Strip Póker en Familia [21].

 


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Strip Póker en Familia.




Capítulo 21.



La Amiga de Nadia.


Nota: Este capítulo se va a entender mejor si ya leyeron completa la serie “Un fin de semana con mis Hermanas”. 




Lo que ocurrió entre mi tía Analía y su hijo Ariel me dejó con un mal sabor de boca. Me alegra que los problemas entre ellos se hayan solucionado, pero mi tía es una persona muy conflictiva, donde está ella siempre hay quilombos. Por eso le dije a mi mamá que busque la forma de mantener lejos a Analía durante un tiempo (al menos que esté fuera de esta casa), ya tenemos suficientes problemas entre nosotros, no necesitamos más.

Viki estuvo de acuerdo conmigo y se le ocurrió que la mejor manera de mantener a Analía lejos era conseguirle un novio que se la cogiera regularmente. De esa forma mi tía no molestaría tanto.

El candidato perfecto para encargarse de este asunto no era otro que mi tío Alberto.

—Si tengo que sacrificarme por la familia, lo voy a hacer —dijo, cuando le comentamos nuestro plan.

—¡Uy, sí! ¡Qué sacrificio inmenso! —Exclamé—. Tenés que coger con una mujer que tiene un cuerpazo y que succiona vergas como deporte.

—Sí, sé que va a ser difícil —insistió—, pero por esta familia hago lo que sea. No se preocupen, yo me encargo de Analía.

—Muy bien, gracias, hermanito —dijo mi mamá, dándole un beso en la mejilla al mismo tiempo que le apretaba la verga por encima del pantalón—. Después te voy a dar una linda recompensa.

—La voy a estar esperando —dijo él, con una cara de boludo que me dio mucha ternura. Está loco por su hermanita.

—Y no pienses que odiamos a Analía —continuó mi madre, mientras metía su mano dentro del pantalón de su hermano mayor—. Es solo que nosotros tenemos nuestros propios problemas y ella… ya sabés cómo es… le gusta aparecer sin avisar, y si da la casualidad que ese día está de mal humor…

—Sí, arde Troya. Tiene carácter la morocha, eso me cae bien. Y estoy seguro de que el mal humor se le va a pasar después de…

—Después de que pruebe esto varias veces —Viki sacó la verga del tío Alberto, ya estaba completamente dura. Lo pajeó durante unos segundos y luego dijo—. Ok, problema solucionado. Voy a lavar los platos sucios del almuerzo.

—Te ayudo —le dije, mi tío guardó su miembro erecto y se alejó sin decir una palabra, probablemente pensando en la recompensa que recibiría por parte de su hermana—. ¿Lo vas a dejar así, con la pija dura?

—Sí, ¿por qué no? Ahora mismo no tengo ganas de coger… y él es un tipo grande, ya sabe de estas cosas. Entiende que si ahora no quiero, voy a querer más tarde.

—Uy, si llego a hacer eso con Erik, me garcha acá nomás, contra la mesada de la cocina.

—Sí, totalmente… y conmigo haría lo mismo. Pero Alberto ya tiene mucha experiencia con mujeres, y me conoce bien. Además… ¿sabés que si un hombre tiene varias erecciones durante el día y no eyacula… después sale más leche?

—Es un dato interesante… así que después te vas a tomar toda la lechita del tío.

—Quizás… y si no lo hago hoy, estoy segura de que él va a encontrar un agujero donde meterla. En esta casa tiene opciones.

—Muy cierto.

Me quedé pensando en cómo le dieron a Mayra. Si el tío le pedía ayuda para acabar, ella estaría gustosa de brindársela… y yo también, no lo voy a negar. Si hasta se me mojó un poquito la concha al verle la pija dura.


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El plan fue todo un éxito.

Alberto logró conquistar a Analía en la primera cita. En realidad lo tuvo bastante fácil. Mi tía se moría de ganas de tener una buena pija a disposición… que no fuera la de su hijo. A ver, a mí no me va a poder negar que, de vez en cuando, Ariel se mete en la cama de su madre y le da para que tenga. Sin embargo Analía prefiere decir que esa tensión sexual que había entre ellos ya está superada y que ahora prefiere llevar una vida normal. Nadie le cree, por supuesto, aunque dejamos que sea feliz con su mentira. Lo importante es que está ocupada y ya no siente la necesidad de venir a mi casa, a molestar, sin previo aviso.

Gracias a esto nuestra vida entró en una rutina muy agradable en la que el sexo entre parientes estaba permitido. No hablamos de eso, pero si alguien sorprendía a otros teniendo sexo entre ellos, actuábamos como si nada pasara y los dejábamos seguir con lo suyo… o nos úniamos a la fiesta. No hubo nuevas partidas de Strip Póker durante estos días, sin embargo eso no detuvo los encuentros sexuales.

Un día me encontré a Mayra de rodillas ante el sofá, chupándole la pija a Erik. La pobrecita se estaba atragantando con toda la leche del hermano, fue algo muy lindo de ver. Me quedé tan caliente que tuve que hacerme una paja en la pieza, por suerte Mayra entró unos minutos después y decidió que era buena idea seguir practicando sus habilidades con el sexo oral… y me chupó la concha. Esa pendeja se está volviendo una verdadera experta en el sexo lésbico.

En otra ocasión yo fui sorprendida por mi mamá… en la cama con su marido. Ese día Pepe estaba especialmente cachondo, cuando me entregué a él prácticamente me arrancó la ropa y empezó a llenarme la concha de pija. Estuvimos un largo rato cogiendo y para el momento en que entró Viki a la pieza, yo ya estaba en cuatro recibiendo la gorda y venosa verga de mi papá por el orto. ¿Y qué hizo mi mamá? Se desnudó y se abrió de piernas ante mí. Su concha peluda de labios carnosos estaba tan mojada como la mía, supuse que antes estuvo cogiendo con alguien y lo corroboré casi al instante. Cuando empecé a chuparle la argolla, el semen comenzó a fluir de ese agujero. Mi hermano o mi tío la habían dejado bien llena de lechita y ahora ella me la estaba ofreciendo a mí. No le pregunté quién la cogió, porque me dio morbo que fuera un misterio, me calentó estar tragando semen sin saber exactamente de quién era. Hasta pudo tener un breve encuentro con Ariel, a escondidas. ¿Y si por casualidad se había conseguido otro amante? Eso me volvió loca. Se la chupé con más ganas.

Por la cogida de mi papá yo estaba en un éxtasis alucinante y el morbo se me disparó hasta las nubes al poder saborear la concha de mi mamá llena de semen. Por momentos como éste, me cuesta arrepentirme de la situación que está viviendo mi familia. Aunque, claro, en frío me carcome un poquito la culpa, por eso intento disfrutar al máximo estos momentos de calentura extrema.

Esto terminó de la mejor manera posible. Mi papá me llenó el culo de leche, como debía ser, y luego yo me senté sobre la cara de mi madre. Viki se encargó de lamer todo mi agujerito y de tomarse toda la lechita. Mientras tanto Pepe le clavó la pija a ella por la concha, cosa que me dio mucha ternura. Me gusta saber que mi papá no se olvida de la mujer con la que se casó, aunque esté en un acto tan morboso como coger con su propia hija. Algún día me gustaría tener un novio con el que poder compartir momentos como éste, sin prejuicios.

Encuentros como éste hubo varios y sorprendí, al menos una vez, a todos los integrantes de la casa teniendo relaciones sexuales entre ellos… y por supuesto, a mí también me sorprendieron en más de una ocasión con las manos en la masa. Eso no fue señal de alarma para ninguno, aprendimos a vivir de esta manera sin cuestionarnos demasiado.

Incluso yo empecé a vivir algunas aventuras sexuales fuera de mi casa. Algunas más memorables que otras. Quizás la más aburrida fue cuando me garché a un pibe de la facultad. A ver, en defensa del pibe debo decir que no lo hizo nada mal. El problema es que ya me acostumbré a vivir aventuras sexuales sobrecargadas de morbo, y acostarme con un pibe random no es la situación más morbosa del mundo, no si en casa puedo comerle la pija a mi papá o a mi hermano.

En cambio, coger con el dueño del gimnasio sí que estuvo lindo, porque ahí tenía a Mayra a mi lado. Aprovechábamos aquellos días en los que el gimnasio estaba vacío para entregarnos por completo. Salíamos de ahí con el culo dilatado y con una calentura tan grande que, al llegar a casa, teníamos que darnos una buena chupada de concha la una a la otra.

Fue justamente después de una de estas sesiones de sexo lésbico post gimnasio cuando Mayra me dijo:

—¿Y en qué andás vos? Me di cuenta de que hay días en los que ni siquiera volvés a casa para dormir. ¿Te conseguiste un novio?

—No, un novio no… me conseguí una novia.

—¿Qué? ¿Me estás tomando el pelo? —La pequeña parecía realmente enojada—. A mí me gustan las mujeres y todavía no conseguí novia, ¿y vos, que sos heterosexual, me venís con que…?

—Calmate un poquito, Mayra. Fue un chiste. Carolina no es mi novia. Es mi amiga… aunque sí terminamos garchando en varias ocasiones.

Mi hermanita se calmó, pero aún así me miró con suspicacia.

—¿Quién es Carolina y por qué no me contaste nada de ella?

—No sé, simplemente no se me ocurrió. Te puedo contar ahora, si querés. Caro es una chica que cursa conmigo en la universidad. No hablábamos mucho, pero un día se nos ocurrió juntarnos a estudiar en su casa y… tuvimos una charla súper intensa.

—¿Tan intensa que terminaron cogiendo?

—Sí. Porque descubrí que a ella le gusta el sexo tanto como a mí. Todo se dio muy rápido, ni siquiera puedo decir que el sexo haya sido espectacular. Estuvo bien, pero lo que estuvo mejor fue que sirvió para romper el hielo.

—¿Volvieron a coger? —Preguntó mi hermana mientras pasaba el dedo por la areola de uno de mis pezones.

—Sí, varias veces. Y con cada cogida fuimos contándonos nuestras aventuras sexuales. Ella me contó que tiene un novio, llamado Benjamín, con una pija hermosa, que garcha bien y encima la deja garchar libremente con quien sea.

—Ah, se podría decir que esa chica encontró el novio perfecto para vos.

—Algo así —dije, riéndome—. El pibe me cae bien. Es rubio, tiene buen cuerpo, mirada inteligente… nada que ver al bruto de Erik. Y es cierto que garcha bien.

—¿Ya te lo garchaste?

—Así es —le conté, orgullosa. Ella dio una pequeña chupada a mi pezón—. Fue el fin de semana que no pasé acá…

—Ah, me acuerdo que contaste que te ibas a quedar en la casa de una amiga. ¿Era Caro?

—Sí, pero eso no era del todo cierto. En realidad a Carolina se le ocurrió pasar el fin de semana en una cabaña conmigo… y con su novio. Estuvimos cogiendo todo el día durante todo el fin de semana. Fue re lindo. Tan lindo que me quedé con ganas de ver a Benja una vez más, no le dije nada a Caro, porque no quiero que se ponga celosa. Aunque quizás no le molesta…

—Y cuando le contaste tus aventuras a Caro, ¿le hablaste de mí?

—Sí. Le conté que cogí con mi hermana.

—¿Qué? ¿De verdad? ¿Te volviste loca, Nadia?

—Pero si me acabás de preguntar si le hablé de vos…

—Ya sé, pero creí que ibas a mentir un poquito. No sé, contarle que cogiste con una amiga muy linda. ¿Qué pasa si Caro le cuenta a alguien que vos cogés con tu hermana?

—No te preocupes por eso. No le va a contar a nadie que no tenga que saberlo.

—¿Cómo estás tan segura?

—Porque cuando cogía con Caro ella me contó en varias ocasiones que está muy caliente con su mamá y que se la quiere coger. Hace poco me confesó que vio a la madre cogiendo con una mujer, y más ganas le dieron. Quiere que yo la ayude a cogerse a su mamá.

—Apa… bueno, ahora me cae bien esta tal Carolina. ¿La puedo conocer?

—Claro, cuando quieras. A ella le va a encantar conocerte. Y si Erik se porta bien, también se la presento.

—¿A Erik? ¿Estás segura de que eso es buena idea?

—No lo sé. Caro quiere conocerlo desde que le mostré fotos de la pija de Erik. Y yo le dije: Mirá que es un bruto. Y eso la calentó más. Al parecer a ella le gustan los tipos así de brutos… en especial si tienen una buena pija.

—Bueno, a mí me gustan las mujeres, pero no voy a negar que Erik me hizo calentar un montón cada vez que me cogió. Es que… uf… te da con todo. Te destroza. Te hace sentir una putita reventada.

—Muy cierto. No le digas que yo te lo dije, pero a mí también me encanta la pija de Erik. Si él supiera que yo estoy dispuesta a dejarme coger cada vez que me la ofrece, me tendría de esclava sexual todo el día. Por eso a veces tengo que decirle que no, aunque me cueste un montón.

—A mí no me pasa eso, porque a él le da miedo encararme. Si terminamos cogiendo es porque yo se lo pido.

—Es cierto —dije—. Con vos tiene otro tipo de relación. Te tiene un poco de miedo. En cambio a mamá y a mí no nos tiene ni un poquito de respeto, el otro día ví cómo le clavó la pija en la concha a mamá cuando ella se agachó para juntar algo del piso. Ni siquiera le avisó. Se la metió sin asco y le estuvo dando como media hora, a pesar de que ella le decía que llegaba tarde al trabajo. Y sí, al final llegó tarde al trabajo… y con la concha toda abierta.

—Al menos se habrá ido feliz.

—Bueno, sí… se la veía contenta.

—¿Y vos qué hiciste cuando viste eso? Me imagino que no te habrás quedado de brazos cruzados mirando la escena.

—No, claro que no. Yo… em… bueno, te digo la verdad porque no tiene sentido ocultarlo. Erik tenía la pija dura porque me estaba cogiendo a mí, en el sofá del living… y no solo Erik. El tío alberto me estaba dando por el orto, yo estaba sentada arriba del tío. Mamá pasó, lista para irse a trabajar, y me saludó con una sonrisa. Se le cayó algo… y ¡zaz! la clavaron a ella también. Igual no se puede quejar de haber llegado tarde, porque en parte fue culpa de ella. Cuando se calentó, se puso en cuatro en el sillón y le pidió a Erik que le diera más fuerte. Por eso se demoró tanto. Y después yo me encargué de chuparle toda la leche que le quedó en la concha…

—Ay, la pasaron re bien. ¡Cómo me perdí de eso! ¡Qué bronca!

—Era muy temprano en la mañana, vos estabas durmiendo. Yo me había trasnochado porque estuve de joda con Carolina.

—¿Cogieron esa noche?

—No, esa noche no… pero sí nos manoseamos toda en la discoteca, salimos con una calentura tremenda. Al salir le dije: “Nena, vamos a un telo, necesito coger”. Pero ella me dijo que no, porque quería volver a su casa lo antes posible, para sorprender a su mamá garchando con la mina esa que se coge. Y también me dijo: “Si estás caliente, pedile a tu hermano que te coja”. Y bueno, hice eso. Llegué a casa, me quedé en concha y fui a buscar la primera pija que se me cruzara por el camino. Encontré al tío Alberto despierto, justo iba al baño, creo. Me vio y le dije que necesitaba verga, urgente. Empezó a darme contra la pared, ahí nomás, en el pasillo. Eso despertó a Erik…

—Así que terminaste recibiendo tremenda doble penetración. La próxima vez que vuelvas caliente de bailar, despertame. No seas maldita. Yo también quiero coger.

—Está bien, te lo prometo.

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Poco después de esa conversación se dio uno de los momentos que Mayra tanto había esperado.

—Vestite que nos vamos —le dije, al entrar a la pieza. Ella estaba toda desnudita mirando la pantalla del celular. Daban ganas de comérsela.

—¿Adónde vamos?

—Hoy vas a conocer a Carolina.

—¡Ay! ¿En serio? —Se puso de pie de un salto.

—Sí, ya le mostré algunas fotos tuyas… espero que no te moleste.

—No, no me molesta para nada —dijo mientras se ponía una tanga muy sexy.

—Desde que vio esas fotos, Caro se muere por conocerte… y de cogerte.

—Y yo me muero por conocerla a ella… y de cogerla.

—Entonces vamos, que nos está esperando en la casa.

De pronto se quedó paralizada.

—No voy a ir —dijo.

—¿Qué? ¿Por qué no? Si tantas ganas tenés…

—Es que… no me da vergüenza que me vea en fotos, porque yo no estoy ahí. Pero… tenerla delante es otra cosa. ¿Y si no le gusto? ¿Y si piensa que soy una boluda inexperta? Con todas las cogidas que tiene esa mina… ¿por qué se fijaría en mí?

—Ay, sonsa… —me acerqué y le di un fuerte abrazo—. Me encanta que seas tan dulce. Nunca cambies. Y te aseguro que no tenés que preocuparte de nada. Cuando digo que Caro se muere de ganas de conocerte, hablo muy en serio. Está re caliente con vos. Y si te da vergüenza quedarte sola con ella, no te preocupes. Yo voy a estar ahí todo el tiempo.

—Mmm… me sirve, pero no es suficiente.

—A ver… ¿y si te digo que existe la posibilidad de que algún día también se sume la mamá de Caro? ¿No te gustaría ver a Caro cogiendo con la madre?

—Sí que me gustaría, pero ¿cómo estás tan segura de que eso puede pasar?

—Porque, Gladis, una vez me sorprendió cogiendo con su hija. Lo gracioso es que entró justo en el momento en que Caro me estaba dando por el orto con un strap-on. A mí me dio un morbo tremendo que esa mujer me sorprendiera cogiendo justo en ese instante. Y bueno, con Carolina nos las ingeniamos para convencer a Gladis de que probara mi concha… y lo hizo. Ya me chupó la concha varias veces… y yo a ella. Cuando me quedo a dormir en la casa de Carolina, siempre me doy una vuelta por el cuarto de Gladis y no hubo ni una sola ocasión en la que ella me rechazara. Caro se muere de ganas de coger con la madre y yo me encargo de mantener a Gladis caliente. Además ya pasaron cosas estando Caro cerca mientras yo cogía con su mamá. Creo que es solo cuestión de tiempo hasta que esas dos terminen cogiendo.

—Mmm… eso me calienta un montón. Está bien. Si existe esa posibilidad, puedo hacer el esfuerzo.

—¡Genial! Ahora, terminá de vestirte, que yo también me muero de ganas de coger.

Ese día fue particularmente interesante.

Poco después de llegar a la casa de Caro, ya estábamos las tres en la cama, comiéndonos las conchas. Aunque esa no fue la mejor parte.

Lo que le prometí a mi hermana se hizo realidad. Mientras cogíamos, alguien irrumpió en el cuarto y no era otra que Gladis, la madre de Caro. A esa pobre mujer casi se le salen los ojos de ver tantas conchas juntas.

Nos costó un poco convencerla de sumarse a la fiesta, pero yo abrí las piernas y le mostré que mi concha estaba a su disposición. La mujer no pudo resistirse. Y, entre lengüetazos, terminamos cogiendo las cuatro en la misma cama. Me quedé impresionada al ver como Gladis se prendía a la concha de Mayra, al parecer le gustó eso de coger con una pendeja de apenas dieciocho años, una chica que podría ser su hija. Bueno, yo también podría ser su hija, incluso mi edad es la misma de Caro, pero… en fin, Mayra le calentó más, por alguna razón. Quizás fue por la ternura que inspira mi hermanita, o por lo linda que es su concha.

Mayra se dio el gusto de tener a Caro y a Gladis, madre e hija, comiéndole la concha. Ahí toda su vergüenza se disipó. Se entregó totalmente a la causa.

El momento cúlmine llegó cuando Carolina le contó a Gladis que Mayra y yo somos hermanas. ¿Y cuándo decidió comunicarle esto? En el preciso momento en que Mayra me estaba comiendo la concha. Creo que el corazón de Gladis casi explota por el morbo. Ahí nomás empezó a hacerse tremenda paja, se coló los dedos como si fuera la primera vez que descubría el placer masturbatorio.

Les sugerí a Caro y a Gladis que podían probar hacer lo mismo entre ellas. Uf… ¡qué locura fue esa tarde!

Llegó un momento en que ya no sabíamos cómo ponernos para poder disfrutar de la mayor cantidad de conchas posibles. Y todas distintas… quizás las más similares, en forma y tamaño, son la mía y la de Caro. Pero la concha de Gladis es muy carnosa, da gusto tener esos labios en la boca. Y la de Mayra es de porcelana, es lo más suave que hay.

Eso sí, Gladis demostró, una vez más, su especial aprecio por la concha de Mayra, fue la que más chupó, con diferencia. Claro que la de su propia hija también le daba morbo, pero esa la puede chupar cuando quiera. La tiene ahí, en su casa.

Cuando regresamos a casa Mayra me llevó a la pieza y me regaló una hermosa chupada de concha. Esa fue su forma de agradecerme por haberla convencido de participar en tan bonita aventura sexual.


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Mi mamá y yo estábamos en el living debatiendo sobre las posibles remodelaciones que podríamos hacerle a la casa. Su opinión era que, al tener un marido y un hijo dedicados a la construcción, no sería tan costoso edificar un segundo piso, con más habitaciones y baños. Así estaríamos más cómodos. Esto podría ser posible si ella lograba cerrar un importante negocio en su trabajo.

—Si tengo que dejarme coger por los dos empresarios con los que estoy negociando, lo voy a hacer —me dijo convencida—. Hace unos años no hubiera hecho una cosa así, pero ahora…

Sonó el timbre.

Eran las diez y media de la noche.

Nos miramos la una a la otra, preguntándonos quién podría ser a esta hora.

Victoria miró por la rendija de la puerta y se calmó.

—Es la vecina —me dijo en un susurro.

Abrió la puerta y nos encontramos cara a cara con Lourdes, la vecina de al lado. Una mujer rubia, delgada y de buena figura, labios carnosos, ojos celestes, nariz recta y un poquito respingada. Pechos pequeños (en comparación a los míos), pero bien definidos. Podría ser una modelo… si no fuera tan obtusa.

Llevamos muchos años viviendo al lado de Lourdes, pero rara vez hablamos… y el motivo es que…

—Hola, Victoria, disculpá que te moleste a esta hora. Vine porque la situación se está poniendo cada vez incómoda.

—¿Qué situación? —Preguntó mi mamá, haciéndose la boluda.

—Ya sabés… lo de tus hijas.

—¿Qué acto tan terrible cometieron ahora? ¿Saludaron a tu hija? ¿Le sonrieron a tu hijo?

—No me tomes el pelo, Victoria. En el barrio la gente se anda preguntando por qué Nadia y Mayra salen a la calle vestidas… como prostitutas baratas.

—¿En el barrio? —Mi mamá siguió con su plan de hacerle la desentendida—. Nadie vino a decirme nada de mis hijas. La única que siempre tiene quejas sos vos.

—Ayer mismo las vi —siguió Lourdes, ignorando completamente a Viki—. Tenían puestas esas calzas que no dejan nada a la imaginación. Tu hija más chica, Mayra… pobrecita. Al parecer no se dio cuenta lo mucho que se le marcaba la… la… la entrepierna.

—¿Le estuviste mirando la concha a mi nena?

—¡No! ¡Claro que no! —Estuve tentada a reírme, pero no lo hice. Me costó mucho aguantarme—. Ni siquiera hacía falta mirarla con mucho detenimiento. ¡Era obvio que se le marcaba todo! ¡Hasta los pezones! Y Nadia… por dios, nena… ¿podés taparte un poquito? Te puedo ver todos los pechos.

Miré hacia abajo, mis grandes tetas estaban a nada de saltar fuera del amplio escote. Ni siquiera recordaba que me había puesto esa ropa, últimamente no presto atención si se me ven las tetas cuando estoy en casa. Para colmo la tela de esta blusa es muy fina y se me transparentan un poco los pezones.

—Perdón, Lourdes —dije—, pero son las diez y media de la noche. Estoy en mi casa, me puse cómoda, no pretendía salir a la calle con esto.

—¿Y así andás frente a tu hermano? ¿Y frente a tu papá? ¡Debería darte vergüenza!

—¡Hey! Lo que yo haga dentro de mi casa no es de tu incumbencia.

—Vamos a calmarnos —intervino Viki, como buena mediadora que es—. Lourdes, ya escuché tu queja…

—Sugerencia —aclaró ella.

—Lo que sea. Ya te escuchamos y tomamos nota. ¿Querés agregar algo más?

—Solo quiero decir que yo quiero que mis hijos se críen en un ambiente sano. No me parece bien que dejes salir a tus chicas vestidas de esa manera. ¿Qué va a pasar si un día Barbarita me pide que le compre una calza como esa?

—Si no recuerdo mal, Barbarita ya tiene dieciocho años —dijo mi mamá—, edad más que suficiente para poder elegir su propia ropa. Al igual que mis hijas. Yo no puedo decirles qué deben ponerse. Es su vida. Si ellas quieren salir a calle con una calza que les marca la concha, es problema de ellas. Si tu hija lo ve como una moda y se quiere sumar, está en todo su derecho de hacerlo.

—¡Pero es indecente! El otro día sorprendí a Javi mirándolas por la ventana.

—¿Quién es Javi? ¿Tu marido? —Pregunté—. Ah, no… cierto que sos divorciada.

Esto lo hice totalmente a propósito. Lourdes se puso roja de furia. Sé muy bien que su marido la dejó, probablemente porque ya estaba harto de vivir con una mina tan frígida como ella. Y como Lourdes es muy chapada a la antigua, le da mucha vergüenza reconocer que es madre soltera.

—Javi es mi hijo.

—Ah, perdón… me olvidé que se llamaba así. Como nunca nos dejás hablar con él, ni con Barbarita… ¿Y cuál es el problema? ¿Por qué te molesta que tu hijo nos mire? Si hasta podría mirarnos por el mismo motivo que vos, para criticarnos por vestirnos como prostitutas baratas.

—Es cierto —acotó mi madre—. No sabés cuáles son las intenciones de tu hijo. ¿O acaso dijo algo?

—No dijo nada, pero…

La miramos durante unos segundos, pensando que seguiría hablando. No dijo ni una palabra.

—¿Pero qué? —Preguntó mi mamá.

—Pero yo sé que las estaba mirando de forma lasciva.

—¿Y qué te hace pensar eso? Vos le miraste la concha a mi hermana, eso ya me quedó claro —Lourdes se puso aún más roja con mi comentario—. Pero bien dijiste que no era tu intención mirarla de esa forma… ¿lasciva? ¿Por qué dudás de Javier?

—No se llama Javier. Solo Javi.

—Como sea. —Me pareció un nombre raro y hasta me dio cierta curiosidad, pero estaba enojada y no le pregunté nada al respecto—. Decís que nos miró el orto con ganas, pero eso pueden ser solo ideas tuyas.

—No son ideas mías. Una madre sabe esas cosas.

—¡Uy, sí! ¡Una madre sabe! —Dijo Viki, con tono sarcástico—. Yo ni siquiera sé qué quieren comer mis hijos si no se los pregunto primero. Ahora resulta que vos sabés que tu hijo mira “de forma lasciva” porque le leés la mente.

—¡Tenía una erección! —Explotó—. Mi nene estaba ahí, mirando por la ventana a Mayra y Nadia, que pasaron meneando el culo, con los labios marcados en el pantalón… ¡y él tenía una erección! ¡Por culpa de las putas de tus hijas!

—Querrás decir gracias a las putas de mis hijas —respondió Viki, con una sonrisa triunfal que dejó descolocada a nuestra vecina—. Vamos, Lourdes. Javi es mayor que Barbarita. ¿De verdad te vas a escandalizar porque lo viste con el pito duro? ¿Sabés la cantidad de veces que yo sorprendí a mi hijo haciéndose la paja en el baño? —La cara de Lourdes se deformó por completo.

—Es cierto. Erik es re pajero —añadí—. Yo también lo sorprendí un montón de veces lustrando la palanca de cambio. Me parece que es demasiado exagerado venir a las diez y media de la noche a hacernos este tipo de planteos. ¿Qué sabés si tu hijo no estuvo mirando porno en el celular? Capaz que tenía la verga dura por eso.

—¡Mis hijos no miran porno!

—Bueno, vamos a tranquilizarnos un poquito —dijo mi mamá—. Entiendo que tengas una filosofía de vida muy distinta a la nuestra, y lo respeto. Pero, ponete en mi lugar. Me tocás el timbre a esta hora para decirme que mis hijas son unas putas baratas y encima les echás la culpa de estar corrompiendo a tus hijos… solo porque usan calzas para ir al gimnasio. Me parece totalmente absurdo. Si no tenés un motivo de peso para acusarlas de algo “inapropiado” —dibujó las comillas con los dedos—, entonces no vengas a tocar el timbre y a repartir insultos. Buenas noches.

Le cerró la puerta en la cara sin darle tiempo a decir nada.

Nos quedamos paradas ahí unos segundos y escuchamos como Lourdes se alejaba con pasos firmes, cargados de bronca.

—Esta mina está loca —dijo Viki—. Tiene a los hijos viviendo en una burbuja. Dentro de poco les va a prohibir mirar por la ventana… y no estoy exagerando.

—Sí, quizás nosotros no seamos una familia muy normal, pero esta mujer nos supera en locura. Si supiera de las noches de Strip Póker se moriría de un infarto.

—Totalmente.

—¿Entonces? ¿Qué hacemos? —Pregunté—. ¿Empezamos a vestirnos de forma más decente?

—No, que Lourdes se vaya a la mierda —replicó mi mamá—. No le voy a dar el gusto. Con mis hijas no se mete nadie. Además… bien que le habrá gustado la concha de Mayra apretadita en la calza —me guiñó un ojo—. ¿Viste cómo te miró las tetas todo el tiempo? Revisá el escote, puede que uno de sus ojos haya caído ahí dentro.

—No me di cuenta de que me estaba mirando las tetas, sino se lo hubiera hecho notar.

—Hubiera sido genial. Eso la hubiera dejado en evidencia. La próxima vez que venga, vamos a recibirla con buenos escotes… a ver que pasa.

—¿Vos creés que va a volver después de esto?

—Estoy segura de que sí, porque siempre vuelve. Ya me tiene harta. “Tus hijas se visten como putas”. ¿Qué sabrá ella de moda… o de putas?

Nos alejamos de la puerta riéndonos por lo bajo. En parte me gustaría que Lourdes volviera, para jugarle una pequeña broma; pero por otro lado me da un poco de miedo. Si esta mujer llegara a saber lo que ocurre dentro de mi casa, nos denunciaría con la policía.


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—Así… dame más fuerte… ¡Ay, sí… sí! —Mis gemidos debían escucharse en toda la casa.

Mi celular sonó, era una llamada entrante, en cuanto vi de quién se trataba, atendí.

—Hola, Nadia, ¿cómo estás?

—Hola, Caro. Ahora mismo estoy con mi hermano… me esta pegando tremenda garchada.

—¡Ay, qué rico! ¿Y tu hermanita está por ahí?

—Sí, Mayra me está chupando las tetas —mis hermanos no se dieron por aludidos, siguieron con su tarea como si nada.

—Mejor, así los quería encontrar… bien calientes. Tengo una propuesta para hacerles. Estoy en la casa de Benjamín… y esto se puso re picante. Acá todos están cogiendo con todos… y nos vendría bien que se sume más gente, en especial tu hermano. Nos hacen falta pijas, la de Benja es la única que tenemos.

—¿Y tu mamá?

—Está acá… más caliente que yo.

—Pero pará, no entiendo nada —dije, mientras disfrutaba de las potentes embestidas de mi hermano y las lamidas de mi hermana—. ¿Quiénes están exactamente en la casa de Benjamín?

—Su mamá y sus hermanas.

—¿Qué? ¿Se las está garchando?

—Sí, es una historia larga. Después te cuento bien. ¿Y qué dicen? ¿Quieren venir?

—¡Por supuesto!

—Excelente. Los espero. Ahora te mando un mensaje con más información.

Lo que pasó en la casa de Benjamín fue increíble. Tuve pseudo-orgías con mi familia, pero es la primera vez que participo en una que incluye miembros de una familia diferente. Conocí a Lali, la mamá de Benjamín, y a sus dos preciosas hermanas: Lucía y Florencia. Me cayeron super bien y me encantó lo predispuestas que estuvieron para el sexo.

Cogimos toda la tarde hasta quedar satisfechos, en mi opinión a la orgía le faltaron vergas, dos no eran suficientes; pero Mayra no opina lo mismo, a ella le encantó que hubiera una mayoría femenina tan notoria. Se hartó de chupar conchas… y de que se la chupen a ella. Todas quisieron probar a la dulce Mayra… hasta Benjamín le enterró su verga durante un buen rato.

Y hablando de Benjamín, ese mismo día ocurrió un cambio muy importante en mi vida.

Estoy de novia.

Sí, aunque suene muy disparatado, es la verdad.

Llegué a un acuerdo con Carolina: ella está loca por Erik, le fascina la pija de mi hermano y la forma bestial en que se la mete. Lo quiere para ella solita, aunque eso no lo va a conseguir, al menos lo puede tener para entretenerse de vez en cuando. Porque nuestro acuerdo se basa en que yo puedo ser la novia de Benjamín, mientras ella esté con Erik. Es un acuerdo temporal, técnicamente se va a terminar cuando Carolina se harte de mi hermano. Pero mientras tanto yo puedo estar con Benjamín… como su pareja.

Si soy sincera, me dio un poquito de miedo de que Benja me rechazara. Por eso recurrí a un truco muy efectivo: me monté sobre él y le conté lo del acuerdo mientras cogíamos en su pieza. Los hombres tienen el “Sí” fácil cuando están calientes… y yo me encargué de calentarlo bien.

No sé cuánto va a durar mi noviazgo ni tampoco sé cómo va a encajar Benjamín en mi vida, pero lo más importante es que no tengo que ocultarle mi especial relación con los miembros de mi familia, él coge con sus hermanas y con su mamá, sabe perfectamente lo que se siente y el morbo que da hacerlo.

Simplemente espero que juntos podamos vivir grandes aventuras cargadas de sexo y morbo… mucho morbo.



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Comentarios

Rafa ha dicho que…
Lo sabia, esta segunda fase sera una secuela espiritual de ambas historias, sinceramente pense que primero hablarias mas sobre el lesbianismo de Nadia y su relación con Erik, pero no pense que irias directo resumiendo ese tiempo entre Strip pocker family y fin de semana con las Hermanas, sera interesante ver como concluyes estas historias que se hicieron una, es el avengers 1 de Nokomi
chinitus ha dicho que…
Noooo te pasaste, unir dos historias como esta es espectacular, la verdad que cada vez me sorprendes mas. Me encanto sos una genia, no puedo esperar ver como se va uniendo y desarrollando la historia.

pregunta aca cambiaste que los descubren en el incesto y se meten en el cuarto de Nadia de la versión original, No? no me acuerdo si era el vecino, un amigo o no se quien

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