlas un poco a través de su escote.
Me
quité la tanga, estaba completamente empapada, al igual que mi conchita. Me
había depilado hacía poco tiempo así que la tenía muy suavecita, por alguna
razón imaginé que mi prima y su novia la tendrían igual. Acaricié lentamente mi
clítoris utilizando mi dedo mayor, estimulé mi botoncito de placer con
movimientos circulares; una nueva secuencia de agudos gemidos llegó hasta mis
oídos, lo cual me incentivó mucho a acelerar mis movimientos. Tenía las
rodillas flexionadas y mientras me masajeaba la conchita, fui separando un poco
más las piernas. Mis dedos se estaban mojando completos con mis propios jugos,
esto hacía mi masturbación más suave y placentera. Con mi mano libre comencé a
sobarme las tetas y los primeros gemidos escaparon de mi boca, no me preocupé
por disimularlos, mi morbo me decía que mi prima gritaba de esa manera para que
yo la escuchara y yo fantaseaba con la idea de que ella y su novia me oyeran a
mí; aunque dudaba mucho que los ruidos que yo producía se escucharan por encima
de los alaridos de Rocío.
Necesitaba
algo más intenso, no sabía qué hacer. Luchaba contra el impulso de irrumpir en
el cuarto de mi prima, en lugar de eso me puse en cuatro patas en la cama,
bueno... en realidad en tres, ya que continué estimulando mi concha con una
mano, fantaseando con que tenía a mi prima o a su novia abiertas de piernas
delante de mí, con fluidos manando de sus vaginas, pidiéndome que se las
chupara. Sé que no era más que una fantasía, a mi morbosa psiquis le hacía muy
bien imaginarlo. Estaba tan caliente que me hubiera encantado que viniera el
hombre invisible y me rompiera el culo, justo en esa misma posición. Esa loca
idea creció tanto en mí que terminé apoyando mi cabeza contra el colchón y
llevé la otra mano hacia mi retaguardia, no sin antes haber lamido uno de mis
dedos. El cosquilleo en mi ano, sumado a los incansables gemidos de Rocío, me
transportaron a un mundo de puro placer y deseo. Mi cuerpo me lo pedía, me metí
un dedo en el culo, soltando un gemido largo y profundo, con toda la intención
de ser escuchada por las chicas que se estaban matando en la cama del cuarto de
al lado.
Mis dedos se habían vuelto locos, los
de mi mano derecha no le daban respiro a mi clítoris y uno de la mano izquierda
entraba y salía constantemente de mi culo. En mi imaginación tenía a Rocío
chupándome la concha y a Vanesa encargándose de mi culito, a veces esta imagen
se alternaba por otra en la que yo me comía las tetas de mi prima mientras nos
masturbábamos mutuamente. Seguramente ella sabría las ganas que tenía de acostarme
con ella y me encantaba pensar que ella quisiera hacerlo conmigo, eran
fantasías sucias, pero no me apenaba en lo más mínimo tenerlas. No tengo idea
de cuánto tiempo estuve masturbándome por ambos agujeritos a la vez, pero
cuando escuché que los gemidos de mi prima variaban notablemente y supe que
estaba acabando, yo hice lo mismo. Castigué mis huequitos duramente, esta vez
me estaba penetrando la cola con dos dedos y mi otra mano se sacudía
violentamente contra mi concha, haciendo que mis jugos vaginales saltaran para
todos lados. En cuanto llegué al clima supe que estaba salpicando las sábanas,
pero poco me importó. No podía pensar en otra cosa que en mi prima y su novia.
De no haber sido por lo agotada que
quedé, no hubiera podido dormir aquella noche. Al día siguiente todo parecía
haber vuelto a la normalidad, disimulé con grandeza la cantidad de sucias
imágenes que habitaban en mi cabeza; sin embargo aproveché para analizar un
poco sus cuerpos. Rocío contaba con una preciosa cola, la cual había tenido el
honor de ver varias veces, ya que ella acostumbraba a andar en remera y
bombacha por la casa. Eso también me permitía, a veces, adivinar el pliegue de
sus labios vaginales. La cola de mi prima no me inhibía, ya que yo contaba con
una aún mayor a la suya; una cola que me había obsequiado muchos piropos, de
hecho considero que heredé el culo más grande de la familia. De las tres
presentes, la novia de mi prima tal vez sea la de trasero menos llamativo; sin
embargo eso no la hacía menos hermosa.
Estuve masturbándome tres días
seguidos, siempre escuchando a mi prima cogiendo enérgicamente con su novia,
por lo general escuchaba los gemidos de Rocío, a Vanesa la oía poco y nada; de
todas formas me calentaba mucho al escucharlas a las dos y al poder tocarme
libremente, dando rienda suelta a mis propios gemidos y a mis fantasías más
lésbicas.
Llegó el viernes y Rocío había
invitado a dos de sus compañeras de la estudio, cabe destacar que ellas
estudiaban educación física, lo que les brindaba cuerpos tan marcados y
definidos. Nos pusimos a tomar mates entre las cinco, yo estaba en el paraíso
lésbico. Seguramente mi prima y su novia habían notado la exuberante figura de
Daniela, la morocha que nos deleitaba con un amplio escote y seguramente
quedaban tan maravilladas como yo al ver a Laura, una gringuita con un culo
digno de una película porno. Siempre fui divertida, alegre y sonriente; pero
esta vez la sonrisa en mi rostro parecía estar a punto de desencajarme la
mandíbula, estaba rodeada por cuatro de las mujeres más bellas que había visto
en mi vida.
Como era verano, el mate le cedió el
lugar a una gaseosa, queríamos refrescarnos un poco y yo estaba segura de que
el calor no se debía solamente al clima. Más tarde cambiamos la gaseosa por
cervezas, las cuales fuimos a tomar a la terraza. Allí el aire de la tarde, que
ya estaba terminando, nos permitió relajarnos un poco, tano fue el alivio que
mi prima sacó un porro del bolsillo y lo encendió sin pedirle permiso a nadie.
Todas comenzamos a reírnos, a excepción de Daniela, a la cual vi sumamente
incómoda. Intentamos hacerla partícipe de nuestra diversión; pero la chica puso
una absurda excusa y dijo que se tenía que ir. A mí me apenaba que la hermosa
morocha tuviera que retirarse, pero nada podía hacer para detenerla.
Entre las cuatro fumamos mientras
planeábamos qué haríamos durante el resto de la noche. La idea era cenar algo
rápido y salir a bailar. Divertirnos tanto como pudiéramos. Alrededor de las
ocho de la noche, ya sin nada relajante para fumar, bajamos al living del
departamento. Alguna de las chicas puso música, me encantó que pusieran temas
de La Renga, ya que el rock me gusta casi tanto como las mujeres. Mientras
sonaba la música y nos tomábamos las cervezas, nos sentamos a charlar en los sillones
del living. Rocío y su novia compartieron el único sillón para dos personas, el
cual estaba en paralelo a una mesita ratona. Ante cada una de las puntas de
dicha mesita estaban ubicados otros dos sillones individuales, me senté en uno
y justo frente a mí se sentó Laura. Le sonreí pero ella esquivó mi mirada, con
una tímida sonrisita en sus labios.
La cabeza me daba vueltas y no podía
dejar de mirar a las chicas. Mi prima solía andar cómoda en su casa, por lo que
vestía un pequeño y ajustado shortcito negro y, como de costumbre, lucía sus
grandes tetas con un buen escote; su novia llevaba puesto un ajustado pantalón
de jean y la tímida chica que tenía frente a mí me permitía ver sus piernas por
debajo de la corta pollera de jean. Me había dado cuenta de que en más de una
ocasión ellas me miraron la cola cuando estuve de pie; no las culpaba ya que me
había puesto una calza blanca que resaltaba mucho los atributos que heredé. Durante
la charla me enteré que Laura era bisexual declarada, pero que en ese momento
tenía un hombre como pareja. Esa información no hizo más que alimentar a los
libidinosos ratones que se acumulaban en mi interior; como si esto fuera poco, como
ya estábamos bastante entonadas con todo lo consumido, la charla comenzó a
tomar un doble sentido bastante peligroso. Poco a poco esos chistes picantes
poco disimulados fueron perdiendo la sutileza.
-¡Linda noche para una partuza!
–exclamó mi prima, y no pudimos hacer más que reírnos nerviosas.
Rocío se caracterizaba por ser muy
franca y liberal, cuando ella decía que le gustaba una chica, posiblemente al
poco tiempo terminara acostándose con ella, sin remordimiento alguno, y luego
contaría lo bien que la pasó. Tomamos su exclamación como una simple broma,
pero en el fondo yo me moría de ganas de que algo así pasara.
Continuamos charlando y riéndonos de
todo, Vanesa, la novia de mi prima, festejaba cada cosa que ella decía y la
apoyaba en sus comentarios subidos de tono, si bien era lindo ver cómo se
divertían juntas, a veces me hartaba un poco que la chica fuera tan sumisa,
tanto que casi parecía ser carente de personalidad propia. Laura, en cambio,
seguía mostrándose como la rubiecita tímida que sólo sonreía, yo lamentaba que
estuviera sentada, ya que esto me impedía volver a apreciar sus voluptuosas y
hermosas nalgas; sin embargo podía admirar sus estilizadas piernas que quedaban
libres debajo de su corta pollera. Ella tenía una agradable y contagiosa risa,
que sería fácilmente reconocible con sólo escucharla de lejos. Algunos de los
chistes inapropiados de mi prima hicieron referencia a mi vida sexual, esto no
me molestó ya que yo también me cachondeaba recordando algunos detalles de sus
experiencias junto a Vanesa, sabía que habían participado en tríos con otras
mujeres y no dejaba de preguntarme hasta dónde serían capaces de llegar.
En ciertas ocasiones Rocío o su novia
se ponían de pie, ya sea para cambiar la canción que estaba sonando o para
traer alguna cerveza fría; esto se transformó en un juego bastante excitante,
incluso para quienes las veíamos. Cada vez que alguna se levantaba, la otra le
tocaba el culo de forma poco disimulada. Todas estábamos más que alegres, con
la cabeza llena de estímulos. Mis fantasías y deseos pretendían llevarme más
allá, pero cuando era un poco consciente de la realidad pensaba que, teniendo
muchísima suerte, tal vez sólo conseguiría algún manoseo con esa preciosa
rubiecita. De todas formas no me desagradaba la idea de pasar otra noche
masturbándome mientras escuchaba a mi prima y a su novia tener sexo, sólo me
daba un poco de envidia.
En una de esas frecuentes idas y
venidas, Rocío se sentó sobre las piernas de Vanesa, se abrazaron y, como si
Laura y yo hubiéramos dejado de existir, comenzaron a besarse apasionadamente.
Con la rubia mirábamos la escena, boquiabiertas, sin decir una palabra. Mi prima
tenía a su novia abrazada por el cuello y ella la tomaba por la cintura, sus
manos a veces bajaban hasta las nalgas de Rocío. Verlas de esa forma me hizo
recordar vívidamente los gemidos y demás ruidos que producían cuando se amaban
dentro del dormitorio. Comencé a acalorame más de la cuenta. Luego de unos
minutos de estar comiéndose las bocas incansablemente, mi prima nos mira
diciendo:
-A ustedes no les jode, ¿cierto? –con
Laura comenzamos a reírnos y le dijimos que no nos molestaba en absoluto.
Ella volvió a besar a su querida
novia con pasión. Me puse de pie y fui en busca de hielo... o un esquimal...
cualquier cosa que pudiera enfriarme un poco ya que de lo contrario no podría
controlarme. Mi entrepierna se estaba humedeciendo como la boca de un perro
hambriento frente a un suculento plato de comida.
Al regresar al living me llevo una
grata sorpresa. Laura miraba a la parejita de amantes con una mano apretada
entre sus piernas. La gringuita se estaba acariciando los muslos, sin llegar
más lejos. Luego miré a Rocío ya Vanesa, ambas se habían despojado de sus
remeras y nos mostraban sus pechos cubierto solamente por la tela de sus
corpiños. Mis intentos por enfriarme un poco habían fracaso rotundamente y mi
calentura se incrementó al ver esto. Apoyé mis codos en el respaldar del sillón
en el que estaba sentada Laura, ella había separado un poco sus piernas y su
traviesa mano ya estaba escabulléndose debajo de su pollerita. Al final de
cuentas la que parecía tímida en todo este asunto, era yo.
Mi prima se puso de pie para quitarse
su shortcito, clavó sus lujuriosos ojos en Laura y en mí y arrojó la bomba que
nosotras tanto estábamos esperando:
-Si ustedes no van a hacer nada,
entonces nosotras nos vamos a la pieza –y se bajó el short mostrándonos su
diminuta tanta.
No le dimos tiempo a irse, sabíamos
que ya no quedaba lugar para excusas o timidez, debíamos entrar al juego... o
quedarnos afuera. Inmediatamente me quité la remera y la calza. Me alegré mucho
al ver que Laura también se había quedado en ropa interior. Nos miramos y con
una sonrisa nos dijimos todo. Allí descubrí que la chica no era tan tímida como
aparentaba, me arrinconó contra una pared y comenzó a besarme con intensidad,
demostrándome que estaba tan excitada como yo. Prácticamente no miramos a mi
prima y a su novia, supe que ambas estaban desnudas y recuerdo haber visto las
enormes tetas de mi prima; sin embargo estaba muy concentrada en esa rubia
cachonda que me estaba devorando la boca. Ella mi quitó el corpiño y yo comencé
a acariciarla por todos lados, era cierto que la chica se ejercitaba mucho ya
que todo su cuerpo estaba muy firme. Sus músculos eran duros y mis manos se
aferraban a sus curvas sin poder deformarlas. Sin dejar de besarnos le quité la
tanga, sabía que la mía estaba completamente empapada y esperaba que la de ella
hubiera llegado al piso en el mismo estado.
Laura se sentó en el sillón con las piernas
abiertas, me apresuré a arrodillarme delante de ella. Miré su conchita con una amplia
sonrisa dibujada en mi rostro. La tenía completamente depilada y sus finos
labios estaban evidentemente mojados. No quise esperar más tiempo, me acerqué y
comencé a lamérsela, a saborearla y a chuparla con ganas. Había fantaseado con
este momento durante toda la tarde, pero no podía creer que ya estuviera
viviéndolo, que tuviera la vagina de esa hermosa chica abierta para mí y que
ella se estuviera deleitando con mi talento para chupar conchas. Su sabor era
tan agradable como ella misma. Me agradaba la mezcla entre la música de rock,
que aún sonaba, y los gemidos de mi prima que parecían invadirlo todo.
Mientras chupaba sin parar, siento
que alguien comienza a quitarme la tanga, ni siquiera me volteé para ver de
quién se trataba, aún no quería soltar esa rica almejita. La chica que me
desnudó por completo comenzó a acariciarme las nalgas, me calentaba que mi
prima y su novia estuvieran mirándome la rajita. En ese momento escucho las
palabras de prima:
-Te dije que Joa tenía buen culo.
Allí tuve la certeza de que ambas habían
dejado de coger para mirarnos. Separé un poco más las piernas, para que pudieran
ver mejor mi entrepierna y continué succionando el clítoris de Laura, quien
gemía suavemente. Ella también separó más sus piernas y hundió mi cabeza contra
su concha, comencé a sacudir mi cabeza hacia los lados con la lengua afuera,
sus gemidos se intensificaron. Luego volví a prenderme a su clítoris y me di el
gusto de chuparle también los labios. La rubia comenzó a retorcerse, por la
forma en la que jadeaba supe que estaba teniendo un orgasmo. Continué
chupándola sin aminorar el ritmo, un nuevo espasmo y su cola se despegó del
sillón, se sostenía con sus piernas, las cuales estaban arriba de los brazos
del sillón. El orgasmo de la rubia estalló dentro de mi boca y tomé todos sus
jugos. Luego le di un poco de espacio para que recuperara el aliento.
Al ponerme de pie me di vuelta y vi
que mi prima y su novia se habían sentado, ambas estaban desnudas, con las
conchitas completamente depiladas, al igual que yo. Me miraban y no dejaban de
sonreír.
-¡Hijas de puta! ¿Ya terminaron? –les
grité-. ¡Acá la única que no acabó fui yo! -Las tres comenzaron reírse de mí.
-Si querés te hago acabar yo –dijo la
novia de mi prima poniéndose de pie de un salto.
Al recibir esta tentadora oferta,
miré a Rocío, como si estuviera pidiéndole autorización para jugar con su novia,
ella no dijo una palabra pero con su mirada y un gesto de la cabeza me indicó
que podía hacerlo. Vanesa prácticamente se arrojó sobre mí y comenzó a besarme,
juntas nos fuimos al sillón que quedaba libre. Apenas me senté ella comenzó a
chuparme las tetas y a jugar con mis rosados pezones. No se entretuvo por mucho
tiempo allí, comenzó a bajar por mi vientre hasta que llegó al centro de mis
piernas. De inmediato supe por qué mi prima gemía tanto cuando se acostaba con
esta chica. Su lengua era un motorcito que no se detenía en ningún momento,
recorría todos los rincones de mi vagina y mezclaba mi humedad con la suya. No tenía
necesidad de utilizar sus dedos para hacerme gozar, con su lengua era una total
experta; de a poco Vanesa iba cayéndome cada vez mejor.
Comencé a gemir con los ojos
cerrados, separando las piernas tanto como podía y sobándome las tetas, cuando
miré a Laura no me sorprendí al encontrar a mi prima junto a ella... bueno, en
realidad, detrás de ella. La rubia estaba de rodillas en el sillón, dándole la
espalda y mi Rocío le metía dos dedos por su perfecta y rosadita conchita, con
mucho esmero. Se la estaba cogiendo, literalmente. Miré la vagina de mi prima y
descubrí que ella tenía unos labios gruesos y carnosos, muy jugosos y
apetecibles; pero como éramos primas no sabía si tenía derecho a probarlos.
Después de gemir y gozar con las
lamidas de Vanesa durante un buen rato, me bajé del sillón y me puse de
rodillas detrás de mi prima. Comencé a acariciar sus nalgas deseando que ella
tuviera algún juguetito a mano para poder metérselo... pero no vi nada que
pudiera servirme de consolador. Deseaba el culo de Rocío, pero algo me detenía;
me sentía una boluda total por estar solamente acariciándolo, mientras ella le
hundía los dedos a Laura. Decidí dejar pasar esa oportunidad ya que ella era mi
prima y estaba segura de que algún día tendríamos la oportunidad de disfrutar
nuestro gran momento juntas, de forma más íntima.
Roció quitó los dedos de la concha de
rubia y comenzó a chupársela, yo gateé hasta quedar a su lado, nos miramos
brevemente y comprendimos que las dos buscábamos lo mismo. Juntas comenzamos a
lamerle el culo a Laura, metiendo de vez en cuando algún dedo en su vagina o
frotándole el clítoris. Nuestras lenguas se tocaron en varias ocasiones, eso
hacía que la situación sea aún más excitante para ambas. Tenía la sospecha de
que mi prima ya había tenido alguna aventura con Laura; pero no podía
confirmarlo, de todas formas podía ver, desde la mejor ubicación, cómo la lamía
toda. De a poco los dedos que estaban en esa rosadita vagina, pasaron a una
tarea un tanto más morbosa. Empezamos a dilatar el culo de la rubia, metiendo
poco a poco nuestros deditos y pasándole la lengua para lubricarla con nuestra saliva.
Laura abrió sus nalgas con las manos, invitándonos a pasar. No teníamos
juguetes, pero sí muchos dedos.
Miré hacia atrás y vi que la novia de
mi prima se pajeaba sola, mirando la escena con cara de satisfacción. Tenía las
piernas bien abiertas y se castigaba la concha con dos dedos.
-Mirá que buen culo tiene –dijo mi
prima elogiando el cuerpo de la rubia.
-¡Mmm, qué rica está! –Exclamé yo
luego de haberle pasado, una vez más, la lengua por la vagina.
-Laura está callada, pero es flor de
puta –cuando mi prima dijo esto la aludida comenzó a reírse. La risa nos
contagió a todas.
Roció comienza a penetrar analmente a
Laura, primero mete un dedo y pocos segundos después empieza a darle con dos. En
ese momento se me acercó Vanesa, yo estaba en cuatro patas en el suelo y ella
comienza a chuparme la concha otra vez, me encantaba cómo lo hacía. Poco tiempo
después comienza a violar mi vagina metiendo tres dedos a la vez, no le costó mucho
trabajo dilatarme. Entretanto yo gemía y veía cómo le rompían el culo a la
gringa. Tanto mi prima como su novia metían y sacaban los dedos rápidamente de
los agujeritos que tenían a su disposición. Comencé a experimentar pequeños
espasmos de placer en mi zona baja mientras esos tres dedos se hincaban en mi
anatomía. Una vez más tuve que admitir que Vanesa era toda una experta en el
sexo lésbico ya que me hizo acabar, tal y como había prometido.
Me aparté un poco para observar la
escena, Laura se percató de que Vanesa estaba cerca y se bajó del sillón para
ponerse en cuatro en el suelo, abrió las piernas de la novia de mi prima y
comenzó a chuparle la concha, Rocío volvió a penetrarla por el culo y yo, que
aún conservaba buena parte de mi calentura, me senté en el piso apoyando la
espalda contra el sillón y empecé a masturbarme mirando como esas tres hermosas
chicas se daban placer la una a la otra. Vanesa le ofreció los dedos que habían
estado en mi concha a mi prima y ella comenzó a chuparlos con gusto, me agradó
mucho verla lamiendo mis jugos vaginales. Poco tiempo después la rubia llega al
clímax y nos lo hace saber ahogando sus gemidos entre los labios de la concha
de Vanesa.
Cuando Rocío vio que ya había hecho
acabar a Laura, se sentó en uno de los sillones con las piernas completamente
abiertas, tanto su novia como la rubia se lanzaron sobre ella y comenzaron a chuparle
la vagina entre las dos, mi prima comenzó a gemir casi inmediatamente con tanto
ímpetu como lo hacía cuando estaba sola en el dormitorio con Vanesa. Esto me
erotizó mucho y me hizo volver a la acción. Vi dos lindos y respingados culitos
ante mí y me puse de rodillas detrás de ellos. A Vanesa le chupé el culo
mientras le metía tres dedos por la cola a Laura, con la palma de la mano
apuntando hacia abajo, esto me permitía rozarle la vagina con el pulgar. Su ano
estaba muy dilatado y recibió mis finos dedos con gran facilidad, me causaba
mucho morbo imaginar a la chica teniendo sexo anal con su novio. Cuando dejé de
lamer, miré a Rocío, ella me dedicó una sonrisa cómplice mientras se manoseaba
sus grandes tetas. Moví los dedos dentro del ano de la gringa y con mi mano
libre comencé a penetrar analmente a Vanesa, su culito estaba mucho más
apretado por lo que tuve que usar un solo dedo, pero luego de unos cuantos
intentos pude agregar otro. Allí estaba, admirando la concha abierta de mi
querida prima mientras le “hacía el culo” a su novia y a una de sus amigas. Sin
dudas esta era una de las experiencias más eróticas que había disfrutado en mi
vida... y eso que hay que tener en cuenta que ya había participado en tríos.
Sabía que mi prima no toleraría por
mucho tiempo las expertas lamidas de esas dos hermosas mujeres, la vi acabar
soltando gritos de placer mientras Vanesa y Laura estiraban sus carnosos labios
vaginales y le frotaban el clítoris con los dedos. Luego de esto quedamos las
cuatro tiradas en el piso, acariciándonos y riéndonos, eufóricas por lo que
había ocurrido. Hubo intercambio de besos, a la única que no besé fue a mi
prima, pero me di el gusto de acariciar un poco su bello cuerpo.
La noche había comenzado de forma
estupenda, no podíamos permitir que quedara allí. Rocío y Vanesa fueron a
bañarse juntas, mientras yo me quedé en el living charlando desnuda con Laura,
nuestros cuerpos estaban sudados, pero no estábamos cansadas. Cuando mi prima y
su novia desocuparon el baño, me metí junto con la rubia. Allí tuvimos nuestro
pequeño momento de privacidad, pudimos toquetearnos y besarnos a gusto mientras
nos lavábamos la una a la otra. Dedicamos unos minutitos a darnos unas ricas
chupadas en la concha y luego nos reunimos con las otras chicas.
Rocío le prestó ropa a la rubia y yo
fui a mi dormitorio a ponerme algo lindo para la noche. Pedimos algo para comer,
ya que estábamos muertas de hambre... comer conchas no ayuda a saciar el
apetito. Luego de comer decidimos ponerle el postre a la noche, nos fuimos a
bailar las cuatro juntas a una discoteca cercana.
Dentro de la discoteca nos divertimos
mucho e ingerimos más porquerías; especialmente alcohol. Con Laura nos comimos
a besos dentro del baño del boliche ante la mirada atenta de algunas curiosas,
estábamos demasiado “alegres” como para preocuparnos por un grupito de
desconocidas, además tal vez las incentivábamos a hacer lo mismo.
Regresamos agotadas al departamento
alrededor de las cinco de la madrugada. Se me partía la cabeza, pero aún estaba
eufórica. No tuve que invitar a Laura a pasar la noche conmigo ya que ella no
pensaba marcharse de todas formas. Mi prima y su novia se encerraron en el
dormitorio y yo fui al balcón de mi cuarto a fumar un cigarrillo junto a la
rubia. Luego nos arrastramos hasta la cama y nos acostamos.
Todo me daba vueltas y no podía
concentrarme en nada concreto; sin embargo mis oídos pudieron captar
perfectamente los intensos gemidos de Rocío.
-Estas chicas... ¿no piensan dejar de
coger nunca? –le pregunté a Laura.
-¿Vamos? –sugirió ella.
-No hace falta, podemos divertirnos
mucho entre las dos –me di vuelta en la cama y le sonreí.
Comencé a besarla en la boca y mi
mano se las ingenió para meterse por debajo de su pollerita, hacer la tanga a
un lado y comenzar a introducirle los dedos por la húmeda cavidad. Ella no se
quedó atrás, comenzó a pajearme con las mismas ganas sin dejar de meterme la
lengua dentro de la boca. Pensaba exprimir a esa rubia hasta sacarle todo el
jugo... literalmente.
Nos quitamos toda la ropa y nos
tendimos en la cama para formar un intenso 69, en el cual nos chupamos
ávidamente las conchas escuchando como mi prima aún gemía. Nos sacudimos y
dimos muchas vueltas en la cama, fuertemente aferradas la una a la otra,
succionándonos los clítoris y metiéndonos los dedos. Volví a chuparle el culo,
me tenía enamorada con ese agujerito y con sus hermosas nalgas, esperaba que
ella supiera apreciar las mías, pero por la forma en que las sujetaba, me daba
la impresión de que le gustaban mucho. En algún momento de todo ese revolcón,
los gemidos de mi prima se detuvieron, pero la rubia y yo continuamos
matándonos entre las sábanas. De pronto ella comienza a patalear, la había
hecho llegar al clímax; pero ella había conseguido lo mismo conmigo. Acabamos las
dos casi al mismo tiempo, ésta sí que era una verdadera cerecita para el postre
y yo me la había comido toda.
Nos quedamos dormidas en poco tiempo,
habíamos quedado completamente agotadas luego de tan intensa noche de sexo. Una
noche que recordaría durante el resto de mi vida.
Fin.
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