Todo tiene un Precio.

Sinopsis: Un importante empresario ve a una hermosa jovencita vagando dentro de su propia empresa, ella le dice que está buscando trabajo y él, atraído por la belleza de la muchacha, le dice que podrá conseguir el empleo... pero para ello deberá pagar cierto precio. 



Todo Tiene un Precio.


Los ojos de Julio persiguieron el bamboleante caminar de la joven que cruzó frente a él, se apresuró a dejar su taza de café sobre la mesa y limpió sus anteojos de costosa montura con un paño. No había visto llegar a semejante preciosura y culpaba de eso a su computadora portátil. Si bien agradecía poder admirar eso glúteos con forma de manzana apretados dentro de un pantalón de jean, se lamentaba el no poder ver el rostro de su dueña, el bailoteo de las finas hebras de cabello castaño claro lo hipnotizó tanto como el movimiento de caderas de la joven. Ese par de muslos finamente torneados se perdieron de su vista cuando ella giró hacia la derecha en el pasillo.
Instintivamente Julio corroboró que seguía solo en la cafetería perteneciente al edificio de oficinas. A él le agradaba pasar tiempo allí cuando todos se habían marchado ya que sentía que esa era su segunda casa, después de todo él dirigía esta sucursal de una importante empresa multinacional dedicada, entre otras cosas, al calzado deportivo. Regresó a la tediosa tarea de leer algunos memorándums atrasados, odiaba no estar en sincronía con lo que ocurría dentro de la empresa pero él estaba a cargo de tantas tareas que le era prácticamente imposible enterarse de todo lo que ocurría.
No pudo dejar de preguntarse quién sería esa bella joven y si ésta trabajaba dentro de alguno de los departamentos.


Cuando miró con nostalgia hacia el rincón donde la chica había desaparecido, se sorprendió de verla caminando hacia él. En realidad ella no avanzaba exactamente hacia su posición, más bien parecía algo desorientada, se quedó boquiabierto al ver esos expresivos ojos azules buscando a alguien que no estaba allí y esa dulce boquita semi abierta que sólo una joven dulce e inocente es capaz de tener. La hermosa muchacha portaba un suéter azul oscuro que no llegaba a cubrir su plano y blanquecino abdomen. Los ojos de Julio no sabían dónde posarse primero.


-Jovencita, ¿estás buscando a alguien? –preguntó esforzándose porque su voz sonara más grave y sensual de lo normal.
-En realidad no es que busque a alguien –contestó ella apenas mirándolo- se me informó que aquí estaban buscando nuevo personal, pero el edificio es tan grande que me perdí. ¿Dónde está el departamento de recursos humanos?
-En este momento el departamento está cerrado, podrías llegar a contactar a alguien por teléfono pero dudo mucho que te atiendan, tendrías que esperar hasta mañana.
-No puedo esperar tanto, vengo desde muy lejos. No creí que fuera tan tarde.
-Disculpa que me entrometa pero ¿qué clase de trabajo buscas? –ella sonrió y el corazón del hombre se achicharró.
-Soy una mujer con muchos talentos. No busco algo específico, sólo vine con la esperanza de conseguir algún buen puesto.
-Podrías ser una recepcionista perfecta, tienes mucha belleza y simpatía natural.
-Gracias, sería un buen comienzo.


Un incómodo silencio se apoderó de la amplia cafetería de pulidos pisos blancos que ampliaban la sensación de vacío. Julio supo que debería poner en marcha todo su encanto masculino si es que pretendía tener al menos una conversación con tal dulce y bella dama.
-No tenemos muchachas tan bonitas como tú, ni siquiera en recepción. Creo que encajarías de inmediato.
-Gracias otra vez, pero no pretendo trabajar con mi apariencia física, como le dije, sé hacer muchas cosas.
-Me intrigas jovencita ¿qué serán esas cosas que tanto sabes hacer? –Julio pasó una mano por su suave y espeso cabello negro mostrándole a la joven que aún no lo invadían las canas.
-¿Trabaja usted en el departamento de recursos humanos?
-No.
-Entonces creo que no estoy obligada a contarle nada, de todas formas aprecio su amabilidad.
-Es cierto, no tienes ninguna obligación, yo sólo pretendía conversar contigo –él no diría que era el gerente de toda la sucursal hasta que no sea el momento indicado- te gustaría tomar un café conmigo.
-No puedo, lo siento.
-¿Acaso tienes otra cosa que hacer? Como te comenté, recursos humanos no abre hasta mañana, creo que tenemos tiempo de sobra. Yo invito –lo cierto es que el café que consumían los empleados, incluso el gerente, era gratuito.
-Está bien, sólo un café y tal vez algún bocadillo, porque no comí nada en todo el día.
El hombre de piel tostada hizo una seña con la mano a un mozo que aparentaba estar distraído pero que en realidad estaba embobado con la llamativa figura de la muchachita. Se acercó a Julio y tomó su orden. No se demoró más de dos minutos en llevar hasta la mesa dos tazas de café bien cargado y algunas masas finas, se apartó de la curiosa pareja simulando desinterés pero él también había quedado hipnotizado por esos potentes faroles azules que helaban la sangre a simple vista.
La menuda muchachita tomó asiento y concentró toda su atención en el plato de masas y el café que soltaba volutas de vapor.
-Por cierto, mi nombre es Julio y estoy encantado de conocerte. ¿Puedo saber tu nombre?
-Aldana –contestó sorbiendo un poco de café- y si estás pensando en algo raro te sugiero que lo vayas apartando de tu mente.
-No estés a la defensiva muchacha, yo apenas pregunté por tu nombre –miró su reloj pulsera sólo para no seguir mirándola tan fijamente, se percató que ya eran las cinco y media de la tarde- cómo pasa el tiempo, hace tres horas que estoy sentado en esta silla intentando ponerme al día con mi trabajo.
-¿En qué consiste tu trabajo?
-Hago un poco de todo, tú no eres la única que posee muchos talentos –esta frase desprendió una bella sonrisa del rostro de la jovencita.
-Debes ganar bien, para llevar un traje tan costoso –el saco negro de Julio estaba colgado de la silla, éste junto a su fina camisa azul, denotaban alta costura.
-¿Cambiaría en algo tu actitud si yo ganara mucho dinero?
-No lo creo, sólo preguntaba por curiosidad.
-¿Habría alguna forma en la que aceptaras cenar conmigo esta noche?
-Disculpe, no se ofenda, pero usted podría ser mi abuelo –Julio soltó una carcajada que alteró al pobre mozo que imaginaba desnuda a la jovencita de pantalón ajustado.
-No soy tan viejo como crees.
-Y yo soy más joven de lo que piensas.
-¿Ah sí, qué edad tienes?
-Digamos que es algún número entre dieciocho y veintiuno. Eso ya te da un margen reducido, para que te hagas una idea.
-Pues si eres bien joven, pero de hecho imaginé que no debías tener más de veinte. Mi margen de edad está entre los 40 y los 45.
-Entonces tienes 40.
-¿Cómo estás tan segura?
-Porque darías el número más bajo posible para acercarte a mi edad.
-Puede ser, pero también puede que intente restarme años poniendo el margen debajo de mi edad real.
-Si quisieras hacer eso lo hubieras bajado de 40, es un número redondo muy alto, comparado con mi edad. Es como cuando vendes un producto, no dices que cuesta 40 dólares, dices 39 con 90 así parece más económico, aunque en realidad no lo sea.
-Eres muy astuta jovencita. Eso me causa aún más interés. Podríamos usar gente con tu astucia en el departamento de marketing. Podríamos hablar de ese tema en la cena de esta noche.
-Ya dije que no hay cena. Lo único que quiero es regresar a mi casa y mañana intentaré llegar más temprano. Muy rico todo, se lo agradezco pero ya tengo que irme –se puso de pie mientras hablaba.
-Entonces permíteme llevarte hasta tu casa, así llegarás más rápido –dijo Julio tomando su saco.
-No, está bien. Puedo ir sola. Además no lo conozco, no voy a permitir que un desconocido me lleve hasta mi casa.
-¿Cambiarías de opinión si te dijera que soy el gerente de la empresa? Al menos allí sabrías quién soy.
-No te ofendas, pero pareces estar tan desesperado como para inventar cualquier excusa.
-Puedo probarlo –ella dudó unos instantes dejando una mueca graciosa en sus labios.
-¿De qué forma?
-Acompáñame.
Caminaron juntos hasta una gran sala ubicada en ese mismo piso, podían ver un amplio mostrador en el que cabían varias recepcionistas y detrás de eso había un gran cartel colgado de la pared. Se trataba de un organigrama de la empresa y el nombre que podía leerse en la cima era Julio Angeleri.
-Ese es mi nombre –dijo el empresario mostrándole su documento de identidad a la muchacha- ¿ahora me crees?
-Me veo obligada a creerte.
-Si me permites llevarte hasta tu casa podrías empezar con el pie derecho, mañana podría dejar tu nombre en el departamento de recursos humanos.
-¿Es sólo llevarme hasta mi casa?
-Sí y viajarás muy cómoda.
-Entonces acepto.
Ambos bajaron hasta el amplio estacionamiento del edificio y subieron a un Mercedes Benz color gris que daba toda la sensación de no haber sido utilizado nunca. Aldana indicó a su nuevo chofer cuál era su dirección, cuando él supo que deberían ir hacia el sur de la ciudad se alegró.
El tránsito a esa hora no estaba tan pesado como de costumbre, pudieron avanzar rápidamente pero lo hicieron casi en silencio. Julio se preguntó cómo se vería la muchacha bajo esa ropa y decidió poner en marcha la segunda parte de su improvisado plan. Dobló hacia la ruta que se alejaba del centro de la ciudad.
-Mi casa no queda para este lado –se quejó la jovencita.
-Ya lo sé. Estamos yendo a mi casa.
-¿Me estás secuestrando? –no parecía asustada sino más bien divertida.
-No lo llamaría secuestro, digamos que es una invitación sin posibilidad de rechazo, pero no te preocupes, es sólo para que podamos conversar durante un rato más, me agrada tu compañía. Luego prometo llevarte hasta tu casa.
Ella guardó silencio y lo miró desde atrás de sus largas pestañas, él tuvo que luchar contra la tentación de tocarle una pierna. No quería espantarla, debía ser cauteloso.
Cuando llegaron a la residencia de Julio Angeleri, Aldana quedó impresionada, era indiscutible que el hombre estaba en muy buena posición económica, si bien no llegaba a ser una mansión, era una vivienda bastante grande y con un diseño moderno y lujoso. Ninguno de los dos reparó en la Renault Traffic blanca que se puso en marcha en cuanto el Mercedes Benz entró en la propiedad. El empresario aparcó su vehículo y se apresuró a abrir la puerta de su acompañante. La muchachita sólo sonreía y miraba asombrada todo a su alrededor.
-Nunca había estado en una casa tan grande.
-Aún no la has visto por dentro.
Julio abrió la puerta e ingresaron a la vivienda, luego él ingresó el código de la alarma para que ésta no comenzara a sonar. No revisó los monitores que estaban colocados en la pared opuesta al panel de la alarma, estaba tan ensimismado pensando en cómo complacer a tan bella muchachita que no se percató de que la camioneta blanca estacionó frente a la valla enrejada de su casa. Caminó directamente hacia la barra de bebidas y le preguntó a Aldana si le apetecía tomar algo fresco.

-Estén atentos, en quince minutos nos ponemos en marcha.
Dentro de la camioneta cuatro hombres aguardaban impacientes. Estaban completamente vestidos de negro y sabían exactamente lo que debían hacer, pero el plan era arriesgado y debió ser elaborado prácticamente sobre la marcha, esperaban que la suerte estuviera de su parte. Un hombre rubio de hombros anchos dirigía la operación y respondía al seudónimo Phil, llevaban tanto tiempo trabajando con nombres falsos que algunos habían olvidado los nombres reales de sus compañeros. Le molestaba tener que recurrir a su hermano para esta tarea, lo llamaban Impi, porque era un derivado de la palabra “Impredecible”, pero no tenía otra alternativa, su mano derecha en estos asuntos se encontraba guardando reposo luego de haber recibido dos disparos en la misma pierna y este trabajo no se podía posponer.
Llevaban tres días monitoreando los movimientos de Julio Angeleri y supieron que no era un hombre que se rigiera por horarios estrictos, no siempre regresaba a su casa a la misma hora por lo que era mejor aguardar en las cercanías a que lo hiciera que estar siguiéndolo todo el tiempo. Cuando dieron las seis de la tarde creyeron que el hombre iría a cenar y volvería hasta muy entrada la noche, por eso se alegraron enormemente cuando vieron su Mercedes Benz acercándose, eso les ahorraría muchas horas de espera.



-¿De qué quieres hablar? –preguntó la muchacha luego de tomar un sorbo de jugo de frutas.
Observó a Julio, ambos estaban sentados uno frente al otro, ella en un amplio sillón gris con almohadones rojos y él sobre un pequeño sillón individual. En ese momento le pareció que los rasgos del hombre no estaban tan mal como había pensado en un momento, tenía una mandíbula cuadrada que lo hacía varonil y una nariz que envidiarían muchos actores, aunque el resto de su rostro no terminaba de cuadrar con estos atributos.
-Sé que estás interesada en trabajar en mi empresa, por el sólo hecho de haber sido tan amable de acompañarme hasta mi casa ya podrías considerar que tienes un puesto de prueba como recepcionista.
-Muchas gracias… supongo.
-¿Pasa algo malo?
-Es que no tenía en mente ser recepcionista, no se necesita gran talento para atender el teléfono y sonreírle a la gente todo el tiempo.
-Ya veo, eres ambiciosa.
-Un poco, pero también conozco mis aptitudes, sé que puedo dar para más.
-A mí me encantaría conocer esas aptitudes –sonrió con malicia- si me dejaras verlas un poco te podría ayudar a conseguir algo mejor, que no requiera estar sonriendo tras un mostrador.
-¿Estás pidiéndome lo que yo imagino?
-Sólo un poco, hasta donde tú quieras. Yo ni siquiera me acerco –cruzó sus piernas y tomó un sorbo del vaso de whisky con hielo, le gustaba beberlo sin importar qué hora fuera, siempre y cuando no estuviera trabajando.
-No quiero. Prefiero presentarme mañana en la oficina de recursos humanos.
-Está bien, no te puedo forzar, sólo recompensar. Tengo entendido que hay una vacante en el departamento de marketing y les vendría muy bien una chica tan joven y astuta como tú.
Esto hizo dudar a Aldana, miró hacia el piso y meditó.
-No pierdo nada… -dijo sin levantar la cabeza.
-…y ganas mucho –Julio completó la frase.
-Está bien, sólo un poco… y no te muevas de tu sitio.
La bella muchachita se puso de pie y lentamente se fue quitando el suéter hasta mostrar un pequeño corpiño negro que cubría sus diminutos pechos y contrastaba enormemente con su pálida piel, luego se giró dándole la espalda al empresario y desprendió su jean. Lo bajó muy lentamente enseñando sus braguitas de encaje blancas, siguió deslizando el pantalón hacia abajo hasta que sus redondas nalgas quedaron a la vista de Julio quien se asombró. No esperaba que estuvieran tan bien definidas y que carecieran de imperfecciones. Tragó un buen sorbo de whisky sin apartar la mirada.
-Espero que esto sea suficiente –dijo Aldana volviendo a mirarlo de frente.
-¿Podrías acercarte un poco? No tengo muy buena vista
Ella sonrió porque sabía que era una treta pero sin embargo se acercó al empresario. Éste estiró una mano y acarició su suave pubis, las braguitas transparentaban un poco y permitían ver que su intimidad estaba completamente depilada.
-No deberías usar pantalones tan apretados, te marcan mucho la piel –sus dedos recorrieron las huellas que había dejado el jean en la muchachita.
-Ay, me haces cosquillas. Dijimos que sin tocar.
-Está bien, perdón. No pude resistirme –apartó la mano- eres increíblemente bella –recorrió la menuda figura de la joven con sus ojos- no es que esté desilusionado pero pensé que vería un poco más.
-Creo que es más que suficiente –Aldana dio media vuelta y se agachó para recoger su pantalón, sus nalgas se abrieron obsequiándole a Julio una hermosa vista de su almejita apretada en la tela transparente de las bragas. El hombre notó como su miembro reaccionaba.
-Tal vez pudiera hacer que ese puesto en marketing sea algo más interesante.
-¿De qué forma? –preguntó ella volviendo a erguirse, el que no haya tomado el pantalón le indicó al empresario que había captado su atención.
-Podría ponerte dentro del grupo destinado a un nuevo proyecto que promete apalear a la competencia.
-Mira que eres creativo para mentir. Es una buena empresa pero la competencia es muy sólida.
-No estoy mintiendo. Estamos organizando una nueva campaña que nos colocará en la cima del mercado y allí nos quedaremos por largo tiempo.
-Si es así, me encantaría formar parte de ese grupo, tengo muchos conocimientos que podrían ser útiles.
-Conocimientos y encantos femeninos, te sorprenderías lo bueno que es tener a una mujer atractiva en las mesas de negociaciones. Pero de momento tú sigues siendo una empleada más dentro del inmenso departamento de marketing. A menos que…
-¿A menos que te deje verme desnuda?
-No eres tan ingenua como lo aparentas.
-No, créame que no lo soy.
Se llevó las manos a la espalda y desabrochó su sostén para mostrar cuán decidida estaba a obtener el puesto prometido. Cuando lo dejó caer aparecieron dos pequeñas tetas con areolas rosadas que asemejaban al pico nevado de una montaña. El gerente sonrió a la vez que tomaba whisky, se preparó para lo que vendría después acomodando con la mano su miembro en una posición más cómoda. Aldana comenzó a quitarse las braguitas mientras se inclinaba hacia adelante, su torso cubrió su entrepierna de la vista de Julio y se enderezó cuando ya estuvo completamente desnuda.
Su rajita de labios arrugados era muy visible al contrastar con su pálida piel, el empresario se sintió acalorado y no era a consecuencia del alcohol. Ésta era la criaturita más bella que había visto en muchos años y estaba como Dios la trajo al mundo en la sala de su propia casa.



Tres de los cuatro hombres bajaron de Renault Traffic, en cuestión de segundos desplegaron una escalera y la apoyaron contra el muro de cemento. Uno por uno fueron subiendo para luego saltar dentro de la propiedad del empresario, el último en bajar fue el propio Phil, quien tiró de una soga que estaba atada al último travesaño de la escalera metálica, como ésta sobrepasaba considerablemente la altura del muro, fue muy fácil hacerla cruzar hasta el otro lado.
Phil y sus hombres corrieron junto a la línea de arbustos intentando mantenerse lo más lejos posible de la vista de las ventanas y del ojo vigilante de las cámaras, a pesar de que los tres llevaban la cabeza cubierta por pasamontañas negros, no querían alertar a nadie en el interior de la vivienda. No todavía.
Recorrer el largo trecho desde el muro de cemento hasta la puerta de entrada en una posición tan encorvada resultaba agotador para hombres fuera de forma, pero éstos estaban acostumbrados al trabajo de campo y ni siquiera se agitaron cuando se colocaron a los lados de la puerta. Se sentaron en el piso a aguardar a la siguiente fase del operativo. La señal se la daría el conductor de la Traffic que permanecía en su posición escuchando la conversación que se desarrollaba dentro.



-Los de marketing estarán encantados contigo Aldanita.
-No me voy a mostrar sin ropa frente a ellos.
-¿Lo harías si fuera necesario para cerrar un negocio?
-Claro que no.
-¿Y si fuera un negocio importante que te dejara una ganancia considerable? –se puso de pie y se acercó lentamente a la joven.
-¿Qué tan considerable? –preguntó sin moverse de su sitio.
-¿Qué te parecen quinientos dólares? Sólo porque enseñes tu cuerpo durante unos minutos –Julio sacó una chequera de su bolsillo- podría poner esa cifra ahora mismo en este papelito.
-Ya estoy enseñando mi cuerpo.
-Me refería a que me permitieras examinarlo más de cerca.
-¿Por quinientos dólares?
-Por quinientos dólares –repitió la cifra para que se grabara en la mente de la jovencita mientras la escribía en un cheque al portador.
Ella no respondió pero sus ojos siguieron todo el trayecto del cheque desde las manos de Julio hasta la mesita ratona que estaba frente a ella, asintió con la cabeza y el empresario la tomó por la mano llevándola hasta el sofá. Aldana se sentó sobre uno de los almohadones rojos y Julio lo hizo a su lado, casi de inmediato la mano de piel morena se posó sobre ese pubis angelical. Acarició con delicadeza alrededor de la zona más íntima de la jovencita y poco a poco se acercó al centro, acarició con dos dedos los labios externos de esa suculenta vagina juvenil y una erección comenzó a traicionarlo, la muchacha lo notó y sonrió burlonamente.
-¿Puedes darte la vuelta? –le preguntó Julio.
Accedió sin chistar recordando esos quinientos dólares que podría embolsarse en tan sólo unos minutos. Se puso de rodillas sobre el sofá y las pesadas manos del gerente cayeron sobre sus nalgas, separándolas todo lo que pudo, él admiraba ese agujerito prohibido que parecía no haber sido probado nunca, cuando quiso acariciarlo con su pulgar Aldana giró rápidamente y le sujetó la mano.
-Sin tocar tanto, habías dicho que sólo querías examinar de cerca.
Él no le respondió pero alejó un poco la mano de la zona íntima, sin embargo acercó su cabeza hasta la vagina de la muchachita y la miró desde muy cerca.
-Tienes unos labios preciosos.
Al instante Julio acercó su boca y dio una jugosa lamida al sexo de la joven, ésta dio un respingo y se quejó.
-Hey, no te tomes tantos atrevimientos o me harás enfadar.
-Perdón, es que la tentación es muy fuerte, tu cuerpo me tiene loco.
-Creo que ya te dejé “explorar” más que suficiente.
-Fueron quinientos dólares.
-¿Crees que esa lamida no los valió?
-Valió cada centavo –la muchacha lo estaba llevando por mal camino pero ambos eran conscientes de que esa suma de dinero no significaba nada para él- ¿y si aumentamos la apuesta, qué harías para ganar el doble?
-No me interesa hacer nada por el doble de esa suma –se sentó en el sofá, juntó sus piernas y se cubrió los diminutos pechos con las manos.
-Tal vez cambies de opinión si a ese cheque le sumo otros mil dólares.
-No gracias. ¿No te parecería raro que de pronto una chica tan joven como yo entre a un banco a cambiar tantos cheques? ¿Qué cuento daría si alguien me preguntara cómo los obtuve?
-Eres muy astuta jovencita. ¿Aceptarías efectivo? –ella torció la boca pensando si debía hacerlo o no.
-Ni siquiera sé lo que esperas conseguir. No, no haría nada ni siquiera por el dinero en efectivo.
Julio sonrió, sabía que debía jugar su carta más importante, se puso de pie sin molestarse en ocultar su evidente erección y caminó directamente hacia la chimenea. Apretó un botón oculto en el ángulo superior derecho de ésta y un panel de la pared se deslizó hacia un lado dejando a la vista una caja fuerte con puerta metálica, Aldana se sobresaltó al verla aparecer de la nada, si no hubiera visto la pared abriéndose jamás hubiera sabido que allí había un panel deslizable. El millonario se puso de rodillas e introdujo la combinación de la caja, se escuchó un leve chasquido y luego la abrió, extrajo de ella varios fardos de dinero y dejó la caja semi abierta para que la muchacha se impresionara aún más al ver su contenido. Allí no sólo había dinero sino que también había carpetas con documentos de suma importancia, uno de los cuales contenía los detalles de la estrategia de mercado que llevaría a cabo la multinacional desde su sucursal.
-Aquí hay mil quinientos dólares en efectivo, los cuales puedes sumar al cheque.
-Nadie dijo que estoy a la venta –aseguró la muchacha.
-No lo has dicho, pero me lo has demostrado, sé que tienes un precio y estoy dispuesto a encontrarlo. Piensa que esta suma es mucho más de lo que puede ganar una mujer que se dedique profesionalmente a esto.
-¿Me estás llamando prostituta?
-Claro que no, a las prostitutas las conformas con cien dólares. Nunca te insultaría con una suma semejante –Aldana mordió su labio inferior y mantuvo la mirada clavada en todos esos billetes verdes- puedes ganarte dos mil dólares en total.
-De todas formas no sé si quiero hacerlo, los quinientos dólares ya me los gané, así que no los sumes al total. En lo que a mí respecta sólo me estás ofreciendo mil quinientos por tener sexo contigo.
-Eres buena negociante, pero yo no hablé de tener sexo –se acercó a la muchacha y abrió la cremallera de su pantalón, hurgó dentro con una mano y dejó salir un pene oscuro y erecto- con una mamada te ganas mil quinientos dólares –colocó el dinero sobre el sillón.
Aldana se arrastró sobre el sillón atraída por el olor de los billetes, era una buena forma de ganarse una buena suma de dinero en cuestión de pocos minutos, aunque en realidad no quisiera hacerlo.
En cuanto Julio supo que ella estaba decidida a cumplir con su parte del trato comenzó a quitarse la ropa, arrojó su camisa y dejó caer su pantalón. La esperó de pie a un lado del sofá. Los ojos azules de Aldana lo hipnotizaban, la muchachita abrió su boca y la cerró sobre su glande. A ella el pene no le pareció tan grande, pero eso no le importó, comenzó a mover su lengua alrededor de él mirando a los ojos al empresario. Éste tenía una amplia sonrisa en el rostro y parecía encantado con la magnífica labor de la joven.
Aldana tomó el miembro entre con su mano derecha y comenzó a masturbarlo sin quitarse la punta de la boca. Succionó con fuerza, demostrándole que se estaba esforzando por ganarse el dinero. Luego lamió los testículos y agradeció que el hombre se depilara la entrepierna, eso le facilitaba mucho la tarea. Volvió a engullir el tronco, esta vez lo tragó completo sin esfuerzo y comenzó a sacudir su cabeza de atrás hacia adelante. Ella sólo podía pensar en el dinero que se llevaría a su casa al final del día y él no podía quitarse de la mente la hermosa rajita de la muchacha, aunque estuviera disfrutando de una mamada increíble sabía que si había llegado tan lejos podía arriesgarse.
-¿Cuánto más hace falta? –preguntó acariciando el sedoso y brillante cabello de la jovencita.
-No lo sé ¿cuánto más estarías dispuesto a ofrecer? –soltó el pene sólo para decir eso y luego continuó chupando.
-Mil más –el corazón de Aldana dio un salto de sólo imaginarse dueña de tres mil dólares.
-No lo haré, mejor confórmate con la mamada que ya me parece mucho más de lo que estaba dispuesta a hacer en un principio. Deberías dar gracias por eso.
Reanudó su labor poniendo énfasis a cada chupada que daba al pene que ya estaba completamente cubierto por su saliva, podía sentir el sabor del líquido preseminal al hacer contacto con su lengua. Julio se preguntó cuántos penes se había comido esta dulce muchachita en su corta vida, porque lo hacía de una forma casi profesional.
-¿Cambiarías de opinión si te llevas la suma total de cuatro mil dólares? –dijo la cifra completa para que causara mayor impacto
Era mucho más de lo que había pagado por una mujer en su vida, pero últimamente estaba tan aburrido que no le importaba desprenderse de esa pequeña cantidad de dinero y mucho menos si era para disfrutar del cuerpecito de esta hermosa ninfa que le hacía olvidar de todos sus problemas.
-Eso cambia un poco las cosas, pero no sé… dejarme follar por un extraño me parece un exceso.
-Te pido tan sólo unos minutos y me daré por satisfecho. ¿Te parecen bien diez minutos?
-Cinco.
-Ocho.
-Siete.
-Está bien, siete.
Configuró el cronómetro de su reloj pulsera en siete minutos mientras Aldana se daba la vuelta ofreciéndole su retaguardia. El empresario sentía su ego crecer a cada segundo, había conseguido que una hermosa jovencita se dejara follar por él el mismo día en que la conoció. Apuntó su miembro hacia la jugosa caverna y cuando sintió la calidez sobre su glande, lo introdujo. Ella abrió sus nalgas empleando ambas manos y aguardó por la primera embestida. Ésta fue suave pero profunda, de a poco Julio aceleró el ritmo, quería aprovechar al máximo el poco tiempo que había comprado.
El golpeteo constante de sus muslos contra las nalgas de la muchachita resonaba en toda la habitación, Aldana se dio cuenta de que el hombre lo hacía muy bien, mucho mejor de lo que ella esperaba. No se había excitado mucho al mamársela pero ahora, al ser penetrada, la historia era muy diferente. El miembro de Julio entraba y salía de su almejita con gran rapidez y poco a poco su respiración fue cambiando de suaves jadeos a gemidos de placer. El empresario supo que estaba ganando esta partida y comenzó a moverse enérgicamente tomando a la joven por la cintura. Ese menudo cuerpecito parecía de porcelana y temía romperlo pero no podía detenerse.
Un suave pitido de su reloj indicó que los sietes minutos habían llegado a su fin.
-Sigue –exclamó Aldana- no pares.
-¿Te gusta, hermosa?
-Sí, me gusta. No te detengas.
Con el ego por las nubes y la erección más potente que tuvo en su vida comenzó a arremeter duramente contra la vagina de la muchacha. Ésta siguió gimiendo y cuando él la clavó con fuerza hasta el fondo, soltó un grito de puro placer. Podía sentir su vagina manando jugos sexuales y abrirse cada vez más para permitir una limpia entrada de ese pene que la estaba llevando hacia el clímax, pero cuando faltaba poco para que esto ocurra Julio retiró su verga y se colocó frente a ella, casi al instante unos fuertes chorros de semen cayeron sobre la cara de Aldana, ésta cerró la boca para no tener que tragarlo pero no le importó recibir el tibio líquido que parecía no terminarse nunca.
Con la barbilla cubierta de leche sexual masculina sonrió a Julio, no creyó que la pasaría tan bien con él y le pareció excitante que él se haya atrevido a descargar sobre su cara, a riesgo de hacerla enfadar. Amablemente, el empresario, le tendió un pañuelo para que pudiera limpiarse. La tarea no fue nada fácil y sólo consiguió manchar sus dedos con semen por lo que tuvo que esperar a que Julio regresara con una toalla de mano.
-El dinero me lo voy a llevar –comenzó diciendo cuando ya estuvo libre de ese líquido pegajoso- pero aún tengo ganas de seguir- esto infló aún más el orgullo de Julio.
-¿Te apetece ir a mi cuarto? Allí estaríamos más cómodos.
-Me parece bien.



-Se fueron al dormitorio –anunció la voz del conductor de la Traffic- llegó la hora muchachos, buena suerte.
Estas palabras llegaron directamente a los oídos de los tres hombres que aguardaban impacientes en la entrada. Phil hizo una seña a su hermano para que aguardara en su sitio e indicó al otro hombre que pusiera manos a la obra.
En pocos segundos lograron forzar la cerradura de la puerta y la abrieron haciendo el menor ruido posible. Al ingresar se alegraron enormemente, la suerte estaba a su favor, la caja fuerte con el dinero estaba abierta aguardando por ellos. Phil y el cerrajero se apresuraron a llenar dos bolsos negros con todos los fajos de dinero que encontraron, pero a Impi no le interesaban los dólares en este momento.
Estuvo escuchando los gritos y gemidos de la muchacha desde el otro lado de la puerta y esto le provocó una firme erección, ahora podía escuchar los mismos ruidos femeninos que provenían de algún cuarto de la casa, seguramente el empresario se la estaba follando duramente. Impi sonrió y caminó siguiendo la fuente del sonido. En pocos segundos llegó a una puerta ubicada en un pasillo de la segunda planta y la abrió de una patada.
Aldana soltó un grito de terror apenas la puerta se abrió estrepitosamente y vio al encapuchado entrar al cuarto, ella se encontraba montada sobre Julio dándole la espalda y mirando directamente hacia la entrada. El dueño de casa se sobresaltó tanto que casi arroja al piso a su joven amante, el terror lo invadió en cuanto vio que el desconocido llevaba una pistola en la mano derecha.

-Miren lo que tenemos aquí –dijo el ladrón apuntando a la cara de la muchacha- ¿no es la putita más linda que hayan visto?
-¿Qué quieres? –preguntó Julio con espanto.
-Follarme a esta puta… y luego lo harán mis compañeros… ¡no te muevas o la mato! –acercó el arma a la cara de Aldana que lo miraba aterrorizada.
-¡No me hagan nada! –gritó la jovencita- ni siquiera lo conozco.
-¡Eso es cierto! –el empresario tuvo un impulso de valentía- ella no tiene nada que ver en el asunto. Si quieren llévense dinero, pero no le hagan nada.
-El dinero nos lo llevaremos igual y no hay nada que puedas hacer para evitarlo. Ven aquí putita.
Tiró del largo cabello de Aldana hasta hacerla caer de rodillas al suelo, luego bajó parte de su pantalón liberando un grueso y largo pene, considerablemente más grande que el de Julio.
-¡Cómetelo! –gritó; la muchacha lo miró temblando de miedo- ¡Que te lo comas te digo! –colocó el cañón del arma sobre su frente.
La jovencita abrió grande la boca e intentó tragar ese gran trozo de carne venosa pero le era muy difícil retenerlo dentro.
-No le hagas eso –chilló Julio- déjala en paz.
-¡Tú cállate! Sigue así putita, lo estás haciendo muy bien… más rápido, vamos.
Aldana se vio obligada a mamar poniendo más energía a sus movimientos, tenía ganas de morder la punta del pene con furia pero temía que esto desencadenara en una tragedia.
-¡Déjala! –Julio se abalanzó sobre el ladrón.
En ese preciso momento Phil entró corriendo a la habitación y analizó la escena en cuestión de centésimas de segundos, su primera reacción fue darle un culatazo con su arma en la nuca al empresario. Éste cayó al piso con un golpe seco. La espantada jovencita se detuvo sin sacar el miembro de su boca.
El jefe de los ladrones se apresuró a medir el pulso del hombre caído.
-Está inconsciente –dijo con voz serena.
Aldana soltó el pene y escupió al piso enfada, se puso de pie de un salto y miró con el ceño fruncido a Impi.
-¿Qué te sucede? –le gritó- ¿Acaso estás loco? ¿Por qué me obligaste a hacer eso?
El impredecible muchacho comenzó a reírse a carcajadas mientras guardaba su amado amigo dentro del pantalón.
-No aguantas una bromita –le dijo a la jovencita.
-¿Bromita? Me apuntaste a la cabeza con un arma y me obligaste a mamártela. ¿Te parece eso una bromita?
-Tranquilízate Aldana, no es momento de discutir esto –dijo Phil intentando contener la calma, tenía ganas de golpear a su hermano- bajemos y vámonos de aquí lo antes posible.
-La próxima vez que me hagas una cosa así, te la morderé –amenazó la desnuda muchacha mientras bajaban por la escalera.
-No te quejes dulzura, obtienes una gran suma de dinero por no hacer nada más que follar.
-¿Nada más? –sus ojos relampaguearon -¿Nada más? Yo hice que el tipo me trajera hasta su casa, yo desactivé la alarma, yo logré que abriera la caja fuerte –hizo énfasis en la palabra “yo” cada vez que la nombró.
-Eso es cierto Impi. Ni siquiera contábamos con tener la caja fuerte abierta, eso nos hizo ganar mucho tiempo. Toma la cámara de fotos y procura que las imágenes sean claras y precisas.
-¿Las imágenes de qué? –preguntó el corpulento muchacho que aún conservaba su erección.
-¡De los documentos! –Su hermano estaba perdiendo la calma- ponte a trabajar de una puta vez. Toma esas carpetas y fotografía cada puta página y asegúrate que se puedan leer claramente.
-Si tanto importan los putos documento ¿por qué no los robamos y listo?
-Es un imbécil –dijo Aldana mientras se ponía sus braguitas.
-Sí que lo es –el tercer hombre aprovechó la ocasión para mirar a la hermosa jovencita completamente desnuda- Impi, si los robamos cambiarán la estrategia de mercado y no nos pagarán un centavo por el trabajo, sólo recaudaremos lo que robamos de la caja, que no es tanto como parece. Éste sujeto debe pensar que sólo vinimos por los verdes.
-Está bien, tomaré las putas fotografías –dijo de mala gana.
-Quiero dejar algo bien en claro –la muchacha se ya se estaba poniendo el pantalón- los cuatro mil dólares que el tipo me pagó, son míos. Los tengo muy bien ganados –Phil asintió con la cabeza- además deberán darme lo acordado y quiero una compensación económica extra por lo que me hizo el degenerado de tu hermano.
-Me parece justo y ésta compensación saldrá de su parte. Has hecho un gran trabajo Aldana.
Impi estuvo a punto de quejarse pero sabía que hacerlo sólo empeoraría su situación, además se había dado el gusto de meter el paquete dentro de la boca de esa putita.



El trabajo realizado dejó una ganancia total de doce mil dólares en las manos de Aldana, ver todo ese dinero junto parecía una fortuna pero sabía que aún estaba muy lejos de lograr su objetivo. Todavía seguía indignada por lo ocurrido. No le molestó tener que follar con el empresario, especialmente si tenía en cuenta lo bien que lo hizo el hombre, pero no podía quitarse de la mente la vergonzosa situación a la que la sometió Impi, si ella se hubiera negado la operación se hubiera visto comprometida, Julio Angeleri debía creer que la habían secuestrado o algo por el estilo, debía quedarse con la idea de que ella no tuvo nada que ver con el asunto del robo o su cara aparecería en todos los periódicos. Impi sabía muy bien eso por eso aprovechó la ocasión.
La muchacha se encontraba dentro de su cuarto en la amplia casa que compartía con sus compañeros de trabajo, estaba peinando su largo cabello cuando escuchó que alguien llamaba a su puerta.
-¡Adelante! –gritó.
Phil era el único que tenía permitido verla en su cuarto porque ella sólo podía confiar en él. El jefe de la banda se sentó en la cama y miró el reflejo de los bellos ojos azules de la jovencita en el espejo.
-Vine a pedirte disculpas una vez más. No quería que mi hermano formara parte de este operativo pero me vi obligado a hacerlo.
-Acepto tus disculpas pero aún no escuché las de él. Escúchame bien Phil, todo tiene un precio y el que vas a pagar por confiar en tu hermano, será muy alto.
-Lo sé muy bien –frotó sus manos como hacía cada vez que se ponía nervioso- tenemos otro trabajo y éste no será tan sencillo como el anterior.
-Entonces quiero más dinero –dijo Aldana girando para ver a su jefe directamente a los ojos.


Fin

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