Paraíso Voyeur [01].



Modelo de la Foto: Roxi (Met-Art)


Paraíso Voyeur es una serie de capítulos cortos que ofrezco como Bonus a las personas que me apoyan en Patreon en el Tier 3. Ya se acumularon varios capítulos y es hora de empezar a publicarlos de a poco.



--------



Sinopsis: Isadora Allman está a cargo de monitorear la seguridad de un barrio privado. Gracias al uso de las cámaras ella podrá enterarse de muchas historias sexuales que transcurren en los departamentos de este barrio de lujo. 


Lista con los Capítulos Publicados:

Paraíso Voyeur.


----------------------


01 - SpyCam.


Isadora Allman se sentó frente a la cámara y acomodó el largo cabello negro que caía sobre sus hombros. Revisó su amplio escote, para comprobar que ninguno de sus pechos estuviera a la vista, una costumbre que adquiere cualquier mujer de voluminosa delantera que ama usar prominentes escotes. La parte superior de los redondos senos se asomaba con impertinencia, realzando su sensualidad femenina; pero aún estaban seguros en el interior de la blusa. Sonrió y empezó a hablar.

ーEsta grabación es para Melinda Allman, mi hija. ¡Hola hermosa! ーSaludó a la cámara con vigorー. Mamá te quiere mucho. Hace poco cumpliste tus dieciocho años y creo que ya es hora de que cuente la verdad sobre mi vida, porque algún día todo podría quedar en tus manos. ーLa mujer se movió nerviosa en su sillón, y prosiguióー. Esto me tiene intranquila, porque no sé cómo te vas a reaccionar. Me da miedo que te enojes conmigo y que decidas mandarme a la mierda. Sin embargo te pido que escuches atentamente, voy a intentar contar todo lo mejor posible, para que puedas comprender por qué hice las cosas que hice. 

>Como ya sabrás, soy dueña de una pequeña empresa de seguridad, llamada SpyCam. Un nombre que hace clara referencia a “cámaras espía”. La gente suele asumir que la empresa se llama así por las cámaras de seguridad con las que trabajamos. “Espiamos a los invasores”; reza nuestro lema. No fundé SpyCam, sino que fui contratada, y desde ese día no abandoné el puesto ni una sola vez. Al principio creía que el nombre de la empresa era para darle énfasis al lema; pero pronto me di cuenta que detrás se escondía un significado mucho más literal.

>Mi intención es contarte todo… en video, de esta forma va a ser más fácil para mí, y creo que vas a recibir toda la información de forma prolija, así te tomás tu tiempo para sacar tus propias conclusiones. 

>Melinda, ponete cómoda porque en este video te voy a contar cómo fue que conseguí trabajo en SpyCam.


----------


En la entrevista laboral me preguntaron si me imaginaba trabajando para una empresa de seguridad. Dije la verdad: No, para nada.

Mi sueño siempre fue ser artista. Amo dibujar y pintar. Fui lo más sincera posible con mi entrevistador y le aclaré que solamente quería un trabajo temporal, con el que pudiera financiar mis proyectos artísticos. Tenía veinte años y había abandonado mis estudios en una escuela de arte, por problemas económicos. 

En ese entonces no tenía ni siquiera un lugar para vivir, estaba durmiendo en la casa de una ex compañera de curso, y le digo así porque ni siquiera éramos amigas. Ella ya estaba presionándome para que me buscara otro sitio, porque necesitaba el cuarto. Ni siquiera me explicó para qué; pero bueno, no estaba obligada a hacerlo. Al fin y al cabo yo era una intrusa en su casa. No era la primera vivienda ajena en la que pasaba algunos días. Esto no es tan raro en el mundo del arte “underground”. Muchos artistas apenas tienen para comer, y pocos cuentan con vivienda propia. A mí nunca me importaron los lujos, podía estar con la misma remera agujereada toda la semana; me daba lo mismo. Lo único que pretendía era vivir del arte, no para ser millonaria, sino para tener comida todos los días y un techo que me resguarde. Nada más.

Al parecer mi sinceridad conmovió al entrevistador. 

El señor me confesó que ellos también estaban un poquito desesperados, ya que después de tantas entrevistas no habían podido encontrar a nadie que cumpliera los requisitos establecidos por el antiguo dueño de la empresa. Le pregunté cuáles eran dichos requisitos. El tipo me mostró una sonrisa afable. Poseía cierto aire bonachón que me inspiraba confianza. Tenía el pelo canoso, anteojos pequeños y era algo rechoncho. Sus mejillas tendían a ponerse muy rojas. Sobre su escritorio había un rótulo con su nombre: Danilo Bermúdez. 

No tendré casa en la que vivir, pero la madre naturaleza me recompensó con un buen par de tetas. No son gigantes, pero sí están bien formadas, todavía las tengo redondas y firmes, y cuando tenía veinte años parecían pelotas de goma. En esa época tenía la filosofía de no usar mis tetas para conseguir ventaja; pero ya había pasado por más de quince entrevistas fallidas. A las últimas siete asistí con escotes más que prominentes, mostrando hasta el borde de mis pezones. Así de desesperada estaba, y en esta entrevista no hice la excepción, asistí con el más exagerado de mis escotes.

Saqué pecho frente al entrevistador, pude sentir la tensión en la tela de mi blusa, casi la hago estallar. Mis pechos se marcaron a la perfección y sé que también lo hicieron mis pezones, porque ni siquiera me había puesto corpiño. La tela era negra y no transparentaba, pero los pezones resaltaban como timbres si yo aplicaba mucha tensión.

Los ojos del entrevistador cayeron en mi trampa, el tipo se puso aún más rojo.

ーPor favor, Danilo ーle dije, con voz exageradamente seductora.ー Dígame cuáles son los requisitos, tal vez yo cumpla con algunos de ellos.

Después de dudar unos segundos, sin apartar la vista de mis tetas, dijo:

ーReynaldo Noriega, el ya fallecido dueño de SpyCam, dejó instrucciones precisas de contratar a una mujer joven… y bonita. Debo admitir que usted es la primera que cumple con esos requisitos.

Me sonrojé porque el señor me consideraba bonita, aunque hoy en día sé que lo soy. Pero en aquella época aún tenía mis dudas. Mambos absurdos de la autoestima post adolescente.

Sí, ya sé lo que estarás pensando, Melinda. Si el requisito principal era ser una mujer joven y bonita, se debieron activar todas mis alarmas. Allí había algo raro, sin dudas. Pero en ese momento no lo pensé así. Creí que el trabajo sería algo similar a una secretaria, o que requeriría convencer a la gente de invertir en SpyCam. Así que no me pareció tan raro que pidieran buena presencia femenina. Lo raro empezó después, cuando me enteré que el trabajo no requería ningún contacto directo con personas. Pero no me quiero adelantar. 

Mantuve mi mejor sonrisa, las tetas bien en alto, y le pregunté a Danilo:

ー¿Entonces me puedo quedar con el puesto? 

ーNo lo creo ーeso fue como un baldazo de agua heladaー. Porque usted está buscando un empleo pasajero. Nosotros necesitamos a alguien que se haga cargo del puesto de forma permanente. Así que lo siento señorita ーleyó mi nombre en la hoja que yo le había entregadoー. Isadora Allman; pero no puedo contratarla. 

ー¡Espere! ーExclamé, en un tono demasiado alto.ー Puedo hacerlo. ーComo dije, estaba desesperada. Había pasado por muchas entrevistas de trabajo, y en ninguna habían estado tan cerca de contratarme. No quería que mi ex compañera me echara a la calle. Tragándome la poca dignidad que me quedaba, me incliné hacia adelante, prácticamente apoyando las tetas sobre el escritorio que me separaba de Danilo. Las areolas de mi pezones quedaron a la vista y éstos amenazaban con saltar fuera de la blusa en cualquier momento.ー Solamente quiero que me diga una cosa: si acepto el trabajo ¿Hay un lugar en el que pueda vivir durante unos días? Al menos hasta poder alquilar algo.

El tipo pestañeó varias veces, como si intentara apartar la vista de mis tetas. Pero no podía, lo tenía hipnotizado. Ese pobre ratón de oficina seguramente no estaba acostumbrado a ver chicas como yo desde tan cerca. Noté que el sudor caía por su calva incipiente.

ーEl puesto de trabajo viene con un departamento.

ー¿Qué? ーLo miré con los ojos desorbitados.ー ¿Por qué no me lo dijo antes?

ーPorque pensé que el puesto no le interesaba. Usted dijo que no se imagina trabajando en una empresa de seguridad… y que busca algo pasajero…

ーDisculpe, dije eso porque quiero seguir dedicándome al arte. Me las arreglaré, para pintar en mi tiempo libre. Lo que más necesito ahora mismo es un trabajo estable y un lugar donde vivir. Si tengo que trabajar de eso toda mi vida en esta empresa, estoy dispuesta a hacerlo.

Era joven y no sabía el verdadero peso que tenían esas palabras, pero fueron suficientes para convencer al entrevistador.

ーPodríamos tomarla a prueba, por unas semanas.

ー¿En esas semanas yo podría vivir en ese departamento?

ーSí, claro. De hecho, está obligada a vivir ahí, mientras dure el trabajo. Lo que ocurre es que todas las instalaciones que precisa para trabajar, están en ese departamento. Es la casa del finado Reynaldo Noriega. ーHizo una pausa, como evaluando qué impacto generaban en mí esas palabras… y de paso aprovechó para hacer un poco sutil escaneo de mis tetas.ー Espero que eso no le moleste.

ーNop, en absoluto. El finado se puede quedar, si así lo desea. A mí no me molesta.

El tipo se rió. Aproveché para menear un poquito mis tetas, sin dejar de sonreír. Creí que al pobre tipo se le saldrían los ojos de sus cuencas y éstos empezarían a rebotar sobre el escritorio, hasta caer dentro de mi escote.

ーMire, Danilo ーle dije, intentando aparentar calmaー. Creo que cumplo con todos los requisitos para el trabajo. Aprendo rápido y me gustan los desafíos. Estoy dispuesta a hacerme cargo de la labor tanto tiempo como sea necesario. Necesito este trabajo. ¿Hay alguna otra razón de peso que lo haga dudar?

ー¿Está usted dispuesta a firmar documentos de confidencialidad? 

Entendí que al tratarse de una empresa de seguridad, habría información que no podría compartir con nadie. Me pareció lo más lógico y no pensé que allí también se escondía algo raro. 

ーFirmo cualquier cosa ーaseguré. Una irresponsabilidad, claro; pero estaba tan cerca de conseguir el trabajo que ya no podía echarme atrás.

ーEntonces creo que podemos contratarla.

ー¿De verdad? ーDí un saltito en la silla y mi teta izquierda decidió salir a festejar conmigo. Rebotó delante de los curiosos ojos de Danilo. Muerta de vergüenza, volví a meter la teta en mi blusa, como si no hubiera pasado nada. Con repentina seriedad preguntéー. ¿Y cuándo puedo empezar a trabajar?

ーMañana mismo, si es que usted firma hoy todos los papeles.

Por supuesto, le dije que sí. No pensaba correr ni el más mínimo riesgo. Firmé todo lo que él puso sobre la mesa, sin leer más de dos líneas seguidas. La mayor parte era palabrería legal que no entendí, ni me importó. 


----------


Al día siguiente llegué a la dirección que me dio Danilo Bermúdez, cargando todas mis pertenencias. No eran muchas, al vivir de prestado me acostumbré a ir ligera de equipaje. Tenía algunas mudas de ropa en una valija; una mochila llena de cuadernos, pinturas y lápices; y un bolso extra, con boludeces varias: un peine, algo de maquillaje, mis documentos, anteojos de sol y otros para leer, y el más preciado de mis objetos: un consolador.

Sí, Melinda, sé que esto te va a resultar impactante de oír, pero es verdad. En esa época estaba soltera y no tenía muchas parejas sexuales a las que recurrir cuando me entraba el calorcito ahí abajo; por eso opté por comprarme un fiel consolador. Me ahorró muchos problemas y me brindó incontables noches de placer. Estoy pensando en regalarte uno, por tu cumpleaños. Te puedo asegurar que lo vas a amar. A mí no me da pudor saber que usás uno, al contrario.

El lugar en el que me citó Danilo me dejó asombrada. Se notaba que era una zona para gente adinerada, todos los edificios de la zona tenían un diseño similar; pero no había ni uno que se viera “barato”. 

ーBueno, acá es donde vas a vivir.

ー¿Acá? ーPregunté asombradaー. Es una locura, yo jamás voy a poder pagar el alquiler en un lugar como éste. 

ーPor eso no te preocupes. Ya te dije que todo lo que vos necesitás para tu trabajo está en el departamento en el que vas vivir. Es todo parte del contrato.

ー¿O sea que mientras yo tenga el trabajo, voy a vivir en uno de estos edificios?

ーSí, en este, concretamente ーseñaló el que teníamos justo en frente. Cruzamos la calle después de que un lujoso Mercedes Benz nos saludara con un corto bocinazo. Danilo levantó una mano, respondiendo el saludo.ー La gente de por acá es muy amable.

Tenía mis dudas respecto a eso. Provengo de una familia que raya la pobreza y no confiaba en la gente rica. Y allí todos eran ricos, de eso no tenía ni la menor duda.

Una persona en la recepción del edificio nos tomó los datos y nos hizo firmar una planilla, luego nos permitió entrar. Supuse que la seguridad en este barrio debía ser intensa. Aún desconocía cuál sería exactamente mi trabajo, pero ya estaba empezando a sospechar de que no sería sencillo y que me había metido en un gran lío. 

Caminamos por un pasillo y Danilo me señaló un cartel amarillo que decía “En los pasillos hay cámaras”, luego señaló una de estas cámaras. Era pequeña, pero perfectamente visible. 

Subimos al ascensor acompañados de dos mujeres rubias, ambas muy hermosas. Deberían tener unos veinticinco años e iban cargadas con bolsas de compras. Ocuparon gran parte del ascensor con sus paquetes, Danilo tuvo que pararse en un rincón y yo lo hice justo delante de él, dándole la espalda. Me molestó mucho la actitud de las dos, se movían por el ascensor como si fueran dueñas del mismo. Acomodaron sus bolsas en donde se les antojó y eso hizo que yo tuviera que pegarme más a Danilo.

También me sorprendió la actitud del tipo, que hasta el momento se había mostrado muy simpático y amable. Él aprovechó la cercanía que había entre nosotros, puso una mano en mi estómago, cosa que me molestó, y apoyó su bulto contra mi cola, cosa que me molestó aún más. Sin embargo entendí que la culpa había sido mía, por andar coqueteando con él durante la entrevista laboral. Le había mostrado una teta completa, por accidente; pero lo que no fue tan accidental fue mostrarle hasta lo más profundo de mi escote. Danilo restregó su bulto contra mi cola y empecé a acalorarme. Él señaló otro de estos carteles, que decía: “En los ascensores NO hay cámaras”. Eso me tranquilizó un poco, al menos nadie estaría viendo cómo el tipo me arrimaba. 

Pude haberme apartado de él, pero no lo hice por dos motivos: no había espacio físico para hacerlo y tenía miedo que él se ofendiera y decidiera no darme el trabajo. Ya me había despedido de mi compañera de piso, y no pensaba volver con ella. 

Aguanté los roces de su bulto, que parecía crecer cada vez más, mientras las dos rubias me miraban de reojo y se reían de mí con poco disimulo. Hicieron comentarios sobre mi falta de criterio a la hora de elegir ropa. Mi blusa tenía algunas manchas de pintura y mi pantalón no estaba en mejor estado. Eso a mí no me importaba, las manchas de pintura le dan personalidad a la ropa de un artista; sin embargo a ellas les habrá parecido un horror. Toda su ropa combinaba y se notaba que era costosa, probablemente estaban usando algún pantalón hecho a medida o algo así. 

Por suerte ellas bajaron antes que nosotros. Eso me permitió alejarme de Danilo, aunque ya estaba algo acalorada. Llevaba mucho tiempo sin un contacto humano de esa clase y mis hormonas me habían traicionado un poquito. 

Unos segundos más tarde llegamos al último piso del edificio.

ー¿Acá es donde voy a vivir? ーPregunté mirando el pasillo y las puertas que había en él.

ーNo, vas a vivir en el piso de arriba. 

ー¿Arriba? ¿Pero si éste es el último piso? 

El edificio era muy alto, para ser de Argentina, donde lo más alto era un edificio de 54 pisos. Éste tenía 40, y ese era el último número en la botonera del ascensor. Sin responder, Danilo puso el pulgar en un pequeño rectángulo que parecía estar hecho de vidrio negro. Entendí que era un detector de huellas dactilares. Como por arte de magia, un panel se deslizó justo al lado del botón número 40, y apareció el 41. 

ーVamos a tener que configurar este panel para que puedas abrirlo ーme dijoー. Solamente vos, y ocasionalmente yo, podemos entrar a este piso. 

ー¡Wow! ¿Por qué tanta seguridad para llegar a mi departamento? ¿Tan importante es el trabajo que voy a hacer?

Él me dedicó media sonrisa, con tono burlón.

ーIsadora, vas a estar a cargo de todo el monitoreo de seguridad de SpyCam.

ー¿De todo el edificio?

ーNo, de todo el barrio.

El corazón me latió a mil por horas, y con buenos motivos. Era una pendeja de veinte años, sin mucha experiencia en la vida, y ahora este señor me decía que yo me iba a hacer cargo de toda la seguridad de un lujoso barrio. En ese momento supe que había algo raro. No entendía por qué me habían dado un trabajo tan importante, a mí. Con el tiempo llegué a entender el por qué, y acerté en eso de que en SpyCam ocurrían cosas muy extrañas. 

Pero a todo eso te lo voy a contar en otro momento, Melinda. Al menos ahora sabés cómo conseguí mi trabajo en la empresa de la que hoy soy la principal accionista y dueña. Tengo mucho para contarte, tanto que prefiero hacerlo de a poco. En el próximo video te voy a contar cómo fueron mis primeros días en este trabajo. Te quiero mucho, hija, y te mando un beso enorme. 


----------------------------------------

Si les gustan mis relatos eróticos, y quieren leer más, pueden apoyarme donando en mi página de Patreon. Esto me ayudaría mucho a dedicar más tiempo a la escritura. Quienes colaboren podrán leer mis relatos nuevos varias semanas antes de que los haga públicos. 




-----------------------------------------

Comentarios

La Mansión de la Lujuria

Aislado Entre Mujeres

Mi Vecino Superdotado

Intriga Lasciva - El Instituto

La MILF más Deseada

Strip Póker en Familia

El Fruto del Incesto (Malditas Uvas)

Terapia Sexual Intensiva

Transferencia Erótica

Libres en la Oscuridad

Venus a la Deriva [Lucrecia]

Ayudando a Mamá