Intriga Lasciva - El Instituto [53].

 

Capítulo 53.


La Putita del Decano.






La reunión del club de detectives se llevó a cabo en una heladería, a petición de Oriana. «Una pequeña salida nos puede ayudar a despejarnos un poco y a aclarar nuestras ideas».

Durante el trayecto Sofía y Yelena les contaron lo que pudieron averiguar de las colaboradoras de Roxana.

—Estamos progresando mucho —dijo Siara, entrando a la heladería—. Tenemos que hacer una lista de sospechosos. ¿Quién podría ser el profesor que era dueño de Uvisex?

—Mi principal sospechoso es Mario Dalessi, el decano —dijo Erika, miró la lista de sabores de helado y le dijo a la empleada—. Quiero: Crema del cielo, chicle y chocolate con ositos.

—¿Chicle? ¿Hay helado con sabor a chicle? —Preguntó Oriana, incrédula ante la selección de sabores de su amiga.

—Por supuesto. Deberías probarlo —aseguró Erika.

Oriana frunció la nariz, no le apetecía probar un helado que tuviera gusto al “tuti fruti” artificial de un chicle. Ella prefería sabores más clásicos, como frutilla o chocolate.

—¿Qué es “chocolate con ositos”? —Preguntó Yelena.

—Es chocolate con ositos… de chocolate, rellenos con dulce de leche.

—Oh, suena interesante. Lo voy a pedir.

—Ah, Siara… ¿me pagás el helado? —Preguntó Erika—. Me olvidé la billetera en casa.

—Sí, claro. Yo quiero Sambayón, quinotos al whisky e higos al oporto.

—También podrías pedirle que te agregue una pastilla para la artritis —ironizó Erika. Siara la miró seria.

—Siara ¿estás segura de que tenés solo dieciocho años? —Le preguntó Xamira—. Mi abuela pide esos mismos sabores.

—Me gustan —sentenció Siara, encogiéndose de hombros—. Y vos Erika… tenés que prestar más atención. Nunca vas a ser una adulta responsable si salís de tu casa sin la tarjeta.

—Lo sé, mamá… lo sé —Erika puso los ojos en blanco y fue a elegir un lugar para sentarse.

Se quedó allí en silencio, mirando por la ventana mientras las demás pedían su helado. Le llegó el turno a Sofía y a Xamira, las dos pidieron sabores comunes, “aburridos y sin gracia”, como les dijo Erika desde su asiento.

—¿Alguien más la nota rara? —Preguntó Oriana.

—Siempre fue rara —dijo Siara.

—Exacto. Es una chica muy excéntrica, que siempre está feliz; pero hoy la noto... apagada.

—Quizás solo está cansada —dijo Xamira—. Este asunto de Uvisex nos consume mucha energía. ¿Quién más sospecha del profesor Antonio Domínguez? —Sofía se puso tensa. Tomó su helado y fue a sentarse junto a Erika—. ¿Ven como se puso? Ella sabe algo.

—¿Por qué sospechás de ese profesor en particular? —Preguntó Yelena.

—Porque es el profesor al que Sofía y Brenda Ramallo le chuparon la verga —Xamira dijo esto en voz baja, pero aún así notó cómo la empleada de la heladería se sonrojaba. Quizás no era el mejor lugar para tratar estos temas.

—Tampoco podemos descartar a Rogelio Zapata, el conserje —dijo Siara—. Sabemos que ese tipo tiene más poder del que aparenta.

Una vez que todas tuvieron su helado, se sentaron en la mesa que eligió Erika. Lejos de los atentos oídos de la empleada de la heladería, siguieron con sus conjeturas. Siara fue la primera:

—Otros que deberíamos sumar a la lista son: Mauro Nievas, José María Carrasco, Gastón Renzutti y Diego Ferreyra. Los demás profesores son demasiado nuevos como para formar parte de esto.

—¿Diego Ferreyra es el profe de historia? —Preguntó Yelena—. A ese hay que descartarlo. Es rubio. Sabemos que el tipo tiene cabello oscuro. Aunque me daría mucho morbo verlo grabando una peli porno, es re lindo. Me puede dar por la cola cuando quiera… hacemos un vuelta y vuelta.

—Y quizás lo haga, si se lo proponés —dijo Oriana—. Los rumores dicen que es gay.

—¿En serio? ¿Ese culito hermoso ya recibió pija? Ay, me pongo loca…

—¿Por qué no hablan de eso en otro momento? —Interrumpió Siara.

—Sí, perdón, me zarpé con el comentario —se disculpó Yelena.

—No es por eso. Después de todo lo que pasamos juntas… ¿mirá si me va a molestar que le quieras entregar el orto a un profesor? Me parece genial, ojalá se te de con el profe Diego. Pero… nos estamos desviando del tema que realmente nos importa.

—Sí, tenés razón. Sigamos.

—Muy bien, sacamos a Diego Ferreyra de los sospechosos. Los demás se quedan en la lista. Aunque no tengamos nada que los vincule a Uvisex, tampoco podemos descartarlos —dijo Siara.

—Insisto con Antonio Domínguez —dijo Xamira—. Ya sabemos que se hace chupar la pija por algunas alumnas. ¿No es así, Sofía?

—¿Por qué la tienen contra mí? Yo las estoy ayudando…

—No te estoy atacando —Xamira la miró con toda la amabilidad que pudo—. Vos conocés más a ese profesor…

—Y al decano también —dijo Erika. Ya tenía la cara manchada con helado—. ¿Creés que ellos podrían estar detrás de Uvisex?

—¿El decano? no lo creo. Su hija, María Fernanda, hace porno para Uvisex —dijo Oriana. Las demás asintieron, ya sabían eso—. Si su padre llegara a enterarse…

—Quizás ya lo sabe —sugirió Yelena—. Por ahí sabe que su hija es parte, porque él mismo lo pidió. Si tiene alguna fantasía erótica con su hija, bueno… sería una buena forma de conseguir material porno de ella.

—Mmm… podría ser —dijo Siara, pensativa—. Sofía, ¿creés que Mario Dalessi tenga fantasías sexuales con su hija?

Sofía se quedó en silencio durante unos segundos, lamió el helado tres veces y después dijo:

—Definitivamente, sí. Me da mucha vergüenza decirlo, pero… hace poco me cogió otra vez. Me pidió que me pusiera la ropa que él me dio y que me atara el pelo de una forma particular. La ropa era de María Fernanda… y el pelo también. Además yo soy rubia, como ella…

—¿Así que el tipo te metió la pija mientras fantaseaba que se cogía a su hija? —A todas les sorprendió que ese comentario viniera de Oriana—. Perdón, es que… me da un poquito de morbo. No me miren así.

—Si el tipo sabe que su hija está en Uvisex, lo podemos demostrar fácil —dijo Siara—. Simplemente se lo tenemos que hacer saber… y ver cómo reacciona. Ori… ¿las cámaras ocultas de la oficina del decano siguen funcionando?

—Sí.

—¿Cómo que hay cámaras ocultas? ¿Ya vieron…?

—No vimos nada —dijo Oriana—. Porque hace rato que el decano dejó de interesarnos. Hace rato que no reviso esas grabaciones. De todas maneras, lo que haya pasado ahí en las últimas semanas, tiene que estar filmado. ¿Por qué? ¿De qué nos vamos a enterar?

Sofía se mordió el labio inferior.

—No tiene sentido que les cuente, si igual lo van a ver.

—¿Vale la pena verlo ya mismo? —Preguntó Oriana.

—Sí, mucho.

—Reunión en casa de Siara y matarnos a pajas mientras vemos cómo el decano se coge a Sofi —dijo Erika, mientras apuraba el helado, haciendo un enchastre monumental.


——————


Treinta minutos más tarde estaban todas en el cuarto de Siara. Sofía quedó sorprendida, era como un departamento monoambiente de lujo, con cama, sillas mesas, sofá, televisor y repisas llenas de libros y adornos. Y esto era solo un dormitorio dentro de una gran mansión. Tan solo el dormitorio de Siara era más grande que todo su departamento. Sofía no pudo evitar sentir envidia.

—Si quieren se pueden poner cómodas —dijo Siara, a la vez que se desprendía la camisa. En pocos segundos quedó con las tetas al aire, vistiendo solo una diminuta tanga blanca.

—¡Uy… fiesta de tetas! —Exclamó Erika, quien parecía haber recobrado su buen humor habitual.

Ella también se quitó toda la ropa, quedando solo con su pequeña tanguita rosa. Saltó de emoción, haciendo rebotar sus enormes pechos.

—Vamos, chicas… ustedes también… ustedes también. Quiero ver esas tetas.

Todas sonrieron, de pronto Erika parecía haber recobrado su entusiasmo habitual.

La sonrisa de Sofía sorprendió a las demás y se quedaron atónitas al ver que fue la siguiente en desvestirse… y para colmo, se quedó completamente desnuda.

—No tengo las tetas que tiene ustedes, pero tengo esta… de la que estoy muy orgullosa.

Señaló su concha con ambas manos.

—Y me parece perfecto, tenés una concha preciosa —le dijo Erika—. Una de las más lindas que vi en mi vida.

—Gracias —Sofía volvió a sonreír, sabía que Erika lo decía en serio.

Xamira y Oriana también se desnudaron por completo. Xami ya no se sentía tan intimidada por las enormes tetas de sus amigas, porque ninguna tenía un culo tan perfecto como el de ella, ni un abdomen tan marcado.

La única que no se quitó la ropa fue Yelena. Erika la miró fijamente.

—¿Qué pasa? ¿Me vas a decir que te da vergüenza desnudarte?

—¿Frente a una de ustedes? No. Frente a todas… mmm… me da no sé qué… yo no soy como ustedes. Soy la única que tiene… —señaló su entrepierna.

—Uy, ¿pensás que nos importa que seas una nena con pito?

Erika se acercó a Yelena, tomó su pantalón por el elástico y lo bajó de golpe. El gran pene, aún flácido, quedó a la vista de todas.

—Linda pija —le dijo Xamira, con una sonrisa picarona—. Deberías sentirte orgullosa. Me da mucho morbo ver una chica tan linda como vos, con una verga tan grande. Se me mezclan las fantasías hétero con las lésbicas.

—Bueno, gracias chicas. Ustedes sí que saben cómo hacerme sentir bien.

A continuación Yelena liberó sus tetas, que eran tan grandes como las de Siara. Caminó con la seguridad de una diva en el escenario. Nunca se había sentido tan segura de sí misma.

Todas tomaron asiento en el amplio sofá blanco frente al televisor. Oriana conectó su computadora y en pocos segundos ya estaban mirando los primero videos grabados en la oficina del decano.

Lo primero interesante que encontraron fue lo que les relató Sofía. Ella vestida con la ropa de María Fernanda, y de rodillas bajo el escritorio, comiéndole la pija a Mario Dalessi.

—Así, chiquita, así… chupá… chupá…

—¿Qué ganabas con esto? —Preguntó Siara—. Y no lo digo para juzgarte. Es solo que… bueno, ya sabemos que vos no tenés sexo a menos que puedas sacar un beneficio.

—¿Y eso no les molesta?

—Claro que no —aseguró Siara—. Todas lo hicimos, al menos una vez. Yo le chupé la pija al redactor de Caleidoscopio. Y encima me garchó. El hijo de puta de me usó como depósito de semen porque Erika tardó en entrar.

—Perdón…—dijo Erika.

—Me hubiera gustado ver ese momento —Sofía volvió a sonreír—. Le chupé la pija al decano porque quiero fondos para el Centro de Estudiantes. Tengo algunos proyectos en mente que podrían funcionar muy bien. Pero para eso es necesario construir un gimnasio auxiliar.

—Oh… ¿o sea que hiciste esto por el bien del instituto? —Preguntó Oriana—. Me conmueve.

—Lo hice porque me interesa mantener el cargo. Me gustaría poder convertirme en decana, algún día. Pero sí, también me importa que al instituto le vaya bien.

—¿Aunque tengas que chuparle la pija al tipo este? —Preguntó Xamira.

En el video la cabeza de la rubia subía y bajaba, tragando esa gran verga erecta. Era muy sensual, ninguna podía opinar lo contrario.

—Cada pija que tenga que chupar, la voy a disfrutar al máximo. Porque eso me acerca a mis objetivos.

—Me gusta tu forma de pensar —dijo Siara.

—Y a mí me sorprende que te guste —aseguró Sofía.

Siguieron mirando la pantalla, Erika fue la primera en acariciarse la concha, luego se le sumó Oriana, quien ya había desarrollado una fuerte manía de pajearse mientras “investigaba” estos videos porno. Estaba orgullosa, había puesto cámaras en lugares estratégicos de la oficina y podían ir pasando de un video a otro, para ver la acción desde varios ángulos.


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Mario Dalessi le empujó la cabeza hacia abajo, haciéndole tragar toda la pija de una sola vez. Sofía sintió como se le metía hasta el fondo de la garganta, por poco se atraganta. Sin embargo, el corazón se le aceleró de júbilo. No le estaba chupando la pija al decano por gusto, pero… eso le agradó. No entendió por qué, si el tipo fue brusco con ella. Tendría que estar enojada… sin embargo, la concha se le mojó toda. Cuando el decano volvió a empujarle la cabeza, volvió a sentir esa ola de placer en todo su cuerpo. «Hacelo otra vez… otra vez…», tuvo ganas de decirle, aunque con la boca llena de pija era imposible hablar.

Llevaba una rutina de chuparle la verga al decano al menos tres veces por semana, a veces más. Sofía creía que con el tiempo se aburriría de esta tarea, que terminaría chupándola sin ganas, de forma automática. Para su sorpresa, esto no ocurrió. Mientras más la chupaba, más le gustaba. A veces se masturbaba en su casa pensando que al otro día tendría que comerle la pija al decano. Y no la calentaba solo ese falo, que era de buen tamaño. Lo que más morbo le causaba era haberse convertido en la putita del decano. El juguete sexual de Mario Dalessi. Eso la avergonzaba muchísimo y le daría mucha pena que alguien se enterase, porque se supone que ella es una mujer respetable. Le genera un vértigo muy grande pensar que todos en el instituto podrían enterarse de la verdad, que ella hace favores sexuales para ganar poder. Luego viene la calentura, que la ayuda a lidiar con esto.

Cuando el semen del decano le llena la boca, se olvida de todos sus temores. En esos momentos se siente plena, se felicita a sí misma por una tarea bien hecha. Traga todo ese semen con sumo placer, es su merecido premio.

Mario le pidió que se apoyara en el escritorio. Sofía se sacó la tanga y levantó la minifalda, porque sabía exactamente lo que venía… le gustaba entregarse sin chistar, sin negociar. Porque el acuerdo ya había sido cerrado. Los beneficios ya estaban llegando, por eso correspondía ofrecer su concha en forma de pago.

Mario no es de los que andan con vueltas. Le clavó la pija hasta el fondo de la concha de una sola vez. En secreto Sofía disfrutaba a pleno de este momento. Se le subía el morbo a la cabeza. Aún tenía semen en toda la cara y le gustaba dejarlo ahí. Mientras el decano le daba duro, ella miraba fijamente la puerta, fantaseando en que alguien entraba y la sorprendía infraganti. ¿Le gustaría que eso ocurriera? Sí y no. El riesgo era muy grande, podría traerle problemas y acarrearía un momento sumamente vergonzoso; sin embargo… el morbo de ser descubierta en la oficina del decano, con la cara llena de semen… eso la volvía loca. El semen en su cara no le daría lugar a excusas, no podría mentir… y eso era lo que más le calentaba, porque aumentaba el riesgo. Sabía que estaba jugando con fuego, pero no podía evitarlo. Se había vuelto adicta al riesgo, eso le gustaba más que cualquier pija… o cualquier concha.

—Soy una putita… —dijo en voz alta, y se arrepintió de inmediato.

—¿Ah sí? ¿Sos muy putita? —Le preguntó Mario, sin dejar de bombear la pija dentro de su concha.

Sofía se sintió humillada. No quería decir eso, solo lo pensó y… las palabras escaparon de su boca. Lo de disfrutar al sentirse una putita era algo que ella llevaba en secreto, se suponía que nadie debía enterarse. Sin embargo esa humillación la calentó tanto como cuando Mario la obliga a tragar toda su verga.

—Sí, soy muy putita… me encanta la pija.

—Me sorprende que lo diga una chica tan orgullosa y responsable como vos. Una chica tan… respetable.

—¿Respetable? Mentira… soy tremenda puta —El corazón le dio un vuelco de morbo, no podía creer que verbalizar sus más íntimos pensamientos la calentara tanto. Sabía que se arrepentiría, pero no podía detenerse—. Me encanta que me usen. Que me llenen toda de pija… y de leche. —El decano empezó a metérsela más fuerte, esto la calentó aún más—. Soy tan puta que entrego el orto.

—¿Ah si?

—Sí, mi culo está a la venta. ¿Qué me ofrece por él? —dijo, abriéndose las nalgas con ambas manos.

—Te ofrezco todo lo que quieras. Si entregás ese culito precioso, solo tenés que pedir lo que quieras, y yo te lo doy.

—Trato hecho.

El morbo de Sofía se disparó a niveles estratosféricos. En ningún momento había pensado ofrecer su culo como parte del acuerdo. La calentura fue más fuerte que ella. Ahora sentía un morbo espectacular no solo porque le romperían el orto a pijazos, sino porque además tendría al decano comiendo de su mano.

La verga se apoyó en la entrada de su culo y comenzó a presionar, el ardor fue espantoso; pero lo aguantó. De a poco comenzó a entrar y ella misma retrocedió, para facilitar la penetración. El decano dio algunas embestidas suaves, como si estuviera acomodando la pija, y luego, sin previo aviso, la metió de golpe.

—¡¡AY!! ¡AY CARAJO! ¡SI! ¡DURO! ¡HASTA EL FONDO! ¡AY! ¡AY!

La agarró de los pelos con fuerza y empezó a bombear el culo con la pija. Una y otra vez. En cada ocasión la verga lograba entrar más y más. A Sofía se le llenaron los ojos de lágrima y se le enrojeció la cara por el dolor. Pero era un dolor dulce, fascinante, agradable… y muy morboso.

—Sí, rompeme el orto… sí… soy muy putita… soy muy putita…


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—Carajo —dijo Yelena, con los ojos muy abiertos.

Las chicas se fijaron en ella y notaron que tenía la pija completamente erecta. Sofía mostró una sonrisa picarona.

—¿Así se te puso por ver cómo me rompen el orto?

—Em… perdón. Te pido disculpas, yo…

—Ay, tarada… dejá de tratarme como si yo fuera una frágil mariposa. ¿No me escuchaste? Soy tremenda puta.

—A ver, Yelena —dijo Erika—. No soy una experta en relaciones humanas, pero… creo que Sofí está intentando decirte algo.

Yelena la miró como si Erika hablara en japonés.

—Uy, dios… —Sofía puso los ojos en blanco—. ¿Te lo tengo que decir de forma directa? ¡Quiero que me metas la pija!

—¿Ah? ¿De verdad? —Yelena parecía confundida, como si la rubia estuviera hablando de otra persona.

—Sí, tarada. Ayer estuvimos cogiendo con dos pibas preciosas… y a mí ni me tocaste. Eso me molestó mucho.

—¿Perdón, es que… no quería molestarte… yo… em…

—Estabamos garchando en la misma cama… ¿molestarme? ¡Quería que me partieras al medio! Que me agarraras de los pelos y me la metieras duro por el orto… así —señaló la pantalla donde Mario Dalessi le estaba pegado tremenda culeada—. Desde que te vi la pija, no dejo de fantasear con eso.

—¿Tenés la fantasía de coger con una chica trans? —Le preguntó Oriana.

—No me importa que sea trans —eso hizo sonreír a Yelena—. Me gusta ella y se ve que no se da cuenta. Ayer invitó a salir a esa otra putita y… me partió el alma. ¿Por qué no me llevás a mí a coger con Diógenes? ¿Por qué no me dan entre los dos?

—Con lo orgullosa que es esta chica —dijo Siara—, debés gustarle mucho para que sea tan sincera.

—Yo… no sé qué decir.

—No tenés que decir nada, boluda —intervino Xamira—. Agarrala de los pelos y rompele el orto. Es justo lo que ella quiere… y se nota que a vos también te gusta. No dejaste de mirarla desde que se sacó la ropa.

Erika vino con un pote de lubricante que sacó de la cómoda de Siara. Metió la mano en el pote, la llenó de gel, y le agarró la verga a Yelena. La masturbó frente a la mirada expectante de todas las demás.

—Dale, ya estás lista… rompele el orto a esta rubia putita… y hacelo acá, que quiero ver.

—Y yo quiero que me miren —dijo Sofía, con una sonrisa picarona—. Me calienta que me miren cuando estoy cogiendo.

Sofía se puso en cuatro en la alfombra, justo delante del sofá. Meneó el culo invitando a su amante pijuda. Yelena por fin reaccionó. Recordó la época en la que aún era Cristian y cómo le gustaba ponerse en cuatro para que sus amantes le dieran duro por el culo. Ahora, como Yelena, le tocaba a ella darle esa satisfacción a alguien más. No se hizo rogar, se arrodilló detrás de la rubia, la agarró del pelo con la mano izquierda mientras con la derecha apuntaba la verga hacia ese culo perfecto.

Entró con suma facilidad, gracias al lubricante… y gracias a que…

—Hey, ese culo está muy abierto —dijo Erika—. ¿Cuándo fue la última vez que te garchó el decano?

—Hoy… un rato antes de ir a la heladería. Me rompió el orto sin piedad… así que me pueden dar bien duro, que lo tengo dilatado.

A Yelena le calentó saber que la verga del decano había estado en ese culo unas horas antes. Ella también fantaseaba con que ese tipo se la cogiera en su oficina. No era un adonis, un señor medio pelado, canoso y de anteojos. Perecía el típico oficinista; sin embargo eso era lo que lo hacía tan atractivo para Yelena. Le recordaba a los socios de su padre… y mil veces fantaseó con que esos hombres se la cogieran.

La verga de Yelena entró tan bien como la de Mario en el video. Empezó a darle duro y sin piedad, Sofía se lo merecía… por puta. Si hubiera sabido antes lo que la rubia sentía por ella, la hubiera invitado a coger mil veces en su casa. Pero aún estaba a tiempo.

—Uy, sí… por fin! ¡Qué rica pija, carajo! Sí, metemela toda… uy… uy…

Mientras Yelena le daba por el culo a Sofía, las demás se masturbaban en el sofá, de vez en cuando se tocaban entre ellas y se chupaban una teta la una la otra.

—Hey, miren esta parte —les avisó Sofía—. Esto es lo que querían ver…

Siguieron masturbándose sin parar, mientras miraban el resto del video.


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La puerta de la oficina se abrió y el morbo de Sofía estalló en un orgasmo. «Sucedió… por fin sucedió. Me descubrieron». Y esa mezcla de placer y de miedo hizo que se le revolviera la líbido. Su concha soltó jugos a montones. En la puerta vio parada a una chica que reconoció al instante, era María Fernanda Dalessi, la hija del decano.

—¡Papa! ¿Qué estás haciendo?

—¿Pero no te enseñaron a golpear? —Protestó Mario.

—¿Qué es esto? ¿Sofía…? ¿Qué haces…?

Sofía Levitz no respondió, metió la mano entre sus piernas y se masturbó. Quería disfrutar este demencial momento a pleno. Ya tendría tiempo para lamentarse luego.

María Fernanda cerró la puerta detrás de ella, luego miró a su padre con preocupación.

—Tenemos que hablar…

—No tengo nada que explicar —dijo Mario—. Lo que haga en mi vida privada es asunto mío.

—No me refiero a esto, boludo… ¿y por qué Sofía tiene puesta mi ropa?

—¿Entonces de qué tenemos que hablar? —Preguntó Mario, ignorando la pregunta de su hija.

—¿No lo viste? Ay… pensé que ya todos lo habían visto.

—¿Ver qué?

María Fernanda no respondió. Mario agarró el celular y Sofía pudo ver un mensaje de un tal Némesis. Decía: «Tu nena se porta mal. Mirá el correo que te mandé»

Sin sacar la verga del culo de Sofía, Mario revisó su casilla de correo.

—Me llegó un e-mail.

—Ay, no… no… no papá, no mires eso. Es una tontería. Te juro que solo es alguien que quiere joderte la vida. No le des bola.

Aún así Mario lo abrió, Sofía aprovechó la oportunidad para espiar la pantalla. Allí apareció María Fernanda completamente desnuda, sonriendo a la cámara, con la cara llena de semen. Los ojos del decano casi estallan por la sorpresa.

—¿Qué mierda es esto?

Pasó de imagen y ahora María Fernanda estaba chupando una enorme y venosa verga. En la siguiente foto aparecía con una verga en la concha y otra en la boca.

—¿Pero qué carajo es esto? —El decano no daba crédito a lo que veía.

—Nada, papá… nada… dejá de mirar.

María Fernanda se acercó e intentó arrebatarle el teléfono. Mario no lo permitió. En ese momento comenzó a reproducirse un video. Sofía pudo ver como tres tipos se cogían a la hija del decano al mismo tiempo. La muy putita montaba una verga mientras chupaba otra, y tenía una tercera entrando duro y parejo por su culo.

—¿Qué carajo? ¿Qué carajo? ¿Y todo el mundo vio esto? Mi hija es una puta y… ¡lo sabe todo el mundo!

—No, papá… no es así. Pará… tenes que escucharme.

—¿Escuchar qué? ¿Con qué excusa vas a arreglar esto?

—Por la forma en que está grabado, parece porno profesional —dijo Sofía, solo para echar más leña al fuego.

—¿Esto… es…? ¿Estás grabando porno? —Los ojos del decano estaban inyectados de ira—. ¿Pero qué clase de puta arrastrada sos?

—¡No me trates así! Ya lo dijiste: Lo que haga con mi vida privada…

—¡Las pelotas! ¡Sos mi hija! ¡Y ahora todos saben que sos una puta! ¡Me humillaste!

—¡Ay, sí… sí…! ¡Cómo me gusta la pija! ¡Me encanta!

Dijo la María Fernanda del video, mientras se la garchaban tres tipos.

—¿Así que te gusta la pija? —La voz de Mario se tornó profunda y sombría—. ¿Así que sos tremenda puta?

—Papá… puedo explicarlo, yo… —La verga del decano salió del culo de Sofía, María Fernanda la miró con la boca abierta, al parecer no sabía que el miembro de su padre era tan grande.

—¿Así que te gusta la pija? —Repitió—. Bueno, yo te voy a dar pija… porque eso es lo que una putita como vos se merece.

—¿Pero qué decís, papá?

Mario la tomó del brazo y la puso justo entre él y el escritorio. María Fernanda tenía puesto un vestido sencillo que le llegaba hasta las rodillas. Parecía una chica a punto de ir a misa. Era la viva imagen de la corrección femenina. No se parecía en nada a la putita esa que montaba pijas en el video. Mario metió las manos por debajo del vestido y de un tirón llevó la tanga de su hija hasta los tobillos.

—¿Qué hacés, papá? ¿Te volviste loco?

—¿Así que te gusta la pija? —Era como si Mario Dalessi hubiera perdido la capacidad de pronunciar otras palabras—. ¿Así que te gusta la pija?

—¡Sí, sí… me encanta… me encanta!

Respondió entre gemidos la María Fernanda del video. Y a la que estaba en la oficina le levantaron el vestido.

—Pero mirá lo que es esa concha… —dijo Mario—. Y yo que pensaba que eras virgen. Puta de mierda. Ni siquiera el culo tenés virgen. ¿Hace mucho que grabás porno?

—Unos meses, pero… no fueron tantos…

—¿Tantos? ¿Eh? ¿Cuántas pijas te metieron? ¿Diez? ¿Quince? —María Fernanda no respondió—. Fueron más… ¿eh?

Sofía pasó el video, en el celular se vio como otros cuatro tipos, totalmente diferente a los tres primeros, llenaban de semen la cara de María Fernanda.

—¡Ah, bue… pero que puta! —Dijo el padre de la chica—. ¡Mirá cómo a la putita la bañan en leche! Y vos que me decías que no querías tener novio porque “todavía no estabas lista”.

—Papá, yo… puedo explicarlo… soltame…

—¿Así que te gusta la pija?

—No, papá… esperá… esperá…

La verga se posó entre los lampiños labios vaginales de María Fernanda. Ella estaba acostumbrada a esa sensación, pero nunca lo había sentido con la verga de su padre.

—No, no… papi… pará… pará… no hagas una locura… papi…

Mario Dalessi puso una de sus pesadas manos en la espalda de su hija y la hizo inclinarse hasta que la cara le quedó apoyada en el escritorio.

—¿Así que te gusta la pija?

Y la verga entró en la concha. De un empujón llegó hasta la mitad. María Fernanda sintió cómo ese glande la abría toda, tal y como lo habían hecho un montón de tipos mientras grababa porno.

—Ay, no papi… no… no me la metas… pará…

Mario Dalessi actuó como si estuviera poseído. Empezó a darle fuertes pijazos a su hija. Ella gimió con cada penetración. Él no paraba de decir «¿Así que te gusta la pija?» María Fernanda seguía suplicando que, por favor, no se la metiera más; pero él siguió y siguió…

Después de darle por la concha durante unos minutos, pasó al agujero del culo. Estaba sorprendentemente dilatado. La verga tardó un poco más en entrar, y María Fernanda chilló de dolor, pero finalmente entró.

Mario miraba la pantalla del celular que sostenía Sofía Levitz, ahí también le estaban dando duro por el culo a su hija.

—¿Te gusta que te den por el orto, putita? ¿Te gusta?

—No, papi… pará… pará…

No se detuvo. Siguió bombeando, cada vez con más fuerza. El acostumbrado culo de María Fernanda se abrió para darle paso a esa potente verga. Se le nubló la mente. Se sentía demasiado similar a todas las pijas de actores porno que se la habían cogido… y ella disfrutó a pleno de cada cogida.

—¿Por qué grabás porno? —Preguntó Sofía, como si no lo supiera—. Tu papá tiene mucha plata… no necesitás dinero.

—Ay, no te metas, Sofía… no te metas… ¡Ay! ¡Ay! Pará, papi… pará… por favor.

—A tu papi le calienta mucho su nena —dijo Sofía—. ¿Por qué te creés que estoy vestida así?

—¿Eso es cierto, papi? ¿Te calienta cogerme? ¿Eh? Porque yo seré una puta que coge con varios tipos a la vez, pero vos sos un degenerado que se quiere coger a su hija… ay… ay… ¿te estás dando el gusto? ¿Eh? Esto es lo que querías… meterme la pija por el orto… ¿te calienta el culo de tu nena? ¿Eh? Dale, metemela, degenerado… dale… rompele el culo a tu nena… dale… ¿eso es lo que te gusta?

—Sos una puta, solo eso. Una puta y nada más.

—Sí, soy puta… me encanta la pija ¿y qué? Eso es tema mío… no te das una idea de todos los tipos que me garcharon. De a dos, de a tres… de a cuatro, de a cinco… de a diez. Me encanta que me hagan un buen gangbang. Que me revienten entre todos. Me fascina quedar llena de semen… ay… uf… dale, dame duro, viejo degenerado. Metemela fuerte… ¿eso es lo que querías? Bueno, acá tenés mi culo… demostrame lo que podés hacer… así, dame bien fuerte… bien fuerte. Llename el culo de leche, que me encanta.

El semen de Mario Dalessi comenzó a inundar el orto de su hija, pero el tipo no se detuvo. Su verga permaneció tan firme y erecta como antes. Siguió dándole duro, el semen sirvió como lubricante y facilitó mucho la penetración.

—Ay, sí… tengo el orto lleno de la leche de papi… ay, sí… qué rico…

Sofía ya no sabía si María Fernanda decía esto para que su padre se sintiera culpable o si lo decía simplemente porque lo estaba disfrutando.

—Este culo es un depósito de semen.

—Sí, papi… sí… para eso está mi culo, para que me lo llenen de leche… dale, seguí… seguí… ay… ay… qué rico.


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Cuando el video terminó, el culo de Sofía estaba lleno de semen. Yelena se apartó agitada y cubierta de sudor. Todas contemplaron cómo la rubia se masturbaba mientras la leche le chorreaba del culo.

—Uf, eso fue intenso. Ahora ya saben lo que pasó, sin filtros… y sepan que María Fernanda se convirtió en la putita de papi. Ella misma me contó cómo su papi le rompe el culo todas las noches. Ya no trabaja para Uvisex, pero sigue grabando porno… con su papi… y a veces conmigo.

—¿Así que hay más videos de esto? —Preguntó Oriana—. ¿Hay alguna posibilidad de conseguirlos? Digo… podríamos subirlos a PornParadise.

—Yo los consigo —dijo Sofía—. Y por favor, suban este. Me daría mucho morbo que lo viera gente que no conozco. Aunque sé que el riesgo de que lo vea alguien que me conoce es bastante grande…

—No lo creo —dijo Erika—. La mayoría de los asociados a PornParadise no son de Argentina. Así que… serías una chica totalmente anónima.

—Mejor así. Súbanlo… y si quieren más videos porno míos… tengo un montón. Con profesores y profesoras… incluso con algunas alumnas.

—Excelente —dijo Oriana, llena de morbo—. Me encantaría verlos. Me calentás mucho rubia…

—¿Querés chuparme el culo?

Oriana miró al resto de sus amigas, como si estuviera esperando que alguna pusiera una objeción. Como ninguna dijo nada, se arrodilló detrás de Sofía y empezó a lamer el semen que salía de su culo. Por supuesto que también le chupó la concha. Se preguntó qué opinaría su madre si supiera que ahora se comporta así. ¿Le daría morbo?

—Bueno, esto descarta Mario Dalessi —dijo Siara—. Si él estuviera metido en Uvisex sabría que su hija también. Lamentablemente no tenemos motivos para descartar a los demás… o para acusarlos de algo.

—¿Por qué tenés esa cara? —Preguntó Oriana—. Deberías ponerte contenta, pudimos descartar un sospechoso.

La que respondió fue Erika.

—Está enojada porque Némesis pensó en esto antes que ella.

—Así es. No me gusta saber que nos lleva ventaja. Esto lo hizo a propósito. Para colmo… a nosotras no nos llegó el email. Quería que se enteren todos en el instituto, menos nosotras. Así es como se burla de lo que hacemos.

—No se olviden de que María Fernanda nos ayudó, dándonos la lista de chicas involucradas en Uvisex. Esta es una forma de castigarla. Si queremos demostrarle que no nos va a ganar, tenemos que hacer echar al profesor que graba porno para Uvisex. La única forma de lograrlo es que Roxana Carmín acepte reunirse con la junta directiva y que les diga quién es. Así no tendrían más dudas.

La idea de Erika fue recibida con asentimientos.

—¿Y cómo vamos a lograr eso? —Preguntó Oriana—. No creo que Roxana quiera hacernos ese favor de buena gana.

—Tenemos que hablar con ella y preguntarle qué quiere a cambio —propuso Sofía—. La gente siempre quiere conseguir algo.

—Ya veremos qué se nos ocurre —dijo Siara—. Nuestro siguiente paso será reunirnos con ella.

Las chicas se vistieron y abandonaron la habitación de Siara. La única que se quedó junto a la dueña de casa fue Erika. Le dijo a su amiga que no tenía ganas de volver a su casa. Siara la invitó a quedarse a dormir.

—¿Vamos a la cama? —Le preguntó Erika, guiñándole un ojo.

—Primero vamos a la ducha. Tanta paja nos dejó todas transpiradas.


———————


A Siara le resultó fascinante ver como el agua de la ducha caía sobre el cuerpo desnudo de Erika. Le encantaba que su amistad hubiera progresado tanto que ya les da igual estar desnudas una junto a la otra, y además ahora Siara no tiene por qué reprimir los deseos lésbicos hacia su amiga. La besó en la boca mientras le acariciaba la vagina y luego chupó uno de sus pezones. Erika se lavaba el pelo con shampoo como si nada ocurriera, eso le gustó a Siara. Quería que el acto sexual entre ellas se normalizara tanto que pudieran tocarse, besarse y chuparse las conchas sin interrumpir la activad que realizaba la otra. Siara ya estaba fantaseando con chuparle la concha a Erika mientras ella mirase alguna de esas series de anime que tanto le gustan… en especial las picantes. O bien Erika podría chupársela mientras Siara jugaba videojuegos.

—Tenemos que grabar un video porno, de nosotras dos —dijo Erika con tanta naturalidad que Siara sintió mariposas en el estómago—. Digo, para subirlo a PornParadise. Estoy segura de que mucha gente pagaría por vernos coger.

—Contá conmigo. Lo grabamos hoy mismo, si querés.

—Obvio que quiero. La sesión de videos me dejó recontra caliente. ¿Viste cómo Sofi cogía con Yelena? Me encantó verlas. Y yo que pensaba que Sofi solo coge si puede sacar algún beneficio.

—No seas tan ingenua, Erika —le dijo mientras le metía dos dedos en la concha—. Obvio que saca un beneficio. Está intentando ganarse nuestra confianza.

—¿Todavía no confiás en ella?

—No del todo. Es una chica muy ambiciosa. Hay que tenerla bien vigilada.

—Creo que Yelena se puede encargar de eso. Parece que se llevan bien.

De la ducha fueron directamente a la cama. Colocaron los dos celulares cerca y un par de esas cámaras espía que había comprado Oriana, así tendrían la acción filmada desde todos lados.

La que tomó la iniciativa fue Erika, comenzó con besos en la boca, luego siguió por el cuello y atacó las tetas de Siara como si fuera una sedienta en el medio de un desierto buscando algo para beber. Luego Siara repitió la acción con las tetas de Erika.

Mientras se besaban, se masturbaron la una a la otra. Les sorprendió ver lo bien que coordinaban sus movimientos, era como si supieran exactamente cómo la otra quería ser tocada.

La primera en bajar y chupar concha fue Siara, como su amiga ya había mostrado iniciativa con las tetas, ella quería mostrarla en el siguiente paso. No lo dijo en voz alta, pero mientras le metía la lengua por la concha a Erika no pudo dejar de pensar en lo mucho que le estaba gustando el sexo lésbico. Incluso ya estaba mirando a Xamira y Oriana con otros ojos.

Erika no quiso que Siara dejara de chupar, pero como ella también quería hacerlo se dispusieron en un 69. Esta fue la parte más larga del video, estuvieron chupándose la concha mutuamente por más de media hora sin parar. Luego remataron la acción con Siara acostada boca arriba y Erika sentada entre sus piernas, en una clásica y fogosa tijereta lésbica. Erika meneó su cadera con furia. Sus conchas hubieran soltado chispas con tanto roce de no haber estado tan húmedas.

Esta acción también se extendió por largos minutos. Cuando Erika quedó agitada, transpirada y ya sin fuerzas para moverse, intercambió lugar con Siara. Ella demostró que tenía el mismo talento que su amiga para el sexo lésbico. Se movió como si hubiera cogido con cientos de mujeres, lo hizo por puro instinto y porque Erika ya le había mostrado cómo se hacía. Se movió sin parar hasta que ambas llegaron a un húmedo orgasmo que inundó la habitación de gemidos. Luego cayeron rendidas, una junto a la otra.

Erika apagó las cámaras y se acostó en la cama otra vez, usando como almohada una de las tetas de Siara.

—¿Te das cuenta de que ésta es la primera vez que cogemos?

—Ya lo habíamos hecho, Erika.

—No, no… eso no era coger. Era… em… chupar concha. Eso mismo. Nos chupamos la concha y nos tocamos un poco. Hubo besos y caricias; pero nunca algo como esto. Esto fue coger en serio.

—Mmm… viéndolo de esa manera… tenés razón —el corazón de Siara se aceleró—. Wow… me cogí a mi mejor amiga.

—Y a tu mejor amiga le encantó. Me alegra saber que lo tenemos grabado en video. —Le acarició la concha, que aún chorreaba flujos sexuales—. Te quiero mucho Siara.

—Y yo a vos, Erika.

Se besaron en la boca y luego Erika bajó, a seguir chupando esa concha que la volvía loca.



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Comentarios

Lagarraasesina ha dicho que…
Excelente capítulo
Juan ha dicho que…
Por fin paso algo entre erika y siara solo falta que a siara le pase algo con dos hombres ya que las demás ya le paso me agradan tus relatos sigue así

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