Terapia Sexual Intensiva [13].

 




Modelo de la Foto: Chrissy Marie.


Capítulo 13.



Tuve mi primera experiencia lésbica.

Sí, Charly, ésta es una forma de admitirlo. Todavía estoy pensando en qué significa para mí el haber tenido sexo con una mujer, pero al menos ya puedo admitir que ocurrió y que no me arrepiento de haberlo hecho. La pasé bien. Eso es lo único que me importa por ahora.

Pero no estoy acá para hablar de lo que ocurrió con Beatriz, eso ya te lo conté. También se lo conté a Gabriela, con el mismo lujo de detalles que te dí a vos. La única diferencia es que ella se masturbó durante todo el rato y vos… bueno, vos sos un objeto inanimado y te limitaste a hacer lo que hacen los objetos inanimados. 

Fue lindo ver a Gaby pajeándose. Sí, ya sé que la vi hacerlo muchas veces; pero nunca deja de ser una experiencia agradable. Mi hermana tiene un aura sexual muy potente y verla desnuda siempre activa las hormonas de todos los que la rodean, sean hombres o mujeres. Por eso no me siento culpable si termino excitada después de ver a Gabriela colándose los dedos. ¿A quién no le pasaría lo mismo? 

Gabriela dijo que no se imaginaba que yo terminaría chupándole la concha a Beatriz. A pesar de que prácticamente me empujó a hacerlo, Gaby creía que yo saldría corriendo de la casa de esa mujer, para nunca más volver. Se quedó muy sorprendida cuando le conté cómo le chupé la concha. 

De todas maneras yo no le conté esto a Gabriela para ver cómo se pajeaba (eso fue un efecto colateral). Lo que yo quería era que ella cumpliera con su parte del pacto.

―Me prometiste que me ibas a dejar ver tu cuenta de Twitter ―le recordé, cuando terminé de contarle todo.

Pensé que Gaby opondría un poco de resistencia, que se haría la difícil, sólo por cumplir con su rol de “Hermana menor insoportable”, algo que le sale de maravilla. Pero no fue así, hasta pareció alegrarse de que yo pudiera ver su Twitter. Ahí mismo entró a su cuenta y me desbloqueó. Me dijo que la próxima vez que yo la buscara, podría acceder a todo el contenido. 

Sabiendo eso, volví a mi pieza y me desnudé. Estaba super cachonda y tenía ganas de pajearme un rato. Conozco a Gaby lo suficiente como para saber que en su Twitter debía haber más de una foto medio subida de tono. Me imaginaba que habría varias fotos de ella en tanga, por eso no me sorprendí cuando entré con mi celular y lo primero que vi fue su enorme culo entangado. Ella estaba recostada de lado en la cama, dándole la espalda a la cámara, vistiendo una diminuta tanga roja que se le metía entre los labios de la concha. Eso sí me sorprendió un poco. Imaginé que Gaby incluso podría animarse a mostar las tetas en Twitter; pero la concha… no se me cruzó por la cabeza. 

Mi asombro no hizo más que crecer. En otra de las imágenes se la podía ver muy sonriente, mirando directo a la cámara, con las piernas separadas; estaba completamente desnuda y se abría la concha con dos dedos. Ahí entendí por qué Gaby tiene miles de seguidores en Twitter, la muy yegua muestra toda la concha, sin ningún tipo de pudor.

Por supuesto, esto fue suficiente como para fomentar mi calentura. Comencé a pajearme mientras miraba las fotos de mi hermana. Ella estaba loca por mostrarse de una manera tan explícita en las redes sociales, y eso me causaba un morbo inmenso. Tal vez meses atrás descubrir estas fotos hubiera dado inicio a una discusión, le habría gritado “puta barata” en toda la cara; pero ahora solo podía pensar en lo linda que estaba, en cuatro, mostrando todo el orto y la concha a sus miles de seguidores. 

Seguí buscando entre sus publicaciones más antiguas y encontré una que me calentó un montón, se veía a Gaby con una pija erecta en la boca, y grandes cantidades de semen chorreando por su barbilla. No necesitaba ser una experta en pijas para darme cuenta de que se trataba de la de Rubén, yo también se había chupado. Saber que yo me había comido esa misma verga me hizo sentir tan puta como Gaby, al menos por un segundo. 

También me llevó a pensar que si mi hermana se había atrevido a publicar una foto tan sexualmente explícita, entonces no habría límites. Su Twitter debía estar lleno de pornografía. El corazón se me aceleró. Siempre supe que Gabriela es puta, pero nunca imaginé que sería una puta famosa. Bueno, si se le puede llamar “fama” a tener miles de seguidores que, probablemente, estén usando perfiles falsos y anónimos. 

Ahí caí en la cuenta de que yo estaba revisando su perfil con mi cuenta oficial de Twitter, esa misma en la que anunciaba dónde trabajaba. De todas maneras la cuenta de Gaby es privada, ella tiene que aceptar a la gente para que puedan ver qué clase de contenido sube. Eso me tranquilizó un poco. Al menos no recibiría una llamada de mi gerente preguntándome por qué a mi hermana se le daba por subir videos donde se la estaban garchando

Sí, Charly, eso también encontré. Me hice una linda paja mirando un corto video en el que Gabriela estaba en cuatro y en primer plano filmaban cómo se la cogía. Esta vez no reconocí la verga, supuse que sería alguno de sus tantos amantes. 

Viendo todo el contenido sexual que sube, hasta se me hace raro que no la hayan contratado para filmar alguna película porno. Creo que Gabriela encajaría muy bien en la industria pornográfica. Y dudo mucho que mis padres, después de verla desnuda tantas veces, tuvieran problemas en que su hija se dedicara a eso. 

Después de que terminé con mi necesaria masturbación, seguí mirando el Twitter de Gaby, solo por curiosear. Me encontré con algo que me dejó totalmente helada. Era otra foto de mi hermana con una buena verga en la boca… y casi al instante pude identificar al dueño de ese miembro viril: era mi papá. No se veía más que su verga; pero… ¡era él, lo juro! Gaby había llegado al punto de subir una foto a internet mientras le chupaba la verga a su propio padre. ¡Una locura total! 

Y eso no fue todo. Me encontré con un video, de unos quince segundos, donde Gabriela chupaba una concha con mucho entusiasmo. Era la de Beatriz. ¿Estaría enterada de que su concha aparecía en Twitter? Lo dudaba mucho, probablemente Gaby le había pedido que grabara eso, porque era obvio que era la misma Beatriz la que filmaba, y luego mi hermana lo subió a Twitter sin pedir permiso. Porque no creo que, ni por asomo, Beatriz pudiera acceder a semejante exposición. No, una mujer que se rehusaba a quedar como una lesbiana, jamás subiría un video en el que una mujer le chupaba la concha. Y es cierto que a Betriz no se le veía la cara; pero sí se le veía todo lo demás, hasta las tetas. Incluso se veían algunas cosas de su living, como sus sillones y una lámpara de pie. Algún conocido podría identificar esos objetos (como lo hice yo) y deducir que se trata de Beatriz. 

Sí, Charly, lo admito, volví a pajearme… esta vez mirando cómo mi hermana le comía la concha a Beatriz. Es que… Gabriela es super sensual cuando lo hace, me encantó, y creo que aprendí bastante al verla. Me gusta la forma en la que juega con el clítoris usando su lengua. Volver a chupar una una concha no está en mis planes, pero en caso de hacerlo, me gustaría aplicar lo que aprendí mirando a Gaby.  

De todas maneras necesitaba respuestas, por eso fui a charlar con mi hermana… y no me tomé la molestia de vestirme. Fui hasta su dormitorio y lo encontré vacío. En el living comedor tampoco había nadie, ni siquiera pude encontrarla en el baño. Eso solo me dejaba dos opciones: o había salido o estaba en el cuarto de mis padres. 

Fui hasta el dormitorio de mis padres y, efectivamente, allí estaba… acompañada de mi mamá. 

Te juro que fue una de las escenas más impactantes de mi vida, Charly. Las dos estaban la cama, completamente desnudas. Mi mamá estaba acostada boca arriba, mirando el techo. Gaby estaba boca abajo junto a ella. Con una mano tocaba la concha de Zulema. ¡Le estaba colando los dedos a su propia madre! El corazón se me subió a la garganta. Y ésto no era todo, sino que además Gaby le estaba chupando un pezón. Mi mamá gemía suavemente. Cuando miré mejor me di cuenta de que ella también estaba tocando a su hija. Los dedos de Zulema entraban y salían de la preciosa concha de Gabriela. Era como… como si estuvieran cogiendo. Solo les faltaba chuparse las conchas. 

No quise interrumpirlas… no me atreví. Me quedé parada junto a la puerta, sin hacer ruido, observando todo lo que hacían. Los gemidos de mi madre se volvieron más intensos y ella comenzó a sacudirse en la cama. Supe que Gaby le estaba provocando un orgasmo. No te puedo explicar el revoltijo que sentí en la boca del estómago, Charly. Fue como estar en una montaña rusa. 

Las miré un ratito más, pero tuve que salir corriendo, no quería que me vieran. Eso hubiera forzado una charla en la que mi madre intentaría explicarme por qué permitía que una de sus hijas le metiera los dedos y le chupara las tetas hasta provocarle un orgasmo. Prefería evitar a toda costa esta clase de conversaciones.

Volví a mi pieza y empecé a escribir en tus páginas, Charly, así que de momento no tengo nada más para contar. Sin embargo todavía tengo pendiente una conversación con Gabriela, y quiero tenerla a solas con ella.

Ahora voy a volver a hacerme una paja. Sí, ya sé… me clavé tres pajas al hilo. Soy una pajera. Pero no puedo evitarlo, en mi vida están pasando cosas muy locas y la mayoría me excitan un montón. Aunque también me confunden mucho. Todavía no sé hasta dónde es capaz de llegar Gabriela con su particular filosofía de vida.


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Hola, Charly. Por fin pude tener una charla con mi hermana acerca de las fotos y videos que publica en Twitter. 

Hoy estaba por ir a terapia, pero a último momento, justo antes de salir de mi casa, vi a Gabriela saliendo desnuda del baño. 

―Che, quiero hablar con vos ―le dije.

―¿Es sobre Twitter?

―¿Cómo sabés? 

―Me imaginé que ibas a tener preguntas sobre eso.

―¿Podemos hablar?

―¿No tenés que ir a ver a tu psicólogo?

―No sería la primera sesión que suspendo, Germán ya está acostumbrado. 

―En mi opinión, ya no deberías ir al psicólogo, ese tipo no te va a decir lo que realmente necesitas para ser feliz.

―¿Y qué necesito para ser feliz?

―Coger, y mucho. Se nota que es eso lo que te estaba haciendo falta. Desde que cogimos en la quinta de Rubén, te noto más animada. Incluso lo de Beatriz te dejó con más pilas.

―Puede ser…

―Vení, vamos a mi pieza. Mamá me prestó su juguetito, y quiero darle un buen uso.

Entramos a su cuarto y lo primero que me encontré fue el consolador de mi madre en el medio de la cama. Gabriela se acostó, agarró el juguete y me lo ofreció. 

―¿Me podés dar una manito con esto?

Sí, entendí perfectamente lo que ella me estaba pidiendo. ¿Vos pensás que me negué? 

Me senté en la cama, junto a ella, tomé el dildo y lo orienté hacia su concha, ella se la abrió con los dedos y empecé a introducirle el juguete lentamente. Gabriela ya estaba lubricada y dilatada, seguramente estuvo masturbándose mientras se bañaba… y ahora buscaba el plato fuerte.

Miré fascinada cómo el dildo se le iba perdiendo en la concha. ¡Qué espectáculo más maravilloso, Charly! Además Gaby empezó a gemir suavemente, y eso me motivó a empezar a mover el dildo, para brindarle más placer. Sí, sé que suena de locos decir que le di placer a mi propia hermana usando el consolador de mi madre; pero así fue. 

―¿Qué me querías preguntar, específicamente? ―Dijo Gaby, mientras yo le metía lentamente el consolador.

―Em… no me voy a meter en por qué subís fotos desnuda, o de índole tan sexual; porque es tu vida y hacés lo que quieras con tu cuerpo.

―Gracias por entenderlo.

―Sin embargo algunas imágenes me confundieron bastante.

―¿Como cuáles?

―Por ejemplo, hay una en la que tenés una verga en la boca, y no tardé mucho en darme cuenta de que esa es la verga de papá.

―¿Te molesta la foto?

―No, me molesta, pero… ¿cómo fue que se dio eso? Quiero que seas sincera conmigo, Gabriela. Te prometo que no me voy a enojar. ¿Le chupás la pija a papá? Sé que lo hiciste al menos una vez, y puede que dos o tres. Pero… ¿lo hacés con frecuencia?

―¿Y qué te hace pensar eso? ¿La foto?

―No, no solo por la foto. Es por las libertades que él se toma con vos, por la forma en la que te toca la concha… me da la impresión de que esos toqueteos ya dejaron de ser algo para “acostumbrarse” a la desnudez, como me habías dicho. Creo que ya tienen otra intención. 

―¿Y qué querés que te responda, Julieta? No importa lo que te diga, no me vas a creer.

―Si noto que sos sincera, te voy a creer.

―¿Vos pensás que yo adquirí la costumbre de chuparle la pija a papá?

―No sé… tal vez nunca llegaste tan lejos como para que se vuelva una costumbre. Pero a mí se me hace que se la chupaste mucho.

―¿Cuánto sería mucho? ¿Cinco, diez, quince veces?

―No sé, Gaby… pero sé que lo hiciste más de dos veces. 

―Lo dejamos acá, Juli ―dijo, sacando el consolador de su concha―. Ya no quiero seguir hablando de esto. 

―Pero… creí que tenías confianza conmigo. Si de verdad es algo que pasa frecuentemente, me gustaría saberlo.

―Tenemos confianza; pero quizás estás pidiendo demasiado… o tal vez sé que cualquier cosa que diga no te va a convencer. 

Me enojé tanto con ella que me levanté y salí de la pieza, hecha una furia. Se estaba comportando como una idiota otra vez, y eso me dolía más que nunca. Después de las cosas que hice, impulsada por ella, creía que ya habíamos conseguido suficiente confianza como para contarnos lo que sea. Pero se ve que me equivoqué. Lo que más miedo me dio fue la posibilidad de perder la única buena amiga con la que podía hablar de cosas tan íntimas como el sexo.

Volví a mi pieza, ya no tenía ganas de ir al psicólogo, aunque seguramente lo necesitaba más que nunca. 

No sabía que hacer, me quedé masticando bronca y no tenía idea de cómo ocupar mi cabeza. Intenté distraerme con algún jueguito del celular, pero fue inútil. Unos minutos después se me dio por revisar el Twitter de mi hermana, por dos motivos: averiguar si no me había bloqueado otra vez, y buscar alguna otra foto en la que pudiera aparecer mi papá.

No me había bloqueado, eso me quedó en claro al instante… y no fue necesario ponerme a buscar fotos. Habían pasado apenas tres minutos desde que Gabriela subió algo nuevo a su cuenta de Twitter. Se trataba de un video de un par de minutos de duración. Iniciaba con ella mirando a la cámara, con sus preciosos ojos. Estaba en tetas, lo que le daba una imagen de ninfa sexual que me excitó de inmediato… aunque estuviera enojada con ella. Una verga erecta apareció en primer plano, el video había sido grabado desde la perspectiva del hombre. Cuando Gaby abrió la boca y se tragó el glande, caí en la cuenta de que se trataba de la pija de mi papá. Me quedé aturdida, mirando cómo ella chupaba con devoción, tal y como había chupado pija aquella tarde en la quinta de Rubén. Era una maestra petera, las actrices porno no tenían nada que envidiarle. 

El video se puso mucho más morboso cuando la verga de mi padre comenzó a escupir semen en grandes cantidades, el cual terminó cubriendo toda la cara de Gabriela. Ella recibió la leche con una sensual sonrisa y se tragó buena parte de ese líquido blanco. 

Cuando el video comenzó a reproducirse otra vez, se me dio por leer el texto que mi hermana había puesto, acompañando el video; decía: “No sé todas las veces que me comí esta pija, sólo sé que me encanta chuparla”. 

Con eso casi me explota el cerebro. Era un mensaje dedicado a mí. La gente que seguía a Gaby en Twitter creería que ella hacía referencia a algún amante casual. Pero yo sabía perfectamente que estaba admitiendo que tenía por costumbre chuparle la pija a mi viejo. 

La calentura que me agarró en ese momento fue tal que me quité toda la ropa en cuestión de segundos y empecé a pajearme, mientras miraba el video una y otra vez. 

Estaba en pleno proceso masturbatorio cuando la puerta de mi pieza se abrió. No me sobresalté, sabía que se trataba de Gabriela. Por supuesto tampoco me dio vergüenza ser sorprendida con las piernas abiertas y los dedos dentro de la concha. Ya superé esa etapa, si mi hermana puede ver cómo me clavan una pija, también puede ver cómo me pajeo.

―¿Sabés cuál es tu problema? ―Preguntó, aún tenía el consolador en la mano―. Pensás demasiado las cosas. Dramatizás todo.

―Pero… lo de Beatriz.

―Sí, ya sé que le chupaste la concha a Beatriz; pero estoy segura de que habrás hecho un drama con eso también. Seguramente lo habrás escrito en tu diario.

Bueno, Charly, a vos no te puedo mentir, porque eso está entre tus páginas.

―¿Y eso qué tiene que ver? ―Le pregunté.

―Que no disfrutás a pleno de nada, porque le das mil vueltas a todo. 

―Sí, lo sé… y de verdad me encantaría poder disfrutar cómo vos lo hacés, sin tantos prejuicios. Pero me cuesta.

―Puedo ayudarte a disfrutar mucho… si es que no vas a hacer un drama por eso ―me dijo, con una sonrisa sensual. Decí que sí y no lo pienses tanto. Ni siquiera te voy a preguntar si estás segura, vos dame el sí y te prometo que la vas a pasar muy bien.

―Está bien, vení… ayudame a disfrutar.

El corazón se me puso a mil cuando ella comenzó a acercarse a mí, trepó por la cama y con ambas manos me acarició las piernas, con la intención de separarlas aún más. La miré a los ojos, como si le estuviera preguntando qué tan lejos pretendía llegar; pero no me animé a verbalizar la pregunta. Hubiera sido caer en lo mismo que Gaby me criticaba. Dejé que ella hiciera lo que se le diera la gana.

Empezó frotando mi clítoris con sus dedos, esto ya lo había hecho antes, así que no me impactó tanto; pero aún me sigue pareciendo de locos que mi hermana me pajee. Además es muy buena haciéndolo, y siempre una paja hecha por ella será mejor que las que me hago yo solita. 

Acá es cuando la cosa tomó otro color, Charly. Sabía que iba a pasar, pero no hay forma de estar preparada para algo así. 

La lengua de Gabriela se acercó a mi concha y, sin ningún preámbulo, comenzó a recorrer cada rincon de mi sexo. Cuando se centró en el clítoris casi exploto de la calentura. Empezó a chuparme con esa misma maestría con la que se la chupó a Beatriz. Verlo en un video fue morboso, pero sentirlo en carne propia estaba como mil niveles por encima.

Sí, sabía que mi hermana me estaba chupando la concha, y eso es incesto. Sin embargo… tenía la mente en blanco, no quería pensar en las consecuencias ni en lo que estaba bien o mal. Solo quería que me comieran la concha… y Gaby lo estaba haciendo de maravilla. 

―No sabés las ganas que tenía de hacer esto ―me dijo―. Me calienta mucho tu concha.

―¿De verdad?

―Sí, te lo juro. Me hice como mil pajas imaginando que te comía la concha. 

―Y yo… te confieso que me gusta mucho verte desnuda, me calienta. Tenés un cuerpo precioso, Gaby. Con vos descubrí que me calientan las mujeres. ―Su lengua hizo tan buen trabajo que solté un potente gemido―. ¡Ay, sí! ¡Quiero que me chupes toda! Vamos a coger, Gaby… quiero coger con vos. Me importa todo una mierda, me quiero coger a mi hermana.

―Y yo también… desde hace mucho. ¿Me vas a comer la concha?

―Te la voy a comer toda, no pienso perderme la oportunidad de probar esa concha tan hermosa que tenés. Vení para acá.

Así fue que nos acomodamos para iniciar el mejor sesenta y nueve lésbico del mundo. Tenía toda su concha concha la cara, su olor a mujer en celo me embriagó. No te puedo explicar todo lo que sentí en ese momento, Charly, fueron demasiadas cosas juntas. Para colmo Gaby no tardó ni un segundo en volver a chuparme la concha. 

Esto me ayudó mucho a dejar mis miedos y prejuicios de lado, ya estaba decidida; pero ayudó mucho que ella me brindara tanto placer. Así que me mandé a hacer eso que todos los seguidores de Gaby sueñan con hacer: le pasé la lengua por toda la concha. Estaba super mojada y me encantó probar sus jugos. Me prendí de su clítoris de forma torpe y desesperada, no pude pensar en hacerlo bien, como ella me lo hacía a mí, yo solamente me limité a lamer todo con fervor. 

También aproveché la oportunidad para chuparle el culo. Sé que por ahí pasaron muchas pijas, y eso me da mucho morbo. 

―Tomá ―me dijo, alcanzándome el consolador―. Metémelo en el orto, sin miedo, que ya tengo el culo bien hecho.

―De eso no tengo dudas, sos tremenda puta, Gaby… y me encanta. ¡Quiero ser igual de puta que vos! 

―¿Si?

―Sí, ya fue, quiero ser puta como vos, que me garchen mucho. 

Después de este momento de sincericidio, solo me quedaba ir hacia adelante… bueno, hacia atrás, en el caso de Gaby, porque esta vez al consolador se lo metí por el orto. No sabés lo lindo que fue, Charly… verlo entrar en ese culo tan hermoso, mientras le lamía la concha. Ella se movía encima mío y todo el roce de su cuerpo me calentaba aún más. Ahora entiendo a las lesbianas, sé por qué les calienta tanto coger con otras mujeres. No creo que llegue a ser lesbiana, aunque no me importaría estar más de una vez con una chica. Sin embargo la pija me sigue gustando, ¡y mucho!

Con mi hermana nos soltamos en el desenfreno sexual. Ella me preguntó si quería que me metiera el consolador, pero sinceramente a mí me calentaba más metérselo a ella por el culo. No tardamos mucho hasta alcanzar nuestros primeros orgamos. Nos sacudimos y gemimos juntas, mientras nos succionábamos las conchas. ¡Fue hermoso!

Cuando por fin quedamos satisfechas, ella se acostó a mi lado y comenzamos a besarnos en la boca, con mucha ternura.

―La pasé muy lindo ―aseguré.

―Espero que no lo conviertas en un drama, al fin y al cabo vos querías coger conmigo… y yo quería coger con vos. ¿Cuál es el problema?

―Que somos hermanas…

―Claro, y la sociedad dice que no hay que coger entre hermanas… pero yo la pasé tan bien con vos, Juli, que me importa una mierda lo que opine la sociedad. Sé que ahora estás caliente y eso te ayuda a no dramatizar tanto. Te pido por favor que cuando se te pase la calentura, no hagas tanto drama. ¿Si?

―Voy a hacer mi mejor intento.

Bueno, Charly… acá estoy escribiendo en tus páginas, y como verás no estoy haciendo tanto drama. Lo que pasó, pasó. Ya no lo puedo cambiar… y como bien dijo Gaby, yo estuve de acuerdo con que pasara. Aunque también debo admitir que sigo caliente. Ya sabés que mientras escribo yo suelo hacer algunas pequeñas pausas para pajearme un poquito, y esta vez no es la excepción. Cuando se me pase la calentura intentaré leer otra vez esto que estoy escribiendo, para recordarme a mí misma que no tengo que dramatizar tanto la situación. 

Pero bueno, ahora no es momento para ponerme con estas cosas, porque me desvío del tema. La charla con mi hermana siguió, mientras estábamos las dos desnudas en mi cama, dándonos besitos y acariciándonos las conchas.

―Entonces es cierto ―le dije―, a papá se la chupaste muchas veces. 

―Unas cuantas. ¿Te molesta?

―No, después de lo que hicimos no puedo decir que me moleste. Aunque sí me resulta raro, chocante. El otro día te vi con mamá, en la cama de ella. Se estaban tocando… no me quedé mucho, pero llegué a pensar que tal vez hicieron algo más que solo tocarse.

―Si te hubieras quedado más tiempo, hubieras visto cómo le comí la concha. A mamá le encanta que le chupe la concha.

Eso hizo que el corazón me diera un vuelco.

―¿En Twitter hay videos de ella?

―Sí, aunque hace mucho que no subo uno chupándole la concha a mamá. Ella no tiene drama, le calientan las cosas que dicen y no se le ve la cara. Nadie va a sospechar que esa es la concha de mi mamá.

―Tendré que buscar esos videos.

―Después te los paso… y te puedo pasar otros, donde sí se le ve la cara… mientras ella me come la concha a mí.

―¿Ella también? 

―Sí, pero ojo, esto no es algo que pasa siempre. De hecho, empezó a darse hace poquito. Ellos no se animaban a que yo les chupara la concha o la pija. Pero bueno, cuando vieron que a vos no te molestaban ciertas cosas, se lo tomaron con más calma. Hace un par de días papá me agarró por detrás y me pegó una empernada tremenda.

―¿Te cogió?

―No diría que me cogió; pero sí me clavó la pija… entera. Yo me quedé un ratito ahí, disfrutando de esa verga, mientras me pajeaba. Me gustó que me tomara por sorpresa, nunca se había animado a tanto. Después me puse de rodillas y se la chupé, hasta hacerlo acabar. A él y a mamá les calienta verme con la cara llena de leche.

―¿Mamá también estaba?

―Sí, es más, a papi le hicimos algunos petes entre las dos. 

―Creo que nunca me animaría a hacer una cosa así. Sin embargo no me quiero meter en la relación que vos tengas con ellos, por eso voy a intentar no opinar. Aunque… me gustaría que me cuentes si pasa algo más. 

―Con una condición.

―¿Cuál?

―Si querés que te cuente algo, tenés que coger conmigo.

―¿Vos pensás que esto va a pasar otra vez?

―Sí, ¿por qué no? ¿Acaso creías que esto era cosa de una sola vez?

―No lo sé… lo tengo que pensar. 

―¿Ves? Ya estás otra vez con lo mismo. 

―Está bien, está bien… de todas formas yo puedo elegir si hacerlo o no.

―Claro, eso depende de qué tantas ganas tengas de enterarte de las cosas que puedan o no pasar. De momento te conté todo… bueno, casi todo.

―¡Contame! ―Exclamé―. Si querés te chupo la concha otra vez, ahora mismo, pero contame.

―Empezá a chupar y te cuento.

Hice lo que ella me pedía, metí la cabeza entre sus piernas y, con mucho gusto, empecé a comerle la concha. Me encantó volver a sentir su clítoris contra mi lengua.

―Es algo cortito ―dijo, mientras yo lamía―. Ayer estaba con mamá, haciendo un lindo sesenta y nueve, en mi pieza. Nos estábamos comiendo las conchas, como vos me lo estás haciendo ahora. En un momento se abrió la puerta, pensamos que podías ser vos; pero en realidad era papá. Cuando nos vio en pleno garche, quiso sumarse. Se acercó a la cama, mamá estaba abajo, y yo arriba. Me acercó su rica pija y empecé a chupársela, mientras mamá me seguía lamiendo la concha. Cuando papi la tuvo bien dura, la apuntó hacia el culo de Zulema. Ya te dije, a mamá le encanta por el orto. Le entró enseguida. Fue re lindo ver cómo le rompían el orto mientras nos chupábamos las conchas la una a la otra. Algún día me gustaría que nosotras hagamos lo mismo, quiero que me den por el orto mientras me comés la concha. Estoy segura que Rubén no tendría ningún drama en hacernos el favor…

―¿Y qué pensaría él si nos ve chupándonos las conchas?

―Le calentaría, estoy segura. Rubén es un tipo de mente muy abierta.

―Entonces acepto. 

―Listo, no te vayas a arrepentir, porque ya mismo me pongo a organizar todo. La próxima vez que vayamos a la quinta de Rubén, nos van a garchar a las dos juntitas…

Y eso fue todo, Charly… porque contarte lo demás sería redundante. Nos quedamos chupándonos las conchas un rato más, hasta que nos dimos por satisfechas.

Ahora sí que tuve mi primera experiencia lésbica, con todas las letras. Porque más allá de chupar una concha, esta vez me la chuparon a mí también. La pasé de maravilla y no quiero pensar demasiado en el asunto. También sé que Gaby se está zarpando un poquito con mis viejos, pero ya dije que no me voy a meter en eso. Si les hace feliz, que lo hagan. 

Después me voy a poner a mirar los videos que me pasó Gaby, ya estuve chusmeando un poquito y puede ver a mi mamá chupándole la concha. No la tenía tan putita a Zulema. Además pude ver otro video en el que Gaby le hace un pete a mi papá, y además se deja meter un ratito la pija por la concha. La muy puta no me dijo que eso había pasado más de una vez. Fue muy morboso verlo. Mi papá tiene una pija re linda…

No, Charly. No quiero que mi papá me meta la pija, tampoco se la quiero chupar. No empieces a joderme ahora. 

Mejor dejémoslo acá, porque ya te conozco. Pasé una linda tarde con Gabriela y no quiero que nada me arruine el momento. Chau, hasta la próxima.  


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