Strip Póker en Familia [33] [FINAL].





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Capítulo 33.

Final del Juego.




Me desperté con claros signos de depresión. Ni siquiera quería salir de la cama. La magia se terminó y desde ahora en adelante debemos forzarnos a vivir como una familia “normal”... y con la ropa puesta.

Miré la cama de al lado y me di cuenta de que Mayra ya se había levantado. Decidí salir de la pieza porque mi mente perversa me decía que la encontraría en algún lugar de la casa teniendo sexo a escondidas, quizás con el tío Alberto.

Mi decepción fue mayúscula al encontrarla en el patio, tomando mates con mi mamá… las dos con la ropa puesta. Qué tristeza me da verlas así, con lo lindas que son desnudas. Me preguntaron si quería unirme a ellas, pero no pude.

Pasé los siguientes dos días deambulando como un zombie, hasta que recibí una llamada que me hizo bajar los pies a la tierra otra vez. Era Carolina.

—Che, amiga… ¿cuándo me vas a devolver a mi novio?

Había olvidado por completo el pacto que hicimos.

—¿Ya te cansaste de mi hermano? —Le pregunté.

—No, no… para nada. Justamente por eso te llamo. Quizás ya viene siendo hora de que todo vuelva a la normalidad, y bueno… tendríamos que aprovechar estos días para despedirnos de ellos. ¿No te parece?

—Es una buena idea. Gracias por avisar, Caro…

Aproveché su llamada para contarle que los actos incestuosos en mi familia eran cosa del pasado. Caro se ofreció a coger conmigo cada vez que lo necesitara.

—Me encantaría coger con vos, una y mil veces —aseguré—. Un día de estos te voy a llamar, para que tengamos una noche de chicas, solo vos y yo.

—Me parece perfecto, amiga. Te quiero mucho y no sabés lo feliz que me haría salir con vos durante una noche. Si no fueras tan heterosexual, hasta me la jugaría con vos y te pediría que fuéramos algo más que amigas.

—¿Estarías dispuesta a ser mi novia?

—¡Claro! Yo te quiero un montón, Nadia… y me calentás como ninguna mujer lo hizo nunca. Te digo esto sin miedo a que nuestra amistad se vuelva rara, porque te conozco, sé que no te va a molestar que yo tenga estos sentimientos hacia vos.

—Por supuesto que no me molesta, y te lo digo muy en serio, Caro… vamos a coger un montón. Ahora que se terminó todo con mi familia, lo voy a necesitar más que nunca. Pero…

—Sí, sí… ya sé, no hace falta que expliques el “pero”. Lo entiendo perfectamente. Te gustan las mujeres, solo para coger. No para ser pareja de una. Y lo entiendo, a mí me pasa igual. Yo no iría detrás de cualquier mujer, prefiero la pija mil veces. Con la única me animaría a hacer algo así, sería con vos… porque sé que tampoco nos faltarían vergas en la relación.

—Si fuéramos novias, quedate tranquila que siempre encontraríamos un buen par de pijas para pasarla bien —nos reímos—. Pero nena, eso también podemos hacerlo siendo amigas. Siempre y cuando una de esas pijas no sea la de mi hermano.

—Lo entiendo, y es una pena… Erik tiene una pija que me vuelve loca. Dios, cómo coge ese pibe! Me gusta que sea un poco animal. Hoy vino y me rompió el orto… todavía lo tengo abierto. Hice que lo grabara ¿querés que te pase el video?

—Me encantaría verlo; pero prefiero no hacerlo, Caro. Si le veo la pija a Erik, no sé si voy a poder controlarme.

—Entiendo…

Llevamos el tema de conversación hacia tópicos intrascendentes durante unos minutos. Me ayudó a despejar un poco la cabeza.






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Lourdes abrió la puerta y me quedé petrificada. Estaba completamente desnuda. Sus voluminosos pechos estaban cubiertos de pequeñas gotas de sudor, al igual que su vientre plano. Cada músculo de su abdomen se marcaba de forma sutil. Sus anchas caderas ofrecían un marcado contraste con su cintura estrecha y la joya era su sexo. Un pubis completamente lampiño con una línea recta, simple, perfecta, que marcaba la división de su concha. Ella apoyó su hombro izquierdo contra el marco de la puerta y sonrió con altanería. Estaba tranquila y feliz, parecía no importarle en lo más mínimo que algún vecino o un transeúnte pudiera llegar a verla. Le daba igual… o quizás hasta quería que eso ocurriera. No me sorprendería, teniendo en cuenta cómo pierde el control esta mujer cuando se excita.

Me saludó cordialmente y mientras le explicaba que vine a visitarla para “charlar” con ella, mi hermana apareció en la puerta, se paró al lado de Lourdes. Estaba tan desnuda y transpirada como nuestra vecina.

—Ah, veo que la estuvieron pasando bien —comenté. Mayra soltó una risita.

Lourdes metió le metió mano por detrás a la pequeña y vi aparecer uno de sus dedos en esa blanca y lampiña concha.

—Mayra es de lo más rica —dijo, sin perder la calma—. Me estoy volviendo adicta a su concha. Me da demasiado morbo chupársela. Y también me encanta ver el empeño que pone al coger conmigo. Estoy segura de que Victoria opinará algo parecido de Barbi, porque hasta ahora mi hija no volvió…

—Mamá le debe estar dando duro —comentó Mayra—. Y capaz que papá también.

—Mejor, que se la cojan entre los dos. Barbi está insaciable últimamente. Además de una buena chupada de concha, necesita que le rompan bien el orto. Si tu tío se la quiere coger después, que lo haga.

—Ahora le mando un mensaje al tío Alberto —dijo Mayra—, y espero que entiendas que si le das permiso… te la va a devolver toda cogida. No le va a dar tregua.

—Que se la coja por todos los agujeros… y que la grabe. Quiero ver cómo a esa pendeja la rompen toda. ¿Y vos, Nadia? ¿Te vas a quedar ahí mirando y nada más? ¿No querés venir a la cama con nosotras?

—Prefiero no hacerlo mientras esté Mayra… en mi familia ya está prohibida la interacción incestuosa.

—Y hacen bien, muy bien… ojalá yo pudiera decir lo mismo. Pero admito que anoche caí en la tentación y con Barbi nos revolcamos en la cama durante toda la noche. Fue… bestial. No podíamos parar.

— ¿Y Javi? —Pregunté—. ¿Se les unió en algún momento?

—No, Javi salió con un par de amigos. Volvió tarde a casa… y con el culo bien roto.

—Ah… ¿Ahora lo dejás coger con tipos?

—Digamos que le estoy dando tiempo para que se saque las ganas, antes de ponerle el punto final a sus actos de maricón. Va a costar mucho… al muy puto le encanta la pija. Y no lo culpo, yo tengo la misma adicción con las conchas… y Barbi perfila para el mismo lado. Algo en esta familia está muy roto, ya lo acepté. No podemos arreglarlo de un día para otro. Va a llevar tiempo. Si vos y tu hermana nos dan una manito con eso, se los voy a agradecer siempre. Dale, Nadia, pasá… te juro que te la como toda.

—Mejor en otro momento…

—Yo ya me iba —dijo Mayra—. Lourdes me dejó agotada… y además… quiero ver si engancho a Barbi cuando mamá y papá la liberen, y antes de que se la garche el tío Alberto.

—Muy bien pensado —la felicitó Lourdes—. Aprovechá vos también. Me hacen un gran favor si nos dejan bien saciadas, así no tenemos que recurrir al incesto otra vez.

—Está bien, si Mayra se va, entonces me quedo. Lo siento, hermanita, sé que suena mal…

—Todo bien, entiendo el motivo. No te preocupes. Y aprovechá el tiempo con Lourdes, hoy anda recontra puta. Se deja hacer lo que sea. Hasta le metí tremendo dildo por el orto. Tenés que verlo, es re ancho.

—Lo tuve que comprar hace unas semanas —dijo Lourdes—. Creí que me ayudaría a superar mi adicción al sexo anal; pero creo que solo empeoró las cosas. Y para Barbi y Javi también. A veces hasta nos peleamos por el puto dildo.

—A mí me vuelve loca el sexo anal —aseguré—. Y estoy dispuesta a que me lo metas… si tenés ganas.

—Eso me haría muy feliz. Prepará el orto, Nadia, que de acá va a salir bien abierto.

Mi hermana se fue y Lourdes y yo nos reventamos en la cama. Hubo lamidas, chupadas de tetas, de concha, de culo… y mucho dildo. Durante todo el tiempo una de las dos tuvo ese ancho y largo dildo bien metido en el orto, y yo no pude hacer más que imaginar a Barbi y a Javi metiéndose por el culo ese pedazo de consolador… con ayuda de su mamá, claro. Porque la puta de Lourdes, mientras cogíamos, me confesó que le encanta penetrar con eso a sus hijos. La mujer está descontrolada y eso me encanta. Me viene muy bien, para lidiar con la abstinencia. Sé que no se va a negar nunca cuando yo quiera hacerle una visita. Aunque tendré que compartirla con Mayra… y con mi mamá. Porque apenas dos días después la que le hizo una visita lésbica fue Victoria.




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Después de darme una buena ducha, salí del baño con tan solo una pequeña toalla que envolvía mi cuerpo. Alcanzaba para tapar mis pezones y mi concha, aunque bastaba con que me agachara un poquito para que se me viera todo. Tenía ganas de sentirme libre, al menos por un ratito, supuse que a nadie le iba a molestar. Fui hasta la cocina y me serví un buen vaso de jugo de naranja con hielo ante la mirada atenta de Mayra y Erik. Ellos estaban jugando a las cartas; pero obviamente no era strip póker.

—¿A qué juegan? —Les pregunté, mientras caminaba hacia ellos.

—A la canasta —respondió mi hermana.

—Uy, que lindo. Hace mil años que no juego a la canasta. ¿Puedo participar?

—Em… sí, pero solo si te vestís —dijo Erik.

—¿Ahora me vas a decir que te molesta verme así?

—No, no… no me molesta para nada. Pero te advierto que en diez minutos vas a terminar con toda la pija en la concha.

Lo dijo muy en serio.

—Y yo tampoco me voy a controlar mucho —aseguró Mayra—. Así que mejor, ponete ropa.

—Uf, tampoco tengo tantas ganas de jugar. Me da pena que ni siquiera me dejen andar en toalla por la casa.

—Eso se terminó —dijo Mayra—. Lo siento, pero si andás medio desnuda, es difícil controlarse.

—No sé cómo vas a hacer para controlarte cuando yo decida cambiarme en la pieza.

—Intentaré no estar ahí cuando eso ocurra. Además yo duermo menos que vos, siempre me levanto antes.

Eso es cierto. Últimamente noté que Mayra nunca estaba en su cama cuando yo me levantaba. Ahora entiendo la razón.

Volví a mi pieza para ponerme ropa. Es muy triste vivir así.



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Me levanté de una siesta tardía y antes de salir de mi habitación recordé que tenía que vestirme. Decidí usar un shorcito bien corto y una remera sin mangas muy escotada. No quería usar nada de ropa interior, así que salí de la pieza en esas condiciones.

En el living me encontré con mi papá, estaba mirando un partido de fútbol al que no le presté ni la más mínima importancia. Me senté junto a él y le dije: ¿Dónde está Mayra? No la vi cuando me levanté.

—Salió con una de las hermanas de Benjamín. No sé cual, a esas chicas me las confundo.

—Ay, papá… le metiste la pija a las dos cuando vinieron a casa, como mínimo te podrías acordar del nombre de cada una.

Él sonrió y a mí se me derritió la concha.

—Los nombres los recuerdo: Lucía y Florencia. Pero no sé cuál es cuál.

—Seguramente salió con Florencia. Es la que le tiene ganas a Mayra. Quizás hasta terminan de novias.

—Yo juraría que Mayra quería terminar de novia con Barbarita.

—Bueno, quizás está evaluando con cuál de las dos se lleva mejor. Tiene para elegir.

Eso me produjo cierto alivio. Recordé el día en que Mayra me dijo que estaba enamorada de mí, ahora parecía un suceso tan lejano e irreal…

Por suerte mi hermana superó esa etapa de “enamoramiento”. Quizás descubrió que estar caliente con alguien no significa que ames a esa persona. Ahora puede buscarse una novia, si así lo desea. Candidatas no le van a faltar. Hasta la propia Lourdes podría terminar siendo su pareja, y no extrañaría, con lo mucho que le gusta a mi vecina comerle la concha a Mayra.

— ¿Y el tío Alberto? Hace rato que no lo veo.

—Está saliendo con Analía.

— ¿Qué? O sea… ¿Saliendo oficialmente? ¿Como pareja?

—No lo sé. Sabés que a mí no me gusta mucho el chisme. La que sabe más del tema es tu mamá. Podrías preguntarle a ella.

— ¿Y dónde está?

—Acá al lado.

— ¿Cogiendo con Lourdes otra vez?

—Em… por lo que tengo entendido, está con Lourdes y Barbarita.

—Ah, ya veo. ¿Eso no es violar las reglas? Digo… se supone que los actos de incesto se tienen que terminar.

—Si son de otra familia, no cuentan.

—Buen punto —mientras hablaba no dejaba de mirarle el bulto. Él tenía puesto un short de fútbol bien cortito y estoy segura de que no está usando ropa interior, porque la forma de la verga se le marca en la tela… y eso me está haciendo mal—. Sé que Erik salió con Carolina —comenté—. Eso significa que estamos solos.

—Eso parece —vi como sus ojos giraban disimuladamente hacia mí y se perdían dentro de mi escote.

La verga de mi papá dio un pequeño salto dentro de su pantalón. Ahí se me nubló la mente. Me olvidé de las reglas y de todo lo demás. Actué por puro instinto. Bajé la cabeza, liberé esa anaconda y me la comí toda… porque cuando está dormida, la puedo tragar entera. Si está despierta es imposible… y mirá que lo intenté.

Pensé que Pepe se opondría a este evidente acto incestuoso; pero no lo hizo, por el contrario comenzó a acariciar mi culo por encima del short. Esto me motivó para chupársela con más ganas. De a poco se le fue despertando el asunto y mi nivel de calentura fue en aumento.

Aceleré el ritmo. No sabía cuánto tiempo teníamos, y quería aprovecharlo al máximo. Cuando él la tuvo bien erecta, me puse de pie y caminé hacia el pasillo mientras me quitaba la ropa.

—Te espero en tu pieza —le dije, sin mirar hacia atrás.

Pepe me encontró en cuatro, sobre su cama. No me atrevía a mirarlo a los ojos, eso sería demasiado incómodo, teniendo en cuenta que ya no deberíamos estar haciendo esto. Él me tomó por la cintura, en silencio. A veces agradezco que no sea muy hablador. En este momento las palabras hubieran sobrado. Solo tenía que poseerme, hacerme suya.

Y lo hizo.

Solté un profundo y largo gemido mientras su verga se iba metiendo dentro de mi concha. Se deslizó lentamente e hizo vibrar cada fibra de mi cuerpo. Se tomó su tiempo para dilatarme bien… o quizás solo quería disfrutar a pleno de la concha de su hija.

Una vez Carolina me pidió que le explicara qué sentía cuando mi papá me cogía. No supe qué decirle. Es una sensación demasiado intensa y visceral como para describirla con palabras. A veces siento que dentro de mi estómago hay un remolino incontrolable que gira en las dos direcciones al mismo tiempo. Otras veces siento fuego en mi piel, un ardor extremo que solo puede calmar el flujo de mis jugos sexuales. Ahora mismo me siento etérea, como si mi cuerpo no estuviese allí, como si la que estuviera recibiendo esa enorme pija fuera otra; pero aún así, puedo sentir cada penetración.

Lo que me despertó de esta sensación fueron las embestidas… el momento en que Pepe se convirtió en un macho cabrío y empezó a darme duro, como un toro alzado. Sentía la punta de su verga golpeando algo dentro de mí. Creo que nunca me la había metido tan adentro… y con tanta potencia. Cada una de sus embestidas hacía que mis tetas rebotaran para todos lados. El sudor comenzó a cubrir mi piel. Los jugos empezaron a fluir fuera de mi concha. Tuve que morder la almohada para no gritar. Luego recordé que estábamos solos en casa, y ya no me contuve. Grité como una puta.

Me llenó todos los agujeros de pija, y me alegro que así fuera. No me iba a quedar conforme si no me rompía el culo, porque nadie me rompe el culo como él. No importa la cantidad de experiencias que tenga o vaya a tener con el sexo anal, siempre mi pija favorita será la de mi papá. Porque él es el único capaz de combinar a la perfección una cogida brutal, que me hace vibrar desde el clítoris hasta los pezones, con la pasión gentil de un caballero. Es difícil de explicarlo. Pero él lo consigue. Me hace sentir como una puta y una princesa al mismo tiempo.

Estuvimos dándole duro al asunto sin parar durante casi dos horas. El semen me lo tragué todo… mejor dicho, me atraganté con él. El lechazo contra mi garganta fue tan fuerte que terminé tosiendo; sin embargo no dejé de chupársela y de tragar semen.

Después caímos rendidos, estábamos agotados. Apoyé la cabeza sobre su pecho y me quedé ahí, escuchando los latidos de su agitado corazón. Dejé que pasaran los minutos. Quería quedarme ahí para siempre; pero sabía que eso era imposible.

—Esta vez fue la última, Nadia.

—Pero…

—Fue la última, y punto.

—Ufa… está bien —dije con muchísimo pesar. Mi cerebro ni siquiera era capaz de procesar que estos encuentros sexuales con mi padre no ocurrirían más. Me negaba a creerlo—. Al menos puedo decir que la pasé bien. Gracias por todo, papi. ¿A vos también te gustó?

No dijo nada.

Me quedé mirando su pene flácido mientras él me acariciaba la espalda. Si ésta sería nuestra última cogida juntos, tenía que aprovechar hasta el último segundo. Bajé la cabeza, tragué otra vez su verga… y todo volvió a comenzar.




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Una hora más tarde salí del cuarto de mi papá con todo el cuerpo adolorido… en especial el culo. Él volvió a ensañarse con mi culo y estuvo dándome sin parar durante un largo rato. Entré a mi pieza arrastrando los pies, me tiré a mi cama y empecé a llorar. No recuerdo cuándo fue la última vez que lloré tanto. Lo hice en silencio, para no alertar a nadie, si es que llegaban. Además no quería que Pepe me escuchara llorando. ¿Qué voy a hacer? Con mucha, pero mucha fuerza de voluntad, creo que podría vivir sin acostarme con algunos de los miembros de mi familia; pero… no sé si podré vivir sin hacerlo con mi papá. Es el morbo más grande que puedo encontrar. Nadie me coge como él… aunque… quizás Benja pueda aprender a hacerlo.

¿Y para qué quiero que aprenda si en unos días se lo tengo que devolver a Carolina? Bueno, podría hacer tríos con ellos de vez en cuando… pero no sería lo mismo.

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Escuché ruidos provenientes del cuarto de Alberto, por eso me acerqué. La puerta estaba entreabierta y pude espiar dentro. Me quedé mirando durante unos minutos cómo le hacían un tremendo pete a mi tío. Él estaba sentado en el borde de la cama, de costado a mí, con la pija bien dura.

Hubiera jurado que era Barbi la que se la estaba chupando. Esos rulos dorados y esa boquita, ahora pintada de rojo, eran inconfundibles… o eso creía. Cuando esa nena se puso en cuatro sobre la cama y se levantó la pollera, me quedé anonadada al ver cómo le colgaban los huevos. Se trataba, nada más y nada menos, que de Javi.

—Mamá quiere que lo grabes —dijo el chico.

—Sí, sí… quedate tranquila, putita, que voy a grabar todo.

Alberto apuntó la verga a ese culo rosado y lo penetró sin piedad. Al parecer Javi ya había estado metiéndose algo por ahí, posiblemente el dildo de su mamá.

Debo admitir que Javi es muy bonito cuando se viste de mujer, y con esa peluca es idéntico a su hermana. Me pregunto si algún día se hará el cambio de sexo, aunque con la madre tan religiosa que tiene, lo dudo mucho. Va a costar un infierno convencerla.

Al pendejo se lo recontra cogieron. Le dieron duro durante una hora, o más. No me quedé ahí todo el tiempo porque no me creía capaz de aguantar la tentación. Y no me hubiera alcanzado con dejarme coger por Javi, también hubiera probado la pija de mi tío.

Me alegré mucho por Alberto. Sé que él tiene que lidiar con un sentimiento mucho más longevo que el del resto. Él ama a su hermana desde hace años, y le va a costar mucho dejar de tener sexo con ella. Pero al menos logró encontrar gente con quien sacarse las ganas. No sé qué tipo de relación tendrá con mi tía Analía; aunque sí puedo asegurar que el sexo no le va a faltar. Y además se puede coger a este putito todas las veces que quiera… y ni hablar de Barbarita. Esa pendeja no va a dejar de comerse las pijas de los hombres de mi familia aunque su madre se lo prohíba. Estoy segura de que encontrará la forma de hacerlo, aunque sea a escondidas.

Y quién sabe, quizás Alberto consiga hacer de Lourdes su puta personal. Me quedó muy claro que a mi vecina le encanta cómo se la coge mi tío… bah, a ella le encanta cómo se la cogen todos. Es insaciable.

Lo único que me importa es que mi tío sea feliz. Sufrió mucho en la vida y no se merece más golpes duros, sería muy injusto. Cada noche me voy a ir a dormir tranquila sabiendo que él la pasa bien, que se divierte… y que tiene gente que lo quiera.




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—Es un bajón —me dijo Benjamín.

Estábamos abrazados en su cama recobrando el aliento después de un intenso garche.

—Sí, es muy triste. Ya me había acostumbrado a disfrutar de momentos sexuales con mi familia.

—No sé si será lo mismo, pero al menos podés hacerlo conmigo y con alguna de mis hermanas… o mi mamá.

—No es lo mismo; pero agradezco la oferta. Es muy buena. Al menos podré disfrutar un poquito de incesto… mientras dure nuestra relación —al decir esto se me hizo un nudo en la garganta.

Benja permaneció en silencio durante unos segundos, mirando el techo, y luego dijo:

—No quiero volver con Carolina.

—¿Qué? —Me senté en la cama y lo miré a los ojos—. ¿Estás loco?

—Para nada. Lo pensé muy bien, Nadia. Quiero estar con vos.

—Pero… pero… Carolina es mi amiga. Me va a matar si le robo el novio. Ella te quiere mucho. Se supone que este intercambio sólo debía durar unos días.

—Lo sé, y estaba dispuesto a respetar esas condiciones… hasta que me empecé a acostumbrar a estar con vos. Me encanta coger con vos… y también me gusta estar con vos. Así… abrazados en la cama, sin hacer nada. ¿Acaso a vos no te gustaría estar conmigo?

—Claro que sí. Nunca conocí a un hombre que me hiciera sentir así… y que no fuera mi papá. Mirá… vos sos el único al que le puedo confesar eso. Con otra persona no podría hablar sobre lo que siento por mi papá o por toda mi familia. Pero… Carolina…

—Caro va a saber entenderlo. Además, la última vez que la vi se la pasó hablando de Erik. Creo que a tu hermano le gusta mucho.

—Eso parece. A mí también me habla mucho de él.

—¿Erik querrá estar en pareja con ella?

—Estoy seguro de que sí. Mi hermano es muy pajero y jamás perdería la oportunidad de estar con una mina como Carolina… seguramente ya le habló a todos sus amigos del tremendo culo que tiene su novia.

—Entonces ¿cuál es el problema? Podemos hablarlo con Carolina.

—¿Y vos qué sentís por ella?

—Lo mismo que ella por mí. Nos queremos mucho y quizás sigamos siendo buenos amigos, no creo que eso te moleste.

—No, para nada. Hasta estoy dispuesta a aceptar que te acuestes con ella cada vez que quieras… siempre y cuando yo pueda hacer lo mismo.

—Estoy seguro de que ella va a aceptar esas condiciones. Carolina y yo nos mantuvimos juntos durante este tiempo más que nada por el sexo, a los dos nos encanta coger y queríamos a alguien con quien hacerlo regularmente. Pero con vos es distinto, Nadia. Vos me gustás de otra manera.

—No digas eso, porque hasta me lo puedo creer.

—Te lo digo en serio. Es más, hablé de esto con mis hermanas. Lucy y Flor me animaron a que te dijera todo esto, ellas saben que no soy de comunicar mis sentimientos. Me dejaron bien en claro que con vos lo tenía que hacer. Me estoy enamorando de vos, Nadia. Y creo que a vos te está pasando lo mismo conmigo.

—Qué confianza te tenés, pendejo.

—No es confianza. Es que… lo veo en tus ojos, en la forma en la que me mirás. Yo no me había dado cuenta. Las que me hicieron notar eso fueron mis hermanas. “Mirá la cara de boluda que pone cuando te mira”.

Solté una risotada.

—Las voy a matar a esas dos pendejas putas. Pero me caen bien, y tienen razón. A mí me está pasando algo parecido con vos. —Le di un cálido beso en los labios, creo que nunca había besado a alguien con tanto cariño—. Quiero que seas mi novio. Vamos a hablarlo con Carolina.

—Perfecto —él sonrió, esa sonrisa me ilumina la vida—. Ah, también tenés que hacerle un favor a Florencia.

—¿Qué pasa con ella?

—¿Y qué te parece que pasa? Le tiene ganas a Mayra. Antes hubiera jurado que Flor solo quería encontrar una novia, ahora que aceptó sus inclinaciones lésbicas. Pero en estos últimos días logró convencerme de que va en serio. Tiene miedo de que Mayra la rechace.

—Uy… pobrecita. Bueno, voy a ver lo que puedo hacer. Y Benja…

—¿Si?

—Quiero ver cómo le metés la pija a tu mamá. ¿Podés ir a buscarla?

—Inmediatamente.

A los pocos segundos regresó con Lali, ella ya estaba completamente desnuda. Cuando su marido no está en casa, ni siquiera se molesta en usar ropa, incluso me recibió de esa manera… y de ahí mis ganas tan intensas de llevármela a la cama.

Lali no tuvo ningún problema en dejarse chupar la concha por mí durante un buen rato, la preparé para la pija de su hijo, y le encantó que Benja se la cogiera mientras nosotras hacíamos un intenso 69.

Estoy recolectando pequeñas escenas incestuosas para que me ayuden a sobrellevar el duro momento que estoy atravesando con mi familia… y debo admitir que sirven más de lo que me había imaginado. Lali es una máquina sexual y se encargó de dejarme bien satisfecha.

Ella aseguró que siempre habría un lugar para mí en su cama, eso me hizo sentir muy bien.




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A pesar de que Florencia y yo no somos grandes amigas, me sentí en la obligación de ayudarla, al fin y al cabo ella será mi futura cuñada… quizás por partida doble. Tal vez en otra familia se sentiría un tanto raro que tu hermana sea la novia de tu cuñada, pero en mi familia se vería como algo mundano y sin demasiada importancia.

Encontré a mi hermana boludeando con el celular en el patio, solo tenía puesta una remerita y nada más. Los pezones se le marcaban en la tela y por debajo asomaba su concha perfecta y lampiña. Era de noche, pero las luces del patio hacían que todo se viera a la perfección.

—¿No vas a usar ropa?

—Perdón, no sabía que estabas en casa. Solo intento provocar a Lourdes o a Barbarita.

—Ah, ya veo… —miré el balcón y efectivamente allí estaba Barbi, sonriendo. Me saludó con la mano y yo le devolví el gesto.

—¿Podemos hablar donde nuestra vecina no nos escuche?

—¿Es importante?

—Sí, bastante.

—Mmm… está bien, vamos adentro.

Nos sentamos en el hall techado que hay entre el patio y la cocina. Es un sitio muy cómodo para sentarse a tomar mates en las tardes de mucho sol. Aquí Barbi no podía vernos ni oírnos.

—¿Qué pensás hacer con Florencia? —Le pregunté sin preámbulos.

—¿A qué te referís?

—Ya sabés de lo que hablo. Es obvio que Flor siente algo por vos… y me acuerdo de que estabas buscando una novia. ¿La vas a tener esperando mucho tiempo?

—¿Y por qué te importa tanto? ¿Acaso tenés miedo de que te haga otra declaración de amor? Eso ya pasó, hermana… ya lo superé.

—No, Mayra… de verdad que no estaba pensando en eso. Solo te lo comenté porque Benja me pidió que lo hiciera. Está preocupado por su hermana, la vio muy ilusionada con vos.

—Ah… mmm… bueno, te aviso que vos y Benja están un poquito desactualizados. Con Florencia ya hablamos de nuestra relación.

—¿Ah sí? ¿Y en qué quedó todo eso?

—Se podría decir que salió muy bien —respondió con una sonrisa picarona.

— ¿Eso quiere decir que ya son novias?

—Algo así… es más complicado.

—¿Y por qué no me lo explicás?

—Bueno. Seguramente te diste cuenta que Barbi me calienta mucho…

—Sí, eso se nota a la legua, y no te culpo. Barbi es preciosa, pero Flor también lo es.

—Lo sé. La verdad es que me gustan las dos. Me parecen lindas y divertidas… y siempre están dispuestas a coger cuando se los pido. Por eso quería verme obligada a elegir. Le pedí a las dos que fueran mi novia.

—¿Qué? ¿Alguna te dijo que sí?

—Las dos dijeron que sí.

—¿Y ellas lo saben? ¿Saben que se lo pediste también a la otra?

—Sí, no les mentí en ningún momento. Les hice una propuesta que les resultó muy interesante. Que en lugar de formar una pareja, podríamos formar un trío —me quedé boquiabierta—. Las tres seríamos la novia de las otras dos.

—¿O sea que… las dos son tus novias… y entre ellas también son pajera?

—Todavía no. Estamos en un período de prueba. De momento Flor es mi novia y Barbi está ahí, a la espera… porque ella no quiere ser mi pareja si eso le va a traer problemas con su mamá. Además quiere conocer mejor a Flor, de forma más… íntima. Pasar tiempo con ella, coger mucho, para ver qué tal se llevan.

—Ah, ya veo… debo admitir que esto del trío amoroso me parece de lo más extraño, sin embargo ustedes se lo están tomando con bastante sensatez. No saltaron de una a eso, lo están probando de a poco.

—Así es. Espero que funcione, me encantaría tener dos novias… y que ellas también se quieran. Lo más lindo es que tanto a Barbi como a Flor les gustó la idea. Están entusiasmadas. De momento el único problema es Lourdes.

—No te preocupes tanto por ella, es un caso perdido. No va a cumplir con su palabra de terminar con el incesto en su familia, ni le va a prohibir a sus hijos ser homosexuales. Está más puta que nunca y no puede parar. No me extrañaría si llego a verla en pareja con una mujer.

—Sí, yo opino lo mismo, por eso siempre que puedo le propongo hacer tríos con Barbi. Protesta un poco al principio: “esto está mál, es pura corrupción”, y después termina comiéndole la argolla a la hija, como una desaforada… y conmigo hace lo mismo. No para de decirme lo mucho que le calienta mi concha… y mi culo. Y que le da morbo coger con una pendeja tan linda como yo… obviamente esto también lo dice por su hija. Dentro de poco vamos a sumar a Flor a estos “revolcones” con Lourdes.

—Y con eso la van a conquistar. Cuando vea que tiene tres conchas en su casa para poder comer cuando quiera, le va a encantar la idea de que Barbi tenga una, dos o la cantidad de novias que sea. Realmente lo pensaron muy bien. Sabés cómo manejar a Lourdes, la tenés comiendo de tu mano.

—No, la tengo comiendo de mi concha… que es mejor aún.

Nos reímos por su comentario.

No puedo hacer más que ponerme feliz por mi hermana. Sé que le va a ir muy bien con sus noviecitas. Me costará adaptarme a la idea de tener dos cuñadas, pero me gusta la idea. Intentaré ayudar a las tres ofreciéndole mi concha a Lourdes tanto como pueda. Mientras esa puta se la pase cogiendo con mujeres no tendrá ninguna autoridad ética o moral para prohibirle algo a sus hijos.



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Estaba en el patio regando las plantas, no porque las plantas me importen, sino porque necesitaba hacer algo que mantuviera mi mente ocupada. De repente alguien me abrazó por la espalda. Reconocí al instante las manos que se cerraron sobre mi vientre.

—Ni lo pienses, Erik… no me vas a coger.

—No intentaba hacer eso. Solo quería abrazarte.

—Ajá… sí… ¿y desde cuándo estás tan cariñoso conmigo?

—Desde que le pediste a Benja que fuera tu novio.

Me soltó y di media vuelta, vi que mi hermano tenía una sonrisa de bobalicón… bueno, más bobalicón que de costumbre.

—¿Y vos cómo sabés eso?

—Porque me lo contó Carolina.

Abrí grandes los ojos.

— ¿Caro ya lo sabe? Ay… me va a matar… no me animé a decírselo.

—Quedate tranquila, no se va a enojar con vos. Lo entendió perfectamente. Ella ya no quería estar con Benjamín.

—¿Ah no? ¿Y por qué?

—Por esto… —señaló su propio bulto con ambas manos—. Le encanta coger conmigo.

—Ay, pero… ¿qué va a pasar el día que se aburra de vos?

—No se va a aburrir de mí, de eso estoy seguro.

—Te noto muy confiado.

—Y tengo motivos para estarlo. Si la vieras moviendo el orto cuando coge conmigo, lo entenderías.

—Eso ya lo vi… y con Benja también mueve mucho el orto.

—Ya sé, pero es distinto.

—Está bien, espero que así sea. Me alegro por vos, hermano. Ahora… voy a hablar con Caro. Quiero aclarar todo el asunto.

—Muy bien, mandale saludos de mi parte… y decile que esta noche la invito a salir, para celebrar el inicio de nuestro noviazgo, esta vez de forma oficial.

Regresé a mi pieza, agarré el celular y llamé a mi amiga.

—Hey, Caro… ¿cómo estás? Acabo de hablar con Erik… sí… ajá, ya me explicó todo… sí… sí, sí, eso también me lo dijo, y la verdad es que me alegro mucho. No tenía ganas de devolverte a Benja. Me llevo bien con él…. ajá… sí… yo también sospeché que esto podría pasar. Y me alegra que las cosas hayan salido bien para ambas partes. Sí… sé que vos y Erik se van a llevar bien. El pibe es un poco cavernícola, pero sé que a vos te gustan los hombres así. Brutos. Animales. Ajá… sí, es cierto, Benja era demasiado sofisticado para vos. Sí, yo también estoy contenta. Gracias. Dale, dale… cuando nos veamos nos ponemos al día con todo el tema. Ah, pará… Caro, antes me gustaría decirte una cosita: Si le rompés el corazón a mi hermano, yo te rompo la cara. ¿Está claro? Y sabés que lo digo muy en serio. Ajá… sí. Si eso llega a pasar, se termina nuestra amistad. Así que… tratalo bien, si no querés terminar con un ojo negro.

Le corté.




—-----------




Siempre huí de las tareas domésticas, pero últimamente es la única forma que encuentro para mantener la mente despejada… sin necesidad de caer en el sexo.

Estaba lavando los platos y mi mamá se acercó para ayudarme. Ella tomó un trapo limpio y comenzó a secarlos. Cuando la vi inclinada sobre la mesada me percaté de que ella tenía puesta la parte superior de un bikini verde y amarillo y una corta minifalda de jean. Después de espiar con más dedicación descubrí que la concha se le marcaba bajo la tanga. Me mordí el labio inferior y por la distracción casi se me cae un plato al piso. Logré atraparlo, luego de malabarear un poco con él.

—¿Querés que yo siga lavando y vos secás? —Me preguntó mi mamá, viendo que su preciada vajilla corría peligro.

—Está bien, mejor así.

Intercambiamos posiciones y esto me vino muy bien, al secar los platos podía alejarme un poco y así tuve una mejor perspectiva para admirar su concha bien apretada por la tela de su tanga blanca. Su melena castaña le caía por la espalda desnuda, desafiante. Estaba preciosa. Parecía una leona… si es que las leonas tuvieran melenas.

Perdí el control, tal y como me sucedió con mi papá. Bajé una mano, acaricié la cara interna de sus muslos y subí hasta su vagina. Me dio un vuelco el corazón al sentir la tibieza de sus labios sexuales contra mis dedos. Se la acaricié un poquito… y volví a secar los platos, aguardando que ella hiciera algún comentario. Como no dijo nada, volví a tocársela de la misma manera.

A la tercera vez que realicé esta tarea, decidí ir más lejos. Aparté su tanga y comencé a tocarle directamente la concha. Pude notar cómo sus labios se humedecían rápidamente. Cuando los noté bien mojados, metí un dedo… y luego otro. Me mantuve allí durante unos segundos mientras ella lavaba los platos tranquilamente.

—Mami, no aguanto más —le dije—. Te la quiero chupar.

Pensé que se enojaría conmigo, ella fue la que dictaminó que los actos incestuosos se habían terminado. Pero para mi sorpresa dijo:

—Vamos a la pieza.

En su dormitorio se sacó la tanga, se acostó en la cama y abrió las piernas.

—Dale, empezá cuando quieras.

No tuvo que pedírmelo dos veces, me arrojé sobre ella y empecé a lamerle la concha con devoción. Extrañaba mucho esos labios carnosos. Amo cómo se mojan ante la primera provocación. Se moja incluso más que la mía.

Poco después mi mamá me pidió que le diera un poquito de concha a ella también y comenzamos a hacer un rico 69. Me encanta coger con esta mujer, y me duele en el alma que ya no podamos disfrutar de momentos como éste.

Hicimos todo lo que el sexo lésbico puede permitir sin el uso de juguetes sexuales. Hubo lamidas de concha, de culo, nos chupamos las tetas, nos dimos duro en varias tijeretas, e incluso frotamos nuestras vaginas contra el pezón de la otra. Pensé que algo tan sutil no sería emocionante, pero sí que lo fue.

Terminamos llenas de dedos en todos los agujeros y todas transpiradas, como debe ser. Concluímos el acto con una acabada en simultáneo en pleno 69, ella me llenó la boca con sus jugos sexuales y yo hice lo mismo con la de ella. La forma perfecta de cerrar este acto descontrolado e incestuoso… y ni siquiera tuvimos que planearlo.

Tuve un fuerte deja vú cuando nos quedamos abrazadas la una a la otra, ella mirando el techo y yo con la cabeza sobre sus tetas. Se parecía demasiado a la vez que estuve con mi papá.

—Esa fue una linda despedida —dijo mi mamá, y yo sentí cómo algo se rompía dentro de mí.

—No me gustan las despedidas.

—A nadie le gustan… pero a veces son necesarias.

—Sí, ya sé… no hace falta que volvamos a tocar el tema. Entiendo perfectamente. Hablar de esto solo me pone peor.

—Muy bien, no lo vamos a hablar.

—Aunque… me parece un poquito injusto que tengas esta despedida conmigo, y no con Mayra y Erik. No me parece propio de vos.

—Tenés razón. Si lo hice con vos, también debería hacerlo con ellos. Pero no los quiero forzar, quizás ya pasaron página. Digamos que solo lo voy a hacer si ellos me lo piden.

—Bueno, eso suena más justo. Muchas gracias por todo, mamá. Sé que mil veces te vas a preguntar si hiciste bien en proponernos este juego tan morboso e inmoral, y mil veces te vamos a decir que sí. Disfrutamos a pleno cada momento y lo único que nos duele es que deba terminarse.

—Gracias, hija. No sabés lo bien que me hace escuchar esas palabras. Te quiero mucho.

—Y yo a vos, mamá.

Tal y como lo había hecho en la despedida con mi padre, volví a iniciar todo el ciclo sexual cuando bajé la cabeza y volví a meterla entre sus piernas. Ella aceptó este segundo round y en poco tiempo ya estaba chupándomela a mí.



—-----------



A la universidad voy en piloto automático. Solo me siento ahí, en el aula, a mirar cómo los profesores mueven los labios. Ya ni siquiera intento vestirme de forma llamativa, me cansé de los pelotudos de mis compañeros se me insinúen a cada rato. Ya tengo un novio que me coge bien, no necesito perder el tiempo con estos giles.

Estaba preparándome para la última clase de la tarde cuando Carolina me avisó que se suspendía, por ausencia de la profesora. Me preguntó si quería ir a su casa, a pasarla bien un ratito (sinónimo de “vamos a coger”). Le dije que mejor lo dejábamos para otro momento, me sentía un poco desanimada, y ella entendió perfectamente la razón.

Regresé a mi casa más temprano de lo habitual y cuando pasé frente al cuarto de mi hermano escuché ruidos extraños. La cama se movía y una mujer estaba gimiendo. No podía ser Carolina, ella estaba en su casa… ¿quizás fuera Barbi, Lourdes… o Florencia? Podría ser hasta la misma Lucía… pero algo me llevó a sospechar que no era así. Había una tanga en el piso… y yo conozco bien esa tanga. Se la vi varias veces a Mayra.

Abrí la puerta de par en par y, efectivamente, ahí me encontré con Mayra. La muy puta estaba toda desnuda, con las piernas bien abiertas, y Erik sobre ella, metiéndole toda la pija.

—Son unos hipócritas de mierda —me quejé—. Me dijeron que tenía que vestirme porque sino los hacía “caer en la tentación”, y mirá… acá cogiendo entre los dos.

Me miraron sin decir nada, estaban paralizados. Es obvio que no esperaban ser sorprendidos de esa manera. Se suponía que la casa estaría vacía por lo menos durante dos horas más.

—Bueno, no se queden mirando… si la vamos a hacer, vamos a hacerla bien.

Diciendo esto, me quité toda la ropa y me uní a la cama con ellos. Por fin se aliviaron y entendieron que yo no los iba a delatar. Me acosté sobre Mayra y la besé en la boca, Erik aprovechó para cambiar de agujero su pija, esta vez entró en mi concha.

—Y dame duro —le pedí—, porque no sé cuándo vamos a tener otra oportunidad como esta.

—Si lo hacemos bien, podemos tener muchas oportunidades como ésta —aseguró Mayra—. No me importa lo que opine mamá, yo no quiero dejar de coger con ustedes.

—¿Sabés qué, hermanita? Estaba esperando a que dijeras esas palabras. Me pone muy feliz oírlas.

Y lo dije en serio. Las palabras de Mayra me curaron la depresión al instante. Lo único que necesito en mi vida para ser feliz es un poco de sexo incestuoso, ese sexo que realmente me hace vibrar y que no se compara con nada más.

Cogimos como animales en celo, siempre en la misma posición. Mayra y yo pudimos chuparnos las conchas, pero preferimos jugar con nuestras lenguas y chuparnos las tetas. Ya tendríamos tiempo para el sexo lésbico puro y duro cuando estuviéramos solas en nuestra pieza, algo que va a ocurrir todas las noches. Ahora queríamos disfrutar a pleno de la pija de Erik.

—¿Tienen ganas de coger con mamá? —Les pregunté en pleno garche.

—¿Por qué? ¿Acaso sabés algo? —Mayra parecía muy interesada.

—Así es… resulta que mamá tiene ganas de “despedirse” del sexo incestuoso con nosotros, y está dispuesta a hacerlo con los tres. Conmigo ya lo hizo, ahora les falta a ustedes. Pero si quieren hacerlo, van a tener que proponerlo ustedes, de lo contrario ella no se los va a pedir.

Agradecieron el dato y seguimos dándole a la matraca. Mi concha rozaba contra la de Mayra y la pija de Erik iba pasando de una a la otra. Al final le pedimos que nos diera la lechita en la boca, y así lo hizo. Acabó con potencia, como suele hacerlo siempre, y Mayra y yo intercambiamos el semen en un jugoso beso, al mejor estilo Lourdes-Barbarita. Debo admitir que ésta es una práctica de lo más interesante, en especial si lo hacés con una mujer de tu familia. Además a mí me encanta ver a Mayra con la carita llena de leche.




—------------




Esa noche me fui a dormir con una sonrisa en los labios y la concha bien húmeda. Quizás las partidas de strip póker se terminaron para siempre; sin embargo el sexo en familia se mantendrá siempre vigente. Tal vez a escondidas al principio, hasta que ya no sea posible ocultarlo. No sé cómo afectará esto las relaciones entre los miembros de mi familia, lo único que puedo asegurar es que mientras haya aventuras sexuales incestuosas, siempre estaré dispuesta a participar.

Amo a mi familia, de una forma retorcida e inmoral ante los ojos de la sociedad; pero sigue siendo amor… y sexo. Mucho sexo.

FIN.



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Comentarios

Unknown ha dicho que…
Excelente final de una excelente historia
Letrassueltas ha dicho que…
Wow...! El final me encantó. Luego de semejante historia, cerraste con broche de oro, Nokomi. Gracias
Cheche ha dicho que…
Me duele que terminara. Espere mucho cada capitulo y se sentirá raro que ya jo haya mas strip poker en familia jajaja
Felicidades Nokomi y se que con tu nuevo proyecto nos engancharas igual o mas que con este.
Me enamore de Nadia y de su familia.
Suerte y éxitos Nokomi
Patacon13 ha dicho que…
De lo mejor! Me sorprendió lo de Lourdes! Eres tremenda escritora
vicryukiba ha dicho que…
Recuerdo que empecé esta historia en su primera versión y fue gracias a eso que conocí el blog.

Una excelente y siempre envolvente historia que disfrutar de principio a fin.

Un placer haber sido testigo de estas publicaciones y mucho éxito en el resto de historias y relatos que vendrán en el futuro

Nadia seria mi protagonista favorita y nunca nadie sabra que a un personaje de mis propias historias le puse justo ese nombre en referencia a este relato
Xavier 27 ha dicho que…
Uuuufffff que gran relato, recuerdo que te descubrí a través de este relato hace ya muchos años y desde ahí sigo cada línea que escribes, eres una grande para este tipo de redacción si sacaras un libro ten por seguro que lo compraría.... Gracias por regalarnos estos gratos momentos con tu lectura
Rodrigo ha dicho que…
Me encantó el final, la historia que me hizo conocer tus relatos, enamorado de Nadia.
Yo ya estoy ha dicho que…
Uf!
Sin duda sigues manteniendo esa soltura,aún cuando la historia da para mucho más no siento que el final lo sea por complote.
Espero que la telaraña en la que se ha convertido tu biblioteca nos traiga de nuevo a estos personajes tan queridos.
Dominó ha dicho que…
Ahora que ha terminado esta historia, Latinoamérica unida espera pornun spin-off con las aventuras de Lourdes, Barbie y Javi.
Rafa ha dicho que…
Debo confesar que aunque no fui tan fan de esta versión me gusto el final, como cierras esta historia, espero en un futuro continues con La historia desde la perspectiva de Benja y Carolina, también conocer un poco mas de La mama de Carolina y Silvana que tengo curiosidad de saber de ellas, en fin se que es tu historia y la respeto pero porfis
El Vago ha dicho que…
El final es muy bueno, no se si lo que esperamos pero si el que tenia que ser. Queda ese sabor agridulce de querer más, pero de entender de que lo correcto, por lo por los motivos que se dieron en la misma historia... Como he dicho en muchas veces en poringa, sos una narradora excelente. Muchas gracias por esta y por el resto de historias.
Santos ha dicho que…
Parah parah, ¿Cual era el desafío que Victoria debía cumplir por perder contra Nadia?

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