Strip Póker en Familia [Especial Navideño] (03).

 

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Strip Póker en Familia.


Capítulo 03.


Un Simple Juego. 



A Brisa le sorprendió ver la concha de su madre. Pamela estaba sentada en el sofá, empinando la copa de champagne, y ya se había olvidado de lo corto que era su vestido. Frente a ella Erik y Ariel se daban codazos el uno al otro y hacían comentarios en voz baja. A Brisa también le resultó impactante ver a su hermana vestida con lencería y sentada en las piernas de su padre. Esta escena la había visto un millón de veces, en casa; pero había una regla familiar que prohibía hacerlo frente a otras personas… porque se veía raro. Camila tenía la costumbre de sentarse de forma muy sexy, casi provocativa; de costado y pasando un brazo por detrás del cuello de Gonzalo… como si fueran amantes.

No necesitaba verlo para saber que su padre tenía una erección. Le ocurría siempre que Camila se sentaba sobre él. Pamela solía decir que eso no importaba, era una reacción natural y que mientras nadie los viera, no había problemas. «Pero no lo hagan frente a los demás, porque podría prestarse para un malentendido».

Y hablando de “malentendidos”, a Brisa todavía le dolía la concha, después de la invasión de la venosa poronga de su padre. «Me la re dio. Me dio verga para que tenga y guarde —pensó—. Me cogió como a una puta. Ni a mamá se la mete tan fuerte». Había perdido su virginidad, y a pesar de lo extraño que fue hacerlo con su papá, se sentía bien. Estaba contenta… y quería saber qué más habían preparado Nadia y Mayra para festejar la navidad.

—¿Ahora sí nos van a dar nuestro regalo?

—Erik, no seas ansioso —esta vez fue Mayra quien se lo dijo—. Tenemos toda la noche para eso.

—Ufa…

—Lo que tenemos en mente para ahora es un pequeño juego —dijo Nadia, mirando a Lourdes. Notó que su vecina estaba haciendo un gran esfuerzo por no hablar. Se la veía preciosa con ese conjunto de lencería y su delicada concha a la vista—. Es algo muy sencillo. Similar a “verdad o consecuencia”. La idea es ponerle un poco de emoción a la noche. Somos todos adultos, podemos jugar juegos para adultos. —Pamela se movió incómoda. Miró a su hija mayor, era claro que aún seguía descontenta porque Camila se hubiera puesto lencería—. Las reglas son así: cada uno de nosotros, cuando nos toque, deberá mostrar un video “picante”. También pueden ser fotos, pero en ese caso deberá ser más de una.

—¿Puede ser cualquier video de internet? —Preguntó Erik—. De esos tengo un montón.

—No. La gracia está en que en ese video, o fotos, aparezca alguien de los que estamos aquí reunidos.

—¿Y qué te hace pensar que todos contamos con esa clase de material? —Preguntó Pamela.

—Nada. Solo que todos tenemos celulares con cámara… y alguna vez nos sacamos alguna foto sin ropa. ¿O me vas a decir que nunca te sacaste una foto de la concha? —Pamela se quedó muy quieta y con los labios apretados… los de la boca y los de la vagina, porque cerró las piernas, recordando lo corto que es su vestido.

—¿Es obligatorio mostrarlo? —Preguntó Lourdes.

—No, claro que no. Acá nadie va a obligar a nadie…

—Al fin un poco de cordura —dijo Pamela.

—Pero si no muestran nada, se tienen que ir al patio. Ya no pueden participar del juego.

—Muy bien, me parece justo —aseguró Pamela—. Chicas, vamos al patio —se puso de pie, sus hijas no se movieron—. ¿Chicas?

—Perdón, mamá… pero yo quiero participar —dijo Brisa.

—Yo también —agregó Camila.

—Pame, sé que no te gusta la idea. A mí tampoco me gusta —dijo Gonzalo—; pero las chicas ya son grandes. Pueden tomar sus propias decisiones, nos guste o no.

Pamela volvió a sentarse. No le entusiasmaba la idea de participar en ese jueguito absurdo, pero tampoco podría tolerar la incertidumbre y quedarse sin ver lo que mostrarían sus hijas. Quizás las dos se arrepintieran y decidieran retirarse al patio.

—¿Y quién gana el juego? —Quiso saber Ariel—. ¿Hay algún premio?

—Gana cualquiera que se anime a mostrar un video —respondió Nadia—. Y con eso clasifica para la siguiente ronda. Donde vienen los regalos que prometimos.

—Ah, ¿entonces esto es como una prueba clasificatoria? —Preguntó Javi, que normalmente está tan callado como una tumba. Nadia sonrió, no es fácil captar el interés de este chico.

—Exacto. El que abandona, no pasa a la siguiente ronda.

—Perfecto —sonrió Mayra—. Ya podemos comenzar. Acá tenemos una bolsita con los nombres de todos.

Nadia metió la mano dentro de la bolsa de tela roja, similar a la asociada con Papá Noel, pero en miniatura.

—Empezás vos, papá. —Mostró el papelito que decía “Pepe”—. No hace falta que sea algo demasiado explícito, podés empezar con algo… “tranqui”.

Pepe entendió la intención de Nadia. Debía tener cuidado con lo que mostraba, porque el juego apenas estaba comenzando. Miró en su teléfono, había varios videos donde la propia Nadia le estaba chupando la pija, o él dándole por el culo. Incluso tenía videos similares con Mayra; pero no tantos.

—Ya encontré algo que puedo mostrar.

En el living instalaron un gran televisor 4k, de 58 pulgadas. Había llegado ese mismo día. Un regalo navideño para toda la familia. Esta era una buena oportunidad para estrenarlo. Conectó su celular a través de un cable USB, porque era lo más rápido.

—Esto lo grabé hace poco, con mi esposa. Me imagino que a vos no te va a molestar que lo muestre, Vicky.

—No, para nada. Entiendo que esto es parte de un juego.

Mayra tuvo que taparse la boca para no soltar una carcajada.

En pantalla apareció el imponente culo de Victoria. Ella estaba en cuatro y toda su peluda concha estaba a la vista. Se notaba su excitación, porque entre los labios le colgaban hilitos de flujos.

—Ah, menos mal que era algo poco explícito —dijo Pamela.

Nadie le prestó atención, todas las miradas habían quedado hipnotizadas por el jugoso sexo de Victoria. A continuación la pantalla quedó parcialmente cubierta por una verga enorme y venosa.

—Ay, por dios… —Camila se llevó las manos a la boca al ver semejante miembro.

—¿De verdad la tenés así de grande? —Preguntó Brisa, con curiosidad.

—Bueno, se exagera un poco el tamaño por lo grande de la pantalla, pero…

—No te hagas el modesto, papá —interrumpió Nadia—. Sí, la tiene así de grande.

Todos los presentes pudieron ver como Pepe clavaba su verga en la concha de Victoria. A pesar del tamaño, le entró con gran facilidad.

—¿No te dolió? —Quiso saber Camila.

—No, para nada —le aseguró Vicky—. Llevo años casada con Pepe. Ya estoy acostumbrada a las vergas grandes.

El video era sencillo. Lo había grabado el propio Pepe y mostraba durante unos minutos el rítmico vaivén. No podía moverse con su energía habitual, porque estaba muy concentrado en que la cámara no se sacudiera demasiado. Los presentes agradecieron eso, porque les permitió ver en alta definición cada centímetro de la concha y toda la verga en su máximo esplendor.

—Este juego no me está gustando —dijo Pamela—. Es demasiado… explícito.

—Y apenas está comenzando —dijo Mayra con una sonrisa.

—Te recuerdo que siempre podés retirarte —dijo Nadia, mientras sacaba otro papelito de la bolsa—. Ah, mirá… te toca a vos, hermanita.

—Ya sé qué video voy a mostrar —comentó, entusiasmada.

Pepe desconectó el teléfono y le cedió el lugar a su hija.

—No sé qué van a pensar de esto; pero… yo no lo veo como algo malo.

En la gran pantalla apareció Mayra, de rodillas, chupando una gruesa verga. La devoraba con entusiasmo, indicando que ya tenía experiencia en el tema.

—Ahora entiendo a qué te referías —dijo Pamela—. Debe ser impactante para tu familia saber que le hiciste sexo oral a un tipo, que obviamente es mayor que vos.

—¿Eh? No, no… —Mayra soltó una risita picarona—. Mi familia ya sabe que chupo pijas. Aunque en realidad prefiero las conchas. Igual que Barbarita.

La mencionada apareció en la escena, con sus pequeñas tetas a la vista. Ella también se prendió a esa verga y la chupó siguiendo indicaciones de Mayra.

—Ay, Barbi… ¿vos también? No lo puedo creer —dijo Pamela—. ¿Y vos, Lourdes? ¿Qué opinás de esto?

—Ya estoy aceptando que no puedo manejar la vida sexual de mi hija, y sinceramente prefiero que venga a hacerlo en la casa de los vecinos antes de que salga con algún desconocido. Además Alberto es un buen tipo.

—¿Alberto? —Pamela miró a Victoria confundida—. ¿Acaso tu hermano no se llama así?

En ese momento la secuencia cambió. Mayra apareció abierta de piernas, acostada en la cama, y la verga se clavó bien fuerte dentro de su concha. Se notaba que era Barbarita quien filmaba la acción. El bombeo de Alberto comenzó y su bella sobrina empezó a gemir de placer.

—¿Tuviste sexo con tu propio tío? —Preguntó Pamela, anonadada.

—No lo veo como algo tan malo —respondió Mayra, encogiéndose de hombros—. O sea, sé que puede parecer raro; pero no es un parentesco tan directo.

—Con la madre que tenés, no me extraña que pienses así. Ya veo de dónde vienen tus valores éticos.

—Al menos mi valores éticos vienen de mi familia, y no de una secta de fanáticos.

Hasta Nadia se quedó boquiabierta con las fuertes declaraciones de su hermana. Sabe que Mayra tiene que estar muy enojada para dejar salir la parte más dura de su personalidad.

—Lourdes ¿no vas a decir nada de esto?

La aludida estaba mirando cómo ahora Alberto le metía pija a Barbarita. La chica se reía y se sacudía como loca.

—Se ve que Barbarita la pasó muy bien, así que… me alegro por eso.

—La pasé súper bien —dijo la joven rubia.

—Me refiero al comentario de la secta.

—Ay, Pamela… ni que fuera la primera vez que alguien llama “secta” al Sendero de la Verdad. Ya estamos acostumbradas a eso. No le des importancia.

—Mejor sacamos otro papelito —propuso Erik.

—Hermano, me dejás sorprendida —dijo Nadia—. A veces se te puede caer una buena idea. Mejor sigamos, así evitamos discusiones absurdas.

—Erik lo dijo porque quiere ver más porno —aclaró Pepe. Su hijo asintió con la cabeza, mostrando una sonrisa estúpida.

—Ay, dios… a veces me olvido que este pajero solo piensa con la chota.

Sacó el siguiente papelito de la bolsa y se lo mostró a todos, decía: Camila.

—Camila, me imagino que no vas a mostrar nada —se apresuró a decir Pamela—. Confío en que no tenés nada de esa clase de material y qué aprendiste lo que te enseñé sobre decencia.

—Sí, mamá. Lo aprendí. Pero también puedo pensar por mí misma. Este juego me parece divertido… y quiero saber qué va a pasar en la segunda ronda.

—¿Y qué vas a hacer? ¿Mostrarle a todos cómo te masturbás?

—Tengo algo más interesante para mostrar.

Conectó su celular y en pantalla apareció la mismísima Pamela, completamente desnuda. Sus firmes tetas apuntaban al frente. Ella estaba montada sobre Gonzalo, y la verga del tipo, erecta, aguardaba a que comience la acción.

«Ya estoy lista —dijo la voz de Camila, a través del televisor—. Arranquen cuando quieran».

—¿Estás loca, Camila? —Espetó Pamela—. ¿Cómo vas a mostrar eso? Es algo muy privado.

—Después de lo que mostró Mayra, esto no me parece la gran cosa.

La cámara enfocó a Pamela desde atrás. Sus nalgas eran impresionantes, no tan grandes como las de Victoria, pero sí muy redondas y tonificadas. Ella se levantó un poco para encajar la verga de su marido, y de a poco su concha se la fue comiendo.

«Uy, mirá cómo entra… ¿no te duele, mamá?»

«Ahora ya no. Al principio, cuando empezamos a salir juntos, sí me dolía. Con los años me acostumbré».

—¿Grabaste a tus papás cogiendo? —Preguntó Barbarita. Sus ojos celestes brillaban.

—Es algo que hablamos —la que respondió fue Pamela—. Y va a ser mejor explicarlo, antes de que saquen conclusiones erróneas.

—Es porque no nos dejan ver porno —acotó Camila.

—Algo así —continuó Pamela—. No queremos que nuestras hijas se contamien el cerebro con pornografía. Sin embargo, ellas insistieron mucho. En casa somos abiertos al diálogo. Lo charlamos. Entendimos que estaban en edad de conocer algunas cosas sobre el sexo…

—Entonces, en lugar de buscar porno en internet, lo sacan de su propia familia —dijo Victoria.

—Dicho de esa manera suena inapropiado. —En la pantalla se podía ver cómo Pamela subía y bajaba lentamente, mientras la verga de Gonzalo se humedecía con los jugos vaginales. Una vez más Pamela olvidó cerrar sus piernas, todo el mundo podía verle la concha—. Si van a ver un acto sexual, preferimos que vean uno basado en el amor, el cariño y el respeto.

—¿Pero vos entendés que tus hijas van a usar esto para hacerse la paja? —Preguntó Nadia.

Pamela apretó los labios hasta que se pusieron blancos.

—Sí, lo entiendo.

—¿Entonces preferís que se hagan la paja mirando tu concha y la verga de su papá, antes de que miren porno en internet? —El que preguntó fue Ariel—. Y después nos quiere dar clase de ética a nosotros. Por cierto: linda concha.

Señaló su entrepierna. Esta vez Pamela ni se molestó en cerrar las piernas, ya no tenía sentido. Igual le estaban viendo todo en 4k y 58 pulgadas.

—No lo vas a entender nunca, así que no tiene sentido que lo explique. La respuesta sencilla es sí: prefiero que se pajeen viendo cómo Gonzalo y yo cogemos, antes de que busquen porno en internet.

—¿Y vos te hiciste muchas pajas mirando este video? —Le preguntó Mayra a Camila.

—Con esta parte no tantas. Lo que realmente me gusta es lo que pasa después.

Todos volvieron su atención a la pantalla. Camila adelantó un poco el video. Ahora Pamela saltaba con más fuerza y soltaba gemidos muy eróticos. Aún así sus movimientos eran muy estructurados, casi no meneaba su cintura.

«Cami, ¿vos querías ver cómo me queda la concha llena de semen? Preparate porque ahí viene».

Pamela fue sacando la verga de la concha muy lentamente, ya se podía ver cómo la leche chorreaba hacia afuera. Cuando salió del todo, levantó la cola como una gata en celo y mostró su vagina llena de ese líquido blanco.

«¡Wow, es impresionante! —Exclamó Camila, en la pantalla—. Te dejó bien llena de leche. Esto es lo que quería ver: mucho semen».

«Estás de suerte —le respondió su madre—. A tu papá le sale siempre mucha leche. Siempre me deja bien llena. Filmalo bien».

Se abrió la concha con dos dedos y la cámara se acercó a ella. Se pudo ver como más leche chorreaba hacia afuera.

—Bueno, ya es suficiente —Pamela desconectó el celular de un tirón—. Estoy muy indignada con vos, Camila. Porque ni siquiera mostraste tu propio cuerpo. Expusiste el mío… y el de tu padre.

—No te enojes tanto con ella —intervino Lourdes—. Es solo parte de un juego. Es cierto que Mayra levantó mucho la vara, seguramente no quiso mostrar algo que le pareciera soso. Además, se nota que Cami tenía un interés particular en el semen, y me gustó que vos y Gonzalo hayan estado tan dispuestos a mostrárselo. Requiere mucha confianza.

—Sí, y ella traicionó esa confianza…

—Momento de sacar otro papelito —interrumpió Nadia. Pamela la fulminó con la mirada, pero aún así guardó silencio y volvió a sentarse. Ni se molestó en cerrar las piernas—. Ah, mirá… salió mi nombre. Pensé que iba a tardar un poco más, pero bueno… allá vamos. Mmm… a ver… ¿qué puedo mostrar? Porque tengo mucho porno propio. Tendría que ser algo con un poquito picante extra… ah, ya sé. Vamos con esto.

Nadia apareció acostada boca arriba, completamente desnuda. Sus tetotas rebotaban mientras alguien le metía una buena verga por la concha.

—Les presento a Benja, mi novio.

—Ah, bueno… por fin algo decente —comentó Pamela—. No me gusta este jueguito de mostrar videos porno; pero si lo que vas a mostrar es sexo con tu pareja, entonces está bien.

—Enseguida se pone más interesante. —Una chica de grandes y expresivos ojos apareció en pantalla, también desnuda—. Esa es Florencia, la hermana de mi novio.

Pamela se puso tensa en cuando vio que esta chica se colocaba sobre Nadia y comenzaba a hacer un 69 lésbico con ella. Todo estaba grabado desde la perspectiva de Benjamín. Se podía ver claramente como su hermana lamía el clítoris de Nadia mientras la verga invadía la concha. Era inevitable que a veces la lengua pase por encima del pene.

—Mmm… esto ya no me está gustando.

Lourdes se sentó junto a Pamela, muy pegada a ella y sin previo aviso empezó a acariciarle la concha, a la vista de todos. A Pamela este gesto la sorprendió tanto que ni siquiera llegó a hacer algo para evitarlo.

—Coincido con vos en algo, Pame. Esa chica no debería estar haciendo eso mientras su hermano tiene sexo con la misma mujer. Está mal. Pero… pensalo por un momento desde la perspectiva de Nadia. Ponete en su lugar. ¿No te resultaría morboso cumplir esa loca fantasía de tener sexo con dos hermanos al mismo tiempo?

Dos dedos de Lourdes entraron en la concha mientras las lamidas de Florencia caían cada vez más sobre la verga de su hermano. Se notaba que Nadia también le estaba dando una buena chupada en la concha, aunque eso no se veía.

—No, está mal y punto.

—Vamos, Pame. ¿Qué nos explicaron mil veces en el Sendero de la Verdad? A veces algo malo puede ser sumamente atractivo… y disfrutable.

En ese momento Benja sacó la verga de la concha y quedó apuntando hacia su hermana. Lo siguiente fue una potente eyaculación que fue a impactar en toda la cara de Flor.

«Ay, boludo —se quejó esta, entre risas—. Me hubieras avisado que ibas a acabar».

—Eso fue un pequeño accidente —aclaró Nadia, en el living—. Aunque no le impidió a Flor seguir chupándome la concha.

Y así lo hizo. Siguió lamiéndole los labios, recolectando con su lengua todo el semen de su hermano. Lo que Nadia no aclaró es que Flor se quejó porque la idea era que le acabe a ella dentro de la concha, para que fuera Nadia la que tragara el semen; pero a Benja le pareció más divertido hacerlo al revés.

—Mirá la pantalla, Pame —continuó Lourdes, mientras la masturbaba—. Quiero que seas completamente sincera. ¿No te parece muy sexy ver a esa chica tan linda con la cara llena de semen?

—Bueno, eso sí me parece sexy, pero…

—¿Y no creés que es muy morboso que ese semen sea el de su hermano? Como fantasía, digo. Más allá de que esté bien o mal. Y respondé con la verdad.

Pamela se puso aún más tensa (si es que eso era posible). Los habilidosos dedos de su amiga le estaban haciendo bajar la guardia y ella se esforzaba por mantenerla alta. Vencida por la calentura, dijo:

—Está bien, lo admito. Es una secuencia muy morbosa. Entiendo que Nadia pudo disfrutar al cumplir esa fantasía. Y fue por accidente, así que… tampoco está tan mal.

—¿Y cuál es la parte que te parece más excitante? —Lourdes aceleró los dedos, la concha de Pame ya chorreaba jugos—. Quiero tu respuesta más sincera.

Para alguien que llevaba tantos años en el Sendero de la Verdad era difícil esquivar una petición de sinceridad tan directa. En especial si viene de una buena amiga.

—Fue lindo el momento en el que el chico eyaculó. Florencia es muy bonita… y reconozco que el semen se ve más sexy en chicas hermosas. Pero lo que más me… me excitó fue ver…

—A Florencia lamiendo el semen de su hermano —completó Camila—. A mí también me pareció lo más excitante.

—Sí, sí… eso mismo. Es que… lo es. Es excitante… aunque esté mal. Para colmo era mucho semen… y lo lamió directamente de la concha de Nadia. Admito que eso también le suma puntos.

Pamela parecía algo aturdida por sus propias palabras. Por suerte nadie le preguntó por qué para ella “sumaba puntos” eso de lamer una concha.

Mayra aprovechó que todos estaban atentos a la pantalla, porque Benja había vuelto a clavar a Nadia. Le pidió a Brisa que se sentara sobre ella, y le dijo al oído:

—Si te sacás el pantalón, te hago una paja.

Brisa ni lo dudó, estaba sumamente excitada. Nunca había formado parte de una reunión tan sexual y Mayra le caía tan bien que era como si se conocieran de toda la vida. Pamela miró con horror cómo su hija se desnudaba frente a todos y acto seguido se sentaba sobre Mayra, para que ésta comenzara a acariciarle la concha.

—¡Brisa! ¿Qué hacés? Te está viendo todo el mundo…

—Ay mamá, qué injusta que sos. A vos sí te puede pajear tu amiga… ¿y a mí no?

—Es muy injusto —dijo Victoria.

—Hey, yo también quiero —dijo Barbarita, que no quería quedarse afuera.

—Vení para acá, hermosa.

Nadia la recibió con los brazos abiertos. Le dio un beso en la boca y la ayudó a desnudarse. Todos pudieron contemplar ese hermoso y delicado cuerpo. Vagina completamente depilada y pechos pequeños, vientre plano y cintura poco pronunciada. Brisa y Barbarita parecen hermanas gemelas. Solo difieren en la cara, Barbi tiene los ojos grandes, como una muñeca; en cambio Brisa tiene ojos de gata.

—Te toca a vos, Lourdes —la que sacó el siguiente papelito fue Victoria, porque sus hijas tenían las manos ocupadas. Miró a su alrededor y no había hombre que no tuviera una marcada erección debajo del pantalón—. Pero no quiero interrumpir lo que estás haciendo con Pame. Así que… decime qué video querés mostrar y yo lo pongo.

Se acercó a Lourdes y juntas vieron el repertorio. Victoria tuvo mucho cuidado de que Pamela no pudiera ver la pantalla, aunque lo intentó varias veces.

—Ese —dijo por fin Lourdes—. Es sencillo, pero me gusta mucho.

Cuando el video arrancó todos vieron a Lourdes, con su melena rojiza suelta y sus firmes tetas apuntando a la cámara. Mostró una amplia sonrisa y a continuación bajó la cabeza para sumergirse entre dos piernas de piel tan blanca como la porcelana. Empezó a lamer lentamente una vagina lampiña y perfecta.

—Creo que todos ya saben de mis inclinaciones lésbicas —comentó Lourdes, sin dejar de pajear a Pamela—. Me gustaría poder evitarlas; pero últimamente me resulta imposible.

—Acá nadie te va a juzgar porque te guste chupar concha —dijo Nadia—. Bueno, quizás Pamela sí; pero no creo que el resto haga lo mismo.

—No te juzgo, amiga —dijo Pamela—. Ya hablamos de este tema y sé que no es fácil para vos resistir esas tentaciones. Pero… hay algo acá que no está bien —miró a Barbarita, quien recibía los dedos de Nadia dentro de su concha, y luego miró a la pantalla—. ¿Esa es tu hija? Una vez me dijiste algo que se me hizo muy extraño: que Barbarita te parece una mujer muy sexy, quizás demasiado. En especial cuando está desnuda. ¿Se la chupaste a tu propia hija?

—Se parece mucho a mí —dijo Barbi, con una sonrisa.

—No es Barbi —aclaró Lourdes—. Pero debo reconocer que la idea general es esa. Tengo… fantasías extrañas. De la clase que no debería permitirme. Estoy segura de que a todos en esta sala les pasó algo así alguna vez. Incluso a vos, Pame. Hablé con Mayra y le expliqué lo que sentía al ver a Barbi desnuda. La tentación era cada vez más fuerte. Y fue la propia Mayra quien me brindó una alternativa: ella misma. Como verán, su concha es prácticamente idéntica a la de Barbi.

—¿O sea que le comiste la concha a la hija de tu vecina, para no comérsela a tu propia hija? —Las palabras de Camila no tuvieron un tono agresivo, sino de simple duda y curiosidad.

—Sé que suena turbio, pero es así. Me pareció una buena forma de evitar la tentación. Cada vez que mi mente queda invadida por esos deseos, Mayra me permite chupársela… y se me pasa. El efecto es muy bueno, por lo parecidas que son de la cintura para abajo.

—Perdón, amiga… pero eso me parece muchísimo —dijo Pamela—. Es una fantasía demasiado… perversa.

Lourdes dejó de masturbarla y por primera vez en la noche mostró su famoso temperamento de “dama de hielo”.

—Claro, siendo hipócrita es fácil decirlo —espetó—. Porque me acuerdo muy bien de lo que me dijiste ese día: que te pasa algo parecido cuando ves a Brisa desnuda.

—Wow, ¿de verdad, mamá? —Preguntó la chiquilla, que estaba recibiendo los dedos de Mayra.

—No, no… lo está sacando de contexto. No fue eso lo que dije. Simplemente aclaré que mi hija también es muy bonita.

—No fue lo único que dijiste. Vení, vamos a hacer un pequeño experimento. Mayra, ¿te podés sacar el pantalón?

—Uf, con mucho gusto… ya no aguantaba más tenerlo puesto.

Brisa la ayudó a desnudarse y las dos se quedaron de pie, una junto a la otra, como dios las trajo al mundo. Lourdes les hizo señas para que se sentaran una junto a la otra y se acercó acompañada de Pamela. Se arrodillaron. Lourdes quedó frente a Brisa y Pamela frente a Mayra.

—Mirala bien a las dos —dijo Lourdes—. Tienen las conchas muy parecidas… como Barbi. De hecho, si las viera de la cintura para abajo, me costaría distinguirlas. Tienen una contextura física casi idéntica. Chupársela a Brisa para mí sería casi como si lo hiciera con mi propia hija. Entiendo que es una idea turbia y debería evitarla, pero al menos soy sincera. Vos sos una mentirosa. ¿De verdad me vas a decir que nunca sentiste deseos de chuparle la concha a Brisa cuando la viste desnuda? ¿Ni una sola vez?

Pamela tragó saliva y se quedó en silencio mirando los labios vaginales de su hija.

—Dale, mamá. Respondé. Deciles la verdad. Yo sé que Lourdes tiene razón.

—No estamos intentando atacarte, Pamela —continuó Lourdes—. Solo queremos brindarte la oportunidad de cumplir esa fantasía perversa… pero de una forma controlada. En lugar de hacerlo con tu hija, lo podés hacer con Mayra. Sería casi lo mismo… sin ser lo mismo.

—A mí me encantaría que me chupes la concha pensando en tu hija —le dijo Brisa mientras abría sus labios con los dedos.

Lourdes sonrió, acercó la cara y le pasó la lengua lentamente. Luego volvió a repetir la acción, siempre ante la atenta mirada de Pamela. Después de unos segundos, la atención de Pamela se desvió hacia la concha de Mayra. Realmente eran muy parecidas. Perfectamente depiladas, de piel muy blanca y de centro rosado. La lengua de Lourdes comenzó a moverse con más libertad, indicando que estaba disfrutando del sexo lésbico. Brisa comenzó a sacudirse y soltó un gemido. No estaba acostumbrada a semejante tratamiento sexual. Lourdes era muy buena en lo que hacía.

—Nadie te va a juzgar —le repitió Victoria—. Quizás sea lo mejor, tanto para vos como para tu hija.

Pamela no pudo resistir la tentación. Mayra es demasiado atractiva… y se parece mucho a Brisa. Se olvidó de que allí había personas mirándola, incluso se olvidó de su propia familia. Se lanzó hacia adelante y empezó a imitar las lamidas de Lourdes, pero en la concha de Mayra. La descarga eléctrica que recibió todo su cuerpo la hizo vibrar. De inmediato comenzó a mastubarse «Qué me importa que miren… que se vayan todos a la mierda», pensó.

Ahí empezó una especie de concurso tácito, donde Pamela intentaba replicar todo lo que hacía Lourdes con Brisa, y mejorarlo. Lo que a su vez alentaba Lourdes a esforzarse más. Succionó el clítoris de Brisa y Pame hizo lo mismo con el de Mayra. Esta última no se sacudía tanto como la rubiecita, porque ya estaba más acostumbrada al sexo lésbico; pero sí daba claras señales de estar disfrutando.

Nadie le prestó atención al video en pantalla, era mucho mejor ver la escena en vivo y en directo, y además con una réplica exacta al lado.

—Uy, mamá. Se nota que tenías muchas ganas de chupármela.

El comentario de Brisa hizo que Pamela se detuviera inmediatamente. Estuvo a punto de pedir disculpas por su comportamiento inapropiado cuando vio algo que llamó su atención. Apartó a Lourdes y colocó su cabeza muy cerca de la concha de Brisa.

—¿Se la vas a chupar en serio? —Preguntó Mayra; pero fue ignorada.

—¿Qué pasa, mamá?

Pamela abrió la concha de su hija con los pulgares y miró atentamente. De pronto, chillo de bronca y horror.

—¡No sos virgen!

—¿Te parece que eso es para tanto? —Preguntó Nadia—. No creo que acá haya ninguna virgen. Ni siquiera Barbi lo es.

—Es cierto —dijo ella.

—Pero, pero… Brisa era virgen hasta ayer. Lo sé porque yo misma lo vi. Ahora, su himen… no puede ser. Ya no es virgen.

Se puso de pie y bramó mirando hacia los hombres de la sala.

—¿Quién fue el hijo de puta que se cogió a mi hija? ¿Eh? ¿Fuiste vos, Erik? ¿O acaso vos, pendejo? —Señaló a Ariel—. Te la pasaste toda la noche mirándola con ganas. ¿Fuiste vos? Decime, Brisa —volvió su cabeza para mirar a su hija—. ¿Quién fue?

—¿Qué te importa? A vos solo te interesa que yo siga siendo la niña perfecta que podés manejar a tu gusto. Ni siquiera me preguntás si la pasé bien o no. Lo que en verdad te jode es que yo haya hecho algo sin consultarte. Sos una controladora.

—¡No me hables así! Gonzalo… —el tipo se quedó pálido—. ¿No vas a decir nada?

—¿Y qué querés que le diga? —Tragó saliva—. Ella ya es grande. No podemos andar controlando cada cosa que hace… y con quién.

—Pero, pero…

—Mamá, calmate por favor —intervino Camila—. Cuando yo perdí la virginidad también hizo un escándalo. Y Brisa tiene razón: lo que a ella le molesta es que hagamos cosas “sin su autorización” —remarcó las comillas con los dedos—. Tenemos que pedir permiso para todo. Incluso para manejar nuestras propias vidas.

—Bueno, bueno… ¿vamos a calmarnos? —Intervino Victoria—. Solo estamos intentando pasar una velada navideña divertida y en familia.

—Si a esto es lo que llaman una velada familiar —dijo Pamela, señalando a su alrededor—. Casi todas desnudas, y los tipos con las vergas duras.

—Eso nunca te molestó en casa, mamá —inquirió Brisa—. Mil veces anduvimos desnudas, y mil veces le vimos la pija dura a papá. ¿Ahora es cuando te parece raro?

Pamela no supo cómo responder a esto.

—Mejor hagamos una pausa —propuso Victoria—. Vamos a tomar algo rico, tengo helado y clericó. Nos relajamos un poco y después seguimos con el juego. ¿Les parece bien?

—Yo quiero helado —dijo Erik, poniéndose de pie.

Los demás entendieron que lo mejor era aceptar la pausa, sino esto sería una batalla campal. Salieron al patio otra vez. Las que estaban desnudas no se molestaron en volver a vestirse.


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Comentarios

Nokomi ha dicho que…
Los capítulos 04 y 05 del Especial Navideño de Strip Póker ya están disponibles para los que me apoyan en Patreon. Los voy a publicar acá el 17 y el 22 de Enero, respectivamente.
Cheche ha dicho que…
Todo pasa súper rápido jajaja aunque entiendo que ya esta familia es así pero es raro igual 😅
Pero me sigue encantando esta familia y eso que mi fabulosa Nadia aún no ha hecho nada 🥰
Espero el siguiente con muchas ganas
Suerte y éxitos Nokomi
Nokomi ha dicho que…
Todo tiene que pasar rápido porque es un especial de 5 capítulos. No puedo extenderme demasiado. Además la mayoría de los personajes ya habían sido presentados, eso me ayuda a llevar la historia a otro ritmo.
OxesCamba ha dicho que…
que excelente relato
la secuencia de las cosas
los escenarios planteados
las curvas de la trama
lo candente y sexual es increible
vuelvo y repito digno de hacer una serie
al estilo serie rosa pero muchísimo más explícita
JUAN ha dicho que…
NO ME IMAGINO LOS DEMAS CAPITULOS DONDE BRISA SE ENTREGA AL PAPA Y CAMILA TERMINA FOLLANDO CON ERICK O CON EL NOVIO DE NADIA

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