Strip Póker en Familia [26].

 


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Strip Póker en Familia.



Capítulo 26.


Juego Improvisado.




La pija de Benja estaba deliciosa. Mientras mirábamos el juego lésbico improvisado por mi madre, mi novio me cogía suavemente. Miré el reloj una vez más y decidí que ya era hora de pasar a la siguiente fase del juego.

—Bueno, ya pasaron más de diez minutos —anuncié—. Es hora de cambiar.

—Muy bien —dijo mi mamá—, como se habrán dado cuenta, para que alguna de las chicas no reciba la penalización de tener que chupársela a su madre o a su hermana, el único cambio posible es que Barbi venga conmigo, Mayra vaya con Lucy y Flor con Lourdes. Chicas, esta es su última oportunidad. Si consiguen hacernos llegar al orgasmo, ya saben cuál es el castigo.

—¿De verdad vamos a llegar tan lejos? —Preguntó Lourdes.

—El juego ya comenzó —le respondió Vicky—, sería injusto interrumpirlo ahora. Dijiste que estabas dispuesta a probar mis métodos? Bueno, esto recién empieza. Además, no te preocupes, ahora las chicas tendrán otros diez minutos y cuando antes arranquemos, menos nos vamos a enfriar. Yo disfruté mucho de lo que hizo Flor, y quizás Barbi consiga hacerme llegar al orgasmo.

—Te prometo que me voy a esforzar mucho, mamá —dijo Barbarita, con una de sus típicas sonrisas llenas de luz.

—Lo mismo digo —acotó Lucy—, para ser tu primera experiencia, Barbi, hiciste un excelente trabajo. Me gustó mucho. Es muy posible que Mayra me haga acabar.

—Mejor —dijo mi hermanita—. Porque quiero ganar.

—¿Y vos qué decís, Lourdes? —Preguntó Victoria—, siendo honesta ¿creés que estás cerca de acabar?

La concha de la aludida estaba muy mojada, en parte por la saliva de Mayra; pero se notaba que también había muchos jugos sexuales.

—Sinceramente, no. Mayra hizo un excelente trabajo, no me puedo quejar. Realmente tiene talento para esto… pero a mí me cuesta mucho llegar al orgasmo.

—Ya veo, por eso recurrís a métodos alternativos cuando necesitás acabar. Y ojo, no te estoy juzgando, a mí me parece genial que lo hagas. Aunque no por los mismos motivos que vos. Para vos es una forma de, no sé… no contaminarte con pensamientos sucios, y por eso necesitás acabar lo más rápido posible. Y yo pienso que una mujer debe buscar su satisfacción sexual. Llegar al orgasmo siempre debe ser una meta a tener en cuenta. ¿Ves? Aunque opinemos diferente, en el fondo coincidimos.

—Agradezco que hagas el esfuerzo para ver las cosas desde mi perspectiva —dijo Lourdes—. Yo voy a intentar verlas desde la tuya, aunque eso me cueste horrores.

—Se nota que sos una mujer con pensamientos muy estructurados —dijo Vicky—, sé que no te va a resultar fácil cambiar la filosofía, y no pretendo eso. Me basta con que, al menos por hoy, no interrumpas mis métodos.

—Está bien. Te prometo que no voy a interrumpirlos. Hoy haremos lo que vos digas. Creo que te lo debo, por la forma en la que te traté. Sé que no estuvo bien de mi parte insultar a tus hijas. Como madre, yo jamás permitiría que alguien diga semejantes barbaridades de mi hija.

—Ja, decir Barbaridades de Barbarita… —dijo mi Erik entre risas—. ¿Lo entienden? Barbaridades… Barbarita.

Todos lo miramos sin siquiera inmutarnos. El sentido del humor de mi hermano es tan básico que solo a él le hace gracia.

—Vayanse a la mierda —dijo, ofuscado. Luego se cruzó de brazos.

—Mejor sigamos con el juego —dijo mi madre—. Antes de que empieces, Barbarita, contame ¿qué hizo tu mamá para ayudarte a acabar?

—A ver, Victoria, te pido que no lo tomes como una interrupción. Entiendo que mi hija deba responder con la verdad, pero… me pone incómoda que le preguntes sobre ese tema en específico.

—Miralo de esta forma, Lourdes. A mí me calienta saber que ayudaste a tu hija a acabar y mientras más detalles tenga, más me voy a excitar. Eso le facilitaría mucho la tarea a Barbi. Si me hace acabar, no tendrá que chupar tu concha.

—Mmmm…

—¿Entonces le puedo contar, mamá? —Preguntó la pequeña.

—Está bien, contale. Espero que esto sirva para algo.

—Bien ¿y qué es lo primero que querés saber? —Le preguntó Barbi a mi mamá.

—Lo más importante: ¿Te gustó que tu mamá te ayude?

—Sí, me encantó. Siempre me gusta cuando me ayuda a acabar rápido… aunque esta vez fue especial. Porque además de los dedos, usó la lengua.

—¿Ella ya había usado la lengua antes?

—Em… sí, alguna vez… pero no de la forma en que lo hizo la última vez.

—¿Y de qué forma lo hacía? Mostrame —Vicky señaló su propia vagina.

Barbarita sacó la lengua y la acercó con timidez, como si nunca hubiera probado una concha. Y bueno, no la culpo, era su primera experiencia lésbica de este estilo… supongo. Me entró la duda ¿y si ella también había usado la lengua al ayudar a su madre con las masturbaciones? Me moría de ganas de preguntarle; pero eso tendría que esperar. No quería interrumpirla.

Esa tímida lengua rozó el prominente clítoris de mi madre, que asomaba como la cabeza de un gusano saliendo de su capullo. Lo tocó con la punta de la lengua varias veces, como si estuviera haciendo sonar un cascabel.

—Uy… qué rico. Es sutil, me gusta mucho —aseguró mi madre.

—Por eso lo hice —dijo Lourdes entre gemidos, Florencia estaba con la boca pegada a su concha y no paraba de succionar. Lo mismo hacía Mayra a su lado, con la concha de Lucy—. Era algo sutil, y la primera vez que lo hice Barbi se estaba tardando mucho más de la cuenta en acabar.

—Estaba muy excitada. Demasiado. A mi mamá le pasa lo mismo. Cuando más excitada está, más tarda en acabar. Es muy loco, ¿no?

—Quizás, no todas las mujeres nos comportamos igual con los temas sexuales —dijo Vicky—. A mí, por el contrario, cuando más excitada estoy, menos me cuesta acabar. Y no te juzgo, Lourdes. Si lo miro desde tu perspectiva, con tu filosofía, no era bueno que Barbi demorase tanto en acabar.

—Me sorprende que seas capaz de verlo desde mi punto de vista; pero lo agradezco. —Barbi volvió a darle tímidos golpecitos con la lengua al clítoris de mi mamá—. Aquella primera vez yo estaba… un poquito desesperada, ya no sabía qué hacer. Barbi llevaba varios minutos frotándose de forma muy intensa, yo también ayudé con los dedos, en su vagina. Incluso los lamí para ayudarla con la lubricación.

—¿Se los metiste en la cola?

—Sí… al principio no quería hacerlo, porque eso lo uso como último recurso. Pero ella misma me lo pidió. Me dijo que le metiera los dedos en la cola y levantó las piernas. Ahí fue cuando entendí que ella también estaba desesperada. —Lourdes tenía agarrada la cabeza de Flor con ambas manos y en ocasiones cerraba los ojos, se notaba que estaba disfrutando de esa chupada de concha al máximo, supuse que justamente era la calentura lo que la llevaba a ser tan explícita con su relato—. Por las dudas siempre tengo un lubricante preparado, para estos casos. Puse un poco en mis dedos y otro poco en la cola de Barbi y… empecé despacito. Creí que con una falange alcanzaría, a ella le gusta sentir el dedo entrando; pero le incomoda un poco tenerlo todo adentro. Sin embargo ella estaba muy alterada. No paró de masturbarse, pocas veces la había visto frotarse con tanta intensidad, hasta le tuve que decir que se calmara un poco, porque podía hacerse algún daño. Ella no me escuchó y me pidió que metiera todo el dedo. Lo hice, porque creí que eso la calmaría un poco.

>Por suerte, aquella vez logré ayudarla solo con eso. Pero hubo otras en las que tuve que usar un segundo dedo. El primer dedo no es difícil de meter; pero cuando Barbi me pide que le meta el segundo, tengo que esforzarme más. Sé que eso de meter dos dedos lo aprendió de mí, cuando ella me ayuda a acabar, siempre tiene que usar por lo menos dos dedos, con uno no me alcanza. Pero el culo de Barbi no estaba listo

—Entonces eso de meterle los dedos en el culo a Barbi se convirtió en una costumbre —dijo mi mamá.

—No lo llamaría una costumbre. Esto no ocurrió con mucha frecuencia. Aunque sí admito que ocurrió más de una vez. Hubo un par de ocasiones en la que directamente la hice poner en cuatro e introduje los dos dedos en su cola, sin que ella me lo pidiera. Lo hice porque quería ahorrarle el momento de humillación. Para mí es muy humillante tener que pedirle a mi propia hija que me meta los dedos en la cola. Si tuviera una pareja en la que confiar, jamás se lo pediría. Pero en casa solo somos Barbi, Javi y yo.

Lourdes hizo una pausa para deleitarse con las intensas lamidas que le estaba dando Florencia. La chica parecía realmente comprometida en brindarle sensaciones placenteras. Barbi aún mostraba mucha timidez, sus lamidas eran tenues y se centraban más que nada en el clítoris de Victoria, creo que semejante mujer, y una concha peluda y carnosa como esa, la inhibían.

—Barbi, metele la lengua a Victoria —le pidió su madre—, ya sabés cómo. Yo te mostré cómo se hace.

—Eso, Barbi —la alentó Vicky—, mostrame lo que te enseñó tu mamá. ¿Qué más hizo además de lamerte el clítoris?

—Mmm… no sé si me va a salir como a ella, pero lo voy a intentar.

Barbi abrió la concha con ambas manos y se lanzó hacia adelante con la lengua afuera, pude ver cómo ésta se metía en el agujero. La pequeña rubia cerró los ojos y se concentró en su tarea.

—Uff… Lourdes, tengo que reconocer que le enseñaste muy bien a tu hija. Esto es maravilloso.

—¿Creés que te hará acabar más rápido? —Preguntó Lourdes entre gemidos. Ahora sostenía a Flor con una sola mano, pero no le daba tregua a la chica, no permitía que se apartara de su concha ni por un segundo.

—Sí, definitivamente. Y más me va a ayudar que sigas contándome de la última vez que ayudaste a tu hija a acabar. Lo encuentro sumamente… excitante.

—Mmm… bueno, me pone un poco incómoda pensar en ese momento como algo “excitante”, pero viéndolo de otra manera, tuve que aplicar técnicas para que mi hija se excitara, así que puedo entender por qué te calienta… teniendo en cuenta que a a vos el sexo lésbico te gusta.

—A vos también te gustó, al menos en el pasado. ¿La Lourdes de hace veinte años hubiera encontrado excitante esa escena? Y no mientas…

—No voy a mentir. La verdad es que sí. A la Lourdes de hace veinte años eso le hubiera parecido… muy morboso, en especial teniendo en cuenta lo bonita que es Barbarita. Si yo hubiera tenido una amiga así de linda, a su edad, cuando todavía me gustaban las mujeres, hubiera hecho lo que sea para acostarme con ella. Me hubiera excitado con solo verla desnuda. Tiene una concha muy hermosa… es incluso, provocadora. ¿Puedo hacer una confesión? Espero que no te lo tomes a mal…

—Podés decir lo que quieras, sabés que yo soy de mente abierta.

—Está bien, esto lo digo porque me siento con la necesidad de hacerlo. En el templo me enseñaron que cuando algo puja tanto por salir, es mejor sacarlo. Llevo tiempo sin fijarme en las mujeres de la forma en que lo hacía antes. Pero… ahora mismo tener a esta chica tan linda chupándomela me trae demasiados recuerdos de mis tiempos como lesbiana. Y… em… me está costando mucho contenerme, hay muchas mujeres muy hermosas… y sé que Mayra tiene una vagina tan suave y bonita como la de Barbi.

—¿Te dan ganas de probar la concha de Mayra? —Preguntó mi mamá.

—Sí, y te pido perdón por eso, sé que es una desubicación decirte esto de tu propia hija.

—No pidas perdón, agradezco que seas honesta conmigo.

—Che, Mayra… ¿por qué no le das el gusto a Lourdes? —Preguntó Lucy—. Me encanta cómo me la estás chupando, pero… si me prometés que me la vas a chupar otro día, te permito que vayas con ella.

—Pensalo bien, Mayra —dijo mi mamá—, porque hacer eso supondría perder, y ya sabés lo que eso significa.

—Lo entiendo —dijo mi hermanita, poniéndose de pie—, y prefiero ayudar a Lourdes, ya que Lucy me da permiso. Asumiré las consecuencias de la derrota.

—¿De verdad harías eso? —Preguntó Lourdes, sorprendida—. Sabés que si perdés tenés que chupársela a tu madre…

—No te preocupes, ya jugué a otras cosas con mi mamá, y ya me tocó perder. No es para tanto —dijo, encogiéndose de hombros. La pequeña comenzó a desnudarse—. Eso sí, me gustaría que ella también se quite toda la ropa —dijo, señalando a Barbarita—. Es raro que sea la única que está vestida.

—Es cierto —dijo Lourdes—. Barbi, ¿supondría un problema sacarte la ropa?

—No, mami. Puedo hacerlo.

A esta chica le gusta estar desnuda frente a la gente, aunque ella no entienda muy bien por qué. Eso lo descubrí cuando salió al balcón completamente desnuda y permitió que la mirásemos. Se quitó toda la ropa con la misma naturalidad que lo hizo Mayra. Cuando quedaron como Dios las trajo al mundo me di cuenta de que tienen una contextura física prácticamente idéntica: buenas nalgas, firmes y bien redonditas, pechos pequeños que parecen conos de merengue. Cinturas bien definidas, piernas robustas y un pubis completamente lampiño y tan blanco como la porcelana. Sus conchas son pequeñas hendiduras, como si alguien hubiera puesto muy juntos dos bollitos de masa para pan. No culpo a Lourdes por estar obsesionada con la concha de Mayra… y me pregunto qué sentimientos tendrá hacia la concha de su hija.

Barbarita volvió a arrodillarse y sin perder más tiempo, se lanzó a chupar la vagina de mi mamá, parte de su cara se perdió entre esos carnosos labios.

—¿Cómo lo vamos a hacer? No quiero que Florencia pierda —dijo Lourdes.

—No te preocupes —le respondió Mayra—, Flor puede seguir con lo que está haciendo. Yo me voy a parar en el sillón… así.

Cuando vi a mi hermana subiéndose al sillón entendí que su idea era poner el culo contra la cara de Lourdes, y no quería perderme ese espectáculo por nada del mundo. De inmediato fui a pararme detrás del sillón, muy cerca de ellas. Pude ver las nalgas de mi hermana acercarse a la cara de Lourdes. Mi madre observaba toda la escena desde cerca, con una sonrisa en los labios.

—Ahí la tenés —le dijo a nuestra vecina—. Disfrutala.

—De paso podés usar esa concha para explicarnos cómo ayudaste a Barbi —propuse.

Lourdes giró su cabeza y me miró como si recién se percatara de que yo estaba ahí. Luego asintió y dijo:

—Lo voy a intentar.

Lucía aprovechó para volver con Erik. Se sentó sobre mi hermano, mirando de frente a Lourdes y a mi mamá. Al parecer la chica tenía la concha bien caliente. La pija le entró con gran facilidad, a pesar de su tamaño. A Javi casi se le salen los ojos al ver esa penetración. Me sorprendía que el chico aún no hubiera acabado, con tantos estímulos visuales a su alrededor.

Mayra estaba con los dos pies en el sofá, tenía las manos apoyadas en sus rodillas y el culo en pompa. Debajo de ella se encontraba Flor, que ni por un minuto dejaba de comerse esa concha.

—Esa noche, como todo pasó tan rápido —comenzó diciendo Lourdes—, no tenía el lubricante preparado, así que… em… tuve que emplear un método más artesanal, podría decirse. —Mientras hablaba sus vientre se contoneaba, como si estuviera marcando el ritmo de la comida de concha que le estaba dando Flor.

—¿Cómo fue ese método? —Preguntó mi mamá—. Mostranos… y sin miedo, tanto yo como Mayra te damos permiso para hacerlo.

—Muchas gracias. Lo que hice fue algo así… permiso, Mayra…

—Sí, adelante.

—Por cierto, qué linda sos desde atrás. Sos una chica muy sexy, me hubiera encantado conocer a una preciosura como vos cuando tenía tu edad.

—Gracias… pero no hace falta que tengamos la misma edad. Acá me tenés… ahora mismo soy toda para vos.

Con este comentario, las mejillas de Lourdes se enrojecieron. No dijo nada, se limitó a sonreir y a mirar ese asterisco que estaba tan cerca de sus ojos. Sacó la lengua y la pasó por allí con mucha suavidad. Me mató de morbo ver eso, no solo porque le estaba lamiendo el orto a mi hermana, sino también porque me imaginé que le había dado lamidas idénticas a su propia hija.

—Dios, esto me trae demasiados recuerdos —dijo Lourdes.

—¿Le chupabas mucho el culo a tus amigas?

—Sé que a algunas personas podrá parecerle una práctica desagradable; pero a mí me encantaba hacerlo. Me encantaba que alguna de mis amigas se me sentara en la cara y me pidiera que le metiera la lengua por el culo.

—A mí también me gusta —aseguró Mayra—. Cuando quieras, podés hacerlo… pero bueno, estás contando lo que hiciste con Barbi… ¿a ella también le metiste la lengua en el culo?

—Sí, pero antes… se lo preparé un poquito con un dedo. Permiso…

—No hace falta que pidas permiso por todo —dijo Victoria—. Mayra ya tiene experiencia en sexo lésbico, estoy segura de que ella está disfrutanto tanto como yo de la chupada de concha que me está dando tu hija. Por cierto, Barbi, te felicito. Ahora te noto mucho más suelta. Lo estás haciendo genial.

—Gracias, Victoria —dijo la rubia, interrumpiendo sus lamidas solo por unos segundos.

Mientras tanto, Lourdes estaba metiendo de a poco uno de sus dedos dentro del culo de mi hermana. Mayra abrió sus nalgas usando ambas manos como si le estuviera recordando a nuestra vecina que estaba completamente entregada.

El dedo entró y salió dos o tres veces, dejando una ligera dilatación anal. Luego el dedo le cedió el turno a la lengua. Lourdes cerró los ojos y lamió con intensidad. Yo miré toda la escena con un brazo apoyado en el respaldar del sillón y con mi mano libre entre las piernas. Por suerte Benjamín también sintió curiosidad y se acercó. Sin pedir permiso, me clavó la pija en la concha otra vez y empezó a cogerme lentamente.

La lengua de Lourdes entró más en el apretado culo de mi hermana, esa mujer debía estar teniendo algún fuerte deja vu de su época de lesbiana. Lamía con una concentración absoluta.

—Es hermoso —dijo Victoria—, ya te puedo imaginar haciendo eso mismo con el culo de Barbi, mientras ella se hacía la paja. Se habrá excitado mucho. Y no te olvides de mostrarnos cómo le chupaste la concha a tu nena. No te va a ser muy difícil imaginarlo, porque Mayra la tiene muy parecida.

La lengua de Lourdes bajó y se perdió entre los gajos vaginales de Mayra. La pija en mi concha comenzó a moverse más rápido. Ya la sentía hasta en lo más profundo de mi ser. No quería que Benja se detuviera ni por un segundo. Era hipnótico ver cómo Lourdes se dejaba llevar por sus instintos lésbicos. Recorrió cada rincón de la concha de Mayra como si nos dijera: “Así se la chupé a Barbi”. Me llena de morbo saber que a pocos metros de mi casa se estaba desarrollando una historia incestuosa. Que aunque Lourdes hablara mucho de métodos y de su secta religiosa, chuparle la concha a su hija, por el motivo que sea, no deja de ser un acto incestuoso.

—Veo que te pusiste bastante intensa con tu hija —dijo Victoria.

—Em… bueno, es que… lo que pasa… es que…

—No hace falta que busques excusas, Lourdes. Contanos lo que sentiste en realidad, acá nadie te está juzgando.

—Está bien. Antes de salir de acá vos, em… me pusiste a prueba. Tuve que lamer tu vagina… y eso activó en mí un interruptor que llevaba mucho tiempo apagado. La cabeza se me llenó de recuerdos lujuriosos. Al volver a casa estaba demasiado excitada y cuando Barbi me pidió que la ayude, perdí un poco el control.

—Actuaste por puro instinto —dijo mi madre.

—Así es. Instinto lésbico, si es que eso existe.

—Dicen que cuando una persona aprende a andar en bicicleta, nunca olvida como hacerlo —comentó Vicky—. Chupar una concha es muy parecido. Por más que vos intentes medirte, al hacerlo con tu hija, hay una parte de tu cerebro que te dice: “Así no es como se hace”.

—Sí, exactamente. Eso fue lo que me pasó. Empecé a lamer la concha de Barbi como lo hubiera hecho con una de mis amigas, hace veinte años.

—Y se nota que Barbi aprendió de eso —dijo mi mamá—. Nena, ¿podrías mostrarme cómo tu mamá te metió los dedos en la cola?

—¿Puedo hacerlo? —Le preguntó Barbi a su madre.

—Sí, hacé todo lo que te pida Victoria. Tu objetivo es hacerla acabar… ella te está ayudando.

Dudo mucho que la intención de mi madre fuera ayudar a Barbi. Estoy segura de que Vicky no va a acabar hasta que desee hacerlo. Tiene mucha experiencia en el sexo… y Barbi no.

La pequeña rubia asintió con la cabeza y cuando mi mamá levantó aún más las piernas, se lanzó a lamerle el culo. Lo hizo con tanta naturalidad que me convencí de que no era el primer culo que lamía. Estoy segura (sin necesidad de que me lo cuenten) de que esa lengua alguna vez pasó por un culo, probablemente el de su propia madre. Luego empezó a meter uno de sus pequeños dedos. Al mismo tiempo Lourdes volvía a lamer la concha de Mayra, sin olvidarse de meter un dedo en su agujero trasero.

Yo tenía unas ganas tremendas de lanzarme sobre mi hermanita y meterle la lengua, pero eso hubiera arruinado el momento. Por suerte lo tenía a Benjamín dándome duro.

Los lengüetazos siguieron y el meneo de Benja contra mi concha había logrado saciar mi voraz calentura. Los minutos fueron pasando, por un tiempo no me importó, ni siquiera volteé para mirar el reloj. Me parecía fascinante la forma en que la lengua de Lourdes se perdía dentro de los orificios de mi hermana. Sin embargo, luego recordé lo que pasaría al finalizar el juego.

Miré el reloj, ya habían pasado trece minutos.

—El tiempo ya se terminó —anuncié.

—Oh, qué lástima —dijo mi mamá—. Lo estaba pasando de maravilla con Barbarita.

Lourdes apartó su lengua de mi hermana y miró para todos lados, parecía confundida, como si hubiera perdido la noción del tiempo.

—¿Dirían que llegaron al orgasmo? —Pregunté—. Y espero que sean honestas.

—No llegué al orgasmo —respondió Victoria—. Es una lástima Barbi, estoy segura de que lo hubieras logrado en un par de minutos más. Hiciste un gran trabajo.

—Al menos lo intenté —dijo la rubia.

—¿Y vos, Lourdes? —Le pregunté.

—Em… no. Me duele decirlo, porque sé las consecuencias que trae esto; pero… no puedo afirmar que haya llegado al orgasmo. Y no te sientas mal, Flor. Vos también hiciste un gran trabajo.

—Todavía me falta experiencia en esto —dijo Flor.

—No es eso, a mí me cuesta acabar —aseguró Lourdes—. Estoy segura de que con otra mujer lo hubieras conseguido; pero yo… em…

—Te bloqueás mentalmente —le dijo mi mamá. Lourdes la miró sorprendida—. Estoy segura que te la pasás pensando “Esto está mal, no debería hacer esto, dios me va a castigar”, y cosas por el estilo. Eso es un gran bloqueo. Por eso te cuesta tanto llegar al clímax. Si te relajaras un poco, acabarías más rápido.

—No lo había pensado de esa forma.

—Bueno, el juego ya terminó —dije—. Ninguna de las tres chicas consiguió hacer llegar a la otra al orgasmo. Eso significa que las tres deben pagar el castigo.

—Perdón, mami —dijo Barbi.

—No te preocupes, mi amor. Sé que lo intentaste. Pero, em… le prometimos a Victoria que, por hoy, respetaríamos sus métodos. A pesar de que los encuentro… em… cuestionables, lo vamos a hacer. Ella se mostró comprensiva con mis métodos, a pesar de que en un principio no los aprobaba.

—No pretendo que apruebes mis métodos —dijo mi madre—, pero agradezco que al menos te hayas tomado la oportunidad para ponerlos a prueba.

—Lucy, tenés que volver a tu lugar —le dije.

—Oh, qué lástima, otra vez tengo que interrumpir esto… con lo bien que la estaba pasando.

Ella se apartó de mi hermano, pude notar que a Erik no le hacía ninguna gracia tener que abandonar a su amante por segunda vez; pero en esta ocasión no protestó. Sabía que era inútil. Nosotras seguiríamos con el juego hasta el final.

Lucía, Lourdes y Victoria se acomodaron en sus posiciones, mientras las tres chicas se arrodillaban ante ellas, como lo habían hecho antes. Aunque esta vez lo hicieron mirando fijamente a la concha de sus parientes directos. Flor tendría que chupar la concha de su hermana, cosa que ya había hecho varias veces. Lo mismo puedo decir de Mayra con mi mamá, aunque ahora ambas lo harán frente a un público que nunca las vio incursionar en estas prácticas incestuosas, y eso me dio mucho morbo.

De todas maneras, lo que elevó mi morbo al máximo fue ver a Barbi, con la carita a pocos centímetros de la húmeda concha de su madre. Estoy convencida de que no será la primera vez que la pruebe; pero sí será la primera vez en que yo lo vea. Para poder disfrutar de este espectáculo desde una mejor posición, volví al sillón que estaba frente a ellas y me senté justo entre Javi y mi hermano. Acaricié la pija de Javi con mucha sutileza, y la aparté rápidamente, antes de que su madre lo notara. El chico me quedó mirando como si yo fuera un ser de otro planeta.

—¿Cuánto tiempo va a durar el castigo? —Preguntó Lourdes.

—Mmm… no sé —dijo mi mamá—. ¿Cuánto tiempo creés que sería lo más justo? Recordá que las tres tendrán que hacerlo durante la misma cantidad de tiempo, y que se supone que es un castigo, por perder el juego.

—Mmm… —Lourdes pensó durante unos segundos—. Diría que diez minutos está bien, pero ese es el mismo tiempo que tuvieron para el juego. Si este es el castigo final… entonces debería durar más tiempo. ¿Qué tal unos quince?

—Me parece perfecto —dijo Victoria, con una gran sonrisa.

Me encanta ver cómo logró manipular tanto a Lourdes para que sea ella misma la que aumente el tiempo de la última chupada de concha. O quizás la mina solo está caliente y quiere que su hija se pase un largo rato comiéndole la concha.

—Barbi, para que esto te sea más fácil, imaginá que estás ayudándome a acabar —dijo Lourdes—, aunque ahora vas a tener que aplicar métodos más directos.

—Está bien, mamá, no te preocupes, puedo hacerlo.

—¿Vos estás lista, Mayra? —Preguntó mi mamá.

—Si, por supuesto. Si hay que hacerlo, lo hago.

—Ay, qué emoción! —Exclamó Lucy—, mi hermana me va a comer la concha. Perdón, sé que sueno como una pervertida al decir esto, pero… me hace mucha ilusión. Es que… soy un poquito mala, disfruto al verla sufrir un poquito.

—Muy bien, todo listo… les pido que no se detengan, a menos que sea estrictamente necesario. Si lo hacen, tendrán que recuperar el tiempo perdido… e incluso podrían recibir una penalización. Empiecen a mi señal —miré el segundero y cuanto este llegó al número doce, bajé la mano con fuerza—. Ahora!

Florencia y Mayra arrancaron al instante, sus lenguas se perdieron entre los gajos vaginales. A Barbarita le tomó unos segundos más reaccionar. Por un momento creí que no se animaría, sin embargo, antes de que su madre pudiera decirle algo, empezó con sus suaves y tímidas lamidas.

Y yo arranqué con la paja. Qué gusto me dio tocarme frente a todos, en especial frente a Lourdes. Ella miró mi concha y mis tetas como si dijera: “A vos también te quiero dar”. Yo le guiñé un ojo y ella sonrió con timidez. Me derrite cuando sonríe. Es sumamente sexy.

Después de uno o dos minutos, las tres chicas que estaban de rodillas adquirieron un ritmo normal. A Barbi parecía no molestarle demasiado tener que chupar la concha de su propia madre, lo que refuerza mis sospechas de que no es la primera vez que la chica lo hace.

Era un espectáculo hermoso, digno de ver, y me encanta masturbarme con público.

—¿Puedo comentar algo? —Preguntó Benja, luego de un rato. Caminó entre los dos sillones como si estuviera mostrándole a todo el mundo su hermosa pija. Asentí con la cabeza y él prosiguió—. Me parece un poquito injusto que las únicas que deban “pagar las consecuencias” sean Flor, Mayra y Barbi. Las otras tres no asumieron ningún riesgo. Y hasta podrían haberse aguantado las ganas de acabar, solo para perjudicar a las demás.

—¡Yo no hice eso! —Chilló Lourdes.

—No digo que lo hayas hecho. Solo es una suposición. A lo que voy es que, en mi opinión, ustedes también deberían recibir un castigo. Para que ellas tres no sientan que son las únicas que perdieron.

—¿Qué tipo de castigo? —Preguntó mi madre.

—Bueno, ustedes son tres… y justamente hay tres vergas. Se me ocurre que las pueden chupar.

—¿Solo tenemos que chupar una verga? —Preguntó Lucy—. Por mí está bien.

—No solo eso. Barbi, Flor y Mayra están chupándole la concha a sus parientes, porque perdieron el juego. Pienso que ustedes deberían hacer algo parecido.

—Me parece justo —dijo Mayra.

—Sí, a mí también —la secundó Flor—. Eso significa que le vas a tener que comer la verga a Benja —le dijo a su hermana.

—Ey, pero si yo hago eso, Victoria tendrá que chupar la de su hijo —dijo Lucy en señal de protesta—. Y Lourdes… ¿estarías dispuesta a hacerlo con tu hijo?

—No, por supuesto que no —respondió la aludida al instante.

—Eso es injusto, mamá. Si las otras dos lo hacen, vos también deberías hacerlo. Además, yo también pienso que ustedes tres se llevan la mejor parte del juego, sin asumir mucho riesgo.

—Para mí es muy difícil saber que mi hija me tiene que chupar la concha —dijo Lourdes.

—Sí, pero la que te la chupa es ella —aclaré—. Ella se lleva la peor parte. Mamá, ¿estás dispuesta a aceptar esta pequeña corrección en las reglas del juego?

—Sí, entiendo el punto de vista de Benjamín. Si se la tengo que chupar a Erik, lo hago.

—¿Lo hacemos cuando terminen los quince minutos de chupada de concha? —Preguntó Lucy.

—No hace falta esperar tanto. Se pueden hacer las dos cosas a la vez —respondió mi madre—. Pero no lo voy a hacer si Lourdes no lo hace.

Nuestra vecina miró fijamente la verga erecta de su hijo, parecía asustada.

—Dale, mamá… no seas injusta —le dijo Barbi.

—Está bien, está bien. Aunque la idea no me gusta nada, lo voy a hacer. No quiero tener ventajas injustas.

—Muy bien, entonces… vamos a acomodarnos.

A mi madre se le ocurrió que las tres “chupadoras de conchas” debían acostarse boca arriba en el piso, con la cabeza muy cerca del sofá en el que se sentarían los tres hombres, de todas maneras ahí hay alfombra y es bastante cómodo. Luego, las tres “chupadoras de verga” se pusieron de rodillas, con la cabeza de las “chupadoras de concha” entre las piernas. Así quedaron listas y dispuestas, con tres falos erectos ante ellas.

Javi quedó en el medio, de las tres vergas, la de él era un poco más pequeña, pero aún así ese chico tiene una pija que parece desproporcionada para su tamaño.

—Tu nene tiene una verga hermosa —dijo Victoria.

—Gracias —aceptó Lourdes, con una sonrisa. Ella está muy orgullosa de sus hijos y cualquier comentario que se haga halagándolos sirve para comprarla.

—Bueno, todavía quedan como diez minutos —comenté—. Van a empezar a chupar a mi señal, y no se distraigan mucho porque serán penalizadas. Ah, por cierto… si alguno de los hombres eyacula, tendrán que seguir chupando.

—¿Tenemos que tragar el semen? —Preguntó Lourdes—. Es mi hijo… me parece mucho, incluso para un juego.

—Miralo como un riesgo a correr —dijo Benja—. Si Javi no acaba en diez minutos, entonces no tenés que tragar semen. De lo contrario…

—Mm… ¿Javi, creés que podrás aguantar diez minutos?

—No sé, mamá… no tengo mucha experiencia en esto.

—Miralo de esta manera, Lourdes —dijo mi mamá. Me di cuenta de que Mayra ya le estaba comiendo la concha, a pesar de que aún no habíamos dado la orden de comenzar—. Pensá que tenés que ayudar a tu hijo a acabar. ¿O vas a permitir que se vaya a dormir con la pija así de dura? ¿Acaso solo ayudás a tu hija y a tu hijo no?

—Sí que lo ayudo! —Protestó Lourdes—. No hago diferencias con mis hijos. Hubo ocasiones en las que ayudé a Javi a acabar… aunque, em… esto es distinto. Esto es hacerle una felación, una mamada.

—Un pete —dijo Lucy con una sonrisa—. A mí me encanta hacer petes… y mirá la pija que tiene Benja. Está para comérsela toda. —Otra que se mandó a chupar concha antes de la señal fue Florencia. No quiso perder el tiempo y le metió la lengua en la argolla a su hermana.

—¿No te molesta hacerlo con tu hermano? —Preguntó Lourdes.

—Ella solo se está mentalizando para que la tarea le resulte más sencilla —respondió Victoria—. Cada una tendrá sus propios métodos. Por ejemplo, yo pienso que le voy a chupar la verga a mi marido, al fin y al cabo la de Erik es prácticamente igual.

—Está bien, entiendo el punto. Voy a intentar hacerlo a mi manera. Javi, te voy a ayudar a acabar, y esta vez usaré un método más… intenso. Si eyaculás, no te sientas culpable.

—Pero dijiste que no querías…

—Lo sé, pero puedo soportarlo. Lo importantes es que… ay… —Barbi, al ver que sus dos compañeras ya habían comenzado con la chupada de concha, se mandó a hacer lo mismo. Le dio un fuerte chupón a su madre.

Me di cuenta de que era el momento perfecto para comenzar.

—Bueno, basta de perder el tiempo. Si no están listas, pierden. Arranquen en tres, dos, uno… YA!

En el caso de Victoria y Lucía la acción fue inmediata. Las dos se tragaron buena parte de las pijas que tenían delante y empezaron a mamar. Lourdes las miró asustada, como si no pudiera creer que ya lo estuvieran haciendo.

—Vamos, Lourdes, si no arrancás ahora mismo, te voy a dar otra penalización.

—Eso mismo —dijo Benja, disfrutando de la mamada de su hermana—. Por ejemplo, la penalización podría ser que Javi te meta la verga.

—Ay, no, eso sí que no. Por dios.

—Entonces, no pierdas más tiempo —le dije.

Lourdes se mordió el labio inferior. Al verse arrinconada no tuvo más alternativa que agarrar la verga de Javi y apoyar sus labios sobre ella. Comenzó con su lengua, recorriendo el glande. Con eso ya estaba bien, no era necesario que se la tragara toda, las reglas solo decían que la tenía que chupar. Aunque tampoco me tomé la molestia de recordárselo.

Miró a las otras dos competidoras de reojo, Vicky y Lucy estaban haciendo un trabajo excepcional, parecían peteras expertas. Creo que eso hizo sentir mal a Lourdes, ella no estaba poniendo el mismo entusiasmo, y su hija, con la cabeza entre sus piernas, lo estaba dando todo.

Lourdes se tragó buena parte de la pija de su hijo y ocurrió lo que era obvio que iba a ocurrir. El semen de Javi le llenó la boca. Ella sacó la verga, tosiendo y recibió un lechazo potente en toda la cara. Miró la pija como aturdida, durante una pequeña fracción de tiempo, y al parecer recordó que si su hijo acababa ella debía seguir chupando. Volvió a tragar la verga y fue un hermoso enchastre de semen. Tenía leche en sus dedos, en la cara, en los labios, y saliendo de la boca. Aunque eso que salía luego lo volvía a tragar, por el mero movimiento del pete.

Javi no aguantó ni dos minutos. No sé si el chico habrá tenido otra experiencia con sexo oral, más allá de la vez que yo se la chupé. Pero es obvio que tiene muy poco aguante y muy poca experiencia en el sexo. Y no pudo soportar el morbo que le dio tener a su propia madre comiéndole la pija.

Me pregunté de qué formas Lourdes había ayudado a su hijo a acabar. ¿Aplicó los mismos métodos que con Barbi? ¿Llegó a chupársela un poquito alguna vez? Aunque sea un poquito…

Quiero creer que sí. Me encantaría ser testigo de esas sesiones en las que Lourdes ayuda a sus hijos a alcanzar el orgamo. Deben ser sumamente morbosas, aunque ella lo haga con otras intenciones.

Es increíble lo mucho que le pueden lavar el cerebro a la gente en una secta. Y mi mamá supo aprovechar eso a la perfección. Puedo ver la sonrisa en los labios de Vicky mientras le come la pija a Erik. Sé que a ella le encanta que hayamos convencido a Lourdes que se deje acabar en la boca por su propio hijo, mientras su hija le come la concha.

Los petes siguieron y durante estos minutos Lourdes se encargó de limpiar todo rastro de semen. Poco después acabó Erik, me lo suponía, él llevaba largo rato cogiendo con Lucy y Flor, y en algún momento tenía que acabar. Mi mamá recibió los lechazos en la cara con una radiante sonrisa, luego se tragó la pija otra vez, para recibir el resto de las descargas dentro de la boca.

Lucía tuvo que esperar casi hasta el final, y se tuvo que esforzar mucho. Benja tiene mucho aguante. Es un pibe que no acaba hasta que realmente quiere hacerlo… y sé que él quería hacerlo.

Su eyaculación fue potente y abundante, Lucy lo celebró con un chillido de placer… o quizás fue porque su hermana encontró algún punto sensible en su concha.

La pequeña Lucy también terminó con la cara de leche y se dio el gusto de tragar una buena cantidad de semen.

Mientras esto ocurría, Javi tuvo una segunda eyaculación. No fue tan abundante como la anterior, pero sirvió para llenar de leche la boca de su madre. En esta ocasión, como buena petera, ella puso la pija de su hijo sobre su labio y dejó la boca abierta para recibir todo el semen dentro de la boca. Esta vez la muy puta se lo quería tomar todo.

Sé que Lourdes tuvo sexo con hombres, de otra forma no tendría dos hijos. Pero eso no significa que haya recibido leche en la boca. Quizás sí… quizás esto activó un interruptor que llevaba mucho tiempo apagado y ella pudo recordar el placer y el morbo de tragar semen.

La sesión de juegos terminó con lo más alto, las tres bien enlechadas.

Esta parte de mi plan resultó a la perfección. Salió todo tan bien que estoy sorprendida. Claro, tengo una calentura tremenda; pero no importa, ya se me ocurrirá algo para bajarla.

Ahora mismo lo que más me importa es que logramos que Lourdes y sus hijos participaran en uno de nuestros juegos sexuales. Ya tenemos el terreno allanado para invitarlos a participar en una linda noche de strip póker en familia.

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Comentarios

Unknown ha dicho que…
Me encantan tus relatos, soy un gran fan tuyo eres la mejor sigue así gracias
Nokomi ha dicho que…
El Capítulo 27 de "Strip Póker en Familia" ya está disponible para los que me apoyan en Patreon. Lo voy a publicar acá el 15 de Septiembre.

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