Strip Póker en Familia [30].

 


Lista con todos los capítulos:

Strip Póker en Familia.




Capítulo 30.


Igualdad.




No lo voy a negar, en este momento mi nivel de calentura es tan alto que me tiraría de cabeza sobre cualquiera de los presentes para que me den una buena cogida. Sin embargo, el amargo recuerdo de que ésta sería nuestra última noche de póker me llevó a calmarme.

“Paciencia, Nadia —Me dije—. Disfrutá del juego, todavía queda mucho por hacer”.

Jugamos una nueva mano que se resolvió muy rápido. De inmediato quedó claro que la ganadora era Lourdes, con una escalera. Si bien no había hecho coincidir los palos, seguía siendo una excelente combinación de cartas muy difícil de conseguir. El perdedor no fue otro que su hijo, Javi. El pobre chico no tenía nada para defenderse, su mejor carta era un ocho.

—Mmm… a ver ¿Qué desafío te puedo poner? Ya sé! Se la tenés que chupar a… —me miró a mí, luego sus ojos saltaron hacia Mayra, se fijó en Barbi y en mi mamá—. A Alberto.

Todos nos quedamos impactados. Aunque el más sorprendido era el propio Javi, los ojos del chico casi se caen al suelo.

—¿Por qué Alberto? —Preguntó mi mamá.

—Porque él fue el penúltimo.

—Pero… ¿No te molesta que tu hijo le chupe la verga a un hombre? —Pregunté.

—A ver… no es algo que me entusiasme; pero así son las reglas del juego ¿no? Las mujeres tenemos que chuparnos las conchas entre nosotras. No veo por qué los hombres no puedan chupársela entre ellos.

—Yo no le quiero chupar la verga a nadie —dijo Erik.

—Yo tampoco, señora —acotó mi tío Alberto—. No tengo problema con que el chico haga lo que tiene que hacer conmigo; pero chuparla, no. Ni hablar.

—Pero… es un desafío. No me parece justo que las reglas se apliquen de forma diferente para cada persona.

—En eso tenés toda la razón del mundo, Lourdes —dijo mi mamá—. Sin embargo hay una especie de acuerdo tácito. Nosotras sabemos que a ellos no les gustan estos jueguitos entre hombres, y respetamos eso. Digamos que es un límite dentro del juego que no se cruza.

—Así es —acotó Mayra—. Tanto a Nadia, como a mi mamá y a mí nos encanta chupar conchas. A mí en especial. Por eso lo hacemos. Si no nos gustara, no lo incluiríamos en el juego.

—Claro, hay que tener en cuenta los límites de cada persona —dijo Erik—, por ejemplo, a Mayra no le gusta el sexo anal. Por eso ya no le pedimos que haga desafíos con eso.

—¿Y a vos quién te dijo que no me gusta el sexo anal?

—Em… yo pensé que…

—No me molesta el sexo anal. ¿Otra vez con lo mismo? Asumen que… no sé, soy demasiado delicada para algo, o qué se yo… y me dan desafíos boludos.

—Perdón, Mayra. Tenés toda la razón del mundo —le dijo mi mamá—. A veces nos olvidamos de que vos tuviste tus propias aventuras sexuales, y seguramente habrás probado muchas cosas.

—Está bien, los perdono —dijo, haciendo puchero—. Pero dejen de tratarme como una boluda.

—Prometido —dijo mi mamá, levantando su mano derecha.

—Como ya viste, Lourdes, a veces hasta a nosotros nos cuesta saber dónde están nuestros propios límites. Cosas que no haríamos no porque sean difíciles, sino porque no nos gustan ni un poquito. Por eso no le pido a mi hijo que se la esté chupando al padre o al tío. Sé que no le gusta.

—Ok, con tu hijo podés tener tus propias reglas —dijo Lourdes—. Pepe y Alberto son grandes y pueden tomar sus propias decisiones; pero yo no me olvido que, a pesar de participar en este juego, también intento mantener la promesa que le hice a mis hijos de ser honesta, justa y equitativa. Si Barbi, en sus desafíos, tiene que interactuar con hombres y mujeres, entonces Javi deberá hacer lo mismo.

—Em… bueno, es tu hijo. No me voy a meter en ese tema —aseguró Vicky.

—Muy bien. Entonces, Javi, ya sabés lo que tenés que hacer —dijo Lourdes, señalando la verga erecta de Alberto.

—¿Si no lo hago quedo fuera del juego?

—Lamento decir que sí —esta vez el que intervino fue Pepe—. No vamos a interferir con los códigos de crianza de tu madre… y son las reglas del juego.

Javi miró a su madre con esos ojazos azules bien abiertos, se sopló el flequillo, como si quisiera quitárselo de la cara, pero no lo consiguió. Luego miró fijamente la verga de Alberto que palpitaba como si dijera: “Vení pibe, te estoy esperando”.

—Está bien, lo voy a hacer.

Cuando se puso de pie sentí la humedad aumentando en mi entrepierna. Fue una sensación extraña, porque nunca me había pasado con un chico que estuviera vistiendo un conjunto de ropa interior femenina. Su verga, blanca y erecta, me provocó el fuerte impulso de metérmela en la boca. No lo hice, porque no quiero romper demasiado el ritmo del juego, pero me costó resistir la tentación.

—¿No te molesta que te la chupe? —Le preguntó Javi a Alberto en un tono entre inocente y cordial.

—Em… no, pibe, todo bien. Cada quien es libre de hacer lo que quiera.

—Muy bien.

A pesar de su muestra de determinación, Javi se quedó quieto a pocos pasos de Alberto, como si no supiera cómo proseguir.

—Hagamos una cosa —le dijo mi mamá, notando la incertidumbre del chico—. Arrodillate frente a Alberto y tomate tu tiempo para pensar, si no querés hacerlo, no lo hacés, y listo. Perder en un juego no es algo tan malo.

Javi asintió con la cabeza.

Se puso de rodillas delante de mi tío y lo que ocurrió nos dejó a todos boquiabiertos. Creímos que el chico se tomaría largos minutos para tomar una decisión tan importante que podría tener un fuerte peso en el desarrollo de su sexualidad. Sin embargo, apenas estuvo frente a esa verga erecta, abrió la boca y se tragó una buena porción.

El más sorprendido fue mi propio tío, que se sobresaltó cuando el chico comenzó a darle chupones en la cabeza del pene.

—Al parecer no le costó mucho decidirlo —dijo Mayra.

—Algo me dice que no es la primera vez que hay una verga dentro de la boca de Javi —comentó mi mamá.

La cabeza del chico comenzó a subir y a bajar a un ritmo constante. Me sorprendió cuánto era capaz de tragar, el miembro de Alberto es bastante grueso y requiere cierta pericia para no ahogarse al chuparla; pero Javi lo estaba haciendo de maravilla.

—No te equivocás —dijo Lourdes—. Como fiel creyente en la fe cristiana me apena mucho decirlo; pero también creo en la honestidad. La verdad nos hará libres —recitó, como si fuera un mantra—. No voy a entrar en detalles sobre este tema, pero… no es la primera vez que Javi chupa una verga. Ni la segunda.

Si yo hubiera entrado en la habitación en este preciso momento, sin que nadie me explique lo que ocurre, estoy segura de que al ver a Javi de espaldas, arrodillado frente a mi tío tragándose, tragándose toda esa pija, hubiera jurado que se trataba de una mujer. Es que con ese cabello rubio y lacio cayendo sobre sus hombros, la tanga, el portaligas, y esas curvas casi femeninas, desde atrás Javi parece una chica. De hecho se parece mucho a su hermana.

A mí me encantan los hombres bien varoniles, como mi papá, o Benjamín. Me vuelven loca los machos de pecho peludo que me rompen el orto a pijazos salvajes. Sin embargo, debo admitir que Javi me está calentando un montón. No sé por qué. Por sus maneras tan delicadas y su apariencia casi femenina, no debería estar dentro del grupo de hombres que me calientan. Aunque… también me calientan las mujeres, a Barbarita me la cogería una y mil veces, así que… puede que esto tenga algo de sentido.

Y ahora que sé que Javi anduvo chupando pija, y que además le pone mucho empeño a la mamada que le está dando a mi tío Alberto, eso hace que el chico me resulte aún más atractivo. No quiero un novio al que le guste la verga, pero… un amiguito con el que pueda compartir una buena pija de vez en cuando, eso… eso se está volviendo una idea cada vez más interesante.

La cantidad de saliva que salía de la boca de Javi era admirable, el chico realmente sabe cómo lubricar una pija a la hora de hacer un pete. Alguien debió enseñarle a hacerlo.

—Bueno, creo que ya es suficiente —dijo Lourdes. Javi se detuvo al instante y sonrió—. ¿Lo hizo bien, Alberto?

—Uf… lo hizo de maravilla. Si hubiera seguido durante un par de minutos más, ahora mismo tendría la cara llena de leche. Por suerte usted lo detuvo. Hubiera sido una situación incómoda dejar a su hijo lleno de semen.

—Entiendo su preocupación y la valoro mucho. Pero ahora estamos jugando, y se supone que los desafíos deben ser lo más interesantes posibles. ¿O no? Ahora mismo no me molestaría que Javi termine con la cara llena de semen. Eso haría el desafío más… picante. ¿Te animás a seguir, hijo?

Esta mujer no deja de sorprenderme.

—Em… bueno…

Alberto no llegó a completar su frase, que Javi ya había vuelto a chuparle la pija. Esta vez lo hizo con mucho más énfasis, de la misma forma en que yo la hubiera chupado si quisiera tomarme la lechita.

La predicción de mi tío fue acertada, a Javi no le hicieron falta más que un par de minutos de intensa felación para obtener su ¿premio? Bueno, lo es, en caso de que él lo considere así.

Y por la forma en que recibió las descargas de leche, me dio a entender de que para él fue un premio. El chico sonrió, abrió la boca y se dio una ducha con el blanco semen de Alberto que empezó a saltar a chorros que cayeron directamente en la cara de Javi. Una buena cantidad fue a parar dentro de su boca, pero también quedó bien maquillado de leche. Me llenó de morbo verlo así, ahora sus facciones se parecían incluso más a las de una mujer. Me pregunté cómo sería este chico con maquillaje, seguramente es precioso. Tan lindo como su hermanita.

Javi chupó la pija otra vez, seguramente recibiendo más chorros de semen dentro de su boca. Mi tío no se contuvo, se masturbó y dejó salir todo. Él también parecía estar disfrutando de una acabada maravillosa.

Lourdes estaba tensa observando toda la escena, pero pude notar una leve sonrisa en sus labios. ¿Será que le gusta ver a su hijo así o solo sonríe por los nervios?

Le dimos a Javi el tiempo necesario para que siguiera tragando verga y semen, se tomó varios minutos, sin embargo nadie quiso reanudar la partida en ese interín. La escena era hipnótica, fascinante.

Luego el chico se puso de pie con una gran sonrisa y nos mostró su cara llena de semen.

—Ay, qué lindo! —Exclamó Barbi. La chica se puso de pie y fue en busca de su celular, el cual estaba junto a la bata que había traído. Le sacó un par de fotos a su hermano, no solo en la cara, sino también en la verga erecta de Javi—. Metete la pija en la boca otra vez, porfi —le pidió. Y él obedeció. Se arrodilló otra vez, tragó buena parte de la pija de Alberto y miró hacia la cámara. Barbi no perdió la oportunidad de tomarle varias fotos.

Una vez concluido esto, todos aplaudimos a Javi y le dimos unos minutos para que se lavara la cara en el baño. En cuanto a mi tío Alberto, él estaba con una sonrisa bobalicona en la cara y no dejaba de mirar el culo de la hermosa Barbarita cada vez que ella le daba la espalda. Sé muy bien que una acabada no es gran cosa para él, en cuestión de segundos su verga ya va a estar lista para la acción.

Cuando todos volvieron a la mesa, reanudamos la partida de strip póker.

Lourdes volvió a hacerse con la victoria. Empiezo a sospechar que realmente sabe jugar al póker, pero solo usa ese talento cuando le conviene. Esta vez la perdedora fue su hija, y a ver, ¿por qué digo que Lourdes usa su talento cuando le conviene? Porque todos nos dimos cuenta de inmediato que a Barbarita no le habían tocado buenas cartas, al verlas lanzó un suspiro agónico que la puso en evidencia. Es como si Lourdes no quisiera que otra persona ponga desafíos sobre sus hijos.

—A ver, Barbi… mmm… ¿Qué podés hacer? ¿Quién quedó penúltimo?

—Yo —se apresuró a responder mi tío Alberto—. Últimamente las cartas no me favorecen mucho.

Ese viejo ladino seguramente hizo todo lo posible para terminar entre los últimos, sabiendo que la bella Barbarita iba a perder. Pero no me estoy quejando, lo felicito. La jugada le salió bien. Para colmo la ganadora fue Lourdes, que suele usar eso del penúltimo para elaborar sus desafíos.

—Mmm… interesante. Debo admitir, Alberto, que desde que llegamos me di cuenta de que usted no le saca los ojos de encima a mi hija, como si la estuviera “desnudando con la mirada”. Bueno, eso fue al principio, cuando ella aún tenía la ropa puesta. Luego sus intenciones con ella pasaron a ser mucho más… explícitas.

Alberto se puso sumamente rojo. Pocas veces lo vi tan avergonzado.

—Perdón, yo… este… em…

—No hace falta que se disculpe —lo interrumpió Lourdes—. En otro momento esa actitud suya me hubiera molestado mucho, porque la mira como si fuera un degenerado que quiere abusar de ella. —A veces la sinceridad de esta mujer llega a límites dolorosos—. Pero hoy estamos jugando al strip póker, y vale todo. Hoy le voy a dar el gusto. Puede agarrar a mi hija, durante unos minutos, y hacerle lo que quiere.

—¿Lo que quiera? —Alberto tragó saliva, su verga comenzó a palpitar otra vez.

—Sí, lo que usted quiera. Puede besarla, manosearla, penetrarla. Hagale todo eso y más, si quiere. Siempre y cuando Barbi acepte el desafío. De no aceptarlo, tendrá que despedirse del juego.

Este pelado panzón sí que es afortunado. Le están dando carta libre para jugar con una linda y (no tan) inocente rubiecita.

Alberto miró a Barbi con los ojos desencajados de deseo sexual. Realmente se la quería comer cruda.

—Está bien, acepto —dijo Barbi, con una tímida sonrisa en los labios—. Pero solo con una condición: que mi mamá me ayude si me van a penetrar. Esa verga es muy grande.

—Muy bien, yo te voy a ayudar todo lo que quieras —accedió Lourdes.

Mi tío Alberto se quedó sentado en silencio con las manos en sus rodillas, al principio creí que había tomado demasiado alcohol y le estaba costando levantarse; pero cuando se puso de pie y mostró una sonrisa ladina entendí que en realidad se estaba preparando mentalmente para disfrutar del caramelito que le tocó como premio.

Barbi lo esperó de pie frente al sofá. Alberto se puso detrás de ella, dejando en clara evidencia que su masculina corpulencia no tenía comparación con las curvas delicadas y el cuerpo menudo de la rubia. A pesar de esto la chica no se mostró asustada, al contrario, parecía encantada de saber que su vecino pelado y panzón iba a “abusar” de ella.

—¿Estás lista? —Le preguntó Alberto—. Porque yo pienso tomarme en serio eso de “hacer lo que quiera”

—¿Me va a doler? —Preguntó Barbi.

—No, para nada. No tengo intenciones de hacerte sufrir, sino todo lo contrario.

—Entonces sí, estoy lista.

Los pesados brazos de Alberto se cerraron como tenazas frente al pecho de Barbi y las grandes manos estrujaron las pequeñas y delicadas tetas. Al mismo tiempo él comenzó a darle besos en el cuello. Barbi soltó un gemido y cerró los ojos. Me gustó que ella no tuviera prejuicios sobre Alberto. A otra chica le hubiera dado asco que un hombre que podría ser su padre, calvo y panzón, la tocara de esa manera. Sin embargo Alberto tiene mucho talento. Sabe cómo usar sus manos… y su verga.

A pesar de que no podía ver su falo porque el mismo cuerpo de Barbi lo ocultaba, podía adivinar que lo estaba frotando contra las nalgas de la chica.

Alberto le acarició la concha, sus dedos se humedecieron al instante.

—Además de ser preciosa, estás toda mojada —dijo mi tío al mismo tiempo que metía esos dedos dentro de la boca de Barbi. Ella los chupó con deseo y sensualidad.

La verga apareció justo entre las piernas de la rubia y comenzó a frotarse contra sus labios vaginales. Lourdes entendió que esta era la señal para que ella entrara en acción.

Se acercó a su hija y se arrodilló frente a ella. Su primer acto fue sujetar la verga y tragársela. La muy puta empezó a petear a Alberto como una experta. Quizás ella se podría justificar diciendo que hacía esto para lubricar el falo, pero yo sé muy bien que si se la come de esa manera es porque quiere hacerlo.

Sus lamidas se acercaron más y más a Barbi y de pronto vi la lengua de Lourdes recorriendo esos lampiños labios vaginales, tan blancos que parecen tallados en marfil. Esta chica de verdad necesita tomar un poco de sol, no puede ser que sea tan blanca… y lo mismo puedo decir de su hermano. Parecen fantasmas… o vampiros.

Decidí jugar un poco con mi vecina.

—Lourdes —le dije—. Siendo muy sincera. Si ahora mismo tuvieras que elegir entre chupar solamente la verga de Alberto o la concha de Barbi… ¿cuál preferirías?

—Eso mismo —dijo Alberto—. ¿Cuál elegís?

Levantó una de las piernas de Barbi, exponiendo aún más la concha de la chica y su propia verga.

—Mmm… espero que no piensen mal de mí —dijo Lourdes—, estoy intentando responder con la mayor sinceridad posible… y la tentación es demasiado grande. Si tuviera que elegir, me quedo con la concha de Barbi, es demasiado… rica.

—Entonces, chupasela —le dije.

Y Lourdes lo hizo. Sus lamidas se centraron únicamente en el clítoris y los labios vaginales de su propia hija. La escena me excitó tanto que tuve que empezar a masturbarme.

—Esto lo vas a sentir, nena; pero no tengas miedo, voy a ser cuidadoso —dijo Alberto.

Al escuchar eso, Lourdes apuntó la pija de mi tío hacia la concha. Me encantó que lo hiciera sin que nadie se lo pidiera, ella sabía muy bien que a su hija la iban a clavar… y bien clavada.

La verga comenzó a entrar, vi cómo se perdía dentro de esa concha lentamente. Barbi aún estaba bien dilatada desde la penetración de mi papá, y teniendo en cuenta que la verga de Alberto no es tan grande, es lógico que esté entrando más fácil. Aún así Barbi gimió y suspiró. Cuando ella giró la cabeza hacia atrás Alberto aprovechó para besarla en la boca. Eran la bella y la bestia cogiendo. Esto me dio mucho morbo, no sé por qué.

La pija fue entrando más y más, el ritmo de penetración aumentó, así como el ritmo de las lamidas de Lourdes contra el clítoris de su hija. Barbi gemía cada vez más, dando a entender que estaba disfrutando.

—¿Así que a tu mamá le gusta meterte los dedos en el culo? —Preguntó mi tío.

—Lo hace para ayudarme a acabar más rápido.

—¿Y funciona? ¿Te gusta?

—Funciona muy bien —dijo Barbi, con una sonrisa—. Me excito mucho cuando lo hace. Me gusta sentir los dedos moviéndose dentro de mi culo.

—Ahora vas a sentir algo más grande que un dedo…

—¿La vas a penetrar por la cola? —Preguntó Lourdes.

—¿Sería pasarme de la raya?

—Em… no, dije que podías hacer lo que quieras con ella, y lo sostengo. Es solo que… para una penetración anal vamos a necesitar lubricante.

—Acá está —dije, lanzándole el pote. Ella lo atrapó en el aire.

Se puso un poco de crema en los dedos y embadurnó la pija de Alberto cuando él la sacó de la concha de Barbi.

—La crema es comestible —dijo mi mamá—. Podés chupar la pija sin miedo.

Lourdes tragó la verga, le dio un par de chupones intensos y luego dijo:

—Está muy bien. Sabe a coco. Bueno, Barbi, espero que estés lista para esto. Lo único que puedo decir es que te relajes y confíes en la experiencia de Alberto.

—Muy bien. Estoy lista.

Ella misma levantó un poco más la pierna que estaba en el aire y su madre apuntó la pija a su culo. Al mismo tiempo le dio varias lamidas en la concha.

Desde mi posición era difícil saber si la verga estaba entrando o no. Solo podía ver que estaba ahí, metida entre las nalgas. Pero cuando Barbi llevó su cuerpo más hacia atrás, el agujero de su culo quedó a la vista. Me voy a pajear durante meses con esa imagen. Su pequeño culo siendo invadido por el glande de Alberto. Lo vi entrar y desaparecer mientras la bonita rubia apretaba los dientes y suspiraba. Es obvio que le dolió un poco, pero conozco muy bien ese dolor, es sumamente erótico y agradable.

—¿Podés meterla más? —Preguntó Lourdes. Ella parecía entusiasmada con la idea de ver cómo le rompían el orto a su hija.

—No quiero ir más adentro —dijo Alberto—. Está muy apretado. Esto va a llevar tiempo. El culo de Barbi es precioso, pero se nota que no tiene mucha experiencia en sexo anal.

—Si querés hacerle el orto a una pendeja, ¿por qué no probás conmigo? —Preguntó Mayra.

Todos la miramos sorprendidos. Al parecer la más pequeña de la familia se puso celosa de que Barbi esté acaparando la atención del tío Alberto.

—Estás segura, Mayra? —Le pregunté.

—Sí, muy segura —se puso de pie de un salto—. Yo no tengo miedo de que me la meta toda.

—Pero… no estás haciendo ningún desafío —dijo Lourdes.

—No importa —respondió Mayra—. Lo hago como pago por adelantado. La próxima vez que pierda no me ponen ningún desafío y ya está.

—Mmm… ¿se puede hacer eso? —Preguntó Lourdes.

—No es lo habitual —dijo mi mamá—; pero no veo por qué no podría hacerse. Al fin y al cabo es un desafío difícil de cumplir. Si no le entra toda la verga, tendrá doble desafío.

—Eso me parece más justo —aseguró Lourdes—. Bueno, hija, espero que hayas tenido tiempo para disfrutar.

—Mmm… see, más o menos.

Barbi parecía molesta. Mayra se acercó a Alberto y lo condujo hasta el sofá. Hizo que el panzón se sentara ahí, con su verga erecta apuntando al techo. Le sacó el pote de lubricante a Lourdes y volvió a cubrir de crema la verga de Alberto y también lo hizo con su propia cola.

—Están enojadas, hija. Te conozco muy bien. ¿Qué te pasa?

—No me pasa nada —respondió Barbi, haciendo puchero. Tenía las mejillas muy rojas y el ceño fruncido.

—¿Te molesta que Mayra le haya puesto fin a tu desafío?

—¿Qué? No, nada de eso —la pregunta la tomó por sorpresa—. No tiene nada que ver con Mayra ni con Alberto.

Y hablando de esos dos, ya podía ver a mi hermana sentándose con las piernas bien abiertas sobre su tío, dándole la espalda. La verga se encajó entre sus nalgas y ella, de a poquito, fue frotando su culo contra el glande. Parecía realmente entusiasmada.

—¿Entonces con quién te enojaste? —Preguntó Lourdes tomando las manos de su hija, aún seguía de rodillas frente a ella, parecía como si estuviera suplicándole.

—Me enojé con vos —respondió la rubia, tajante.

—¿Qué? ¿Conmigo? ¿Por qué? Decime, hija. ¿Qué hice de malo?

—Es que… no estás cumpliendo con tu palabra.

—¿A qué te referís? Yo siempre cumplo con mi palabra… o al menos intento hacerlo.

—Hace unos días me dijiste que yo podía probar el sexo lésbico y así poder tomar mi propia decisión de si eso me gusta o no.

—Ajá… y eso fue lo que hiciste. Lo probaste.

—Sí, pero ahora, mientras jugamos, empezaste a decir cosas como: “Espero que Barbi se fije en vergas”, y me ponés desafíos con hombres porque ni querés que toque una concha. Incluso a Javi lo hiciste chupar pija, y sé muy bien que no te gusta que él haga esas cosas. Vos te la pasaste diciendo que te encanta comer concha y lo mucho que te gusta chupársela a Victoria. Pero a mí no me dejás probar en paz…

Hubo un silencio incómodo. Incluso Mayra detuvo su meneo de caderas, la verga aún no había entrado, pero estaba lista para comenzar esa tarea.

—Tenés razón, hija —Lourdes rompió el silencio—. No estoy cumpliendo con mi palabra. Es que… me dio miedo. Acá la tentación lésbica es muy grande. Nadia, Victoria y Mayra son mujeres muy hermosas. Yo… lo reconozco, ya no puedo controlar mis impulsos sexuales frente a ellas, y como esto es un juego, bueno… me permití caer en la tentación. Y no sé cómo voy a hacer para resistirme una vez que el juego termine. No sé cómo voy a sacar de mi cabeza todas esas fantasías lésbicas impuras. Tendré que armarme de fuerza de voluntad. Si fui tan cortante con vos es porque me da miedo que el sexo lésbico te impacte de la misma forma que lo hizo conmigo y que después no puedas controlarlo.

—Vos sí te permitís caer en la tentación porque confiás en tu fuerza de voluntad… pero no confiás en la mía. Creés que si yo disfruto de una concha, después no voy a ser capaz de resistirme frente a una mujer. Y es injusto.

—Sí, lo sé. Es muy injusto. No debí limitarte si yo misma no lo hice conmigo… ni con tu hermano. Se supone que esto debe ser equitativo, igual para los tres. Te pido perdón. Y creo que se me ocurrió la forma perfecta para compensar mi error.

—¿Qué forma?

—Querés chupársela a Mayra? Estoy segura de que ella lo va a aceptar.

—Obvio que sí —dijo mi hermanita, con una gran sonrisa—. Me encantaría que Barbi me la chupe.

—Escuchaste, hija? Ahora tu objetivo es hacer que Mayra disfrute mucho mientras su tío le mete la verga por el culo. Es un gran momento para ella, vení… —se acercó gateando a Mayra—. Yo te voy a ayudar. Vamos a hacer que Mayra pase un gran momento… y vos también.

Barbi sonrió y se arrodilló junto a su madre.

—Gracias, mamá. Sos la mejor.

—De nada, espero que esto sirva para que me perdones.

—Claro que te perdono.

—Una cosa más… y digo esto desde lo más profundo de mis deseos lésbicos: disfrutalo mucho, hija, porque no todos los días vas a tener la oportunidad de comerle la concha a una chica tan linda como Mayra. O sea, mirá lo que es esta almejita —acarició los labios de mi hermana—. ¿No te parece preciosa?

—Sí, lo es. Y quiero que vos la chupes conmigo. Me gusta verte chupando conchas. No sé por qué. Me excita mucho. Creo que me calienta verte caer en la tentación. Sé que soy mala persona al pensar eso…

—No sos mala persona, hija. Todos tenemos tentaciones y deseos oscuros. Hoy estamos jugando al Strip Póker y podemos dejar salir esos deseos. Además, ya sabés lo que pienso de la honestidad. Me alegra que me hayas contado eso. Si te calienta verme caer en la tentación, estoy segura de que hoy lo vas a ver mucho… y tenés la libertad para disfrutarlo.

A pesar de que estaba muy cómoda masturbándome en mi silla, tuve que ponerme de pie, porque las cabezas de Lourdes y Barbi me tapaban todo el espectáculo. Una vez más fui a sentarme en uno de los apoyabrazos del sofá y esto fue una mejor idea de lo que pensaba, porque pude darme cuenta de que Mayra necesitaba algo de apoyo moral. Tomé su mano, la apreté con fuerza y ella sonrió.

Lourdes fue la primera en lamerle la concha, lo hizo con sensualidad, como si quisiera mostrarle a su hija la forma apropiada de tratar a una mujer.

En ese momento se me ocurrió una idea, al recordar que Barbi le sacó fotos a su hermano con la cara llena de semen.

—¿Quieren que las grabe? —Les pregunté.

—¡Ay sí! —Exclamó la pequeña rubia.

—Sí, sería muy lindo que Barbi se quede con un recuerdo de este momento —dijo Lourdes.

—Yo también quiero que grabes —añadió Mayra. Para ella también era un momento importante.

Fui en busca de mi celular y luego me puse de pie detrás de las dos mujeres arrodilladas intentando encontrar el mejor ángulo posible para que todo se viera perfectamente en el video. Me da morbo el solo pensar en las pajas que se va a hacer Barbarita mirando este material.

La escena fue muy bonita y se dio a ritmo lento. Lamidas de Lourdes por aquí, lamidas de Barbi por allá, ella intentaba seguir los pasos de su madre. Y la pija de Alberto se iba perdiendo dentro del culo de Mayra. Mi hermana gimió, suspiró y apretó los dientes. Sé, por experiencia, que le estaba doliendo casi tanto como lo estaba disfrutando. Obviamente el disfrute era mayor al dolor. Me encanta ese dolor dulce que solo una buena penetración anal te puede dar.

Barbi y Lourdes también le proporcionaron húmedas lamidas al culo de Mayra, para colaborar en la lubricación, y no perdieron la oportunidad de darle unos buenos chupones a los testículos de Alberto. ¿Ya mencioné lo afortunado que es este hombre? En fin, se lo merece, es un buen tipo y la vida le dio muchos golpes muy duros.

Lourdes mostraba gran dedicación a la hora de lamerle la concha a Mayra. Me encantó verla tan compenetrada. Para jugar un poco y aprovechar la situación, tomé la cabeza de Lourdes y la giré hacia mí. Ella no opuso ninguna resistencia. Dio fuertes chupones a mi concha, en especial en la zona del clítoris, y luego siguió con la de Mayra. Rodeé a las dos mujeres que estaban de rodillas y repetí la acción con Barbarita. Ella también accedió a comerme la concha, pero se quedó un poquito más que su mamá. Luego volvió a la tarea que le correspondía.

Me encargué de tomar buenos planos de las dos chupándome la almeja. Después enfoqué el culo de mi hermana, ella seguía sufriendo, pero la pija ya había entrado hasta la mitad y sus movimientos de cadera se fueron tornando cada vez más espontáneos y sensuales.

Ya se podría decir que le estaban haciendo el orto. Alberto sujetó a Mayra por debajo de las piernas, la levantó tanto que la verga casi sale por completo, y luego la dejó bajar. La pija se deslizó dentro del culo de Mayra como si se tratase de un truco de magia. Mi hermana logró contenerla toda, a pesar de sus quejidos y chillidos. Luego Alberto la volvió a levantar, solo para hacerla bajar otra vez… y una vez más los quejidos y jadeos de Mayra. Esta escena comenzó a repetirse una y otra vez, a un ritmo cada vez más rápido. Como los gemidos de Mayra se hicieron más frecuentes, las lamidas de las chicas también aumentaron su ritmo.

Barbi se prendió a la concha como si fuera una máquina succionadora. Sus labios se pegaron a los labios vaginales de Mayra y allí se quedaron.

Lourdes acarició a su hija, manoseando sus tetas, y le besó el cuello.

—Así, hija, así… disfrutalo —le dijo al oído—. Disfrutalo mucho, porque te estás comiendo una concha preciosa.

Estas palabras incentivaron a la pequeña rubia y también a mi tío Alberto que empezó a darle embestidas más duras a Mayra. Mi hermana soltó un grito de placer cuando la pija entró completa en su culo y después recibió todas las otras embestidas como una campeona.

—¿Te gusta, hija? ¿Lo estás disfrutando? —Preguntó Lourdes, sin dejar de dar besos en el cuello de Barbi—. ¿Te gusta la concha que te estás comiendo?

—Chupala —fue la única palabra que salió de la boca de Barbarita.

—¿Eh?

—Que la chupes, puta… chupame la concha.

—Sí, mi amor… enseguida.

Nos quedamos pasmados al ver esta escena. Fue muy extraña la reacción de la dulce y amable Barbarita. Jamás me imaginé que pudiera decirle puta a su mamá en un tono tan agresivo, y que pudiera darle órdenes directas. Y mucho menos me imaginé que Lourdes obedecería esa orden al instante, como si fuera un soldado. Esta familia es muy rara, más rara que la mía, sin dudas. Estoy segura de que hay muchas cuestiones psicológicas que deberían se tratadas; pero ahora mismo no estoy para hacer un psicoanálisis, solo quiero verlas comiendo concha.

Lourdes se acostó en el piso y permitió que su hija se sentara en su cara. De una se mandó a comerle la concha. Barbi no se distrajo de su tarea, continuó lamiendo la vagina de Mayra mientras mi hermanita recibía potentes embestidas en el culo.

—Esto le gusta —comentó Barbi—. A veces, cuando la puta quiere acabar rápido, me pide que me siente en su cara. ¿Le calienta hacerlo mientras come concha. No es cierto, mamá?

—Sí, hija. Muy cierto. Me calienta un montón.

Lourdes comenzó a masturbarse, imagino que así serán estas escenas cuando ocurren en la casa de mis vecinas.

Noté cierta bronca por parte de Barbarita al contarnos estos detalles tan íntimos. Definitivamente está enojada con su madre; pero es difícil saber por qué. Podría ser por muchos motivos, como que su mamá la haga participar en actos incestuosos y ella no quiere. Aunque esto lo veo poco probable, tomando en cuenta cuánto lo está disfrutando Barbi. Quizás el enojo venga por otro lado… o tal vez solo me estoy haciendo demasiado la cabeza y es una especie de código entre ellas.

Por la razón que sea, Lourdes puso un genuino esmero en chuparle la concha a su hija y yo me concentré en grabar a esa lengua moviéndose entre esos jugosos y exquisitos labios vaginales.

Esta escena era preciosa, podríamos habernos quedado así durante horas, viendo este cuarteto sexual perfectamente coordinado. Sin embargo la cara de Mayra comenzó a dar indicios de que el sexo anal ya le estaba doliendo demasiado y el primero en notar eso fue el propio Alberto.

—Lamento interrumpir todo en este momento, pero creo que Mayra ya tuvo suficiente —dijo, demostrando que él sabe muy bien lo que hace y conoce los límites de su sobrina.

—¿Ya fue suficiente, Mayra? —Preguntó mi mamá.

—No, puedo seguir aguantando… que siga… que siga…

—Sé que lo estás disfrutando —le dije—, pero se nota que ya te duele.

Barbi detuvo sus lamidas y la miró. Luego dijo:

—Sí, Mayra. No te exijas demasiado, todavía queda mucho juego por delante. Dale a tu culo un descanso.

—Ufa, está bien…

Lentamente Mayra se apartó de Alberto y la verga salió de su culo, mostrándonos un bonito agujero bien dilatado y enrojecido.

—Ya vas a tener otra oportunidad de disfrutar del sexo anal —le dije—. Y vos también, Lourdes. Sé que te encanta comer concha, pero ahora tenemos que volver a la partida.

Barbi se apartó y sonrió. En un parpadeo volvió a ser la dulce e inocente rubiecita que vive en la casa del lado. Esta chica ya me da un poco de miedo.

Lourdes se sentó en el suelo, parecía aturdida, como si hubiera salido de un transe.

—¿Ya terminó? —Preguntó, mientras parpadeaba mucho.

—Por el momento, sí —le dije—. Lo hiciste muy bien. Espero que ahora las cosas con tu hija funcionen mejor.

—Em… sí, yo también lo espero. Gracias, Barbi… por ser sincera conmigo. Siempre que sientas que soy injusta con vos, tenés que decírmelo. Y lo mismo va para vos, Javi.

—Está bien, mamá —respondió el chico—. Yo no tengo quejas.

—Muy bien, si ya todo quedó aclarado, volvamos a jugar —dijo mi mamá, repartiendo las cartas otra vez—. Recuerden que Mayra ya pagó por un futuro desafío.

—Y si yo gano, puedo pedir lo que quiera —dijo Barbi.

—Es cierto, como ya pasaste por al menos dos desafíos, la próxima vez que ganes tenés esa opción —le dijo mi madre, con una sonrisa libidinosa.

Todos nos preguntamos lo mismo: ¿Qué petición tendría en mente esta dulce rubia?

Regresamos a la mesa y nos dispusimos a seguir jugando. Las horas van pasando, pero a esta partida de póker todavía le quedan varios desafíos por delante… y yo estoy dispuesta a sacar el máximo provecho de cada uno de ellos.


----------------------------------------

Si les gustan mis relatos eróticos, y quieren leer más, pueden apoyarme donando en mi página de Patreon. Esto me ayudaría mucho a dedicar más tiempo a la escritura. Quienes colaboren podrán leer mis relatos nuevos varias semanas antes de que los haga públicos. 





Todos mis links, para que puedan seguir y apoyar mis relatos:


Comentarios

Cheche ha dicho que…
Creía que el final de esta seria estaba cerca pero que equivocado estoy... A esta serie le queda mucha tela que cortar y Nokomi sabe como sacarle provecho, como incluir nuevos temas. Ahora hay mas preguntas que respuestas y se nota que no solo a esta partida de poker le quedan retos por cumplir si no que ta bien luego de esta partida seguirán pasando cosas dentro de esta familia que por lo que veo ya son tres familias juntas jajaja
Suerte y éxito querida Nokomi
Santos ha dicho que…
Ya quiero ver como se tuercen las cosas cuando comience el incesto con sentimientos, será entre retorcido y romántico. Ah y me pregunto cual es el desafío que Mayra le pondrá a su madre por perder contra Nadia.

La Mansión de la Lujuria

Aislado Entre Mujeres

Mi Vecino Superdotado

Intriga Lasciva - El Instituto

La MILF más Deseada

Strip Póker en Familia

El Fruto del Incesto (Malditas Uvas)

Terapia Sexual Intensiva

Transferencia Erótica

Libres en la Oscuridad

Venus a la Deriva [Lucrecia]

Ayudando a Mamá