Intriga Lasciva - El Instituto [54].

 

Capítulo 54.


¿Querés ser mi novia?






Xamira tocó el timbre y esperó. Repitió la tarea tres veces hasta que la puerta se abrió de par en par. En el umbral apareció Dalma Leone, completamente desnuda. Xamira sintió una opresión en la garganta al ver el delicado cuerpo de su ex-amiga cubierto de sudor. Le recordó a aquellas tardes que pasaban juntas en el gimnasio. Incluso entonces Xamira miraba atentamente cómo las gotas de sudor rodaban entre los pechos de Dalma. Ahora, por fin, entiende por qué la miraba tanto.

—Hola —saludó tímidamente Xamira.

—¿Qué querés?

La respuesta cortante hizo que Xami dudase por un instante. También le llamó la atención que Dalma no sintiera ni el más mínimo pudor al estar desnuda con la puerta abierta, siendo que cualquiera que pasara por la calle podría verla. Por suerte no había nadie, era domingo y plena siesta. La calle era un desierto.

—¿Interrumpo algo?

—Sí.

—¿Es algo… con tu mamá?

—¿Por qué? ¿Pensás denunciarme a la policía?

—No, no… para nada. Em… no me importa si estás haciéndolo con ella. De eso quería hablarte… bueno, de eso y de otras cosas. —Se formó un silencio tenso mientras se miraban a los ojos—. Soy lesbiana —confesó Xamira, y sintió como si se hubiera quitado una pesada mochila—. Quiero tener una novia —bajó la mirada y se encontró con la concha prolijamente depilada de Dalma—. ¿Vos…? Em… ¿Querés ser mi…?

No alcanzó a completar la frase. Dalma se arrojó encima de ella y la besó en la boca. Le agarró las nalgas con fuerza y le metió la lengua hasta el fondo de la garganta. Estuvieron besándose durante unos minutos y cuando se soltaron Xamira giró la cabeza y vio que la vecina de enfrente estaba espiando desde atrás de la cortina.

Al notar esto Dalma se paró en la vereda, hermosa, esbelta y segura de sí misma. Levantó la mano y la saludó con una radiante sonrisa. Luego se señaló la concha y gritó:

—Mabel, podés venir a probarla cuando quieras.

La cortina se cerró de inmediato.

—¿Eso no te va a traer problemas con los vecinos? —Preguntó Xamira.

—No me importa. Además… creo que Mabel me tiene ganas. Y yo le tengo ganas a ella. Es una veterana de unos cuarenta y ocho o cincuenta años que está muy bien conservada. ¿Te vas a poner celosa si me acuesto con ella?

—No, para nada —Xamira sonrió y se acomodó los rulos detrás de la oreja—. ¿Podemos entrar? Me gustaría hablar tranquila sobre esto.

—Muy bien, pero no te va a gustar lo que vas a ver… o sí, qué se yo. ¿Qué tan lesbiana sos?

En ese momento Xamira vio a alguien moviéndose dentro de la casa, una cara conocida. Completamente un muchacho moreno, desnudo y con la pija dura la estaba saludando. Era Alexis, con su sonrisa encantadora y sus abdominales perfectamente definidos. Detrás de Alexis apareció su amigo, el rubio de ojos celestes: Walter.

—Oh… ya veo.

—¿Te molesta?

—No… es más, ni siquiera debería sorprenderme. Ya sé que ellos te cogieron más de una vez. Emm… hola chicos.

—¿Me extrañaste, hermosa? —Preguntó Alexis, con galantería.

—Ni un poquito. ¿Sabías que gracias a vos sé que soy lesbiana?

Eso borró de un plumazo la sonrisa ganadora de Alexis.

—¿De qué hablás? ¿Que vos sos lesbiana? ¡Ja! No me hagas reír. Si te encanta esta pija.

—Uff.. sí —Xamira entró, ya no quería hablar desde la calle, por suerte Dalma la siguió y cerró la puerta—. Me encanta esa pija. No te lo voy a discutir. Pero… eso es lo único que me gusta de vos. Todo lo demás me sobra. —Alexis la miró serio. Walter, entendiendo que su amigo estaba pasando un mal momento, se fue a sentar a un sillón en silencio—. Cogés muy bien, no lo voy a negar. El otro día me diste por el culo y… uf… fue fantástico. No me imaginé que el sexo anal me fuera a gustar tanto. Aunque no fuiste el primero que me la metió por el culo, hubo otro antes que vos. Ese… me gustó más. Sin embargo, en ese momento no lo vi así. No estaba lista para aceptar que el sexo anal me gustaba. Ahora lo acepto… y la primera vez fue mucho mejor que la segunda. Diría que esa fue la mejor cogida que me pegaron en mi vida. ¿Y sabés qué? Vino de un tipo al que ni siquiera soporto. Me parece un imbécil… incluso más imbécil que vos. Pero Dios… ¡cómo coge! Lo detesto, pero me puede romper el orto noche y día, si quiere. Y vos también, che. No creas que no. ¿Querés metermela por el culo? Bueno, lo podemos hacer… ahora mismo si querés.

—Ay sí, yo quiero ver eso… —dijo Dalma, con entusiasmo—. Quiero ver cómo te rompen ese culo hermoso y perfecto que tenés.

Xamira mostró una sonrisa libidinosa y se bajó la calza junto con la tanga deportiva que llevaba puesta. Luego se quitó el top y las zapatillas, quedando completamente desnuda.

—Te desconozco, Xami —dijo Dalma—. ¿Qué fue lo que te hizo cambiar tanto?

—Pasaron muchas cosas… mucho sexo. Cogí con hombres y con mujeres. —Xamira se puso de rodillas frente a un sillón individual vacío, abrió las nalgas y se las ofreció a Alexis—. Vení, sentate acá —le dijo a Dalma—. Te quiero chupar la concha, para pedirte perdón por cómo te traté.

Dalma, radiante de ilusión, hizo lo que Xami le pedía. Se sentó frente a ella con las piernas bien abiertas y no pasó ni un segundo hasta que tuvo esa inquieta lengua explorando cada rincón de su vagina.

—Me imagino que el sexo con mujeres le ganó al sexo con hombres.

—Sí, por mucho. Me gusta que me metan la pija, pero nada se compara con chupar una buena concha. El cuerpo femenino me obsesiona. Me encanta ver mujeres lindas que cuidan de su cuerpo. Como mi mamá…

—Epa… ¿tu mamá?

—No pasó nada con ella, al menos no en comparación con lo que vos hacés con tu mamá. Peeeero…

—¿Pero?

—Tuvimos algunos momentos íntimos que me hicieron mirarla con otros ojos… y creo que ella me mira de la misma manera.

—Ay, me mato a pajas si llegás a coger con tu mamá.

—Uf… eso es algo que la Dalma que yo conocí jamás diría. ¿Esa Dalma era real o todo fue una pantomima?

—Era muy real, amiga. Yo era así de boluda e inocente. Te lo juro. El sexo me parecía pecado. Peeeeero…

—Pasaron cosas. Mucho sexo.

—Así es. Se me despertó la líbido… y ya no pude parar.

—Creo que a mí me está pasando lo mismo. Hey, Alexis… ¿qué pas…?

Xamira se dio vuelta y vio que Alexis, en lugar de venir a cogerla, se había puesto la ropa.

—Nos vamos, Walter…

—Pero, yo…

—Nos vamos —sentenció Alexis, como si fuera un coronel dándole una orden a un cadete.

Walter asintió con la cabeza en silencio. Fue hasta el cuarto de Dalma y volvió en pocos segundos con el pantalón puesto y el torso aún desnudo.

—¿Cómo que se van? —Preguntó Dalma—. ¿No quieren quedarse a coger con nosotras?

—Yo no cojo con putas arrastradas que se dejan meter la pija por cualquiera.

—Eso es mentira y lo sabés muy bien —dijo Dalma—. Cogías con Roxana Carmín…

—Lo de Roxana era diferente. Ella me pagaba.

—Ah, sí, claro… seguramente solo te la cogías porque te daba plata —Dalma puso los ojos en blanco—. Vamos, si estaba re buena la decana. Te gustaba coger con ella, me lo dijiste más de una vez. ¿No será que…? —Abrió grande los ojos y sonrió—. ¿Te gusta Xamira? ¡Ay! ¿Te enamoraste de ella? Uy, perdón, chiquito… te gané la novia —se tapó la boca, con la mano—. Xami es mía. Podríamos compartirla, pero seguiría siendo mía. ¿No es así, Xamira?

—Sí, hermosa…

Y se mandó a chuparle la concha. Ya no volvió a girar la cabeza para mirar a Alexis. No porque estuviera enojada con él, sino porque sentía pena. Nunca fue su intención lastimarlo, ella ni siquiera sabía que se lo encontraría en la casa de Dalma.

Xamira levantó la cabeza después de escuchar el portazo que dio Alexis al salir.

—Perdón, amiga… te arruiné el trío.

—Eso me jode un poquito, porque me estaban cogiendo re bien… me vuelve loca la doble penetración. Deberías probarla…

—Lo tengo pendiente.

—Pero no me pidas perdón. Me diste la alegría más grande que podía esperar —la besó en la boca—. Y no me digas “amiga”, que ya no somos amigas.

—¿Cómo querés que te diga? —Preguntó Xami mientras Dalma le comía el cuello a besos.

—Diosa suprema de la belleza… o simplemente “amor”.

Xamira se rió.

—Prefiero decirte hermosa, porque lo sos. En todo sentido. Me siento una boluda por no verlo antes.

—Y yo me siento mal por haberte mentido tanto.

—Está bien, lo entiendo. No es fácil explicar que tenés una relación incestuosa con tu madre… ni siquiera a tu mejor amiga. En su momento me molestó, me hizo sentir incómoda que tuvieras sexo con tu mamá de esa manera; pero ahora… digamos que ya no opino igual.

—¿Y ahora qué opinás?

—Mmm… a ver si queda claro con esto —se miraron fijamente a los ojos—. Me gustaría tener una relación incestuosa con mi mamá. ¿Me ayudás?

—¡Ay, si! Me estás haciendo la mujer más feliz del mundo. Me encantaría verte cogiendo con tu mamá.

—Y yo. Le tengo ganas. No aguanto más. Le quiero chupar la concha.

—Y que cojamos las cuatro juntas… tu mamá, la mía… vos y yo.

—Uf, eso sería un sueño hecho realidad. La más morbosa de las fantasías lésbicas.

—No puedo creer que estés admitiendo que sos lesbiana.

—Ni yo tampoco. Pero ya no puedo negarlo más. La última vez que cogí con Alexis entendí todo. Me gusta que me la metan duro, una buena pija nunca viene mal. Sin embargo, no sentí lo mismo que siento al acostarme con mujeres. Ahora que tengo nuevas amigas, no dejo de mirarles las tetas o el culo… me pajeo pensando en ellas, o mirando sus fotos. Y me di cuenta de que a vos te miraba de la misma manera… bueno, casi… a vos te miraba de una forma especial.

—Debo ser muy pelotuda, porque nunca me di cuenta.

—Creo que las dos éramos dos boludas muy inocentes. Nos cambió la cabeza de golpe y… bueno… no sé hacia dónde nos va a llevar esto, pero no importa. Lo importante es que estemos juntas. Te quiero de verdad, Dalma. Siempre te quise. No sabés lo mucho que me dolieron estos meses sin vos.

—Y a mí, boluda… y a mí…

Terminaron llorando entre besos y caricias. Cuando lograron calmarse un poco fueron hasta el cuarto de Dalma, tomadas de la mano, y se tiraron a la cama para chuparse las conchas mutuamente. Con ese acto inauguraron el noviazgo lésbico.


————————


Farah Abdul agarró de los pelos a Erika, la forzó a arrodillarse y le dijo:

—Dale, putita… demostrame lo que valés…

—Sí, mi señora —Farah había insistido en que la llamara así.

La muchacha de piel morena se sentó sobre la tapa del inodoro en cuanto las rodillas de Erika tocaron el suelo. Abrió las piernas y empujó la cabeza de su “muñeca sexual” hacia su concha. Erika comenzó a chuparla de inmediato, demostrando una devoción sin igual. Se la lamió como si su vida dependiera de ello. Metió la lengua en el agujero en varias ocasiones y le dio varios chupones al clítoris.

Siara LeClerc había recibido un mensaje de su mejor amiga donde le decía que podrían verse en uno de los baños del instituto. Le sorprendió que Erika estuviera en ese baño en particular, porque estaba en la la punta opuesta de la sede del club. De todas maneras Siara fue, necesitaba hablar con ella.

Se sorprendió mucho cuando encontró a Erika, con toda la cara mojada, chupándole la concha a Farah Abdul.

—Uy, perdón —dijo Farah—. Ya te devuelvo a tu noviecita, aunque por unos días la única concha que se va a comer es la mía.

—No es mi novia —dijo Siara, apretando los dientes—. ¿Qué estás haciendo con esta pelotuda, Erika? Vamos…

—Ya termino… ya termino…

Siguió pasándole la lengua por un rato. Al ver cómo estaba de mojada la cara de su amiga Siara entendió que Farah la había orinado. Justo en ese momento salió otro chorro, que impactó de lleno en la cara de Erika. Ella siguió chupando la concha como si nada. Cuando Farah termino, Erika se quedó de rodillas, con la lengua afuera, como si fuera una perrita faldera.

Farah bajó su minifalda, no tenía puesta ropa interior. Metió la mano en su cartera y sacó un fajo de billetes y se lo entregó a Erika.

—Acá tenés tu paga, putita. Y acordate del acuerdo…

—Sí mi señora. Lo que usted ordene.

Farah le sonrió desafiante a Siara y pasó junto a ella, caminando con el pecho hinchado de orgullo y aire triunfal. Cuando salió del baño Siara le dijo a Erika:

—¿Qué carajo fue eso?

—Nada, le estaba chupando la concha a mi señora.

—¿Tu señora?

—Farah es mi dueña, le pertenezco.

Siara sintió un retorcijón en el pecho y una bola densa de frustración se formó en su garganta. Recordó el video que había subido Erika a sus redes sociales, donde le chupaba la concha a Farah, jurándole lealtad. También recordó la charla que tuvo con su madre, el día que cogieron juntas. Verónica le hizo ver que no sería fácil “recuperar” a Erika, llevaría tiempo y varias acciones bien pensadas para deshacer la influencia que ahora Farah tenía sobre ella.

—¿Para qué es ese dinero?

—Me paga para que le chupe le concha.

—¿Como si fueras una prostituta?

—Así es —dijo Erika, contando el dinero, luego lo guardó en su bolso.

—Pero… ¿para qué necesitás plata?

—Para nada —mintió—. Lo hace para humillarme. Me gusta que me humille.

Eso le dolió aún más a Siara. Ya era difícil ver a su amiga actuando como si fuera la esclava sexual de Farah, peor aún era saber que Erika lo estaba disfrutando, que era feliz haciéndolo. Siara apretó los dientes tan fuertes que chirriaron, Erika la miró de reojo mientras se lavaba la cara.

—¿Estás bien, amiga?

—No me gusta nada que Farah te trate así.

—No te tiene que gustar a vos, me tiene que gustar a mí.

Se acomodó el pelo. Al mirar al espejo pudo ver cómo una lágrima caía por la mejilla derecha de Siara. Cuando Erika giró la cabeza, Siara ya estaba dando media vuelta. Abrió la puerta del baño de una patada y salió.

Erika se quedó con las manos apoyadas en el frío mármol de los lavamanos, con la cabeza gacha. Sabía que estaba lastimando a su mejor amiga, no es tan tonta como parece; sin embargo… no podía hacer nada. Necesitaba el dinero. Nunca creyó que Kamilexia sería tan fría, no cedió ni ante el llanto desconsolado de su madre. Dejó de mandarles dinero de un día para otro y las deudas ya se estaban acumulando. Si Erika debía prostituirse con Farah y todos sus amigos para mantener su situación económica a flote, lo haría sin pensarlo. Al fin y al cabo, todo era su culpa.

———————


Marcela salió de la ducha, completamente desnuda. Prácticamente ya no usaba ropa dentro de su casa. Diógenes se había acostumbrado a verla sin nada puesto. Asomó la cabeza en el cuarto de su hijo y sonrió al ver la escena. Yelena estaba desnuda, de rodillas, chupándole la pija a Diógenes. Entró al dormitorio y dijo:

—Hacen linda pareja —me gusta verlos juntos.

—Bueno, mamá… pero… no es mi novia.

—Ay, no seas así, Diógenes —Marcela se sentó junto a su hijo y vio cómo Yelena tragaba toda la verga—. Mirá lo mucho que te quiere. Si alguien me la chupara de esa forma, yo quedaría completamente enamorada. ¿Cuándo se van a poner de novios?

—Nunca, mamá. No digas tonterías. No le hagas caso, Yelena… es que ella siempre quiso que yo tuviera una novia y…

—¿Te molestaría tener de novia a una chica trans? —Preguntó Yelena, acomodándose el pelo.

—No… estee… em… bueno, siendo sincero… sí…

Yelena sintió cómo su corazón se rompía en mil pedazos, pero antes de que los últimos fragmentos se hicieran añicos, Marcela intervino.

—Ay, Diógenes… no imaginé que fueras tan prejuicio…

—Pero mamá, si vos más de una vez me dijiste que no te agradan las personas trans.

—Eso lo decía antes de conocer a Yelena. Ella es… preciosa —la tomó del mentón y le sonrió—. Y lo digo en todo sentido. Me hizo entender que no tiene nada de malo ser trans…

—¿Y no te molestaría que tu hijo tuviera una novia trans? —Preguntó Yelena.

—Para nada. Tampoco es que fuera a salir a gritarlo a los cuatro vientos… pero no lo negaría. Si alguna de mis amigas me preguntara con quién sale mi hijo, le diría: tiene una novia trans que es preciosa… en todo sentido. Me encantaría tenerte de nuera, lo digo en serio.

—Oh, sos un amor, Marcela. Gracias, pero no quiero presionar a Diógenes. Entiendo que a él le pueda molestar si se enteran que anda con una chica trans. Lleva tiempo adaptarse a…

—No, no… no es eso lo que me molesta. Si en el instituto ya todos saben que… que estuve cogiendo con vos.

—¿Y como se enteraron? ¿Lo contaron las chicas del club de arte?

—No, lo conté yo… —Diógenes se puso rojo de la vergüenza—. Es que… perdón, por lo que te voy a decir, pero yo… em… mis amigos del instituto siempre cuentan que se acostaron con chicas lindas… y hasta me muestran fotos de ellas. Todas son preciosas. El único que nunca tenía nada para mostrar, era yo… hasta que estuve con vos.

—Oh… ¿le contaste a tus amigos que cogiste conmigo? —Yelena sintió que iba a llorar de la emoción.

—Sí… y hasta les mostré las fotos que vos me estuviste mandando… y te pido perdón, se que eran fotos privadas pero…

—¿De verdad se las mostraste? —La sonrisa de Yelena se hizo aún más grande—. No me molesta, en serio. ¿Qué opinaron ellos?

—Se quedaron fascinados con tu culo. Aseguran que todos amarían metértela, como lo hice yo —Marcela comenzó a masturbar a su hijo mientras él y Yelena hablaban, no quería que la verga se le bajara—. Y también dijeron que tenés muy buenas tetas… y una pija preciosa.

—¿Tus amigos dijeron eso?

—Sí, yo también me sorprendí al escucharlos. Me preguntaron si yo había probado esa pija y… les dije que te la chupé.

—Pero… pero si vos nunca me la chupaste.

—Lo sé, lo sé… es que… quería quedar bien con mis amigos. Fui un boludo.

—¿Quedabas bien diciendo que le chupaste la verga a una chica trans? —La incredulidad de Yelena no hacía más que aumentar.

—Desde mi punto de vista… y en ese contexto… sí. Si yo les hubiera dicho la verdad, hubieran pensado que soy un pelotudo. Uno de ellos me dijo: «Por una pija como esa, yo me hago gay… aunque sea por una noche» y todos estuvieron de acuerdo. Por eso se los dije que te la chupé varias veces, que es una pija muy rica… aunque eso lo pienso de verdad. Tenés una verga hermosa, lo jur…

—No estoy entendiendo nada, Diógenes —lo interrumpió Yelena—. ¿Vos de verdad me la querés chupar? Porque nada me haría más feliz en el mundo… pero… también decís que no te gustaría tener una novia trans. O sea… ¿cuál es exactamente el problema? ¿Y por qué carajo no me chupás la pija?

—Porque me da miedo.

Yelena se quedó en silencio. Entendía muy bien esa sensación. El miedo le resultaba asfixiante cuando aún se hacía llamar Cristian. El miedo a que le gustaran los hombres… miedo a ser mujer… miedo a aceptar la realidad.

—¿Te da miedo ser gay? —La pregunta la hizo Marcela, sin dejar de masturbarlo.

—No, eso no me preocupa. Me dan igual las orientaciones sexuales. Creo que cualquiera debería coger con quien le dé la gana… bueno, siempre y cuando las dos personas estén de acuerdo. No me molestaría que mis amigos pensaran que soy gay. De hecho… mmm… le chupé la verga a uno de ellos.

—¿Ya chupaste una verga? —Preguntó Yelena con los ojos muy abiertos.

—Em… sí, me preguntó si me animaba a chupársela a él también y… le dije que sí, porque de verdad tenía ganas de probarla. Él no sabía que en realidad esa era mi primera verga.

—Uy, me voy a poner celosa —dijo Yelena—. No me molesta que se la chupes a otros, lo que me molesta es que se la chupes a otros… ¡y a mi no! ¿Cuál es el puto problema? —Yelena estaba comenzando a enojarse—. ¿A qué carajo le tenés miedo?

—A que me la metas por el culo.

—¿Eh?

—Sí, eso es lo que me da miedo. Que me quieras meter toda esa verga por el culo… es… enorme. Me va a doler un montón.

Yelena se quedó mirándolo boquiabierta. De pronto empezó a reirse a carcajadas.

—¡Ay, boludo! ¿Era eso? ¿Te da miedo el sexo anal? ¿Por qué no me lo dijiste desde el principio? Es re normal que te dé miedo. A mí me gustan los tipos, pero… uf… sufrí un montón la primera vez que me dieron por el culo.

—¿Te dolió mucho?

—No, sufrí porque creí que me iba a doler mucho. Pero el tipo que me desvirgó la cola sabía lo que hacía.

—Y estoy segura de que Yelena también sabe lo que hace —intervino Marcela—. Seguramente ya probó varios culos.

—Emm… en realidad no tantos.

—¿Ves? Si no tiene tanta experiencia… me va a doler.

—A ver, pará… —lo detuvo Yelena—. Antes que nada quiero saber algo: ¿Tenés ganas de que te la meta por el culo?

—Sí, muchas. Lo que no quiero es que me duela.

—Ok… ok… eso lo puedo aceptar.

—Y además eso tiene solución. Lo primero… mostranos cómo le chupaste la verga a tu amigo.

Yelena se puso de pie, quedando su miembro erecto frente a la cara de Diógenes, a pocos centímetros de la cara de Marcela. La primera en abalanzarse fue ella, se tragó la verga hasta el fondo de la garganta de una sola vez. Diógenes se quedó sorprendido al ver a su madre con esa voracidad. Por lo general ella se mostraba más tímidas con cuestiones sexuales… pero desde la visita de sus compañeras del club de arte, nota que su madre está mucho más… puta.

Marcela le dio dos grandes chupadas a la verga y después se la entregó a su hijo. Diógenes mostró algo de timidez, pero ya estaba decidido. Había experimentado esto en uno de los baños del instituto, con uno de sus amigos… y estuvo muy bueno. Tragó lentamente la verga de Yelena, le pareció incluso más rica que la que probó antes. Luego le dio algunas lamidas sensuales, como si quisiera demostrarle lo mucho que la aprecia. A Yelena le gustó ese gesto. Después se la tragó y comenzó a mover la cabeza con el claro gesto de una mamada bien hecha. Con ganas, sin detenerse…

—¿Así se la chupaste a tu amigo? —preguntó Marcela, entusiasmada.

—Sí… así… —respondió Diógenes, y siguió chupando.

—¿Y él, te la chupó a vos?

—No, él se la chupó a otro de mis amigos.

—Uy… entre los tres…

—Si, él se sentó en el inodoro, yo me arrodillé y se la chupé… mi otro amigo se quedó parado, masturbándose… y cuando me di cuenta vi que a él también se la estaban chupando. Fue lindo.

—Ay, se hicieron putos los tres juntos, al mismo tiempo —dijo Yelena—. Qué lindo.

—Para ser puto te tienen que dar por el culo —dijo Diógenes.

—Así es —estuvo de acuerdo su madre—. Hoy te vas a hacer puto de verdad —le dio un beso en la mejilla mientras él seguía chupando verga—. Vení Yelena… vamos a Diógenes que el sexo anal no tiene por qué doler.

Marcela se acostó en la cama, boca arriba, Yelena se acercó a ella y Diógenes miró. Su madre se abrió de piernas y tomó la verga de la chica trans con sus manos. No la apuntó hacia su culo, sino hacia su concha.

—Lo primero es calentar un poquito la máquina —dijo Marcela—. Dale, querida… meteme la pija con ganas, que quiero tenerte de nuera.

—Una nuera trans que se coge a su suegra —Yelena sonrió.

—Uy, sí… ¡qué morbo! —Exclamó Marcela—. Me gusta cómo se oye eso.

Empezó a darle duro, la concha de Marcela estaba tan mojada que no tuvo ninguna dificultad en metérsela. Le dio por la concha un rato, y Marcela no se quedó quieta, agarró la verga de su hijo y comenzó a chuparla. La calentura de Yelena aumentó considerablemente al ver esto. Ya había presenciado actos incestuosos entre Diógenes y su madre, pero aún así le seguían revolviendo la líbido como si fuera la primera vez.

—¿Por qué no se la metés por el culo a tu futura novia? —Propuso Marcela—. Mientras tanto ella te muestra cómo me la mete a mí.

—Me gusta esa idea —dijo Yelena.

Diógenes se posicionó detrás de su ¿novia? ¿Ya podía llamarla así? El corazón se le aceleró al ver esas nalgas.

—Tenés un culo precioso.

—Y es todo tuyo, si lo querés. Dale metemela despacito… y vas a ver que no duele.

Diógenes posicionó su verga entre las nalgas de Yelena mientras ella apuntaba hacia el culo de Marcela. Las dos vergas comenzaron a entrar al unísono. Lento, sin prisas.

—Mmm… qué rico… me encanta cuando me abren el culo con una buena pija —dijo Yelena, gozando al máximo de esa sensación.

Los glandes se perdieron dentro de los agujeros y el meneo comenzó. Cuando Yelena avanzaba, se la metía a Marcela, y al retroceder gozaba con la pija de Diógenes.

—Ay, dios… ¡qué delicia! Así es como me gusta coger.

Diógenes le besó el cuello y le agarró las tetas. Esos besos se fueron acercando lentamente a la boca de Yelena. Se besaron con lengua y pasión.

Yelena comenzó a moverse más rápido, provocando que ambas vergas se hundieran más en sus respectivos agujeros. Los gemidos de Marcela fueron los que más se escucharon en la habitación. Ella se mantuvo con las piernas levantadas, recibiendo en su culo toda la furia de Yelena. Estuvieron cogiendo de esta manera, sin parar, durante al menos quince minutos.

—Hora de debutar, mi amor —le dijo Marcela a su hijo—. Ya no se puede postergar más. Vení, metemela por el culo…

Ella se puso en cuatro sobre la cama, Diógenes se acercó, la tomó por la cintura y la penetró sin dudarlo. Le encantó sentir lo dilatado que estaba el culo de su madre.

—Ay… sí, qué rico… dame duro… sin miedo, que ya lo tengo bien abierto.

Yelena apoyó las tetas en la espalda de Diógenes y metió la verga entre sus nalgas. La tenía bien lubricada y lista para la acción.

—Despacito… —pidió Diógenes.

—Querido… no me conocés… no te voy a tener piedad. Te voy a romper el orto… y te va a encantar.

Empujó la verga y de una vez entró todo el glande.

—¡Ay, carajo!

—Sí, sí…. rompele el culo… hacelo puto —le pidió Marcela.

Para su sorpresa, la penetración no le dolió tanto como esperaba. Sí que la sintió, pero era placentero, agradable… morboso. Yelena retrocedió y volvió a entrar. Repitió esta acción varias veces, hasta que el culo de Diógenes se acostumbró al ancho del glande.

—¿Te duele? —Le preguntó Yelena.

—No, la verdad que no… se siente rico.

Un poco le dolía, pero era tolerable, además se dio cuenta de que ese dolorcito extra hacía más disfrutable la experiencia. Fue el mismo Diógenes quien empezó a moverse, no solo para castigar a pijazos el culo de su madre, sino también para que la verga de Yelena (su querida Yelena) se le hundiera más.

Los tres se movieron a un ritmo creciente, provocando que las vergas entraran y salieran. En pocos segundos lograron sincronizar sus movimientos. Los penes se deslizaban dentro de los agujeros cada vez con más facilidad. Ahora los gemidos de Marcela fueron acompañados, a coro, por los de Diógenes. Gimió como lo hacía su madre, como si estuviera aceptando que desde hoy sería puto.

—Ay… sí… sí… me encanta…

—¿Te gusta, hermoso? Mirá que aunque seas mi novio, no me molesta que hagas cositas con tus amigos. Si les querés entregar el orto a ellos también… ni lo dudes. Hasta nos pueden hacer la fiestita a los dos juntos. ¿Te gustaría estar en una fiesta de puras pijas?

—Sí, me encantaría… que me rompan el orto entre todos… uf… qué bueno está esto.

Siguieron cogiendo sin parar, hasta que sus cuerpos no aguantaron más.


———————


La tensión en la sede del club se podía cortar con un cuchillo. Habían pasado veinticuatro horas desde el suceso con Farah Abdul en el baño, Erika y Siara no habían cruzado ni una palabra desde entonces. Estaban sentadas en extremos opuestos de la mesa, mirándose en silencio, mientras cada una simulaba estar sumergida en una tarea diferente. Siara intentaba concentrarse en una novela de misterio sobre una chica en un tren y Erika pretendía mirar un capítulo del anime Kimetsu No Yaiba; pero ya había perdido el hilo conductor de la trama.

Por suerte para ambas la puerta se abrió, Xamira y Oriana llegaron para cortar la tensión… al menos por el momento.

—Hola chicas —saludó Ori—. Traje dumplings, los hizo mi mamá.

—¡Ay, que rico! ¡No sabés hace cuanto que no pruebo dumplings auténticos! —Erika se acercó a la bandeja que traía Oriana y se zampó un dumpling completo de un solo bocado. Se ahogó y empezó a toser mientras intentaba tragarlo, por suerte Xamira la socorrió dándole unos golpecitos en la espalda.

—Grafciaffff, cafi me mueffdoo —le dijo Erika, con la cara roja y los ojos lloros—. Eftán muy fricos, Ofsriana… defsssscile a fu mamá que la afmo…

—Okis, se lo digo si prometés comer más despacio —Erika asintió con la cabeza y volvió a sentarse.

—Chicas, tengo algo importante que anunciarles —dijo Xamira, luego de probar uno de los dumplings—. Me puse de novia…

—¡Ay, qué bueno! —Exclamó Siara, con una sonrisa genuina—. Me alegro mucho por ustedes, chicas. Y Ori, hiciste bien en dejar a tu novio. Era un pelotudo y se nota que no lo… —Siara se detuvo al notar la expresión de confusión de Oriana—. Esperá… ¿con quién te pusiste de novia?

—Eso es lo que quiero saber yo —dijo Oriana, mirando fijamente a Xamira.

Siara se puso roja y se hundió en su asiento. Quería desaparecer del mundo.

—Con Dalma Leone.

—¿¡Con Dalma!? —Exclamó Oriana—. ¿Te pusiste de novia con Dalma? Después de todas las peleas que tuvieron…

—Sí, y hablamos de esas peleas. Todavía quedan cosas por charlar, pero las estamos superando. ¿Por qué tenés esa cara? Pensé que te ibas a alegrar por mí.

—Te pusiste de novia y ni siquiera me contaste —espetó Oriana.

—Esto pasó ayer. Te estoy contando ahora.

—Por eso… tuviste todo un día… y ni siquiera me llamaste.

—No te llamé porque pasé la noche con Dalma… basta, Ori… ¿por qué me mirás como si hubiera hecho algo malo? ¿Acaso te molesta que me haya puesto de novia con una chica?

—No, lo que me molesta es que… es que… no sé, me hubiera gustado charlar de esto antes de que te pusieras de novia con ella… que me contaras lo que sentís por Dalma. Creí que eramos buenas amigas.

—Y lo somos… solo que… no estoy acostumbrada a compartir mis sentimientos con los demás.

—No nos hagamos las boludas, chicas —dijo Erika, mientras masticaba otro dumpling—. Es obvio que Ori está celosa porque Xami no le preguntó a ella si quería ser la novia.

Otra vez el silencio tenso cortando el aire. Las miradas se intercambiaron entre tres de las presentes, la única que parecía totalmente ajena a todo era Erika, ella disfrutaba de su dumpling como si fuera un orgasmo de sabor.

Esta vez la que rompió la tensión fue Yelena. Entró y las vio todas en silencio.

—¿Pasó algo? —Preguntó.

—Xamira nos está contando que se puso de novia con Dalma Leone —respondió Erika—. Vení, sentate… Ori trajo dumplings. Los hizo su mamá. Están riquísimos.

—Oh, se ve que este es el día de los noviazgos —Yelena se sentó cerca de Erika, porque ahí era donde estaba la bandeja de dumplings—. Yo me puse de novia con Diógenes.

—¿En serio? —Oriana volvió a sonreír—. ¡Wow! Eso es buenísimo.

—Siara tuvo un novio llamado Diógenes —dijo Erika, y se zampó otro dumpling.

—Nunca tuve un novio que se llame Diógenes. Me alegro por vos, Yelena. No creí que el chico se fuera a animar, con lo tímido que es.

—Costó un poquito, pero al final entró…

—¿Entró? —Preguntó Ori.

—¿Hoy tengo que traducir todo? —Preguntó Erika—. Lo que Yelena quiere decir es que se la metió por el culo a Diógenes, al pibe le gustó y se pusieron de novios.

Yelena sonrió y asintió con la cabeza, luego probó un dumpling.

—Uy, qué rico esto. Nunca lo había probado.

—Es una comida típica japonesa. Pero, che… que cosa… no me imaginaba a Diógenes… recibiendo por el orto. Hasta me da un poquito de morbo.

—Si querés algún día nos grabamos cogiendo… y te paso el video.

—Ay, no me digas eso, con lo adicta que soy al porno… no voy a poder negarme.

—¿Ya te considerás adicta al porno? —Preguntó Xamira.

—Ayer me pasé todo el día matándome a pajas —no les dijo que su madre también estuvo ahí—. Miré un montón de videos de Uvisex, buscando alguna pista… y porque no puedo dejar de mirarlos.

—¿Y, hubo suerte? —Preguntó Siara—. ¿Encontraste algo?

—Sí, y de eso quería hablarles. No sé si esto nos va a ayudar en la investigación, pero… creo que encontré nuestro próximo caso.

—¿Tenemos tiempo para otro caso? —Preguntó Xamira—. Deberíamos hablar con Roxana Carmín cuanto antes… ya tenemos su dirección.

—Pero para esa no tenemos que estar todas presentes —dijo Oriana, cortante—. Basta con que dos de nosotras hablemos con Roxana… y ya está. No tenemos por qué ir todas juntas. Las demás podemos trabajar en un nuevo caso.

—Está bien, está bien —Xamira supo que no era un buen momento para llevarle la contra a su amiga.

—Muy bien —dijo Siara—. Contanos lo que averiguaste… y por qué creés que esto podría ser un nuevo caso.

Ori empezó a contarles lo que había visto… aunque no mencionó que su madre estuvo con ella todo el tiempo.


----------------------------


Link con todos los capítulos de


--------------



Todos mis links, para que puedan seguir y apoyar mis relatos:


Comentarios

Juan ha dicho que…
Por lo que veo este relato va para los 100 capítulos ya hasta las protagonistas se volvieron pautas

Madre e Hija en un Recital

Madre e Hija en un Recital
Madre e Hija en un Recital

La Mansión de la Lujuria

Aislado Entre Mujeres

Mi Vecino Superdotado

Intriga Lasciva - El Instituto

La MILF más Deseada

Strip Póker en Familia

El Fruto del Incesto (Malditas Uvas)

Terapia Sexual Intensiva

Transferencia Erótica

Libres en la Oscuridad

Venus a la Deriva [Lucrecia]

Ayudando a Mamá