Strip Póker en Familia [27].

 



Lista con todos los capítulos:

Strip Póker en Familia.


Capítulo 27.


Invitación.



El día estaba soleado, cálido y radiante. Por eso salí al patio dispuesta a tomar sol durante unos minutos. No mucho, porque si bien me gusta estar un poco bronceada, descubrí que tener cierta palidez en la piel hace que mis tetas luzcan mejor.

Me tendí en una de las reposeras, completamente desnuda, y dejé que los rayos de sol hicieran su magia.

Pocos minutos más tarde llegó mi mamá, con dos vasos bien grandes llenos de limonada fresca, me tendió uno y dijo algo que me dejó descolocada:

—Nadia, ¿podrías ponerte algo de ropa? —Me fijé que ella tenía puesto un bikini celeste que en otra mujer hubiera sido modesto, pero en su voluptuoso cuerpo quedaba algo pequeño.

—¿Qué? ¿Por qué? —Tomé un sorbo de limonada casera, tenía un buen equilibrio entre acidez y dulzura, justo como a mí me gusta.

—Es que… no quiero tener problemas con Lourdes.

La miré sin comprender nada.

—Después de lo que pasó realmente creés que Lourdes se va a quejar de que yo tome sol desnuda?

—No lo sé… pero es preferible evitarlo —ella se acostó en la reposera que estaba junto a la mía—. No te cuesta nada ponerte un bikini.

—Pero… me va a quedar la silueta del bikini marcada… y no quiero.

—No seas caprichosa, Nadia. Tampoco podés estar todo el día con las tetas y la concha al aire.

Me senté y la miré a los ojos, aunque ella tuviera la mirada fija en el cielo.

—Mamá. ¿Se puede saber qué te pasa? Porque hace dos días estabas defendiendo la postura de andar todo el día en culo, y ahora… ah, ya sé… qué boluda. Me había olvidado que a veces te entran ataques de culpa. Seguramente estuviste pensando que sos una pésima madre por todo lo que pasó y que la familia se está yendo al carajo.

—Se está yendo todo al carajo —dijo Victoria—. ¿No te das cuenta, Nadia? Cuando vino Benja con su familia… terminamos todos cogiendo a la primera de cambio. Eso ni siquiera fue un juego. Fue una orgía, como en los tiempos de los antiguos romanos… y con mucho incesto.

—Pensé que lo habías disfrutado.

—Sí que lo disfruté, así como también disfruté lo que pasó con Lourdes. Pero… me da miedo. ¿Qué va a pasar dentro de un año o dos? ¿O dentro de diez?

—¿A qué te referís?

—Decime la verdad, Nadia. Después de todo lo que pasó… ¿Alguno de tus hermanos se mostró especialmente cariñoso con vos?

—Bueno, si por mostrarse “cariñosos” te referís a que terminamos cogiendo, sí, claro que pasó. Y vos lo sabés muy bien.

—No me refiero a eso. Lo que quiero decir es si alguno te expresó… otro tipo de cariño.

Me puse rígida. Entendí perfectamente a qué se refería. Hubo momentos en los que Mayra y Erik mostraron un cariño hacia mí que debería ser normal en una pareja, pero se ve muy raro entre hermanos. Un tipo de “amor” que va más allá de lo fraternal.

—Em, sí… puede ser —le respondí.

—¿Ves? Eso es lo que más me preocupa. Que empiecen a tener este tipo de “muestras de cariño” entre ustedes y que eso les traiga serios problemas en el futuro.

—Pero mamá, yo tengo novio… Mayra se lleva cada día mejor con Florencia, no me extrañaría que empiecen a salir… y hasta Erik está de novio, con Carolina, y no creo que quiera dejarla ir, con lo bien que coge esa chica.

—¿Pero realmente creés que hay amor en esas relaciones? O es pura calentura. Te estoy diciendo esto porque yo tuve el mismo problema con mi hermano, hace muchos años. Tu tío Alberto estuvo felizmente casado, hasta que enviudó; pero… ¿sabías que estuvo a punto de dejar plantada a su futura esposa en el altar?

—No tenía idea.

—Y lo peor de todo es que la quería dejar por mí. Me dijo que yo era el amor de su vida, que era la única mujer con la que quería estar, y un montón de frases melodramáticas que me aterrorizaron. Le dije que si dejaba plantada a esa buena mujer en el altar, yo no le hablaría nunca más en toda la vida, porque no puedo sentir aprecio por un hombre tan cobarde.

—A la mierda…

—Por suerte él recapacitó. Se casó y le fue muy bien hasta que, bueno, ya sabés…

—Hasta que la tía falleció.

—Sí; pero hay algo que tu tía nunca supo. Durante todos esos años de matrimonio, Alberto y yo tuvimos numerosos encuentros sexuales. Era una forma que él usaba para aplacar sus deseos de “huir” conmigo.

—¿Y papá sabía de esto?

—Sí, a tu padre nunca se lo oculté. Por suerte, con el tiempo, estos encuentros se volvieron menos frecuentes. Sin embargo, todo empeoró cuando tu tía murió. Alberto tuvo una fuerte recaída…

—Y como para no tenerlo.

—Sí, lo entiendo perfectamente. Su esposa falleció justo en el momento de mayor felicidad. Fue un duro golpe. Quizás ustedes no se acuerdan, porque no le prestaron atención, pero yo pasé dos semanas en la casa de Alberto justo después de la muerte de su esposa. Y lo hice para que él sintiera que aún le quedaba alguien en el mundo.

—Me imagino que hubo mucho sexo durante esas dos semanas.

—Sí, todos los días. No hubo un día en el que él no se abalanzara sobre mí como un animal en celo. Y ojo, no me estoy quejando, que yo la pasé genial y muchas veces fui yo la que inició el acto. El problema es que después de esas dos semanas volvió con su discurso de “Yo te amo, sos la mujer de mi vida”. No me pidió que abandonara a Pepe, porque él siente mucho respeto por tu papá, pero sí me dijo que cada día lejos de mí para él era una tortura.

—Por eso lo trajiste a vivir acá.

—Sí, por eso y por sus problemas financieros. Ahora Alberto está más calmado, en especial porque tiene un par de sobrinas muy putas —esta vez mi madre sonrió—; pero… ahora siento miedo por vos, por Erik y por Mayra. ¿Y si a ustedes les ocurre algo parecido?

—Ya veo…

—Entiendo el morbo de coger con alguien de tu familia, pero de ahí a enamorarse de esa persona como si fuera tu pareja, hay mucho trecho. Eso es peligroso.

—Así que me pedís que me ponga un bikini porque no querés que Mayra o Erik me vean desnuda… porque eso los incitaría a coger conmigo.

—Me gustaría deshacer muchas de las cosas que pasaron —aseguró mi madre—. Pero como no puedo hacer eso, quisiera minimizar el impacto a futuro. Además, las cosas que dijo Lourdes me dolieron mucho. Con ella pudimos controlar la situación, en parte; pero… ¿qué pasa si otros vecinos se enteran? No quiero que la gente del barrio esté señalando como degenerados a mis hijos.

Durante la sesión de juegos Victoria logró meterse en la cabeza de Lourdes y la convenció de participar en actividades sexuales sumamente morbosas; lo que no me imaginé es que, de alguna forma, Lourdes también logró meterse en la cabeza de mi mamá y la contagió un poco con sus miedos.

—Veo que la discusión con Lourdes te afectó más de lo que yo me imaginaba.

—No fue solo Lourdes. Hace unos días, cuando llegué de trabajar, me di una ducha como siempre. Salí del baño completamente desnuda y decidí quedarme así, en parte porque creí que estaba sola en casa. Y en un momento alguien me agarró por detrás, me pegué un susto bárbaro, porque estaba distraída, y cuando entendí que ese alguien era Erik, no me tranquilicé mucho. Él tenía la pija dura y, sin pedirme permiso, ya estaba intentando clavármela por el orto. Me puso contra la pared y empezó a empujar la verga. Estuve a punto de pedirle que se detuviera, porque si me clavaba en seco me iba a doler… pero me di cuenta de que tenía la verga bien lubricada. Y bueno… el culo se me abrió. Cuando la pija empezó a entrar… uf… perdí el poco sentido común que aún me quedaba. Dios, cómo me clavó… sé que tenemos algo en común, Nadia: a las dos nos gusta que nos den fuerte y sin previo aviso. Me calentó mucho la forma en la que Erik me sostuvo contra la pared y cómo me dolieron sus penetraciones, fue un dolor exquisito. Difícil de describir. Si alguna vez te clavaron por el culo de esa manera, ya sabés a qué me refiero.

—Sí, lo sé —dije, mientras me acariciaba la concha. Podía imaginarme la escena como si estuviera ocurriendo frente a mis ojos—. Lo que no entiendo es qué tiene esto de malo, no es la primera vez que Erik te da por el culo.

—Ya lo sé, sin embargo ese día había alguien más: tu amiga Carolina. Ella apareció toda desnuda y me miró con los ojos abiertos como platos. Me sentí una degenerada total.

—Pero mamá, ya te conté que Carolina también hace esas cosas con su mamá…

—Sí, lo sé; pero… de todas maneras me sentí juzgada.

—Dudo mucho que Caro te haya juzgado.

—Puede ser, vos la conocés mejor que yo. Lo que sí puedo decirte es que no me gustó nada esa sensación, porque quedé como una puta que le entrega el orto a su hijo… y lo peor de todo es que ni siquiera fui capaz de pedirle que se detenga. Terminé abriéndome las nalgas y le pedí que me diera más fuerte mientras tu amiguita nos miraba. Creo que se molestó un poco conmigo, porque si Erik tenía la verga tan bien lubricada, era porque estaba cogiendo con Caro, y cuando Erik me vio a mí, prácticamente se olvidó de ella.

—Mmmm… eso sí puede que le haya molestado. A Caro no le gusta que la dejen de lado. Al contrario, le gusta ser el centro de atención.

—Para mí fue una escena super morbosa, pero al mismo tiempo me sentí culpable. Al fin y al cabo si Erik tiene tanta afición por metérmela por el culo es porque yo se lo permití. ¿Y si a él le pasa lo mismo que Alberto, pero conmigo? O sea, que te pase con una hermana ya es raro, y es un problema… pero que te pase con tu propia madre… eso sí que no lo podría tolerar.

—¿Y qué pensás hacer para evitarlo? —Me hacía una idea, pero necesitaba escucharlo de su boca.

—Quiero que todos estos jueguitos sexuales se terminen. Basta de strip póker. La próxima vez que venga Lourdes le voy a pedir disculpas por nuestro comportamiento y voy a tener una charla con ella, espero que no llegue a este punto con sus hijos.

—Está bien —le dije—. Te voy a ayudar.

—¿De verdad? Pensé que pondrías más resistencia, con lo mucho que te gusta jugar al strip póker.

—Me encanta hacerlo. Lo haría hoy mismo si pudiera; pero… sos mi mamá y tenés más experiencia que yo. Sé que no me dirías estas cosas si no estuvieras segura de que todo puede volverse muy problemático. Por más que me encante coger, y el incesto me parece lo más morboso que hay… también valoro a mi familia. No me gustaría que terminemos todos peleados por dejarnos llevar por la calentura. Ahora que me contaste lo del tío Alberto, a mí también me da miedo que me pase algo así con Erik… o con Mayra.

También pensé en mi papá, aunque no lo mencioné.

Prometí ayudarla, aunque no voy a negar que esa charla con mi madre me dejó muy bajoneada. Justo cuando creí que todo este asunto del sexo incestuoso ya se estaba convirtiendo en una rutina de todos los días.

Para colmo cuando volví a mi cuarto me encontré con una escena de lo más peculiar: Mayra en cuatro sobre la cama, completamente desnuda, y detrás de ella se encontraba Erik, dándole duro por la concha. Al parecer estos dos siguen haciendo de las suyas. Me pregunto cuánto habrá tardado Erik en convencer a su hermanita que se deje coger… o quizás fue al revés, porque Mayra también es un poquito “depredadora sexual”, tal vez ella lo buscó.

Me acosté en mi cama con las tetas apuntando al techo, mis hermanos me miraron confundidos.

—¿Te pasa algo, Nadia? —Preguntó Mayra, sus caderas se meneaban rítmicamente para disfrutar más de la pija de Erik, que no hacía más que entrar y salir de su concha.

—Eso que estan haciendo… disfrútenlo, porque pronto se va a terminar.

—¿A qué te referís? —Preguntó Erik, lo noté un poco asustado.

—¿Pasó algo malo? —Preguntó Mayra. Se apartó de su hermano y se quedó sentada en la cama, la pija erecta de Erik me resultó estimulante; sin embargo la charla con mi madre me apagó bastante la libido.

—Victoria está teniendo otra de sus “crisis maternales”. Y esta va en serio. Ahora entiendo por qué le preocupa tanto esto de que cojamos entre nosotros.

Les conté la misma historia que me narró mi madre usando prácticamente las mismas palabras, también le hablé de los miedos que ella tiene de que la relación entre hermanos ascienda a niveles difíciles de controlar. Noté la expresión de preocupación en Erik y Mayra porque ellos ya tuvieron acercamientos parecidos conmigo, demasiado “cariñosos”.

—Está bien —dijo Mayra—. Entiendo que todo esto se deba terminar, aunque… no va a ser fácil. Ya nos estábamos acostumbrando a esto de coger como conejos.

—¿O sea que desde ahora no podemos hacer nada de nada? —Preguntó Erik—. Ni siquiera sexo oral?

—Nada —respondí—. Si vamos a terminar con estas cosas, es mejor hacerlo por completo.

Erik me miró como si fuera un cachorro abandonado en una fría noche de lluvia. Me partió el alma.

—¿Y no hay chances de convencer a mamá de que esas cosas no van a pasar? —Preguntó Mayra.

—Lo dudo mucho, porque ya hay un antecedente en la familia. Sabía que el tío Alberto le tenía mucho aprecio a mamá; pero no me imaginé que fuera para tanto.

—Pobre tío —dijo mi hermanita—, debió sufrir mucho.

—Puede ser, pero también la pasó bien —dijo Erik—, al fin y al cabo siempre tuvo la chance de acostarse con mamá.

—Algún día vas a entender que tener sexo con una persona no es todo —me sentí un poco hipócrita al decir esto, ya que mi relación con Benjamín se basa pura y exclusivamente en el sexo. Aunque voy a trabajar para cambiar eso—. Para el tío Alberto debió ser muy duro saber que la mujer a la que él ama está tan cerca, y al mismo tiempo tan lejos. La sociedad jamás hubiera aceptado una relación entre hermanos. ¿Y saben qué? Quizás a mamá también le pasó lo mismo con su hermano, tal vez ella también se encariñó demasiado con él. Así que… bueno, para que mamá, y toda la familia estén bien, vamos a tener que terminar con estos jueguitos.

—Mierda, con lo mucho que los estaba disfrutando —dijo Mayra—. Está bien, entiendo que es por el bien de la familia, y de mamá. Podemos terminar con esto; pero… nos merecemos un momento especial. Una última partida de strip póker.

—Entiendo tu postura, Mayra —dije—, y me agrada. Pero… ya viste lo que pasó en la última partida de Strip Póker. No tuvo mucho éxito.

—¿Cómo que no? —dijo Erik—, si cogimos un montón…

—Tarado, lo que Nadia quiere decir es que no disfrutamos del juego. Fue una orgía, lisa y llanamente una orgía. Aunque esta vez podemos hacerla más interesante. ¿Y si invitamos a Lourdes y a sus hijos a participar?

Me quedé mirando a los ojos a Mayra durante unos segundos, hasta que me di cuenta de que ella hablaba en serio.

—A ver, tener a Lourdes y a sus hijos en una partida de strip póker sería muy morboso —aseguré—. Me encantaría que ellos nos acompañaran en nuestra última partida. Lo difícil va a ser convencerla de participar. Dijo que iba a probar los métodos de mamá una vez, y ya lo hizo.

—Si los probó una vez, los va a probar dos veces —aseguró Mayra—. Vamos a visitarla, intentemos convencerla. Total, no perdemos nada, vive acá al lado.

—Bueno, pero no podemos ir los tres juntos —dije—. Si somos muchos, Lourdes se puede sentir inhibida. Con que seamos dos es más que suficiente.

—Ok, pero yo voy —dijo mi hermanita.

—Yo también quiero ir —acotó Erik.

—Todos queremos ir —aseguré—. Por eso vamos a hacer lo mismo que en el último juego: un sorteo.

—Ese sorteo era re trucho —protestó Mayra.

—Es cierto —admití—. Pero este va a ser real. Un simple “Piedra, papel o tijeras”. Jugá contra Erik, y después contra mí. Después voy yo contra Erik, y así… el que pierda más veces queda afuera.

Mis hermanos aceptaron esa pequeña dosis de competitividad que tanto nos gusta.

Unos cinco minutos más tarde, y ya con la ropa puesta, Erik y yo salimos rumbo a la casa de Lourdes, dejando atrás a una Mayra muy ofuscada que no paraba de gritar que habíamos hecho trampa. A la pequeña no le gusta perder.


-------------------


Lourdes abrió un poco la puerta y nos miró desde adentro, pensé que cubría su cuerpo porque estaba desnuda, o con poca ropa. Sin embargo, cuando nos dejó entrar descubrí que tenía una blusa color bordó, con escote en V, y un pantalón de jean bastante ajustado. Estaba preciosa, y a la vez casual.

El living era hermoso, con sillones forrados en terciopelo rojo y con molduras metálicas, como si hubieran sido construidos hace cien años. Había un par de luces tenues encendidas, y todo lo demás era penumbras, lo que me sorprendió bastante. Afuera el sol brillaba radiante y aquí dentro todas las ventanas estaban cubiertas con gruesas cortinas. Un detalle más que se suma a mi teoría de que Lourdes es un vampiro.

—¿Dónde están Javi y Barbarita?

—Durmiendo —respondió Lourdes.

—¿A esta hora? —No eran más de las cinco de la tarde.

—Sí. Están durmiendo.

—Oh, ok… está bien —me di cuenta de que no le gustaba hablar de ese tema y tampoco estoy acá para juzgarla. En mi familia también pasan cosas raras, si a sus hijos les da por dormir a las cinco de la tarde, entonces es problema de ellos—. Vinimos porque queremos hacerte una invitación. Tus hijos también están invitados.

—¿Qué tipo de invitación? Espero que no tenga las connotaciones de la última. Todavía me arrepiento de lo lejos que llegaron las cosas. No debí acceder a participar en ese juego.

—Es una lástima —dijo Erik—, porque justamente queremos invitarte a participar de otro juego. ¿Alguna vez escuchaste hablar del strip póker?

—Em… sé lo que es —dijo ella, mirando a mi hermano algo confundida—, y desde ya les digo que no. Mucho menos si incluye a mis hijos.

—Vos querías saber qué métodos tenemos en mi casa para tener más confianza entre nosotros —dije—, ya viste uno de ellos. Creo que es el momento de que conozcas el juego que nos permitió acercarnos más.

—No creo que jugar al strip póker con tu familia sea algo… apropiado —dijo Lourdes, poniéndose a la defensiva.

—Vamos, no te hagas la difícil —dijo Erik. Mi hermano es muy bruto y tiene poca paciencia. Sabía que él no podría controlarse por más de cinco minutos. Por eso antes de salir de casa le di instrucciones sobre lo que debía hacer… básicamente le di permiso para que dejara salir su instinto sexual de cavernícola. Podríamos usarlo a nuestro favor. Y como Barbi y Javi no estaban presentes, podría funcionar aún mejor—. Se nota que tenés unas ganas tremendas de volver a probar conchas… y pijas.

Erik se posicionó detrás de Lourdes y la abrazó, con sus manos le acarició el vientre y comenzó a darle arrimones contra las nalgas.

—Nene, un poco más de respeto, por favor… soy tu vecina y…

—Dale, Lourdes, decí que sí —la interrumpí—. No te das una idea de lo mucho que me gustaría tenerte en casa, para que juegues con nosotros. Me muero de ganas de volver a ver esas tetas. Dios, qué firmes las tenes. Me vuelven loca.

Me acerqué por el frente y bajé su escote, liberando ese perfecto par de melones que rebotaron ante mis ojos.

—¡Che! ¡No, las tetas no! —Protestó.

—Ay, no seas así, Lourdes. Si ya te vimos las tetas. Te vimos todita. ¿Qué problema hay que las veamos otra vez?

—Está bien, perdón, es que… no estoy acostumbrada a que otras personas me vean desnuda.

—Entonces, ¿puedo mirarte las tetas un ratito? ¿O eso te molestaría?

—No me molesta, solo… me alteré un poco porque lo hiciste sin pedirme permiso.

—Está bien, admito que esa fue mala mía. Es que… me encantan tus tetas.

—Gracias… supongo. —Agarré uno de sus pechos, lo estrujé un poco y me mandé directo a chuparlo—. Ay… no sabía que te gustaran tanto.

—Ya te digo que sí —dije, y usando la punta de la lengua lamí el pezón—. Tengo ganas de chuparla desde que las vi… en especial cuando dijiste que tuviste un pasado como lesbiana. Eso me dio mucho morbo. ¡Las tetas que habrás chupado!

—¿Le comías las tetas a tus amigas? —Preguntó Erik, mientras le daba besos en el cuello. Lourdes empezó a bajar las defensas. Además mi hermano supo aprovechar la filosofía de nuestra vecina de decir siempre la verdad.

—Sí, claro que lo hacía, cuando tenía sexo con ellas.

—¿Y qué te gustaba más cuando cogías con mujeres? —Preguntó mi hermano—. Espero una respuesta muy sincera. Aunque ya no pienses igual. Aunque te avergüence. Tenés que decir la verdad.

—Sí. La verdad nos hará libres —recitó Lourdes, como si estuviéramos en una misa de su secta—. Lo que más me gustaba era chuparles la concha… cuando la tenían muy mojada. Me fascinaba sentir sus jugos sexuales dentro de mi boca.

—Yo no me considero lesbiana —dije—, siempre voy a preferir una pija por encima de una concha; pero reconozco que una concha bien húmeda es una de las cosas más morbosas que hay.

—Lo sé, y me costó mucho alejarme de eso —aseguró Lourdes—. La tentación siempre fue muy fuerte.

Y hablando de tentaciones, estoy segura de que ella ya está fantaseando con la pija de Erik. Le desprendí el pantalón y me di cuenta de que mis teorías eran ciertas cuando ella misma ayudó a bajarse la tanga.

Agarré la verga de mi hermano, el muy animal ya la tenía completamente dura, y la orienté hacia la concha de Lourdes. Él la clavó sin misericordia.

—Ay… despacito… despacito…

Que ella pidiera que lo hiciera más despacio me calentó, porque no le dijo “No me la metas”, fue casi como decirle: “Quiero que me la metas, pero no así”. De todas formas Erik no le hizo ni el más mínimo caso. Se aferró a su cintura y empezó a darle duras embestidas mientras yo me encargaba de quitarle el pantalón por completo, junto con su ropa interior. Cuando ella estuvo desnuda de la cintura para abajo, me mandé directo a darle un chupón en el clítoris.

Me quedé allí, lamiendo su botoncito de placer mientras mi hermano le taladraba la argolla a pijazos.

Pasados unos minutos Erik decidió que estaríamos más cómodos en el sillón de terciopelo rojo. Se sentó ahí y prácticamente obligó a Lourdes a sentarse sobre su pija. Ella, muy obediente, abrió las piernas y se dejó clavar. Yo me acerqué y esta vez fui en busca de su boca. La besé y jugué con su lengua durante un buen rato mientras ella intentaba respirar. La cogida que le estaba dando mi hermano era descomunal.

Luego me arrodillé frente a ella y fui no solo en busca de la concha de Lourdes, sino también de los testículos de Erik, lamí todo ante la mirada asombrada de mi vecina. Después fue Erik el que aprovechó para besarla, ella giró la cabeza hacia atrás todo lo que pudo y se encontró con los labios de ese amante que, seguramente, le estaba dando una de las mejores cogidas de sus últimos años.

Saqué la verga de Erik de la concha y cuando Lourdes volvió a mirar hacia a abajo se encontró con mis ojos, y con mi boca llena de pija. Ella me miró aún más asombrada que antes, como si no pudiera creer que yo me animara a chupar la pija de mi hermano.

Después permití que Erik volviera a penetrarla. Sin dejar de mirar a Lourdes, le pregunté:

—¿Andás con ganas de comer concha?

—Mm… ahora mismo, sí… y es culpa de ustedes.

—Acepto la culpa que me toca —dije mientras me quitaba el pantalón.

Me senté poniendo la espalda en uno de los apoyabrazos del sillón, Lourdes se puso en cuatro, de forma transversal. Erik quedó detrás de ella, bombeando esa concha con su potente pija.

Y Lourdes, de inmediato, se lanzó en busca de mi sexo. Me abrí la concha con dos dedos y disfruté de esa lengua explorando cada rincón. Uf… qué ganas le pone. Se nota que cuando coge intenta hacerlo lo mejor posible, aunque eso después la haga sentir culpable.

La muy puta se dio un festín con mi concha.

—¿Te gusta? —Le pregunté.

—Sí, es muy rica… se te moja mucho.

—Y se me puede mojar aún más. A veces hasta me salta juguito cuando acabo. ¿Alguna vez te acabaron así en la boca?

—Mmm… debo confesar que sí, y siempre fue una de las cosas que más disfruté del sexo lésbico. Me apena mucho tener que decirlo de forma tan explícita, pero me excita muchísimo que una mujer me acabe en la boca.

—Ya veo… —la dejé chupar mi concha durante unos segundos, manteniendo esa idea en mente. Después de un rato le dije—. ¿Te gustaría que te acabe en la boca?

—Si podés hacerlo, me encantaría.

—Como poder, puedo… solo que… voy a necesitar un estímulo mucho más intenso. Solo acabo así cuando estoy muy caliente. Y lo que más me calienta en el mundo —además del incesto, pensé—, es el sexo anal.

—¿Querés que te meta los dedos en el culo?

—Podríamos empezar con eso, sí…

Y así lo hizo, con la cara roja y resoplando por la nariz como una yegua, por la tremenda cogida que le estaba dando Erik, Lourdes se las ingenió para meter dos dedos en mi culo y moverlos allí dentro con total libertad. Por suerte no se olvidó de mi concha, la cual siguió lamiendo. El culo también se llevó unos cuantos lengüetazos.

—Lo estás haciendo genial, Lourdes. Ya estoy re caliente —aseguré—. Pero si voy a acabar, necesito un estímulo aún más fuerte. Necesito una verga de verdad. Que alguien me de duro por el orto. Erik podría hacerlo, sé que es capaz… aunque va a depender totalmente de vos. Quizás no te guste ver cómo mi hermano me da por el culo.

—Em… este… me parece una barbaridad hacer eso —dijo mi vecina—, ¿pero… si él lo hace es seguro que vayas a acabar de esa manera?

—Sí, estoy segura de que si Erik me da por el orto y vos me chupás la concha al mismo tiempo, voy a acabar así. ¿Qué decís? ¿Lo hacemos?

—¿De verdad estarías dispuesta a hacer eso por mí? —Preguntó.

—Por supuesto. Me encantaría cumplirte la fantasía de acabarte en la boca. Me imagino que hace mucho que no disfrutas de algo así.

—Está bien, vamos a hacerlo.

Por más que proteste acerca del sexo, si una sabe presionar las teclas apropiadas, Lourdes es sumamente manipulable. Me encanta.

Para cumplir con su deseo pasamos a una pose mucho más acorde. Ella se acostó sobre la alfombra, boca arriba, y yo me senté en su cara, mirando hacia sus ojos. De inmediato se puso a chupar mi concha con alevosía. Mientras tanto Erik se acomodó detrás de mí. Parecía muy entusiasmado de probar, una vez más, el culo de su hermana.

Lo noté algo nervioso y apresurado. Metió la verga en mi culo sin mucho preámbulo. Me dolió mucho, y chillé; pero no me quejé. Lourdes había hecho un buen trabajo dilatando mi culo y… lo admito, ese dolor es muy dulce. Lo disfruto. Me excita.

Erik me agarró de los pelos y empezó a dar duras embestidas. De a poco su verga se fue metiendo más y más dentro de mi culo. Mis gemidos llenaron la casa, no sé cómo no desperté a Javi y a Barbarita.

Mi concha se mojó al máximo. Pude ver a Lourdes muy feliz tragando todos mis jugos.

La puta tiene talento para comer conchas. Y mi hermano no me da respiro. Mi calentura fue en aumento a medida que pasaban los minutos. Erik frenaba solo en breves ocasiones para tomar aire y luego volvía a darme duro y parejo. Mi culo quedó completamente dilatado y la pija se movió dentro con total soltura.

Comencé a tener los primeros espasmos orgásmicos y algunos chorritos de jugos sexuales saltaron de mi vagina, directamente a la boca de Lourdes. Ella parecía estar en un paraíso lésbico. Mientras más juguito salía de mi concha, más fuerte me la chupaba. Se volvía loca.

Hasta que, por fin, llegó el momento que tanto estábamos esperando. Mi nivel de calentura llegó a su punto más alto y, sin que yo pueda controlarlo, mi concha explotó. De ella salieron fuertes chorros, transparentes y abundantes, que fueron a parar directamente dentro de la boca de Lourdes. Ella los recibió con la boca bien abierta. Se quería tragar todo. Me llenó de morbo verla hacer eso y con cada pedazo de mi hermano me invadió un nuevo espasmo orgásmico. Eran tan fuertes que hasta me dolió el vientre. Sin embargo, eran deliciosos. Froté mi clítoris, provocando que los jugos sexuales salpicaran para todos lados. Lourdes volvió a pegar su boca a mi concha y sentí como sorbía de mis labios, para tomar hasta la última gota. Justo en ese momento otro chorro, bien cargado, salió de mi concha. Su boca no pudo retenerlo todo, tuvo que dejar salir una parte del jugo. Aún así mantuvo la calma. Fue tragando lo que pudo, lo que no podía contener se escapó por la comisura de sus labios y permitió que el resto de los jugos de mi concha cayeran sobre su lengua.

Cuando por fin estos chorros de placer se terminaron, ella se quedó un buen rato chupándome la concha. Erik siguió haciéndome delirar con el placer anal, hasta que él también quiso acabar.

Me pidió que me apartara, tenía en mente darle toda su lechita a esa puta, y así lo hizo.

Lourdes se prendió, desesperada, a la pija de Erik, y una vez más vi cómo su boca no podía contener todo el líquido, esta vez blanco y espeso, y tuvo que dejar salir un poco. Aún así hizo un gran esfuerzo por tomarse toda la leche. Estaba preciosa, con sus cara manchada de flujos sexuales y toda despeinada. ¡Qué mujer! Es una diosa. Lástima que a veces se ponga tan frígida, porque verla caliente es lo más lindo que hay.

Después de un rato Erik se fue. Al fin y al cabo él ya había cumplido con su parte de la misión… y además es un poco egoísta. Es de los hombres que cogen, acaban, y se van.

Me quedé a solas con Lourdes en su precioso living, estaba sentada a su lado en el sofá, jugando con su concha, de la que aún colgaban hilitos de flujos sexuales.

Espero que tenga un buen método para limpiar el terciopelo, porque el sillón quedó lleno de manchas húmedas, y es tan lindo que sería una pena que se arruinara. A pesar de eso, ella ni se fijó en el sillón.

—Esto fue espectacular —le dije—. ¿Qué tal la pasaste?

—No sé… fue… inapropiado.

—Fue morboso, Lourdes. ¿Me vas a decir que no te calienta saber que tuviste un trío con un hombre y una mujer… y que esas personas además son hermanos?

—Que sean hermanos es lo que más me preocupa. Sé que ustedes tienen una perspectiva muy abierta sobre el sexo…

—Si, sí… ya sé. Vos no compartís la misma visión. A pesar de que ahora te mostraste muy… participativa. Justamente de eso quería hablarte, Lourdes. Tu visita nos hizo recapacitar.

Me miró sorprendida, con los ojos abiertos como platos.

—¿Lo decís en serio o solo intentás burlarte de mí?

—Lo digo muy en serio. Hablé con mi mamá y con mis hermanos. Queremos ponerle fin a esos… métodos de dudosa moral. Ya sabés a lo que me refiero.

Lourdes se sentó muy recta y sonrió. Fue una sonrisa radiante, luminosa, llena de alegría.

—¿Me estás hablando en serio, Nadia? No sabés lo feliz que me pone. Sentí que con mi última visita había fracasado. Todo salió al revés de lo esperado. Yo quería ayudarlos a encontrar el camino del bien y…

—Bueno, no nos pongamos tan religiosos. Sé que vos tenés tu “grupo de ayuda”, y tampoco es que estemos diciendo que nos vamos a unir…

—Aunque harían muy bien en hacerlo. Desde que participo en el Sendero de la Verdad mi vida mejoró mucho, y la de mis hijos también. Hay ciertos problemas, por supuesto…

—Y creo que nos culpás a nosotros de esos problemas.

—A ver… te lo voy a explicar desde mi perspectiva. En el Sendero de la Verdad estamos convencidos de que en el mundo existen personas de bien, genuinamente buenas y puras. Pero también hay “semillas de corrupción”.

—¿Entonces mi familia sería una “semilla de corrupción”?

—No exactamente. No es que tu familia lo sea, sino que en tu familia hay una semilla de corrupción; pero puede ser erradicada. Yo intenté encontrarla y eliminarla, a mi manera, y tenía la sensación de que había fallado en mi tarea, y que esa semilla de corrupción seguía afectando a mi familia. Porque son entes contagiosos, dañan a las personas que están cerca…

—Y nosotros somos vecinos. Ya veo. No comparto tus creencias, pero ahora entiendo por qué pensás que lo que ocurre en mi casa afecta de forma negativa a tu familia.

—Pensarás que estoy loca…

—Sí, un poquito. Aunque no lo digo como un ataque, no sé tanto del mundo. Qué se yo si esas semillas de corrupción existen o no. Solo intento ponerme en tu lugar. Y para que te sientas mejor, te digo que nosotros también queremos ponerle fin a esa “semilla de corrupción”, si es que se lo puede llamar así.

—No sabés lo feliz que me pone, porque, de verdad, ya me estaba preocupando. Desde hace un tiempo con mis hijos están pasando cosas que antes no pasaban, siento que tanto a ellos, como a mí, nos está afectando el mal que se instaló en tu casa. Y ojo, con lo del mal no me refiero a ninguna de las personas de tu familia. El mal no es inherente a las personas; pero sí puede habitar en ellas.

—Como si fuera un cáncer.

—Sí, algo así. La gente es buena por naturaleza, estoy convencida de eso. Solo que a veces se ven afectado por focos de corrupción que aparecen y se instalan casi sin que nos demos cuenta. Y lo peor de todo es que son contagiosos. El deseo sexual es una manifestación de la corrupción.

—Pará, todo acto sexual no puede ser malo. Al fin y al cabo el sexo es lo que trae vida al mundo.

—Así es, pero… ¿cuánta gente solo tiene sexo para procrear?

—Casi nadie.

—Exacto. Mucha gente ve al sexo como una forma de entretenimiento. Pornografía, masturbación excesiva, sexo oral, sexo anal… incesto. Todas esas son manifestaciones de la corrupción que está destruyendo al mundo. Por eso cuando alguno de mis hijos tiene un fuerte deseo sexual, los ayudo a quitárselos lo antes posible. Porque mientras más tiempo se mantenga latente ese deseo, más se arraiga la corrupción dentro de ellos.

—Aja, ya veo…

Todo lo que me contaba Lourdes me parecía sacado de una película sobre sectas; sin embargo ella tiene razón en algo: mi familia puede sufrir, y la de ella también. No sé si yo seré tan sexual por alguna “semilla de corrupción” o simplemente porque soy así. Quiero ponerle fin a todo esto, pero el plan de despedirnos con una última partida de strip póker sigue en pie.

—¿Entonces vas a participar en una velada de strip póker? Tomalo como un exorcismo ¿En tu culto hacen exorcismos?

—No me gusta que lo llames “culto”. Es una Fe. No hacemos exactamente exorcismos; pero sí procedimientos similares, para limpiar la corrupción.

—Ok, entonces digamos que para “limpiar la corrupción” en mi familia, tenemos que jugar por última vez al strip póker. Para ya despedirnos de eso, y nos gustaría que participes. Pensá que va a ser algo de una sola vez y ya está. Para vos y tu familia también puede ser la oportunidad de limpiarse de la corrupción.

—Sí, eso es muy cierto. Sería una gran oportunidad de exterminar el mal que nos azota.

Esta mujer está más loca que toda mi familia junta, pero hay algo en sus creencias que me atrae mucho. Me resulta muy interesante la perspectiva que tiene sobre el mundo, aunque de a ratos me confunda y hasta me parezca contradictoria.

—Entonces ya está decidido —dije, poniéndome de pie—. Vamos a hacer una última sesión de strip póker, y para nosotros es absolutamente necesario que estés ahí. Quizás puedas guiarnos con tu sabiduría y así podamos alejarnos del mal.

—Muy bien, te prometo que vamos a estar ahí —dijo con una radiante sonrisa.

Me pregunté si con esta invitación la estaba ayudando o solo traía más problemas a su familia. Pero bueno, no puedo responder a eso ahora mismo. El tiempo lo dirá. Mientras tanto, tengo una velada de juegos en familia que organizar.

—Nadia, antes de irte… ¿podrías… em… chuparme la concha? Es que…

—Sí, ya sé. Necesitás acabar lo más rápido posible. Con mucho gusto te voy a ayudar.

Me arrodillé frente a ella y metí la cabeza entre sus piernas. Me encantó el primer contacto entre mi boca y su concha, la tenía muy mojada, justo como a mí me gusta.

----------------------------------------

Si les gustan mis relatos eróticos, y quieren leer más, pueden apoyarme donando en mi página de Patreon. Esto me ayudaría mucho a dedicar más tiempo a la escritura. Quienes colaboren podrán leer mis relatos nuevos varias semanas antes de que los haga públicos. 




También pueden seguirme en Twitter, donde anuncio cuando publico un nuevo relato.


-----------------------------------------

Comentarios

Cheche ha dicho que…
Este capítulo estuvo bueno porque de nuevo la familia debían protagonista. Me gusto ese toque de que victoria y el tío albergó tengan un pasado, ya el incesto venia de hace años. Seria interenzante saber cuando empezaron exactamente a tener sexo esos hermanos.
Te felicito Nokomi y aunque se que es imposible me gustaría aje esta saga no termine nunca 😇
Suerte y excito. Espero na continuación
OmegaSw ha dicho que…
Lourdes parecia un poco sospechosa al principio, y los hijos entraron en el juego no creo que esten durmiendo espero ver algo de aso antes del final

La Mansión de la Lujuria

Aislado Entre Mujeres

Mi Vecino Superdotado

Intriga Lasciva - El Instituto

La MILF más Deseada

Strip Póker en Familia

El Fruto del Incesto (Malditas Uvas)

Terapia Sexual Intensiva

Transferencia Erótica

Libres en la Oscuridad

Venus a la Deriva [Lucrecia]

Ayudando a Mamá