Un Fin de Semana con mis Hermanas [12].

 

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Un Fin de Semana con mis Hermanas.


Capítulo 12.

Gladis.




Estaba bombeando mi verga dentro del culo de mi novia y ya estaba maquinando fantasías con lo que haría después. Carolina podía quedarse unos minutos con Flor, estoy seguro de que van a encontrar más de una forma para entretenerse. Por mi parte, tengo un asunto pendiente con Gladis, mi suegra. Hace meses comencé con ella un juego cargado de tensión sexual y llegó el momento de llevarlo a otro nivel.

Le di dos embestidas más al culo de Caro, como para despedirme de él, y dije:

一Vuelvo en un rato, tengo que atender otro asunto.

一Espero que ese asunto termine con el culo tan abierto como yo 一dijo mi novia, y siguió lamiendo la concha de Flor.

Mi hermana mayor me miró con una sonrisa libidinosa, ella entendió perfectamente lo que yo pretendía hacer. Levantó un pulgar, deseándome buena suerte, y salí de la pieza.

La casa de Carolina es pequeña, en especial en comparación a la mía. Las habitaciones se encuentras separadas por un corto pasillo de la sala principal. En esta sala conviven un modesto living, la mesa del comedor y la cocina, separada por la barra americana. El resto de la casa era el patio.

Sabía que encontraría a mi suegra en la sala principal. Y allí estaba, sentada en el sofá, con las piernas abiertas, metiéndose los dedos como una pendeja que aprovecha que sus padres salieron para poder hacerse una buena paja. Me vio casi al instante y reaccionó con una velocidad pasmosa. Si bien me quedó totalmente claro qué estaba haciendo ella, reaccioné como si no lo hubiera visto. Gladis se sentó, quedando muy erguida. De reojo vio mi verga, pero de inmediato fijó su vista al frente, como si hubiéramos llegado a un acuerdo tácito: “Vos no viste que yo me estaba pajeando y yo no vi que andás con la verga dura”. Todo esto es parte de nuestro jueguito, y me encanta.

Gladis se puso de pie y fue a refugiarse al mismo lugar de siempre, detrás de la barra americana, allí donde ella creía que su hija no podía ver los arrimones que yo le daba. Sospecho que Gladis no tiene idea de que Caro está al tanto de todos estos jueguitos. Creo que es la única parte de la que no sabe nada de verdad. El resto se lo calla, porque así son las reglas de nuestro juego.

Sin embargo, esta era una de esas ocasiones donde la charla nos iba a llevar a un terreno sexual.

一No puedo creer lo que están haciendo dentro de esa pieza 一dijo mi suegra.

一Se supone que no tendrías que haber visto eso 一mentí sin ningún tipo de pudor.

Me coloqué detrás de ella, apunté la verga hacia adelante y comencé a frotarme por su concha. Estaba más húmeda de lo habitual. La tomé por la cintura y cuando apoyé mi pecho contra su espalda, pude sentir sus potentes latidos. La muy puta estaba caliente, justo como la quería.

一No entiendo cómo Carolina se puede prestar a hacer una cosa semejante…

一¿A chupar una concha? 一Pregunté.

一No… eso… em… ese es otro tema. Lo que no entiendo es cómo puede acceder a que le metan la verga por ahí atrás. Me dejó totalmente sorprendida.

一Pero, Gladis 一dije, pegándome más a ella一. Vos ya sabías que yo hago estas cosas con Caro, y no digas que no. ¿Te acordás qué pasó esa vez que te encontré de rodillas en el sofá? Lo hablamos hace un ratito, así que no podés decir que no.

一Me acuerdo…

一Yo creí que eras Caro, y bueno…

Aproveché para guiar mi verga hacia el orificio anal de mi suegra y dejé el glande apoyado ahí. Ella se puso tensa.

Aquella vez yo sabía perfectamente que se trataba del culo de Gladis. Cuando la vi en cuatro en el sofá, con una tanga tan diminuta, no me pude resistir. Me acerqué a ella con la verga en la mano, le hice la tanga a un lado y con el glande ensalivado empecé a presionar contra su culo. Ella soltó un “¡Ay!”, creo que fue por la sorpresa y por el dolor. Al fin y al cabo mi glande es bastante ancho. Empujé hacia adentro. Lo que pasó me tomó por sorpresa. Gladis retrocedió, como si quisiera forzar la penetración, y también me sorprendió que su culo pudo recibir mi glande completo. Sí, sentí la presión cuando éste entraba y luego pude sentir cómo quedaba apretado dentro de ese agujero que no parecía poder abrirse más, pero había entrado.

一Lo que pasó esa vez tuvo que darte una pauta de que a Caro le gusta el sexo anal, al fin y al cabo yo me acerqué a vos pensando que eras ella.

一Sí, bueno, pero…

一Lo que más me sorprendió fue que no me echaste a patadas 一la interrumpí一. Es decir… em… vos pudiste sentir la cabeza de mi verga dentro de tu culo 一le dije, mientras presionaba más contra su orificio一. ¿Por qué no empezaste a los gritos? ¿Por qué no me echaste de la casa?

一Es que entendí que fue una simple equivocación 一dijo, mientras simulaba estar limpiando la barra americana, a pesar de que allí no había nada para limpiar一. Sé que no lo hiciste a propósito.

一Eso es cierto, pero aún así, estabas en todo tu derecho. Podías armar un escándalo. Al fin y al cabo la culpa es mía. Aunque, en mi defensa, tengo que decir que tu culo no es muy distinto al de Caro… eso tenés que tomarlo como un halago. Otra cosa que me sorprendió es que no te alejaste enseguida. Cualquier otra persona se hubiera alejado asustada.

Recuerdo perfectamente como, una vez que mi glande entró, pude quedarme ahí durante unos segundos dándole bombeos cortitos pero firmes. Gladis no se apartó y pude ver cómo la cabeza de mi verga salía en parte y volvía a entrar. Y también entró una parte del resto de mi verga.

一Es que me quedé tan sorprendida que ni siquiera pude moverme 一se excusó.

一Debió dolerte mucho…

一Bastante… vos sos un chico bien dotado y…

一Seguramente estás enojada conmigo. Podés decírmelo, sin miedo, lo voy a entender.

一No, Benja, no estoy enojada con vos por eso 一presioné más contra su culo y pude sentir cómo de a poco mi verga comenzaba a hundirse en él一. Ya te dije, fue un simple error, una equivocación. Le pudo pasar a cualquiera.

一Mm… ¿y te resultó desagradable? Porque si el sexo anal no te gusta, debió molestarte mucho.

一Estee… no fue tan desagradable como me había imaginado. Tampoco estoy diciendo que me haya gustado, no me malinterpretes.

Pude notar que Gladis apoyaba las manos contra la mesada y sus nudillos se ponían blancos. Estaba tensa porque una vez más mi glande estaba por invadir su culo.

一No lo malinterpreto, pero si no te resultó tan desagradable… ¿entonces qué? Porque me cuesta entenderlo.

Sé que Gladis no está acostumbrada a tener que dar explicaciones por su actitud durante nuestro juego, y eso me gusta. La estoy agarrando con la guardia baja. Probablemente ella ya entendió que estamos transitando un nuevo nivel.

Desde el dormitorio nos llegaban los gemidos de Carolina, dándonos a entender que ahora le había llegado el turno a Florencia de chuparle la concha. Esas dos se lo estaban pasando de maravilla.

一¿Y? ¿No vas a decir nada? 一Insistí一. Contame, ¿qué sentiste en ese momento?

Ella no hablaba porque tenía los dientes apretados. Respiraba por la nariz y estaba a punto de sufrir una gran invasión anal.

一Fue raro 一dijo por fin一. No me lo esperaba. Al principio me asusté, no entendí muy bien qué estaba pasando. Pero como te dije, supe que se trató de una confusión. Me dolió un poco, porque yo no hago esas cosas ¿sabés? 一Aumenté la presión de mi glande contra su culo, ya estaba entrando y era una maravilla一. No sabría explicar muy bien lo que sentí 一noté mucha tensión en su voz, las venas de su cuello estaban marcadas y su cara se estaba poniendo roja一. Cuando se me hundió eso dentro de la cola, no lo podía creer. Sinceramente no sé cómo hizo para entrar.

Tengo mi teoría al respecto. Aquella no fue la primera vez que le arrimé bien el orto a mi suegra. Hubo otras tantas, aunque eso de darle embestidas como le di en el sofá no había ocurrido. Antes fueron solo arrimones con un poco de penetración anal.

Hubo una tarde en la que le metí el glande, justo como estoy intentando hacerlo ahora, y ella se quedó un rato ahí, aguantando como una campeona, a pesar de que evidentemente le dolía. Esa misma tarde repetí la acción al menos tres veces. ¿Y saben lo que pasó a la noche? Bueno, yo me enteré porque Caro me lo contó.

“Descubrí a mi mamá metiéndose tremendo pepino por el orto. Era casi tan grande como tu verga”. Obviamente quise saber más detalles de ese suceso, por lo que Caro continuó. “Estaba en su cama, con las piernas levantadas, eran como las tres de la mañana, yo me había levantado a hacer pis, y me encontré con eso. Y lo más lindo es que le entraba el pepino casi completo, y se estaba dando fuerte… con ganas. Lo estaba disfrutando”. Todo esto Caro me lo contó mientras yo le daba por el orto a ella, y también me dejó claro una vez más que su fantasía es ver como yo le meto la pija en el culo a su mamá. Le prometí que algún día lo haría realidad, pero sería a mi ritmo, bajo mis propios términos.

Gladis tuvo sus prácticas anales, el tema le llama mucho la atención, aunque ella diga lo contrario. Por eso los arrimones a partir de ese día se volvieron más intensos y pasó lo que pasó en el sofá. Por eso mi verga le entra cuando hago un poquito de presión. La muy puta debe darse lindo con el pepino.

一Para colmo 一le dije a mi suegra一, yo empecé a darte, creyendo que ese era el culo de Carolina. A ella le gusta que empiece fuerte.

一Ay, no me digas esas cosas de mi hija, que me pongo peor.

一Pero si ya viste cómo se la metí, Gladis. Ese culo ya tuvo tratamiento de pija para todo el año.

一Ay, no no…

Mi glande entró en su culo y se quedó encajado ahí. Ella soltó un resoplido entre sus dientes apretados. Para estimularla más, llevé una de mis manos hasta su concha y comencé a frotarle el clítoris. Algo que a ella le gusta mucho, a pesar de que se haga la boluda y no diga nada.

一¿Y cuando empecé a empujar qué pensaste? Porque ahí entró un poco más que la cabeza… eso te habrá molestado. No digas que no.

一Sí, me acuerdo muy bien de ese momento. Por instinto, hice fuerza para sacarlo… y fue peor.

一Aún así, me sorprende mucho que haya entrado 一insistí con este tema一. Gladis, yo conozco los culos vírgenes. Sé que hay mucha diferencia entre penetrar uno a estrenar y uno que ya fue trabajado. Decime la verdad ¿no tendrás algún amante escondido por ahí?

一No, nada que ver…

一¿Entonces? Porque a mí no me podés mentir con eso. No seré un experto en temas sexuales, pero de sexo anal sí que sé un poquito.

一¡Ay, está bien! Me da mucha vergüenza contar esto, pero prefiero que sepas la verdad y no te andes inventando alguna teoría absurda sobre amantes y no sé qué. La noche anterior a ese… em… incidente, se me dio por probar qué se sentía el sexo anal. No lo hice por gusto, sino para intentar entender a mi hija. Quería saber por qué a ella le gusta tanto.

一¿Ah si? ¿Y qué usaste para reemplazar una verga?

一Un pepino.

一¿Así que te metiste un pepino por el orto, Gladis?

一No digas eso, suena como si estuvieras hablando de una puta.

一Lo que digo es que es una fortuna que te hayas metido ese pepino en el culo justo la noche anterior 一y quizás la anterior a esta también, pensé一. Porque sino la verga no hubiera entrado tan fácil y te hubiera dolido un montón.

一Em… sí, con respecto a eso me tengo que considerar afortunada. Por eso no me molestó tanto. Mi culo todavía estaba abierto, por la noche anterior…

一Y debiste estar un buen rato usando el pepino, porque de lo contrario…

一Así es, eso también lo agradezco. Cuando la verga entró un poquito más, sentí casi lo mismo que con el pepino. Me dije a mí misma: “Tranquila, Gladis, que no es para tanto”. Hasta me relajé y dejé que entrara un poquito más de la cuenta, porque eso era lo mejor, ¿cierto?

一Sí, claro. En estos casos lo mejor es relajar y dejar que entre. Hiciste muy bien. De lo contrario hubiera sido peor.

一Claro, por eso no me puse a gritar como una loca. No quería asustarte y estaba entrando bien. Hasta puedo decir que fue un poquito placentero.

一¿Ah sí? ¿Te resultó agradable? ¿Con el pepino también?

一A ver, quiero dejar algo en claro: que una cosa resulte agradable, no significa que esté bien. ¿Está claro? Hasta las drogas tienen efectos agradables al principio, y luego te terminan matando.

一Bueno, pero nadie se va a morir porque le metan una verga en el culo…

一No me refiero a eso, sino a que éticamente no está bien.

一Ok, esa es tu opinión, y me queda claro 一dije, presionando un poquito más, ahora quería que su culo probara más que mi glande一. Aún así me gustaría saber más sobre esa sensación placentera que mencionaste.

一Este… emm… sí. Creí que me dolería más, pero como había estado toda la noche con el pepino, no dolió casi nada. No te voy a mentir, el pepino me dio un par de orgasmos… eso me asustó, tuve miedo de que me gustara más de la cuenta. Incluso lo usé dos veces durante la noche… y me quedé con ganas de más. Cuando vos llegaste y me confundiste con Carolina, sentí algo todavía más lindo. Entendí que entre una verga real y un pepino hay mucha diferencia. Se sintió más suave, tibia… y viril. Realmente estás muy bien dotado, Benja. En ese sentido sí que me alegro por mi hija. La debe pasar muy bien con vos. Y ya no estoy enojada con ella porque le guste el sexo anal… a ver, que sigo pensando que está mal, pero… yo sé lo que se siente tener una verga como la tuya entrando en el culo. No la culpo por volverse adicta a esa sensación. Es agradable. Cuando empezaste a darme, creyendo que yo era Caro, se sintió aún mejor… y por un momento no quise que te detengas. Por eso no dije nada. Me traicionó mi propio cuerpo. Después de una noche de mucho placer anal, mi cuerpo pedía más. Me da un poco de vergüenza admitirlo, pero si yo tuviera un amante con una verga como la tuya, probablemente le pediría que me diera por el culo cada vez que pueda. Tengo ganas de volver a experimentar esa sensación.

一¿Aunque esté mal?

一Sí…

一¿Aunque sea algo que solo hacen las putas?

一Sí… me gustaría mucho que me dieran por el culo.

一¿Con una verga bien grande? 一Pregunté, mientras con cortas embestidas iba metiendo más mi miembro.

一Sí, con una grande… como la tuya. Creo que una mujer tiene derecho a probar el sexo anal alguna vez, al menos para saber cómo se siente. Eso no lo veo tan mal.

Una cuarta parte de mi verga ya había entrado, su concha estaba cubierta por una especie de baba viscosa. Me encanta lo mucho que se moja esta puta. La tenía justo donde quería. En este preciso momento yo podía poseer su culo y ella no pondría ninguna objeción. Se entregaría por completo. Sin embargo, mi juego aún no había terminado. Quería llevar las cosas aún más lejos.

一Con el hermoso culo que tenés, Gladis, estoy seguro de que podés encontrar muchos amantes que se mueran de ganas de metértela.

一Ay, gracias… me alegra que mi culo te guste tanto. Me siento muy halagada cuando me mirás el orto, lo digo de verdad.

一A tu culo le dediqué más de una paja, Gladis.

一Uf… qué lindo. Espero que Caro no se ponga celosa por eso.

一No te preocupes por eso, Caro entiende que su mamá tiene un culo precioso. Le resulta normal que a mí se me pare la pija al verlo. Incluso, más de una vez, me entregó el culo y me dijo: “Imaginá que la estás metiendo en el culo de mamá”.

一Uy, no sabía que tuvieran esos jueguitos. A mí no me molesta que imagines esas cosas. Si mi hija está de acuerdo, entonces me parece bien.

Evidentemente la calentura la estaba llevando a decir cosas que normalmente no diría, y esa era justo mi intención. Quería comprobar si además de decirlas, estaba dispuesta a hacerlas.

一Muchas gracias, Gladis. Y hablando de tu hija… tengo que volver con ella. No le gusta que la deje con las ganas. Ella quiere pija y yo se la voy a dar.

Me aparté de ella y di un rápido vistazo a su culo. Su orificio anal había quedado bien dilatado y su concha chorreaba flujos vaginales.

一¿Ya te vas? 一Preguntó, confundida.

一Sí. En serio, no sabés cómo se pone Caro si empiezo a darle por el culo y no termino mi tarea. No quiere que pare hasta que se lo deje bien lleno de leche.

Sin dar más explicaciones, volví al cuarto de mi novia dejando a mi suegra sola en la cocina, con un montón de incertidumbres y con el culo abierto. Si ella quiere más, tendrá que venir a buscarlo.

En la habitación me encontré a Flor y a Caro haciendo un hermoso 69. Florencia estaba arriba, comiéndole la concha con devoción, una posición perfecta, ya que el culo de Caro estaba listo para mí.

Acerqué la verga y Flor le dio un buen chupón al glande, sin decir nada. La aceptó como si fuera lo más normal del mundo. Debía estar tan caliente que ni siquiera le importó que Caro pudiera darse cuenta de lo que hacía. Luego apunté al culo de mi novia y la penetré. Mi hermana volvió a lanzarse a la tarea de lamerle el clítoris. Esto sí que se estaba acercando mucho a mi fantasía. Estaba emocionado, y por lo visto ella también.

Había alguien que no se quería quedar afuera. De reojo vi a Gladis entrando al cuarto. Parecía tímida y a la vez sorprendida, como si no pudiera creer lo cerca que estaba la cara de Florencia de mi verga. Levanté un poco más las piernas de Caro para mostrarle claramente a mi suegra cómo enterraba toda la pija en el culo de su hija.

De repente Flor dio un salto y lanzó un grito agudo, se apartó de Caro e intentó cubrir su desnudez con las manos.

一¿Qué pasó? 一Preguntó Carolina一. ¡Ay… mamá! ¿Qué hacés acá? Asustaste a Flor.

一Perdón… no pretendía asustar a nadie, es que…

一No te preocupes, Flor 一dijo Caro, ignorando a Gladis一. Podés seguir.

一Pero… está tu mamá. ¿No te molesta que te vea cogiendo? 一Preguntó mi hermana.

一¡Ja! Si supieras la cantidad de veces que me vio cogiendo. A ella le gusta espiar cuando estoy cogiendo con Benja, por eso siempre dejamos la puerta entreabierta. A veces se enoja con nosotros. Eso depende de qué tan celosa se ponga.

一¡Yo no me pongo celosa!

一Claro que sí, mamá. A vos te molesta que yo tenga un novio bien pijudo con el que coger todo el día y que vos tengas que matarte a pajas.

Gladis se puso roja, en parte por la bronca, pero también noté vergüenza en ella. Decidí que era el momento de intervenir, sé muy bien cuánto pueden empeorar estas discusiones.

一Gladis no tiene amante porque no quiere 一dije一. Con ese cuerpazo podría acostarse con quien le dé la gana 一mi suegra mostró una sonrisa tímida一. ¿Y no vas a decir nada? ¿No te molesta ver a tu hija chupando concha?

一Em… no… 一dijo Gladis.

一Es la menos apropiada para ofenderse si me ve chupando una concha 一dijo Carolina一. Benja, hace rato quiero contarte algo, y si no dije nada es porque le prometí a mi mamá que no te lo iba a contar. Pero ella prometió no meterse más mientras yo cogiera con vos, y ahí está, fallando a su promesa.

一No, por favor, no le cuentes esas cosas.

一Ay, mami, quedate tranquila. Flor y Benja son de mente abierta. ¿No es cierto?

一¡Claro! 一Respondí al instante一. Nadie te va a juzgar.

一Yo quiero saber qué pasó 一dijo Flor, que ya se sentía más cómoda y no intentaba cubrir su cuerpo. Probablemente le había picado el bichito del morbo y ya estaba disfrutando de que Gladis la viera desnuda y excitada.

Carolina se apartó de mí, la verga salió y ella se sentó en la cama.

一Vamos a reservar eso para después 一dijo, señalando mi verga一. Hoy le vas a dar un buen uso 一me guiñó un ojo一, pero antes tenés que escuchar lo que te voy a contar… y vos mamá, vení, sentate. Hacete amiga.

一Yo… este…

一Señora 一dijo Flor一. Nos acaba de sorprender haciendo un trío, creo que acá tendríamos que estar más preocupados nosotros que usted.

一Sí, lo entiendo… y por favor, no me trates de usted. Decime Gladis.

一Está bien, Gladis. Quedate tranquila. En la vida aprendí que la gente suele tener secretos que, a veces, se pueden compartir con las personas apropiadas.

Estuve tentado a aclarar que eso no lo aprendió “en la vida”, sino en un fin de semana. Lo dejé pasar porque no quería dar más vueltas. Le hice señas a Caro para que empezara a hablar, Gladis se sentó a su lado en la cama y no le preocupó mucho que pudiéramos ver su concha. Quizás ella también estaba disfrutando al exponerse.

一¿Quieren saber por qué mi mamá nunca me va a poder retar por estar chupando conchas? 一Comenzó diciendo Caro, con una sonrisa libidinosa一. Resulta que una tarde llegué a casa después de que el pelotudo de mi novio canceló una cita a la que yo pensaba asistir con una tanga diminuta a estrenar.

一¡Qué novio más pelotudo! 一Exclamó Flor, riéndose. Hasta Gladis sonrió.

一En defensa del novio 一dije一, tenía que hacer turno extra en el bar, lavando copas. Era un día de mucha concurrencia y me pagaron el triple por quedarme… y no sabía nada de ninguna tanga nueva.

一No es excusa 一dijo mi novia一, de todas formas, eso no es lo importante ahora. Ese día entré a mi casa y me llevé una de las sorpresas más grandes de mi vida…

一Hija, ¿de verdad tenés que contarles esto? Me da mucha vergüenza.

一Hace tiempo que estoy esperando el momento para contarle esto a Benja, y quería hacerlo con vos presente. Me parece el momento ideal para hacerlo. No sé si algún día habrán sorprendido a su madre en pleno acto sexual…

一Yo no, pero por lo que sé, Benja y mi hermana Luci tienen una gran facilidad para encontrar a mi mamá en pleno acto. Eso me genera mucha envidia, no lo voy a negar.

一Entonces tal vez también tengas envidia de mí. Yo sí tuve el gusto de sorprenderla.

一¿A tu mamá?

一No, a la tuya 一Carolina sonrió. Flor y yo nos quedamos estupefactos一. ¿Qué creen que vi cuando entré a casa? Mi señora madre estaba arrodillada delante del sofá, con la cabeza metida entre las piernas de una mujer. Le estaba dando una chupada de concha monumental, digna de la mejor peli de porno lésbico. ¿Y quién era esa mujer?

一¿Mi mamá? 一Preguntó Flor, aunque ya sabíamos la respuesta.

一Así es, la señora Lali estaba con las piernas levantadas, gimiendo de lo lindo, mientras mi mamá buscaba la forma de meterle la lengua por la concha y sacársela por la garganta.

一Ay, Caro… estás exagerando 一protestó Gladis.

一¿Te parece, mamá? Porque realmente estabas descontrolada. Nunca me imaginé que te pudieran gustar tanto las conchas.

一A ver… me parece que yo tengo que contar mi versión de los hechos 一se defendió mi suegra一, de lo contrario salgo perdiendo. Y estos chicos me van a odiar. Ahora deben creer que su mamá es mi amante y que su padre es un cornudo.

一Por eso no te preocupes, Gladis 一dijo Flor一. Ya sabemos muy bien que mi papá es cornudo… y que a mi mamá le gusta la concha. No es un secreto familiar. Lo sabemos desde hace tiempo.

Una vez más mi hermana estaba exagerando las temporalidades. Ese “hace tiempo” no era más que el último fin de semana.

一Está bien. Prometo no extenderme mucho 一ella separó un poco más sus piernas, lo necesario para que Flor, que estaba a mi derecha, también pudiera mirarle la concha一. Si ustedes ya conocen de las andanzas de su madre, entonces esto no les va a sorprender tanto. Como bien saben, sus padres nos invitaron a Caro y a mí a cenar más de una vez, cosa que agradezco mucho. Siempre la pasé muy bien con ustedes. Con Lali empezamos a hacernos amigas y siempre nos quedábamos charlando solas un rato después de la cena. En una de esas charlas me preguntó si yo estaba viendo a alguien. Le confesé que no, y que por eso me sentía muy sola. Ella no podía creer que yo no tuviera un amante. Entre copas de vino fuimos entrando en confianza y me contó que ella no se sentía satisfecha sexualmente. Nos vimos más veces, las cenas se hicieron cada vez más frecuentes y como las charlas eran divertidas, decidí invitarla a casa. No tenía idea de qué iba a pasar, pero ya intuía algo.

一¿Por qué? ¿Acaso mi mamá te dio alguna señal de que podía pasar algo? 一Preguntó Flor.

一Algo así. Durante varias charlas mencionó a una chica que la había hecho redescubrir el sexo. No sé quién es, solo sé que tiene más o menos la edad de ustedes…

一Ya sabemos quién es 一dije一. Se trata de una amiga de Lucía.

一Ya veo que están al tanto. Me sorprendió un montón que Lali me contara esto. No podía comprender por qué una mujer casada de más de cuarenta años se metería en la cama con una chica de dieciocho. Sin embargo, ella me aseguró que fue una de las mejores experiencias de su vida. Hasta me animó a que probara hacerlo con una mujer. Me dijo: “No sabés el morbo que se siente al chupar una concha por primera vez. Sentís cómo el fuego te quema por dentro”. En varias oportunidades dijo, medio en chiste, medio en serio: “Cuando quieras podés probar conmigo”. Me lo tomé con gracia, sin darle mucha importancia. Pero… cuando vino a casa me puse super nerviosa. Lali estaba espléndida, me guiñó un ojo y dijo: “Vine sin ropa interior”. Ahí comprendí que dependía totalmente de mí. Si yo quería, podía terminar en la cama con ella. Si bien nunca se me había pasado por la cabeza tener sexo con ella, estar ahí y saber que podía ser una realidad me hizo cambiar de perspectiva. Todo me dio vueltas y tomé vino de más. Antes de que me diera cuenta, ella ya estaba de piernas abiertas diciendo: “Dale, Gladis, date el gusto y probala. Sé que te morís de ganas”.

一¿Y ella tenía razón? 一Preguntó Flor, que se estaba acariciando la concha lentamente.

一Sí, aunque me costó admitirlo, tenía razón. Lali es una mujer preciosa. Yo llevaba mucho tiempo sin tener sexo con nadie y no pude resistirme. Quería probarla. Y puede que Caro haya tenido razón en algo, lo hice de una forma un tanto… descontrolada. Tal y como dijo Lali, pude sentir ese fuego quemando por dentro. Cuando llegó mi hija, me quise morir. Por nada del mundo quería que ella me sorprendiera en una situación como esta. ¿Cómo se lo iba a explicar?

一Pero mi mamá no me conoce tanto como piensa. No tuvo que explicarme nada. Saludé a Lali y le dije que las dejaba solas. Me fui a pasear con unas amigas. Cuando volví a la noche, hablamos del tema.

一Ahí le dije que no considero que esté mal recurrir a una amiga para que te ayude a quitarte… bueno, la calentura.

一Y yo aproveché para contarle que más de una vez me acosté con mujeres y que sé exactamente lo que se siente.

一Todo muy lindo 一dije一. Me alegra que Lali y Gladis se hayan dado para que tengan… sin embargo, nos prometieron dos anécdotas. ¿Cuál es la otra? 一Pregunté, mientras me masturbaba despacio, como incitando a Gladis a que se lanzara sobre mi verga.

一Ya sé lo que estás pensando, Caro 一dijo mi suegra一. Y de verdad te lo pido. No les cuentes eso. No importa que sean de mente muy abierta… es algo que no van a entender. Van a pensar que soy una degenerada.

一Ay mami. ¿No viste como Flor me chupaba la concha mientras su hermano me metía la pija por el orto? Quedate tranquila, no les va a molestar. Y quiero que ellos lo sepan.

一Está bien, si se los vas a contar, no quiero estar presente.

Gladis se levantó y salió de la pieza. Esto no estaba en mis planes. Si ella se enojaba, todo se podía ir a la mierda. Tuve que reaccionar rápido. Debía emplear una táctica de aproximación mucho más directa.

Salí y la intercepté en el pasillo. La tomé por la cintura y la puse contra la pared. Acerqué mi verga a su húmeda concha y se la clavé. Entró hasta la mitad de una sola vez. Ella soltó un potente gemido.

一¡Ay, Benja…!

一No seas así, Gladis 一le dije, mientras le daba pequeñas embestidas一. Solo intentamos conversar un poco. No tenés por qué tener miedo. Nadie te va a juzgar.

一Es que no quiero que piensen que soy una puta.

一¿Y qué problema hay con eso? Ya sé que Carolina es bien puta, y por eso nos llevamos tan bien. A ella le gusta disfrutar del sexo sin demasiados prejuicios… y a mí también. No le veo nada de malo.

一Pero…

一Pero nada, si supieras todas las cosas que hace tu hija. Ya te conté 一le clavé más la verga一. Le encanta que le de por el orto.

一Sí, ya sé…

一¿Y qué pensás de las mujeres que se tragan el semen?

一Que son unas putas.

一Entonces tu hija debe ser la más puta de todas. 一Mi verga entró todavía más, ya estaba casi completa allí, en su concha, y los bombeos comenzaron a hacerse más fuertes, al igual que los gemidos de mi suegra一. A Caro le encanta tomarse toda la lechita. ¿No es cierto, amor?

一Así es 一dijo mi novia, que se había asomado desde la puerta de su cuarto. Flor la seguía de cerca一. Me encanta… y no solo la leche de Benja, cada vez que me como una buena pija, me gusta que me den de tomar la leche.

一Ay, hija… vos no eras así. ¿Qué te pasó?

一La mala junta, mamá… y ya sabés muy bien de quién hablo.

一¿De Nadia?

一Así es. Yo era una mojigata de manual… hasta que conocí a Nadia. Es difícil que una chica se mantenga virgen con una amiga como Nadia. Ella me enseñó a disfrutar del sexo sin tabúes. Y vos también podrías hacerlo, si querés. ¿Acaso no estamos viendo como Benja te está metiendo toda la pija en la concha? Hasta la hermana de Benja está mirando…

一Y me parece bien que disfrutes 一dijo Flor一. Yo era muy cerrada con el sexo, y sufría mucho… hasta me avergonzaba admitir que me hacía la paja.

一Es curioso 一dijo Caro一. Siempre creí que sos re pajera. Como que te lo notaba en la cara.

一Es re pajera 一dije一. Solo que no se anima a reconocerlo.

一Eso era antes. 一Antes del fin de semana, habrá querido decir一. Ahora no tengo problema en admitirlo. También estoy aceptando que me gusta coger con mujeres. La de Caro no fue la primera concha que probé.

Pensé que si supieran cuál fue la primera, se llevarían una linda sorpresa.

一Ay, mamá… en serio, dejá de hacerte tanto drama, si se nota que te encanta la cogida que te está dando Benja.

Yo me estaba moviendo mucho más fuerte. Las embestidas eran tan potentes que hacían temblar todo el culo de Gladis.

一Está bien… está bien… lo admito… me gusta… me gusta mucho. Así… seguí… seguí… ay, cómo necesitaba una buena pija… ay… ay…

La agarré de los pelos y empecé a darle tan fuerte como podía. Ella soltó varios gritos, al ritmo de mis penetraciones. Su concha me empapó la verga y pude notar como ese orificio estaba cada vez más abierto. Cada vez me costaba menos meterla hasta el fondo.

一¿Te gusta, puta? 一Le pregunté.

一Sí… me gusta…

一¿Querés más?

一Sí… sí… dame más, por favor…

一¿Y si te doy de tomar la lechita, te la vas a tragar?

一Sí, me la trago toda…

一Pero eso es de putas…

一No me importa. Seré puta entonces… quiero pija… quiero leche… damela toda.

一Entonces, ponete de rodillas.

Gladis me hizo caso, se arrodilló al instante y de una se tragó buena parte de mi verga. Empezó a chuparla como lo hizo su hija tantas veces. Debo admitir que mi suegra es buena petera. Tiene talento.

Pasados unos segundos fue haciendo más lento el ritmo de su mamada, se mantuvo así, hasta que eventualmente dejó de chupar.

一¿Y la leche? 一Preguntó, desilusionada.

一No dije que te la vaya a dar ahora. Si de verdad la querés, volvamos a la pieza, para que Caro nos cuente su anécdota. Si te portás bien, te doy de tomar la lechita… y quizás te de algún otro regalito.

一Ay… sos muy malo conmigo.

Sonó como una pendeja caprichosa. Caro y Flor se rieron al unísono. A Gladis pareció no importarle.

一Te espero en la pieza 一le dije.

Volví a entrar al cuarto y me senté del lado de los pies de la cama. Caro y Flor se sentaron frente a mí y Gladis, luego de titubear un poco, dio un paso hacia adentro.

Ya la tengo justo donde quería. Ahora solo falta escuchar la anécdota de Carolina, y estoy seguro de que va a ser algo memorable.

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Comentarios

Patacon13 ha dicho que…
Espectacular... Que suegra tan sumisa 😈
Unknown ha dicho que…
Brillante capítulo!!! Morbo a fulllllll
Nokomi ha dicho que…
El Capítulo 13 de "Un fin de semana con mis hermanas" ya está disponible para los que me apoyan en Patreon. Lo voy a publicar acá el 19 de Abril.

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