Strip Póker en Familia [22].

 


Lista con todos los capítulos:

Strip Póker en Familia.



Capítulo 22.


El Novio de Nadia.



Durante un asado en casa le presenté a mi novio ante mi familia. Esto no es una cursilería. Entiendo que mi relación con Benjamín inició hace poco y que es parte de un acuerdo temporal que tengo con Carolina. El motivo de esta presentación fue, justamente, ahorrar tiempo. Quiero aprovechar los días que pasé junto a Benja para vivir aventuras sexuales muy intensas, y sé que más de una de ellas incluirá a miembros de mi familia.

Mayra y Erik conocían a Benjamín de la orgía en la que participamos. Mi mamá, al verlo, opinó que es un chico muy atractivo… y más atractivo le pareció cuando le comenté sobre lo bien equipado que está. Por su parte mi papá y mi tío Alberto cumplieron con su rol de “hombres celosos que no quieren que les toquen a la nena”. Sometieron a Benja a un duro interrogatorio:

“¿Dónde vivís?”, “¿Cómo conociste a Nadia?”, “¿A qué te dedicás?”, “¿Qué intenciones tenés con ella?”.

Por suerte, él se defendió bastante bien.

Respondió a todas las preguntas lo mejor posible e hizo notar que proviene de una familia acomodada, pero que también sabe el valor del trabajo duro, ya que pasó varios meses lavando copas en un bar, por un salario miserable. Este detalle hizo que Alberto y Pepe empatizaran un poco más con él.

Por suerte no vieron la moto que le compró su mami, pero es solo cuestión de tiempo para que la vean, así que más le vale tener una buena explicación. De todas maneras, en mi familia le aceptarían la verdad: Benja se cogió a su mamá, a ella le gustó tanto la pija de su hijo que no dudó en comprarle la moto que él tanto quería, si a cambio le seguía ofreciendo su verga.

También cabe destacar que Benja retrocedió algunos pasos con mi tío y mi papá cuando ellos le preguntaron si le gusta el fútbol y dijo que ese deporte nunca le despertó interés. Para mí es un punto a favor, no me gusta el fútbol. Pero sé lo mucho que Alberto y Pepe disfrutan de ver partidos los fines de semana.

No le dije a nadie que Benja estaría totalmente de acuerdo en participar en alguna locura que incluyera sexo entre parientes porque sabía que ese rumor se esparciría rápido, Erik y Mayra se encargarían de eso.

Después del interrogatorio la cosa se calmó un poco. Mi papá, a regañadientes, aceptó que debe confiar en mi criterio para escoger pareja y que él no puede hacerlo por mí. Admito que me calentó ver su faceta celosa y no veo la hora de que venga a reclamar su territorio tirándome a la cama y llenándome el orto de pija.

Y hablando de pija, no quería que Benja volviera a su casa sin ninguna alegría, por eso, cuando todos se fueron adentro, yo me quedé en el patio con él, supuestamente tomando sol. No pasaron ni cinco minutos que yo ya estaba arrodillada frente a él, comiéndole la pija.


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Lo que no me imaginé fue que luego me someterían a mí a un duro (muy duro) interrogatorio.

Luego de despedirme de Benjamín, estaba dirigiéndome a mi cuarto cuando la puerta de la pieza de mi papá se abrió. Un par de fuertes brazos me arrastraron hacia adentro, sin darme tiempo a nada. Por un segundo en mi mente estalló la frase: “¡Me están secuestrando!”, pero me relajé al ver la cara de Pepe y la de mi tío Alberto, este último se encargó de cerrar la puerta.

—¿Así que ahora la nena tiene novio? —Preguntó mi papá.

—Em… sí… —no habían pasado ni dos minutos desde que me tragué el semen de Benjamín y aún podía sentir su sabor en mi boca—. ¿Cuál es el problema? ¿Acaso no puedo tener novio?

—Y, no sé —dijo Alberto—. El último novio que tuviste resultó ser un gil. ¿Qué pasa si este es igual?

—Benja no es así —aseguré. Noté que el bulto de mi papá estaba contra mi cola, Alberto se me acercaba por delante cada vez más—. Benja incluso tiene una buena pija.

—No nos referimos a eso —dijo Pepe—. Entenderás que la situación en nuestra familia cambió mucho y que necesitamos ser más cuidadosos.

—Así es —continuó Alberto, agarrándome una teta—, y vos estás siendo poco cuidadosa.

Entendí que ellos estaban jugando conmigo… y eso me mojó la concha. La verga de mi papá se puso aún más dura.

—Me parece que ustedes están celosos —dije, con una sonrisa socarrona.

—¿Celosos? ¿Nosotros? —Dijo Pepe, él agarró mi otra teta. Entre los dos comenzaron a manosearme por todos lados. Podía sentir como sus bultos se iban poniendo más duros—. ¿Por qué tendríamos que estar celosos? Sabemos muy bien que siempre vas a preferirnos a nosotros.

Me encantaba la forma en la que me estaba hablando mi papá. Él siempre fue muy dulce conmigo, siempre lo vi como un hombre que no sería capaz de enojarse conmigo, al menos no en serio. Y ahora estaba representando un papel muy convincente de un padre celoso… y quizás algo abusivo. Aunque era todo parte del juego y no tenía nada que temer.

Eso sí, si este es un juego, estoy dispuesta a ganarlo. Si ellos consiguen dominarme, perdí. Y no solo pierdo el juego, sino también mi honor.

“Debo mantenerme fuerte”, pensé… hasta que…

Una de las manos de Pepe se metió dentro de mi bombacha y acarició mis labios vaginales. Me mojé toda.

“Ay, Nadia, no podés perder tan fácil”, me recriminé.

—Parece que ya estás mojada —me dijo mi papá al oído.

—Es por Benja —respondí al instante—. Le estuve chupando la pija, él me dejó así…

—¿Vos qué opinás, Alberto?

—Opino que Nadia es muy mentirosa —bajó mi short junto con mi bombacha, dejándome desnuda de la cintura para abajo—. Estoy seguro de que a ella no le alcanza con una sola verga, necesita por lo menos dos.

Sacó su gruesa pija erecta del pantalón, mi papá apartó la mano para que Alberto pudiera frotar su glande contra mi concha.

Una vez más sentí que había perdido, estos hombres, en cuestión de segundos, lograrían tenerme a su merced.

Pero no podía darme por vencida tan fácil.

—Bueno, chicos —dije, apartándome de ellos—, creo que ya demostraron que son un par de machos cabríos muertos de celo, pero si quiero pija, ahora tengo a quién pedírsela. Sé que Benja me la va a dar sin dudarlo.

Los muy desgraciados no intentaron retenerme. Son astutos. Ellos esperaron hasta que yo diera verdaderas señales de querer irme. Cuando me di cuenta de que estaba quedando como una boluda al mirar sus vergas erectas, caminé hacia la puerta y agarré el picaporte. Allí fue cuando mi tío Alberto me tomó de la muñeca y guió mi mano hasta su falo. Cerré mis dedos por puro instinto. ¡Dios, qué dura que está!

Me aparté de él tan rápido como pude, pero no tenía adónde ir, choqué contra el pecho de mi papá. Él me tomó por la cintura, sonrió de forma amable, creí que se apiadaría de mí y me dejaría marchar con mi orgullo intacto, pero en lugar de eso, me arrojó contra la cama.

En cuestión de segundos quedé en cuatro patas, con la cara contra el colchón y el culo bien empinado. Pepe no me dio tiempo a decir “Despacito, por favor”, que ya me había clavado media pija en la concha. Con sus pesadas manos me sostuvo y me obligó a quedarme quieta. Esto me volvió loca. Ser sometida de esta manera por un tipo como él hace que la concha se me moje hasta el infinito. No sé por qué. Simplemente sucede.

Los ojos se me pusieron en blanco cuando las embestidas comenzaron a ganar ritmo. Mi tío Alberto se acercó por delante y mi papá me permitió levantar la cabeza solo un poco, para que pudiera tragarme toda la pija de Alberto. Y tuve que hacerlo, aunque yo no la haya buscado. Mi tío me agarró de los pelos y me clavó la pija hasta el fondo de la garganta.

Estos dos estaban demostrándome (y de qué manera) que yo siempre iba a preferir la verga de ellos, antes que la de mi novio… porque ellos son familia, y eso siempre me va a dar más morbo. Además, ellos me conocen. Saben lo mucho que me calienta ser dominada de esta manera.

Intenté luchar, sí, mi orgullo estaba en juego. Pero fue inútil. Pepe me sujetó de la muñeca y me obligó a dejar mi mano quieta contra la espalda. Alberto agarró la otra mano. Así, inmovilizada, empecé a recibir duras embestidas, tanto en la concha como en la boca.

Alberto casi hace que me atragante, pero el tipo domina muy bien esta técnica de la garganta profunda. Sabe hasta dónde debe presionar.

A pesar de tener poca movilidad, no desistí en mi intento por huir. Me sacudí todo lo que pude y conseguí empujar a Alberto hacia atrás, el cayó acostado en la cama. Creí que mi fuga era un éxito, pero cuando sentí la pija de mi papá en el orto me di cuenta de que había cometido un gran error.

Alberto me tomó por la cintura y me hizo sentar sobre su pija erecta, la cual se clavó hasta el fondo de mi concha. El glande de mi papá se posó en la entrada de mi culo.

Ahí fui derrotada por completo. Dejé de luchar y me entregué totalmente. Mi orgullo había sido pisoteado, pero estaba tan caliente que no me importaba. Sabía que lo se vendría y lo quería. Quería que me clavaran los dos.

Preparé las nalgas y chillé cuando Pepe empezó a hundir su verga en mi culo. Usó saliva para lubricar y poco a poco fue metiéndola. Dolió tanto como me hizo disfrutar. Mientras gozaba del placer anal, mi tío Alberto me daba duras embestidas contra la concha. Me miró a los ojos y con una sonrisa socarrona dijo:

—¿Y ahora? ¿Vas a pedirle pija a tu novio o preferís quedarte acá?

Mi cuerpo comenzó a sacudirse con violencia porque entre los dos me estaban dando cada vez más duro.

—Me quedo acá… —dije, en un susurro…

—¿Cómo dijiste? —Preguntó mi papá.

—Dije que me quedo acá…

—Ajá, ¿y por qué?

Sus penetraciones consiguieron el ritmo deseado, su pija ya entraba prácticamente completa dentro de mi culo, yo estaba en la gloria.

—Porque me gustan mucho estas vergas…

—¿Son mejores que la de tu noviecito? —Preguntó Alberto.

—Sí, mucho mejores.

—Eso queríamos escuchar —al decir esto, mi papá me dio una dura embestida que casi me hace saltar los ojos fuera de las cuencas.

Solté un grito de placer.

—Ay, sí… así… dame así… bien fuerte…

Decir estas cosas solo me rebajaba más, pero estaba descontrolada. Es increíble lo rápido que estos dos consiguieron volverme una putita adicta a las pijas. Bueno, ya lo era desde antes; me refiero a que, con muy poco esfuerzo, me llevaron a un estado en el que tuve que tragarme mi orgullo y suplicar por más verga.

Por suerte, ellos me dieron esas vergas.

La doble penetración siempre va a ser mi estado favorito del sexo, en especial si es con pijas que me causan tanto morbo como éstas.

Después de un rato mi tío y mi papá invirtieron posiciones. Fue Alberto el que se encargó de destrozar mi culo, mientras mi papá hacía lo suyo con mi concha.

Me llevaron al orgasmo y varios minutos después, cuando la puerta se abrió, mi mamá pudo ver cómo yo me tomaba toda la lechita de las dos pijas, como buena puta obediente. Era la tercer eyaculación que recibía dentro de la boca en cuestión de minutos.

—Ay, ¿llegué tarde para la fiesta? —Preguntó Viki.

—No te preocupes, hermanita —dijo Alberto—, danos un par de horitas y, si querés, esta puta podés ser vos.

La miré desde el piso, arrodillada, con una sonrisa bobalicona y con la cara llena de leche.

—Me rompieron toda —dije.

—Sí, ya veo… y se te ve feliz —comentó mi mamá—. No me molesta que uses la pija de mi marido, pero… me contó un pajarito que tu novio está muy bien equipado. Esto me lo voy a cobrar ¿Sabés?

—Sí, mami, entendido —dije, y acto seguido me puse a chupar esas dos pijas, para asegurarme de tragar hasta la última gota de semen.


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El timbre sonó. Eran casi las doce de la noche. Mi papá, que iba de camino a su dormitorio, se detuvo y dijo:

—¿Quién carajo viene a joder a esta hora?

—Seguramente es Lourdes —le respondió mi mamá—. La vecina. Cuando quiere quejarse de algo, tiene por costumbre hacerlo a horarios ridículos, no sé por qué. Dejá, yo la atiendo. Nadia, vení conmigo.

Mi papá se encogió de hombros y se metió en su cuarto. Mi idea original era seguirlo, quería meterme un rato en la cama con Pepe y con Viki, para ver si pasaba algo. Ya estaba preparada para la ocasión. Tenía puesta una remera gris muy holgada y con un escote tan amplio que mis pezones casi se asomaban. Debajo tenía puesta una diminuta tanga de encaje negro, la cual la remera no alcanzaba a cubrir. El atuendo de mi madre tampoco era muy discreto. Ella tenía puesto un camisón semi-transparente súper sexy, sus tetas no tenían corpiño por lo cual era fácil ver sus pezones. Su tanga también era de encaje, similar a la mía, pero blanca. El vello púbico se le asomaba un poco por los costados y entre las rendijas de la tela.

Abrir la puerta vestidas de esta manera provocó en Lourdes una reacción muy cómica. Ella retrocedió, como si alguien le apuntara a la cara con una pistola. A su lado estaba su hija, Barbarita. Una chica preciosa, de mejillas regordetas, grandes ojos azules y un cabello rubio que forma bucles perfectos. Me recuerda a “Ricitos de Oro”, el personaje del cuento clásico, y no solo por su cabello. La piba tiene puesto un vestido blanco que parece sacado de la serie de la familia Ingalls. ¿Quién se viste así hoy en día y no está metido en una secta religiosa? Ella también se sorprendió mucho, aunque su reacción fue sonreír de forma compulsiva y mirarnos como si no pudiera creer que fuéramos reales.

—Ah, Lourdes, sos vos —dijo mi madre, simulando sorpresa—. ¿Qué te trae por acá a esta hora tan peculiar?

—¿Eh? Ah… em… vengo a hablar de un tema muy serio, y espero que no me cierres la puerta en la cara.

—No voy a hacer eso, al contrario. Pasá, así charlamos tranquilas.

—¿Pasar?

—Sí, porque estoy en camisón y no quiero que digas que ando mostrándole las tetas a los vecinos.

—No entiendo cómo abrís la puerta con ese atuendo.

—Estaba por acostarme, justo cuando sonó el timbre. ¿Vos mirás el reloj antes de salir de tu casa?

Lourdes y Barbarita entraron y empezaron a escudriñar toda la amplia sala compuesta por el living y el comedor. Si hubieran venido en una de esas noches de póker se hubieran encontrado con un chiquero, lleno de ropa tirada y botellas vacías. Sin embargo hoy está impecable, ni siquiera hay una remera o un pantalón de Erik, que tiene por costumbre dejar ropa tirada por todos lados.

Mi mamá las hizo sentar en el sofá del living, a las dos muy juntitas, mientras nosotras ocupábamos los sillones individuales situados frente al sofá. Un movimiento estratégico bien calculado, porque de esta manera nos bastaba con tener las piernas ligeramente separadas para que se nos viera la tanga.

—Bien, te escucho —dijo Viki—. ¿Cuál es el asunto serio del que querés hablar? ¿Acaso una de mis hijas salió a la calle con una pollera por encima de la rodilla?

—No te burles de mí, Victoria. Ya sé que tus límites no son los mismos que los míos, pero esto excede todo límite. Barbi, contales lo que viste.

La rubiecita se puso incómoda, agachó la cabeza y se encontró con la entrepierna de mi mamá. Se quedó mirándola fijamente.

—¿Estás segura, mamá?

—Sí, ya sé que vas a contar un hecho… indecente; pero ya hablamos de esto, hija. La verdad es lo que nos hace libres y lo que trae justicia al mundo —comencé a sospechar que mi idea de la secta religiosa en realidad no estaba tan desacertada—. Siempre y cuando digas la verdad, todo va a estar bien y eso no va a manchar tu buena imágen. Contales lo que viste.

Esta mujer me da miedo.

Los ojos de Barbarita se posaron ahora en mis tetas y luego bajaron hasta mi entrepierna. Entendí que la posición elegida por mi madre nos daba otra ventaja. Como estábamos separadas, con más de un metro entre nosotras, si Lourdes o Barbarita nos miran, estarán obligadas a girar la cabeza para fijarse en una o en la otra, lo que las pone en evidencia.

—Em… está bien —dijo la pequeña, sus mejillas se pusieron muy rojas, parecía una muñeca de porcelana antigua—. Hoy a la tarde estaba en el balcón de mi patio y vi a Nadia…

Me puse tensa, no por temor, sino porque me imaginé lo que podría venir a continuación.

—Desde ya les aclaro que a veces mis hijas toman sol en bikini —intervino mi mamá—, y ya escuché tus quejas, Lourdes, sobre aquella vez que viste a Nadia tomando sol en topless. Ya te expliqué que no tengo la culpa que desde el balcón de tu patio se vea el nuestro y que mi hija está en todo su derecho a tomar sol en tetas, si está en el patio de su casa.

—No se trata de eso, Victoria —dijo Lourdes—. No me gusta salir al balcón y encontrarme con las tetas Nadia, mucho menos sabiendo las… las… em… las reacciones que puede tener mi hijo al verla…

—¿Reacciones o erecciones? —Preguntó Viki. Lourdes se puso roja de rabia. Barbarita volvió a bajar la mirada, esta vez sus ojos se perdieron en la entrepierna de mi mamá—. ¿Volviste a sorprender a Javi con el pito duro por mirar a Nadia tomando sol? —Silencio—. ¿Cómo es eso de decir siempre la verdad?

—Está bien, sí. Es cierto —ladró Lourdes—. Sorprendí a Javi con una erección en el balcón, estaba mirando las tetas de Nadia. Es que ese chico no está acostumbrado a ver ese tipo de cosas. En casa, mi hija y yo somos muy cuidadosas. ¿No es cierto, Barbi? —La chica asintió con la cabeza—. Pero eso ocurrió hace varios días. Te aseguro que lo que pasó hoy en la tarde es mucho peor. Contales, Barbi.

Al darme cuenta que la pequeña rubia estaba mirando mi vagina, apoyé mi espalda contra el respaldar del sillón y separé más las piernas. Ahora ella podía ver cómo se notaba la división de mi concha, por culpa de que la tanga estaba demasiado apretada.

—Nadia estaba… em… estaba… ¿Lo tengo que decir, mamá? ¿Aunque sea algo tan sucio?

—Sí, decilo sin vergüenza. No estás haciendo nada malo. El acto impuro fue el de Nadia, no el tuyo. Hablá sin temor.

—Ok. Vi a Nadia chupándole la verga al novio, perdón que lo cuente de esta manera, pero no sé de qué otra forma decirlo.

—¿Escuchaste, Victoria? ¿A vos te parece bien que tu hija haga ese tipo de cosas?

—Vamos a tener que aclarar algo una vez más, Lourdes —dijo mi mamá—. No sé qué prejuicios tendrás vos con la sexualidad, ya veo que son muchos; pero yo crié a mis hijas de otra manera. A mí no me escandaliza que Nadia le haga un pete al novio. Es su novio ¿o no? Con la edad que tienen, es lógico pensar que tendrán relaciones sexuales. Yo la eduqué para que disfrute del sexo.

Lourdes miró a Viki con ojos llenos de ira.

—Esto no tiene que ver solo con tu hija —dijo la vecina—. También hablo de la mía. A Barbarita no le agradan estas cosas. Ella no tiene por qué ver un acto tan aberrante en su propia casa.

—No lo vio en su casa, lo vio en la mía. El tapial delimita las propiedades. Todo lo que ocurra de este lado del tapial no es de tu incumbencia.

—Sí lo es, si afecta la armonía de mi hogar —protestó Lourdes.

—¡Uy sí! Seguramente eso trajo un gran desorden en tu hogar —dijo Viki, con tono irónico—. ¿Cuánto pudo ver Barbi? Bien dijiste que estas cosas no le gustan… cuando a alguien no le gusta lo que ve, mira para otro lado. A ver, decime, Barbi… ¿qué fue exactamente lo que viste? Y acordate lo que dijo tu mamá sobre decir la verdad.

Bárbara miró a Lourdes, luego se miró las manos y a continuación puso la mirada fija en mis ojos. Creo que fue la primera vez que me miró a los ojos. Me dio la impresión de que quería pedirme disculpas por haberme metido en esta situación.

—No te preocupes, Barbi —le dije—. Yo no me voy a meter en problemas por lo que cuentes. No tengo nada que ocultar. Hablá sin miedo.

Ella asintió con la cabeza.

—Lo primero que me llamó la atención fue que Nadia se arrodilló delante del chico… y antes de que pudiera preguntarme qué hacía ahí, sacó la… em… el coso…

—La verga —dijo mi mamá—. Sacó la verga de Benjamín.

—Sí…

—¿Y la tenía dura? —Preguntó Viki.

—Em… no sé, creo que sí, porque… era bastante grande.

—Todavía no la tenía dura —corregí—. Y si la viste grande, es porque Benja la tiene grande.

—Oh… sí, debió ser por eso —continuó la pequeña—. Después Nadia se la metió en la boca y empezó a mover la cabeza. No soy tonta, sé que la estaba chupando.

—¿Y en algún momento te preguntaste por qué se la estaba chupando? —Dije.

—No sé. Supongo que la gente simplemente hace cosas malas porque no sabe que son malas. —Su respuesta, aunque no me gustó, fue totalmente honesta. Ella realmente creía que yo había cometido un acto “impuro”—. Pero yo no estoy acá para juzgar a nadie, solo vine porque mi mamá me pidió que contara todo delante de ustedes.

—Está bien, podés seguir —la alentó Viki—. ¿Qué más viste?

—No hace falta que siga —dijo Lourdes—. ¿Qué más querés saber? Es una felación. Un proceso mecánico, repetitivo. Ya está todo dicho.

—No exactamente —intervine—. Si realmente me sorprendió haciéndolo, tuvo que ver más.

—¿Le estás diciendo mentirosa a mi hija?

—Quizás —dije, con una sonrisa llena de malicia—. De momento no describió nada muy particular.

—Dijo que tu novio tiene la… la verga grande —espetó Lourdes—. Eso no lo pudo saber si no lo vio.

—Eso lo dije yo —le recordé—. Ella solo lo aceptó.

Este juego me estaba divirtiendo mucho, la concha ya se me estaba mojando. Haciéndome la boluda, subí un pie al sillón, esto provocó que mi vulva quedara más expuesta. Ya podía sentir la tanga encajada entre mis labios vaginales. Los ojos de Barbi estaban perdidos allí y me dio la impresión de que sus mejillas se pusieron aún más rojas. Otra que notó el estado de mi concha fue Lourdes, ella también me miró fijamente, pero no dijo nada. Quizás por pudor, o para que yo no pudiera retrucarle diciendo algo como: “Ah, cómo se nota que te gusta mirar”, porque era lo que pensaba hacer si decía algo. Le concedo ese punto, no decir nada fue la mejor estrategia.

—Muy bien, Barbi —dijo Lourdes—, por desagradable que sea el acto, quiero que les cuentes todo, sin omitir detalles. Con eso no solo les vas a demostrar que estás diciendo la verdad, sino que, además, vamos a saber qué clase de mujer es Nadia.

Me fulminó con la mirada, yo me limité a separar un poquito más las piernas, con este simple acto logré que sus ojos bajaran otra vez hasta mi concha.

Lo que pudiera contar Barbarita me traía sin cuidado, y a mi mamá también. Sin embargo, tanto Viki como yo queríamos escuchar esas palabras saliendo de su inocente boquita.

—Emm… bueno, como dije… em… Nadia se la estaba chupando al chico —sus curiosos ojos giraban para todos lados, no sabía si mirar mis tetas o las de mi mamá… con las entrepiernas le pasaba lo mismo—. Y no sé… Ah, sí… vi que Nadia se sacó la remera y usó sus tetas, apretándolas así… —hizo el gesto frente a sus pequeños pechos—. Puso la verga ahí, en el medio, y siguió chupando mientras movía las tetas.

—¿Ya estás convencida? —Le preguntó Lourdes a mi mamá.

—No del todo. Las tetonas tenemos por costumbre hacer eso cuando chupamos una verga. Vos sabrás a qué me refiero, tus tetas tienen un buen tamaño, me imagino que lo habrás hecho en más de una ocasión.

La cara de Lourdes se puso violeta.

—¡No estamos acá para juzgar lo que yo hice! Y debería darte vergüenza estar con todo el vello púbico sobresaliendo así, como si eso fuera una selva.

—Ay, perdón… es que, como dije, estaba por acostarme y… a ver, a mí no me gusta depilarme, a veces lo hago; pero sinceramente prefiero tenerla al natural.

Viki corrió su tanga hacia un costado y mostró sus carnosos labios vaginales coronados por una mata de pelitos desprolijos. Eso me calentó tanto que, instintivamente comencé a acariciar mi concha por encima de la tela de la tanga.

—Tapate un poco, Victoria ¿No te das cuenta que mi hija te puede ver?

—No hagas tanto escándalo, Lourdes. Estamos entre mujeres. ¿Me vas a decir que tu hija nunca te vio la concha? ¿Se la viste? —Le preguntó a la pequeña—. ¿La tiene depilada?

—Sí, la tiene toda depilada. Se hizo la depilación definitiva.

Para tener dieciocho años, esta chica es más inocente que Mayra… bueno, Mayra ya no es inocente, aunque un poquito lo era, hace unos meses.

—¡Qué bien! —Exclamé—. Yo también quiero hacerme la definitiva. Seguramente te quedó la concha re linda, Lourdes.

—Sí que es linda —dijo Barbi, sonriendo.

—No estamos acá para hablar de mi vagina —espetó Lourdes—. Contales qué más viste.

—Yo la tengo depilada —dije, moviendo mi tanga.

—¡Se acabó! —Lourdes se puso de pie de un salto, aunque sus ojos se quedaron apuntando directamente a mi concha, que ahora estaba a la vista—. No voy a permitir que mi hija pase más tiempo en este ambiente tóxico. Nos vamos.

Tomó a Barbarita de un brazo y la obligó a ponerse de pie.

—Pero mamá, todavía no terminé de contarles… van a pensar que soy una mentirosa.

—Ellas saben muy bien que estás diciendo la verdad. —Comenzó a caminar hacia la puerta, arrastrando a su hija y de pronto se detuvo y miró hacia nosotras—. Estoy intentando criar a mis hijos en un ambiente sano. No me importa la crianza ridícula que vos le hayas dado a tus hijas, no pueden estar chupando vergas en el patio, donde todo el mundo las ve. Si se van a comportar como putas, al menos que lo hagan dentro de su habitación. —De pronto sus ojos se ensombrecieron—. Por cierto, Viki… estoy notando ciertos movimientos raros en tu casa. Fiestas hasta alta hora de la noche y gente que anda desnuda. No sé qué clase de reuniones tendrás con tus amigos… o quizás son tus hijas las que lo hacen cuando vos no estás… pero sé que acá pasa algo raro, y cuando descubra qué es, todo el barrio se va a enterar.

Se fue dando un portazo. Realmente estaba hecha una furia. Sentí pena por Barbarita, ella debía aguantar a esa mujer todos los días.

—Mamá, creés que habrá visto algo de las partidas de Strip Póker? —Pregunté.

—No tengo idea, quizás se refiera a algo que vio en el patio, de otra forma no me explico cómo puede saberlo. De ahora en adelante hay que tener mucho cuidado con hacer cosas en el patio, en especial si es de día.

—Tomo nota. Hay que avisarle a los demás. Te prometo que no se la chupo más a Benja en el patio.

—Eso me da igual, hacelo todas las veces que quieras. Por más loca que esté Lourdes, no puede prohibirte chuparle la pija a tu novio, en el patio de tu casa. Hay un tapial de por medio, si ella mira es porque quiere. Solo hay que tener cuidado con los demás, en especial con tu hermano, que es bastante descuidado. No me extrañaría que Barbi ya la conociera la pija.

—Ni a mí. Esa chica me cae bien.

—Parece ser una buena chica, lástima la madre que le tocó. El pibe, Javi, también es muy bueno, siempre me saluda con amabilidad. Pero tiene pinta de ser un pelotudo que no la puso nunca en su vida. Me mira como si yo fuera un marciano.

—Yo nunca me di cuenta de eso —aseguré—. Sinceramente al pibe no lo miré más de dos veces seguidas. Voy a prestar más atención la próxima vez. Por cierto… ¿tenés ganas de salir a relajarte desnuda a la luz de la luna?

Mi mamá mostró una sonrisa libidinosa.

—Me parece una idea fantástica.

Cinco minutos después ya estábamos las dos en el patio, acostadas en cómodas reposeras, completamente desnudas. Nos quedamos charlando sobre cualquier boludez hasta que nuestra visión periférica notó un movimiento detrás de una de las ventanas del segundo piso de la casa de Lourdes.

—¿Pensás que nos está mirando? —Pregunté.

—Sé que nos está mirando. Quizás mandó a los hijos a dormir, o los encerró en un armario, pero ella está mirando… y le voy a dar el espectáculo que busca.

Separó sus piernas y comenzó a acariciar su concha con movimientos lentos, para dejar en clara evidencia lo que estaba haciendo.

—¿Qué le vas a decir si te pregunta por qué te masturbás junto a tu hija?

—La verdad: que a mí no me da vergüenza hacerme la paja frente a mi hija, porque ella hace lo mismo. ¿No es cierto?

—Muy cierto.

Abrí las piernas y metí un dedo dentro de mi concha. Ya estaba muy mojada, por la charla anterior. Me hubiera gustado corroborar si Barbi también nos estaba viendo, también quiero imaginar que Javi está al lado de su mamá con la pija dura y que Lourdes no sepa cómo evitar que sus hijos nos miren. Si esos chicos no tiene permitido ver pornografía en internet, les estamos haciendo un favor.

Los dedos empezaron a entrar y salir de la concha de Viki y yo hice lo mismo, mantuvimos un ritmo de masturbación lo suficientemente rápido para que se note lo que hacíamos, pero no tanto como para que no se nos vieran las conchas. Ocasionalmente sacábamos nuestros dedos para abrir los labios. ¿Y si Lourdes también se está haciendo una paja? Uf, mi imaginación viaja demasiado rápido.

Me da un poquito de miedo pensar cómo reaccionará Lourdes ante esto, pero no nos puede mandar presas por masturbarnos en el patio, ni siquiera aunque seamos madre hija, no es como si estuviéramos cogiendo. Muchas familias practican nudismo. Si por casualidad llega un policía a hacer preguntas, bastaría con decirle eso… supongo.

Pero no quiero pensar que ella va a llegar tan lejos. Quizás su estrategia sea hacernos quedar como unas putas en el barrio, pero, siendo honesta, medio barrio piensa que soy una puta, eso no cambiaría mucho mi vida.

La paja a la luz de la luna con mamá fue uno de los momentos más liberadores. Empezó como un simple juego, pero en poco tiempo se volvió una paja pura y dura. Las dos nos dimos con ganas y nuestros gemidos se hicieron oír, aunque no demasiado alto, tampoco queríamos alertar a todos los vecinos, con Lourdes nos alcanza y sobra.

Me chupé los dedos, sé que ella lo vería como un acto asqueroso, impuro, y eso me calentó todavía más. Creo que mi mamá pensó lo mismo, porque también le dio una buena chupada a sus dedos antes de volver a enterrarlos en la concha.

Las dos tuvimos ricos orgasmos. Fue una pena tener que contenerme, me moría de ganas de arrodillarme delante de ella y chuparle la concha; pero bueno, tendré que conformarme con haberme pajeado junto a ella teniendo a nuestra vecina mirando, lo cual ya de por sí es muy morboso.

Mi visión periférica captó un movimiento. Giré mi cabeza hacia la ventana del segundo piso de Lourdes y vi a Barbi mirándome fijamente. Como se trataba de una puerta ventana, pude verla de cuerpo completo. Fue apenas un segundo, pero me bastó para corroborar que la chica estaba completamente desnuda. Vi sus pequeños pechos, con pezones puntiagudos y una concha completamente depilada.

No pude observarla con detenimiento porque Lourdes se acercó por detrás, la tomó de un brazo y las dos volvieron a perderse en la oscuridad.

Lourdes también estaba desnuda.


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Comentarios

Rafa ha dicho que…
Pido a Dios que Nadia y Benjamin duren como novios, Nadia es tan puta como Caro, pero yo siento que harian buena quimica, sobre todo las familias
Unknown ha dicho que…
Me encantó el final! Amo este relato! Lo sigo desde la primera versión en poringa. Me gustan todos tus relatos.Estaba esperando que Nadia le dé una buena calentada de pija Javi, pero este final me dejó entumecido! Gracias por tanta cantidad de amor filial. Todos tus relatos son muuuy buenos, pero éste fue el primtque leí y le tengo un apego especial. Los releiias veces, aveces solo a veces acompañado. Me motivó a escribir yo también. Espero ansioso el próximo. Besos donde más te guste!
Nokomi ha dicho que…
El capítulo 23 de "Strip Póker en Familia" ya está disponible para los que me apoyan en Patreon. Lo voy a publicar acá el 15 de Julio.

La Mansión de la Lujuria

Aislado Entre Mujeres

Mi Vecino Superdotado

Intriga Lasciva - El Instituto

La MILF más Deseada

Strip Póker en Familia

El Fruto del Incesto (Malditas Uvas)

Terapia Sexual Intensiva

Transferencia Erótica

Libres en la Oscuridad

Venus a la Deriva [Lucrecia]

Ayudando a Mamá